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Unidad 3

1 //Escenario
Escenario25
Lectura fundamental
Fundamental

El nacimiento
Etapas de un plan
de ladeescuela
comunicación
estratégica
contemporánea

Contenido

1 Introducción

2 La Ilustración y el nacimiento de la escuela contemporánea

3 Educación liberal en Colombia

4 Características y valores de la escuela contemporánea

5 Conclusiones

Palabras clave: Ilustración, independencia, autonomía, escuela, Colombia.


1. Introducción

En la Lectura pasada analizamos las diferentes formas culturales de los agentes de socialización
primarios y secundarios, específicamente la familia y la escuela, en diferentes culturas y periodos de
la historia de América. Conocer nuestra propia historia es importante porque nos permite identificar
los procesos complejos que dan como resultado muchos problemas actuales y se pueden plantear
soluciones efectivas, realistas y contextualizadas a estas problemáticas que aquejan a nuestro país.

La historia de la educación en diferentes culturas también nos permitió ver de qué manera las formas
de transmisión de conocimientos, valores y comportamientos varían en cada cultura y contexto social.
Así, podemos estar seguros de que la forma actual en la que ejercemos la docencia no es universal,
sino que también está sujeta a determinantes sociales y culturales respecto de los que debemos
reflexionar. Aunque muchas veces no somos conscientes de los determinantes contextuales que
rodean nuestro ejercicio docente, estos ejercen una gran influencia en nuestro quehacer cotidiano,
por lo que es importante que hagamos un ejercicio crítico y reflexivo sobre nuestros roles sociales en
la cultura de la que hacemos parte.

Gracias a las metodologías antropológicas que nos acercan a la variedad cultural, podemos poner
en perspectiva nuestra propia manera de ver y actuar en el mundo. Podemos ponderar con mayor
certeza qué acciones responden a ciertos intereses y de qué forma podemos mejorar los procesos
educativos al estar alerta de las necesidades contextuales. También, la metodología sociológica
nos ayuda a ejercer de manera responsable nuestro propio rol como educadores y transmisores de
conocimientos y valores. La antropología y la sociología, como disciplinas que nos han acompañado
y nos irán acompañando a lo largo de este Módulo, nos permiten mejorar nuestra labor como
educadores.

En esta Lectura vamos a analizar el surgimiento de la escuela contemporánea tanto en sus postulados
en Europa como su implementación en Colombia desde el siglo XIX. También veremos el rol que ha
jugado la institucionalidad de la escuela en la dominación estatal y de clase en los últimos dos siglos y
las críticas académicas a la escuela tradicional.

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2. La Ilustración y el nacimiento de la escuela contemporánea
En el siglo XVII, las ciencias naturales europeas habían experimentado una rápida evolución con
pensadores como Descartes, Newton y Leibniz, que habían desarrollado el pensamiento matemático
para la interpretación de los fenómenos naturales. Sin embargo, no fue hasta el siglo posterior, el
XVIII, que estos avances tuvieron un real impacto en la cultura y sociedad de Europa (Castro-Gómez,
2010).

Durante la segunda mitad del siglo XVIII, el movimiento filosófico y cultural conocido como la
Ilustración planteó en Europa la necesidad de centrar el conocimiento en la razón, poniendo al
ser humano al centro de las reflexiones y alejándose de los dogmas de las iglesias cristianas que
dominaban el continente. Se planteó explícitamente que era a través del conocimiento de la
naturaleza que el ser humano podía llegar a un conocimiento que enriqueciera su propio saber y que
lo liberara de tiranías intelectuales y políticas. Para que las personas pudieran adquirir el conocimiento
que las llevara a la libertad, se formularon las bases para una educación amplia que llegara a muchos
niveles de la sociedad.

Hasta ese momento, la educación en Europa estaba dominada por la Iglesia católica y las Iglesias
protestantes. En estas escuelas religiosas se ofrecía educación exclusivamente a aquellos que eran
considerados de origen noble y a los religiosos, y se seguían parámetros de memorización de largas
reflexiones teológicas de la Edad Media y del Renacimiento. Las grandes universidades europeas
se centraban en impartir un conocimiento fuertemente normado por el credo religioso, y era la
autoridad eclesiástica la que dictaba los contenidos académicos.

