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Con Reconocimiento de Validez Oficial SEP No. 2006130 del 13 de marzo de 2006.

“Aportaciones de la Filosofía Gestalt a la


Conciencia de Muerte/Vida para la
Resignificación del Ser”

TESIS

PRESENTADA COMO REQUISITO PARA OBTENER EL


GRADO DE
DOCTORA EN FILOSOFÍA GESTALT

PRESENTA:
Maestra en Psicología (Psicología Clínica)
Ma. Eugenia Meraz Rodríguez

ASESOR (A):

Maestra Ma. Gabriela Rodríguez Salas

Ciudad de México, diciembre del 2017.


DECLARATORIA DE ORIGINALIDAD

“El presente trabajo no ha sido aceptado o empleado para el otorgamiento de

título o grado diferente o adicional al actual. La tesis es resultado de las


investigaciones del autor, excepto donde se indican las fuentes de información

consultadas. El autor otorga su consentimiento a la UNIVERSIDAD GESTALT


para la reproducción del documento con el fin del intercambio bibliotecario

siempre y cuando se indique la fuente”.

2
A mi madre, quien con su muerte me enseñó a amar la vida.
A mi padre, quien con su vida me enseñó a no temer a la muerte.

3
RESUMEN

El presente estudio tiene como objetivo analizar la propuesta de la


Filosofía Gestalt sobre la conciencia de muerte/vida como punto de
referencia para la resignificación del ser. En la vida actual gran
número de personas viven ancladas en el pasado o posponiendo
su vida viendo al futuro, esta situación las dirige hacia no tomar
contacto con el presente y por lo tanto no arraigarse a la vida; es
decir, vivir sin vivir realmente, sin apropiarse de su responsabilidad
y del gozo de estar vivos (conciencia de vida). Una de las
experiencias que puede favorecer en las personas a mantenerse
en un continuo de conciencia en el aquí y ahora es el reconocerse
como mortales, que puede darse a través del enfrentamiento con la
muerte. Dicha experiencia puede entenderse como una situación
límite. Desde la perspectiva gestáltica, las situaciones límite
representan un atolladero, un callejón sin salida, en donde el
hombre se encuentra con la angustia por ser lo que se es, las
situaciones límite le ayudan a aclarar el sentido de su existencia y a
resignificar su ser. La perspectiva filosófica gestáltica ve el proceso
de vida del ser humano como destrucción-construcción. Estando la
vida y la muerte intrínsecamente presentes en cada momento. La
Filosofía Gestalt esta dirigida hacia promover una vida plena a
través de la toma de conciencia de muerte, aceptar la contundencia
de la propia finitud y a través de la reflexión, aceptar que en el aquí
y ahora se está todavía vivo. De esta manera el ser resignificará
sus valores, el significado existencial de su ser y su estar-en-el-
mundo de una manera responsable, respetuoso, con amor y
honestidad. Este estado de existencia es irreversible. A esta toma
de conciencia le llamamos conciencia de muerte/vida.

Palabras clave: Filosofía Gestalt, Conciencia Muerte/Vida,


Resignificación del Ser.

4
ABSTRACT

This study aims to analyze the proposal of Gestalt Philosophy on the


consciousness of death/life as a point of reference for the
resignification of the self. In the life current large numbers of people
live anchored in the past or postponing his life by looking to the
future, this situation towards not making contact with the present and
therefore not take root to life; i.e. living without actually live, without
appropriating their responsibility and the joy of being alive
(consciousness of life). One of the experiences that can encourage
people to remain in a continuum of consciousness in the here and
now is to be recognized as mortals, which can occur through the
confrontation with death. Such an experience can be understood as
an extreme situation. From the perspective of gestalt, limit situations
represent a quagmire, a cul-de-sac, where man meets the anguish
for being what it is, limit situations help to clarify the meaning of its
existence and to give a new meaning for its being. The philosophical
perspective of gestalt sees the process of life of the human being as
construction and destruction, being inherently present in each
moment life and death. The Gestalt Philosophy is directed towards
promoting a fulfilling life by the awareness of death, accept the
forcefulness of own finiteness and through reflection, accept that in
the here and now is still alive. Thus being a new meaning of its
values, the existential meaning of their being and their be-in-the-
world in a responsible way, respectful, with love and honesty. This
state of existence is irreversible. To this awareness we call
consciousness of death/life.

Key words: Gestalt Philosophy, Awareness death/life and


Resignification of the self.

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ÍNDICE

TÍTULO PÁGINA

Introducción 7

1. Justificación y Objeto del Estudio 9

2. Planteamiento del Problema de Estudio 11

3. El Ser y la Conciencia 14

4. El Ser y la Conciencia de Muerte/Vida 22

4.1. La Experiencia de la Muerte 22

4.2. La Experiencia Psicológica de la Muerte 26

4.3. El Miedo a la Muerte 28

4.4. La Conciencia de Muerte/Vida 32

5. La Filosofía Gestalt, la Conciencia de Muerte/Vida y la 39


Resignificación del Ser

6. Bibliografía 66

6
INTRODUCCIÓN

El presente estudio tiene como objetivo analizar la propuesta de la Filosofía


Gestalt sobre la conciencia de muerte/vida como punto de referencia para la
resignificación del ser.

En la vida actual gran número de personas viven ancladas en el pasado o


posponiendo su vida viendo al futuro, esta situación las dirige hacia no tomar
contacto con el presente y por lo tanto no arraigarse a la vida; es decir, vivir sin
vivir realmente, sin apropiarse de su responsabilidad y del gozo de estar vivos
(conciencia de vida). Una de las experiencias que puede favorecer en las
personas a mantenerse en un continuo de conciencia en el aquí y ahora es el
reconocerse como mortales, que puede darse a través del enfrentamiento con
la muerte. Dicha experiencia puede entenderse como una situación límite.

Desde la perspectiva gestáltica, las situaciones límite representan un


atolladero, un callejón sin salida, en donde el hombre se encuentra con la
angustia por ser lo que se es, las situaciones límite le ayudan a aclarar el
sentido de su existencia y a resignificar su ser.

Se hace necesario este estudio desde diversos puntos de partida, desde el


punto de vista personal y profesional, se requiere aportar una aproximación
filosófica actual que se encamine a promover en las personas alcanzar
conciencia de muerte/vida para poder acceder a la resignificación de su ser.
Por otro lado, es también necesario dirigir nuestra atención hacia la vivencia de
separación entre las personas generada por la violencia cada vez más
generalizada y normalizada en México y que nos provoca vivir en la separación
y no en la unión, la compasión y la solidaridad. Actualmente se hace necesario
desde una perspectiva filosófica gestalt reconsiderar la visión de nuestros
ancestros, en especial de la cultura maya, donde la vida y la muerte eran
considerados estadios de un proceso cósmico que se repetía
permanentemente, de tal manera que los vivos y los muertos convivían en
tiempo y espacio, siendo que los muertos impactaban a los vivos y viceversa.

7
La estructura del presente estudio inicia con los argumentos que justifican la
importancia de la conceptualización de la conciencia de muerte/vida como un
fenómeno integral que una vez que es experimentada por la persona, la lleva
inevitablemente a resignificar su ser, transformando su vida en una experiencia
contínua y arraigada al aquí y ahora, dándole un sentido pleno que no tenía
antes de tomar conciencia de su mortalidad y por ende de su situación vital.

Se expone el problema de estudio que es el punto de partida para la


argumentación teórica-filosófica siendo que, frente a la certeza de la propia
muerte el ser humano puede reaccionar con espanto y desesperación, o puede
empezar a dar cuenta de que es capaz de ocuparse responsablemente de sí
mismo. La respuesta de trascendencia ante la experiencia límite puede
provocar en la persona un “darse cuenta” de su propia muerte (conciencia de
muerte) y arraigarlo a la vida de forma que el “aquí y ahora” se convierta en la
premisa básica del vivir (conciencia de vida).

Una vez planteada la justificación y descrito el problema de estudio, se


desarrollan teórica y filosóficamente por un lado, lo que es la conciencia en
relación con el ser humano, de tal forma que pueda vincularse con la toma de
conciencia de la muerte e intrínseco a ésta la toma de conciencia de estar vivo.

En un segundo momento se expone que es la muerte, que es la experiencia


psicológica de la misma y el miedo que enfrenta el ser humano ante la muerte.
En un tercer espacio se expone la propuesta de lo que es la conciencia de
muerte/vida desde una perspectiva filosófica gestalt.

Al final del documento se concluye mediante una exposición de la relación que


se ha encontrado entre la Filosofía Gestalt, la conciencia de muerte/vida y la
posibilidad de la resignificación del ser.

8
1. JUSTIFICACIÓN Y OBJETO DEL ESTUDIO

En la vida actual gran número de personas viven ancladas en el pasado o


posponiendo su vida viendo al futuro, esta situación las dirige hacia no tomar
contacto con el presente y por lo tanto no arraigarse a la vida; es decir, vivir sin
vivir realmente, sin apropiarse de su responsabilidad y del gozo de estar vivos
(conciencia de vida). Una de las experiencias que puede favorecer en las
personas a mantenerse en un continuo de conciencia en el aquí y ahora es el
reconocerse como mortales, que puede darse a través del enfrentamiento con
la muerte. Dicha experiencia puede entenderse como una situación límite.

Desde la perspectiva gestáltica, las situaciones límite representan un


atolladero, un callejón sin salida, en donde el hombre se encuentra con la
angustia por ser lo que se es, las situaciones límite nos ayudan a aclarar el
sentido de la existencia. La crisis provoca el crecimiento y es entendida como
un suceso que crea significativos problemas emocionales y que llevan a la
persona a una profunda introspección y revaloración de la propia identidad,
valores y convicciones es decir, a la resignificación de su ser.

Con base en lo anterior se hace necesario este estudio desde diversos puntos
de partida, desde el punto de vista personal y profesional, se requiere aportar
una aproximación filosófica actual que se encamine a promover en las
personas alcanzar conciencia de muerte/vida para poder acceder a la
resignificación de su ser. Por otro lado, es también necesario dirigir nuestra
atención hacia la vivencia de separación entre las personas generada por la
violencia cada vez más generalizada y normalizada en México y que nos
provoca vivir en la separación y no en la unión, la compasión y la solidaridad.

En virtud de que para nuestros ancestros, en especial para la cultura maya, la


oposición entre muerte y vida no era absoluta, de tal forma que la vida
coexistía con la muerte, ya que esta no era el fin natural de la vida sino una
fase de un ciclo infinito; la vida en el universo maya está muy lejos de terminar
con la muerte, que es tan sólo la puerta de entrada, el umbral del camino que
nos lleva al encuentro de los antepasados, del origen, de la raíz (Ciudad,

9
2005). Por lo anterior, actualmente se hace necesario desde una perspectiva
filosófica gestalt reconsiderar esta visión donde la vida y la muerte eran
considerados estadios de un proceso cósmico que se repetía, de tal manera
que los vivos y los muertos convivían en tiempo y espacio, siendo que los
muertos impactaban a los vivos y viceversa.

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2. PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA DE ESTUDIO

Ninguna experiencia es más privada, más íntima, que la posibilidad de la


propia muerte. Frente a la certeza de la propia muerte el ser humano puede
reaccionar con espanto y desesperación, o puede empezar a dar cuenta de
que es capaz de ocuparse responsablemente de sí mismo. La vivencia de la
propia muerte puede desencadenar en la persona una crisis, entendida como
un suceso que crea significativos problemas emocionales y que la llevan a una
profunda introspección y revaloración de su propia identidad, de sus valores y
sus convicciones, es decir, a una resignificación de su propio ser.

Una de las formas posibles de responder a la crisis provocada por reconocerse


como mortal es una posición de trascendencia, la cual significa que el ser
puede ir más allá de la pena y la pérdida para reorganizar su vida en una forma
nueva y significativa. Esta postura requiere de una apertura al cambio de tal
manera que se enfoquen como oportunidades para obtener mayor profundidad
como persona, para descubrir más acerca de sí mismo. Enfrentar esta realidad
de forma inesperada e inevitable se entiende como experiencia límite (Salama,
2007). La respuesta de trascendencia ante la experiencia límite puede provocar
en la persona un “darse cuenta” de su propia muerte (conciencia de muerte) y
arraigarlo a la vida de forma que el “aquí y ahora” se convierta en la premisa
básica del vivir (conciencia de vida).

Retomando lo expuesto por Laura Perls (en Castanedo, 1983) durante la


Cuarta Conferencia Anual de la Academia Norteamericana de Psicoterapeutas,
con respecto a la naturaleza básica del hombre, plantea que el problema
fundamental en la vida es el volver aceptable la vida para un ser cuya
característica consiste en tener conciencia de sí mismo como un individuo
singular por un lado, y tener conciencia de su mortalidad, por el otro. Lo
primero le da la sensación de avasalladora importancia, lo segundo miedo y
frustración. Perls describe la dicotomía existencial del ser humano entre el ser y
el no ser, o el ser y la nada. Un ser que se encuentra suspendido entre estos
dos polos vibra en un estado de tensión y angustia inevitables, de los que
aparentemente no puede librarse. Propone que la única forma de hacer frente

11
al vivir y al morir reside en la creatividad, esta se halla estrechamente vinculada
a la toma de conciencia de la mortalidad y que cuanto más aguda sea la
conciencia, mayor será la urgencia por producir algo nuevo, por participar en la
continua e infinita creatividad de la naturaleza.

Es por ello que la perspectiva gestáltica enfatiza la toma de conciencia y la


experiencia inmediata como los procesos que logran que el individuo se adapte
creativamente a su entorno, esta es la única forma de hacer frente a la
experiencia del propio morir y, por ende, del propio vivir. En consecuencia, una
vida saludable no depende de la felicidad o del éxito, sino que más bien, reside
en la integración del organismo y el ambiente a través de adaptaciones
creadoras que se llevan a cabo por formación y destrucción de gestalten. Se
entiende como gestalten a toda necesidad del ser humano que requiere ser
satisfecha y que al serlo se cierra para dar paso a la aparición de otra
necesidad. Para Latner (2007) la conducta sana en los seres humanos es una
conducta integral que nos permite estar a tono con todas nuestras capacidades
y con el proceso que nos hace ser lo que somos. La salud es la formación y
destrucción satisfactoria de las gestalten siendo esta la función del organismo
para mantenerse vivo, el criterio central de la salud es la existencia de
gestalten claras y fuertes. La capacidad de formar gestalten libremente y de
forma apropiada, significa que la experiencia de vivir tendrá la profundidad y la
satisfacción que son características de la salud. La conciencia es el aspecto
final de un funcionamiento sano, entendida como el captar con todo el alcance
de nuestros sentidos el mundo de los fenómenos que está dentro y fuera de
nosotros, tal y como se nos presenta. La conducta sana requiere de la paz que
precede a dejar que los fenómenos se den para poder ocuparnos de lo que nos
sucede ahora. En conclusión, comprender con todo nuestro ser lo que significa
el “ahora”, eso es salud.

