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Ideología, ciencia y desarrollo:

El impacto del carácter ideológico de las ciencias sociales en el desarrollo de América


Latina

Una reseña de: "Las ciencias sociales y el desarrollo Latinoamericano. Hacia una teoría
Latinoamericana de las ciencias sociales del desarrollo" – Antonio García

Por: Daniel Pérez Molina

Abordar la esfera comprendida entre las ciencias sociales y el desarrollo en América Latina, implica
matizar en retrospectiva, a la medida que lo permite la lectura del texto de Antonio García Nossa; por un
lado, la llegada de las ciencias sociales a territorio Latinoamericano y, aún más, cómo fue su recepción
por las élites intelectuales y político–económicas; y por otro lado, el pausado y gradual proceso de
desarrollo que allí se dió. Tratar "aquello que hay en medio" de las ciencias sociales y el desarrollo socio–
económico en el contexto Latinoamericano, esa esfera que se encuentra en la mitad de estos dos espectros
teóricos–conceptuales; es decir, la relación real objetiva que los media y los yuxtapone, induce a que el
planteamiento del autor se despliegue de la pregunta: ¿puede existir una ciencia social latinoamericana?.
No se trata entonces, únicamente de buscar los límites a las posibles respuestas a esta pregunta, sino de
conectar cuidadosamente el influjo de las ciencias sociales y de todo lo que trae consigo —métodos,
resultados, teorías, conceptos, ideologías— en la inserción, posicionamiento y organización de América
Latina en el sistema económico–mercantil internacional, y por lo tanto, los efectos o impactos que esto
tiene sobre su desarrollo.

En su escrito, Antonio García conduce su planteamiento desde cómo la racionalización universal —


prescindiendo de espacio y tiempo— de un método y sus resultados se convierten en una dogmática, hasta
el argumento de porqué América Latina es atrasada y dependiente; para efectos de lo cual va transitando,
por el carácter ideológico de las ciencias sociales, por la aplicación de las teorías económicas y del
desarrollo europeas a otros contextos históricos y territoriales, por el cuestionamiento a la universalidad
como imperativo categórico de la teoría científico–social (eurocentrismo), y por el viraje que debería
darse desde América Latina a la teoría de la dependencia. Así pues, como el mismo autor menciona, su
proposición cursa tres cuestiones básicas, que se deben dilucidar críticamente desde la perspectiva de los
países atrasados y dependientes:

"A) La de cuál es la verdadera naturaleza de la teoría científico–social en general y de la teoría


económica en particular.
B) La de cuáles son las relaciones entre teoría científico-social e ideologías sociales.
C) La de cuáles son las grandes categorías históricas de las ciencias sociales en un universo
dividido entre grandes circuitos o áreas: el de las formaciones capitalistas, el de las formaciones
socialistas y el de las formaciones características de los países atrasados y dependientes."
(García, 1972. pp. 4)
Siguiendo a García, la relación entre ciencias sociales y desarrollo latinoamericano esgrima en un primer
momento el asunto de la universalidad del método y la absolutización a toda época de los resultados
obtenidos de su aplicación a un espacio–tiempo en concreto; cosa tal que, desemboca en la conversión de
teorías a dogmas, y estos últimos, después de interiorizados junto con el conjuntos intereses y juicios
valorativos en los que se apoya todo método, se convierten en ideología. Así pues, toda teoría o
pensamiento científico-social se encuentra consolidada en un método, el cual pauta sus resultados a partir
de su aplicación a una realidad histórica, y procurar aplicar estos en un contexto histórico (espacio y
tiempo) diferente es acudir a una "mitificación" de esta realidad, ya que, no solo se presuponen estos
como valores absolutos e invariables, sino que también ese conjunto de intereses y juicios de valor se
universalizan. Hasta aquí es dogma, y estriba un problema en la capacidad de utilizar el método a casos y
aspectos históricos específicos, sin necesidad de desbordar los límites espacio–temporales. El problema se
acrecienta y se torna más crítico cuando está mitificación de la realidad, es decir, cuando estos resultados
convertidos en valores absolutos de toda época, más su sistema de intereses y principios como trasfondo,
se recepcionan, se racionalizan, se divulgan y se instauran en lugares y marcos históricos diferentes a
aquellos en donde surgieron, puesto que ya en este punto, lo que se procrea es una ideología.

