Está en la página 1de 31

2 Factores éticos y profesionales en

la práctica con grupos

En mi opinión, las personas que tratan de formarse como terapeutas pro-


fesionales de grupos deben tener una disposición positiva para analizar sus
valores éticos y su nivel de competencia. Los factores éticos tratados en este
capítulo incluyen los derechos de los miembros del grupo, entre ellos el con-
sentimiento informado y la confidencialidad, los riesgos psicológicos de los
grupos, las relaciones personales con los cuentes, la socialización entre los
miembros, el impacto de los valores del terapeuta del grupo, el trabajo ético
y sensible con los diversos clientes, el uso y mal uso de las técnicas grupales,
la responsabilidad legal y la incompetencia. Desde mi punto de vista, un fac-
tor ético nuclear en el trabajo con grupos se refiere a la competencia del tera-
peuta del grupo. Por lo tanto, concedo especial importancia a los siguientes
aspectos: formas para determinar la competencia, identificación de los nive-
les medios de experiencia profesional y preparación académica de los tera-
peutas de grupo.
Como profesional responsable del trabajo en grupos usted deberá clarifi-
car sus puntos de vista relativos a los factores éticos y profesionales que se
comentan en el presente capítulo. Las reglas éticas de los terapeutas de gru-
pos así como los niveles medios de experiencia están establecidos por la
ASGW del Trabajo en Grupos (1989, 1991). Aunque usted está obligado a
conocerlos y familiarizarse con el código ético de su organización profesio-
nal, muchos de estos códigos ofrecen sólo algunas reglas generales. Así
pues, se verá en la necesidad de aprender vías para adoptar decisiones éticas
en situaciones prácticas. Las reglas le proporcionarán un marco de trabaio
50 FACTORES ÉTICOS Y PROFESIONALES EN LA PRACTICA CON GRUPOS

general desde el que puede operar, sin embargo usted necesitará aplicar estos
principios a los casos concretos. Como observará al estudiarlos, las reglas
ofrecen un punto de partida para los profesionales y proporcionan una
referencia para los tipos de terapia grupal. Gran parte de este capítulo hace
referencia a los factores éticos y profesionales que los trabajadores de grupos
encuentran normalmente. Es conveniente desarrollar una conciencia ética y
reflexionar sobre estos factores antes de empezar a liderar algún grupo.

LOS DERECHOS DE LOS PARTICIPANTES DEL GRUPO

La experiencia me ha enseñado que las personas que participan en un


grupo desconocen sus derechos básicos y sus responsabilidades como partici-
pantes. Es función suya como terapeuta del grupo ayudar a los futuros miem-
bros a conocer sus derechos. Por lo tanto, este apartado incluye un listado de
los derechos de los participantes.

Un Derecho Básico: Consentimiento Informado

Los participantes tenderán a ser más cooperativos y activos si durante la


sesión inicial se proporciona la información básica sobre el grupo. Un tera-
peuta que hace esto como norma demuestra honestidad y respeto por los
miembros y potencia la confianza necesaria para que los miembros sean
abiertos y activos. El terapeuta obtiene así el consentimiento informado de los
participantes. A continuación se adjunta la información básica que los miem-
bros deberían recibir antes de configurar el grupo. Después añado la lista de
aquellos aspectos que los clientes tienen derecho a esperar durante el trans-
curso del grupo.

INFORMACIÓN QUE MERECEN LOS CLIENTES ANTES DE CONFI-


GURAR EL GRUPO. A continuación se incluye el listado de los aspectos
que los clientes tienen derecho a esperar antes de tomar la decisión de sumar-
se al grupo:

* Una explicación clara relativa al propósito del grupo.


* Una descripción del formato, procedimientos y reglas básicas del grupo.
* Una entrevista previa para determinar si un grupo particular con un tera-
peuta concreto en el momento actual es adecuado para sus necesidades.
* Una oportunidad para solicitar información sobre el grupo, plantear
cuestiones y examinar los problemas.
* Una descripción breve de la educación, experiencia y cualificaciones del
terapeuta.
TEORÍA Y PRACTICA DE LA TERAPIA CRUPAL 51

* Información sobre los honorarios y costes y si estos incluyen o no una


sesión de seguimiento; información, también, de la duración del grupo,
la frecuencia y duración de los encuentros, metas del grupo y técnicas
que serán empleadas.
* Información sobre los riesgos psicológicos implicados en la partici-
pación grupal.
* Conocimiento de las circunstancias en las que se quebrantará la confi-
dencialidad por razones legales, éticas o profesionales.
"' Explicación de los servicios que podrán y no podrán proporcionarse
dentro del grupo.
* Ayuda del terapeuta para elaborar las metas personales
* Clarificación breve de la división de responsabilidades entre el terapeuta
y los participantes.
* Comentario de los derechos y responsabilidades de los miembros del
grupo.

DERECHOS DE LOS CLIENTES DURANTE EL TRANSCURSO DEL


GRUPO.
El siguiente listado incluye aquellos aspectos que los clientes tienen dere-
cho a esperar en el transcurso del grupo:

* Indicaciones sobre lo que se espera de ellos.


* La libertad de abandonar el grupo si no parece ser lo que esperaban, lo
que deseaban o necesitaban.
* Información sobre cualquier investigación o grabación que se vaya a
realizar durantes las sesiones con los miembros del grupo.
* Si se realiza alguna grabación, el derecho a pararla cuando restringe la
participación de los miembros.
* Ayuda del terapeuta para adecuar los aprendizajes del grupo a cada
cliente.
* Oportunidades para comentar en el grupo los aprendizajes individuales
y para experimentar la cercanía del grupo, de tal forma que los partici-
pantes no queden innecesariamente con asuntos pendientes.
* Una consulta con el terapeuta si se produce una crisis por efecto directo
de la participación en el grupo o la derivación a otras fuentes de ayuda si
el terapeuta no puede proporcionarla.
* Cuidados del terapeuta para minimizar los posibles riesgos del grupo.
* Respeto hacia la privacidad de los miembros en relación con lo que la
persona puede revelar y con el grado de apertura.
* Libertad de la indebida presión grupal para la participación en los ejer-
cicios del grupo, toma de decisiones, exposición de problemas privados
y aceptación de sugerencias de otros miembros.
52 FACTORES ÉTICOS Y PROFESIONALES EN LA PRACTICA CON GRUPOS

* Respeto a la confidencialidad por parte del terapeuta y de los miembros


restantes.
* Libertad frente a los valores del terapeuta y del resto de los miembros.
* Oportunidad para emplear los recursos del grupo en el crecimiento.
* Derecho a ser tratado como individualidad con la dignidad y respeto
merecidos.

El terapeuta debería subrayar que la participación en los grupos conlleva


además de los derechos ciertas responsabilidades. Algunas de estas responsa-
bilidades consisten en asistir con regularidad, ser activo, adoptar riesgos,
tener voluntad para hablar sobre uno mismo, proporcionar feedback a los
otros miembros, respetar la confidencialidad y pedir lo que se necesite.

Factores de los Grupos Involuntarios

Cuando la participación es obligatoria, el consentimiento informado es


particularmente importante. Deberá realizarse un gran esfuerzo para informar
a los miembros involuntarios sobre la naturaleza y metas del grupo, los pro-
cedimientos que vayan a usarse, sus derechos y responsabilidades, límites de
la confidencialidad y la influencia que su nivel de participación tendrá en las
decisiones críticas que se adopten fuera del grupo sobre él. Cuando los gru-
pos son involuntarios se debería fomentar la cooperación de los miembros y
motivarlos para que sigan asistiendo voluntariamente.
Otra alternativa podría consistir en aceptar a los miembros involuntarios
sólo durante un período inicial limitado. Los miembros reacios deberían tener
la posibilidad de comprobar qué y cómo se trabaja en el grupo y después de,
digamos, tres sesiones, decidir si desean o no volver al mismo. Evidentemente
pueden producirse consecuencias para los clientes que decidan no continuar
con el tratamiento. La práctica ética requiere que los terapeutas analicen estos
aspectos con los clientes que le son enviados.

La Libertad para Abandonar el Grupo

Los terapeutas deberían especificar sus normas con respecto a la asisten-


cia, compromiso de permanencia en el grupo durante un número predetermi-
nado de sesiones y el abandono de una sesión específica si los miembros no
están de acuerdo con la marcha del grupo. Si la asistencia es irregular se difi-
culta seriamente el desarrollo del grado de confianza y cohesión necesarios.
Durante la sesión inicial debería comentarse el tema de las ausencias y desde
el comienzo deberían clarificarse las actitudes y normas del terapeuta.
En mi opinión, los miembros del grupo tienen la responsabilidad de expli-
TEORÍA Y PRACTICA DE LA TERAPIA CRUPAL 53

car al grupo y al terapeuta las razones de su abandono o ausencia. Por una


paarte, puede ser nocivo para los miembros abandonar el grupo sin haber
dis-frutado de la opción a comentar los factores que considera negativos o
amenazantes en la experiencia. Si al sentirse incómodos abandonan el grupo,
es probable que les queden aspectos pendientes y lo mismo será vivenciado
por el resto de los miembros. La ausencia de un miembro puede perjudicar a
la cohesión y confianza del grupo porque los miembros restantes pueden
sentirse "causantes" de tal abandono. Suele ser conveniente sugerir a los
miembros que si piensan ausentarse, deberían plantearlo en la sesión para su
posible análisis en grupo.
Es fundamental que los miembros tengan la oportunidad de comentar su
abandono al menos con el terapeuta. La regla de la ASGW (1989) dice a este
respecto:
Los miembros tienen el derecho a renunciar al grupo, pero es importante
que sean conocedores de la importancia de informar al terapeuta y a los
miembros del grupo antes de hacerlo. El terapeuta comenta los riesgos
potenciales de la renuncia prematura con el miembro que considere esta
opción.

Si un grupo es contraproducente para un individuo, dicha persona debería


contar con el derecho a abandonar el grupo, teóricamente el terapeuta y los
miembros trabajarán conjuntamente para determinar el grado de productivi-
dad o contraproductividad de la experiencia grupal. En mi opinión, si después
de un período previamente acordado por los miembros, estos deciden no par-
ticipar en el grupo, entonces deben tener la posibilidad de ausentarse sin ser
objeto de la presión del terapeuta ni de los miembros restantes.