Para Jaspers, (1963) el ser humano falla constantemente y es llevado a estar


en situaciones-límite (el sufrimiento, la lucha, el sentimiento de culpabilidad y la
muerte) pero es precisamente en este fracaso que se realiza un
cuestionamiento y se ilumina la existencia. Desde la perspectiva gestáltica, las
situaciones límite representan un atolladero (Fagan, 2008), un callejón sin

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salida, en donde el hombre se encuentra con la angustia por ser lo que se es.
Finalmente, las situaciones límite nos ayudan a aclarar el sentido de la
existencia. La crisis provoca el crecimiento y a la posibilidad de resignificar su
ser.

Constantemente el ser humano esta inmerso en el flujo del cambio, y el


cambio, con frecuencia, se identifica con pérdida. Esta experiencia puede
desencadenar en la persona una crisis, que puede llevarla a una profunda
introspección y revaloración de la propia identidad, valores y convicciones,
resignificando su ser. Una de las formas de responder a las crisis es una
posición de trascendencia, la cual significa que la persona puede ir más allá de
la pena y la pérdida para reorganizar su vida en una forma nueva y
significativa. De la misma manera que Ivan Illich dio sentido al tiempo de vida
desperdiciado cuando se da cuenta de que está en el inevitable proceso de
muerte (Tolstoi, 2017). Esta postura requiere de una apertura al cambio de tal
manera que la pena y la pérdida se enfoquen como oportunidades para
obtener mayor profundidad como persona, para descubrir más acerca de uno
mismo.

La respuesta de trascendencia ante la experiencia límite puede provocar en la


persona un “darse cuenta” de su propia muerte (conciencia de muerte) y
arraigarlo a la vida de forma tal que el “aquí y ahora” se convierta en la premisa
básica del vivir (conciencia de vida) y resignifique su ser. De esta manera la
conciencia de vida y la conciencia de muerte se complementan y se definen la
una a la otra, formar una sola entidad, dando la oportunidad de completud y
significado al ser.

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3. EL SER Y LA CONCIENCIA

El enfoque Gestalt hace énfasis en la visión de que el individuo es un ser


creativo en constante crecimiento y capaz de guiar conscientemente su
comportamiento, desarrollando su máximo potencial en direcciones que logren
finalmente alcanzar el límite máximo como individuo único e irrepetible y,
encontrando por sí mismo las soluciones a sus problemas existenciales
asumiendo la responsabilidad de manejar su propia vida (Salama, 2007).

Es a través de la sensopercepción que experimentamos el mundo, hacemos


contacto con nosotros mismos por medio de nuestros cuerpos y nuestras
emociones, a este fenómeno se le llama experiencia. Nuestra condición
biológica, sólo nos permite que un fenómeno ocupe el primer plano, cada vez.
Tal premisa se basa en la organización perceptual en figura-fondo que provoca
una experiencia interna del propio cuerpo y las emociones propias, el flujo y el
cambio que surgen de los sucesos dentro de cada persona y que se colocan
en primer plano (figura) para después volver al fondo. Esta organización
perceptual es constante y permanente. A la experimentación del ser a través
de los sentidos se le llama conciencia básica.

Perls señala (2006) que la conciencia (en inglés awareness) es la manera que
se tiene de distinguirse a uno mismo y al mundo. Es de carácter subjetivo
debido a que no se puede percibir la conciencia, sólo se le conoce por la
conducta observable que provoca. La conciencia es una experiencia interna del
propio cuerpo y de las emociones.

La conciencia sólo puede darse en el presente y es cuando se une la atención


y la conciencia que se está en el ahora. La conciencia que tiene cada persona
de sí misma es el estado constante de llegar a ser persona, y constituye el flujo
de la conciencia es decir, la conciencia continua.

La conciencia intermedia se define como aquella que bloquea la experiencia y


la percepción pues involucra los procesos intelectuales que suelen imposibilitar
experimentarse a uno mismo y al mundo.

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La conciencia continua es la base para ser responsable de sí mismo y permite
el descubrimiento continuo y la comunicación, este flujo interno de los
acontecimientos es el estado humano natural, el estar en el mundo permite al
hombre distinguirse a sí mismo como separado y al mismo tiempo como parte
del mundo, en un continuo.

Cuando se está con el medio continuo de la percepción, de la conciencia


continua es cuando se permite que las cosas ocurran sin la necesidad de
controlar los fenómenos. De esta forma se permite que el contacto sea, el
contacto con uno mismo y con el mundo. Los seres se tocan el uno al otro al
ser lo que honradamente son, con su poder y su vitalidad. Se mantiene el
continuo perceptual y se vive en un continuo de conciencia, dando significado
sólo a lo que se esta experimentando en el aquí y ahora.

El continuo de la conciencia para Castanedo (1983) es el proceso de formación


continua de gestalten, se organiza la experiencia en figura-fondo y es la figura
lo que permite tomar contacto con la experiencia misma para después formar
parte del fondo de tal manera que la siguiente gestalt pueda formar figura. El
único momento en que son posibles la experiencia y el cambio es cuando se
establece el contacto con la situación actual. Es el contacto el fenómeno que
tiene lugar en el límite entre el organismo y su entorno. La flexibilidad del límite
es el continuo de la conciencia donde los cambios y el crecimiento son
constantes aumentando la posibilidad de encontrar puntos en común con el
otro que facilita la comunicación y la interacción con el entorno y entre los
seres humanos.

Cabe mencionar la importancia del otro en la integración de la conciencia de sí


mismo, para Hegel (1987, c.p. Pereyra, 2005), el individuo adquiere la
conciencia de sí mismo sólo a través del otro. Afirma que se es en tanto se es
reconocido. Ese reconocimiento se gesta para Sartre (1968, c.p. Pereyra,
2005) a partir de la “mirada”, es en los ojos de los demás donde se descubre el
sí mismo. Es suficiente que el otro me mire para ser lo que soy. Su mirada me
construye como objeto y me concede la conciencia de ser. También la
construcción del ser es una experiencia perceptual de nuestro ser en el mundo

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y es una experiencia única e irrepetible para cada ser humano que, si se vive
en un continuo de conciencia nos lleva a reconocernos permanentemente en
cada vivencia aquí y ahora. La posibilidad de la conciencia de muerte/vida nos
mantiene arraigados al presente sin la añoranza del pasado y sin la angustia
del futuro.

Por otro lado, Laing (1985) sostiene la tesis de la complementariedad y la


confirmación. Señala que todas las identidades requieren de otro, otro en cuya
relación, y a través de la cual, se realiza la identidad de cada Yo. En la
construcción de la imagen de sí mismo, la confirmación juega un rol decisivo,
cuando reconoce y acepta al otro. La confirmación de la persona que
positivamente construye la imagen de sí mismo es en sí una experiencia
sensoperceptual, una gestalten.

Para Gloria Sánchez (2008) la conciencia tiene propiedades generales,


informativas y subjetivas descritas de la siguiente manera:
1. Las propiedades generales de la conciencia se refieren a que los
estados de conciencia son unitarios, integrados y construidos por el
cerebro, pueden ser enormemente diversos y diferenciados, están
ordenados temporalmente, son seriales y cambiables, reflejan su
agrupación de diversas modalidades y tienen propiedades constructivas
que incluyen gestalt, cierre y fenómenos de relleno.
2. Las propiedades informativas de la conciencia se refieren a que
muestran intencionalidad y direccionalidad con un amplio rango de
contenidos, tienen un acceso y asociatividad amplia, presentan aspectos
de centro-periferia, contorno y margen y están sujetos a la modulación
de la atención, de focal a difusa.
3. Las propiedades subjetivas de la conciencia se entienden como aquellas
que reflejan sentimientos subjetivos, están contextualizados y situados
en el mundo y producen sentimientos de familiaridad o de carencia.

Retomando lo expuesto por Laura Perls (en Castanedo, 2000) respecto a la


conciencia en relación con la naturaleza esencial del hombre, ésta señala que
el problema básico de la vida del ser humano es cómo hacer que la vida sea

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vivible para un ser cuyo rasgo más importante es, por una parte, la conciencia
de sí mismo como individuo único, y por otra, la conciencia de su propia
mortalidad. El ser oscila entre estos dos extremos en un estado de inevitable
tensión y ansiedad que parece imposible de aliviar.

Por un lado si se reprime la conciencia y la expresión de unicidad y la


individualidad, el resultado es la cultura de masas, uniforme, aburrida y carente
de significado, dentro de la cual la conciencia de que uno va a morir se hace
tan insoportable que es preciso alejarla como sea. La conciencia de la
mortalidad esta estrechamente vinculada con la creatividad, cuanto más clara
sea esta conciencia, más fuerte es el deseo de producir algo nuevo, de hacer
de nuestras vidas un acto creativo y cotidiano.

Es la perspectiva filosófica gestáltica la que otorga importancia a la conciencia


y a la participación inmediata, y establece las bases para clarificar una manera
de desarrollar las funciones de apoyo necesarias en el ser para poner en
marcha un proceso de ajuste creativo auto-perpetuante que ofrece la única
posibilidad de hacer frente a la experiencia de morir, y por lo tanto, a la de vivir.

Por lo anterior, la conciencia, la creatividad y la experiencia de flujo están


vinculadas en cada una de las gestalten en las que se ve inmerso el ser
humano. Csikszentmihalyi (1997) señala que la conciencia es el resultado de
procesos biológicos que existen sólo gracias a la complejidad del sistema
nervioso central humano. La función de la conciencia es representar la
información sobre lo que está sucediendo dentro y fuera del organismo de tal
modo que el cuerpo pueda evaluarla y actuar en consecuencia. La
representación de la conciencia es un modelo fenomenológico pues trata
directamente con los eventos tal y como se experimentan e interpretan.

Se entiende por experiencia óptima aquellas situaciones en las que la atención


puede emplearse libremente para lograr metas de una persona, llamadas
también experiencia de flujo. Cuando una persona es capaz de organizar su
conciencia para experimentar flujo tan frecuentemente como le sea posible, la
calidad de vida mejora inevitablemente. En el flujo la persona tiene el control de

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su energía psíquica y todo lo que hace añade más orden a la conciencia. La
experiencia de flujo se entiende como una profunda concentración, un
equilibrio entre los desafíos y las habilidades, un sentimiento de control y un
sentimiento de satisfacción, es desde el enfoque gestáltico un continuo de
gestalten que permiten al ser vivir en equilibrio y abierto a nuevas experiencias
que no interprete como amenazantes sino como enriquecedoras.

La idea de vivir eternamente ha sido sin lugar a dudas la maniobra racional


más efectiva del hombre frente al inevitable reconocimiento de su mortalidad.
Hasta donde sabemos, el ser humano es el único ser de la naturaleza que
tiene conciencia de que se encuentra vivo y de que va a morir. Su respuesta
frente a la vida y la muerte es en consecuencia mucho menos instintiva para
convertirse en un acto de constante emoción, reflexión e intuición. A este acto
único en la naturaleza le llamamos de manera genérica conciencia. La
conciencia es pues el sello distintivo del ser humano y con ella la potencial
responsabilidad de darse cuenta de ello.

En el campo de la filosofía Aguilar (2003) señala cuatro significados que


implican el ser conciente:
1. Conciencia en el sentido moral que implica hablar de la rectitud e
integridad de los actos a la luz natural del espíritu o conciencia de sí
mismo. Honestidad, libertad y responsabilidad, valoración propia y de los
otros, respeto, honradez y rectitud, son parte de las premisas
fundamentales de la ética perenne.
2. Conciencia en el sentido epistemológico que implica hablar del espíritu
humano como centro mismo de la conciencia reflexiva e intelectual y
como centro operador de la memoria y del lenguaje.
3. Conciencia en el sentido metafísico que implica hablar de la naturaleza
misma del ser de la conciencia es decir, la naturaleza del espíritu y del
alma.
4. Conciencia en el sentido psicológico que implica hablar de la claridad
que existe entre el consciente y el inconsciente y en general, del estudio
del comportamiento humano, su desarrollo, sus procesos mentales y

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emocionales y sus relaciones con el entorno.

De acuerdo a lo planteado por Aguilar (2003) en el campo de la filosofía y a


través del acto de conciencia las construcciones cognoscitivas elaboradas por
el ser humano para tranquilizarse una vez que la muerte llega son:

• La muerte física, que se entiende como que una vez que el cuerpo deja de
tener vida, la conciencia humana también toca a su fin. Esta visión de la vida
y la muerte corresponde a corrientes filosóficas materialistas, deterministas,
mecanicistas positivistas y empiristas.

• La inmortalidad, que implica que la conciencia humana tiene continuidad una


vez finalizada la vida corporal. El destino del espíritu ó alma se encuentra
generalmente sancionado por preceptos éticos de conformidad al mérito o
demérito de las acciones en vida y también por lo general, se encuentra
implicado un juzgador superior. La conciencia existe con anterioridad y
posterioridad al nacimiento.

• La reencarnación, en esta construcción se encuentra contemplada la visión


anterior sin embargo, suele desaparecer el juzgador superior como tal, al
recaer la responsabilidad ética y espiritual de manera directa en la
conciencia de cada individuo. Cada espíritu o alma una vez finalizada la vida
corporal y con anterioridad a ésta, determinan su sendero. La conciencia
debe tomar cuerpo una y otra vez hasta lograr su perfección para acceder a
una trascendencia espiritual y participar de la constante evolución del
universo.

Para la visión filosófica existencialista una de las grandes preocupaciones es


precisamente la muerte. La vida y la muerte vivenciadas en cada ser humano
con la emotividad, la angustia, el miedo, la soledad y la crisis. Señalan a la vida
y a la muerte como testimonio de lo más íntimamente interiorizado frente a la
abrumadora masa y la industria despersonalizada. En sus aproximaciones
filosóficas existencialistas no buscan la esencia del saber racional sino los
testimonios de la vida misma, de una libertad que insiste en coexistir con la

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vida. El existencialismo es uno de los paradigmas de la filosofía del siglo XIX
en su origen, y del siglo XX. Es una tendencia predominante no sólo en la
historia del pensamiento, sino en el testimonio vivo de quienes han
reflexionado acerca de la muerte.

En la actualidad se tiene un marco de referencia para estudiar filosóficamente a


la muerte, y tanto la psicología como la tanatología han trabajado sobre el
material vivencial y profundamente interiorizado que nos ha legado el
movimiento existencialista. De esta forma el mundo filosófico occidental es
mucho más amplio y hasta nuestros días ha tomado diferentes rumbos.

