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Historia del Marqués de Almeida (quien fuera Felipe Juan

Roboredo Madeira, Alburquerque y de Almeida; héroe en la


Guerra de la Independencia)
Publicado por Angel Gómez-Morán Santafé
en LEYENDAS DE LA MOTA DEL MARQUÉS (01/02/2013)

HISTORIA DEL MARQUÉS DE ALMEIDA

Quien fuera el comandante D. Felipe Juan Roboredo Madeira, Alburquerque y de Almeida, caballero al
mando secreto de la Legión de Honor de Castilla y reverenciado como generoso noble. Que visitó en el
exilio al rey Fernando VII en Valençay; cumpliendo allí una importante misión dictada por el duque de
Wellington. Caballero portugués nacido en las cercanías de la Villa de Castelo Rodrigo y a quien titularon
como marqués de Almeida las Cortes de Cádiz, en el año de 1812.

ARRIBA: El Sr.D. Manuel Serrano y Almeida de Bouza, en el día que nos citó en una cafetería de Ciudad
Rodrigo para hacernos entrega de unos documentos en los que se refería la historia de su "tatarabuelo": F.
J. Roboredo de Almeida. Famoso caballero de la Guerra de la Independencia, que sirvió para el general
Wellington y que al parecer encontró la muerte en el asedio del castillo de Mota del Marqués, donde se
refugió al ser perseguido por los franceses. No deseaba que su rostro fuera visto en nuestro blog, aunque
muy gentilmente se prestó a que le hiciéramos una fotografía (junto a sus familiares que le acompañaban
en este día). Como decimos, el Sr. Serrano y Almeida de Bouza, nos dejó copia traducida de unos
documentos que le había legado su abuelo, en el que se relataba la historia del tatarabuelo de este, que fue
un famoso héroe de la Guerra contra Napoleón en España y Portugal.
ABAJO: Vista de la villa de Castelo Rodrigo, sita a unos cincuenta kilómetros de Ciudad Rodrigo y en tierras
portuguesas. Muy cercana a Almeida, esta pequeña y preciosa villa fortificada al parecer era el lugar de
origen de la familia del mencionado héroe del que hoy tratamos en nuestra leyenda. En las inmediaciones a
aquella población se suceden los hechos que a continuación relatamos.

INTRODUCCIÓN: Tras abrir el presente blog dedicado a las Leyendas de Mota del Marqués, diferentes
personas interesadas en sus datos se pusieron en contacto con nosotros. Unos para confirmar referencias
históricas (sobre Beatriz de Suabia, especialmente). A quienes hubimos de asesorar y advertir que las
leyendas, leyendas son; y que pese a tener una gran tradición oral entre las gentes del pueblo, no se
pueden considerar Historia. Otros muchos también entablaron contacto con nosotros, interesándose por
diversos aspectos y asuntos que trataban estos relatos de la Mota del Marqués. Textos que publicábamos
hace un año y medio y que han gozado de cierta aceptación -puesto que han tenido más de siete mil
lectores-.

Entre aquellos que contactaron conmigo destacó el Sr. D. Manuel Serrano y Almeida de Bouza, natural de
Portugal (nacido en la ciudad de Oporto) pero casado con una salmantina y afincado decenios atrás en las
inmediaciones de Ciudad Rodrigo. Hasta allí nos hizo ir, con el fin de entregarnos unos escritos que su
abuelo le había dejado; documentos que trataban sobre lo acontecido con un antepasado suyo que luchó
en la Guerra de la Independencia, en favor de España. Los originales en papel de hace unos cien o
doscientos años, los llevaba en la mano (en pliegos rugosos y redactados en un portugués que se nos
hacía incomprensible). Teniendo la gentileza el Sr. Almeida de Bouza de habernos transcrito al español su
contenido, que trata acerca de la referida historia que a continuación recogemos.

Unos hechos que tienen la particularidad de referirse igualmente a Mota del Marqués. Puesto que allí
terminaron los días de este, su antepasado; quien fieramente luchó contra los franceses y al que los de
Napoleón "dieron caza" en las inmediaciones (o en el interior) de la torre. Castillo de Mota del Marqués en el
que al parecer se refugiaron algunos españoles al mando de aquel y en el que se libró una batalla por estas
fechas. Lucha en la que murió el referido héroe de la Guerra de la Independencia Hispano-Lusa, y que a su
vez dejaría en un estado lamentable el magnífico edificio levantado los Caballeros Teutones. Situación que
tristemente hace pocos años ha empeorado debido al curso de los días, a la meteorización y la falta de
cuidados. Pero que gracias a la gestión de los vecinos de Mota y de su alcaldía ha podido lograrse salvar
temporalmente. Expuesto lo sucedido en aquella fortaleza de Mota, tanto como los pormenores del modo en
que conocimos esta historia legendaria (gracias a la entrega de los documentos que nos hizo llegar el Sr.
Serrano y Almeida de Bouza) pasamos a relatar la HISTORIA DEL MARQUÉS DE ALMEIDA:

SOBRE y BAJO ESTAS LINEAS: El autor del blog sobre Leyendas de Mota del Marqués, hace algún
tiempo; visitado los lugares que menciona la Historia del marqués de Almeida (en las proximidades de
poblaciones lusas donde se desarrollan los hechos, tales como: Almendra y Castelo Rodrigo). Abajo, una
fotografía del lavadero de Almendra (Portugal) en las tierras que vieron nacer y vivir al referido Marqués de
Almeida y donde se celebraron diversas contiendas entre los lusos y los franceses tras la invasión de aquel
país por Napoleón.
PARTE PRIMERA: ACERCA DE LO ACONTECIDO CON EL MARQUÉS DE ALMEIDA (Cuanto aquí se
narra sucede en la llamada Guerra de la Independencia, conocida como Guerra Peninsular en Portugal y
entre los años 1810 al 1812; habiendo sido transcrito desde un cuaderno de notas facilitado por los
descendientes del referido marqués de Almeida).

Comienza el relato que nos hacen llegar desde los primeros días en que se tuvo conocimiento de este
valeroso caballero portugués; del que las fuentes mencionadas nos cuentan lo que de su vida se sabe.
Empezando con el sitio de Almeida (tras la caida del fuerte de Ciudad Rodrigo), en el que uno de los más
famosos soldados defensores de la plaza -que no se doblegaba a Napoleón- fue aquel que finalmente sería
titulado como su marqués. Dando comienzo la historia -documentalmente confirmada- una noche del 10 de
Julio de 1810, cuando la amurallada plaza de Ciudad Rodrigo -tan próxima a Portugal- no pudo resistir más
el asedio de los franceses; habiendo de rendirse a las tropas napoleónicas (tras un aguerrido cerco).
Aunque consiguieron gracias a su valor y a su nobleza, los salmantinos que entregaban esta villa; que los
militares de Bonaparte la tomaran respetando a su población civil. Algo que se dice hicieron los ejércitos
invasores con el fin de que la tan próxima y primera ciudad amurallada de Portugal, llamada de Almeida,
viera lo sucedido y también se rindiera. Más no tuvieron esa suerte aquellos franceses, que muy pronto
hubieron de llevar sus baterías y cañones hasta las inmediaciones de la fortaleza portuguesa; plaza que se
cerró con la intención de aguantar el cerco sin abrirlo a los de Napoleón y proclamando que Almeida no
abriría paso por Lusitania a galo alguno. (1)
AL LADO: Vista general del fortín y
ciudad amurallada de Almeida, donde se libró una de las batallas o luchas más encarnizadas de la Guerra
Peninsular, debido a que Napoleón intentaba internarse en Portugal y terminar por conquistarlo a través de
esta ruta que llegaba hasta Oporto. Allí resistieron sus naturales parapetados y protegidos por los más
valerosos soldados; quienes tristemente hubieron de rendirse cuando por simple casualidad un proyectil de
cañón de los galos dió en el polvorín de los lusos, provocando el estallido de toda su munición y el
derrumbe de la torre principal de su fortaleza. Hechos acontecidos hace más de doscientos años, pero de
los que aún podemos ver sus escombros y restos, entre las preciosas murallas de Almeida -que conserva
multitud de cascotes y pertrechos derruidos, fruto de aquello que narra la historia que hoy recogemos-.

ABAJO: Imagen tomada del lugar exacto donde se situaba la torre medieval en la que los portugueses
habían situado el polvorín y que desafortunadamente recibió un cañonazo de los galos, saltando por los
aires. Destruyéndose así famosa torre de Almeida, de la que apenas quedaron ya restos; explosión por la
que pereció gran parte de la población de esta villa amurallada. Plaza que por tal motivo y asolada ante el
desastre, se vió obligada a rendirse ante los franceses.
Allí sitiados aguantaron durante semanas, con la esperanza de que los ingleses y los portugueses llegaran
desde la retaguardia viniendo de Oporto a rescatarles. Pero las bombardas y los cañones de Francia no
cesaron de lanzar fuego sobre Almeida; con tan mala fortuna que uno de los proyectiles de aquellos serviles
de Napoleón entró por un vano de la torre del fortín, parando justamente donde los portugueses habían
colocado toda su pólvora. Una habitación del antiguo castillo, que desafortunadamente había sido
convertida en Santa Bárbara y que voló por los aires; sabiéndose que el estallido provocó centenares de
muertos, derribando parte de la ciudad fortificada. Tal fue su explosión que los franceses -quienes
disparaban con sus cañones desde kilómetros de distancia-, quedaron aterrorizados. Más aún, cuando les
comenzaron a caer cascotes, e incluso los restos de los cuerpos de algunos de aquellos pobres
portugueses que se habían parapetado en esas murallas y que saltaban por los aires, al efecto de las
toneladas de munición que allí guardada les reventó. (2)

Tras el mencionado estallido del polvorín (que sucedió un 26 de agosto de 1810), el alcaide gobernador
decidió rendir Almeida, debido a que el fuerte había quedado desolado y casi despoblado -convertido en
ruinas y en un amasijo de restos humanos y de edificios-. Pero aún hubo algunos hombres que deseaban
resistir, por lo que hasta dos días más tarde no se produjo la claudicación. Lo que se permitió a aquellos
pocos que decidieron no rendirse, escapar al cerco (venciendo la confusión, gracias a la noche). Siendo
quien lideró la facción para seguir combatiendo e intentar huir de los galos, el mencionado
comandante Felipe Juan Roboredo Madeira; conocido terrateniente nacido en Castelo Rodrigo y que
deseaba plantar cara a los franceses hasta el final. Soldado que tras escapar junto a un puñado de los
suyos de la malograda ciudad cercada, logró una semana después llegar hasta las tropas del general inglés
Wellington, quien se encontraba en las cercanías de Lisboa. Narrando a los ingleses el joven militar
Roboredo Madeira de Alburquerque lo acontecido en Almeida, se puso a las órdenes de los ejércitos anglo-
portugueses para cuanto precisasen, confirmando su deseo y sus posibilidades de retornar a la zona de
Salamanca para continuar allí combatiendo. Ordenando Wellington que efectivamente regresara a esta
frontera (tan bien conocida por él), para que en esas postrimerías entrase en contacto con el comandante
español Tomás García Vicente -quien lideraba una fuerza secreta de resistencia llamada Legión de Honor
de Castilla-. (3)
ARRIBA: Imagen de los altos del fuerte de Almeida, donde se divisan los montes desde los que los
franceses bombardearon la plaza logrando por un golpe de suerte volar la Santa Bárbara de los
portugueses allí parapetados.

ABAJO: Estatua ecuestre de Tomas Garcia Vicente, nacido en Masueco y lÍder de la Legión de Honor
Castellana; héroe del que se dice luchó contra los franceses, juntamente con el Marqués de Almeida.
Presentándose así F. J. Roboredo Madeira, Alburquerque, ante el citado militar hispano, que vivía oculto
entre las montañas de Salamanca y Zamora; donde pronto comprendió la fama de las proezas y hazañas
que sobre aquel Tomás García se narraban. Heroicidades llevadas a cabo desde 1808 contra los franceses,
habiendo sido él mismo uno de los primeros que ya se sublevó en Madrid y contra Murat durante el famoso
2 de Mayo. Aunque igualmente, el héroe salmantino quedó muy sorprendido al conocer al portugués que
Wellington le enviaba, no solo por su valentía sino también al saber que hablaba español tan perfectamente
como portugués -sin poderse distinguir su acento- y que además dominaba el francés y podía comunicarse
con facilidad entre los ingleses. Aprovechando por entonces aquellas dotes de Roboredo Madeira y
Alburquerque, el comandante de la Legión de Castilla (Tomas García de Vicente) consiguió documentarle
para hacerle pasar por un rico mercader hispano. Todo lo que se completó sin levantar sospechas de los
franceses gracias a que el terrateniente luso era originario de las inmediaciones de Almendra, donde tuvo
grandes negocios de viñas, viñedos y aceites. Siendo así que por mediación de la marcha de Felipe Juan
Roboredo Madeira, de un lugar a otro, encomendado a sus negocios y con fines militares, pudo ir
recabándose toda información sobre aquellos ejércitos de Napoleón, sus movimientos, sus necesidades y la
situación en Portugal de los franceses. (4)

Tanta fue su inteligencia y la confianza ganada con los galos, que Roboredo Madeira, consiguió introducirse
en 1811 entre los que servían intendencia a los franceses; facilitando con ello información a la resistencia
hispanolusa (documentando toda salida y entrada de mercancía hacia Portugal). Sucedió aquello en los
días en que el general de Napoleón Massena, había cercado la ciudad de Torres Vedras con el fin de
avanzar hacia Oporto y luego a Lisboa. Pero los informes que pasaba Roboredo Madeira, a Tomás Gacía
Vicente sobre los envíos de mercancía a Massena y la situación del cerco, provocaron que este general
galo dejase de recibir víveres y municiones. Debido ello, aquellos aprovisionamientos que los franceses
pretendieron mandar hasta Torres Vedras fueron interceptados por la Legión de Honor Castellana, a la que
se informaba puntualmente de las salidas y rutas de la intendencia francesa. Lo que finalmente provocó que
los franceses no pudieran avanzar ni mantener el famoso cerco de la ciudad, habiendo de retroceder pocos
meses después hacia sus posiciones de la frontera salmantina.