Libertad ante la Coerción y la Presión Indebida

Los miembros pueden esperar ser respetados por el grupo y no ser objeto
de coerción o presión indebida del grupo. Con respecto a este asunto, la regla
de la ASGW (1989) dice: "Los terapeutas protegen los derechos de los miem-
bros contra las amenazas físicas, intimidación, coerción y presión indebida de
los compañeros en la medida de los posible".
Por una parte, es inevitable cierto grado de presión grupal, además en
muchos momentos puede ser incluso beneficiosa desde el punto de vista tera-
péutico. Las personas del grupo se enfrentan a sus opiniones y conductas de
auto-derrota, admiten lo que están haciendo y determinan si desean o no per-
manecer del mismo modo. Por otra parte, en las sesiones se genera presión a
hablar en público, a comentar aspectos personales, a adoptar ciertos riesgos y
a ser honesto con el grupo. Es necesario que el terapeuta diferencie entre pre-
54 FACTORES ÉTICOS Y PROFESIONALES EN LA PRACTICA CON GRUPOS

sión nociva y presión terapéutica. Las personas pueden necesitar cierto grado
de presión para vencer sus formas habituales de resistencia.
En este mismo orden, es bueno recordar que el propósito del grupo es
ayudar a los participantes a encontrar sus propias respuestas y no presionar a
un individuo a hacer algo que el grupo considere apropiado. Los miembros
pueden convertirse fácilmente en objeto de ansiedad innecesaria si se les
acosa para que se comporten de determinada manera. También se puede pre-
sionar a los miembros para que participen en las actividades de comunicación
y en ejercicios no verbales diseñados para favorecer la interacción. Es básico
que los terapeutas sean sensibles a los valores de los miembros que no acce-
den a participar en ciertos ejercicios de grupo. Los terapeutas deben mencio-
nar periódicamente que los miembros del grupo cuentan con esta opción. Una
buena experiencia para el terapeuta consiste en enseñar a los miembros el
modo de resistir presiones grupales excesivas y el modo de rechazar amable-
mente la participación en actividades que les disgustan.

El Derecho a un Tratamiento Equitativo

Los miembros disponen del derecho a hacer un uso óptimo de los recursos
en el grupo. En algunos momentos ciertos miembros pueden mostrar conduc-
tas problemáticas como la monopolización del tiempo del grupo, el relato de
historias, preguntas excesivas, interpretar al resto de los miembros, aconsejar
o animar cuando no es apropiado. Tales conductas dejan poco tiempo para
aquellos miembros que desean trabajar sobre sus problemas. La ASGW
(1989) sugiere que: "Los terapeutas garanticen un uso equitativo del tiempo
grupal para cada miembro, invitando a los miembros silenciosos a implicarse,
reconociendo los esfuerzos de comunicación no verbales y reduciendo el mal
uso o monopolización del tiempo por parte de algunos miembros".
Aunque los terapeutas no tienen la obligación de asumir la responsabili-
dad total de intervenir para silenciar a los miembros que están perjudicando
al grupo, deberían percibir la situación y trabajar con el grupo de tal manera
que ningún miembro absorba la energía del grupo, ni dificulte el trabajo pro-
ductivo de los demás. En mi opinión es tarea del terapeuta enseñar a los
miembros monopolizadores a ser más conscientes de la presentación de sí
mismos que hacen al resto de los miembros. Sin ser excesivamente críticos o
duros, los terapeutas pueden ayudar a los miembros a aprender a ser específi-
cos y a evitar perderse en los detalles de la historia. Pueden enseñar a los
miembros a compartir la responsabilidad para que se maximicen los recursos
del grupo. Esto incluye enseñar a los miembros a pedir lo que desean, gene-
rando la sensación de limitaciones de tiempo durante las sesiones y enfren-
tándose adecuadamente cuando observan que algún miembro está
interrumpiendo el proceso grupal.
TEORÍA Y PRACTICA DE LA TERAPIA CRUPAL 55
Parte del tratamiento equitativo a los miembros implica que el terapeuta
reconozca y respete las diferencias individuales con respecto al entorno racial
y cultural, perspectivas religiosas, orientación del estilo de vida, edad, trastor-
no y sexo. Cualquiera de estos factores pueden influir sobre la habilidad de
un miembro para obtener beneficios de la experiencia grupal. Es importante
que los terapeutas ayuden a los miembros a identificar y clasificar las
dificul-tades que tienen a medida que progresa el grupo debido a una o más
de estas variables. También es importante que todos los miembros generen la
conciencia de la realidad con respecto a la posibilidad de que los otros
miembros dis-pongan de una visión del mundo diferente. Se puede fomentar
la aceptación de la diversidad como fuente valiosa de aprendizaje personal.

El Derecho a la Confidencialidad

La confidencialidad es un factor ético central en la terapia grupal. Usted


corno terapeuta está obligado a silenciar las confidencias de los miembros del
grupo y además tiene la responsabilidad añadida de transmitir a los miembros
del grupo la necesidad de mantener la naturaleza confidencial de cualquier
información que se revele en el grupo. Este problema requiere ser reforzado
desde la sesión inicial hasta la finalización del grupo. La confidencialidad,
corno norma clave de conducta en un grupo, se logra mejor a través de la
neegociación que mediante el imperativo del terapeuta (Lakin, 1985). Si las
'razones de la confidencialidad se presentan claramente a cada individuo
Jurante la entrevista preliminar y una vez más a todo el grupo en la sesión
inicial, existe menor probabilidad de que los miembros adopten con ligereza
este aspecto. La confidencialidad se presenta a menudo en las mentes de las
personas cuando se adhieren al grupo, por lo tanto es el momento de analizar
este aspecto en profundidad.
Una buena actividad consiste en recordar a los participantes, de vez en
cuando, el peligro derivado de revelar confidencias inadvertidamente. Mi
experiencia me demuestra que los miembros rara vez cotillean
maliciosamen-te sobre las personas de su grupo. Sin embargo, las personas
tienden a comentar más de lo debido fuera del grupo y desintencionadamente
pueden
ofrecer información indebida sobre sus compañeros. Si la confidencialidad
parece ser un problema, debería comentarse en una sesión del grupo. No
exis-te ninguna forma de garantizar que los miembros respetan las
confidencias de
los otros. Como terapeuta usted podría comentar el problema, expresar sus
sentimientos sobre la importancia de guardar la confidencialidad, hacer que
los miembros firmen contratos accediendo a ello e incluso imponer alguna
forma de sanción para aquellos que lo rompan. Tenga en cuenta que su propio
modelado y la importancia que usted concede a este factor serán cruciales
para establecer las normas que seguirán los miembros. Si los miembros sien-
56 FACTORES ÉTICOS Y PROFESIONALES EN LA PRACTICA CON GRUPOS

ten que usted es serio con respecto a la confidencialidad existen más probabi-
lidades de que ellos se preocupen también por mantenerla. Finalmente,
corresponde al grupo respetar y mantener la necesidad de confidencialidad.
La ASGW de Trabajo Crupal (1989) hace múltiples alusiones a este res-
pecto sugiriendo que "los terapeutas protejan a los miembros definiendo con
claridad el contenido de confidencialidad, su importancia y las dificultades
implicadas en su cumplimiento". Otras sugerencias son:

* Deberían especificarse los límites de la confidencialidad. Por ejemplo,


los terapeutas pueden explicar a los miembros que deben romper la con-
fidencialidad cuando existe un requisito legal.
* El terapeuta puede garantizar la confidencialidad en lo que a él respecta
pero no la correspondiente a los miembros restantes.
* Puede animarse a los miembros del grupo a comentar los problemas
relacionados con la confidencialidad cada vez que se sientan preocupa-
dos por ella.

Con respecto a las grabaciones de las sesiones grupales en cassette o video,


los miembros tienen el derecho a saber que se procederá a la grabación y el uso
que se hará de la misma. Debería solicitarse su permiso escrito antes de la gra-
bación de cualquier sesión. Si las grabaciones se van a emplear con fines cien-
tíficos o van a ser criticados por un supervisor u otros estudiantes en alguna
sesión de supervisión, los miembros tienen el derecho a denegar su permiso.

EXCEPCIONES A LA CONFIDENCIALIDAD, Los niveles éticos


reco-mendados por la Asociación Americana de Terapia (1993) especifican
excep-clones a la norma general de la confidencialidad de la cual se derivan
implicaciones para las confidencias de los miembros: "El requisito general d(
mantener la información confidencial no es procedente cuando los mejore;
intereses del cliente, el bienestar de otros, las obligaciones sociales o lo:
requisitos legales exigen que dicha información sea revelada. Los terapeuta
profesionales consultan con otros profesionales de salud mental si no están
seguros de que se trate de una de las excepciones a la confidencialidad'
(p.l7).
Los trabajadores de grupos a menudo presentan a cada miembro del grupo
por escrito las limitaciones a la confidencialidad y añaden algunas situacione
específicas que exigirían la ruptura de esta regla. Al parecer un proceder tan
directo con los miembros desde el comienzo favorece la creación de la con
fianza, como mínimo los miembros saben a qué atenerse.
Es imprescindible que las personas que lideran grupos se familiaricen con
las leyes estatales que tengan algún impacto sobre su trabajo. Los terapeuta
están legalmente obligados a declarar las amenazas de daño del cliente dirigí
TEORÍA Y PRACTICA DE LA TERAPIA CRUPAL 57

das a sí mismo o a otros. Esta prescripción atañe también a los casos de abuso
o negligencia de menores o incesto. En un caso extremo, si un miembro del
grupo amenaza seriamente con herir a otra persona, usted debería consultarlo
con su superior o con otros colegas, advertir a la posible víctima e incluso
notificarlo a las autoridades encargadas. La amenaza puede no involucrar a
otras personas; los clientes pueden mostrar conductas extrañas como "tener
visiones" o "escuchar voces" diciéndoles que se mutilen, en tales casos usted
debería seguir los pasos que le permitan ingresarlo durante cierto tiempo.
Si usted dirige un grupo en un centro público correctivo o en un hospital
psiquiátrico, es probable que usted deba adoptar otras responsabilidades ade-
más de la de terapeuta del grupo; por ejemplo, usted deberá registrar en el
informe del cliente ciertas conductas este que muestra en el grupo. Al mismo
tiempo, su responsabilidad hacia los clientes le exige comunicarles que usted
está registrando y transmitiendo cierta información. En general encontrará
que usted tendrá más posibilidades de lograr la cooperación del grupo si es
sincero que si oculta sus informes y por lo tanto se coloca en la posición de
violador de sus confidencias.