Los múltiples acontecimientos a nivel mundial entre ellos la globalización


económica, política y cultural, indican una tendencia inequívoca a la ampliación
de los derechos fundamentales de la persona humana en las sociedades
posmodernas. La persona pugna por ser incluida y ser incluyente en una
visión humanista más universal y sensible. Se esta hablando pues de la cultura
mundial de los derechos humanos, de la marcada tendencia a recuperar la
interioridad, la subjetividad y la individualidad de la persona frente a la
masificación de la cultura y el avance de las aplicaciones científicas en la
tecnología, mismas que han alcanzado dimensiones importantes al momento
de reflexionar en torno a la muerte.

Problemáticas asociados al uso de la tecnología y sus aplicaciones en las


ciencias biológicas y la medicina entre otros campos, traspasan el terreno de la
historia de la modernidad hasta la posmodernidad de nuestros días y
conforman un basto campo de estudio conocido como la bioética. De ahí que la
manera como hasta ahora hemos conceptualizado la vida y la muerte ligando
estos dos fenómenos intrínsecamente uno al otro y determinados en su
temporalidad, se vea drásticamente cuestionada por los avances tecnológicos
mediante los cuales se ha manipulado el proceso de vida y muerte alejándolo
de lo natural. Consecuentemente dejando en manos de la ciencia la distinción
entre quien esta vivo y quien esta muerto, un ejemplo de esto es la
modificación del código civil cubano (Castro,1993) que en 1987 redefine la

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muerte como el "cese irreversible de las funciones cerebrales aunque otros
organismos de la anatomía humana se mantengan funcionando”.

Estos milagros tecnológicos ponen en entredicho lo planteado por Sartre sobre


la muerte cuando la define como un puro hecho que en el fondo no se distingue
de manera alguna del nacimiento y cuando denomina como facticidad a la
identidad del nacimiento y de la muerte. Más actualmente el nacimiento dista
de la muerte debido a que en el nacimiento se nace en completud y sin
embargo, puede morirse sólo un segmento de nuestra corporalidad y otra no.

Por otro lado, y retomando a Dilthey (en Castro, 1993) cuando señala que la
relación que determina de un modo más profundo y general el sentimiento de
nuestra existencia es la relación entre la vida y la muerte, pues la limitación de
nuestra existencia por la muerte es siempre decisiva para nuestro modo de
comprender y de valorar la vida. Hemos de puntualizar que efectivamente la
muerte no parece ser ya una limitación a nuestra existencia pues aquel que
dona sus órganos, ¿no sigue existiendo de alguna manera en el cuerpo de
otro? ¿Con qué certeza podemos afirmar con Dilthey que la muerte constituye
una limitación de la existencia?

21
4. EL SER Y LA CONCIENCIA DE MUERTE/VIDA

¿Qué es tan inevitable como la muerte?

4.1. La Experiencia de la Muerte

Es increíble ver cómo el sistema social en que vivimos nos incentiva para
atraparnos en sus distracciones estériles. Este sistema se alimenta de la
ansiedad y la depresión que induce en todos nosotros y que fomenta
cuidadosamente como una maquinaria de consumo que necesita
mantenernos deseosos para continuar funcionando y necesitando. Así,
obsesionados por falsas esperanzas, sueños y ambiciones que prometen
felicidad, pero que sólo conducen a la desdicha y al vacío, nos dejamos llevar
a un desierto sin fin, sin sentido, sin significado alguno.

En realidad nuestra sociedad actual nos define como si estuviéramos


obsesionados exclusivamente por el poder, la belleza, el sexo y el dinero, e
intenta distraernos en todo momento de cualquier contacto con la muerte y
por ende, con la vida.

El tabú de la muerte es válido para toda la civilización occidental. Cuanto más


elevado es el nivel de desarrollo tecnológico e industrial de un país, mayor es
el alejamiento y el miedo a la muerte y más se la aísla y separa de la vida. La
muerte resulta ser la derrota de la ciencia médica. La muerte es expulsada,
aislada, negada y paradójicamente, se hace lo mismo con la vida.

Morir es más difícil hoy en día, también, porque los vínculos religiosos y
espirituales se han tornado quebradizos. Se han ido borrando los
conocimientos sobre el arte del morir y se le ha ido convirtiendo en una
catástrofe sin salida. Como un fenómeno que sabemos es inevitable y que por
ello mismo queremos mantenernos fóbicamente alejados de él. En respuesta
a esto, Rimpoché (1994) reconoce que sería positivo que se hablara más de

22
la muerte y la agonía, tal como se habla, sin dudarlo, del niño que va a venir al
mundo. Propone así, reconectar la vida con la muerte.

Así como la hacían nuestros ancestros, para la civilización maya la


preocupación por los muertos estaba justificada debido a que consideraban
que ellos seguían existiendo en el tiempo de los vivos. El concepto de paso a
la eternidad, como un espacio fuera del tiempo, que maneja el catolicismo no
es significativo para los mayas, ya que los muertos están perdurando en el
tiempo y concretamente con una existencia en el presente. Sostenían que los
muertos accedían al inframundo, entendido como ese otro mundo que resulta
ser sólo un nuevo espacio de residencia, y desde allí pueden desplazarse
hacia el espacio de los vivos por períodos más o menos largos y bajo formas
variadas. Esto implica que los muertos seguían presentes y tenían incidencia,
positiva o negativa, sobre la vida social y familiar. Esta cosmovisión no
concibe ningún lugar como definitivamente cerrado. Los muertos pueden
radicar en espacios que actúan como líneas comunicantes, del inframundo
podían salir cuando lo desearan, teniendo una posibilidad y una necesidad de
circulación para los muertos. De este modo los muertos siguen influyendo en
la vida social de la comunidad. Los muertos son capaces de reclamar e
incluso de vengarse, de tal forma que los vivos siguen estando en situación de
dependencia con respecto a los muertos. Los muertos tienen una presencia
muy densa en la vida cotidiana, están e intervienen asiduamente en el mundo
de los vivos (Ciudad, 2005). La muerte y la vida siguen vinculadas
eternamente, siendo manifestaciones de la existencia que fluyen de la vida a
la muerte, y de la muerte a la vida.

Sin embargo, por suerte todavía hay futuro. La crisis actual está despertando
lentamente al ser humano a la necesidad de una transformación personal y
social a escala mundial. En esa transformación el tema de la muerte no estará
ajeno, ya que nos conecta directamente con el sentido de la vida de cada uno
de nosotros. La Filosofía Gestalt tiene ya una importante aportación para que
esto se realice.

23
Como ya se mencionó, el concepto y definición de la muerte ha variado a
través del tiempo de acuerdo con la cultura, la religión y el pensamiento
predominante de cada comunidad y de cada época, con la creencia o no, de
la vida después de la muerte, que conlleva a la esperanza de una vida cuando
la estancia terrenal ha llegado a su fin.

A través de la historia llega a verse a la muerte como un evento natural,


normal y cotidiano, poniendo énfasis en una interpretación solamente
científica y técnica. Domínguez (2008), se refiere a Dans (1979) quien
propone que la muerte es la disolución de la unidad organizacional y funcional
que compone a un individuo, que es un proceso que no se sabe cuando
comienza hasta que este proceso ha terminado.

Para Di Caprio (1999, en Domínguez, 2008), la muerte es el resultado del


envejecimiento y deterioro progresivo tanto orgánico como funcional, es
también el resultado del daño producido por diversas enfermedades agudas y
crónicas, cuya historia natural llega a su fase terminal a corto, mediado o largo
plazo, en ocasiones este plazo se ha modificado por los recursos que
proporciona el avance científico y tecnológico.

Actualmente se reconoce la muerte biológica en un individuo que presente ya


sea cese irreversible de las funciones circulatorias y respiratorias o de todas las
funciones cerebrales en su extensión anatómica total, incluidas base y ejes
cerebrales. La determinación de la muerte precisa debe hacerse de acuerdo
con las normas médicas aceptadas. En el aspecto legal se valida la muerte
cuando hay ausencia de actividad cerebral en los registros de un
electroencefalograma. (Castro, 1993)

Desde el punto de vista médico la muerte cerebral se entiende como la


ausencia completa y permanente de conciencia, ausencia permanente de
respiración espontánea, ausencia de reacción a los estímulos exteriores y a
todo tipo de reflejos, atonía muscular total, abolición de la regulación térmica,

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mantenimiento de la tonicidad vascular únicamente mediante administración de
analépticos vasculares, ausencia completa y permanente de toda actividad
eléctrica cerebral espontánea o inducida.

El proceso de la muerte se inicia cuando el individuo pierde las capacidades de


adaptación a los cambios internos y externos que se suceden. Esta pérdida,
implica necesariamente una insuficiencia e incapacidad de respuesta para
transformar la energía rompiéndose los flujos de ésta con el entorno, de esta
manera se inicia el proceso de muerte.

Para morir se requiere de un proceso que puede ser repentino, agudo o


crónico, y que a su vez puede ser de tipo traumático, infeccioso, metabólico o
tóxico, y que finalmente se acompaña de un proceso terminal irreversible de
falla orgánica múltiple progresiva y que no responde a la terapéutica específica.

El proceso de muerte inicia cuando no existe la capacidad de adaptación y


respuesta adecuada con los productos fisiológicos suficientes en calidad y
cantidad. Cuando faltan o no son suficientes los mecanismos de defensa, se
presenta la falla orgánica a la que se agregan progresivamente otros órganos
hasta presentarse el daño orgánico múltiple. Al agotarse la reserva fisiológica,
se presenta el paro cardiorrespiratorio.

Durante el paro cardiorrespiratorio se detiene el flujo sanguíneo y el aporte de


oxigeno cae rápidamente impidiendo los flujos de energía y en consecuencia
se cierra este sistema que conduce directamente a la muerte (Castro, 1993)

25
El proceso fisiológico de la muerte se describe en el siguiente cuadro:

PROCESO FISIOLÓGICO DE LA MUERTE

ETAPA MANIFESTACIÓN

Insuficiencia orgánica Hiperfunción (Compensadora) productos


fisiológicos aumentados en calidad y cantidad.
Ejemplo: taquicardia, hiperventilación, excitación,
nerviosismo.

Desequilibrio temporal o Disfunción: alucinaciones, arritmias, hipoxia,


permanente de la función de un espasmos, etc.
órgano con relación al
organismo en su conjunto

Incapacidad de respuesta y de Hipofunción: somnolencia, estreñimiento, entre


adaptación otras.

Disminución de la reserva Atrofia o defunción: ausencia de productos


fisiológica. fisiológicos.
Fuente: Castro, 1993. Adaptado por la autora.

4.2. Experiencia Psicológica de la Muerte

Una vez que hemos hecho el trabajo


que nos ha sido encomendado en la tierra,
se nos permite desprendernos del cuerpo,
que nos aprisiona el alma como el capullo envuelve a la mariposa
y entonces la persona tiene la experiencia más maravillosa de su vida
Elizabeth Kübler-Ross

Kübler-Ross (2001) plantea que la experiencia de muerte es casi idéntica a la


del nacimiento y casi idéntica al abandono del capullo de seda por la
mariposa. Desde el momento en que el capullo de seda se deteriora
irreversiblemente, ya sea como consecuencia de un suicidio, de homicidio,
infarto o enfermedad crónica, va a liberar a la mariposa, es decir, a nuestra
alma. En esta segunda etapa estaremos provistos de energía psíquica tal
como en la primera etapa fue energía física.

Kübler-Ross (2001) señala también, que en el momento en que se libera el


alma se está dotado de la capacidad para ver todo lo que ocurre en el lugar
de la muerte. Estos acontecimientos no se perciben ya con la conciencia

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mortal, sino con una nueva percepción. Todo se graba en el momento en que
no se registra ya tensión arterial, ni pulso, ni respiración; algunas veces
incluso en ausencia de ondas cerebrales.

Por otro lado, Kübler-Ross (1975) describe tres etapas en el proceso de


muerte:

1. Etapa de Conciencia
Etapa durante la cual sobreviene la muerte, la persona se da cuenta de esto y
experimenta una gran paz interior y tranquilidad exterior. Durante esta etapa de
conciencia aparece la fase denominada como umbral de la muerte. La persona
abandona su cuerpo y adopta una forma etérica, sabe lo que ocurre, escucha
conversaciones, no tiene dolor. Se experimenta la salud total, se observan a
sí mismos en su mejor forma, sin limitaciones. Las personas que han sido
reanimados se quejan de haber regresado a la vida.

2. Etapa de Percepción.
Durante la etapa de percepción el ser se encuentra en cuerpo etérico, se
maneja con energía psíquica, tiene plena conciencia de lo que sucede, se
autopercibe como perfecto, no tiene limitaciones de tiempo o distancia, se
encuentra acompañado por seres queridos y guías espirituales y por ese ser
divino acorde a sus creencias religiosas.

Refiere que las personas mencionan que llegada esta etapa, no se quiere
volver, y que se experimenta una comprensión perfecta, sin juicios, y el amor
incondicional e indescriptible. La persona se encuentra en un estado que sólo
pueden definir como espíritu y energía. Se descubre que nadie muere solo sino
que se es acompañado de los seres queridos ya finados, de guías espirituales
y ángeles guardianes.

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3. Etapa del Conocimiento.
Durante la etapa de conocimiento el ser regresa al cuerpo psíquico con el que
fue creado y es invadido con energía espiritual, vive el amor incondicional,
hace la revisión de su propia vida, se hace responsable de su destino y es
capaz de valorar con objetividad.

Se accede a esta fase con la guía de ángeles de la guarda, se describe un


túnel o una puerta o un puente, que al final invariablemente se ve una luz
brillante. Se percibe un intenso y agradable calor, energía y espíritu de fuerza
arrolladora. Se siente entusiasmo, paz, tranquilidad y la expectación de llegar
por fin a casa. La luz se describe como la fuente última de la energía del
universo, se comprende que el sentido de la vida es el amor. Se accede a una
última fase durante la cual se está en presencia de la Fuente Divina, de la
Fuente Suprema, de Dios. Se está rodeado por todo el conocimiento existente,
pasado, presente y futuro, un conocimiento amoroso. Se experimenta la
unicidad, la totalidad y la integración de la existencia.

4.3. El Miedo a la Muerte

Los hombres temen a la muerte tal como los niños a la oscuridad


Francis Bacon

Sócrates (469 A. de C., en Domínguez, 2008) señalaba que el temor a la


muerte, no es otra cosa que considerarse sabio sin serlo, ya que es creer
saber sobre aquello, que no se sabe, de tal manera que quizá la muerte sea la
mayor bendición del ser humano, nadie lo sabe y sin embargo, todo el mundo
le teme como si supiera con absoluta certeza que es el peor de los males.