Para los filósofos e intelectuales ilustrados, este tipo de escuela no solo no ayudaba a formar personas
libres y pensantes, sino que perpetuaba la dominación religiosa dentro de la población. También, los
reyes absolutistas de la época, apoyados y legitimados en la Iglesia, se favorecían de este tipo de
educación, al enseñar en las escuelas que el tipo de gobierno que encabezaban era dictado por el
mismo Dios.

La Ilustración entonces propuso un modelo educativo diferente, que no solo fuera mucho más
extendido y llegara a más capas de la población, sino que también pudiera estar alejado de los
intereses religiosos y políticos y ofreciera conocimientos para que los jóvenes pudieran ejercer su
libertad.

Jean-Jacques Rousseau, figura emblemática del Renacimiento, abogaba por una educación integral
de los más jóvenes. Según este pensador francés, la educación debería centrarse más en la juventud
y menos en los adultos, pues es desde jóvenes que se puede ir formando ideas que lleven a una

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formación en y para la libertad. En su famoso libro Emilio, Rousseau expone sus ideas sobre la infancia
e invita a pensar en qué es la juventud y cómo se expresa, antes que intentar buscar o inculcar los
valores de los adultos en los más jóvenes (Rousseau, 1985). Solamente a partir de la Ilustración y
de las ideas de pensadores como Rousseau, se planteó la necesidad de pensar en una pedagogía
específica para la infancia.

Otro ideal educativo de la Ilustración fue ampliar la cobertura del sistema educativo. Como ya se ha
dicho, hasta el momento en Europa la educación era un privilegio de ciertas élites privilegiadas. La
Ilustración abogó por llevar la alfabetización a la mayor parte de la población. Uno de los aspectos que
más interesó a la escuela ilustrada fue enseñar a escribir el propio nombre a las personas y, de esta
manera, darles la posibilidad de individualizarse a través de la educación. Así, la alfabetización ofrecía
no solo la posibilidad de leer y escribir, sino la de obtener un nombre y una personalidad (Lewin,
1980).

Para lograr una mayor cobertura de la educación, en la Ilustración se propuso incluir a las mujeres
en el sistema de enseñanza. Hasta ese momento en Europa, se concebía que las mujeres no estaban
dotadas de razón como los hombres, sino de intuición. Esto las excluía del sistema educativo, pues
se argumentaba que, al no tener razón, era imposible que adquirieran los mismos conocimientos que
los hombres. Para los ilustrados, la razón de que las mujeres no fueran educadas no era parte de la
naturaleza propia de su género, sino que, por el contrario, al estar excluidas de la educación no podían
desarrollar su potencial. Por esta razón, en la segunda mitad del siglo XVIII, se abrieron en varias
ciudades europeas, sobre todo en París, escuelas para mujeres.

Aunque la imprenta había sido un invento del Renacimiento, los precios de los libros seguían siendo
demasiado altos para que la mayoría de las personas pudieran adquirir uno. Por este motivo, durante
la Ilustración se fomentó la creación de un sistema de bibliotecas públicas en las que el público
interesado pudiera tener acceso a los libros. Por primera vez, los libros estuvieron al alcance de las
clases populares. Unido al sistema público de bibliotecas también se fomentó la creación de museos y
ateneos, en los que se ofrecían exposiciones artísticas e históricas y se abrían foros de discusión sobre
temas importantes de la época (Lewin, 1980).

Si bien todos estos postulados de la Ilustración se fueron implementando poco a poco en Europa
a lo largo de la segunda mitad del siglo XVIII, fue la Revolución francesa en 1789 la que hizo de las
ideas ilustradas su bandera para la implementación del sistema educativo de la naciente República
Francesa. Esta revolución impuso los ideales del liberalismo político y enfrentó directamente a los
regímenes monárquicos, su sistema de gobierno y su modelo de enseñanza. Durante la revolución
y, posteriormente bajo el mandato liberal de Napoleón, el sistema público de enseñanza en Francia

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se configuró como uno de los más avanzados y revolucionarios de la época. El sistema de educación
pública en Francia, que perdura hasta hoy en día, surgió como idea en la Ilustración y se implementó
legalmente luego de la revolución.