CONFIDENCIALIDAD CON MENORES. Otro problema delicado relati-


vo a la confidencialidad se refiere a las terapias con niños y adolescentes.
¿Tienen los padres el derecho a disponer de la información revelada por sus
hijos en el grupo?. La respuesta a esta pregunta depende del punto de vista
legal, ético o profesional que usted adopte. Antes de que el menor sea miem-
bro del grupo, puede ser adecuado solicitar por escrito el permiso de sus
padres. Es útil que este permiso incluya una breve mención de la finalidad
que persigue el grupo junto con algún comentario sobre la importancia de la
confidencialidad como prerrequisito para lograr tal fin y su intención de no
revelar ninguna confidencia. Puede ser adecuado informar a los padres pero
sin que ello implique revelar ninguna confidencia. Un ejercicio práctico para
proteger la privacidad de la marcha del grupo consiste en proporcionar
feed-back a los progenitores en una sesión junto con el niño y uno o los dos
progenitores. De este modo el niño tendrá menos razones para dudar sobre la
integridad del director del grupo en referencia a sus confidencias privadas.
Los terapeutas al trabajar con niños y adolescentes tienen la responsabili-
dad añadida de tomar medidas para aumentar las posibilidades de que las
confidencias no sean reveladas. Es importante trabajar cooperativamente con
los padres o responsables así como ganarse la confianza de los jóvenes. Tam-
bién es útil enseñar a los menores, en términos adecuados a su nivel, la natu-
raleza, propósitos y limitaciones de la confidencialidad. En resumen, los
terapeutas de grupos actuarán correctamente al insistir a los miembros que
comenten abiertamente sus preocupaciones sobre la confidencialidad cada
vez que este factor pase por sus mentes.
58 FACTORES ÉTICOS Y PROFESIONALES EN LA PRÁCTICA CON GRUPOS

EL FACTOR DE RIESGOS PSICOLÓGICOS EN EL GRUPO

Como los grupos pueden actuar como catalizadores del cambio personal,
conllevan también riesgos para los miembros del grupo. La naturaleza de
estos riesgos - que incluye cambios vitales que originan rupturas, confronta-
ciones hostiles y destructivas, socialización dolorosa entre los miembros, etc.
- y lo que el terapeuta puede hacer a este respecto es el objeto de esta sección.
Es irreal esperar que un grupo no conlleve riesgos porque cualquier aprendi-
zaje vital implica arriesgarse. Sin embargo, es responsabilidad ética del tera-
peuta asegurar que los futuros miembros del grupo conocen los riesgos
potenciales y adoptan precauciones a este respecto.
La ASGW recomienda que el terapeuta subraye los riesgos personales
implicados en cualquier grupo, especialmente los referentes a los posibles
cambios vitales y que ayude a los miembros del grupo a examinar su disposi-
ción a encarar dichos cambios. Como mínimo se espera que el terapeuta
comente con los miembros las ventajas y desventajas de un grupo determina-
do, que prepare a los miembros para manejar cualquier problema que puede
surgir en la experiencia grupal y que permanezca alertas a los temores y
reservas que los miembros puedan tener.
También corresponde al terapeuta disponer de un conocimiento amplio y
profundo sobre las fuerzas que operan en el grupo y sobre el modo de movili-
zar dichas fuerzas para lograr fines éticos. Si los terapeutas no proceden cor
precaución, los miembros pueden perder los beneficios del grupo e incluso
pueden resultar psicológicamente dañados por el mismo. Las vías para redu
cir estos riesgos incluyen el conocimiento de los límites de los miembros, e
respeto a sus peticiones, el empleo de un estilo invitador frente a uno dicta
dor, evitar enfrentamientos insultantes, describir la conducta en vez de juz
garla y presentar las sospechas de forma sugerente en vez de forza
interpretaciones a los miembros. El siguiente capítulo describe las destreza:
que emplean los terapeutas de grupo para manejar los aspectos aquí mencio
nados.
A continuación se incluyen algunos problemas que el terapeuta y lo
miembros pueden comentar y trabajar para minimizarlos:

1. Los miembros deberían ser conscientes de la posibilidad de desbarata


sus vidas por efecto de la participación en el grupo (o en cualquier otra tare
terapéutica). En la medida que los miembros son más conscientes de sí mis
mos, pueden provocar cambios en sus vidas, que, a pesar de ser constructi
vos a largo plazo, crean crisis y problemas en el camino. Por ejemplo, lo
cambios que introduzca una mujer por efecto de lo conseguido en el grupo
pueden provocar la resistencia o la hostilidad de su marido con las conse
cuentes dificultades maritales. Además, el resto de su familia puede desaprc
TEORÍA Y PRACTICA DE LA TERAPIA GRUPAL 59
bar sus cambios y preferir a la persona que era antes de implicarse en la tera-
pia grupal.
2. Algunas veces un miembro individual puede singularizarse como la
cabeza de turco" del grupo. Los otros miembros pueden apiñarse y conver-
tir]o en el objeto de hostilidades y otras conductas negativas. En tales casos,
el, terapeuta debe actuar para eliminar estos sucesos.
3. El enfrentamiento o confrontación, un instrumento valioso y poderoso
en el grupo, puede ser malempleado, especialmente cuando se usa para ata-
-ar a otro de forma destructiva. Las intervenciones intrusivas, las tácticas
excesivamente confrontativas del terapeuta y las presiones a los miembros
para que sobrepasen sus límites producen a menudo resultados negativos. En
tales casos, una vez más, los terapeutas (y también los miembros) deben
estar en guardia para evitar conductas que puedan provocar riesgos psicoló
gicos graves en los participantes. Para reducir los riesgos de la confrontación
no constructiva, los terapeutas pueden modelar el tipo de confrontación que
se centra en conductas específicas y evita la emisión de juicios sobre los
miembros. Se puede enseñar a los miembros a hablar sobre uno mismo y
sobre las reacciones propias ante cierto patrón de conducta de otro miembro
determinado.
Una forma de minimizar los riesgos psicológicos de los grupos consiste en
extender un contrato donde el terapeuta especifica sus responsabilidades y los
miembros explicitan sus obligaciones con respecto a lo que desean explorar y
lograr en el grupo. Estos contratos reducen las posibilidades de que los
miembros sean explotados o que abandonen el grupo sintiendo que han teni-
do una experiencia negativa.
Otro modo de evitar los riesgos innecesarios reside en la capacidad del
terapeuta para reconocer los límites de su competencia y restringir su activi-
dad a los grupos para los que se halle debidamente preparado y experimenta-
do. Por último, el terapeuta del grupo es responsable de minimizar los
inevitables riesgos psicológicos asociados a la actividad grupal. Para asumir
adecuadamente esta responsabilidad, el terapeuta debería desarrollar un perí-
odo de práctica supervisada como se describe más adelante en el capítulo.

LA ÉTICA EN LA ACCIÓN DEL TERAPEUTA

La sensibilidad a las necesidades de los miembros del grupo y al impacto


que los valores o técnicas empleadas puedan producir sobre los mismos es
una cualidad imprescindible de los terapeutas. Ser terapeuta requiere el cono-
cimiento de los patrones comunitarios, de las normas del centro donde se tra-
baja y de las leyes que rigen el ejercicio terapéutico. En las profesiones
vinculadas a la salud mental existe una tendencia general hacia la práctica
responsable. Los programas de postgrado relacionados con el ejercicio tera-

i
60 FACTORES ÉTICOS Y PROFESIONALES EN LA PRÁCTICA CON GRUPOS

péutico y la asistencia social solicitan cada vez más contenidos éticos y legis-
lativos. En parte estas tendencias pueden estar relacionadas con la creciente
vulnerabilidad de los profesionales de la salud mental hacia los abusos.
La mayoría de las organizaciones profesionales recomiendan a sus miem-
bros que sean conscientes de los patrones comunitarios y del impacto que la
conformidad o la desviación de estos patrones ejercen sobre su práctica. Estas
organizaciones manifiestan explícitamente que los profesionales evitarán la
explotación de la relación terapéutica, no perjudicarán la confianza necesaria
para que una relación sea terapéutica y evitarán las relaciones duales si inter-
fieren con los objetivos terapéuticos. Normalmente los códigos éticos reco-
miendan prudencia contra los intentos de aunar las relaciones sociales o
personales con las profesionales.

Relaciones Personales entre Terapeuta y Miembros

¿Qué criterios puede usar el terapeuta para determinar si las relaciones


personales o sociales con los miembros del grupo son apropiadas o
inapropia-das?. Un factor determinante es el grado en que tal relación social

t esté interfiriendo sobre la relación terapéutica. La norma de la ASGW (1989)


a este respecto apunta: "Los terapeutas de grupo evitan las relaciones duales
con los miembros del grupo que pudieran dificultar su juicio objetivo y
profesional, así como aquellas que probablemente comprometerán la
capacidad de un miembro del grupo para participar plenamente en el mismo".
Uno de los principios derivados de este concepto general recomienda a los
terapeutas no hacer uso indebido de su rol y poder para satisfacer sus
necesidades personales. El factor central de esta norma se refiere ai uso
apropiado de la autoridad. Cuando los terapeutas satisfacen sus necesidades
personales de poder y prestigio a expensas de lo mejor para los miembros,
entonces se produce una violación ética. Por ejemplo, si los terapeutas
confían en su rol profesional para encontrar amigos y satisfacer sus
necesidades personales y sociales implicándose personalmente con los
miembros del grupo o con miembros de grupos anteriores, el abuso del poder
se hace evidente. Su rol consiste en ayudar a los miembros a lograr las metas
de estos y no en establecer relaciones sociales con los clientes. Otros
principios derivados de la misma norma alertan a los terapeutas sobre los
posibles riesgos del establecimiento de relaciones duales - profesionales y
personales - con los miembros:

1. "Los terapeutas no usarán su relación profesional con los miembros del


grupo en beneficio propio ni durante el curso del grupo ni después de
la finalización del mismo".
2. "Las intimidades sexuales entre el terapeuta y los miembros no son éti
cas".
TEORÍA Y PRACTICA DE LA TERAPIA CRUPAL 61

Con respecto a las relaciones íntimas entre el terapeuta y los clientes


-tuales o anteriores, el código ético del APA (1992) señala:

* "Los psicólogos no mantienen relaciones sexuales con los clientes o


pacientes actuales".
* "Los psicólogos no aceptan como clientes o pacientes terapéuticos a las
personas con quienes han mantenido relaciones íntimas".
* "Los psicólogos no establecen relaciones íntimas con un cliente o
paciente antiguo hasta bien transcurridos dos años después del cese o
finalización de los servicios profesionales".

