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Karen Lorena Amaya Quintero U00129917

Regulación o flexibilidad: un salto de fe hacia la liberalización progresiva en la


comercialización de servicios

En un mundo globalizado donde el comercio es cada vez más integrado y


compartido, mucho se ha podido hablar de la apertura necesaria para ello y de los esfuerzos
no solo de los países que quieran sobrevivir en dicha dinámica, sino de los organismos
tanto nacionales como internacionales que estén dispuestos a negociar, considerar y adoptar
acuerdos, normas, condiciones y compromisos que vayan encaminados al cumplimiento de
objetivos comunes. Pero esto no ha sido una necesidad reciente, se pueden estudiar dichos
esfuerzos desde sus grandes inicios en 1945, primeras negociaciones que dieron paso al
primer gran acuerdo comercial, el GATT. A pesar de que como se conoce hoy día, este
acuerdo ha evolucionado, crecido y se ha adaptado a lo que el contexto cambiante ha
exigido, desde su consolidación ha servido como base e impulso para que cada vez más
países se unan y el comercio sea cada vez más armonizado, al menos en lo que a su marco
normativo respecta.

Actualmente son 164 los países que conforman no solo un acuerdo, sino que hacen
parte de la organización de comercio mundial más grande de la historia, conocida como la
OMC, dichos países representan en total el 98% del comercio mundial (WTO , s.f.) y han
logrado consolidar miles de acuerdos, normas y beneficios plasmados para el intercambio
de bienes y servicios en un escenario internacional. A pesar de que han sido muchos los
aprovechamientos que este proceso ha traído consigo y de las interminables oportunidades
que representa para los miembros, son a su vez muchas las controversias y por otorgarle un
nombre, los “dilemas” que se presentan en dicha dinámica, respecto a qué tan abierta
debería ser una economía, el respeto y límite a la soberanía de cada uno de los Estados
sobre sus políticas nacionales y las condiciones contextuales a las que se someten con su
aceptación o en su defecto, negación a las condiciones que son propuestas. Esto ha sido así
desde hace mucho tiempo, Zubimendi cita a Sebastian Edwards (1998) en su artículo
llamado “Crecimiento económico y apertura comercial: análisis de la influencia de los
canales” (2008) donde explica que “mientras los economistas liberales sostienen que una
economía más abierta crecerá más rápidamente, otros economistas sostienen que algunas
medidas proteccionistas pueden contribuir a la buena performance económica de los países.
Esta controversia continúa hasta la actualidad, aun cuando el mundo está atravesando por
períodos de apertura comercial cada vez mayor”.

El anterior contexto se ha podido no solo evidenciar, sino documentar a través de la


historia en mayor medida en lo que respecta al intercambio de bienes. Las disposiciones
arancelarias que intervienen en ello, las industrias, sectores protagonistas, y los esfuerzos
cada vez más agresivos que realizan cada una de las potencias por mantener su nombre, son
claves en el día a día para ello, y a pesar de ser extensas, gracias a ese conocimiento,
estadísticas y datos otorgados periodo a periodo sobre este intercambio internacional, han
permitido claridad y facilidad no solo en su entendimiento per se sino en los límites,
oportunidades y compromisos en los que pueden incurrir o apelar cada uno de los países
miembros. Pero lo mismo no ocurre con el intercambio de servicios, de hecho, a pesar de
que son cada vez más los servicios comercializados en el mundo, no se encuentra la
suficiente información que lo respalde, al menos no de la misma manera en la que se
pueden encontrar documentados otros productos, y existe una razón principal que da razón
de ello y es: la falta de regulación.

A pesar de que en teoría podría decirse que el intercambio de servicios está regulado
y además respaldado por un acuerdo de alcance internacional como lo es el Acuerdo
General sobre el Comercio de Servicios (AGCS), aún es mucha la incertidumbre existente a
su alrededor. El acuerdo que, vale la pena mencionar, en sí mismo es complejo, plantea un
alcance y aplicación con una serie de módulos, compromisos y medidas para cada uno de
los sectores que lo conforman, donde a pesar de que los países miembros deben acatar y
cumplir con muchos de ellos, hay un gran espacio para su autonomía y evaluación de
concordancia para su propio plan nacional y política comercial, y que no se me mal
entienda, no tomo este punto como algo directamente negativo, es claro que debido a las
circunstancias individuales habrán condiciones que estén o no dispuestos a tomar, pero
¿hasta qué punto esta gran flexibilidad que ofrece el acuerdo es transparente?, ¿promueve
realmente esa liberalización progresiva que se busca?, ¿se toman realmente en cuenta los
servicios en la balanza comercial y estadísticas nacionales de comercio?

Personalmente, pienso que la regulación otorga claridad, no solo en la información


y presentación de los datos, sino en los límites, obligaciones y opciones de las que cada uno
de los países puede hacer parte. Sin embargo, puedo entender que a pesar de que el sector
servicios en de los más dinámicos de la actualidad, al tratarse de intangibles y un
crecimiento sectorial tan acelerado impulsado por condiciones impredecibles como la
pandemia ocurrida en el año 2020, dicha regulación y claridad puede ser un poco ambiciosa
dado que es un acuerdo relativamente nuevo; de cualquier manera, se podría estudiar si
tanta flexibilidad es conveniente para el acuerdo, si aun sometiéndose al riesgo de, como lo
plantea la misma OMC “socavar la estabilidad de los compromisos vigentes al adoptar
nuevas disposiciones de urgencia” (OMC , 2013), se pueden controlar y contar los
múltiples sectores de servicios y sus interacciones con el mundo. Por otro lado, en lo que a
los miembros respecta, evaluar si es sostenible dar un salto de fe constante de que estos
realmente están tomando medidas urgentes como respuesta a las perturbaciones
imprevisibles del mercado, que los compromisos adquiridos en un principio sí están siendo
respetados y, sobre todo, si esta dinámica realmente permitirá el logro de la liberalización
progresiva que se espera.

Finalmente, vale la pena mencionar que a pesar de lo anterior, es sumamente


favorable que cada vez se le esté prestando mayor atención a este sector, y que, a pesar de
que son muchos los pasos que faltan por caminar, se han logrado muchas cosas que son de
celebrar, el hecho de que de por sí exista un acuerdo internacional enfocado en dicho rubro
del mercado refleja dicho propósito, las cantidades ideales de regulación y flexibilidad en
su manejo confío serán estudiadas cada vez más, porque ya no será una opción sino una
necesidad real de unas normas reconocidas internacionalmente que generen un marco claro,
seguro y respetable para el sector.
Referencias

OMC . (2013). EL ACUERDO GENERAL SOBRE EL COMERCIO DE SERVICIOS.

WTO . (s.f.). La OMC en pocas palabras . Obtenido de


https://www.wto.org/spanish/thewto_s/whatis_s/inbrief_s/inbr_s.htm#:~:text=Estru
ctura,el%20conjunto%20de%20los%20Miembros.

Feal Zubimendi, M. S. (2008). Crecimiento económico y apertura comercial: análisis de la


influencia de los canales. Estudios económicos, 25(50), 37–74.
https://doi.org/10.52292/j.estudecon.2008.804

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