Sólo si conocemos la verdad sobre la muerte y nos preparamos para ella nos
liberaremos del miedo al territorio desconocido de la muerte. Si preguntamos
a quienes temen a la muerte, qué exactamente los asusta, es probable que la
respuesta sea, la nada, lo desconocido, el vacío o todo eso. Sin embargo, no
hay sistema cultural o religioso que describa el más allá como la nada. Por el

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contrario, esos sistemas reconocen y mitigan el efecto desorientador
presentando imágenes bastante claras de lo que hay más allá.

Muchas personas niegan la posibilidad del conocimiento sobre su muerte por


el miedo a morir de manera inmediata, por el miedo al juicio y al castigo
posterior. Pero con la verdad llega el conocimiento de que el dolor no está en
la muerte misma sino en la resistencia a morir. El rechazo a la desaparición
física aumenta el temor y, a la inversa, la aceptación trae serenidad. El
enfrentamiento y aceptación a esta verdad puede ser una fuente de alivio.

A pesar de sus éxitos tecnológicos, la sociedad occidental carece de una


verdadera comprensión de la muerte y de lo que ocurre durante y después de
ella. A la gente de hoy se le enseña a negar la muerte y, además, se le
inculca que no significa otra cosa que aniquilamiento y pérdida. Eso quiere
decir que la mayor parte del mundo vive, o bien negando la muerte, o bien
aterrorizada por ella. El mero hecho de hablar sobre la muerte se considera
morboso, y la mayoría de las personas cree que el sólo hecho de mencionarla
es correr el riesgo de atraerla. Otros contemplan la muerte de manera
ingenua, irreflexiva o frívola pensando que por alguna causa desconocida, les
irá bien y no hay por qué preocuparse. Estas dos actitudes hacia la muerte,
aquella que la considera como algo de lo que hay que escabullirse y la otra,
que la entiende como algo que se resolverá por sí sólo, están muy lejos de
comprender su verdadera importancia.

Igualmente se trivializa la muerte si se la teme y se rehúsa a afrontarla, como


cuando se la convierte en algo romántico. Tanto la desesperación como la
euforia ante la muerte, son formas de evasión. La muerte no es deprimente,
no es emocionante; es sencillamente un hecho inevitable de la vida.

Las grandes tradiciones espirituales del mundo siempre han dicho que la
muerte, no es el final. Todas transmiten la visión de alguna clase de vida
venidera, que infunde un sentido sagrado a esta vida que estamos llevando

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ahora. Pero a pesar de sus enseñanzas, la sociedad moderna occidental es
en gran medida un desierto espiritual en el que la mayor parte de la gente
imagina que esta vida es lo único que existe. Carentes de toda fe auténtica en
una vida posterior, las personas que llevan una vida desprovista de sentido,
son la mayoría.

Amman (2004) plantea que la muerte moviliza fuertes registros instintivos


vinculados a la actividad de los bajos niveles de conciencia que esta en
relación con:

a) La dificultad psicológica resultante del problema de la representación y


registro de uno mismo como muerto y,

b) El temor al dolor, al proyectarse imaginariamente la actividad de


registro más allá de la muerte y referido a la forma en que son tratados
los restos mortales.

Señala que en los dos casos mencionados, al suponerse que los registros no
cesan con la muerte, se genera un sistema de imágenes ilusorias que
ocasionan dolor y sufrimiento. El imaginar la propia muerte como registro de
actividades es fuente de sufrimiento; tiene que ver con la tensión que se
genera ante el tema y con el registro de posesión referido, en este caso, a
la posesión de uno mismo frente a la pérdida del cuerpo. Así es que esa
tensión genera sufrimiento. En algunos casos, la idea de relajación o
desposesión definitiva como pérdida total de los registros de tensión y,
consecuente desintegración del yo, genera el deseo de permanencia.
Siempre, en estos casos encontramos a la posesión en la base del
problema, igual que en los casos de la consideración de la muerte de los
otros.

Por otro lado, Rimpoché (1994) señala que es probable que la razón más
profunda de que temamos a la muerte, sea nuestra ignorancia: ignoramos
quienes somos, ignoramos cómo funciona nuestro psiquismo, ignoramos qué
es la muerte. Sofocamos nuestro miedo secreto a la muerte rodeándonos de

30
más y más bienes, más y más cosas, más y más comodidades, más y más
experiencias fuertes, hasta convertirnos en sus esclavos. Necesitamos todo
tiempo y energía para mantenernos y sobrevivir.

El poeta occidental Rainer Maria Rilke, citado en Rimpoché (1994) menciona


que nuestros más profundos temores son como dragones que protegen
nuestro más profundo tesoro. El temor a la muerte suscita en nosotros la
imagen de que nadie permanece. Así llegamos a descubrir, nuestra mayor
verdad, ya que nos induce a preguntar: ¿si todo muere y cambia, qué es lo
verdaderamente importante?; ¿existe algo con lo que podamos contar que
sobreviva a lo que llamamos muerte?

A pesar de los avances de la ciencia y la medicina, nada puede hacerse por


ahora para evitar el destino de la muerte del cuerpo. Ese es el destino de todo
cuerpo, se muere y punto. Para empezar a privar a la muerte de su mayor
ventaja sobre nosotros, podemos adoptar una actitud del todo opuesta a la
común; privando a la muerte de su extrañeza, frecuentémosla,
acostumbrémonos a ella; tengámosla presente en nuestros pensamientos. No
sabemos dónde nos espera así pues esperémosla en todas partes. Practicar
la muerte es practicar la libertad. El hombre que ha aprendido a morir ha
dejado de ser un esclavo. Tomemos conciencia de nuestra mortalidad de una
manera cotidiana y verdadera. de tal manera que logremos encontrarle un
sentido a la muerte, replantearse lo espiritual, reencontrarse con un Dios
olvidado o abrir paso a la reflexión y a la revisión interior de muchas
creencias, para quedarnos sólo con aquellas creencias que nos abran el
futuro, que nos arraigan a la vida y nos hacen resignificar el sentido de
nuestro ser.

Es evidente que a la mayoría de nosotros nos gustaría tener una muerte


apacible, pero también está claro que no podemos esperar una buena muerte
si nuestra vida ha estado llena de violencia, si nuestra mente ha estado
agitada principalmente por emociones como la ira, el apego o el miedo. Por lo

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tanto, si deseamos morir bien, hemos de aprender a vivir bien. Para ello,
debemos cultivar la paz en nuestra mente y en nuestra manera de vivir.

Reflexionar sobre la muerte tiene por objeto producir un auténtico cambio en


lo más hondo del corazón. Contemplar la muerte no tiene por qué ser
morboso ni terrorífico. ¿Por qué no reflexionar sobre la muerte: inspirados,
relajados y cómodos? ¿Por qué no reflexionar sobre la muerte cuando
estamos felices, sanos, confiados y seguros? Reflexionar sobre la muerte,
tomar conciencia plena de su inevitabilidad nos arraiga a la vida de una
manera que nos mantiene en un continuo de conciencia de muerte/vida.

En apoyo a lo anterior, Rimpoché (1994) menciona que cuanto más


reflexionamos, más desarrollamos una actitud de desprendimiento; es
entonces cuando se produce un cambio en nuestra manera de verlo todo,
resignificamos nuestro estar en le mundo.

Finalmente, Albert Schweitzer (1915, en Domínguez, 2008), Premio Nobel de


la Paz en 1952, propone que si queremos ser buenas personas de verdad,
debemos familiarizarnos con la idea de la muerte. Pensar en la muerte, nos
produce amor a la vida y esto nos lleva a sentir que cuando estemos
familiarizados con la muerte, podremos llegar a aceptar cada semana o cada
día como un don. Sólo cuando seamos capaces de aceptar así la vida,
podremos poco a poco ver como ésta se torna preciosa. Este planteamiento
es sin duda alguna coincidente con lo propuesto por la Filosofía Gestalt a
través de el presente estudio.

4.4. La conciencia de muerte/vida

Ayuda a la vida donde la encuentres, que es el camino hacia ti mismo


Albert Schweitzer

En “El Conocimiento Silencioso” de Carlos Castañeda (1998, en Domínguez,


2008), don Juan el gran brujo yaqui dice:

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“Sin una visión clara de la muerte no hay orden, no hay sobriedad, no
hay belleza. Los brujos se esfuerzan sin medida por tener su muerte
en cuenta, con el fin de saber el nivel más profundo, que no tienen
ninguna otra certeza sino la de morir. Este conocimiento da a los
brujos el valor de tener paciencia sin dejar de actuar, les da asimismo,
el valor de acceder, el valor de aceptar todo sin caer en la estupidez y
sobre todo, les otorga el valor para no tener compasión ni entregarse a
la importancia personal”…..”Los brujos dicen que la muerte es nuestro
único adversario que vale la pena. La muerte es quien nos reta y
nosotros nacemos para aceptar ese reto, seamos hombres comunes y
corrientes o brujos. La diferencia es que los brujos lo saben y los
hombres comunes y corrientes no.”

Sin embargo, los hombres comunes y corrientes podemos acceder a la


aceptación sin temor de la muerte en cuanto tomamos plena conciencia de su
inevitabilidad y con ello nos reconocemos como seres vivos, cuya vida tendrá
en algún momento un final.

Freud (1920) plantea que la vida sólo es una demora de la muerte, la dinámica
de la personalidad resulta del antagonismo entre el impulso de vida y el
impulso hacia la muerte. Para él, la pulsión de la muerte representa la
tendencia irreductible de todo ser vivo a retornar al estado inorgánico. Si
admitimos que el ser vivo vino después del no vivo y que surgió de él la pulsión
de muerte, está perfectamente de acuerdo con la fórmula según la cual, una
pulsión tiende al retorno de un estado anterior y por lo tanto, la meta de todo
ser vivo es la muerte.

Siguiendo esta línea de pensamiento, todo organismo muere por una pulsión
interna, pulsión de muerte, no es necesario que se involucre un factor externo
al ser, éste morirá por una condición interna. Así queda unida la pulsión de
autoconservación (de vida) con la pulsión de muerte. Se pueden distinguir las
dos pulsiones que dominan la vida anímica del ser humano, por un lado la
pulsión de vida o Eros y por el otro la pulsión de muerte o Tánatos. De tal
manera que la muerte y la vida se entienden como los dos elementos que

33
forman una unidad que no sólo se complementan sino que no podría existir el
uno sin el otro, no habría vida si no hay muerte y viceversa. Tener conciencia
de la muerte inevitablemente nos lleva a tener conciencia de la vida.

Retomando lo expuesto por Laura Perls (en Castanedo, 1983) durante la


Cuarta Conferencia Anual de la Academia Norteamericana de Psicoterapeutas,
con respecto a la naturaleza básica del hombre, ésta plantea que el problema
fundamental del hombre es el volver aceptable la vida para un ser cuya
característica consiste en tener conciencia de sí mismo como un individuo
singular por un lado, y tener conciencia de su mortalidad, por el otro. Lo
primero le da la sensación de gran importancia, lo segundo miedo y frustración.
Perls señala la dicotomía existencial del ser humano: el ser y el no ser, o el ser
y la nada. Señala que un ser que se encuentra suspendido entre estos dos
polos se mantiene en un estado de tensión y angustia inevitables, de los que
aparentemente no puede librarse. Afortunadamente propone que la única
forma de hacer frente al vivir y al morir reside en la creatividad, esta se halla
estrechamente vinculada a la toma de conciencia de la mortalidad: cuanto más
aguda sea la conciencia, mayor será la urgencia por producir algo nuevo, por
participar en la continua e infinita creatividad de la naturaleza. Es decir, a
mayor conciencia de muerte mayor será la urgencia de manifestarse en la
creatividad, de expresar la vida, de vivir en conciencia, en plena conciencia de
vida. La verdadera creatividad está estrechamente vinculada con la conciencia
de la mortalidad y del estar vivo. Esto es lo que hace que la vida sea vivible.

Por otro lado, la realidad de la condición humana es que siempre se está


esencialmente solo, su desafío es el de adaptarse a su singularidad, su
exclusividad. Asimismo, ninguna experiencia es más privada, más íntima, que
la muerte. Una persona, incluso rodeada de sus seres queridos, se desliza sola
de la vida conocida a lo desconocido. Frente a la propia muerte, la persona
puede enfrentar la perspectiva con espanto y desesperación, o puede empezar
a darse cuenta de que se es capaz de ocuparse de uno mismo.

Constantemente el ser humano esta inmerso en el flujo del cambio, y el


cambio, con frecuencia, se identifica con pérdida. Esta experiencia puede

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desencadenar en la persona una crisis, entendida como un suceso que crea
significativos problemas emocionales y que llevan a la persona a una profunda
introspección y revaloración de la propia identidad, valores y convicciones. Una
de las formas de responder a las crisis es una posición de trascendencia, la
cual significa que la persona puede ir más allá de la pena y la pérdida para
reorganizar su vida en una forma nueva, significativa y creativa. Esta postura
requiere de una apertura al cambio de tal manera que se enfoquen como
oportunidades para obtener mayor profundidad como persona, para descubrir
más acerca de uno mismo y para resignificar su ser.

La pérdida más absoluta y contundente es la muerte de uno mismo. Enfrentar


esta realidad de forma inesperada e inevitable se entiende como situación
límite. La respuesta de trascendencia ante esta confrontación con la propia
muerte puede provocar en la persona un “darse cuenta” de su propia muerte
(conciencia de muerte) y arraigarlo a la vida de forma que el “aquí y ahora” se
convierta en la premisa básica del vivir (conciencia de vida).

Para la gestalt la naturaleza humana es flexible, por una parte ya está


determinada por su condición biológica y por el otro está creándose
constantemente según las circunstancias. Lo dado por la naturaleza son
aquellos aspectos que nos definen y son comunes en todos los seres
humanos, lo que es propio de cada ser humano, son las estructuras que
organizan nuestra vida es decir, la autorregulación del organismo, la
formación de la gestalt y la relación figura-fondo, la determinación espontánea
y los procesos de funcionamiento libre (Latner, 2007).

Es así que el hombre no es en esencia ni bueno ni malo, tiene una forma de


ser que se desprende de su misma constitución, es su constitución. Lo mejor
para cada ser humano es ser lo que le es intrínseco. Ser humano consiste en
vivir de acuerdo con estas estructuras que son las mismas cualidades
humanas. El desafío de cada ser humano consiste en encontrar una forma de
realizar satisfactoria y creativamente su humanidad.