Es interesante señalar que en las normas de práctica propuestas por el


ACÁ (1993) se prohiben las relaciones sexuales con los pacientes anteriores
independientemente del tiempo transcurrido desde la finalización: "Los tera-
peutas profesionales deberán evitar cualquier tipo de intimidad sexual con
clientes actuales o pasados" (p. 15). La justificación de lo que puede parecer
un patrón extremo en relación a las relaciones íntimas con clientes pasados es
que una relación sexual tiene el potencial de minar los resultados positivos
que se lograron en la terapia.

Socialización entre los Miembros del Grupo

Un factor paralelo hace referencia al efecto facilitador o limitador de la


socialización entre los miembros del grupo en el proceso grupal. Este ispecto
puede convertirse en un problema ético si los miembros desarrollan clichés y
cotilleos sobre los otros miembros o si se reúnen por propia cuen-la y
comentan problemas que deberían ser tratados en las sesiones grupales. Si se
desarrollan agendas ocultas a través de varios subgrupos, es probable que el
progreso del grupo llege a una interrupción abrupta. Salvo que la agenda
oculta se clarifique y maneje, parece poco probable que muchos miembros
hagan un uso terapéutico del grupo o que logren sus objetivos personales.
Yalom (1985) señala que una terapia grupal enseña a las personas el modo
Je establecer relaciones íntimas pero no proporciona dichas relaciones.
Apunta también que los miembros que se encuentran fuera del grupo tienen
la responsabilidad de mostrar en el grupo la información de dicho encuentro.
El tipo de socialización fuera del grupo que interfiere con el funcionamiento
del mismo es contraproducente y debería de ser evitado. Esto es así en las
situaciones donde los participantes comentan aspectos relevantes del grupo y
evitan comentar los mismos aspectos dentro del mismo.
Una de las mejores formas del terapeuta para evitar la socialización
ina-propiada y contraproducente entre los miembros del grupo consiste en
plante-
62 FACTORES ÉTICOS Y PROFESIONALES EN LA PRACTICA CON GRUPOS

ar este tema como motivo de discusión en el grupo. El momento más adecua-


do puede ser aquel en que los miembros del grupo se hallan estancados o
cuando parece que los miembros no hablan sobre las reacciones que se pro-
ducen entre sí. Se puede comentar a los miembros que aquellos aspectos no
comentados en el seno del grupo pueden impedir la formación del nivel nece-
sario de cohesión grupal.

El Impacto de los Valores del Terapeuta en el Grupo

De todos los aspectos controvertidos relacionados con el proceso grupal.:


los valores del terapeuta desempeñan un rol central. La conciencia del modo
en que sus valores influyen sobre su propio estilo de liderazgo es en sí mismo
un factor ético central. Algunas veces se enseña a los terapeutas a ser neutrales
y se les recomienda diferenciar sus valores de su función terapéutica. Desde
mi punto de vista no es posible ni deseable que los terapeutas en la relación
terapéutica sean escrupulosamente neutros con respecto a los valores. Aunque
el terapeuta no deba persuadir a los clientes a aceptar determinado sistema de
valores, es fundamental que sea claro al referirse a sus propios valores y los
exprese abiertamente cuando sean relevantes para el trabajo grupal. Los
terapeutas deben de ser conscientes en todo momento del modo en que sus
valores influyen sobre el ejercicio terapéutico y sobre las direcciones
adoptadas por los clientes.
En este sentido, el problema ético puede estar vinculado a los terapeutas
que usan un grupo para aumentar su agenda personal o para satisfacer sus
propias necesidades a expensas de los miembros. La terapia grupal no es un
forum donde los terapeutas impongan sus visiones del mundo a los miembros
sino una forma de ayudar a éstos a explorar sus propios valores y creencias
culturales. La regla de la ASGW señala que "los terapeutas de grupo son
conscientes de sus valores y necesidades y del posible impacto de los mismos
sobre sus intervenciones".
Existe una diferencia real entre imponer y exponer los propios valores.
Cuando los terapeutas imponen sus valores, muestran falta de respeto por la
integridad de los miembros. Suponen que estos son incapaces de descubrir una
muestra significativa de valores y de actuar de acuerdo con ellos. Por el con-
trario, cuando los terapeutas exponen sus valores, los miembros tienen libertad
para comparar sus pensamientos con lo expuesto por el terapeuta y siguen
teniendo la posibilidad de escoger sin ser presionados para satisfacer las
expectativas del terapeuta. Yo soy partidario de exponer mis valores cuando
están en desacuerdo con los valores de algún miembro. No parece terapéutico
simular aceptación o inexistencia de opiniones diferentes. Los valores expre-
sados tienden a afectar menos al proceso grupal que los valores impuestos.
Para los miembros es más útil aprender a evaluar su propia conducta y
TEORÍA Y PRACTICA DE LA TERAPIA CRUPAL 63

determinar el efecto de la misma. Si concluyen que su conducta no les sirve,


es conveniente que el terapeuta les sugiera el desarrollo de formas de conduc-
ía alternativas que les permitan alcanzar los objetivos personales.
Es también importante que los terapeutas sean conscientes del modo en
que sus reacciones personales ante los miembros puedan inhibir el proceso
grupal. Esto conlleva ser consciente de los valores y presunciones básicas que
influyen sobre el estilo de facilitar el grupo, la observación de la
constratrans-ferencia y el reconocimiento del peligro que supone la
estereotipación de los individuos en base a características como la raza, etnia,
sexo, edad y orientación sexual.

Factores Éticos en las Terapias Multiculturales

El reconocimiento por parte de los terapeutas de la realidad de la


diversi-iad humana está relacionado con la cuestión de reorganizar el modo
de nfluencia de los valores del terapeuta en el proceso grupal. Si los
terapeutas ignoran algunas diferencias básicas entre las personas,
difícilmente se cum-plirán los mejores intereses de dichos clientes. La regla
de la ASGW (1989) señala que "los terapeutas son conscientes de sus propios
valores y presun-ciones y el modo de aplicarlos a los contextos
multiculturales". Si los tera-peutas no entienden cómo influye su entorno
cultural sobre su propio pensamiento y conducta, existen escasas
posibilidades de trabajar ética y efectivamente con grupos integrados por
miembros culturalmente diversos.
D.W. Sue, Arredondo y McDavis (1992) han elaborado una muestra
com-prensiva de actitudes específicas, conocimiento y destrezas que ayudan a
los erapeutas de grupo a reconocer sus propios valores culturales. En el
próximo capítulo correspondiente a las habilidades del terapeuta de grupos
nos extenderemos en este punto. Ibrahim (1985) asegura que los terapeutas
pueden empezar a comprender los valores y opiniones de los grupos diversos
una vez que hayan reconocido y entendido los propios. La autora señala que si
el terapeuta carece de la comprensión del sistema de valores y visión del
mundo propios y de los clientes, se producirá ansiedad y frustración en ambas
partes: "La efectividad de los encuentros psicoterapéuticos y de consejo
psicológico en grupos diversos está determinada por la conciencia del
terapeuta sobre su propia visión del mundo, sólo de esta manera puede
entender y aceptar la ■ isión que el cliente tiene del mundo. Sin estas
condiciones no puede gene--arse una relación terapéutica viable" (p. 633).
Aunque exista una clara tendencia al reconocimiento de la importancia
multicultural en la formación de los terapeutas, los patrones éticos de muchas
organizaciones profesionales no especifican este imperativo. Los códigos
tienden a ser generales al referirse a las cuestiones de diversidad cultural y
muchos se limitan a un grado mínimo de funcionamiento ético. Por ejemplo.
64 FACTORES ÉTICOS Y PROFESIONALES EN LA PRACTICA CON GRUPOS

en los recientemente revisados Principios Éticos de los Psicólogos y Códig,


de Conducta del APA (1992) se adopta la siguiente posición con respecto a 1
ética del reconocimiento de las diferencias humanas:
Donde las diferencias de edad, sexo, etnia, nacionalidad, religión, orien-
tación sexual, incapacidad física, idioma o nivel sociocultural influyan
significativamente sobre el trabajo del psicólogo con determinados indivi-
duos o grupos, el psicólogo obtiene la formación, experiencia, consultas o
supervisión necesarias para garantizar la competencia de sus servicios o
para derivar adecuadamente a los clientes.