Es tal cual, lo que ocurrió con la teoría económica clásica según García, que al ser aplicada al contexto de
América Latina no otorgó comprensión sintética de las peculiaridades del continente, sino que por el
contrario, concibió la idea de que los fenómenos económicos–estructurales particulares de la Inglaterra de
finales del siglo XVIII e inicios del XIX —en ese entonces, Reino de Gran Bretaña, que es de donde
surge la economía clásica— debían ser legibles en todo el panorama latinoamericano y, de no ser así, ello
constituía una anomalía. La adopción y acogida de esta teoría de tal manera, por parte de las élites
latinoamericanas, la reprodujo como una ideología que oculta o encubre —para acuñar el término de
Dussel— una realidad histórica completamente distinta. Esta teoría contribuyó ampliamente a entender la
organización de la economía mundial en términos de un sistema de relaciones de intercambio
internacional que se ordena por medio de una clasificación de las naciones, en donde los países
latinoamericanos conforman la periferia y deben insertarse a él a través de la explotación, extracción y
exportación de materias primas; mientras que los países con mayor desarrollo tecnológico e industrial
constituyen el centro y deben especializarse en la producción de manufacturas masivas y tecnología de
punta. La recepción de esta manera de entender la economía mundial no es otra cosa que una
"racionalización de la ideología dominante" (García, 1972. pp. 3).

Por consiguiente, el comprender la teoría como si tuviese una característica de universalidad absoluta,
pone en el análisis la subordinación ideológica que ha sufrido América Latina respecto a Europa ( y
EEUU), debido a que, lo que contiene la ideología dominante es un conjunto de intereses, valoraciones y
juicios correspondientes a la circunstancias históricas de los contextos europeo y estadounidense en el
momento de la emergencia de la teoría económica del libre comercio. De aquí se desprende la verdadera
naturaleza de la teoría económica en particular, y de la teoría científico–social en general. La primera
consiste en "ocultar" o "disfrazar" las condiciones reales de producción – apropiación de valor de los
países centrales (dominantes) sobre los periféricos (subordinados) con el propósito de reafirmar que la
situación en que se encuentran las relaciones de intercambio internacional entre naciones son las correctas
para continuar garantizando la transmisión del excedente económico de los segundos a los primeros; la
acumulación de capital y enriquecimiento de los países dominantes; y el estado de dependencia, la
incapacidad de desarrollo y el empobrecimiento de los países subordinados. La segunda trata por medio
de una superposición ideológica dada en apariencia como teoría, hacer que se racionalice y generalice el
conjunto de intereses y valores particulares de una clase o de una nación para encubrir el potencial crítico
de la misma teoría científica y justificar mediante su mitificación que la situación de dependencia de los
países periféricos es ventajosa para ellos.

A lo siguiente, en un segundo momento, ciencias sociales y desarrollo latinoamericano enfrentan el


postulado de la relación entre teoría científico-social e ideologías sociales. Antonio Garcia (1972)
propone que toda teoría en tanto es una respuesta a un problema circunscrito a un espacio y tiempo
específico, posee entonces un sistema de valores, aspiraciones e intereses sociales, que conforman su
trasfondo. Este sistema es lo que constituye una ideología y por tanto, toda teoría o pensamiento
científico tiene una ideología de trasfondo. Claro está que la teoría económica clásica liberal posee
ideología, la cual no es propia o no se corresponde con el contexto Latinoamericano. En ese sentido,
García (1972. pp. 8) dice que:

"La ideología puede analizarse, históricamente, de dos maneras: como un método de


mitificación y oscurecimiento de la realidad histórica, o como una afirmación subjetiva del
hombre en cuanto no se limita a ver la realidad sino que expresa su decisión de transformarla"