Aprovechando en este momento para avanzar hacia el lugar de Torres Vedras las tropas anglo-lusas, que al
mando de Wellington prepararon la final estrategia para expulsar a los de Napoleón de Portugal. Todo lo que
lograron tras la batalla de Fuentes de Oñoro, que tuvo lugar a primeros de Mayo de 1811. Tras ello y pocos
meses después, Felipe Roboredo Madeira, junto a Tomás Vicente García, decidieron dar el último golpe al
ejército invasor, atacando ya abiertamente el destacamento francés de Almendra (en Portugal) el 17 de
agosto del mismo año, venciendo y quedando el país luso prácticamente liberado (al recuperarse
definitivamente Almeida). (5)
ARRIBA: Uno de los palacios de Almendra, donde se situaba al parecer el cuartel general de los ingleses en
estos años que narramos, ya que se trataba de una propiedad de la familia del que fuera posteriormente
creado marqués de Almeida (Felipe Juan Roboredo Madeira, de Alburquerque y Almeida).

ABAJO: Daguerrotipo del duque de Wellington, comandante que lideró los ejércitos anglo-portugueses para
expulsar a los franceses de tierras lusitanas (agradecemos a la familia y descendientes; tanto como al
museo de la Marina inglés, nos permitan la divulgación de esta imagen).
PARTE SEGUNDA:
SUCESIÓN DE LOS ACTOS MÁS HERÓICOS DEL MARQUÉS DE ALMEIDA.

Destituido tristemente Tomás Vicente García del mando de la Legión de Honor Castellana y enviado este a
Cádiz para participar en política, ordenó a Felipe Roboredo Madeira una nueva misión, para ser cumplida ya
fuera de su destacamento y muy alejado de la zona de Almeida. Cargo y mando que este aceptó al no estar
de acuerdo en la sustitución y marcha de su gran amigo y comandante, Tomás (que fue apartado a la
política). Siendo entonces cuando aprovechando las dotes de idiomas y la refinada educación del
portugués, decidió Wellington enviarlo a Madrid para que obtuviera más información sobre la Corte de José
Bonaparte. Llegando así Roboredo Madeira, a la capital española a fines de 1811, donde alquiló una gran
mansión junto a la del nuevo rey de España. De este modo logró entrar en la Corte como un mercader rico,
lo que le permitió introducirse pronto en el ámbito de los afrancesados. Todo lo que comenzó regalando
grandes partidas de sus vinos del Douro a los nobles de Madrid que frecuentaban al rey, a la vez que daba
famosas fiestas en su palacete de la capital (donde estableció "su base"). Tal fue su fama y generosidad,
que logró interesar al nuevo monarca -José Bonaparte-, quien probó con gusto sus caldos y pronto le invitó
a sus veladas en Palacio. Quedando el hermano de Napoleón tan entusiasmado con los vinos del Marqués
de Almeida, que a petición de este y tras obsequiarle con seis mil botellas, le otorgó el favor real de poder
llevarlos hasta Francia para su venta en el país vecino. (6)
ARRIBA: Sir Arthur Wellesley,1st Duke of Wellington, quien tras la victoria de Fuentes de Oñoro expulsa a
los franceses de Portugal, siendo este el principio de su victoria sobre Napoleón en la Península
(agradecemos al museo de la Marina londinense, nos permita divulgar la imagen).

ABAJO: Cartel conmemorativo del bicentenario de la batalla de Fuentes de Oñoro.


Fue entonces y en estos días cuando Felipe Juan Roboredo Madeira, Alburquerque y de Almeida, se hizo
llamar "el Marqués de Almeida"; para no levantar sospechas sobre su verdadero nombre e identidad.
Encaminándose hacia el país galo en estas fechas hacia finales de 1811, llegando primero hasta la colonia
de los "ilustres" de Marsella; entre los que estaban los nobles españoles afincados en el Sur de Galia
(viviendo como "cortesanos del destronado" Carlos). Españoles establecidos junto a los reyes allí
confinados, quienes le admitieron creyéndole -como ellos- un marqués "afrancesado" huido de Portugal.
Siendo ese el lugar donde residía el que había gobernado España con el nombre de Carlos IV, solicitó
entregarle una partida de sus vinos al monarca en el exilio (desde hacía dos años). Pero los franceses,
temiendo que aquellos caldos se hicieran muy famosos en Francia, le denegaron su petición. Aunque
intercediendo por él algún influyente amigo de José I, logró no solo hablar y entregar sus "caldos" al
mencionado monarca recluido en Marsella, sino que además le concedieran el beneplácito de acercarse
hasta el castillo de Valençay, donde vivía el heredero de la corona -también exiliado-. Este era el hijo de
Carlos IV, quien se autoproclamó rey de España con el nombre de Fernando VII (destituyendo a su padre), y
que más tarde abdicó el trono en favor del hermano de Napoleón, dejando el reino español a los Bonaparte.
Por cuanto Fernando se encontraba recluido en un castillo lejano a París, donde vivía aburrido, intentando
atraer la atención del emperador que le había "quitado" la corona -tan servilmente cedida-. (7)

Escaso de diversiones, de cortesanos y de servidumbre, el "rey" Fernando VII se debatía entre el


aburrimiento y la pereza. Por ello y siendo un hombre hábil Felipe Roboredo Madeira, consiguió que le
dejaran establecerse unas semanas en las cercanías de aquel castillo de Valençay, para entretener al
"monarca" exiliado, festejándole con sus vinos y enseñándole danzas portuguesas. Fue en ello, cuando por
casualidad, se presentó una noche de marzo de 1812 el "mismísimo" Napoleón Bonaparte, en aquel lugar
donde vivía "preso" el "rey" español. Llegándose el emperador de paso y con el fin tan solo de pernoctar (sin
deseo siquiera de hablar con Fernando de Borbón); aunque tras comunicarle su Ayudante de Campo que
habían ganado una pequeña batalla, quiso celebrarlo junto a todos. Fue así como hizo lo que acostumbraba
Bonaparte, quien para rendir honores a sus victorias tomaba una botella del mejor champagne, y la
descorchaba con gran algarabío; abriéndola dando un golpe con su sable en el tapón (arrancando en
ocasiones parte del cuello del cristal en ese gesto tan "marcial" como curioso). Tras hacer aquello en los
salones de Valençay, pasó a servir el espumoso a los asistentes entre los que se encontraba el rey
Fernando y el mencionado Felipe Roboredo, quienes asombrados del taponazo y del chorro que aún
brotaba de la botella no acertaban qué decir, al ver tanto espectáculo y tal ritual de victoria.
ARRIBA: Caricatura de la época en la que se ridiculizaba a José Bonaparte, coronado en España como
José I y al que se llamaba coloquialmente "Pepe Botella". Pese a ello, no parece ser que el mencionado
hermano de Napoleón bebiera "más de la cuenta", siendo su apodo más bien fruto del odio popular, que de
la realidad histórica. Curiosamente, en la historia del Marqués de Almeida se recoge una costumbre cierta
del emperador de Francia, quien tenía por bueno celebrar sus victorias descorchando una botella de
champagne con su sable. Quizás este "ceremonial de victoria", fue lo que hizo apodar así a José
Bonaparte, que posiblemente también abriría con su espada una botella cada vez que ganaban los
franceses una batalla.

ABAJO: Imagen del Chateau Valençay, más o menos como hubo de estar en los siglos XVIII y XIX; cuando
fue propiedad de los Tallheyrand y donde estuvo recluido Fernando VII desde 1808 hasta 1813. Allí entabló
amistad el marqués de Almeida con el rey español en el exilio, quien una jornada llegó a presentarle al
emperador de Francia.
Fue en ese momento cuando el monarca español pronunció con algo de sorna:

- "Serán buenos vuestros champagnes, pero no conocéis, emperador, la calidad de los vinos que ha traído
este Felipe Roboredo Madeira, marqués de Almeida; desde sus tierras del Douro..."-.

Quedó entonces Bonaparte mirando a los asistentes y entendiendo que debía pronunciar algo "brillante e
ingenioso", preguntando si aquellos vinos eran mejores o peores que las mujeres portuguesas. A lo que
Felipe Roboredo respondió, en un perfecto francés, con tanta timidez como acierto:

-"Majestad, nuestros caldos son como decís, igual que nuestras mujeres: Unos mejoran con los años y otros
quedan picados por el paso del tiempo; siendo tan solo su secreto saberlos tumbar, cuidar y sobre todo....
Encorchar... Porque en el vino, es tanto como en las mujeres, cuyo secreto está en `el corcho´. Pero, por lo
que hemos visto hacer antes al emperador con el champange y con su gran sable, me atrevo a decir que si
fuera ello realizado frente a féminas de Portugal, todas saldrían espantadas al ver ese enorme "espadón"
que usa para descorcharlas..."-

Al oír aquello el emperador no pudo parar de reír, al igual que todos los asistentes a la velada, quienes
quedaron sorprendidos del ingenio de aquel marqués portugués. Viendo así Roboredo el "éxito" que estaba
obteniendo con sus palabras, se adelantó a continuar, diciendo:

-"Mi general y emperador. Veo que tenéis el sable aún en la mano y siento mucho no haber venido
acompañado de mujer alguna, para que pudierais comprobar la fuerza de los corchos portugueses. Más lo
que sí os invito es, a probar los vinos del Douro que traigo a Francia; de los que vuestro augusto hermano
(el rey José I de España), ya ha disfrutado soberanamente"-.

Le cayó en gracia a Napoleón aquel distinguido marqués de Almeida, tanto que compartió con él toda la
velada, hablando de sus cosas y preguntando por la tierra de Portugal. Siendo así, que Felipe Juan
Roboredo Madeira, se atrevió a cuestionarle por qué se había retirado de aquella nación suya lusa, dejando
a los afrancesados (como él) a "designio divino"; debiendo venir a refugiarse hasta lugar de galos él mismo
y por esta razón. A lo que Bonaparte le explicó que todo se debía a una gran campaña, por la que no podía
mantener más destacamentos en Portugal; puesto que muy pronto invadiría Rusia. Una gran misión para la
que necesitaba las mayores fuerzas, de las que ya había reunido más de medio millón de hombres, que
muy pronto avanzarían hacia Moscú. Así, hablando sobre el frente de Rusia y la próxima victoria de Francia
sobre el Zar, quedaron el resto de la noche; brindando con champagne y con los vinos del marqués de
Almeida. (8)
ARRIBA: Grabado que representa la alegoría de España e Inglaterra, aliadas contra Francia y su Caudillo
Napoleón. En esta época, la resistencia contra el invasor galo constituyó un motivo de unificación de
portugueses, ingleses e hispanos, que aunados lograron expulsar de sus tierras a los de Napoleón.

ABAJO: Grabado de la época que representa las "Abdicaciones de Bayona de 1808". Tratado concluido
entre José Napoleón como rey de España junto a su hermano, por el que Fernando VII cedió el trono
español a esta familia francesa. Tras ello, el autoproclamando rey Fernando, fue recluido (exiliado) al
castillo de Valençay, donde la historia que recogemos narra como gracias a una visita allí del marqués de
Almeida este pudo contactar con Napoleón y enterarse de sus planes sobre Rusia.
Tan pronto como pudo, regresó Felipe Roboredo a España; pudiendo hacerlo en abril de 1812, tras
argumentar que debía acercarse a la zona de Douro para abastecerse de los vinos que le habían solicitado
en Francia. Así llegó hasta tierras salmantinas, donde secretamente se vistió de pastor para lograr pasar
inadvertido hasta Portugal y al frente anglo-luso. Salió de ese modo (en cuanto obtuvo ayuda y animales),
haciéndose pasar por un cabrero que llevaba a pastar su ganado, alcanzando las filas de Almeida cubiertas
por portugueses. Nada más entrar bajo el control militar de aquellos de su tierra, dió "santo y seña" y se
identificó como un comisionado del general Wellington, que regresaba con una misión secreta desde la
misma Francia. Llevado por los comandantes que lo hallaron ante la jefatura del ejército Anglo-Portugués,
informó de cuanto sabía y había visto en su viaje: Primero de la situación de los ejércitos franceses y sobre
todo de la campaña de Rusia que preparaba Napoleón. Enterado Wellington de que Felipe Roboredo,
haciéndose pasar por el marqués de Almeida, había entablado amistad con los hermanos Bonaparte, se
interesó por todos los detalles de su viaje y estuvo varios días informándose de cuanto narraba aquel
magnífico caballero. Finalmente, al escuchar que verdaderamente el emperador afirmaba que no podía traer
más destacamentos hacia Portugal, porque preparaba la gran guerra contra el Zar ese verano; decidió
atacar Wellington en esas fechas a los franceses; sabiendo que en España quedarían tan solo las reservas
necesarias e imprescindibles. (9)

Tan solo tres meses después de que Felipe Roboredo Madeira y Alburquerque, hablara con Wellington,
habiendo comprobado los portugueses y los ingleses que cuanto aquel caballero narraba podía ser cierto;
avanzaron los Anglo-Lusos hacia España intuyendo que una gran parte del ejército galo estaba camino de
Rusia. Así, aprovechando esta circunstancia plantearon batalla en los montes de Arapiles un 22 de Julio de
1812, donde la derrota de los franceses fue tan terrible que Wellington pudo llegar posteriormente hasta
Madrid. Ello fue el principio de la derrota de Napoleón en la Península; ya que verdaderamente tras la
mencionada victoria en Arapiles, los de Bonaparte no hicieron más que retroceder ante las tropas hispano-
portuguesas quienes al mando de los ingleses pronto llegaron hasta los Pirineos. (10)

ARRIBA: Restos del torreón de la plaza de Almeida, lugar desde el que dos años después de su voladura
salieron algunos de los destacamentos que finalmente derrotaron a los franceses en los montes de Arapiles
(frente a Salamanca).
ABAJO: José Bonaparte, en un grabado de la época. Tras la referida derrota de Los Arapiles, los franceses
comenzaron a retroceder en la Península, terminando por salir definitivamente de aquella tierra poco tiempo
después, al perder la batalla de Vitoria (ganada por el mencionado general Wellington).