En mi opinión, esta breve declaración de las diferencias humanas es


incompleta. Esta posición se refiere sobre todo a aquellas situaciones donde
los psicólogos no pueden trabajar con efectividad a consecuencia de las
dife-rencias que encuentran con un individuo o grupo en particular.
Desafortuna-damente el código del APA refleja aún un nivel mínimo de
funcionamiento ético y no promueve un mayor grado de práctica ética.
Pedersen (1994) man-tiene que los principios éticos del APA (1992) y del
ACÁ (1988) están cultu-raímente sesgados. Con respecto a la norma del
APA arriba citada sobre la diversidad humana, Pedersen manifiesta que el
lenguaje condicional del men-saje transmite la idea de que las diferencias
humanas no siempre son impor-tantes. El autor se alegra de que los
principios del APA incluyan ejemplos de etiquetamiento cultural a través de
presunciones implícitas, inconsistencias y contradicciones cuando estas
normas se aplican a entornos multiculturales Por ejemplo, desaconseja las
relaciones múltiples y las permutas con lo clientes. Pedersen manifiesta que
tales reglas descuidan los patrones cultura les en aquellas culturas que
valoran más las relaciones colectivistas que del economía monetaria.
Pedersen también señala que las Normas Éticas de ACÁ (1988) no reflejan
la diversidad de clientes con respecto a la raza, cultu-ra, clase y sexo. Tales
normas, manifiesta con desagrado Pedersen, demues-tran las presunciones
de la perspectiva de la cultura dominante y colocan a los grupos minoritarios
en situaciones de desventaja al valorar la conducta ética.
Aunque los patrones del APA y del ACÁ necesitan aún prestar una
aten-ción más específica a las implicaciones éticas del trabajo con grupos
cultu-raímente diversos, el Departamento de Asuntos relacionados con la
Minorías Étnicas del APA ha elaborado una muestra útil de reglas que
pre-tenden modificar los patrones en este sentido (APA, 1993). Incluso
aunque estas reglas no estén específicamente diseñadas para los terapeutas
de gru-pos, estos pueden usarlas. La siguiente lista representa una
adaptación de dichas reglas:

* Los terapeutas de grupos adquieren el conocimiento y las destrezas que


TEORÍA Y PRACTICA DE LA TERAPIA CRUPAL 6S

necesitan para trabajar con efectividad con los diversos tipos de miem-
bros que se encuentren en sus grupos. Si no cuentan con esta base fun-
damental, cubren sus limitaciones solicitando supervisión o recibiendo
más formación.
* Los terapeutas son conscientes del modo en que su propio entorno cultu-
ral, actitudes, valores, creencias y sesgos influyen sobre su trabajo y se
esfuerzan por corregir los prejuicios que puedan tener.
* Los terapeutas reconocen que la etnia y la cultura influyen sobre la con-
ducta.
' Los terapeutas respetan los roles de las jerarquías familiares y comunita-
rias correspondientes a la cultura del cliente.
* Los terapeutas respetan los valores y creencias religiosas y espirituales
de los miembros.
* Los terapeutas ayudan a los miembros a determinar los momentos en
que las dificultades tienen su origen en el racismo o en similares, para
no personalizar inadecuadamente los problemas.
* Los terapeutas consideran el impacto de los factores sociales, ambienta-
les y políticos adversos al evaluar los problemas y diseñar las interven-
ciones.
* Los terapeutas se esfuerzan por eliminar sesgos, prejuicios y prácticas
discriminatorias. En su práctica desarrollan la sensibilidad a factores
como la opresión, el sexismo y el racismo.

Es conveniente que el terapeuta informe a los miembros sobre los valores


básicos que están implícitos en los procesos grupales. Por ejemplo, algunos
grupos operan en base a las siguientes presunciones: arriesgar es fundamental
rara el crecimiento y el cambio, es preferible la auto-determinación a vivir
según los patrones ajenos, expresar emociones es más sano que reprimirlas,
ser abierto y expresar vulnerabilidad puede conducir a la intimidad, hablar de
uno mismo es la clave para establecer relaciones sociales, luchar por la
inde-pendencia y la autonomía es un objetivo fundamental, se valora la
honestidad en la comunicación de sus deseos y necesidades a otros y la
confianza en el gruupo se obtiene implicándose uno mismo en el grupo.
Algunos de estos valores pueden entrar en conflicto con los valores
individuales de los miembros. La práctica ética implica que los miembros
sean conscientes de estos v.alores y de lo que se espera de ellos. Es útil
examinar los posibles valores conflictivos durante las primeras sesiones
iniciales clarificando sus presunciones culturales y los valores y creencias
culturales de los clientes. Además, los terapeutas deberían establecer metas y
procesos que coincidan con los • alores culturales de los miembros del grupo.
Un artículo interesante que examina la relevancia de los valores islámicos
para el trabajo grupal, las influencias positivas y negativas en la terapia de
66 FACTORES ÉTICOS Y PROFESIONALES EN LA PRÁCTICA CON GRUPOS

grupos y algunos consejos práctico para los terapeutas que trabajan con
miembros musulmanes ha sido escrito por Banawi y Stockton (1993).

Usos y Abusos de las Técnicas Crupales

Es importante que los terapeutas dispongan de conocimientos y razones


para cada técnica que aplican en sus grupos. En este sentido, la teoría puede
ser una guía útil para la práctica. Como verá, las diez teorías presentadas en
esta obra dan origen a multitud de estrategias y técnicas terapéuticas. Tales
técnicas son un medio para lograr el cambio o para promover la exploración
y la interacción. Evidentemente pueden usarse de forma ética y terapéutica o
pueden dar lugar a abusos. Algunas de las formas de abuso por parte de los
terapeutas consisten en aplicar técnicas con las que no están familiarizados,
usarlas meramente como cebos, usarlas para satisfacer su agenda oculta o
para aumentar su poder o usarlas para presionar a los miembros. Lakin
(1985) considera que usar la activación emocional estimulada por el grupo
sin explotarla es el factor ético central. Muchas técnicas usadas en un grupo
facilitan la expresión emocional intensa. Por ejemplo, las fantasías guiadas en
tiempos de soledad como niño pueden conducir a experiencias psicológicas
profundas. Si los terapeutas emplean tales técnicas deben estar dispuestos a
trabajar con cualquier emisión emocional. Es crucial emplear adecuadamente
estas técnicas en beneficio de los miembros y evitar la explotación de lo que
ocurra cuando los miembros son empujados a "introducirse en sus emocio-
nes". Algunos terapeutas miden la eficacia de su grupo por el grado de catar-
sis y los miembros pueden ser explotados por un terapeuta que tiene la
necesidad de verlos experimentando emociones intensas. Esta expresión de
emoción es a veces más importante para satisfacer las necesidades del tera-
peuta que las de los miembros. Si los miembros no tienen una "buena catar-
sis", algunos terapeutas (y miembros) sienten que el grupo "no va a ninguna
parte".
Las técnicas estarán mejor aplicadas cuando hay un conocimiento que
subyace a su aplicación. Las técnicas deberían potenciar el auto-examen y la
auto-comprensión del cliente. En condiciones óptimas se emplean para cada
situación única del cliente y sirven al miembro del grupo para experimentar
con algunas conductas diferentes. Es fundamental que las técnicas sean
introducidas temporalizada y sensiblemente con respecto al cliente y que
sean omitidas o apartadas cuando no cumplen el propósito que perseguían.
Al trabajar con clientes procedentes de poblaciones diversas, los terapeu-
tas deberían modificar sus intervenciones de tal forma que se adaptaran a los
antecedentes culturales y étnicos de cada cliente. Por ejemplo, si un cliente ha
aprendido a no expresar sus sentimientos en público, puede ser inadecuado
TEORÍA Y PRACTICA DE LA TERAPIA CRUPAL «7

introducir técnicas para expresar sentimientos durante las primeras sesiones.


Sería útil descubrir si este miembro está interesado en explorar los aprendiza-
jes de su cultura con respecto a la expresión de sentimientos. Pensemos en
otra situación, donde una mujer ha aprendido a obedecer a sus padres sin
rechistar. Sería inadecuado injoducir una técnica de rol-play en la que ella
debe enfrentarse directamente a sus padres. Los terapeutas pueden respetar
los valores culturales de los miembros y al mismo tiempo animarles a pensar
en cómo tales valores y su educación han producido un efecto continuo en su
conducta. En algunos casos, los miembros decidirán modificar ciertas con-
ductas porque el precio personal de mantener un valor es demasiado alto. En
otros casos, pueden decidir que no están interesados en modificar ciertos
valores culturales o conductas. Las técnicas empleadas por el terapeuta pue-
den ayudar a tales miembros a examinar los pros y contras de dichos cam-
bios. Para más información sobre las consideraciones éticas al emplear
técnicas de grupo, ver G. Corey, Corey, Calanan y Russell (1992).

Abuso y Responsabilidad Legal

Es de esperar que los terapeutas respeten el código ético de su profesión


particular y que mantengan los patrones legales. Los terapeutas son objeto de
penas civiles si no proceden legalmente o si causan daños intencionadamente
a otra persona. Si los miembros pueden demostrar que se ha ocasionado un
daño psicológico o una injusticia personal por error del terapeuta tanto por
negligencia como por ignorancia, el terapeuta puede ser demandado. La
negligencia consiste en alejarse de las prácticas normativas comunmente
aceptadas por el resto de los profesionales. Los terapeutas implicados en
cualquier acción de abuso o práctica inadecuada deberán justificar las técni-
cas que usan. Si sus intervenciones terapéuticas son consistentes con la de
otros profesionales de su comunidad, entonces pisan tierra más firme que si
emplean técnicas no comunes.
Los terapeutas deben actualizarse con las leyes de su comunidad corres-
pondientes a su práctica profesional. Aquellos terapeutas que trabajan con
grupos de niños y adolescentes especialmente, deben conocer las leyes vincu-
ladas a la confidencialidad, consentimiento parental, el derecho al tratamiento
o a negarse al mismo, el consentimiento informado y otros derechos legales
de los clientes. Tal conocimiento no protege a los miembros del grupo ni al
terapeuta de las posibles denuncias por mal uso que se derivan de la negli-
gencia o la ignorancia.