35
Para que el organismo se mantenga en vida requiere de crear (figura) y
destruir, este proceso es agresivo y no se presenta aislado, exige la
participación activa del ser humano. La formación de una gestalt es un acto de
creación, su desaparición es un acto de destrucción, siendo ambos actos
agresivos necesarios para la vida. Para que se inicie el proceso de formación
de figura es necesaria la excitación, que es el término para referirnos a la
manifestación de energía en los niveles fisiológicos y de experiencia. La
excitación es lo referente a la actividad de nuestro organismo, es una función
metabólica, es la energía disponible y liberada para asegurar nuestra
supervivencia, necesaria para buscar alimento para respirar, imprescindible
para la vida. Es la energía de la función normal de nuestra actividad motora y
sensorial en el proceso vital. Es la energía en el punto cero.

La excitación general se percibe como la sensación indiferenciada de sentirse


vivo. Es cuando la excitación del organismo fluye hacia una figura, gestalt en
formación, que se experimentan las emociones. Las emociones son las
correlaciones de la experiencia de la energía del organismo organizada en
torno a una gestalt en vías de formación.

La excitación es una función de la figura, de la situación y de su


desenvolvimiento. Sus manifestaciones fenomenológicas (las emociones, la
experiencia de la energía y de estar vivo) proceden tanto de la unificación del
organismo como de su realidad. El concepto de excitación para la perspectiva
gestalt es integradora y no incluye objetos: la energía es parte de la
interacción de los aspectos del campo.

La excitación y el contacto, que fluyen libremente, son móviles y de energía


constante cuando tienen un buen funcionamiento, si se detiene el flujo de la
excitación y del movimiento, que constituyen el proceso del vivir, el ser
humano se vuelve opaco y sin vida, inmóvil y sin respuesta al ambiente.
Cuando el organismo actúa libremente se mantiene en una constante

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adaptación y volviendo a estar en contacto con el ambiente. La existencia es
este fluir.

Cabe mencionar que la formación de la gestalt termina con la creación de un


todo unificado de significado y actividad como resultado de la satisfacción de
las necesidades del organismo, cuando este proceso inicia nos encontramos
en la indiferencia creadora, siendo este el punto cero. Antes de formar figura
nos encontramos en un momento donde debemos diferenciar las
posibilidades que tenemos. La diferenciación es el proceso de separar las
posibilidades en opuestos, en polos. No es posible estar concientes de estas
distinciones sin percibir su naturaleza polar. Estas polaridades están
profundamente arraigadas en el funcionamiento del organismo. La formación
de la gestalt es en sí misma la organización de un conjunto en los polos de
figura y campo. La relación de los opuestos consiste en que la existencia de
uno, necesariamente exige la existencia del otro. La interacción entre los
opuestos funciona como un proceso dialéctico. Los opuestos llegan a
distinguirse y a oponerse, después cuando entran en conflicto, se logra una
solución que une a ambos polos para formar una figura más importante que la
simple combinación de los opuestos, es una creación nueva. Cuanto más
fuertes sean las polaridades, más significativa es la síntesis. “Cuanto mayor
sea el contraste mayor es el potencial. La energía intensa sólo procede de
tensiones proporcionalmente grandes entre los opuestos” (Jung, en Latner,
2007, p. 37). De esta forma la dialéctica es una concepción holística de las
diferencias. Los polos de la figura y el fondo se disuelven dentro del campo y
se llega de nuevo al punto de equilibrio, al punto cero.

Finalmente, Hans Küng (1997) en Fonnegra (2001) señala que un encuentro


próximo con la muerte puede producir un auténtico despertar, una
transformación en toda nuestra actitud ante la vida. Sólo el ser humano, entre
todos los seres vivientes, tenemos conciencia de nuestra mortalidad, y esto
es, entendiéndolo bien, un gran don y al mismo tiempo una gran tarea. Quien
no trata de olvidar su muerte, sino que la asume conscientemente, vive de un
modo distinto. Quien no rehuye su propia muerte en el futuro lejano de la

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“hora de la muerte”, sino que la practica a lo largo de la vida, tiene otra actitud
fundamental ante la vida. Por lo anterior la aportación de la Filosofía Gestalt
es importante para promover en las personas la conciencia de muerte y con
ella la conciencia de vida, siendo ambas coexistentes.

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5. LA FILOSOFÍA GESTALT, LA CONCIENCIA DE MUERTE/VIDA Y LA
RESIGNIFICACIÓN DEL SER

“No hay más que un problema filosófico verdaderamente serio: el suicidio.


Juzgar que la vida vale o no vale la pena de que se viva es responder a la pregunta
fundamental de la filosofía”
Albert Camus, 1982.

La filosofía es la ciencia que estudia el pensamiento humano y que nos permite


dar cuenta de la diversidad en cuanto al devenir del mismo, de ahí que hablar
de la filosofía es esclarecer la forma de percibir el mundo, la vida, la existencia,
el amor, la muerte y toda aquella experiencia que sea propia del ser en su mas
amplio sentido.

La Filosofía Gestalt se define como la corriente filosófica que estudia al Ser,


tanto ontológica como holísticamente y se basa en la teoría del conocimiento,
la lógica, la metafísica y los valores éticos y estéticos, con el objeto de facilitar
en el ser humano la expansión de su consciencia para que llegue a ser lo que
quiera ser con responsabilidad y logre, asimismo, el cierre de asuntos
pendientes, vivir en armonía consigo mismo, con el otro y con su medio
ambiente, mejorar su calidad de vida y la de sus semejantes, aceptando su
temporalidad, asumiendo y respetando que todos los seres vivos somos parte
integral de la naturaleza (Salama y Ortiz, 2009).

Desde este punto de vista entendemos a la Filosofía Gestalt como el análisis


racional que estudia al ser humano desde un punto de vista holístico, es decir
total, no segmentado. Para ello se ocupa de su ontología, su esencia y su
existencia. Esta encaminada a que el hombre tenga conciencia del ser, de ser
persona, de ser uno mismo con responsabilidad para asumir el cuidado de su
vida en armonía yo-tú/yo-mundo y para cerrar situaciones inconclusas, en el
lenguaje gestáltico hacer cierres y por consiguiente hacer figura, lo que permite
reconocer un conjunto de sensaciones dándoles significado.

Guillén (2014) propone los siguientes principios que sustentan la Filosofía


Gestalt:

39
1ro.
Asume la posición vivencial de la filosofía, desde el aquí y el ahora existencial.
2do.
Se desarrolla en un sentido individual o colectivo desde una cosmovisión
gestáltica, siempre en una temporalidad presente.
3ro.
Se convierte en la oportunidad de unir dos cosmovisiones (la oriental y la
occidental) aparentemente opuestas y gestar nuevas interpretaciones a favor
del desarrollo humano. Es por esa razón que el ser humano es concebido
como una totalidad, que tiene la capacidad de reconocerse a sí mismo y su
entorno, por lo que vive su existencia con valores éticos y estéticos, reconoce
su finitud y se hace responsable de sus necesidades, emociones, creencias y
acciones. El ser humano reconoce al planeta como un ser vivo y como su
hogar, por lo que él es la expresión de la naturaleza.
4to.
El razonamiento que utiliza la Filosofía Gestalt es el pensamiento reflexivo, de
tal forma que sobre una misma realidad, las personas perciben aspectos y
contextos distintos y para ampliar nuestra mirada sobre la realidad, la debemos
complementar con otras miradas, de ahí que sea necesario la especialización
para poder mirar y analizar de mejor manera la realidad.
5to.
La Filosofía Gestalt recorre el pensamiento heideggeriano, del Dasein y la
concreta en la persona, en el existente que se relaciona ética y
comprometidamente con el heme aquí leviniano, con ese otro, diferente, al que
solo mediante la epojé husserliana es posible conocer y no proyectar sobre el
otro lo que es propio.
6to.
La Filosofía Gestalt conocedora de que cada individuo vive su mundo de
manera subjetiva y lo percibe con ciertas cualidades a partir de su cosmovisión,
partiendo del sentido lato de la filosofía, no cuestiona si lo que la persona
piensa de su mundo es verdadero o falso, ya que para la persona que lo vive y
lo experimenta lo asume como verdadero (Descartes, Kant), sino que la
Filosofía Gestalt parte exactamente de esta vivencia existencial y utiliza la
epoje husserliana para dar cuenta de esa vivencia.

40
7mo.
La Filosofía Gestalt enmarca el estudio del hombre a partir de las relaciones
que este mantiene con la naturaleza, a partir de su animalidad (organismo) en
el campo/entorno, como una parte muy pequeña (por no decir ínfima) del
campo. Estas relaciones son las que conocemos como experiencias. El ser
humano que propone la Filosofía Gestalt reconoce al planeta tierra como un
ser vivo y como su hogar, por lo que él es la expresión de la naturaleza.
8vo.
La propuesta ecológica de la Filosofía Gestalt es que el hombre, al relacionarse
con la naturaleza, lo haga de forma recíproca, como dos seres vivos, con
respeto a la antropo-bio-diversidad. Si esta fuera la filosofía que todos los seres
humanos asumiéramos, las ansias de poder, de explotar y de consumir
cesarían si estas ponen en peligro a otros seres vivos.
9no.
La propuesta de la Filosofía Gestalt con respecto a la antropo-bio-diversidad
se hace desde el marco axiologico que plantea la Filosofía Gestalt: amor,
responsabilidad, respeto, honestidad y autoestima. Este marco axiológico
permite diferentes caminos pero siempre desde la mirada ética del respeto a la
singularidad.

Por otro lado, para la Filosofía Gestalt, el ser humano es una totalidad, no la
suma de sus partes. Es un organismo/energía compuesto de polaridades que
intercambia con su medio ambiente de manera nutritiva o tóxica, dependiendo
del tipo de relaciones que ha aprendido a establecer. Pone el acento en la
vivencia humana y considera que el aquí y el ahora son siempre continuos.
Considera que el existir es una experiencia de vida, subjetiva por lo que no se
puede universalizar al hombre mediante la razón sino singularizarlo mediante
su existencia.

En lo referente a la experiencia de muerte, la Filosofía Gestalt nos propone


visualizarla como una experiencia totalizadora que puede llevar al ser a no
mantenerse segmentado y durante la etapa final de su vida tener conciencia de
sí mismo y responsabilizarse tanto de su propia vida como de su propia
muerte. Encaminar la toma de conciencia durante el reconocimiento de lo

41
inevitable de la mortalidad facilita al ser llevar a cabo cierres de asuntos
inconclusos que pueden generarle sufrimiento y bloquearle su posibilidad de
vivir en armonía consigo mismo, con el otro y con su medio ambiente de
manera satisfactoria para alcanzar una óptima calidad de vida.

Cabe mencionar que para la Filosofía Gestalt la calidad de vida se entiende


como la percepción del individuo sobre su posición en la vida dentro del
contexto cultural y el sistema de valores en el que vive y con respecto a sus
metas, expectativas, normas y preocupaciones. Es un concepto extenso y
complejo que engloba la salud física, el estado psicológico, el nivel de
independencia, las relaciones sociales, las creencias y la relación con las
características sobresalientes del entorno (Salama y Ortiz, 2009).

La palabra gestalt significa literalmente configuración, forma y es el término


utilizado por la Psicología de la Forma para describir el fenómeno de la
percepción como captación inmediata de una configuración significativa. La
experiencia de muerte inminente orilla al ser a una vivencia de captación
inmediata y a la configuración significativa de su corporalidad separada quizás
de su espiritualidad. Esta experiencia puede llegar a ser una experiencia límite,
de quiebre, que imponga al ser a percibirse a sí mismo como un ser totalizado
y no segmentado, a arraigarse a la vida y a reconocerse en la experiencia del
aquí y el ahora, que le lleve a tomar conciencia de muerte/vida y resignificar su
ser.

La gestalt es, lo que permite reconocer un conjunto de sensaciones como algo


significativo o, dicho de otra manera, es aquello en virtud de lo cual hay
percepción. En la medida que el ser reconozca para sí mismo las sensaciones
que acompañan a la experiencia de muerte será que sean estas tan
significativas que lo hagan realmente habitar su cuerpo aún vivo.

Cuando se crea una gestalt se experimenta un rápido insight, es decir, surge el


darse cuenta, se comprende y se aprende: el verdadero insight se caracteriza
por la reproducción de una nueva conducta. Es importante que la experiencia
límite pueda reproducir una nueva conducta en el ser, que lo enriquezca y lo

42
mantenga en un estado de experiencia de bienestar interno. Este estado lo
llevará a estar en equilibrio consigo mismo, con los otros y con el medio
ambiente.

El campo o experiencia consciente, es decir, el medio ambiente conductual se


descompone en figura y fondo. Un todo organizado, como una figura siempre
será o llegará a ser tan regular, simétrica, simple y estable como lo permitan las
condiciones prevalentes; ésta es la Pregnancia (significatividad). Dicha
significatividad se logra a través de la constante movilidad que se establece
entre la figura y el fondo hasta que ambas se integran en una sola gestalt y se
permite el cierre. La experiencia de muerte lleva a la persona a dirigir su
atención quizás sólo en la figura al estar atento sólo a los síntomas físicos y
sus respectivos deterioros en lugar de integrar dichas figuras en el fondo que
será la experiencia misma de estar vivo. En la medida que la persona logra
integrar figura y fondo en la experiencia de muerte, esto dará lugar a la
significatividad de la muerte es decir, la toma de conciencia de la muerte como
elemento intrínseco al haber estado vivo. De tal forma que un problema no
resuelto como podrá ser la resistencia, la negación, la inconformidad por la
propia muerte, o una tarea específica no aprendida es una gestalt incompleta
que origina tensión, al resolver el problema se efectúa el cierre y se descarga
la tensión.

El discernimiento significa la solución repentina a un problema, contrasta con el


aprendizaje por ensayo-error en que la solución a un problema se aprende
gradualmente y no de una forma repentina. De ahí la necesidad de
implementar estrategias dirigidas al discernimiento de la propia muerte en el
ser humano a fin de que tome conciencia de su mortandad y por ende de su
estar vivo.

De acuerdo con Perls (en Fagan, 2008) existen dos necesidades


fundamentales en el ser humano: la necesidad de sobrevivir y la necesidad de
crecimiento. Llenando estas dos necesidades, nuestra percepción está dirigida
a proporcionar significado a la situación. Contradictorio con este planteamiento
es que el reconocimiento de la necesidad de sobrevivir lleva implícito la finitud

43
de la vida humana. En consecuencia, la manera en que captamos un objeto es
relativa a la forma que acabamos de describir. En esta configuración, existe
un centro de interés que se conoce como figura, mientras que el resto del
campo toma la forma de fondo.