La Ilustración fue un momento de apertura y avance intelectual en Europa que fundamentó muchas
de las bases del sistema educativo contemporáneo. Aunque los principales teóricos de la Ilustración
fueron europeos, sus ideas tuvieron un impacto directo en la formación de los sistemas educativos en
América Latina en general y en Colombia en particular.

3. Educación liberal en Colombia


A finales del siglo XVIII, los ideales liberales de la Ilustración tuvieron un gran impacto entre los
intelectuales urbanos del entonces virreinato de la Nueva Granada. Esta fue una época de grandes
transformaciones políticas y filosóficas en toda América. Aun antes de la Revolución francesa, en los
Estados Unidos, se había llevado a cabo una revolución liberal en 1776, que independizó gran parte del
territorio de Norteamérica de la dominación del imperio inglés. La naciente república de los Estados
Unidos de América presentaba un modelo liberal de avanzada con una constitución acorde a muchos
de los ideales ilustrados. Se demostraba que en América podían hacerse revoluciones en contra de los
imperios monárquicos europeos.

Otra gran revolución liberal en el continente sucedió en Haití, que hasta 1804 era colonia francesa.
Imbuidos de los ideales liberales ilustrados de la Revolución francesa, los esclavizados de origen
africano en Haití comenzaron un levantamiento en contra del régimen colonial francés. Aún más
radical que en París, en Haití se abolió la esclavitud, ampliando los derechos del hombre y del
ciudadano incluso más que en Europa y Estados Unidos. Se anotó en el artículo 14 de la Constitución:
“A partir de hoy todos somos negros”, como una reclamación antirracista. En Haití se demostró
que los ideales ilustrados podían ser mucho más amplios e incluyentes de lo que se había aplicado en
Europa.

En el virreinato de la Nueva Granada, muchos intelectuales criollos compartían los ideales liberales de
la Ilustración. En 1793, Antonio Nariño tradujo e imprimió los derechos del hombre y del ciudadano,
uno de los documentos más representativos de los ideales políticos del liberalismo de la Ilustración.
Pocos años después, en 1810, estallaría la guerra de independencia que derivaría en la conformación
de la primera república en nuestro territorio. Aunque con ideales liberales muy progresistas para la
época, las disputas entre centralistas de Cundinamarca y federalistas de los Provincias Unidas hicieron

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que la naciente república fuera presa fácil de las tropas reconquistadoras del imperio español al mando
de Pablo Morillo en 1815.

No fue sino hasta 1819 que una segunda generación de liberales, al mando de Simón Bolívar, lograría
expulsar a los españoles definitivamente del antiguo virreinato de la Nueva Granada e instaurar la
República de Colombia (que históricamente se conoce como la Gran Colombia).

La Gran Colombia fue un régimen político en el que se repartía el poder ejecutivo en cuatro grandes
figuras: un presidente de todo el país y un vicepresidente por cada una de las antiguas regiones en
las que estaba dividido el territorio en épocas coloniales, uno para Venezuela, otro para Ecuador y
otro para lo que hoy es Colombia y Panamá. La presidencia de la Gran Colombia recayó en Bolívar
y el vicepresidente de la Nueva Granada (Colombia y Panamá) fue Francisco de Paula Santander.
La vicepresidencia de Santander fue un régimen liberal progresista en el que se intentó instaurar un
sistema público de enseñanza acorde a la tradición ilustrada (Melo, 2017).

La educación fue una de las grandes preocupaciones de los legisladores grancolombianos, pues se
consideraba que, solo a través de la formación educativa, los ciudadanos conocerían sus derechos y
deberes en la nueva república y podían ejercer con responsabilidad sus nuevas libertades. Se hizo una
ley para que todas las poblaciones de más de 100 familias tuvieran una escuela en su territorio y se
obligó a todos los conventos del país a construir una escuela y ofrecer educación. También se decretó
que la educación era obligatoria para los niños de seis a doce años, es decir, durante toda la formación
primaria. Para la educación secundaria se garantizaban fondos provenientes de la expropiación de
bienes religiosos que se iba adelantando en todo el país (Bushnell, 1966).

Se planteó un pénsum básico de materias como gramática, retórica, filosofía y matemáticas,


siempre enfocadas a las necesidades contextuales de cada región y provincia en la que estuvieran las
escuelas. Además, se estudiaban de manera adicional religión, moralidad y los derechos y deberes de
los ciudadanos. La educación básica femenina se planteó como una innovación con respecto a los
modelos coloniales de enseñanza. Para las mujeres se incluía dentro de las materias costura y bordado.