Sobre Felipe Juan Roboredo Madeira, Alburquerque y de Almeida, se sabe que luchó en Arapiles,
combatiendo en el destacamento de Julián Sanchez "El Charro" y que persiguió a los franceses desde
Zamora y Duero arriba. Logrando alcanzarlos en Tordesillas, donde entabló nueva batalla con un
destacamento galo que avisó a varios de los suyos, habiéndose por ello de refugiar en Mota del Marqués.
Allí fue atacado por los franceses que en masa se retiraban y muerto en los innumerables cañonazos que la
artillería de Napoleón infligió contra el castillo (donde Roboredo y los suyos se habían parapetado). Herido
en el interior de la torre fortaleza de Mota del Marqués y tras la retirada de los galos, fue llevado a las casas
del pueblo donde las gentes trasladaron a los que aún vivían -de cuantos allí hicieron frente al ejército galo
en su retirada-. Pese a los intentos por sanarle, Roboredo Madeira, murió pocos días después de resistir al
referido asedio, intentando cortar la retirada de los galos.

El cuerpo de Felipe Roboredo, fué llevado hasta la villa de Almeida, donde los ingleses mandaron que le
enterraran (junto al teniente John Beresford del regimiento 88th); aunque su familia decenios después
ordenó trasladarlo, para ser inhumado en lugar santo. Por su parte, Tomás García Vicente, quien había sido
comandante de Roboredo Madeira en la Legión de Honor Castellana; propuso a Las Cortes de Cádiz que se
le nombrara Marqués de Almeida, por sus méritos militares. Habiendo aceptado el presidente de aquellas
Cortes (Juan del Valle) y en diciembre de 1812, la concesión del título de Marqués de Almeida (sin
Grandeza de España) en grado póstumo, para sí y para los descendientes de D. Felipe Juan Roboredo
Madeira, Alburquerque y de Almeida . Cuyos blasones son: En campo de Azur, tres veneras en plata bien
distribuidas; corona de marqués, sin Grandeza. Tristemente, el 4 de mayo de 1814 el rey Fernando VII
depuesto en el trono, regresa a España firmando este día el decreto de Valencia, declarando nula la
Constitución y todas las decisiones de las Cortes de Cádiz. Pese a ello, desconocemos si los descendientes
de aquel que logró en parte devolver la corona a los reyes de España, recibieron la acreditación de
Ejecutoria de Noble como marqueses de Almeida. (11)

ARRIBA: Grabado de Julián Sánchez, EL CHARRO; héroe de la batalla de Arapiles y bajo cuyo mando
actuó Felipe Juan Roboredo Madeira, Alburquerque y de Almeida pocos días antes de morir. Pues tal como
refiere le historia que hemos recogido, en la huida de los franceses estos pretendieron cortarles la retirada
en Tordesillas, con el infortunio de que los galos llegados en masa cayeron sobre las tropas que hasta allí
había trasladado Filipe (o Felipe) Roboredo. Quien viéndose rodeado se parapetó en el castillo de Mota del
Marqués, donde encontraría la muerte bajo los proyectiles del ejército de Napoleón, que asoló la referida
fortaleza que les servía a los españoles y al portugués de parapeto.

ABAJO: Tumba del Teniente John Beresford en Almeida, a cuyo lado fue enterrado primeramente el
marqués de Almeida. Posteriormente la familia trasladó el cuerpo de aquel héroe luso hasta campo
sagrado, por voluntad de sus allegados.
CITAS y documentación iconográfica adjunta:

(1) Sobre el cerco a Ciudad Rodrigo y la entrada de los de Napoleón ver en internet los sucesos de Ciudad Rodrigo entre el 9 y el 10
de Julio de 1810, donde Andrés Pérez de Herrasti (gobernador de esta plaza) decide rendirla al Mariscal Ney (del ejército francés).

(2) Sobre los sucesos acaecidos entre el 25 y el 28 de agosto de 1810 en Almeida puede consultarse diferentes fuentes que los relatan
en internet; siendo muy famosa la celebración que de esta fecha se realiza anualmente en la ciudad amurallada portuguesa -que no
hace mucho ha realizado los honores del doscientos aniversario de los acontecimientos-. Habiendo sido la resistencia al cerco una
conocida hazaña que tristemente terminó con claudicación de la plaza, debido a que un proyectil voló el polvorín sito en la torre del
fuerte. Dicha torre, junto a una concatedral o gran iglesia que estaba a su lado, volaron por los aires; llegando hasta las filas francesas
enemigas que se situaban a kilómetros de distancia, restos de edificios y hasta humanos.

(3) Efectivamente sabemos que tardaron aun tres dias en rendirse los de Almeida, lo que hace suponer que cuantos militares
sobreviven a la explosión del polvorín en 26 de Agosto de 1810, pudieron huir en estas setenta y dos horas posteriores. Siendo lógico
que aquellos fueran hasta Wellington, general inglés que trataba de impedir el avance de las tropas napoleónicas sobre Portugal. Por lo
que había situado su "cuartel" en Lisboa, desde donde coordinaba a ingleses y portugueses, con el fin de que los franceses no
terminaran invadiendo también el país Luso. Algo que comenzó a temerse desde el momento en el que Almeida cayó en manos de
Napoleón y se abrió el camino hacia Oporto. En ello y en impedir el avance sobre Lisboa de los franceses jugaron un papel
fundamental comandantes y guerrilleros particulares, que a sus expensas se pagaron hasta los uniformes y divisiones, quienes
actuaron como héroes en la defensa de la frontera (destacando figuras como Tomás García y Vicente o Julián Sanchez "El Charro" -ver
en internet sus vidas-).

(4) Tomás García y Vicente: Uno de los héroes más importantes y desconocidos de la Guerra de la Independencia hispana (1808-
1813). Se subleva ya el 2 de Mayo de 1808 contra Murat en Madrid y crea en esta ciudad una fuerza de resistencia, dedicada entre
otras cosas a sacar de las prisiones a militares españoles, con el fin de enviarlos fuera de la capital para que pudieran organizarse y
luchar (llegando a liberar a más de mil). Igualmente bajo su propio riesgo y a sus expensas crea en Madrid una red secreta para
convencer a los extranjeros reclutados en los ejércitos de Napoleón a que desertaran, facilitándoles dinero y ayuda de su propio bolsillo
para que así huyeran. Descubierto cuando compraba voluntades de los alistados entre las filas francesas, huye a Cádiz, donde es
apresado y condenado a muerte; pese a que consigue escapar del cadalso. Regresa a Madrid sin temor a ser descubierto, haciéndose
pasar por un mercader, consiguiendo realizar negocios con la intendencia francesa y aunar una gran suma de dinero. Con el capital
adquirido y junto al que recauda vendiendo sus bienes, financia una fuerza secreta militar de rebeldía; destacamento que funda y lidera
desde fines de 1810 con el nombre de Legión de Honor Castellana. Ejército de guerrilla creado tras la caida de Ciudad Rodrigo y
Almeida y de las ciudades fronterizas en Salamanca, que en 1811 quedan en poder de los franceses. Así los de Napoleón inician en
este año el intento de invadir Portugal, avanzando desde esa zona y sitiando la ciudad de Torres Vedras, que les cortó el paso
resistiendo. Es en este momento cuando Tomás García Vicente con sus apenas trescientos hombres y gracias a la información que
obtienen haciéndose pasar por civiles y pastores, va atacando todos los envíos de suministros a los ejércitos del General francés
Massena (que cercaba Torres Vedras). Tanto fue así, que los de Napoleón quienes sitiaban aquella plaza, quedan sin víveres ni
munición y el 5 de marzo de 1811 se ven obligados a regresar hacia Salamanca; llegándose a atrever aquella Legion de Honor
Castellana a hacerles frente en su retirada, mientras retrocedían los franceses hacia tierras salmantinas. Finalmente, en agosto de
1811, ataca Tomás García Vicente el destacamento francés que permanecía desde un año atrás en Almendra, expulsándoles
prácticamente de Portugal. Tristemente, al llegar hasta el lugar liberado por aquel guerrillero el conde de España, junto a su hermano el
Marqués de España, el fundador de la Legion de Honor Castellana es destituido de sus cargos y enviado. Ambos hermanos estaban al
mando de las fuerzas oficiales hispanas dirigidas por Wellington -llamados Carlos y Andrés España- pese a en realidad eran franceses
pro-absolutistas refugiados en nuestro país tras La Revolución. De ello que chocaran con el mencionado Tomás García Vicente, quien
es enviado a Cádiz desde esta fecha, sin permitirle ya dirigir directamnete el destacamento con el que tantos triunfos logró.

(5) Tal como narra la Historia del Marqués de Almeida, la ciudad de Torres Vedras estaba sitiada por los franceses, resistiendo para
cerrar el paso de los de Bonaparte hacia Oporto y Lisboa. El cerco de Torres Vedras junto a la batalla de Buçaco se gana en gran parte
gracias a la intervención indispensable de Tomás Vicente García y a la Legión de Honor Castellana; quienes van interceptando todos
los envíos de municiones y alimentos al general Massena. Tanto que a los pocos meses de poner sitio a Torres Vedras los franceses
han de abandonarlo y regresar hacia Almeida, distribuyéndose los ejércitos de Massena entre esta plaza portuguesa, la de Ciudad
Rodrigo y el castillo de San Felices de los Gallegos.
PARTE SEGUNDA:

(6) Se trata de la época en la que ya reina en España José I, llamado Pepe Botella por considerársele bastante borrachín. Del mismo
modo, algunos nobles españoles estaban afincados en Bayona con el fin de mostrar su pleitesía a los Bonaparte; tanto como Fernando
VII se encontraba "exiliado" (o "prisionero") en el castillo de Valençay. Lugar en el que vivió el rey de España que había abdicado en
favor del hermano de Napoleón desde 1808 hasta comienzos de 1813.

(7) Tal como narra la historia del marqués, Carlos IV fue llevado en 1808 a Bayona, junto con toda la familia real. Allí se autoproclama
su hijo, Fernando VII nuevamente como rey de España -algo que ya había hecho en territorio nacional- y abdica en favor del hermano
de Napoleón (José Bonaparte); cediendo a José I todos los derechos de la corona hispana. Tras ello, Carlos IV y su pequeña corte es
exiliado a Marsella (donde vivirá hasta el fin de sus dias, sin regersar a España ni aun cuando vuelve su hijo como monarca). Por su
lado, Fernando VII junto a su hermano y su tio son "exiliados" o tenidos como "invitados preferentes sin derecho a salir del recinto", en
el castillo de Valençay; propiedad del ministro de Napoleón Talleyrand.

(8) Igualmente es verdad que Fernando VII entretenía sus dias aprendiendo danza y dando fiestas, intentando que a ellas asistieran los
nobles franceses y principalmente el emperador, Napoleón por su parte, apenas tuvo interés de presentarse en el castillo de Valençay
alguna vez y siempre lo hizo manifestando el mayor desprecio hacia el rey Fernando en su exilio. Igualmente es cierto que desde
marzo de 1812 preparaba ya la campaña de Rusia, para la que comenzó a reclutar casi seiscientos mil hombres.

(9) Efectivamente, en estos dias estaba Wellington en las proximidades de Almeida decidiendo qué fechas elegir para atacar a los
destacamentos franceses que estaban en Salamanca. Se sabe que tras una filtración que le informa de que Napoleón necesitaba
todos sus hombres ese verano de 1812 para la Campaña de Rusia, se atreve a plantear la batalla de Arapiles en el mes de Julio
(sabiendo que quedarían pocos franceses en la Península y que prácticamente ningún batallón vendría en apoyo de aquellos a los que
se atacara, por encontrarse el grueso de hombres de Bonaparte avanzando hacia Rusia).

(10) La batalla de Arapiles se produce porque Wellington tiene la información que referimos, y tras aquella van sucediéndose una tras
otra las derrotas de Napoleón. Efectivamente uno de los héroes de esta batalla fue El Charro (Julián Sánchez) en cuyo batallón se
sabe que luchó y pierde la vida Roboredo Madeira. Sobre el lugar donde está enterrado en Almeida se dice que era junto a la tumba
del Teniente John Beresford que se encuentra junto a la actual Pousada. Habiendo aun en aquel lugar una lápida que dicta "Teniente
John Beresford, Regimiento 88th Connaugth Rangers. Caido en combate durante el asalto a Ciudad Rodrigo, enterrado en Almeida
siguiendo órdenes de su tio el general Williams Beresford (...)". Tal como dicta dicha lápida parece que fue colocada en época muy
posterior por unos familiares portugueses del teniente caido en Ciudad Rodrigo, quienes eran los Marqueses de Campo Maior; por lo
que debemos pensar que Felipe Juan Roboredo estaría enterrado en un lugar muy próximo.

(11) En lo que se refiere al título, tal como narra la historia Tomás García Vicente que vivía desde 1811 en Cádiz, participaba en las
Cortes liberales de esta ciudad; que efectivamente presidía Juan del Valle hasta el 23 de diciembre de 1812. Igualmente es cierto que
con la llegada de Fernando VII a Valencia en 1814, todos los decretos, decisiones y leyes de las famosas Cortes de Cádiz fueron
anulados.

Sobre los blasones del marqués de Almeida. Dice, en campo de Azur (fondo azul) tres veneras bien colocadas de plata (tres conchas
colocadas en sotuer y blancas o color plateado). Corona de marqués, sin grandeza de España. Se parece en algo al escudo del
marqués de Brusi, aunque es distinto.

ADJUNTA, BAJO ESTAS LINEAS


DOCUMENTACIÓN ICONOGRAFICA Adscrita al texto:
ARRIBA: Entrada al museo del ejército de Almeida, donde se expone un muñeco con el uniforme de época
de la Guerra de la Independencia; y donde podemos ver la indumentaria que lucían los soldados que
lucharon en los años y batallas que hemos relatado.