La filosofía básica de la gestalt es la diferenciación e integración del ser en la


naturaleza. La diferenciación conduce por sí misma a polaridades. Como
dualidades, estas polaridades lucharan entre sí y se paralizarán mutuamente.
Pero al integrar rasgos opuestos, completamos nuevamente a la persona.
Entonces, dicha persona tendrá la posibilidad de ver la situación total (una
gestalt) sin perder los detalles. De este modo, obtiene una mejor perspectiva
que le permite enfrentar la situación mediante la movilización de sus propios
recursos. El enfrentamiento inesperado ante una situación límite, como puede
ser el riesgo de una muerte inminente, se entiende como una situación
mediante la cual se movilizan los recursos de la persona y poder ver tal
situación como una gestalt. Claro está que en el enfoque gestalt la vida y la
muerte pasarán de ser vistas como polaridades a experimentarse como
elementos del mismo fenómeno muerte/vida.

Nada existe sin tener en cuenta el concepto del aquí y ahora. Pero para sentir y
experimentar este aquí y ahora en las vivencias, se comienza a trabajar con
sensaciones, con la experiencia sensorial de la persona, esta es la división
fenomenológica del enfoque gestalt. El pasado es una memoria que tenemos
en el presente y el futuro es una fantasía que también vemos en el presente.

El enfoque gestalt es existencial debido a que pone su mayor atención en la


existencia total del ser, describiendo las estructuras de la experiencia tal y
como se presentan en la conciencia. Por otro lado, la fenomenología debe
hacer visible lo oculto en la experiencia común diaria. Heidegger propone
nuevas perspectivas y nuevos conceptos dentro de la fenomenología de
Husserl. Da una connotación pura la cual quiere decir fenomenología
trascendental, pero asimismo trascendental esta aludiendo a la subjetividad del
sujeto cognoscente.

44
La fenomenología trata de conservar las vivencias de la conciencia, como
cambio temático y de una manera más sistemática. Y a la vez proyectando
sólidamente la estructura de los actos vivenciales. De ahí que se origina la
propuesta del ciclo de la experiencia de la gestalt.

De acuerdo a Tugendhat (2008) la angustia ante la muerte puede describirse


como las situaciones en las que tenemos conciencia de tener que morir de
inmediato o pronto en las que nos deberíamos concentrar en primer lugar en la
pregunta sobre en qué radica la angustia ante la muerte.

La muerte es el fin de la vida y, si se aproxima en breve, la persona puede


asustarse de cómo ha vivido hasta ahora, y eventualmente, entrar en pánico
acerca de cómo puede rectificarla en el poco tiempo que le queda. Así como le
sucede a Ivan Illich (Tolstoi, sin fecha). La otra angustia: la angustia de tener
que morir, ante el acabar.

El filósofo norteamericano Thomas Nagel, al final de su libro Una Visión de


Ningún Lugar (en Tugendhat, 2008), describe lo que significa para él la
conciencia de tener que morir y, en ello, juega un importante papel esta idea de
que la angustia se refiere a que uno se disuelva en la nada. Nagel expone
una segunda descripción de la angustia ante la muerte: lo que le parece a uno
insoportable es la idea de que uno mismo acabe, que cese la conciencia y, con
ello, el mundo propio.

Puede decirse entonces que, ya que los hombres siempre quieren seguir
viviendo, tiene que parecerles insoportable la idea de dejar de vivir. Es natural
decir, una población de seres que tenga conciencia de su futuro se extinguiría
sí, en general, no quisieran siempre seguir viviendo. Para poder sobrevivir,
tendrían, por tanto, que estar previstos de la necesidad de siempre querer
seguir viviendo. Ésta es la hipótesis biológica planteada por Tugendhat.

Los dos tipos de angustias ante la muerte descritas se revelan como


consecuencias comprensibles de la hipótesis biológica: es la angustia ante el
acabar una consecuencia inmediata y la angustia ante el no ser, una

45
consecuencia mediata por la angustia ante el acabar. Queda explicado por la
hipótesis biológica por qué la angustia ante la muerte, aunque sea un
sentimiento normal, no se da entre los hombre incondicionalmente sin
excepción. Nos dejaría insatisfechos tener que constatar simplemente que es
un hecho desconectado de la conciencia. Los hombres pueden superar esta
angustia, y esto se tornará importante más tarde, pero normalmente la tendrán
inicialmente.

De la mano van la voluntad de seguir viviendo y la angustia ante el acabar,


siempre paso a paso. Se puede aclarar fácilmente que, así como la angustia de
morir pronto está en función de la supervivencia, asimismo, la angustia de
morir alguna vez sería no funcional para ella, pues sólo repercutirá en la
voluntad de vivir, paralizándola.

La hipótesis biológica permite comprender por qué el ámbito primario de la


angustia ante la muerte es la angustia ante la muerte dentro de poco.

Al abordar Rilke (en Tugendhat, 2008) la muerte como despedida ultima, la


sitúa en una serie de otras despedidas y, asimismo, cuando se designa la
muerte como pérdida de vida, se la sitúa en una serie de otras perdidas.
¿Puede uno despedirse de la vida? El ser y su vida no son dos cosas que
puedan separarse. Evidentemente, no “se tiene” la vida en un sentido
comparable a tener cualquier otra cosa. La vida no se le puede quitar a un
sujeto, porque entonces éste deja de ser. La angustia ante la muerte
presupone la comprensión de dos cosas para las cuales se tiene que tener
lenguaje y conciencia del tiempo: la no existencia y el ser algo inminente. La
pérdida de la integridad física se trata de una angustia general de pérdida, que
también incluye la muerte, pero que no se refiere a ella directamente.

Lo que se llama la hipótesis biológica se aplica, de manera análoga, a la


angustia vegetativa de muerte. Así como para los seres vivos para los que es
inminente su muerte, sobre la base de la conciencia del tiempo que tienen,
serían incapaces de vida si no tuvieran normalmente temor de la muerte dentro
de poco, ni los hombres ni los otros animales podrían sobrevivir si no tuvieran

46
esta angustia ante una amenaza física difusa. Como es natural, esto no
excluye el que, tratándose de personas, en el caso de una amenaza grave,
puedan vincularse la angustia vegetativa y el temor ante la muerte, pero, desde
el punto de vista conceptual, se pueden distinguir claramente.

¿Se debe decir que la muerte es la máxima pérdida que se puede


experimentar? La muerte, si se la compara con otras pérdidas, es única por su
estructura, puesto que afecta a la existencia del sujeto mismo, y no a algo que
el sujeto tenga. De ello no se sigue, sin embargo, que la propia vida sea lo más
importante que se tenga. Cómo deba uno comportarse frente a la angustia ante
la muerte se relaciona estrechamente con la pregunta más amplia acerca de
cómo debe comportarse, en general, con respecto a la angustia ante la
frustración.

Los seres humanos tienen, porque pueden hablar y, por eso, objetivar, a
diferencia de otros animales, esta capacidad de relacionarse con sus
sentimientos: en lugar de dejarse invadir por ellos, puede intentar asignarles un
valor dentro de todo lo que, por lo demás, tiene o puede tener valor para ellos
y, así, relativizarlos.

Otro elemento ante la muerte es el horror acerca de cómo se ha vivido, el sentir


horror de haber desperdiciado la vida. Pero la muerte no es lo que viene tras el
fin de la vida, sino que es este fin; y si uno sabe o, incluso, tan sólo supone que
morirá pronto, la vida puede ganar una seriedad más profunda. Cuando nos
damos cuenta de la posibilidad de morir pronto, nos vemos confrontados
precisamente con la propia vida como tal.

De cara a la muerte, pasan inevitablemente a segundo plano los intereses


particulares: la muerte es el fin de la vida y, sólo por accidente, el fin de tal o
cual actividad. El contraste no es, por tanto, entre la muerte y la vida, sino entre
estar relacionado con la muerte y con la vida, por una parte; y con diversas
actividades, por otra. Es este contraste el que Heidegger tenía a la vista con su
par de conceptos de vida auténtica e inauténtica (en Tugendhat, 2008).

47
La pregunta más amplia del ser, de por qué se dedica a determinada actividad
y qué importancia tiene en su propia vida, ante la posibilidad de morir toma
conciencia de la brevedad del tiempo que le queda, se topa con la pregunta
práctica más amplia: ¿Cómo quiero vivir?

Se anticipan aquí dos preguntas, primero, si esta polaridad entre estar distraído
y estar centrado es en realidad constitutiva del ser humano y, segundo, si el
tener conciencia de la posibilidad de morir es la condición necesaria para estar
centrado.

La muerte, dice Kierkegaard (en Tugendhat, 2008), es el maestro de lo serio.


Siempre podemos plantear la pregunta de cómo es bueno vivir sin remitirse a
la muerte, pero resulta difícil imaginarse cómo se presentaría la pregunta si la
muerte no estuviera en el trasfondo. La perspectiva de la muerte hace que
tengamos conciencia de tener sólo tiempo limitado y que tengamos que
establecer prioridades.

Cómo se deben contemplar en su relación los dos horrores, el existencial sobre


la vida y el cuasi ontológico sobre su fin, la confrontación con el acabar y el
tránsito al no ser. No todo el que dice sí a la vida vivida lo hace estando
conciente de la pregunta práctica y, en todo caso, la disposición a este horror
existencial no aparece de modo tan general como la disposición al ontológico.
No hay nada en él que lo haga forzoso, de manera análoga a como sí lo hay en
la hipótesis biológica.

Sólo puede haber una relación entre ambos horrores en el sentido de que es
de suponer que la conciencia de no haber vivido como se quería, tiene que ver
precisamente con el propio olvido del hecho de poder morir en cualquier
momento.

Cómo debe comportarse uno con respecto a la angustia ante la muerte, de


cómo puede asumir la muerte en su vida, y con ello se relaciona la pregunta
más general de cómo es posible, en suma, integrar las pérdidas y frustraciones
de la vida.

48
Uno puede intentar relativizar todas las demás frustraciones con respecto a
otra cosa que le pertenezca; no obstante, también se las puede relativizar de
modo que uno se relativice a sí mismo en relación con otra cosa y en relación
con el mundo. A la muerte, en cambio, no se la puede relativizar más que de
esta segunda manera, y en ello radica la importancia que le corresponde a la
idea de la muerte para sobreponerse también a las otras frustraciones.

Nagel (en Tugendhat, 2008) propone dos descripciones de la angustia ante la


muerte: la primera, parece aterrador disolverse en la nada, y la segunda, la
idea de que parece aterradora es la de que yo acabe y, por tanto, también mi
mundo.

Si, por tanto, se consigue desplazar la medida de la importancia de sí mismo a


otra cosa, retrocede la angustia de acabar. Antes se habló de una
descentralización en que una persona se recoge frente a la diversidad de sus
intereses, y se concentra en su mismo punto central. Ahora se sugiere que esta
centralización, la reflexión sobre sí, puede conducir, a la vez, a que se preste
atención a lo que no soy y a lo que no me pertenece. Esta centralización se
transforma en una descentralización. Uno se ha instalado en el mismo punto
central de uno mismo, y en éste se le muestra que es sólo un punto central
entre muchos, en consecuencia, toma conciencia de su insignificancia.

Parecemos estar tan profundamente enraizados en nuestra base biológica, que


esta angustia no se puede disipar con el conocimiento de que el estar limitado
no tendría porque tener en sí nada de espantoso. De tipo muy distinto es la
suspensión de la angustia que se produce en la relativización de sí mismo.
Esto ya no es un argumento, sino un paso real, un darse la vuelta, y este darse
la vuelta parece que precisamente sólo es posible si uno primero ha asumido la
angustia ante la muerte, y se ha aceptado en su base biológica.

Desde una perspectiva gestáltica un fenómeno existe únicamente cada vez,


dicho fenómeno es vivenciado por la persona a través de la sensopercepción.
Son los sentidos los que nos permiten experimentar el mundo, hacemos

49
contacto con nosotros mismos por medio de nuestros cuerpos y nuestras
emociones, a este fenómeno se le llama experiencia. Por otro lado es
pertinente señalar que sólo un fenómeno puede ocupar el primer plano, cada
vez. Tal premisa se basa en la organización perceptual en figura-fondo que
provoca una experiencia interna del propio cuerpo y las emociones propias, el
flujo y el cambio que surgen de los sucesos dentro de cada persona y que se
colocan en primer plano (figura) para después volver al fondo. A la
experimentación del ser a través de los sentidos se le llama conciencia básica.

Perls señala (2003) que la conciencia (en inglés awareness) es la manera que
se tiene de distinguirse a uno mismo y al mundo. Es de carácter subjetivo
debido a que no se puede percibir la conciencia, sólo se conoce por el otro la
conducta observable. La conciencia es una experiencia interna del propio
cuerpo y de las emociones. La conciencia se da en el presente, cuando se une
la atención y la conciencia es que se esta en el ahora. La conciencia que tiene
cada persona de sí misma es el estado constante de llegar a ser tal persona, y
constituye el flujo de la conciencia es decir, la conciencia continua.

La conciencia intermedia se define como aquella que bloquea la experiencia y


la percepción pues involucra los procesos intelectuales que suelen imposibilitar
experimentarse a uno mismo y al mundo.

La conciencia continua es la base para ser responsable de uno mismo y


permite el descubrimiento continuo y la comunicación, el flujo interno de los
acontecimientos es el estado humano natural, el estar en el mundo permite al
hombre distinguirse a sí mismo como separado y al mismo tiempo como parte
del mundo, en un continuo. Cuando se esta con el medio continuo de la
percepción, de la conciencia continua es cuando se permite que las cosas
ocurran sin la necesidad de controlar los fenómenos. De esta forma se permite
que el contacto sea. El contacto con uno mismo y con el mundo. Los seres
humanos se tocan el uno al otro al ser lo que honradamente son, con su poder
y su vitalidad. Se mantiene el continuo perceptual, el continuo de conciencia, la
conciencia es todo. Hegel (1987 c.p. Pereyra, 2005), ha explicado que el
individuo adquiere la conciencia de sí mismo solo y a través del otro. Afirma

50
que se es en tanto se es reconocido. Ese reconocimiento se gesta para Sartre
(1968 c.p. Pereyra, 2005) a partir de la “mirada”, es en los ojos de los demás
donde se descubre el sí mismo. Es suficiente que el otro me mire para ser lo
que soy. La mirada me objetiviza y concede la conciencia de ser. Laing (1985)
sostiene la tesis de la complementariedad y la confirmación. Señala que todas
las identidades requieren de otro, otro en cuya relación, y a través de la cual,
se realiza la identidad de cada Yo. En la construcción de la imagen de sí
mismo, la confirmación juega un rol decisivo, cuando reconoce y acepta al otro.
La confirmación de la persona que positivamente construye la imagen de sí
mismo es en sí una experiencia sensoperceptual, una gestalt.