Concebir históricamente a la ideología de esta manera lleva a pensar, primero, que no hay posibilidad
alguna de que exista teoría científico-social sin ideología; segundo, que debe ser la ideología la que
impregne de beligerancia y diligencia a las ciencias sociales en América Latina para que se consoliden
como instrumentos conceptuales de desarrollo. Unas ciencias sociales del desarrollo diría García. Es la
ideología, o sea, es un sistema de valores e intereses propios de América Latina los que deben guiar y
encaminar a la teoría de las ciencias sociales y por tanto al método, a la desmitificación de estas mismas y
al descubrimiento contingente del desarrollo latinoamericano libre del yugo "invisible" de las ciencias
sociales eurocéntricas. Así como las élites intelectuales y político–económicas han recepcionado e
interiorizado estas primeras ciencias sociales y sus teorías positivistas y universalistas, es menester que
recepcionen el carácter contendiente que el sometimiento a ellas mismas puede inspirar y crear a partir de
allí una teoría científico-social propia del contexto Latinoamericano, con una ideología de emancipación,
de liberación propia de este territorio. No obstante, cabe preguntarse —aunque no sea el fin de este escrito
— ¿qué tanto le conviene a las élites latinoamericanas enfrentarse con las teorías eurocéntricas del
desarrollo y del sistema económico–mercantil internacional?. ¡Quizás sea una respuesta que demande de
otro tanto de páginas!. Continuando con la exposición, Antonio García en esta parte contempla una
transición de una teoría y unas ciencias sociales desmitificadoras a unas "comprometidas con los
procesos de liberación social y desarrollo independiente" (García, 1972. pp. 10). Esto es en todo sentido
una propuesta, más aún, una apuesta por constituir una ciencia que unifique teoría e ideología de la
liberación —de emancipación si quiere—, pero que a fin de cuentas se proyecte con firmeza hacia la
descolonización y el desarrollo Latinoamericano desde su interior, desde su propia base.

En un tercer momento de la relación entre las ciencias sociales y el desarrollo en América Latina, el autor
propone una mirada clasificatoria de acuerdo a la concepción histórica de la teoría científica social, la
cuál en este punto ha desplazado la idea de universalidad absoluta por la de universalidad relativa, que
quiere decir en otras palabra, restringida a una formación histórica particular, que posee un sistema de
valores ceñido a unas reglas económicas, culturales, políticas y sociales. Se clasifican en tres categorías,
según la correspondencia entre formaciones históricas y la predominancia ideológica en las ciencias
sociales de las áreas nacionales o multinacionales, tal cual existen en el mundo:
"a). Ciencias sociales de áreas pertenecientes a formaciones capitalistas plenamente
desarrolladas (capitalismo monopolista).
b). Ciencias sociales de áreas comprendidas en recientes formaciones socialistas.
c). Ciencias sociales características de los países atrasados y dependientes, bien sea que éstos se
encuentren anclados en arcaicas fases coloniales o en modernos ciclos de neocolonialismo y
dependencia." (García, 1972. pp. 11)