ABAJO: Armas del escudo del marquesado de Almeida: En campo de azur, tres veneras de plata en sotuer.
SOBRE Y BAJO ESTAS LINEAS: Fotos de Castelo Rodrigo, villa de la cual era originaria la familia
de Felipe Juan Roboredo Madeira, Alburquerque y de Almeida. Arriba, imagen de los baños y depósito de
agua, de origen árabe. Abajo, una vista general de la "ciudad" amurallada.
BAJO ESTAS LINEAS: Diferentes imágenes del castillo de Mota del Marqués, tal como hoy se encuentra y
que fue destruido por el asedio de los franceses en la Guerra de la Independencia.
BAJO ESTAS LINEAS: Diferentes imágenes del castillo de Mota del Marqués.
ISABEL CLARA EUGENIA Y LAS ÁGUEDAS, EN LA MOTA DE
MARQUÉS.
Publicado por Angel Gómez-Morán Santafé
en LEYENDAS DE LA MOTA DEL MARQUÉS (22/07/2014)

SOBRE ESTAS LINEAS: Vista general de Mota del Marqués, llamada antaño Mota de Toro; sita en las
estribaciones de los montes Torozos. Sobre la colina, los restos del castillo teutón. Abajo y a la derecha, la
impresionante iglesia de San Martín, con las proporciones de una catedral; fue obra de Gil de Hontañón y
donde se desarrolla parte de la leyenda que a continuación transcribo.

ABAJO: Retrato de la hija de Felipe II -Isabel Clara Eugenia- con unos diez años, hacia 1576. Por del pintor
de corte Sánchez Coello, actualmente es propiedad del Museo del Prado (al que agradecemos nos permita
divulgar la imagen). Esta princesa protagoniza la historia que ahora comenzamos.
La nueva leyenda que recojo, “me fue oída” a los mayores del lugar, quienes me la narraron; personas de
edad, nacidas o que vivieron en la zona de los Torozos. Unos montes que rodean la población de Mota del
Marqués y que a mi juicio fueron así llamados por ser las colinas "toresanas" -pertenecientes a la zona de
Toro-. No tanto por constituir un salpicadero de elevaciones que se perciben como "a trozos", etimología con
la que algunos explican el nombre de estas cuestas que circundan Mota, San Cebrián, Tiedra, Urueña,
Torrelobatón o Adalia. Junto a un largo etcétera de preciosas poblaciones, entre las que se encuentra el
famoso cazadero de Felipe II, llamado La Santa Espina (monasterio de origen cisterciense de gran belleza,
fundado por Da. Sancha; la hermana de Alfonso VII de Castilla).

Continuando con los hechos que vamos a recoger, diremos que nuestra historia tiene como protagonista
una de las hijas de aquel rey Felipe II; su niña favorita, quien le acompañó en los años de vejez y única a la
que el anciano monarca dejaba revisar sus escritorios y corregir entre las papeleras de palacio (pues la
princesita, desde muy corta edad, hablaba perfectamente en italiano y francés). Llamada con el curioso
nombre de Isabel Clara Eugenia, fue hermana de Catalina Micaela, nacidas ambas de un tardío matrimonio
entre el soberano español y una de las hijas del rey de Francia: Isabel de Valois. Mujer tan bella como joven
en el momento que Felipe II quiso desposarla, tanto que había venido para celebrar nupcias con su hijo
-Don Carlos-. Un príncipe que -al parecer- a raiz de este hecho y viendo que su padre le había robado la
novia, dejó de comer (reivindicando así el casamiento llegado para él, desde tierras galas). Promoviendo por
tal motivo aquel sucesor de la corona todas las fechorías posibles, hasta llegar a darse muerte por frio y
hambre, cuando fue apresado en una torre bajo la acusación de herir a varios hidalgos de la Corte; y hasta
de intentar dar muerte a su progenitor -el soberano-.

Al poco murió también la joven esposa del rey Felipe y tan solo sus dos niñas (Isabel Clara Eugenia y
Catalina Micaela) dieron algo de felicidad a aquel hombre, cuyo destino le convirtió en un ser amargo y
triste. Debido a vivencias como las de Antonio Pérez, junto a sucesivas derrotas militares,; lo que motivaron
anduviese por palacio tan solo como entre los campos; sientiéndose traicionado hasta por el mismo Dios
(tras ver hundida su gran Armada -que llamaron "La Invencible"-). Fue así como estas dos hermanas
venidas al mundo del vientre aquella joven francesa ya fallecida, hicieron en algo mejor la vida del rey de las
Españas; tanto que el monarca quiso que la mayor reinase en el país de su madre. Llegando a pedir la
sucesión del trono galo en favor de Isabel Clara Eugenia -en 1589, tras la muerte de su abuelo-. Pese a que
la hija favorita de Felipe II nunca pudo llegar a gobernar, al regirse aquella nación bajo la ley llamada Sálica
(que impedía heredar el reino a mujeres).
SOBRE ESTAS LINEAS: Isabel Clara Eugenia, por
Pantoja de la Cruz hacia 1599; gobernadora de Flandes, representada probablemente en traje de novia
(obra en propiedad del Museo del Prado, al que agradecemos nos permita divulgar la imagen). Quizás este
retrato sea el último en España de la hija de Felipe II -quien enseña en su mano una miniatura con la cara
del rey-; habida cuenta la costumbre protocolaria de pintar las damas y princesas de la Corte con
vestimenta nupcial (por entonces oscura) antes de marchar a casarse al extranjero.

ABAJO: Portada del libro sobre Magdalena de Ulloa, hermana del primer marqués de la Mota y "madre
adoptiva" de Jeromín. El famoso Juan de Austria, que fue antecesor de Isabel Clara Eugenia en el cargo
familiar, como Gobernador de los Paises Bajos.
Diez años más tarde, la niña a la que más quiso el soberano español, fue bien compensada; entregándole
su padre los Países Bajos como dote para sus bodas. Caso así Isabel Clara Eugenia con el Archiduque
Alberto de Austria -en 1599- y pasaron a reinar ambos esos dominios de los Habsburgo en Centro Europa.
Tomando posesión desde entonces y hasta su fallecimiento como regente de los territorios de Flandes,
cargo en el que sucedía a su tio Jeromín (D. Juan de Austria). El vencedor de Lepanto, quien se había
criado entre Villagarcía y Mota del Marqués; y que como sabemos, murió de general mandado los Tercios
flamencos. Un territorio que se precipitaba convulso desde el primer intento que los españoles hicieron por
ocuparlo; no habiendo cesado las guerras contra algunas ciudades holandesas durante decenios.

La situación de rebelión continuada y los levantamientos de insurrectos en los Paises Bajos, llevaron a las
tropas del Archiduque a sitiar uno de los bastiones más importantes: La urbe de Ostende. Ciudad portuaria
que oponía especial resistencia; por lo que pretendieron rendirla durante las Navidades de 1601, rodeándola
con lo mejor de los Tercios de Flandes. Fue al ver que los sitiados no presentaban visos de entregar la
plaza, cuando la reina gobernadora (Isabel Clara Eugenia) hizo promesa ante El Altísimo de no cambiarse
de ropas interiores, hasta que la ciudad de Ostende cayera. Desconociéndose si aquello lo hizo por
iniciativa propia, o por una extraña leyenda que narraban sobre su homónima tatarabuela -Isabel la Católica,
de la cual se dice realizó algo igual durante la toma de Granada-; lo que más debió pensar Isabel Clara
Eugenia era que aquel cerco duraría semanas -o a lo sumo, meses-. Pero tristemente, el sitio se prolongó
por tres años.

Decimos "tristemente" porque la resistencia de los flamencos fue numantina y las batallas allí libradas, tan
cruentas como terribles. Tanto más se complicaban las luchas y los intentos por tomar la ciudad, habida
cuenta el emplazamiento de la urbe, junto a una bocana de canales. Rios artificiales que aquellos
holandeses sabían manejar con el fin de atrapar entre las aguas y las corrientes, a quienes pretendían
entrar en Ostende. Tal fue la situación y la importancia de aquel cerco -sin lograr los hispanos romperlo-,
que el joven rey Felipe III hubo de hacer llamar un año más tarde a los mejores generales italianos para que
les asesorasen. Llegándose a Valladolid de entre ellos, los hermanos Spínola, donde el soberano les
hizo entrega de seis galeras con el fin de que pudieran vencer a los de aquel bastión que no presentaba
rendición, ni menos tregua. Pese a ello, tardaron otros dos años más en hacerse con la plaza; periodo en el
cual murieron unas cien mil personas. Siendo tal la crudeza de aquel asedio y sus batallas, que aún en
nuestros días aparecen restos de los cadáveres entre los canales y los cimientos de la ciudad portuaria
holandesa -después de cuatro siglos-.
SOBRE ESTAS LINEAS: Isabel Clara Eugenia, por Pourbus el Joven; luciendo un vestido en color "isabel".
Tal como narramos a continuación, este tono ocre fue llamado "isabelo" al permanecer en el recuerdo que la
gobernadora de Flandes no se cambió de ropa interior en tres años (mientras duró el sitio de Ostende y
como promesa al santo).

ABAJO: El general Ambrosio Spínola que conquistó la plaza de Ostende en 1605. Años más tarde sería
inmortalizado por Velázquez en la Rendición de Breda (cuadro comúnmente denominado Las Lanzas).

Así fue como el famoso general Spínola -protagonista en la obra velázqueña de la toma de Breda-, rindió
Ostende en 1604. Momento en el cual Isabel Clara Eugenia parece que pudo cambiarse las enaguas y el
refajo interior. Ropas que fueron pedidas por su hermano -el rey Don Felipe III- para que se trajeran hasta
Valladolid. Ello, con el fin exponerlas en la Iglesia de San Martín -sita en esta capital y Corte-, cuyo patrón
hubo sido un santo igualmente canonizado gracias la generosidad tenida con su sayo. Ordenándose de ese
modo que vinieran los camisones de Isabel Clara Eugenia, como prueba del cumplimiento de la promesa y
del terrible esfuerzo que su hermana había realizado apoyando la causa de Ostende. Mostrando de con las
sayas el mal que padeció la gobernadora de Flandes, durante aquellos tres años de asedio.
Fue el emisario de tan ilustre envío un caballero holandés, que junto a un grupo de soldados españoles,
regresaban a nuestras tierras para ser licenciados tras sus victorias en Holanda. Encargándose a un capitán
de los Tercios de Flandes -de origen valón- la custodia de las enaguas de la regente, y que así llegasen
debidamente hasta Valladolid. Eligiendo para ello los mandos del Tercio, al capital Armand Van der Meer -a
quien en broma llamaban "Armando va de Merd"-. Que por su nombre y apellidos, pareció al mismo Spínola
el más indicado para llevar en buena custodia tan preciados ropajes (que pocos atrevían a tocar...). Muy a
su disgusto vino este capitán de los Tercios hasta nuestras tierras, cargando con tan "preciada mercancía",
rodeado de soldados y de otros militares que en su regreso a España, no dejaban de bromear acerca del
tesoro que portaba en sus alforjas. Recordando la Historia que durante el trayecto exclamaba Van der Meer
-esto es una "porqueriza"-; por lo que empezaron a llamarle "el capitán porqueriza" (conociéndole
finalmente todos por este nombre).

SOBRE Y BAJO ESTAS LINEAS: Interior y entrada de la iglesia de San Martín de la capital vallisolatana
(en las proximidades de la catedral vieja). En este templo dice la leyenda que expusieron los ropajes que
Isabel Clara Eugenia llevó durante tres años, al haber prometido al santo no cambiarlos hasta que Ostende
fuera vencido. Al conseguir romperse el cerco en 1604, mandó su hermano (Felipe III) traer aquellas
camisas desde los Países Bajos; con el fin de rendir homenaje al sayo harapiento, que tan humildemente
había tenido que vestir la gobernadora de Flandes durante un trienio -agradecemos a las autoridades
eclesiásticas de la parroquia de San Martín, en Valladolid; nos permitan divulgar la imagen de su interior-.
.

En su última jornada de viaje -desde Laredo a Valladolid, pasando por Medina y evitando los Torozos-,
entraban los regresados de las picas de Flandes en Mota del Marqués, a fines del mes de enero de 1605.
Lugar del cual eran oriundos dos de aquellos que combatieron en Ostende (uno llamado Figueroa y otro,
Meléndez). Por lo que toda la población homenajeó aún con mayor cariño a los recién venidos de una
guerra tan lejana, como dura. Tras aquella celebración en la que mostraron una Parada con desfile
decorado por tambores y pífanos; la soldaresca y los mandos narraron que portaban las ropas de Isabel
Clara Eugenia, para ser expuestas en la iglesia de San Martín -de la Corte vallisoletana-, como muestra de
santificación de aquella regente de Flandes.

Al conocer tan curiosa noticia, los lugareños pidieron que las dejaran en Mota al menos hasta el día de las
Águedas, con el fin de poder también enseñarlas en la parroquia dedicada al mismo santo (recién levantada
en el pueblo). Todo lo que al parecer les fue concedido, siendo así como en la iglesia de San Martín de Mota
de Marqués, colgaron primero los famosos sayos de la gobernadora. Unos tejidos que se expusieron junto a
la bandera que su tío D.Juan de Austria llevó el la nave capitana de Lepanto; estandarte que para ese fin se
hizo traer desde Villagarcía de Campos, donde todavía podremos ver ese pendón (aunque tristemente, ya
hecho girones).

Durante los preparativos y al abrir el cofre que contenía las enaguas y la camisa usada durante tres años,
vieron que su color original (blanco y de lino) se había convertido en un tono tan leonado como el adobe y
tan llamativo como el peor de los alberos sevillanos. Siendo de nuevo el desdichado capitan "porqueriza" el
encargado de sacar de allí los camisones, para enmarcarlos y exponerlos, junto a la bandera de Juan de
Austria. Diciendo aquel aguerrido soldado -que había combatido en Ostende- preferir mil veces volver a
entrar en cualquier batalla, que enfrentarse a esas prendas; cuyos colores y olores hacían huir al mismo
diablo. Tanto fue así que muchos de los presentes opinaron si no se habrían rendido en la ciudad
holandesa, al llevar los Tercios las enaguas como pendón ante las tropas; preferiendo los flamencos
escapar del cerco, antes que acercarse a aquellos horribles trapos.

