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Discipulado
Vivir para Cristo en
la lucha cotidiana
J. Heinrich Arnold
Prólogo de Henri J. M. Nouwen
Traducción de Raúl Serradell
Título del original en inglés: Discipleship: Living for Christ in the daily grind
ISBN 978-1-63608-011-6
J. H. Arnold
Contenido
Prólogo ix
Introducción xiii
El discípulo
La vida interior 1
Arrepentimiento 11
Conversión 17
Fe 21
Duda 26
Dogmatismo 30
Compromiso 35
La naturaleza inferior 39
Tentación 39
Pecado 44
Confesión 55
Orgullo espiritual 57
El yo 62
Pureza 66
Confianza 70
Reverencia 76
Rendición 78
Sumisión 81
Humildad 82
Sinceridad 86
La iglesia
La iglesia 93
Comunidad 101
Liderazgo 112
Dones 120
Perdón 127
Resentimiento 132
Unidad 135
Disciplina en la iglesia 141
Bautismo 148
La cena del Señor 154
Amor y matrimonio 158
Amor 158
Matrimonio 161
Sexo 167
Celibato 173
Vida familiar 177
Los niños 177
Juventud 187
Vínculos familiares 193
Enfermedad y muerte 196
El mal y las tinieblas 206
La lucha 214
Sufrimiento en el mundo 227
Misión 237
El reino de Dios
Jesús 249
La Palabra viva 263
La cruz 276
Salvación 284
El Espíritu Santo 292
El reino de Dios 301
Oro para que los que lean este libro no teman ser
confrontados, y confío en que la palabra de Dios, que
llegue a ellos, les imparta verdadero alivio, consuelo
real, esperanza auténtica y genuino valor.
Henri J. M. Nouwen
1994
Introducción
Algunos libros son más fáciles de describir cuando
aclaramos lo que no son. Esta no es una recopilación
de devociones o meditaciones, no es un diario para
«sentirse bien» al caminar con Dios, y tampoco es
una guía para la superación personal o el crecimiento
espiritual del individuo. De manera muy simple, es
un libro sobre el discipulado: sobre seguir a Cristo con
humildad, obediencia y con un corazón dispuesto. Y
está escrito por un hombre cuyo mensaje no se puede
entender de otra manera.
Johann Heinrich Arnold (1913–1982) creció rodeado
de personas para las que tal discipulado tomó forma
de una manera dramática. Cuando tenía seis años, sus
padres, Eberhard y Emmy, dejaron su hogar de clase
alta en Berlín y se mudaron a Sannerz, una aldea en el
centro de Alemania. Allí, con un pequeño círculo de
amigos, se determinaron a vivir en plena comunidad
de bienes sobre la base de Hechos 2 y 4 y el sermón
del monte. Era una época de gran agitación. La misma
inquietud de la posguerra que llevó a su padre, un
editor, teólogo y conferencista muy conocido, a ese
salto de fe, llevó a miles más a manifestarse contra las
rígidas convenciones sociales y religiosas de la época y
buscar nuevas formas de vida. En estos años formativos
de Heinrich, tuvo una influencia profunda el flujo
constante de jóvenes anarquistas y vagabundos, maes
tros, artesanos y librepensadores, que pasaron por la
pequeña comunidad. Todos ellos habían abandonado
xiv Discipulado
Hela Ehrlich
Christopher Zimmerman
El discípulo
La vida interior
Cuando uno considera los millones que se llaman a sí
mismos cristianos, la impresión principal que se tiene
es que en nuestro tiempo la religión cristiana consiste,
casi exclusivamente, en ir a la iglesia los domingos
por la mañana. Sé que hay excepciones, pero tenemos
que ser realistas: la iglesia tiene muy poco que decir a
los jóvenes; les aburren los servicios en la iglesia y la
predicación, así que buscan otras cosas. Sin embargo,
la gente está vagamente consciente de que algo anda
mal en su vida interior. Aunque no acudan a su pastor
o sacerdote por eso, sí buscan ayuda, generalmente
yendo al psiquiatra. Es verdad que una vez que el
interior de la persona realmente cambia, todo lo demás
cambiará. Pero eso sucederá a través de Dios, no a
través de las personas.
Heb 2:18 La carta a los Hebreos afirma claramente que Jesús fue
tentado igual que cualquier otro ser humano. Cuando
Jesús fue tentado en el desierto, Satanás vino a él y
utilizó palabras de la Escritura para tentarlo. Solo
después de la tercera tentación, Jesús lo reconoció y
Mt 4:1–10 dijo: «¡Vete, Satanás!».
En cierto momento, la idea de que Jesús fuera
tentado, me pareció blasfema. Pero ahora veo que
no hay duda: fue tentado como cualquier otro ser
Heb 4:15 humano. Eso es lo que dice el Evangelio. A pesar de
eso, está claro que Jesús nunca pecó.