El presidente del país, el propio Simón Bolívar, estaba comprometido con la difusión y consolidación
de la educación. Él mismo incentivó la implantación de varias escuelas que seguían un método
pedagógico innovador en la época: el método lancasteriano.

El método lancasteriano consiste en formar estudiantes de mayor edad en la impartición de


las materias que se dan a los más pequeños. Estos estudiantes más avanzados funcionan como
monitores, que replican los conocimientos dados por el maestro. Los monitores tomaban a su
cargo grupos pequeños dentro de una clase y estaban atentos al desarrollo de cada uno de sus

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compañeros. Así, un solo maestro, ayudado por los monitores, podía conducir clases con un alto
número de estudiantes, asegurándose de que, gracias al sistema pedagógico, los estudiantes tenían un
seguimiento pormenorizado de su proceso de aprendizaje.

El fundador de esta corriente pedagógica, Joseph Lancaster, fue invitado a la Gran Colombia
por Simón Bolívar. En nuestro territorio se instauraron muchas escuelas primarias y secundarias
lancasterianas, y este método fue regularmente usado en las escuelas normales de formación de
docentes (Bushnell, 1966).

Sin embargo, en los años que duró la Gran Colombia (1821-1830), el Estado tenía muy pocos
recursos para invertir. Bolívar continuaba la campaña libertadora hacia el sur, y la mayoría de la
recaudación fiscal iba destinada a la manutención de los ejércitos liberadores en Perú y Bolivia.
Esto afectó los planes educativos del Gobierno, pues el vicepresidente Santander, a pesar de su
compromiso e impulso de las leyes educativas, carecía de los recursos para hacer funcionar el sistema
planteado. A los maestros se les debía el sueldo con frecuencia y era imposible cubrir las necesidades
de planta física en todas las regiones.

Esto fue aún más grave en las universidades; en la colonia solo existían universidades y colegios
mayores en Bogotá, Caracas y Quito. Santander decretó la fundación de universidades sólo en
dos ciudades más: Tunja y Popayán, sin capacidad financiera ni logística para expandir el sistema
universitario a todo el país (Bushnell, 1966).

Así, aunque el régimen liberal de la naciente república de la Gran Colombia tuvo la voluntad política
de implantar los ideales pedagógicos de la Ilustración, no tuvo la capacidad financiera ni institucional
para montar un sistema de educación sólido y robusto en todo el país.

Luego de la disolución de la Gran Colombia y durante todo el siglo XIX, las constantes guerras civiles
entre liberales y conservadores en Colombia no permitieron que se planificara, ni mucho menos
que se implantara, una propuesta de sistema educativo tan amplia y ambiciosa como en tiempos del
vicepresidente Santander. Tan solo a finales del siglo antepasado, en 1880, se creó una secretaría de
instrucción pública independiente, pues hasta esa fecha las funciones educativas las administraba
la Secretaría del Exterior. En 1886, con la constitución promulgada ese mismo año, se fundó el
Ministerio de Instrucción Pública, dándole a la educación de los colombianos la importancia que
merecía en las preocupaciones de los gobiernos (Melo, 2017).

El siglo XIX terminó con la guerra civil conocida como la de los Mil Días y el comienzo del siglo XX
fue turbulento en Colombia. En 1903 se independizó Panamá, causa y consecuencia de una gran
inestabilidad política y administrativa en el país.

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Aunque en 1923 se elevó la Secretaría de Instrucción Pública a ministerio y en 1928 nació
formalmente el Ministerio de Educación Nacional, no sería sino hasta la década de los 30 del siglo
pasado que se lograría la consolidación de un sistema de educación fuerte en Colombia.

Durante la década de 1930, el mundo se encontraba en plena crisis financiera causada por la caída de
la Bolsa de Nueva York, y las tensiones nacionales en Europa favorecían el nacimiento de movimientos
fascistas. El comercio internacional se encontraba en peligro y, por esta razón, países como Colombia
tuvieron que apostar por un modelo de desarrollo propio. En este periodo llegaron al poder gobiernos
liberales por primera vez en medio siglo, la conocida “República liberal”, y se llevó a cabo un proceso
de industrialización nacional sin precedentes que estableció las bases de la Colombia contemporánea.