SOBRE Y BAJO ESTAS LINEAS: Interior de imponente iglesia de San Martín en Mota del Marqués;
tristemente hoy en desuso, con proporciones y belleza semejante a la de las mejores catedrales europeas
(agradecemos a la asociación AREPA, Mota XXI y en especial a Da.Gloria Hndez. Martín, nos permitieran
tomar estas imágenes durante su restauración).
SOBRE Y BAJO ESTAS LINEAS: Exterior y detalle de la entrada de la misma iglesia sanmartiniana de
Mota, en la que podemos observar detalles semejantes a la fachada de la Universidad de Alcalá de
Henares. Entre ellos, dos Titanes que a modo de lambrequines, sujetan los escudos heráldicos. Esta
majestuosa iglesia encargada por los marqueses de la Mota, debió ser la siguiente obra que realiza Rodrigo
Gil de Hontañón, tras finalizar la construcción de la famosa Universidad de la antigua Complutium -con
ayuda de Alonso de Pando y Pedro de la Cotera-.
Entre risas y llantos, festejaron ese 5 de febrero de 1605 las Águedas, en Mota del Marqués; y fue tan
famoso el hecho de poder hacerlo bajo las enaguas de Isabel Clara Eugenia -reina y gobernanta,
mandamás como la que más-; que desde entonces se hizo muy famosa y celebrada esa fiesta en el lugar.
Fecha en que las mujeres dicen que por un día, nos gobiernan; aunque todos sabemos que en verdad son
los hombres los que tienen mando una jornada al año, siendo aquel el 29 de febrero (siempre y cuando la
anualidad caiga en bisiesto; por no decir que la gran mayoría de los maridos, en su casa solo ordenan cada
30 de este més en el que cae Santa Águeda). Pues conocido es que tan solo el tonto o el bobo quiere
mandar sobre las que nacen tan listas como bellas. Ya que carecen del rabo; el que todo macho arrastra,
como si los hombres fueran copia el mismísimo Satanás -dy e seguro en castigo a la suciedad de nuestros
pensamientos...-.

Tras relatar esta leyenda, os diremos que en recuerdo de todo lo antes narrado; fueron aquellas famosas
ropas usadas por tres años las que dieron nombre al color que hoy llamamos "beige", antaño denominado
"isabelo". Un tono manchado y blanquecino del que hoy dicen "cafe con leche", pero cuyo nombre es en
castellano "isabelino". Cuya etimología se halla precisamente en las enaguas de la reina de Flandes, que
debieron verse en esta línea tan "leonada" y teñidas ocre, después de un trienio sin cambiarlas. Por todo
cuanto es común en Mota del Marqués, que muchas de las Águedas lleven durante la celebración,
mantones de aquel "isabel"; voz con la que por la zona llaman aún a las reses, a las que otros dicen
"enjabonadas" -indicando su pelaje terroso-. Siendo sinónimo lo isabelino, de lo amarronado y gris. Y todo
en memoria de los hechos referidos, tal cómo se expusieron por ver en las iglesias de San Martín, las
camisas, o las sayas, de Isabel Clara Eugenia.
SOBRE ESTAS LINEAS: Las Águedas en Mota del Marqués, donde vemos lucir a algunas de sus "gadeas"
el mantón "isabelo". En el centro aparece la famosa vecina "Tuosa" y junto a ella, otra motana con chal en
tonos "isabelinos" -a nuestra derecha observamos la que porta el estandarte de Santa Águeda, patrona de
las que mandan-. Foto tomada desde el NORTE DE CASTILLA y también publicada (a través de
FACEBOOK) en la página de AREPA S. XXI; a los que agradecemos nos permitan divulgarla -facilitamos
sus links para quienes deseen consultarlas pulsando-:
http://www.elnortedecastilla.es/multimedia/fotos/ultimos/92566-aguedas-wamba-mota-marques-0.html
.
https://es-la.facebook.com/permalink.php?story_fbid=373880022719392&id=204920536288197&stream_ref=10
ABAJO: Pendón de la nave capitana de Lepanto, regalado por Jeromín a su "madre adoptiva" (Magdalena
de Ulloa), tal como se conserva en la Colegiata de Villagarcía de Campos -a quienes agradecemos nos
permitan divulgar la imagen-. Se dice que esta banderola, se expuso en la iglesia de San Martín de Mota,
junto a los ropajes de Isabel Clara Eugenia, en un día de las Águedas, del año 1605.

Como curioso colofón, añadiremos que el famoso capitán de origen holandés (Van der Meer) no regresó a
su tierra; habiéndose casado en la zona vallisoletana de los Torozos. Donde su prole fue conocida como los
"Porquerizas", apellido que aún existe entre la población oriunda de Mota del Marqués. Tanto que si
paseamos por las calles de aquel pueblo aún podremos ver una casona en cuyo escudo de fachada
menciona este apellido, junto al de los dos soldados de origen motano que con él regresaron desde
Flandes, en 1605: Jose Meléndez y Alonso de Figueróa. Hallándose entre los referidos blasones de aquella
casona (en imagen abajo) las armas de los Porquerizas, unidas a las de los Meléndez y de los Figueroa.
Todo lo que obliga a pensar que los descendientes del famoso capitán Armand Van der Meer, emparentaron
con la prole nacida de sus dos compañeros, en los Tercios de Flandes.

AL LADO: Casona de los Meléndez Figueróa y


Porquerizas (a la salida en el camino hacia Santiago de Compostela).
ABAJO: Blasón existente en la referida casa, sobre el arco de entrada. Observemos el escudo de las tres
familias unido por otro emblema con la Cruz de Malta, Orden a la que debieron pertenecer aquellos
caballeros.

BAJO ESTAS LINEAS: Imagen aumentada del exergo del anterior escudo, con la leyenda textual:
"ARMAS DE LOS MELÉNDEZ FIGUEROA Y PORQUERIZAS".
La leyenda del chorizo y del pimentón Jeromín.
Publicado por Angel Gómez-Morán Santafé
en LEYENDAS DE LA MOTA DEL MARQUÉS (07/06/2015)

A mi amigo Alexis Díaz-Pimienta -a Natalia y a su hijo Alejandrito (alias Pimientillo)-; junto a quienes hace años
pasamos unos días felices en la Mota del Marqués .
.

IMÁGENES (ARRIBA y ABAJO): Dos fotografías de la plaza de D.Juan de Austria, en Cuacos de Yuste,
donde Jeromín residió de niño en los días que su padre (Carlos V) agonizaba. Allí fue llevado por
orden del emperador, quien en sus últimos momentos deseaba ver y vivir temporadas con su hijo natural
-habido con Bárbara Blomberg-. Pués cuatro años antes de morir (el 6 de junio de 1554) a la vez que
abdicaba del trono dejando heredero a Felipe II, reconocía la paternidad de este chico. Un muchacho
al que aún todos llamaban Jeromín y que por entonces contaba con menos de dos lustros. Así fue como el
hijo natural del emperador durante ese verano de 1554 fue recogido por Luis de Quijada (secretario
de Carlos V), para ser llevado a su palacio del alcázar de Villagarcía de Campos. Allí le apadrinaron él
y su mujer -Magdalena de Ulloa, hermana del primer marqués de la Mota- por lo que Jeromín vivió al menos
un quinquenio como vástago de ese matrimonio y en aquellas tierras vallisoletanas (Villagarcía, La Santa
Espina, Urueña, San Cebrián o Mota).

Finalmente, unos tres años más tarde y por voluntad del emperador, Luis de Quijada lo llevó hasta
Cuacos de Yuste; donde conocería y conviviría con su verdadero padre -ya en sus últimos días-.
Muriendo en febrero de 1558 el emperador Carlos; en el monasterio donde se había retirado a descansar
tras abdicar y reconocer al famoso niño. Chico que hasta entonces se tuvo como hijo posible o secreto de
varios hombres ilustres; principalmente del mayordomo real (Luis de Quijada) que lo cuidaba. Quien por la
edad de su mujer (Magdalena de Ulloa) hubo de cargar con la sospecha de que el muchacho era fruto de
una relación adúltera vivida en Flandes. Aunque el mencionado "romance" del que nació Jeromín, había
sido asunto del rey; quien enamorado de una cantante holandesa, concibió este niño. Un hijo natural
cuyo progenitor -parece ser- que todos conocían pero nadie se atrevía a mencionar (incluso trás su
confirmación de paternidad) al menos hasta que no lo reconociese también su hermano Felipe.

La leyenda que hoy vamos a recoger me fue narrada por los ancianos de algunos pueblos de La
Vera; comarca que en parte es Extremadura y cuya zona Oeste pertenece a Toledo. Provincia esta última
que se divide en La Sagra, La Jara y La Vera, conformando esa zona final en su parte alta y que escala por
los montes de Gredos. Un área de climatología privilegiada, donde en invierno no hiela y que en
verano goza con el milagro de ver sus colinas regadas por riachuelos procedentes de las nieves
caidas sobre sus picos altos. Cumbres que gobiernan y tapan el Norte al Valle del Tiétar y a esta Vera
-como el Almanzor-; que no solo prodigan en agua a la zona, sino también en fauna, flora y luz. Un
maravilloso paisaje que conforma el lado Sur de unas estribaciones que por su cara Norte pertenecen a
Ávila; allí donde el agua nace casi tan pura, como azul y fría (pareciendo las de Sierra Nevada o de los
Pirineos). Siendo el secreto de su microclima la afortunada orientación que tiene al mediodía puro;
convirtiendo en un vergel ese área. Tanto que permite cultivar desde higos y palmeras, hasta flores,
alcornoques y musgos; lográndose allí adaptar también muchas de las especies semitropicales (en
especial las importadas desde América por nuestros colonizadores).

Fue así como hasta la Vera sería llevado el tabaco, pero mucho antes de ello allí floreció una gran
industria basada en los campos de pimentón. Un fruto terriblemente picante cuando fue importando
por Cristóbal Colón desde América y al que los amerindios denominaban "aji". Sobre el que
el descubridor creyó que se trataba de una variedad de la pimienta de Indonesia o de la India. Pues como
sabemos, Colón nunca supo que habían arribado a un Nuevo Continente, después de tocar tierra al otro
lado del Atlántico (desconociendo todos la existencia de América, hasta la muerte del Almirante). Creyendo
así "el navegante" haber llegado a Asia y desembarcado en zonas que él consideraba cercanas al
Japón -en lo que denominaban desde tiempos de Marco Polo, El Chipango-. Por cuanto al ver los
españoles aquel pimientillo (rojizo y picante); pronto le dieron el mismo nombre que a la pimienta,
pasando a decir más tarde, pimentón. Aunque la fuerza de su sabor inicial y lo áspero de su gusto en
su estado original (cuando lo probaron en América), lo hacía incomestible; de lo que al ser importado
hasta tierras españolas casi nadie consumió esta nueva especia.
IMAGEN SOBRE ESTAS LINEAS: Casa de D.Juan de Austria en Cuacos de Yuste, lugar donde vivía
Jeromín -junto a Luis de Quijada- en los días finales del emperador Carlos V (para visitarle en su
retirada del monasterio de Yuste). Si vamos este precioso pueblo de La Vera, nos llamará la atención
que gran parte de sus calles conservan los nombres de aquella preciosa historia. Existiendo plaza y
vía dedicadas a Juan de Áustria y -evidentemente- a Carlos V. Junto a otras denominadas "Luis de Quijada"
o "Magdalena de Ulloa" (los ayos de Jeromín); tanto como una calle denominada "Bárbara Blomberg". La
imagen que vemos es un montaje realizado por mí, con dos fotos unidas; una del lateral de la casa de Juan
de Austria y otra que da la vuelta y presenta el frente de la mansión que habitó el general de Lepanto
(cuando de niño estuvo en Cuacos).

IMAGEN ABAJO: Entrada de la Casa de Juan de Áustria en Cuacos de Yuste. Junto a la puerta
vemos a mi mujer, para poder proporcionar el edificio; que realmente es humilde, con el tamaño de
una casa común de pueblo -todo lo que concuerda con el espíritu de Carlos V, sobrio y de soldado-. En
este soportal se levantó en el año 2000 una escultura conmemorativa -que observamos a la izquierda de la
foto- con motivo del centenario del nacimiento del emperador; venido al Mundo en Gante, en el año de
1500.
.
Sumose de este modo el pimiento "aji" de América a la lista de fracasos del infortunado Colón. Quien
hasta pasó por la cárcel cuando decide comerciar con esclavos, al ver que en las tierras por él
"descubiertas" no se hallaban las riquezas que inicialmente pensaba. Pues allí ni se encontraban las
especias de Indonesia, ni el oro del Japón, ni menos las famosas delicias de Asia. Todo, por ser un
Nuevo Mundo lo que el almirante había tocado. Una tierra que se considera descubierta por el navegante
de Castilla, aunque en verdad fuera Américo Vespucio quien se percató de que esa zona del ultramar
atlántico, era un continente desconocido. Un hecho que el geógrafo italiano demostró precisamente en el
año en que Colón dejó de existir (en 1507); siendo este el motivo por el cual aquella parte del Planeta pasó
a llamarse América -y no Colombia-.

Pero la confusión inicial, creyendo que América era Asia, no terminó de parar en décadas; lo que
conformó un enrevesado trámite en el cual se unieron y enlazaron nombres, especies y conceptos -de un
lado y del otro-. Por lo que llamaban indios a los habitantes originarios de aquellas tierras, pensando que
eran próximas la India; al igual que muchas de las plantas e incluso animales de ambos continentes,
fueron confundidos. Todo lo que finalmente distinguieron, cambiando un tanto sus apelativos. De tal
manera y si de Indonesia procedía la pimienta, al fruto picante que importaban desde México
(semejante a un pimiento), pasaron a llamarle pimentón. Tal como hicieron con los habitantes
autóctonos del Continente hallado por Colón, finalmente denominados de indios, a amer-indios; tanto como
llamaron a sus tierras Las Indias Occidentales (para diferenciarlas de las Orientales, o asiáticas).