AFANÁNDOSE POR UNA PRÁCTICA PROFESIONAL. La mejor forma


de protegerse a sí mismo y no involucrarse en una denuncia por abuso o mal
uso consiste en adoptar medidas preventivas, lo que implica no salir de los
68 FACTORES ÉTICOS Y PROFESIONALES EN LA PRÁCTICA CON GRUPOS

límites de la propia competencia. También es importante mantener el espíritu


de los patrones éticos de su organización profesional y las normas éticas de
los terapeutas de grupo tales como las elaboradas por la ASGW. La clave
para evitar cualquier denuncia por mal uso consiste en ejercer razonable,
ordinaria y prudentemente. A continuación se añaden algunas normas que
especifican más estos términos:

* Dar a los futuros miembros de sus grupos suficiente información para


que hagan una elección consciente de participación en el grupo. No
mitificar el proceso grupal. La sinceridad y honestidad profesional con
los miembros del grupo favorecerá el establecimiento de un clima de
confianza.
* Conocer la legislación vigente que limita su ejercicio así como las nor-
mas del centro donde trabaja. Informar a los miembros sobre estas nor-
mas y sobre las limitaciones legales (tales como excepciones a la
confidencialidad, informes obligatorios y similares).
* Restringir su ejercicio a las poblaciones de clientes para las que está pre-
parado en virtud de su educación, formación y experiencia.
* Prestar atención a los síntomas de fragilidad psicológica en los miem-
bros del grupo que pueden ser indicativos de la necesidad de finaliza-
ción de su participación. Ser capaz de contactar a tales clientes con las
fuentes de derivación apropiadas.
* No prometer a los miembros del grupo nada que no pueda conceder.
Ayudarles a concienciarse de que el grado de esfuerzo y compromiso
que adopten serán las claves que determinen los resultados de la expe-
riencia grupal.
* Al trabajar con menores, obtener el permiso escrito de los padres incluso
aunque la ley no lo exija.
* Consultar con sus colegas cuando tenga alguna duda. Ser consciente de
que la voluntad por consultar o la solicitud de supervisión implica un
alto nivel de profesionalidad. Encontrar fuentes de supervisión.
* Aprender a evaluar e intervenir en casos donde los clientes constituyen
una amenaza para sí mismos o para otros.
* Tener la disposición para dedicar el tiempo necesario a observar, selec-
cionar y preparar a los miembros de su grupo.
* Evitar la mezcla de las relaciones profesionales con las sociales.
* Evitar las relaciones íntimas con clientes actuales o anteriores.
* Prestar atención al modo en que sus reacciones personales puedan inhibir
el proceso grupal y observar la contratransferencia. Aunque sus
necesidades personales se satisfagan a través de su ejercicio profesional,
no hacerlo a expensas de los miembros del grupo. Evitar que el grupo
sea el espacio donde usted resuelve sus problemas personales.
TEORÍA Y PRACTICA DE LA TERAPIA CRUPAL 69
* Mantenerse informado sobre las publicaciones e investigaciones y ser
capaz de aplicar esta información para aumentar la efectividad de sus
grupos.
* Ser capaz de explicar las técnicas que emplea con regularidad en sus
grupos. Disponer de un cuerpo de razonamiento ligado a alguna pers-
pectiva teórica.

EL FACTOR DE LA COMPETENCIA DEL TERAPEUTA DEL GRUPO

Determinar el Nivel Propio de Competencia

La norma de la ASGW (1989) señala que "los terapeutas de grupo no apli-


can ninguna técnica salvo que estén formados en su uso o lo hagan bajo la
supervisión de otro terapeuta familiarizado con la misma". ¿Cómo pueden
saber los terapeutas si disponen o no de la suficiente competencia para aplicar
una técnica determinada?. Aunque algunos terapeutas formados en el uso de
una técnica pueden dudar sobre su aplicación (por temor á equivocarse), otros
terapeutas muy seguros de sí mismos pero sin formación adecuada pueden
sentirse dispuestos a probar nuevos métodos sin ninguna reserva. Es conve-
niente que los terapeutas conozcan las razones por las que aplican cada una
de las técnicas y haberlas experimentado como miembro de un grupo puede
ser muy útil. El factor de la competencia o capacidad para liderar un grupo
específico o tipo de grupo es una de las cuestiones continuas que deben plan-
tearse los terapeutas. Usted deberá estar dispuesto a enfrentarse y responder a
preguntas como las siguientes:

* ¿Estoy capacitado por mi educación y formación para liderar este grupo


específico?.
* ¿Qué criterios puedo usar para determinar mi grado de competencia?.
* ¿Cómo puedo reconocer los límites de mi competencia?.
* Si no soy un terapeuta tan competente como me gustaría, ¿Qué puedo
hacer específicamente?.
* ¿Cómo puedo seguir mejorando mis capacidades de liderazgo?.
* ¿Qué técnicas puedo emplear yo con destreza?.
* ¿Con qué tipo de clientes trabajo mejor?.
* ¿Con cuáles no trabajo tan bien y por qué?.
* ¿Hasta dónde puedo ir con los clientes?.
* ¿Cuándo y cómo debería derivar a los clientes?.
* ¿Cuándo debo consultar a otros profesionales?.
No existen respuestas sencillas para estas preguntas. Cada grupo requiere
diferentes cualidades por parte del terapeuta. Por ejemplo, usted puede ser
muy competente para dirigir un grupo de adultos adaptados o de adultos en
70 FACTORES ÉTICOS Y PROFESIONALES EN LA PRACTICA CON GRUPOS

situaciones de crisis pero incompetente para dirigir un grupo de personas con


problemas de trastornos graves. Usted puede estar bien formado y trabajar
bien con grupos de adolescentes y sin embargo no disponer de las destrezas
necesarias para dirigir grupos de niños. Puede tener éxito dirigiendo grupos
cuyos miembros presentan problemas de abuso de sustancias pero sentirse
poco preparado para trabajar satisfactoriamente con grupos de familiares. En
resumen, usted necesita la formación específica y la experiencia supervisada
para cada tipo de grupo que pretenda dirigir.
Los grados y las credenciales pueden ser necesarios pero no suficientes;
todo lo que muestran es ciertos antecedentes de contenido y experiencia, lo
que normalmente implica que usted ha completado el número mínimo de cur-
sos de formación y experiencia. La amplitud y calidad de la formación y
experiencia que demuestran las credenciales varía notablemente.
La mayoría de los profesionales han superado su formación formal en una
de las ramas del área de la salud mental, como psicología clínica, psicología
comunitaria, psicología educativa, terapia marital y familiar, terapia de reha-
bilitación, psiquiatría social, psiquiatría, etc. Sin embargo aquellos que dese-
an ser terapeutas de grupo descubren normalmente que la educación formal,
incluso en los niveles del master o del doctorado, no les proporciona los ante-
cedentes prácticos necesarios para dirigir un grupo con efectividad. Así pues,
los terapeutas descubren a menudo que es imprescindible participar en semi-
narios o talleres de formación especializada en terapia grupal.

Patrones de Formación Profesional para los Terapeutas

Los programas efectivos de liderazgo de grupos no se desarrollan por


imperativo legal o sólo por respetar los códigos profesionales. Para que los
terapeutas resultantes sean hábiles, el ejercicio grupal debe ser el objetivo
prioritario de los cursos de formación. Desafortunadamente, en algunos pro-
gramas de master no se exige ningún curso específico de terapia grupal y en
otros sigue siendo sólo optativo. En aquellos programas que no requieren nin-
gún curso de terapia grupal, existe normalmente un curso que cubre tanto los
aspectos didácticos como experimentales del proceso grupal. ¡Es un compro-
miso muy grande formar a terapeutas de grupo en un sólo curso!.
La ASGW (1991) que ha publicado la ampliación de los Patrones de For-
mación Profesional de los Terapeutas de Grupo, especifica dos niveles de
competencias y formación correlativa. En primer lugar existe una muestra
central de competencias referentes al conocimiento y otras a las destrezas que
proporcionan la base sobre la que se construye la formación especializada. En
los programas de formación debería introducirse como mínimo un curso
sobre grupos y debería estructurarse de tal forma que sirva a los estudiantes
para adquirir el conocimiento y las destrezas básicas necesarias para
TEORÍA Y PRACTICA DE LA TERAPIA GRUPAL 71

f
facilitar un grupo. La práctica supervisada es la mejor forma de dominar las
destrezas grupales que deberían incluir la observación y la participación en
experiencias grupales. En segundo lugar, las normas contienen una muestra
de reglas para integrar los nuevos conocimientos con las normas de acredita-
ción del Consejo de Acreditación Terapéutica y Programas Educativos Rela-
cionados.
Las Áreas de Conocimiento que son consideradas básicas incluyen la
identificación de los propios puntos fuertes y limitaciones y de los valores,
i ser capaz de describir las características asociadas a los estadios típicos del
desarrollo de un grupo, ser capaz de describir los roles facilitadores e inhibi-
dores y las conductas de los miembros del grupo, conocer los factores tera-
péuticos de un grupo, comprender la importancia de la evaluación del grupo
y de los miembros y ser consciente de los factores éticos específicos del tra-
bajo grupal.
Las competencias relativas a las destrezas que deberían tener los terapeu-
tas incluyen la capacidad de iniciar y concluir las sesiones, modelar conduc-
tas adecuadas para los miembros del grupo, dar y recibir feedback, ayudar a
los miembros a atribuir significado a la experiencia grupal, ayudarles a inte-
grar y aplicar su aprendizaje y demostrar la capacidad para cumplir los patro-
nes éticos de la ASGW en la práctica grupal.
Los patrones de la ASGW señalan que la mejor forma de alcanzar estas
destrezas de trabajo grupal es a través de la práctica supervisada, lo que debe-
ría incluir la observación y la participación en una experiencia grupal. Aun-
que exista un límite mínimo de 10 horas de práctica supervisada, es
recomendable disponer de 20 horas como parte de la formación básica.
Una vez que los aspirantes a terapeutas hayan adquirido el conocimiento y
las destrezas previamente señaladas, pueden formarse en las
especializacio-nes del trabajo grupal, en una o más de estas cuatro áreas: (1)
grupos de tarea/trabajo, (2) grupos de orientación/psicoeducativos, (3) grupos
de consejo psicológico/ resolución de problemas interpersonales y (4) grupos
de psicoterapia/reconstrucción de la personalidad. Las normas detallan el
conocimiento específico y las competencias relativas a las destrezas para
estas especialidades y especifican también el número recomendable de horas
de práctica supervisada para cada una.
La formación para los grupos de tarea/trabajo implica trabajar en un área
amplia del desarrollo y dirección organizativa. Incluye también trabajo de
consulta. La formación de los especialistas require un mínimo de 30 horas de
experiencia supervisada en la terapia y o coterapia de grupos de tarea/trabajo.
La formación de especialistas para los grupos de orientación/psicoeduca-
tivos implica trabajar en el área de la psicología comunitaria, promoción de
salud, marketing, consulta y diseño curricular. Esta especialidad requiere 30
72 FACTORES ÉTICOS Y PROFESIONALES EN LA PRACTICA CON GRUPOS