Las primeras se constituyen de las naciones que concentran su poder hegemónico a la conservación de la
estructura de dominación y dependencia; y en las que, en el recuadro del capitalismo dependiente se es
liberal en lo económico y absolutista en lo político. El liberalismo económico es la ideología que respalda
su actividad tanto en las naciones metropolitanas como en los países atrasados y dependientes.
La segunda trata de aquellas naciones que se fundamentan en la radicalización del sistema y en el
esclarecimiento de su operatividad. Su ideología se encuentra en esmero por la lucha que desmitifica y
aclara los procesos sociales–organizativos a nivel global (en cualquier lugar dem mundo).
La tercera consiste en las ciencias sociales de los países atrasados y dependientes, en los que coexisten,
dinámicamente, formaciones propias del moderno capitalismo monopolista, relaciones señoriales y
formas arcaicas de economía recolectora, asi como la organización política del Estado y una compleja
trama de relaciones de dependencia que va desde el enclave colomal hasta las formas mas modernizadas
de capitalismo dependiente (García, 1972). A las ciencias sociales en este último tipo de formaciones
históricas el autor acuña una crítica a las "élites intelectuales tradicionales", que a pesar del estado de
atraso y dependencia de estos países no sólo en lo económico y lo político, sino también, en lo cultural y
en lo colectivo, estas no logran safarse de un pensamiento escolástica y prerracional respecto a lo social;
conllevando de una u otra forma a que en el contexto histórico de estas formaciones dependientes no se
conforme un aparataje autónomo de la ciencias sociales sino que sean una mera transposición cultural y
del sistema de valores de los países metropolitanos.

Ahora bien, en la dirección que se han expuesto las ideas, cabe concluir que lo trabajado por Antonio
García Nossa es una cuestión en primer orden epistemológica, en segundo gnoseologica y en tercero
metodológica, por cuanto esboza las dificultades que se presentan en los países de América Latina —
incluso de Asía y África— para enraizar unas formas particulares de descubrir, comprender y
esquematizar el mundo susceptible de conocerse; para explayar los principios y fundamentos de lo que
conoce; y para desplegar métodos que permitan sistematizar en una estructura teórica–conceptual las
posibilidades de lo que se conoce, respectivamente. Todo esto exento de la ideología eurocéntrica, de su
imposición científica–teorica. Así pues, según García es la carencia o falta de un buen desenvolvimiento
de metodos de investigación sistemática lo que sitúa a latinoamerica frente a las puerta de la dominación
y la dependencia, es ello lo que la limita y paralelamente la hace sensible de ser cooptada cultural e
ideologicamente por los países metropolitanos.

En última instancia lo anterior indica por un lado, que las ciencias sociales elaboradas y exportadas por
las naciones metropolitanas conforman un complejo y articulado sistema de racionalización de la
dependencia; por el otra lado, explica también la ruptura que han tenido los científicos sociales con dichas
ciencias, mal denominadas "ciencia oficial" y han extraído su aspecto revolucionario, desmitificando las
teorías de origen metropolitano y sentando las bases para una teoría crítica latinoamericana del atraso, la
dependen y el desarrollo. Es así como debe darse el viraje en América Latina de la teoría de la
dependencia, estructurando en base a la concientización colectiva sobre su estado de dependiente y
atrasado para forjar un teoría del desarrollo independiente en ideología y método. Es en este marco
histórico y teórico–conceptual que las ciencias sociales se configuran hacia un panorama del desarrollo,
no solo porque enfoquen la realidad innata de una formación socio–histórica, sino porque manifiestan una
deseo, una decisión de desarrollarse desde sus interiores y sus propias bases con autodeterminación y
carácter.

Se tiene entonces, que la respuesta a la pregunta: ¿puede existir una ciencia social latinoamericana?, es
que si, en la medida que el carácter ideológico de trasfondo de la ciencia social —surgido de entre las
reflexiones críticas sobre los efectos y los impactos en el desarrollo latinoamericano que han traído las
teorías científicas sociales de corte eurocentrico y norteamericano, como la de la dependencia— esté
constituido por un conjunto de valores e intereses propiamente latinoamericanos que expresen y
manifiesten su proyección de cambiar su realidad histórica concreta y particular. "Es esta perspectiva la
que ha de convertir la teoría de la dependencia, de una doctrina herética, en la más trascendental categoría
analítica de las ciencias sociales latinoamericanas." (García, 1972. pp. 15).

Bibliografía
García, Antonio. (1972). Las ciencias sociales y el desarrollo latinoamericano. Hacia una teoría
latinoamericana de las ciencias sociales del desarrollo. En: Antonio García. Atraso y dependencia en
América Latina. Hacia una teoría latinoamericana del desarrollo. El Ateneo. Buenos Aires.

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