IMAGEN (ARRIBA y ABAJO): Dos fotografías del monasterio de Guadalupe en Cáceres. Fueron los
monjes jerónimos quienes estudiaron y variaron este pimiento picante importado desde América;
denominada por los amerindios "aji" y finalmente conocido en Europa como pimentón. Tras décadas
de estudio a manos los botánicos que residían en este monasterio y que eran algunos de los mejores del
siglo XVI, pudieron ir mejorando su gusto, hasta lograr dos variedades: Semipicante y
dulce (desechando finalmente los frutos con sabor al "aji" original, que al parecer eran incomestibles por su
fuerza y olor). Tras ello, lo cultivaron a gran escala los monjes de Yuste y en la zona de La Vera,
cercana a Guadalupe, pero donde la climatología permitía que la nueva tipología se desarrollase
mejor. Poco después, los jerónimos del monasterio de Ñora (Murcia), se dedicarían a una igual función
con este pimiento traído desde América y que les llegaría ya evolucionado y desde Yuste. Logrando allí
una especie diferente y más redonda, denominada "ñora", totalmente dulce.

Tal como decimos, parece seguro que fue Cristóbal Colón quien trajo el "aji" a España, ya en su primer
viaje. Semillas que ofrece en 1493 al rendir votos a la Virgen de Guadalupe y ante los Reyes
Católicos, para agradecer a la Madre de Dios haber regresado sano y salvo de su periplo (superando
tantos peligros). Regalando a este templo varias simientes de lo que él consideraba un tipo de
pimienta de La India. Todo lo que sucede en audiencia habida con Isabel y Fernando en aquellas tierras
donde pasaban los inviernos; pues sabido es que la reina allí tenía un palacio de recreo llamado Granja de
Mirabel (a escasos kilómetros de este pueblo de las Villuercas). Así fue como las semillas entregadas por
el navegante a La Virgen, muy pronto estuvieron en manos de los ilustres botánicos del convento
cacereño; quienes se tenían por algunos de los más afamados expertos en vegetales y cultivos en la
Europa de su tiempo. Pudiendo estudiar los jerónimos de Guadalupe aquella especia importada por Colón
en su "descubrimiento" y que parece era originalmente inaceptable para el consumo humano; al tener un
gusto agrio y duro. Fruto y planta sobre la que comenzaron a realizar ensayos los monjes, hasta lograr
en pocos años convertir su sabor en agradable y semipicante. Tras ello, eligieron La Vera como lugar
para espander su cultivo, habida cuenta que el clima de esta zona era inmejorable y de algún modo con
las características paradisíacas de los lugares de procedencia del originario "aji".

Así comenzaron los jerónimos de Yuste (sito apenas a unos kilómetros al Norte de Guadalupe) a crear
las huertas de pimentón, en una industria y cultivo a gran escala. Pues esta especia empieza desde
entonces a ser utilizada principalmente para adobar las carnes. Preparación que fue indispensable
hasta la aparición de los frigoríficos, y consistente en una simple mezcla de aceite y pimentón
(rebozando los alimentos con ello para que no se pudrieran). Protegiendo las carnes y pescados con
esa "salsa" rojiza -que denominaron "adobo"- y que interrumpía casi por completo el proceso de corrupción.
Algo que en verano era de un valor incomparable, pues por entonces las viandas animales apenas duraban
un par de días tras matarlas; obligando a poner en salazón y secado, cuanto deseáramos conservar y
consumir en los meses de calor. Debido a ello, aquel adobo consistente en grasa (aceites) y pimentón
molido -para untar pescados y carnes-, era tan importante en las cocinas como hoy en día pueda serlo
la presencia de una nevera. Pues sin ello, los alimentos se pudrirían irremediablemente; siendo el
coste de desperdiciar comida mucho mayor que cualquier precio de una especia -por muy caro que pusieran
el referido pimentón-.

IMÁGENES (ARRIBA y ABAJO): Dos dibujitos míos de Guadalupe. Sobre estas líneas, vista del frente y
la entrada al monasterio. Abajo, paisaje de la llegada y desde la cuesta donde está el templo del
humilladero, último y primer santuario a la Virgen (frente al que se inspiraron genios como Cervantes). Fue
en este convento donde se desarrolló la forma de pimentón que actualmente conocemos;
modificada geneticamente por sus monjes. Pues el prestigio de los estudiosos de botánica y medicina de
Guadalupe fue inigualable en su época, al conservar la tradición hispano-árabe y la sabiduría ancestral de
los monjes. Sabiéndose que trataban las heridas untándolas con pan enmohecido , o bien con telas y
quesos semiputrefactos; quesos y panes que indudablemente contenían el hongo de la "penicilina". Por lo
que sin conocer la base micro-orgánica que justificaba por qué las heridas no se infectaban al ser untadas
con panes cargados de moho; sí sabían que este era el mejor remedio para evitar gangrenas e infecciones.
Sabido es que el emperador Carlos era un enorme aficionado a degustar carnes, no refiriéndome en
este caso a la de cantantes y féminas que por las noches recibía en su alcoba (como Bárbara Blomberg...).
Sino a las comilonas que disfrutaba, devorando caza y matanza; y de allí su padecimiento de gota,
enfermedad que heredaría su hijo Felipe II -a cuenta de la misma tendencia carnívora-. Por todo cuanto
en el lugar donde nació (en Flandes) queda como recuerdo suyo, comer embutidos al modo en que el
emperador lo hacía: En platos abundantes y poniendo siempre mostaza sobre aquellos. De lo que si
visitamos Gante nos servirán pronto el jamón a lo Carlos V (en una enorme ración y junto a una gran
porción de mostaza).

Siendo así, no es extraño que pese a la gota que le asolaba -y sin saber los médicos de entonces de
donde procedía aquella dolencia-, en Yuste degustara de continuo los magníficos jamones, la chacina
y chorizos de la zona. Unos embutidos que por aquel entonces comenzarían a aderezarse con
pimentón; especia que aparece en la gastronomía española precisamente en este tiempo. Pues se
supone que a mediados del siglo XVI es cuando ya los monjes de Guadalupe habían desarrollado un "aji"
suficientemente dulce o aceptable; convirtiendo el pimiento importando desde América en un pimentón
semejante al que conocemos actualmente. Por cuanto -quizás- el tiempo que pasó Carlos V en Yuste
(desde 1554 a su muerte en 1558) fue decisivo para el desarrollo del cultivo y expansión de esta
especie; al comenzar su uso como condimento indispensable para las carnes y embutidos -del
emperador-.

SOBRE ESTAS LINEAS: Estatua de Carlos V atribuida a Pompeo Leoni, existente en el Palacio de
Mirabel (Plasencia) -agradecemos a la familia Falcó y a los descendientes de la Excma. Sra. Da. Hilda
Falcó Escandón (marqueses de Mirabel) nos permitan divulgar la fotografía de esta valiosa pieza-. A mi
juicio, esa magnífica escultura se encuentra en el palacio de Plasencia, debido a la relación existente
entre los Señores de Mirabel y el emperador; quien residió en la zona durante cuatro años. Por lo demás,
la estatua que vemos (en mi opinión) es el modelo original de Leoni sobre el que realizaron el famoso
vaciado en plata -fundido y trabajado por el joyero Majadas (a fines del siglo XIX)-. Escultura de Carlos V en
metal precioso, que hasta hace muy poco se ha exhibido en el Museo de Santa Cruz de Toledo.
BAJO ESTAS LINEAS: Una de las preciosas plazuelas existente en Cuacos. Allí y en los pueblos de las
inmediaciones de Yuste, fueron a vivir miles de personas pertenecientes a la Corte del emperador;
quedándose muchos en el lugar, tras la muerte del rey. Por lo que en La Vera no solo se conservan las
innovaciones y cultivos trasladados por los monjes jerónimos de su época. Sino también muchas de
las costumbres y formas de vida de los soldados y gentes que acompañaban a Carlos V. Siendo de
destacar la fabricación de cervezas de tipo holandesas (dulce y semiblancas), entre las que actualmente se
comercializa una denominada Blomberg -publicitando el atractivo sexual de esta bebida...-.
.

Como decimos, al establecerse el emperador en La Vera, junto a él subieron allí a vivir miles de
personas; muchas de ellas procedentes de Flandes y de diversos lugares europeos. Principalmente
soldados llegados de los Tercios (o de cualquier lugar del imperio); quienes hacían vida junto a proveedores
reales, herreros, sastres, cocineros, pasteleros y todo tipo de comerciantes -hasta fabricantes de cerveza,
pues no hay que olvidar que el monarca era medio alemán; para quienes esta bebida es tan sagrada como
entre los hispanos el vino-. De tal modo, aquellos años en los que se retiró a La Vera la cabeza de un
imperio que no conocía la noche, convirtieron esta zona en un área de progreso sin igual. Y aunque
muchos no se expliquen por qué fue a morir a Yuste el emperador, bastará vivir un invierno en Extremadura
para conocer lo que es el Paraíso... . Siendo entre otros motivos que llevaron a Carlos V hasta estas
tierras, imitar lo que hacían sus abuelos (Isabel y Fernando); quienes tenían como campo preferido y
de recreo invernal, una finca a pocos kilómetros de Guadalupe. Residiendo cuando podían los Reyes
Católicos durante las épocas de frío en esa zona extremeña; tanto que Fernando murió en Madrigalejos
(cerca de Trujillo). Falleciendo junto al Guadiana tras presenciar una corrida de toros y hartarse a comer las
criadillas de los astados lidiados; aderezadas con polvo de "mosca española". Cuanto era el afrodisíaco o la
"viagra" del momento; de lo que abusaba el Rey Católico, deseando así poder procrear en plena vejez y al
final de sus días.

Pero regresando a Yuste y a la estancia de Carlos V en su monasterio, habrá de entenderse como aquel
emperador que abusaba de las carnes con mostaza -en su tierra (Gante)-; descubriría con agrado los
adobos y embutidos aderezados con el nuevo condimento de La Vera. Lomos, chorizos y hasta la
caza -jabalí y venado-; que condimentados con el pimiento en esos años descubierto por los monjes
jerónimos, serían un verdadero manjar en la época. Todo lo que además contendría un enorme valor,
pues aquella nueva especie no estaría en manos más que de unos pocos y ni siquiera otros reyes
podrían comerlo; ya que comenzaba por entonces a cultivarse por vez primera en esta parte del
Mundo. Siendo así, el pimentón que degustaron en época de Carlos V y durante su retiro hasta
Yuste; debió considerarse un tesoro culinario, pues en ese tiempo tan solo unos pocos conocían la
nueva especia.

IMÁGENES, ARRIBA y ABAJO: Bajo estas lineas, la preciosa plaza de Guadalupe (frente al
monasterio), en cuyo centro se halla una curiosa fuente. Sobre este párrafo podemos ver aquel surtidor
de agua central más en detalle, observando claramente que no se trata de una fuente propiamente dicha.
Pues en verdad es una pila del siglo XV, en la que fueron bautizados los primeros cristianos llegados
de América. Una reliquia histórica que no creemos se debiera mantener de este modo, a la
intemperie y usada como grifo o caño; donde los niños juegan y hasta la golpean con pelotas y piedras
(como es natural que hagan los críos en las plazas de su pueblo).

Por lo demás, hemos de reflexionar acerca de cuanto bien hizo esta nueva fé cristiana en el Nuevo
Mundo; donde las religiones todavía realizaban sacrificios humanos, llegando a los treinta mil inmolados al
año en el caso azteca. Habiendo logrado acabar los sacerdotes católicos con el canibalismo y los rituales
con víctimas humanas (muchas de ellas niñas y niños, ofrecidos como vírgenes a Tlaloc o a Uitxilopotzli).
Existiendo entre los monjes evangelizadores personajes como Fray Bartolomé de las Casas, dedicados a
liberar a los indígenas y que impidieron la esclavitud de los entonces llamados indios americanos. Luchando
la Iglesia y muchos españoles de continuo por el progreso y la civilización de aquella zona; pese a que
creamos fue sometida brutalmente y bajo la sinrazón. Lo que se demuestra en el hecho de que a la llegada
de Colón América permanecía en la Edad de Piedra -tan solo hace unos quinientos años- y muy
pronto floreció como un Continente cargado de cultura y civismo; convirtiéndose desde el siglo
XVIII en uno de los lugares más importantes del Planeta -sino, en el principal-.

Pero sigamos con la estancia de Jeromín en esta zona, cuando a fines de 1557 fue a pasar allí meses,
para conocer y acompañar al emperador (quien se hallaba al final de sus días). Teniendo por aquel
entonces el niño unos doce años, fue llevado desde Villagarcía de Campos (donde vivía con sus
padres adoptivos, los Quijada) y llegó así para visitar a su progenitor moribundo. Acompañado del
secretario del rey D.Luis de Quijada, que ejercía de ayo o de su "pater putativo"; parece que la
presencia del hijo natural de Carlos V levantó malos comentarios en la zona. Al menos así lo cuentan y
lo recuerdan, pues las malas intenciones o las ganas de tergiversarlo todo mencionan hechos paralelos a la
aparición del bastardo imperial. Tanto que dicen como esta estancia del chaval por la zona motivó la
abundancia de "casas de muñecas" en La Vera. Hogares así llamados por contener estatuillas de
niñas en las fachadas y lucir pintados con colores llamativos; habida cuenta que se trataba de
prostíbulos de la época, anunciando de ese modo "sus servicios" -de la forma semejante como hoy hacen
los clubes de carretera, poniendo neones en las entradas-.