En términos educativos, las administraciones liberales comenzaron una amplia campaña de


alfabetización en todo el país con resultados más modestos de los proyectados inicialmente. Se
comenzó la construcción de la ciudad universitaria de la Universidad Nacional en Bogotá. Con este
espacio simbólico, se garantizaba físicamente la autonomía universitaria en el país dando las mejores
condiciones para la educación superior nacional (Arango, 1990).

4. Características y valores de la escuela contemporánea


Ya hemos visto cómo se consolidó en el país la escuela contemporánea. Con un recorrido histórico,
analizamos cómo los ideales de la Ilustración, surgida en un primer momento en Europa, impactaron
en América y en específico en Colombia. Desde la independencia, se intentó consolidar un sistema
educativo público que garantizara el acceso a la educación a toda la ciudadanía. Tendría que pasar más
de un siglo para que se pudiera contar con la infraestructura administrativa, universitaria y física para
tener un sistema educativo robusto en el país.

La escuela contemporánea tiene como misión tres aspectos relacionados: la docencia, la extensión y
la investigación.

En la escuela, los profesores imparten conocimientos y enseñan valores y comportamientos a sus


estudiantes. Esta labor docente, ejercida formalmente desde las instituciones escolares, es muy
importante para la escuela contemporánea. Los docentes debemos ofrecer la mejor educación
disponible a nuestros estudiantes. No obstante, no es la única misión de la escuela.

Otro aspecto de vital relevancia en la escuela contemporánea es la extensión, es decir, ofrecer


actividades culturales y docentes a la comunidad en la que estamos inmersos. Una escuela y una

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universidad son espacios reflexivos y críticos que, más allá de impartir clases específicas, deben
ofrecer a la población en general lugares en los que puedan participar activamente en desarrollos
de formación cultural. Así, las comunidades que cuentan con espacios educativos también son
comunidades con mayor acceso a bienes y servicios culturales.

Por último, la función más importante de la escuela contemporánea es la investigación. Como


espacios reflexivos en los que la sociedad evalúa cuáles son sus problemas, las escuelas deben tener el
compromiso de realizar investigaciones que ofrezcan soluciones complejas a los problemas igualmente
complejos que nos aquejan como sociedad. La investigación académica, y específicamente la
que se hace en Ciencias Sociales, ayuda al conjunto de los ciudadanos a identificar las causas y
consecuencias de las problemáticas sociales y a poder plantear soluciones responsables, útiles,
creativas y eficientes ante estas.

Todos los docentes debemos configurarnos como investigadores, no solo porque tenemos el
compromiso ético de ofrecer a nuestros estudiantes el mejor y más actualizado conocimiento, sino
porque en la investigación debemos estar conscientes de cuál es el rol jugado por la enseñanza en el
contexto específico en el que se imparte. Investigar es también conocer las circunstancias de cada
estudiante y de cada escuela para poder potenciar el conocimiento al hacerlo útil y accesible.

Por este motivo, desde la escuela contemporánea, las universidades se plantean como espacios en
donde se imparte la enseñanza de forma gratuita, laica y pública. Garantizar estos tres principios
hace que los conocimientos, valores y comportamientos transmitidos en los espacios académicos
estén libres de presiones económicas, políticas o religiosas. Si se restringe el acceso a la educación
por motivos económicos, cobrando la matrícula, la educación pasa de ser un derecho del conjunto
de los ciudadanos al privilegio de los más adinerados; de esta manera, los más ricos serán los que
pueden estudiar y, al ser los más educados, los que tienen más acceso a servicios culturales y puestos
de decisión. Este círculo vicioso restringe la participación democrática y convierte a la escuela en un
reproductor de los privilegios de la clase dominante (Freire, 1970). Garantizar la gratuidad y el acceso
público a la enseñanza ha sido uno de los bastiones de la escuela contemporánea desde la Ilustración
hasta nuestros días.

Del mismo modo, se plantea que las instituciones educativas no pueden predicar una fe religiosa de
manera explícita o implícita en sus aulas. La laicidad de la escuela garantiza que ningún interés religioso
influya de manera directa en la educación de las nuevas generaciones, permitiendo la igualdad de
los ciudadanos en el acceso a la educación sin importar la religión que practiquen o si no se practica
ninguna.

