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LA EPOCA BIZANTINA

Durante la época bizantina, el Estado conserva las instituciones financieras del final del
imperio, pero aumentando la aplicación de tributos, por el aumento de los gastos

Los impuestos eran directos e indirectos y se pagaban en dinero, en especies o mediante la


prestación de servicios.

El principal impuesto directo ordinario era la capitatio terrena o jugatio, para todos los
terratenientes.

Otro tributo fondiario era la annona, que se destinaba principalmente al mantenimiento del
ejército.

También se gravaba el comercio y el transporte.

EL PERIODO CAROLINGIO

En los tiempos del imperio carolingio el patrimonio del imperio era la suma de los patrimonios
de los Estados que lo componían.

Ese patrimonio comprendía:

a) dominios agrícolas y forestales,

b) minas, salinas, etcétera.

c) productos de la tierra

d) dotaciones de edificios y construcciones

e) dotaciones militares

f) muebles y objetos

Esta época se caracteriza por la escasez de impuestos, residuos del sistema fiscal romano, ya
que los servicios públicos no necesitaban tributos pues el poder central vivía de las entradas de
sus tierras.

LA EDAD FEUDAL

La gestión de bienes de renta en la edad feudal no se aleja de la del periodo carolingio, con el
agregado de normas sobre la percepción de tributos y subsidios debidos por los feudatarios,
los relativos a los derechos del soberano sobre las cosechas, las percepciones de multas, los
productos de la administración de justicia, etc.

Los gastos incluían, principalmente, aquellos de la corte real para sus oficiales y encargados de
los varios servicios (gastos ordinarios) y aquellos relativos a las expediciones militares y otros
gastos extraordinarios.

No se incluían los de mantenimiento, reparación o construcción de calles, puentes, fuertes y


otras obras de interés general, que eran efectuadas y mantenidas gratuitamente por el pueblo.
LA EDAD DE LAS COMUNAS

El surgimiento de las comunas autónomas, entre otras cosas por el decaimiento del sistema
feudal y el debilitamiento del poder de obispos y reyes, permite la apertura de la ciudad a
actividades de producción e intercambio.

Las principales fuentes de entrada de la hacienda comunal eran las regalías atribuidas a la
comuna, como el impuesto sobre la sal, el derecho de acuñación, el derecho sobre la utilidad
de las minas, el derecho del fisco sobre la herencia de los extranjeros muertos en el país sin
herederos

En este periodo se comienza a recurrir al crédito público para cubrir las necesidades
extraordinarios del Estado.

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