Pero en verdad nada tiene que ver la visita de Juan de Áustria a Cuacos durante su infancia, con la
proliferación de aquellas casas de putas (como debió decirse en su tiempo). Lo que se debía a la gran
cantidad de soldaresca que compondría la guardia real, unido a quienes eventualmente irían a visitar
esos pueblos por evidentes motivos; al hallarse allí viviendo uno de los hombres más poderosos
que la Historia recuerda (vendedores, proveedores y hasta banqueros del rey). De ello y de su
paradisíaco clima, nacerían las múltiples "casas de muñecas" que pueblan Cuacos, Garganta o los
diversos pueblos que rodean a Yuste. Ya que entre los tesoros del lugar, se cuenta con piscinas
naturales formadas en los ríos que bajan desde Gredos. Verdaderos estanques con "playas" entre rocas
y donde se divertiría la soldaresca bañándose junto a chicas. Aunque se dice que aquellos estanques
también pudieron ser el motivo último de la muerte de Carlos V; quien al parecer tenía como
costumbre entrar en el agua montado a caballo (quizás para aminorar los dolores de la gota). Pudiendo
contraer así la malaria; por la picadura de mosquito en alguno de estos embalses naturales -o en el
que tenía frente a su palacio de Yuste-.

IMAGEN ARRIBA: Una de las famosas Casas de Muñecas, de las muchas aún existentes en Cuacos,
Garganta, Valverde o Jarandilla de La Vera. Edificios que desde el siglo XV lucían un color especial (rojo
o morado) y estaban decoradas con "muñecas" labradas en los dinteles; lo que servía de reclamo y
aviso al tratarse de prostíbulos, cuyo interior podía otearse montado a caballo (al tener una ventana
que dejaba entrever desde la cabalgadura algo de lo que dentro había). Su arquitectura se dividía por un
pequeño patio central, donde los "interesados" podían sentarse y desde allí elegir las mujeres que se
ofrecían -paseando sobre ellos y en un segundo piso, en el que "daban servicio al cliente"-. Se dice que la
proliferación de aquellas casas de Muñecas se debió a la estancia de Juan de Austria en la zona; todo lo
que es absurdo, ya que el motivo fue la estancia del emperador en La Vera, lo que obligaba que en
estos pueblos residiera un gran contingente de soldados.

IMAGEN ABAJO: Las "piscinas naturales" de La Vera, llamadas antaño "hoyas"; son lagunillas en los
meandros de los ríos, rodeadas por rocas con preciosas formaciones y que a día de hoy constituyen un
gran reclamo veraniego. En ellas parece ser que el emperador bañaba sus caballos y recuerdan que él
también entraba al agua sobre cabalgadura; lo que probablemente le hizo contraer malaria,
enfermedad por entonces endémica en la zona (contagiada posiblemente por picadura de algún
mosquito al sumergirse de ese modo). En imágen, piscinillas en Garganta de la Hoya, a muy pocos
kilómetros de Cuacos y Yuste.

Continuando con cuanto los más ancianos de La Vera narran, parece que en aquellas visitas que del
niño Jeromín a su padre (en Yuste), probó por primera vez las carnes adobadas y preparadas como
el emperador gustaba: Con mostaza y con pimentón. Habiendo sido de enorme agrado para él las
que llamaban "en adobo", condimentadas con aceite y ese polvillo picante cultivado en la zona -entonces
recientemente descubierto-. Por lo que advirtiendo el chico a los monjes lo sabrosas que le parecían esas
viandas de cerdo y de vacuno, mezcladas con las ralladuras de bermellón (tal como las llamaban). Estos le
regalaron unos chorizos que preparaban para el rey don Carlos; mezclados ya con la nueva especia
venida de América y no con clavo, vino y ajo (tal como hasta entonces se acostumbraba). Pues hasta
aquel tiempo, el embutido se hizo tan solo en salazón, macerado en vino y mezclando con clavo o
añadiendo al gusto, ajo, pimienta (y otras especias o hierbas olorosas).

Tal como me lo narraron es como lo expresa el famoso libro editado en 1500 y llamado: "Manual de
mujeres en el qual se contienen muchas y diversas recetas muy buenas". En el que se dice
textualmente:
"Receta para hacer chorizos: Carne de puerco magra y gorda picada, harina muy cernida, ajos mondados,
clavos molidos, vino blanco, sal la que fuere menester. Amasarlo todo con el vino y después de masado,
dejarlo en un vaso cubierto un día natural. Más después de henchir las tripas de vaca o de puerco, cual
quisiéreles; de esta masa hacer y ponerlas a secar al humo".
A los interesados en la receta tradicional del chorizo, aún sin pimentón y vigente hasta mediados del siglo
XVI, les recomendamos ver:
Mark S. Harris (THLord Stefan li Rous). http://www.florilegium.org/?http%3A//www.florilegium.org/files/PERSONAL/Man-d-Mujeres-
art.html
"Manual de Mujeres en el qual se contienen muchas y diversas recetas muy buenas" // "Manual of Women in Which is Contained Many
and Diverse Recipes That Are Very Good" Written anonymously around 1500 . http://www.esacademic.com/dic.nsf/eswiki/259637 .
IMÁGENES, ARRIBA y ABAJO: Fachadas en casas de La Vera; secando -o decorando- pimentón en
las ventanas.

Así, en La Vera se recuerda que al niño Jeromín le encantaban las carnes adobadas y en especial el
picadillo de chorizo con pimentón. Secretos culinarios que por entonces tan solo conocían los
monjes de Yuste, que se iban divulgando entre quienes visitaban el palacio y monasterio donde el
emperador vivía su retiro. Pero resultó que aquel hijo del monarca, sabiendo donde secaban los monjes
esos pimientos rojizos que componían la receta, decidió robar unos cuantos -para enseñarlos a sus
amigos, comerlos y guardar algunos con la intención de plantarlos en su tierra de Villagarcía-. De lo que un
día, mientras decía que visitaba a su padre y sin conocimiento de D.Luis de Quijada, se acercó hasta el
mismo huerto de Yuste; allí donde unos legos colgaban estos frutos, para secarlos. Personado en ese lugar
y afirmando que le habían encargado ir allí, para que le dieran un buen puñado de pimientos nuevos y
probar el emperador como eran al secarlos; los monjes no repararon en entregarle una bolsa cargada de los
mejores.

Así y cargado con decenas de pimentones secos, bajó hasta Cuacos, donde lo primero que hizo fue
majar algunos en un mortero e intentar comerlos. Los preparó tal cual, en crudo y mezclados con
aceite, echándolos sobre la carne. Aunque tan solo logró sacar de allí una salsa "repugnante" que
dicen le provocó una fuerte tripotera, por la que estuvo vomitando horas. Llamaron esa noche al
físico del mismo emperador, al haberse preocupado mucho D.Luis de Quijada, porque el vómito del
niño era rojo y parecía sanguinoliento. Tras lo que aquel Jeromín, viéndose en aprietos y teniendo que
confesar al médico cuanto había comido; pidió perdón y advirtió que aquel regurgito era debido a los
pimientos robados en Yuste y no a enfermedad estomacal alguna.

IMAGEN ARRIBA: Secaderos de pimentones en La Vera; suelen ser edificios abiertos y adosados a las
casas, en los que se preparan estanterías de madera, sobre las que se dejan desde octubre a enero los
frutos recogidos a mano (ya que se hace imposible su colecta a máquina por lo adheridos que están al
tronco y rama). Una vez secado el pimiento, aún tiene un largo y complejo proceso de preparación,
hasta llegar a convertirse en especia.

IMAGEN ABAJO: Cesta con los pimentones ya deshidratados, elegidos y ahumados, antes de ser
molidos -agradecemos a la fábrica de Cuacos "Las Hermanas" nos permita divulgar la imagen tomada en
sus instalaciones-. El proceso de preparación es lento y complejo, pues tras el secado se procede al
ahumado en leña de encina (o alcornoque); lo que concede al pimentón un sabor característico -que no
puede tomar en otras partes del Mundo-. Finalmente se procede a su trituración, que pasa por varios
molidos y bajo distintas piedras (ha de ser sobre piedra de molino, pues de usarse metal la molienda
perdería calidad y sabor). Completándose el proceso con un finísimo tamizado, para que la selección y
la especia sea cuanto más delicada y regular sea posible (desechándose semillas y trozos desiguales).
,

Contaron los monjes al emperador lo que había hecho su hijo, advirtiendo que obligó pasar por
encargo del rey la entrega de los pimientos secos, y que finalmente había robado. Aunque también
dijeron como al ladronzuelo pronto le había castigado Dios, ya que ni la salsa obtenida de aquel hurto era
buena, ni menos sentaba bien. Contando entre risas los del convento de Yuste como Jeromín había
estado dos días sentado en "el trono", tras ingerir aquellos pimentones majados (sin ahumar y
comidos hasta con semilla). Reía el rey don Carlos al oír la historia, comentando que su hijo mucho se le
parecía, pues también gustaba al monarca robar a la Iglesia (tal como hizo en Roma...). Y siendo así,
pareciéndole tan divertida la hazaña de los pimientos, mandó el emperador llamar a su lado a Jeromín; a
quien preguntó por qué había urdido tan pícara acción:

El niño avergonzado y adelgazado (ya que llevaba días "descagarriándose"), pidió perdón y dijo que
no deseaba más que llevar de regalo a su madre -Da.Magdalena de Ulloa- aquellos pimientos tan
buenos. Para que junto a su tío -el hermano de Da.Magdalena (que fue marqués de la Mota)-, pudieran
todos preparar la matanza tal como la servían en Yuste: Con ese color tan bello y bermejo; y con ese
sabor tan fino, picante y bueno, que concedía el nuevo condimento. Quedó pensativo Carlos V y tras
un momento de dilación advirtió a todos que aquel chaval era más que listo, pues lo que quería era
llevar a tierras altas de Castilla el pimiento de la Vera. Algo que podía tener gran éxito, puesto que
los marranos y los embutidos de esas cortes castellanas gozaban de la mejor reputación. Y siendo
así, era menester preparar un buen fardo con sacos de este polvillo rojo, para que D.Luis de Quijada y
Jeromín los llevaran de vuelta, en su regreso a tierras vallisoletanas.
IMAGEN ARRIBA: Molinos de pimentón. Como decimos, aún en nuestros días se machaca el pimiento
con ruedas de piedra, pues de otro modo perdería calidad. Asimismo el proceso de esa molienda
reviste el problema de que en cada temporada estos pedernales se desgastan; existiendo la profesión
de reparador de ruedas de molino. Oficio que consiste en revisar anualmente esos rodamientos y
reconstruir las zonas que más se han gastado, para dejarlas como originalmente eran. Agradecemos a la
fábrica de Cuacos "Las Hermanas", nos permita divulgar la imagen de sus molinos, en la que podemos
observar algunas piedras dañadas (al fondo) y otras restauradas (en primer término).

IMAGEN ABAJO: Asimismo el proceso final de tamizado es muy delicado, ya que el pimentón molido
debe "colarse" de manera rigurosa. Como vemos en la fotografía, el tamizador bien parece una
máquina de hace cientos de años; tanto que por su uso y aspecto debió ser muy semejante al que
manejaban los monjes jerónimos (desde tiempos de Carlos V) -agradecemos a la fábrica "Las Hermanas",
nos permita divulgar la imagen-.
.
Dicen que fue esta la última vez que Jeromín vio al emperador, pues a los pocos días -o semanas-
murió. Por lo que cuando el niño volvió a Yuste ya hubo de ser para despedir a su padre; al que encontró
de "cuerpo presente". Y viendo los monjes llorar tanto al niño junto al rey en mortaja, quisieron
entretenerle enseñándole todos los pormenores del convento y del pimentón que tanto le
gustaba. Así le llevaron hasta los cultivos y luego al lugar de secado, donde ya Jeromín había robado
algunos "por encargo de su padre". Tras ello, le mostraron el proceso de ahumado, el de majado con
piedras, pasando al colado último con tamices (con el fin de convertir ese polvillo rojo en una preciada
especia). Finalmente le aleccionaron bien en el proceso de mezcla, para adobar las carnes y sobre
cómo hacer el chorizo o embutidos así condimentados. Pasando después todos (legos y monjes) a la
bodega; donde dieron al niño a probar algo de vino e hicieron que comiera mucha chacina que allí colgaban
para madurar; porque como el refrán dicta: "Las penas, con pan; eran menos penas".

Fue esa la única alegría que tuvo el pobre Jeromín en esos días en que murió su padre; habiendo de
asistir a misas, rezos y ceremonias por doquier. De lo que esperaba con prisa el fin de aquellas honras y
celebraciones, para que pronto llegase el día de su vuelta (a Villagarcía de Campos). Momento que antes o
después terminó por venir; regresando hacia tierras de Valladolid con aquellos sacos de pimentón
molido que le habían entregado los monjes de Yuste y que traía como preciado regalo a la que aún
llamaba madre (D.Magdalena de Ullóa, esposa de Luis de Quijada). Por lo que tras atravesar su carruaje
Gredos por el Puerto del Pico y después de llegar a Ávila (ciudad de los caballeros); comenzó a divisar
tierras vallisoletanas, que él tenía como propias. De lo que llegando a Mota del Marqués (a la que por
entonces decían Mota de Toro), tuvo la ocurrencia de decir a su ayo -D.Luis-, que la estancia en
Cuacos había sido tan triste, que todo aquello bien merecía una buena matanza, "pues las penas con
pan eran menos penas".

IMÁGENES, ARRIBA y ABAJO: Sobre estas líneas, fotografía con el modo de preparar el chorizo en
sus dos formas: La medieval, con sal, especias o vino; y la "moderna", aderezándolo con pimentón.
Abajo, una tienda de Guadalupe, con los distintos tipos de embutidos de la zona, junto a las
especias que se usan para fabricarlos -pimentones y pimientos choriceros (secados) y diversas plantas
aromáticas-.