El continuo de la conciencia para Castanedo (2000) es el proceso de formación


continua de gestalten, se organiza la experiencia en figura-fondo y es la figura
lo que permite tomar contacto con la experiencia misma para después formar
parte del fondo de tal manera que la siguiente gestalt pueda formar figura. El
único momento en que son posibles la experiencia y el cambio es cuando se
establece el contacto con la situación actual. Es el contacto el fenómeno que
tiene lugar en el límite entre el organismo y su entorno. La flexibilidad del límite
es el continuo de la conciencia donde los cambios y el crecimiento son
constantes aumentando la posibilidad de encontrar puntos en común con el
otro que facilitan la comunicación.

Con respecto a la conciencia en relación con la naturaleza esencial del hombre


Laura Perls (en Castanedo, 2000) señala que el problema básico de la vida del
ser humano es cómo hacer que la vida sea vivible para un ser cuyo rasgo más
importante es, por una parte, la conciencia de sí mismo como individuo único, y
por otra, la conciencia de su propia mortalidad. Oscila entre estos dos extremos
en un estado de inevitable tensión y ansiedad que parece imposible de aliviar.

El objetivo de las enseñanzas del budismo zen con respecto a esta disyuntiva
humana es precisamente que el hombre se dé cuenta de lo que es vivir y morir,
de lo que son el compromiso y la indiferencia. En el occidente, el neurótico es
el hombre que no puede aceptar la idea de su propia muerte y que, por lo
tanto, no puede vivir plenamente como ser humano.

51
La Filosofía Gestalt otorga importancia a la conciencia y establece las bases
para clarificar una manera de desarrollar las funciones de apoyo necesarias en
el ser para poner en marcha un proceso de ajuste creativo auto-perpetuante
que ofrece la única posibilidad de hacer frente a la experiencia de morir, y por
lo tanto, a la de vivir.

La esperanza tal y como la define Pereyra (2005) constituye una fortaleza


integrada a la virtud de la trascendencia. La esperanza se considera una
emoción y un pensamiento positivo relacionado con el futuro –junto con el
optimismo, la fe y la confianza-, que constituye un componente esencial en el
constructo de la felicidad humana.

La esperanza es compatible con una construcción optimista, productiva y


biofílica de orientación hacia el futuro, abierta a lo nuevo y a lo posible, que
valora la libertad del individuo y lo ayuda a desarrollar su capacidad de
afrontamiento adecuado y efectivo. La esperanza realiza una función
integradora y globalizante de la experiencia humana, trasciende toda frontera,
aún las de la vida y la muerte.

La felicidad es una condición vital que cada persona debe preparar, cultivar y
defender individualmente. Las personas que saben controlar su experiencia
interna son capaces de determinar la calidad de sus vidas, eso es lo más cerca
que podemos estar de ser felices. Castanedo (2005) señala que el bienestar
subjetivo se relaciona con la evaluación cognitiva-afectiva que la persona hace
de su vida. Las características de la calidad de vida se han atribuido a amar a
los otros, el placer y la auto-conciencia (awareness). La felicidad es una meta
intrínseca que la gente busca por su propio bienestar, es la línea base de todo
deseo. La felicidad incluye la experiencia de la alegría, del sentirse bien y de la
sensación de que la propia vida vale la pena vivirla.

Otros de los enfoques sobre el bienestar subjetivo o felicidad, dirigidos a


mejorar la calidad de la experiencia son, por un lado las aportaciones de
Maslow (2001) con respecto a la autorrealización y las de Seligman (1991) (c.p.
Castanedo, 2005) y el optimismo aprendido.

52
Csikszentmihalyi (1997) propone la experiencia de flujo que experimentan las
personas con personalidad autotélica, que se describe como una experiencia
placentera que vale la pena por sí misma, aunque no tenga consecuencias
externas. La experiencia óptima depende de la capacidad de controlar lo que
sucede en nuestra conciencia momento a momento, cada persona lo consigue
basándose en su propio esfuerzo y creatividad. El flujo va a examinar el
proceso de conseguir felicidad gracias al control de nuestra vida interna. El
estado óptimo de experiencia interna es cuando hay orden en la conciencia.
Esto sucede cuando la energía psíquica (o atención) se utiliza para obtener
metas realistas y cuando las habilidades encajan con las oportunidades de
actuar, la búsqueda de un objetivo trae orden a la conciencia porque una
persona debe concentrar su atención en la tarea que está llevando a cabo y
olvidarse momentáneamente de todo lo demás. El flujo es la manera en que la
gente describe su estado mental cuando la conciencia está ordenada
armoniosamente. Es necesario entonces aprender a conseguir el dominio
sobre la conciencia que nos conduce al control sobre la calidad de la
experiencia y del vivir.

La conciencia es el resultado de procesos biológicos que existe sólo gracias a


la complejidad del sistema nervioso central humano. La función de la
conciencia es representar la información sobre lo que está sucediendo dentro y
fuera del organismo de tal modo que el cuerpo pueda evaluarla y actuar en
consecuencia. La representación de la conciencia es un modelo
fenomenológico pues trata directamente con los eventos tal y como se
experimentan e interpretan.

Se entiende por experiencia óptima aquellas situaciones en las que la atención


puede emplearse libremente para lograr metas de una persona, llamadas
también experiencia de flujo. Cuando una persona es capaz de organizar su
conciencia para experimentar flujo tan frecuentemente como le sea posible, la
calidad de vida mejora inevitablemente. En el flujo la persona tiene el control de
su energía psíquica y todo lo que hace añade más orden a la conciencia. La
experiencia de flujo se entiende como una profunda concentración, un

53
equilibrio entre los desafíos y las habilidades, un sentimiento de control y un
sentimiento de satisfacción.

La Filosofía Gestalt parte de una cosmovisión, fenomenología existencial,


posmodernista, intersubjetiva y relacional que conceptualiza al ser humano
como una totalidad, incluyente e indivisible con el entorno, en un campo
fenoménico, en la frontera de contacto, en donde se co-crean a cada momento
organismo y entorno, durante toda la vida alimentándose mutuamente. Bajo
esta perspectiva no se le puede considerar al ser humano como un ser aislado
ni tampoco como parte de un sistema sino como una totalidad (Mora, 2015)

La Filosofía Gestalt se centraliza en la experiencia, que es lo que se considera


real, todo lo demás son abstracciones. Cuando se está en la experiencia, no
caben las teorizaciones, y cuando se esta teorizando no se encuentra en la
realidad, por lo tanto, se considera que la persona está bloqueada.

La Filosofía Gestalt propone un proceso reflexivo de la experiencia presente,


para ampliar el darse cuenta e identificar lo valioso de la experiencia de una
manera única y auténtica habitándose en cada situación que experimenta de la
manera más consciente y reflexiva en armonía con el entorno. Es así que el
quehacer de la filosofía es la reflexión profunda y abarcativa de la reflexión de
la experiencia del momento. Propone también el reconocimiento de la
mortalidad del ser para arraigarlo a la experiencia de estar vivo en el aquí y
ahora.

Para la Filosofía Gestalt el proceso de vida solo puede entenderse desde la


experiencia en el aquí y ahora y no en teorizaciones (en Mora, 2015). Vivir
gestálticamente es vivir en la experiencia y entre más se entrega el ser humano
a esta experiencia se vive con mayor autenticidad, con mayor plenitud, con
mayor intensidad, es decir, con un mayor darse cuenta. Sin embargo, si el ser
humano no sólo vive la experiencia inmediata sino que, reflexiona sobre esa
misma experiencia que esta siendo, si se apropia reflexivamente de la
experiencia que es, y la redimensiona, tiene un marco referencial más amplio, y
se abre a las posibilidades para una apropiación todavía mayor de esa

54
vivencia, con mucho mayor grado de conciencia y es en este momento en que
podemos decir que se esta encarnando la Filosofía Gestalt. Cuando el ser es
capaz de darse cuenta de su temporalidad y resigifica su ser, su estar en el
mundo.

La Filosofía Gestalt es intencional, es un movimiento, es la dirección hacia


donde el ser humano se dirige, es un desplazamiento, es un sentido, que
siempre es de algo. No es una construcción desde el vacío, es una reflexión
que surge en cada instante, como la conciencia que es igualmente intencional,
que es de algo, es la manera en que el ser humano esta en ese instante, en
esa situación, desde que nace, y llevará al ser a dirigirse hacia la vida a partir
de reconocerse mortal. Tomar conciencia de vida a través de haber tomado
conciencia de muerte, siendo estos indivisibles. Dado que el proceso de vida
del ser humano ocurre en el campo fenoménico organismo/entorno, el ser
humano es experiencia, es conciencia, es tiempo, es un ser-en-el-mundo, su
experiencia se construye sólo en el presente (Perls, 2006, en Mora, 2015).

La Filosofía Gestalt busca el encumbramiento, el enaltecimiento del proceso de


vida del ser humano e invita a que éste, se responsabilice de su propia vida
haciendo uso pleno de su libertad regido por sus propios planteamientos, con
sus propios valores para que experimente su vida de manera más plena, que
tenga su propio sello y no se rija con base a las normas morales y sociales de
otro (Perls, 1983, en Mora, 2015).

La experiencia con toda su sabiduría organísmica es la materia prima que


necesita para evidenciar de manera plena lo valioso en cada situación que
experimenta y así, apropiarse de esto mismo que él considera valioso en esa
experiencia y aspirar a construirse como un objetivo superior. Esta acción es
resultado de la conciencia de vida.

Para la Filosofía Gestalt el ser humano es un proyecto que se dirige hacia algo,
que tiene una intencionalidad desde que es lanzado al mundo, que se mueve
hacia adelante, hacia el futuro durante todo un proceso de vida (Müller-
Granzotto, 2009, en Mora, 2015). El ser humano es un proyecto que puede ir

55
elaborándose a cada momento de su existencia y que tiene la posibilidad si así
lo desea, de ser mejor cada vez, reconocer la capacidad que tiene el poder
realizarse, de desarrollarse, de crecer, de enriquecerse, en términos de lo que
se proponga. Reconoce que por naturaleza humana todos los seres humanos
son proyectos, que van hacia adelante, que pueden ser proyectos a la deriva,
insignificantes, comunes y corrientes, o ser proyectos superiores, proyectos
más elaborados, con un mayor grado de conciencia reflexiva para poder
alcanzar mejores posibilidades de crecimiento y desarrollo.

Cuando el ser humano se vive como objetivo ordinario o debeísta, es decir,


cuando está viviendo en esta zona de seguridad, comodidad y
autocomplacencia, desafortunadamente tiende a hacer una reflexión superficial
y limitada de su experiencia inmediata y, por lo tanto, no puede apropiarse
cabalmente de su experiencia de manera creativa. Por el contrario,
experimenta una vida muy básica, rutinaria y monótona. Se muestra poco
productivo, está desmotivado, experimenta apatía y flojera y es que la situación
en que se experimenta no le da mayor satisfacción, pues le es poco
significativa. Este estado esta carente de conciencia de muerte/vida y por ello
el ser no se está enriqueciendo del entorno siempre novedoso y nutritivo. Este
superficial y limitado proceso reflexivo no le permite ampliar su darse cuenta, lo
cual le trunca la oportunidad de descubrir de una manera clara y precisa lo
nutritivo y valioso de la situación que experimenta y por lo tanto su participación
en los diferentes aspectos relacionales es muy básica y no le permite
reflexionar sobre la resignificación de su ser.

La Filosofía Gestalt es una reflexión que se hace en un campo fenoménico,


que parte del vínculo relacional e intersubjetivo en donde se hace un proceso
reflexivo amplio y profundo de la experiencia que surge en el momento
presente. Esta reflexión como ya se ha mencionado, se hace siempre de algo,
que puede ser la propia muerte y por ende la propia vida, y a partir de los
fundamentos teóricos del pensamiento gestáltico. Es decir, cualquier
disertación para que tenga el carácter gestáltico, tiene que hacerse a partir de
un proceso reflexivo de la experiencia de aquí y ahora.

56
De ahí que la Filosofía Gestalt sea una reflexión-situación, no es diferente al
fenómeno en estudio, son y se dan al mismo tiempo. Si fuese una cosa
separada de la otra, veríamos el mundo de una manera dualista, separatista,
de causa efecto, escindida entre sujeto y objeto, en contraposición a la
perspectiva gestáltica que nos habla de un mundo sujeto-objeto o campo
organismo-entorno (Perls, 2006). Es bajo esta perspectiva que se entiende la
muerte y la vida, no desde la dualidad sino desde la complementariedad y la
continuidad de la una en la otra. Así también la reflexión sobre la conciencia de
muerte/vida.

La Filosofía Gestalt se apoya en el pensamiento de Sartre, quien conceptualiza


a la vida como un accidente: la vida es contingente, siempre es cambiante, es
única e irrepetible. Así también es la muerte, siempre cambiante, única e
irrepetible. Esta siempre presente en la experiencia. Desde esta cosmovisión
cada ocasión que el ser humano decide, es ese individuo que decide en ese
momento y en esa dirección, cada decisión lo hace diferente porque nunca es
el mismo quien decide.

La Filosofía Gestalt parte de la premisa de que el ser humano está siendo y


dejando de ser en cada momento: se es para dejar de ser y así sucesivamente
hasta el final de su existencia. Es decir, la perspectiva filosófica gestáltica ve el
proceso de vida del ser humano como destrucción-construcción. Estando la
vida y la muerte intrínsecamente presentes en cada momento. Ve al ser
humano y el entorno como una totalidad, donde todas sus funciones y sus
procesos de cualquier tipo tiene cabida y nunca son los mismos. Bajo esta
perspectiva el ser humano no es de una forma sino de muchas formas, está en
constante cambio y este constante cambiar es lo que siempre es un momento
diferente y es por eso que se afirma que el ser humano no es, sino que se está
construyendo todo el tiempo.

La Filosofía Gestalt visualiza al ser humano como indivisible con el entorno: el


ser humano es entorno así como el entorno es el ser humano, el ser humano
es campo organismo/entorno, y esta es la conceptualización más pura del
pensamiento holístico (Perls, 2006). Así estableció Martin Heidegger al ser

57
humano: como Dasein o ser-en-el-mundo, y no como “ser en el mundo”. En
otras palabras, el ser humano es en el mundo.

La gestalt es la experiencia que surge en cada instante para luego destruirse y


dar paso a otra experiencia que a su vez se destruirá (Perls, 2006), y así
sucesivamente, y la Filosofía Gestalt es la reflexión que surge de ese instante
de la experiencia que surge aquí y ahora (Arreola, 2014, en Mora, 2015).
Dando paso a la posibilidad de la conciencia de muerte/vida de manera
continua y constante.