¿Dónde termina la tentación y dónde comienza
el pecado? Si somos acosados o tentados por malos
pensamientos, eso en sí mismo no es pecar. Por
ejemplo, si un pensamiento impuro viene a nosotros
Heb 4:15 Por la carta a los Hebreos, sabemos que Jesús fue
tentado como nosotros; él no pecó, pero nos entiende
en nuestra tentación y necesidad. Todos —cada
hermano y hermana, y cada persona joven o mayor—
deben saber que tenemos un sumo sacerdote, un rey,
Heb 5:7 un señor que entiende. Hebreos 5:7 dice: «En los días
de su vida mortal, Jesús ofreció oraciones y súplicas
42 Discipulado
* Eberhard Arnold, ed. The Early Christians In Their Own Words. Walden,
NY, Plough, 1997, p. 6.
El discípulo La naturaleza inferior / Pecado 53
1Jn 4:18 De una carta: Juan escribe que el que tiene miedo
no es perfecto en amor. Esto me ha dado mucho
que pensar, porque varias de las parábolas de Jesús,
Mt 25:1–13 como la de las diez vírgenes, pueden hacer que uno se
atemorice. El libro del Apocalipsis también puede ser
Mt 10:28 amedrentador. Y Jesús dice que aunque no debemos
temer a los hombres que puedan matar el cuerpo,
debemos temer a aquel que puede destruir tanto el
alma como el cuerpo en el infierno. Así que hay un
temor de Dios que es adecuado y bueno. En última
instancia, si estamos en Dios, no temeremos a nada
sino a él. Ese es el estado perfecto de un cristiano.
El discípulo Reverencia 77
Fil 2:3 RVR95 Pablo dice: «Nada hagáis por rivalidad o por vanidad».
No solamente se refiere a la vanidad de querer verse
hermoso como individuo —que tampoco es muy
cristiano— sino a la vanidad religiosa de gente que
quiere lucirse entre los demás y ser honrada por ellos.
No debe haber lugar para tal vanidad entre nosotros.
Y añade: «Más bien, con humildad consideren a los
demás como superiores a ustedes mismos». Eso es
El discípulo Rendición / Humildad 85
Ap 1:5–6 Las palabras: «Al que nos ama y que por su sangre nos
ha librado de nuestros pecados . . . ¡a él sea la gloria y
el poder por los siglos de los siglos!», indican que no
somos nosotros los que podemos perdonar los pecados.
El perdón de los pecados es posible solo por medio
de Cristo, quien nos ama y nos libera con la sangre de
su vida.
Declaramos el perdón de los pecados en la iglesia
unida, pero este perdón desciende del cielo, nosotros
130 Discipulado
* Otro dicho parecido de Eberhard Arnold es: «El amor sin la verdad,
miente, pero la verdad sin el amor, mata».
La iglesia Disciplina en la iglesia 147
1Co 11:29 Pablo dice que el que coma el pan y beba el vino
indignamente en la comida de conmemoración, come
y bebe juicio para sí mismo. Con esto está claro que
no debemos ir a la cena del Señor con una conciencia
cargada de pecados sin confesar. Pero no deberíamos
permitir que nos atormenten sentimientos de indig-
nidad. Pablo se refiere aquí principalmente a la actitud
espiritual, con la que debemos venir a la cena del
Señor. Debemos participar con el mismo temor reve-
rente que tuvo Moisés cuando Dios le mostró la zarza
156 Discipulado
* Para este capítulo se ha usado ampliamente el libro del autor: In the Image
of God: Marriage and Chastity in Christian Life. Rifton, NY, Plough, 1997.
La iglesia Amor y matrimonio / Amor 159
* Para este capítulo se ha usado ampliamente el folleto del autor: The Purity
of Childhood. Rifton, NY, Plough, 1974.
178 Discipulado
1Jn 3:8 Jesús vino a la tierra para destruir las obras del diablo,
y tiene millones de ángeles de Dios a su disposición
para ayudarle en esta lucha espiritual. Pero Satanás
también tiene muchos ángeles —los malos espíritus,
diablos y demonios— a su disposición.
Esta lucha espiritual se manifiesta de esta forma: el
Espíritu Santo, que es el espíritu de Jesús, nos ayuda a
encontrar a Dios y nos da sus pensamientos y su amor.
Este espíritu nos ayuda a vencer todas las emociones
malignas e impuras. Al mismo tiempo, el diablo actúa
en nuestros corazones, dándonos pensamientos de
maldad, impureza, asesinato, envidia, desconfianza y
deseo de poder. Sin embargo, todos tenemos ángeles
guardianes que nos protegerán si seguimos lo que
es bueno.
* El Pacto de la cena del Señor fue escrito por Heinrich Arnold y firmado
por todos los miembros de su iglesia el 30 de diciembre de 1975, después de
un año de lucha intensa, para clarificar la posición de la hermandad sobre
varios asuntos importantes.
La iglesia La lucha 225
* Eberhard Arnold, ed. The Early Christians. Rifton, NY, Plough, 1997,
pp. 14–15.
230 Discipulado