horas adicionales de experiencia supervisada en la terapia o coterapia de un


grupo.
La formación de especialistas para grupos de consejo psicológico/resolu-
ción de problemas interpersonales teóricamente debería incluir tanto trabajo
de terapia grupal como sea posible. Para esta especialidad hay un mínimo de
45 horas de experiencia supervisada en la terapia o coterapia grupal.
La formación de especialistas para grupos de psicoterapia consiste en cur-
sos relativos al área de psicología anormal, psicopatología y evaluación diag-
nóstica para valorar las capacidades de las poblaciones más deterioradas. Para
esta especialidad existe un mínimo de 45 horas de experiencia supervisada.
Me gustaría reconocer la sobresaliente labor desarrollada por el comité de
la ASGW que ha revisado las normas de formación profesional. Ahora, por lo
menos, el área del trabajo grupal ha establecido unas líneas básicas para
determinar un nivel mínimo de competencia profesional. Sin embargo, no
considero estos patrones de formación como producto definitivo sino como
guías abiertas a la revisión. Un área que no ha recibido atención suficiente, en
mi opinión, es el conocimiento específico y las destrezas necesarias para lle-
gar a ser un terapeuta multicultural efectivo. Espero que las futuras revisiones
incluyan las competencias apropiadas para manejar con efectividad la diver-
sidad en los grupos.
Además, coincido con Pate y Bondi (1992) que mantienen que las creen-
cias religiosas y los valores son un aspecto de los antecedentes culturales del
cliente que deberían considerarse como componentes vitales en los progra-
mas de formación de los terapeutas. Coincido también con ellos en que los
estudiantes deberían aprender la importancia de las creencias religiosas en las
vidas de muchos de sus clientes. Señalan que los patrones del CACREP
deberían incluir los valores religiosos y espirituales en el componente multi-
cultural de los programas de formación de terapeutas. La espiritualidad del
cliente es una parte importante de la cultura que los terapeutas de grupo debe-
rían tener en cuenta si pretenden ser útiles para clientes procedentes de pobla-
ciones cultural, étnica, racial y religiosamente diversas. Evidentemente es
importante que los terapeutas clarifiquen sus propios valores y creencias espi-
rituales si esperan adquirir sensibilidad para manejar estos aspectos con los
miembros del grupo. En el Capítulo 3 se amplia este apartado.

Tres Programas Adjuntos para la Formación de Terapeutas Crupales

Desde una perspectiva ética, si usted espera dirigir grupos, deseará estar per-
sonal y académicamente preparado para este trabajo. Si su programa no propor-
ciona esta preparación será necesario que usted solicite la participación en
seminarios o talleres de procesos grupales. No es muy probable que usted apren-
da a dirigir grupos sólo a través de la lectura o de la asistencia a conferencias.
TEORÍA Y PRACTICA DE LA TERAPIA CRUPAL 73

Recomiendo como mínimo tres experiencias adjuntas al programa de for-


mación de los especialistas de grupo. En primer lugar, participar como miem-
bro en un grupo permite a los estudiantes percibir mejor cualquier
sentimiento contratransferencial y la aplicación efectiva de sus atributos per-
sonales a los grupos. En segundo lugar, recomiendo encarecidamente la parti-
cipación en un grupo de crecimiento personal. En tercer lugar, al participar en
un grupo de participación y supervisión se pueden desarrollar las destrezas
necesarias para ejecutar una intervención efectiva. Los terapeutas en forma-
ción pueden exponer en sus sesiones de supervisión los problemas que
encuentran con los miembros de su grupo y pueden recoger diferentes pers-
pectivas para analizar sus problemas. A continuación se añade un comentario
sobre cada uno de los programas adjuntos para formación profesional de tera-
peutas de grupos.

PSICOTERAPIA PERSONAL PARA TERAPEUTAS DE GRUPOS. Coin-


cido con la recomendación de Yalom (1985) sobre la necesidad de una
auto-exploración extensiva si los estudiantes deben percibir los sentimientos
de contratransferencia, reconocer sus puntos ciegos y sesgos y emplear sus
atributos personales con efectividad en los grupos. Aunque las grabaciones
en video, trabajar junto a un coterapeuta o la supervisión son fuentes
excelentes de feedback, Yalom mantiene que normalmente es necesaria alguna
forma de terapia personal para una comprensión y corrección más completas.
El terapeuta de grupo debería demostrar el coraje y la voluntad para hacer él
mismo lo que espera que hagan los miembros de su grupo: ampliar su
conciencia sobre sí mismo y el efecto de esto sobre los otros.
Aumentar la auto-conciencia es una de las principales razones para solici-
tar terapias personales. Al dirigir un grupo, usted encontrará muchos momen-
tos transferenciales tanto entre los miembros como hacia usted. La
transferencia hace referencia al proceso inconsciente a través del cual los
clientes proyectan sobre su terapeuta sentimientos y actitudes pasadas que
ellos tienen hacia las personas significativas de sus vidas. Evidentemente el
terapeuta puede verse envuelto en sus propios sentimientos de contratransfe-
rencia o en respuestas emocionales inconscientes hacia los miembros del
grupo. Los terapeutas también presentan sus propios problemas personales no
resueltos que pueden proyectar sobre los miembros del grupo. A través de la
terapia personal, los futuros terapeutas pueden ahondar en algunos de sus
asuntos pendientes para evitar así que posteriormente interfieran sobre su
funcionamiento efectivo como terapeuta de grupo.

GRUPO DE AUTO-EXPLORACION PARA TERAPEUTAS DE GRITO.


Ser miembro de diversos grupos puede ser parte indispensable de la
fonna-ción de los terapeutas de grupo. Los profesionales pueden
experimentar lo
74 FACTORES ÉTICOS Y PROFESIONALES EN LA PRÁCTICA CON GRUPOS

que hace falta para crear cohesión y confianza en el grupo a través de sus
propias resistencias, temores y momentos incómodos en el grupo, al ser con-
frontados o al debatirse con sus problemas en un contexto grupal.
Además de ayudar a resolver los conflictos personales y aumentar la
auto-comprensión, un grupo de crecimiento personal puede ser un valioso
recurso educativo. Una de las mejores formas para aprender a ayudar a los
miembros de un grupo con sus problemas consiste en participar uno mismo
como miembro y vivenciar tales experiencias.
Yalom (1985) recomienda una experiencia grupal para todos los futuros
terapeutas. Algunas de las ventajas que sugiere consisten en experimentar el
poder del grupo, aprender en qué consiste la auto-apertura, llegar a apreciar
las dificultades que conlleva implicarse uno mismo, aprender a nivel emocio-
nal lo que se sabe intelectualmente y ser consciente de la propia dependencia
del poder y conocimientos del terapeuta del grupo. Yalom cita investigacio-
nes donde se ha encontrado que entre el 60 y el 70 por ciento de los progra-
mas de formación de terapeutas de grupo ofrecen algún tipo de experiencia
grupal personal.

PARTICIPACIÓN EN SEMINARIOS EXPERIENCIALES DE FORMA-


CIÓN. He descubierto que los seminarios de formación son muy útiles para
ayudar a los futuros terapeutas a desarrollar las destrezas necesarias para una
intervención efectiva. Los futuros terapeutas pueden también aprender sobre
sus respuestas a la crítica, su competitividad, su necesidad de aprobación, sus
preocupaciones sobre ser o no ser competente o sobre otros conflictos. Al tra-
bajar con estudiantes universitarios interesados en aprender enfoques
grupa-Íes y con otros profesionales que querían mejorar sus destrezas
grupales, he descubierto que un seminario intensivo de fin de semana puede
ser muy efectivo. En estos seminarios, los participantes disponen de muchas
oportunidades para dirigir su pequeño grupo durante un período determinado.
Tras un segmento en el que los participantes dirigen su grupo, mis colegas y
yo intervenimos proporcionando feedback e iniciando el comentario en gran
grupo. Para el final del fin de semana cada participante ha dirigido el grupo
como mínimo dos veces (durante una hora cada vez) bajo supervisión directa.
Mi esposa, Marianne Corey y yo (1986) describimos un marco de trabajo
para tales seminarios intensivos de semana o de fin de semana de formación
y supervisión utilizando métodos experimentales y didácticos que ayudan a
los participantes a refinar sus destrezas como terapeutaes de grupo. Este tipo
de seminario o seminario es una parte ordinaria de mis propios cursos de
formación de terapeutas de grupo. Una de las mejores formas de aprender a
facilitar un grupo consiste en aumentar la experiencia como miembro de un
grupo y como terapeuta de grupo, con aprendizaje y feedback supervisado.
Los seminarios de formación proporcionan este tipo de aprendizaje.
TEORÍA Y PRÁCTICA DE LA TERAPIA CRUPAL 75

Factores Éticos en la Formación de Terapeutas de Grupo

Lx)s programas de formación difieren cuando la participación es opcional y


cuando es obligatoria. Exigir la participación en un grupo terapéutico como parte
de un programa de formación puede plantear algunos problemas prácticos y
éti-cos. Una de las normas éticas del ACÁ (1988) señala que el aprendizaje centrado
en la auto-comprensión o el crecimiento personal debe ser voluntario o si es
imprescindible como parte del programa educativo, los estudiantes deberían
saberio antes de matricularse. Otra norma ética del ACÁ hace referencia a
aco-modar a los estudiantes que no desean participar en las experiencias de
crecimien-to personal: "El miembro [terapeuta educador] proporcionará en todo
momento a los estudiantes alternativas claras e igualmente aceptables para las
experiencias de crecimiento y auto-comprensión. El miembro informará a los
estudiantes que disponen del derecho a aceptar estas altemativas sin prejuicio o
castigo".
Me cuesta entender la norma anterior del ACÁ. Si un programa educativo
exige un grupo terapéutico y los estudiantes conocen este requisito antes de
matricularse, no veo por qué deba ofrecerse una "alternativa igualmente
aceptable". Aunque algunos manifiestan que la participación en los grupos
genera ansiedad, porque se espera que los candidatos relaten aspectos perso-
nales, los candidatos que no desean manejar dicha ansiedad probablemente se
preguntan a sí mismos por qué han seleccionado esta profesión. En definitiva,
la mayoría de los programas requieren un curso de estadística o métodos
experienciales y para muchos (entre ellos yo) este obstáculo provoca más
ansiedad que la participación como miembro de un grupo.
Uno de los factores éticos más controvertidos en la formación de los tra-
bajadores de grupos implica la combinación de métodos experienciales y
didácticos. Considero que el componente experiencial es esencial en los cur-
sos de formación, admito también que existen problemas inherentes al ense-
ñar a los estudiantes el funcionamiento de los grupos implicándoles en un
nivel experiencial. Tal disposición conlleva la voluntad de auto-apertura, ser
participante activo en un laboratorio interpersonal e implicarse en un nivel
cognitivo y emocional al mismo tiempo. Algunas veces, sin embargo, mis
colaboradores y yo hemos oído comentar a los estudiantes y profesionales
que participan en nuestros seminarios de formación de grupos que valoran
positivamente la experiencia supervisada donde tienen la posibilidad de
adoptar los roles de miembro y de terapeuta. A través de este tipo de progra-
mas, se vivencian los conceptos del proceso grupal. Los estudiantes experi-
mentan en sí mismos lo que conlleva crear la confianza y cómo se siente la
resistencia. A menudo manifiestan que han logrado una nueva perspectiva de
la resistencia de sus clientes.
Al cambiar impresiones con otros educadores del país que también impar-
ten cursos grupales, he descubierto que es corriente combinar los dominios
76 FACTORES ÉTICOS Y PROFESIONALES EN LA PRACTICA CON GRUPOS