La cosmovisión de la Filosofía Gestalt plantea la posibilidad de vivir de manera


diferente, es decir, evidenciar que hay otro paradigma, que hay otras formas de
vida a la que se está acostumbrado, que se puede vivir en términos
estrictamente gestálticos. Y la única manera que el ser humano puede vivir
gestálticamente es mediante la conciencia reflexiva. La conciencia de
muerte/vida. El ser humano vive gestálticamente cuando se entrega a la
experiencia con la mayor conciencia posible, descubriendo lo valioso de la
experiencia y con base en el descubrimiento de lo valioso, actúa en
consecuencia apropiándose de la experiencia y proyectándose hacia y con el
entorno para de-construirse mutuamente de la manera más creativa posible, de
tal manera que, tanto el organismo y en entorno, que en rigor es uno mismo, se
enriquezcan mutuamente, se ajusten y se equilibren de la mejor manera
posible. Resignificando su ser constantemente a partir de la conciencia de
muerte/vida.

Vivir con conciencia de muerte/vida en la dimensión filosófico gestáltica es


habitarse en cada experiencia con las mayores posibilidades del momento, es
habitarse como objetivo superior, es entregarse a la experiencia con todo su
ser, con la más plena conciencia reflexiva, con todas las funciones y procesos
que se tienen en esa única e irrepetible experiencia, apropiándose como
experiencia y proyectándose para conseguir lo que se propone en esa misma
experiencia que es.

El planteamiento filosófico gestalt en términos teóricos desarrolla un discurso

58
reflexivo de la forma de vida gestáltica, es decir, de vivir conscientemente en la
experiencia presente. Este discurso reflexivo profundiza, explica, conceptualiza
y teoriza. Sin embargo, todo este proceso reflexivo nunca se despega de la
experiencia. Cuando el ser humano reflexiona en la experiencia presente se
sobredimensiona, se enriquece, en palabras de Heidegger (2005), se pasa de
un Dasman a un Dasein. Él dice que cuando el ser humano es arrojado al
mundo con los otros, ese estar en el mundo lo llama la cotidianidad o la caída,
y así el ser humano es un Dasman, es el uno, el ser como un autómata, que se
encuentra en la cotidianidad, en la caída, pero cuando ese Dasman es tocado
por la angustia, en ese momento se da cuenta de su existencia, lo primero de
lo que se da cuenta es de que es un ser a la muerte, que se va a morir, de que
todo lo que él hace es porque él lo elige y que todas las consecuencias que se
genera son su responsabilidad, de que está solo, de que nadie más puede vivir
su propia experiencia ni ver el mundo como él lo ve. Y en ese momento se
apropia de su existencia, es la transformación del ser humano que pasa de
inauténtico a auténtico. En cuanto el ser humano toma conciencia de
muerte/vida, resignifica su ser de una manera responsable.

Esta evolución de inauténtico a autentico se da gracias a la reflexión, es decir,


a la conciencia reflexiva que lleva al ser humano a reconocerse de manera
clara y definida en lo que quiere para sí en cada situación que experimenta a lo
largo de su existencia. Ese darse cuenta es el que le permite saber lo que
quiere o valora, es lo que le permite apropiarse y proyectarse cabalmente en
cada experiencia, es decir, es el que le permite construirse como objetivo
superior y así llevarse a su mejor y máxima posibilidad de ese momento. Sin la
conciencia reflexiva, el ser humano probablemente sólo sea un ser humano
inauténtico que no podría llegar a elaborarse como objetivo superior, porque el
proceso reflexivo es el que le permite tener la suficiente conciencia como para
darse cuenta de lo mas valioso de la experiencia presente y de esta manera
lanzarse, no solo como proyecto que ya de por si es, sino como un proyecto
mas rico, completo y ambicioso, que le permite regularse y ajustarse
creativamente en y con el entorno, apropiándose de la experiencia presente
nutriéndose y enriqueciéndose mutuamente, lo cual lo lleva a su realización y
trascendencia constante, incrementando su sentido existencial y resignificando

59
su ser continuamente.

La perspectiva filosófica gestalt propone que a partir de un vinculo relacional e


intersubjetivo se haga una reflexión amplia y profunda de cada una de las
situaciones que el ser humano experimenta durante su proceso de vida. La
reflexión favorece que el ser humano viva su aquí y ahora, estando lo mas
presente posible en la experiencia, es decir, favorece el darse cuanta. Sin
embargo, reflexionar sobre la experiencia de ese darse cuenta es lo que hace
que la experiencia sea mucho mas amplia y rica, y es precisamente lo que
hace la diferencia entre el pensamiento puramente gestáltico y la cosmovisión
filosófica gestáltica. La Filosofía Gestalt incluye el proceso reflexivo, el cual
permite incrementar el proceso del darse cuenta inmediato (awareness) del ser
humano llevándolo a un darse cuenta mucho mas elaborado, a darse cuenta
con conciencia. El proceso reflexivo al darle mayor claridad y riqueza a la
experiencia humana lleva al darse cuenta, a una experiencia de vida en donde
intervienen todas las posibilidades de percepción humana desde lo fisiológico,
lo psicológico y hasta lo social.

La cosmovisión filosófica gestalt no ve el tiempo separado, el tiempo separado


sería el tiempo vulgar, sino el tiempo fenomenológico o extásico, como lo llama
Heidegger, es un sólo tiempo y están convergiendo los tres: presente, pasado y
futuro. Y esta cosmovisión enfatiza y hace hincapié en el tiempo mas
importante o sea, el que mas pesa de los tres es el futuro, el ser proyecto
(Moreno, 2002, en Mora, 2015).

El proceso reflexivo de la experiencia inmediata incrementa el desarrollo de la


conciencia para trascender de un darse cuenta de la experiencia inmediata
(awareness) a la conciencia reflexiva (consciousness) que contribuye a la
construcción de un self mas conciente, mas presente y pertinente en cada
situación experiencial.

El proceso reflexivo es producto de la voluntad, no es espontáneo, esta basado


en la libre elección y libre albedrio del ser humano. Es un proceso que se hace
concientemente, tiene un para qué, busca un fin, tiene un interés, tiene una

60
intencionalidad ontológica orientada desde la voluntad.

Las preguntas quién soy, qué quiero, a dónde voy, qué estoy haciendo, estos
cuestionamientos son parte de un mismo proceso que se ejerce en una misma
situación, no son consecuencia uno del otro, sin embargo, cada situación que
el ser experimenta puede ameritar hacer un énfasis mayor en cualquiera de
ellos. Si bien estos cuestionamientos se dan de manera intrínseca durante todo
el proceso de vida del ser humano no necesariamente se hacen a plena
conciencia, es decir, estos cuestionamientos no siempre se hacen a voluntad.

Cuando el ser se ve enfrentado a su posibilidad de muerte, la posibilidad de


tomar conciencia de su existencia se ve forzada, esta experiencia lo lleva a
tomar conciencia de muerte/vida y a través de la reflexión, ya voluntaria,
resignifica su ser. Es decir, cambia su manera de estar-en-el-mundo, lo hace
de una manera responsable, reflexiva y amorosa hacia sí mismo y hacia los
demás.

Los significados que se construyen de manera reflexiva son llamados


significados figurales y los que se construyen de manera pre-reflexiva son
llamados significados de fondo, esto con respecto al concepto teórico gestáltico
del fondo y la figura que representa el darse cuenta reflexivo y prerreflexivo
respectivamente (Perls, 2006, en Mora, 2015).

La experiencia ocurre en medio del organismo y el entorno, en el between, es


decir, en la convergencia del ser y el mundo (Perls, 2006, en Mora, 2015). El
ser humano es un ser en situación, el ser humano es un campo fenoménico.
Desde esta perspectiva cada situación es única e irrepetible y no esta
preestablecida.

El proceso de vida del ser humano se experimenta siempre en un campo


relacional, en conciencia, en un tiempo, en un espacio, en situación. La
situación es una experiencia de campo fenoménico en donde el
organismo/entorno se experimenta con todos los significados y sentidos que
están implicados en la experiencia presente. La situación se inventa a través

61
de los significados que el ser humano construye ya sea de manera reflexiva o
pre-reflexiva.

Cabe mencionar que desde una perspectiva fenomenológica, la situación no


existe independientemente del ser humano, la situación aparece cuando se da
el encuentro entre el organismo y el entorno. Para la fenomenología gestáltica
en rigor los objetos, las ideas y los conceptos no existen, lo que existe es el
significado y el sentido que el ser humano construye en cada momento de su
existencia en relación a lo experienciado. Es por ello que toda experiencia
humana es situacional, es campo organismo/entorno y es, particularmente, en
la frontera de contacto donde ocurren todas las funciones y los procesos
humanos. La frontera de contacto no es otra cosa que la experiencia que
ocurre entre el organismo y el entorno. La experiencia ocurre en medio del
organismo y en entorno es decir, en la convergencia de ser y mundo (Perls,
2006, en Mora, 2015).

Existen situaciones que el ser humano experimenta como críticas durante su


proceso de vida, estas situaciones limite son situaciones en las que el ser
humano se experimenta en crisis. El enfrentamiento con la posibilidad de la
muerte propia es una situación de este tipo. Estas situaciones exigen al ser
humano que se regule y se ajuste con prontitud y eficiencia en el entorno, éste
se ve exigido a hacer un mayor grado de reflexión para incrementar su grado
de conciencia y poder tener mayor claridad para encontrar las vías que le
permitan regularse y ajustarse de la manera más completos y creativa posible,
para volver a encontrar el equilibrio perdido. Estas crisis no son
desafortunadas, son situaciones que le pueden brindar al ser humano la gran
oportunidad de crecer, siempre y cuando se asuman como un reto. Es por lo
anterior que la experiencia de enfrentamiento a la propia muerte abre la
posibilidad a la toma de conciencia de muerte/vida y por ende a la
resignificación del ser.

Una situación especialmente significativa, como el enfrentamiento a la propia


muerte, permite al ser humano a través de la conciencia reflexiva una
oportunidad de crecimiento con los desafíos que implica darse cuenta, aquí el

62
ser humano se ve obligado a tomar una decisión, o ampliar sus recursos
figurales y trascender en si mismo y crecer, o mantenerse en un fingimiento
aunque mantenga un precario equilibrio en su vida cotidiana. Tomar conciencia
de su mortalidad lo hace tomar conciencia de que está vivo, integrando a su
vida la conciencia de muerte/vida que lo lleva a una resignificación de su
existencia.

Todo ser humano requerirá a través de la conciencia de muerte/vida darle un


nuevo significado a su vida, un nuevo sentido. Se entiende el sentido de la vida
desde dos acepciones el sentido-significación y el sentido-existencia, que están
ligados en uno con el otro.

La primera acepción del sentido del proceso de vida corresponde al sentido


que se entiende como el significado particular y único que toda experiencia
posee por sí misma. Es la cualidad de orientación perceptual y no ética que
dirige al ser humano (Martínez, 2008 en Mora, 2015), y por eso se le llamará
Sentido-Significación (Perls, 2006 en Mora, 2015). La otra acepción se refiere
al sentido entendido en términos existenciales y hace alusión a la dirección
general que asume la vida del ser humano a partir de las experiencias que va
teniendo a lo largo de ésta y se le llamará Sentido-Existencia. En cualquier
caso, el sentido del proceso de vida parte de la base de la significación
experiencial cotidiana y tiene la posibilidad de irse enriqueciendo mediante el
ejercicio de la conciencia reflexiva. En la medida en que el ser humano es
capaz de desarrollar sus niveles de conciencia tiene la posibilidad de
apropiarse de un sentido más amplio de su proceso de vida que, además de la
claridad referencial que le imprime a cada momento, también le va añadiendo
un sustento vivencial y un valor trascendental a cada una de sus experiencias.

De manera más especifica, puede añadirse que el sentido-significación es el


que se refiere al significado inherente que tendrá cualquier tipo de experiencia
vivenciada. Esta significación inevitable de la experiencia guarda una intima
relación con el carácter inmediato de la conciencia y que, en la teoría
gestáltica, se le conoce como awareness. Cuando se habla del significado que
toda experiencia posee de manera constitutiva en su estructuración óntica se

63
hace referencia al sentido orientador mas básico de la experiencia humana que
direcciona al organismo/entorno hacia la novedad asimilable. Esta experiencia
que surge del contacto que el ser humano establece con su entorno, da origen
al campo organismo/entorno el cual es concebido como la semilla
fenomenológica del proceso de vida (Perls, 2006 en Mora, 2015).

Por su parte, el sentido-existencia del ser humano (organismo/entorno) alude al


sentido que agrupa, cohesiona e imprime a la vida una ruta general, una
dirección clara y un propósito explícito. En otras palabras, en tanto que la
noción de sentido-significación hace alusión a una experiencia específica y
singular del ser humano, el concepto de sentido-existencia se refiere al
carácter grueso de la experiencia. Engloba a la experiencia mas amplia de la
vida y es el que le imprime la dirección mas general. La resignificación del ser
que provoca la conciencia de muerte/vida es del tipo sentido existencia debido
a que lleva al ser humano a una redirección de su vida, a una cosmovisión
diferente a la que tenia anteriormente, esta resignificación es irreversible.

Para Latner (2007), si estamos vivos tenemos que preguntarnos para qué y no
el porqué lo estamos ya que estas preguntas interfieren con la conciencia de
nuestro existir actual, pues si se sustituye el fluir natural de la dialéctica con
prejuicios, quedaremos insatisfechos. Por tanto, nos sugiere preguntarnos las
grandes cuestiones: ¿Qué soy yo en la vida?, ¿Cuál es el objetivo de mi vida?,
¿Por qué morimos y sufrimos?. Concluye que si vivimos con espontaneidad no
se nos ocurrirá hacer preguntas debido a que vivimos en plenitud cada
momento, y esa experiencia basta para estar satisfechos; de esta manera
vivimos con un sentido de finalidad pero sin nada determinado.

El filosofo gestalt busca que el ser humano logre llegar a la conciencia de


conciencias (meta conciencia) que es un gran darse cuenta creativo (insight)
que le servirá para que, al incrementar su aprendizaje, logre con ello la
evolución de sí mismo y apoye la evolución de nuestra especie y de cualquier
ser vivo (Salama y Ortiz, 2009)

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De esta forma la Filosofía Gestalt esta dirigida hacia promover una vida plena
a través de la toma de conciencia de muerte, aceptar la contundencia de la
propia finitud y a través de la reflexión, aceptar que en el aquí y ahora se está
todavía vivo. De esta manera el ser resignificará sus valores, el significado
existencial de su ser y su estar-en-el-mundo de una manera responsable,
respetuoso, con amor y honestidad. Este estado existencia es irreversible. A
esta toma de conciencia le llamamos conciencia de muerte/vida.

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