Preguntó Luis de Quijada al niño dónde había aprendido ese refrán y el chico contestó que se lo
enseñaron los monjes de Yuste. Quienes al verse tristes tras morir el rey y al estar acompañados por
el hijo del emperador; habían sentido gran pena, decidiendo que lo mejor para quitarla era bajar
todos juntos hasta la bodega. Cuevecilla del monasterio, donde los legos y leidos se hincharon a vinos,
mientras todos comían chacina y grandes chuscos; sin dejar de proferir entre llantos aquellas palabras,
diciendo que las penas eran menores cuando había pan abundante. Le dió risa floja a Quijada esa historia,
pensando en los monjes emborrachándose y llenando sus tripas a costa del luto, para quitarse así la tristeza
producida con la muerte del rey. Por lo que preguntó al niño Jeromín, qué se había de hacer en esos
casos; para que diera su opinión sobre cual era la forma mejor de rendir luto -evitando la tristeza
con aquel remedio que los jerónimos combatían de ese modo tan particular (en las bodegas)-. A lo que el
chico advirtió que decían los curas como la mejor forma de no llorar cuando había muerte, era
celebrar una buena matanza, hacer ricos chorizos y morcillas, preparar jamones y disfrutar de las
carnes recién preparadas, acompañadas de buenos vinos y mejores panes.

Apostilló D.Luis que aquello le parecía algo irreverente e incluso irrespetuoso, más aún tratándose
de la muerte del emperador. A lo que Jeromín respondió que bien le habían enseñado los curas
como el vino que tomaban, era sangre de Nuestro Señor; tanto que el pan simbolizaba las carnes de
Dios. Por lo que si esto se comía para apaciguar las penas, no era sino aderezo y forma de
encaminarse bien hacia el cielo. Librando de todo pecado el hecho de ser pan y vino lo que más había de
consumirse en aquel estado de lamentos. Existiendo incluso una receta propia llamada "duelos y
quebrantos" que servía para alimentar bien a las viudas e hijas, cuando se hallaban en esos trances tan
duros de la vida. Quedose un momento el ayo-padre pensativo y al pronto dijo que quizás Jeromín
tenía buenas razones y que era gran idea esta para consolar a su esposa. Siendo posible que ello fuera
motivo de organizar algo parecido, en cuanto llegasen a casa. Pues la tristeza que les invadía era mucha y
más aún sería la que sentirían sus mujeres. Así que quizás fuera lo mejor llamar al cuñado (hermano de
Da.Magdalena), que era hombre divertido, dadivoso y alegre. Para encargarle que organizara una
matanza y preparase embutidos o chorizos, para olvidar las penas y alegrar los días a sus
esposas (con motivo de probar aquel pimentón molido que traían).
IMAGEN JUNTO ESTAS LINEAS: Choricera
embutiendo las carnes aderezadas con pimentón. La foto fue tomada en las proximidades del
monasterio de Guadalupe, donde existe una fábrica doméstica de estos embutidos y a quienes
agradecemos nos permitan divulgar la imagen.
IMAGEN ABAJO: Variedades de pimentón (agradecemos a la fábrica "Las Hermanas" de Cuacos, nos
permita divulgar las imágenes de sus instalaciones). Entre los tipos de estos pimientos existe una más
picante y denominada "Pimentón Jeromín". Dice la leyenda que se llama de esta forma porque el
bastardo de Carlos V robó aquellos pimientos, para darse un atracón de adobo en carne. Así y en
memoria de este pícaro chiquillo, denominaron Jeromín al más picante de los pimentones.

..
.
Cuanto vinieron hablando en el viaje fue dicho y hecho; tanto que a los pocos días de regresar se
acercaron hasta Toro, donde aún vivía la familia de Da.Magdalena. Señores de Ulloa y de la Mota;
quienes preparaban por entonces una obra palaciega, comenzando a levantar un edificio magistral en aquel
pueblo cercano a Villagarcía, al que todavía llamaban Mota de Toro -después denominado del Marqués, al
concederle ese título Felipe II al cuñado de D.Luis (Rodrigo de Ulloa)-. Allí les dijeron que tenían gran
interés en dar alguna fiesta, o bien hacer matanzas con el fin de alegrar a sus mujeres. Y que no
atreviéndose a organizarlas ellos (al estar de luto riguroso por ser el hijo y el secretario del
emperador), debía el hermano de Da.Magdalena elegir el motivo y lugar donde prepararlo todo.
Sobre lo que D.Rodrigo de Ulloa opinó que mejor era realizar una gran cacería de varios días y
buscar refugio en alguna casa de pueblo; en un lugar escondido de gentes extrañas y de curas
desconocidos (que pudieran ver y contar cuanto bebían y comían en esos días de luto).

Siendo así como eligieron una casita en Mota del Marqués, para hacer allí matanza y probar embutir
las carnes picadas, aderezándolas con aquel pimentón rojizo traído de La Vera. Todo lo que harían
aprovechando las tripas de los animales cazados y sin decir que había matanza, ni menos fiesta.
Sino solo ojeos y paseos cinegéticos por el campo, para practicar con los marranos y venados cuanto
un guerrero debiera bien saber en la batalla. Celebrándose estas cacerías en marzo de 1558, venían con
las reses cobradas hasta Mota, donde en una casa llamada hasta hoy "la del chorizo" embutieron
carnes de cervuno y de cochino salvaje, mientras las mezclaban con el pimentón molido. Allí y en su
patio (que es muy anterior a la fachada) se condimentó por vez primera en Castilla Vieja, la matanza
de cerdo y de vacuno, con esta nueva especia llegada de colonias. Majándose y picándose así
condimentados los charcutes con el "aji", para luego convertirlas en todo tipo de longanizas y salchichones.
Y antes de que esos chorizos fueran maduros (para lo que se tardaban meses), probaron todos los
asistentes el picadillo frito en crudo. Diciendo que eran los más ricos preparados de matanza que
jamás conocieron, pues aquel polvillo rojizo daba un sabor inigualable a las viandas. Tanto, que
pronto dieron cuenta de que jamás habían probado chacinas iguales; ya que el aderezo con pimentón daba
un sabor tan fino al embutido, como distinto de cuanto antes conocieron.
IMAGEN ARRIBA: Patio del palacio de los Ulloa en Mota del Marqués (agradecemos a las hermanas del
Salvador -congregación propietaria del edificio- nos permitan divulgar nuestra foto). El edificio fue acabado
en 1575, unos veinte años después de la historia que relatamos y en el tiempo en que Felipe II hacía
marqués de La Mota al hermano de Magdalena de Ulloa (Rodrigo, señor de Ulloa y de la Mota). Parece
que en los días que referimos (invierno de 1558), el palacio ya estaba en obras y en proceso de
construcción; habida cuenta que se lleva a cabo (junto a la iglesia de San Martín) por el arquitecto Rodrigo
Gil de Hontañón.

IMAGEN ABAJO: Patio e interior de la llamada "casa del chorizo" en Mota del marqués. Su estado
actual es muy semejante al que pudieron ver Juan de Austria o el primer marqués de la Mota, donde
buscaron un refugio para darse sus comilonas y celebrar las matanzas, durante los lutos del
emperador. Finalmente parece que el edificio lo adquiere un caballero del priorato de Calatrava; quien le
añade una fachada en 1698, en memoria de los años transcurridos desde los días en que allí comían y
celebraban sus matanzas los marqueses de la Mota -quienes tras terminar su palacio, pasaron a hacerlas
en ese otro recinto-. Este edificio denominado entre los motanos "la casa del chorizo", se sabe es el
lugar más antiguo en el que se hicieron embutidos con pimentón de toda Castilla y León. Por cuanto
aquí se aderezan los primeros "chorizos modernos", condimentados con esa especia llegada desde
América y trasformada por los monjes jerónimos en Guadalupe y Yuste.

Fue de este modo que narramos, como se inventó o se trajo el chorizo moderno a Castilla la Vieja
(las zonas hoy llamadas Castilla-León). Viniendo de manos de Juán de Áustria, quien dejó tal
recuerdo de golfillo y pícaro en la zona de La Vera; tanto que desde entonces llaman Pimentón
Jeromín, a la variedad del pimiento picante. Fruto más parecido al "aji" original y tipo de planta con la que
fabrican este condimento de gran sabor, pero muy picante (digno pues de pícaros o buscones). Ya que no
debemos de olvidar que la vida del soldado era cercana a la del Riconete, tanto que ruta del Lazarillo no se
halla tan lejos de aquellas tierras de Yuste; pues cabalga la historia de este otro golfillo nacido en el Tormes,
entre Toledo, Maqueda, Torrijos y Escalona.

Para finalizar diremos que es sabido como unos ciento cuarenta años después de esta historia (hacia 1698)
la llamada "casa del chorizo" sita en Mota, fue adquirida por un caballero de Calatrava. Quien la
adornó con escudo y fachada, labrando en el blasón los signos del priorato y la fecha de
ejecución (de la que precisamente se cumplen estos días, trescientos diecisiete años -pues está incrita a
12 de julio de 1698-). Por lo demás, repetiremos como esta casona de Mota denominada "del chorizo"
lleva ese nombre porque fue allí introducido el embutido aderezado de forma moderna. Nunca
porque quien la habita sea "un chorizo"; tal como "las malas lenguas" reivindican. Ya que quien allí
aún vive es llamado "El Chino" y no "El Chorizo"; tratándose de un buen hombre y nunca un
hacedor de chorizadas... .
IMÁGENES, ARRIBA y ABAJO: Fachada de la famosa "Casa del Chorizo"; portal de piedra elevado
siglo y medio más tarde de que los marqueses de la Mota y Juan de Austria celebraran en este
edificio sus matanzas y cacerías. Como decimos repetidamente, el nombre de la casona procede de
haberse hecho primeramente chorizos modernos en su interior (aderezados con pimentón). Nunca porque
quien la habita sea llamado en Mota "El Chorizo"; ya que es denominado "El Chino" (nunca "chorizo") y
tenido por un buen hombre. Abajo, detalle del escudo que puso sobre la nueva fachada, el caballero de
Calatrava que la compra hacia 1698.
Terminaremos esta bella leyenda donde hemos conocido bien la historia del chorizo, la casa del
chorizo y hasta lo sucedido con los pimientos "chorizados" por D.Juan de Austria. Refiriéndonos a
un curioso y triste hecho recientemente conocido, que es el de que habiendo constituido La Ruta de
D.Juan de Austria, han dejado a Mota del Marqués fuera del recorrido. Algo que especialmente nos
duele, habida cuenta que esta ruta fue ya diseñada por nosotros (FAMILIBRO) en el año 2004, como
celebración del centenario del Quijote; en razón de que Cervantes luchó bajo las órdenes de D. Juan de
Austria. Con ese fin presentamos el recorrido y ruta, durante las fiestas y en el pregón de Mota del Marqués
(ese mismo año, junto a los alcaldes de Mota y de San Cebrián); donando los derechos de promoción al
pueblo, con el fin de mejorar sus visitas y su turismo. Como decimos, no nos importa que "reinterpreten"
una idea nuestra, máxime cuando había sido donada al ayuntamiento de Mota del Marqués (con el fin
de promocionar esa población). Pero si que nos parece francamente preocupante que en el nuevo
recorrido se haya prescindido precisamente de Mota del Marqués -de donde surge la idea-.

IMAGEN ARRIBA: Folleto editado por nosotros en 2004 para la promoción de Mota del Marqués y
pueblos limítrofes, proponiendo la que llamábamos RUTA DE DON JUAN DE AUSTRIA. El proyecto
fue presentado en el pregón de las fiestas de Mota, ese mismo año y ante el alcalde motano, junto a la
alcaldesa de San Cebrián. Recorrido de Jeromín que comenzaba en Tordesillas, seguía en Mota, luego
llegaba a San Cebrián de Mazote, para continuar en Urueña. Finalmente visitaba La Santa Espina y
Villagarcía de Campos; lugares -estos últimos- sin duda de mayor interés en la vida de Juan de Austria
(aunque ello no implica prescindir de otros pueblos como Mota o Tordesillas). Para terminar posibilitaba una
extensión hacia Toro y Villalonso, donde se hallaban los señoríos de la casa de Ulloa (familia de Magdalena,
la madre adoptiva de Jeromín).
IMÁGENES ARRIBA Y ABAJO: Interior del folleto publicado en 2004 durante la primera presentación
de la RUTA DE DON JUAN DE AUSTRIA. En este se explicaba la vinculación de Jeromín a Tordesillas,
Mota del Marqués, San Cebrián y Urueña. Recomendando que hasta se lleguase a Urueña en el primer día
de excursión; durmiendo en las diversas casas rurales o bien en los hoteles que hay en estos pueblos
(Mota, Urueña y Vilagarcía). Durante la siguiente jornada visitaríamos La Santa Espina y Villagarcía de
Campos (todo lo que se explicaba en la foto siguiente y última hoja). Con posibilidad de ir posteriormente
hacia Toro, ciudad natal de Magdalena de Ulloa, haciéndolo por la carretera de Tiedra y Villalonso
(pudiendo observar allí el castillo de los Ulloa).

Con motivo de celebrar que este blog ha superado los diecisiete mil lectores (con más de 17.500 lecturas), aprovechamos incluir mi música para quienes quieran
escucharla.
En primer lugar podremos oir PLÉYADES, sexto movimiento de los doce que tiene mi ballet TARTESSOS, compuesto y terminado cuanto estaba en La Mili en Sevilla, en 1982
(grabación en semidirecto en Japón 1991). PULSAR SOBRE:
https://www.youtube.com/watch?v=Nw1g-OKTqyQ
Tras ello invito a mis lectores a oir, la primera parte de MAEBASHI (LUZ); una de mis últimas obras. Suite de guitarra que también consta de doce movimientos, compuesta entre
2010 y 2011, dedicada a la ciudad en la que vivo (en Japón). En grabación semidirecta en Japón, pueden escuchar las tres piezas de la primera parte: LUZ (Atardecer, Amanecer y
Luz de Maebashi).
PULSAR SOBRE SUS ENLACES:
https://www.youtube.com/watch?v=NV8uqxKW434
https://www.youtube.com/watch?v=oM_vIP7Ryyk
https://www.youtube.com/watch?v=oM_vIP7Ryyk

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