experienciales y didácticos. En estos grupos donde se enseña didáctica y


experiencialmente, la primera mitad de la clase es teórica. El contenido de las
discusiones puede ser muy similar al material presentado en esta obra. Durante
la segunda mitad de la clase varios instructores dirigen un grupo donde los
estudiantes tienen la oportunidad de ser miembros. Algunas veces los estu-
diantes codirigen un grupo pequeño junto con otro compañero y ambos son
supervisados por el instructor. Los estudiantes pueden temer que su nota
dependa de su participación (o de la no participación) en la parte experiencial
de la clase. Se deberían establecer normas claras para que los estudiantes
conozcan cuáles son sus derechos y sus responsabilidades. Esta disposición
presiona tanto a los estudiantes como al instructor. Exige honestidad, madu-
rez y profesionalidad.
Al evaluar a los estudiantes de los cursos grupales, la profesionalidad del
instructor es fundamental. El ejercicio ético exige que el instructor especifi-
que con antelación sus criterios de evaluación. Dichos criterios pueden
incluir los resultados de informes escritos, las presentaciones orales, los exá-
menes escritos y las pruebas objetivas. La ejecución de los estudiantes en el
grupo experiencial no debería puntuarse pero se espera que los alumnos asis-
tan y participen regularmente en las mismas. La norma ética de la ASGW
(1989) manifiesta a este respecto:
Los estudiantes que participan en un grupo como requisito parcial de un
curso de formación no son evaluados ni puntuados con respecto a su grado
de participación como miembro de un grupo. Los instructores de los cursos
de terapia grupal adoptarán las medidas para minimizar el posible impacto
negativo sobre los estudiantes cuando participan en el curso diferenciando la
participación en el grupo de las notas y permitiendo a los - estudiantes
determinar qué aspectos desean explorar y cuándo desean finalizar.

Un grupo de este tipo puede centrarse en las interacciones del aquí y


ahora. Incluso si los miembros deciden no abordar aspectos como la niñez,
existe multitud de material objeto de exploración si seleccionan el análisis de
sus reacciones a otras personas en el grupo. Si los estudiantes aprenden a par-
ticipar abierta y honestamente en el grupo, han logrado ya un gran paso en la
facilitación de un grupo.
Habiendo expuesto mi perspectiva personal sobre los aspectos éticos de la
formación de terapeutas de grupo, voy a comentar brevemente la literatura
existente sobre este tema. Donigian (1993) considera que las relaciones dua-
les en los cursos de formación son "el factor que no se elimina". Al resumir
las opiniones de un panel de jefes de adiestramiento, Donigian identifica la
controversia en relación a lo que constituye la experiencia grupal y el conte-
nido y proceso que debería seguir. Donigian concluye que la ASGW debería
TEORÍA Y PRÁCTICA DE LA TERAPIA CRUPAL 77

identificar los contenidos, las razones para el aprendizaje de dichos conteni


dos y los criterios de disposición para participar en tales grupos.
Merta y sus colaboradores han investigado los dilemas éticos implicados
al introducir grupos experienciales en los cursos de formación. Merta y
Sis-son (1991) manifiestan que el uso de grupos experienciales ha sido muy
criti-cado por la presentación de relaciones duales y por las posibles prácticas
no éticas como la invasión de la privacidad, conflicto de intereses y abusos de
poder. Concluyen que los jefes de adiestramiento deberían considerar las
necesidades de los estudiantes, el programa y la profesión. Los autores consi-
deran indispensable la participación en grupos experienciales para la forma-
ción de los terapeutas de grupo y añaden sugerencias para el ejercicio ético
de los trabajadores de grupo.
Una investigación nacional identificó cinco modelos empleados por los
jefes de adiestramiento para la formación de los grupos (Merta, Wolfgang &
McNeil, 1993). Esta investigación evaluaba también la consistencia de los
distintos modelos con las normas éticas del ACÁ y de la ASGW. Merta y sus
colaboradores encontraron que aunque la mayoría de los jefes de
adiestramiento hacen uso de su experiencia grupal para la formación de los
futuros terapeutas, existía una diversidad significativa en la forma de emplear
los diversos modelos de formación. Los investigadores nos recuerdan que los
dilemas éticos no suelen tener ninguna solución perfecta y concluyen:
Ningún modelo de formación o combinación de garantías es apto para
resolver el dilema de la protección de los estudiantes de las relaciones
duales adversas y al mismo tiempo proporcionarles una formación ade-
cuada para proteger a la profesión y al publico de terapeutas indebida-
mente formados. La existencia de la diversidad en el uso de los grupos
experienciales es muestra de que los jefes de adiestramiento se esfuerzan
por resolver este dilema; se requiere un mayor conocimiento de sus posi-
bilidades y de la motivación que subyace a las mismas [p. 207].

Pierce y Baldwin (1990) se centran en los aspectos éticos implicados en la


protección de la privacidad de los estudiantes que están obligados a participar
en experiencias de crecimiento personal como parte de la formación de
terapeutas de grupo. Manifiestan que es necesaria la participación en una
experiencia de crecimiento personal. Al mismo tiempo sugieren formas para
sobrellevar el dilema ético que deben encarar los formadores y supervisores
al evaluar las destrezas de los estudiantes para el liderazgo de grupos. Sus
puntos cJaves se resumen a continuación:

* Los estudiantes deben disponer de ia información suficiente antes de


matricularse en el programa. La justificación escrita en favor de la parti-
78 FACTORES ÉTICOS Y PROFESIONALES EN LA PRÁCTICA CON GRUPOS

cipación en las actividades de crecimiento personal mejoraría probablemente


la participación de los estudiantes.
* Los estudiantes podrían disponer de consejos o normas referentes a la
utilidad y conveniencia de la auto-apertura. Es útil formar a los estu-
diantes sobre los riesgos y beneficios específicos de la auto-apertura,
usando la combinación de métodos didácticos y del modelado del edu-
cador.
* Los formadores deberán mostrarse sensibles a las necesidades de priva-
cidad de los estudiantes de sus grupos. Algunas preguntas de prueba
pueden generar material altamente personal que puede ser irrelevante en
el grupo.
* Los formadores pueden proporcionar ejercicios y tareas para que los
miembros establezcan objetivos individuales. Se puede implicar a los
miembros en la selección de temas que desearían examinar en el contex-
to grupal.

Remley (1992) critica que los profesores de los cursos sean al mismo tiem-
po los terapeutas de los grupos experienciales. El mxtox también coincide en que
enseñar en un curso sin la experiencia concurrente es insatisfactorio. Para
evitar el problema ético, combina los enfoques didácticos y experienciales en
sus cursos de terapia grupal pero no es él quien dirige el grupo experiencial. El
se limita a a la mitad didáctica del curso utilizando para ello diversos métodos
educativos. La otra mitad experiencial consiste en un grupo de encuentro diri-
gido por un terapeuta experimentado que no imparte clases. Otros profesiona-
les que ocasionalmente lideran los grupos son graduados que desean obtener
créditos adicionales en grupos avanzados de terapia, terapeutas de centros
locales que desean liderar grupos a cambio de los servicios de consulta y pro-
fesionales del centro de psicología de la universidad. Los estudiantes de Rem-
ley, sin embargo, revelan información personal en sus impresos del curso. El
autor considera que es útil la naturaleza auto-reflexiva de estos impresos y
recomienda no modificar estas tareas sólo con el fin de evitar que los estudiantes
expresen sin intención información privada. Manifiesta que sus estudiantes y él
mismo se hallan satisfechos de este enfoque del curso.
Forester-Miller y Duncan (1990) han identificado algunas guías que en su
opinión podrían reducir los posibles riesgos asociados a la combinación de la
experiencia de crecimiento personal y el curso:
* La experiencia de crecimiento personal no debería relacionarse con el
proceso de selección para matricularse o continuar en el programa.
* Ningún aspecto de la vida personal del estudiante, su sistema de valores
o conducta en el grupo, será tenido en cuenta al evaluar la ejecución del
estudiante en el grupo experiencial. Los estudiantes sólo deberían ser
evaluados con respecto a la adquisición de destrezas.
I 79
TEORÍA Y PRACTICA DE LA TERAPIA CRUPAL

'^ Los estudiantes no pueden dirigir un grupo de crecimiento personal


integrado por sus compañeros sin la presencia de un miembro del
personal profesional.

El reto de los profesionales consiste en proporcionar la mejor formación


posible garantizando los aspectos previamente mencionados. Si usted está
interesado en obtener más información sobre el tema, le sugiero que
consulte
las normas del ASGW (1989, 1991). Para más detalles con respecto a las
diferentes perspectivas y controversias de las relaciones duales en la
preparación de terapeutas de grupo, vea Herlihy y Corey (1992) y los
artículos cita
dos a los largo del presente capítulo. Las fuentes le proporcionarán más
ayuda para formular su propia posición y pautas con respecto a estos
temas.

También podría gustarte