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Por último, es muy importante hablar de la autonomía universitaria y la libertad de cátedra. Según
los parámetros de la escuela contemporánea, heredados de la Ilustración, la universidad debe ser
autónoma en sus decisiones administrativas y académicas. Al ser el espacio reflexivo y crítico de
toda la sociedad, en el que se identifican los problemas y se plantean soluciones, muchos intereses
políticos y económicos buscan incidir en los estudios e investigaciones académicas para justificar
su propio accionar. Sin autonomía universitaria, estos lugares académicos serían tan solo órganos
de propaganda de los gobiernos y de los grupos de poder económico. De esta manera, no solo no
se podrían identificar las problemáticas sociales ni solucionarlas, sino que se agravarían al poner
al servicio de los poderosos la reflexión académica. Es por estos motivos que se debe defender la
autonomía universitaria, que los intereses que guían las investigaciones sean puramente académicos y
que no interfieran manos con otros intereses y objetivos.

Lo mismo puede decirse de la libertad de cátedra; los docentes somos autónomos en diseñar y
transmitir los contenidos de nuestras clases, siempre y cuando sigan las indicaciones generales del
Ministerio de Educación y los planes de estudio de las instituciones específicas. Las clases, como
espacios de enseñanza y aprendizaje libres y autónomos, sirven para desarrollar el pensamiento crítico
y reflexivo, por lo que estudiantes y profesores deben tener la autonomía para discutir y desarrollar los
temas que consideren más pertinentes.

En las últimas décadas, los valores y características ilustradas de la escuela contemporánea se han
venido modificando. En nuestra región, Latinoamérica, y en nuestro país, Colombia, cada vez más se
da paso a la educación privada como estrategia principal de los Estados para ofrecer educación a su
población. Esto tiene consecuencias que transforman e impactan de lleno en los ideales de pedagogía
de la Ilustración.

5. Conclusiones
En esta Lectura hemos visto cómo a partir de los ideales de la Ilustración del siglo XVIII surgió una
estrategia pedagógica que derivó en la escuela contemporánea. Esta escuela, con ideales liberales,
se intentó implantar en Colombia desde los primeros años de la república independiente. La falta de
recursos y de organización administrativa no permitió su consolidación en el país sino hasta entrado
el siglo XX. Este tipo de escuela de inspiración ilustrada tiene ciertos valores y características que
pueden ser reconocidos y estudiarse. Los docentes debemos conocer el surgimiento de la escuela tal
como la conocemos hoy en día y cuáles son los valores que predica, para poder ejercer un ejercicio de
enseñanza responsable.

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Referencias
Arango, S. (1990). Historia de la arquitectura en Colombia. Universidad Nacional de Colombia.

Bushnell, D. (1966). El régimen de Santander en la Gran Colombia. Ediciones Tercer Mundo;


Universidad Nacional de Colombia.

Castro-Gómez, S. (2010). La hybris del punto cero. Ciencia, raza e ilustración en la Nueva Granada
(1750-1816). Pontificia Universidad Javeriana.

Constitución imperial de Haiti. (1805). CONSTITUCIÓN IMPERIAL DE HAITÍ (1805).


Recuperado de: constitucion-imperial-de-haiti-1805-bilbioteca-ayacucho.pdf (wordpress.com)

Freire, P. (1970). Pedagogía del oprimido. Tierra Nueva.

Lewin, B. (1980). Rousseau en la independencia de Latinoamérica. Depalma.

Melo, J. O. (2017). Historia mínima de Colombia. El Colegio de México.

Rousseau, J. J. (1985). Emilio o De la educación. Fondo de Cultura Económica.

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INFORMACIÓN TÉCNICA

Módulo: Antropología y Sociología de la Educación


Unidad 3: Procesamiento escolar de la cultura
Escenario 5: Procesos históricos y pedagógicos de la
escuela contemporanea y actual

Autor: Antonio Jaramillo Arango

Asesor Pedagógico: Jessica Katherin Pinzón Arias


Diseñador Gráfico: Nicolás Jiménez Osorio

Este material pertenece al Politécnico Grancolombiano.


Prohibida su reproducción total o parcial.

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