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la dinámica internacional del capital no es exclusivamente un proceso automático de expansión y

crecimiento; es también un resultado de decisiones políticas, de opciones ideológicas con sus


correspondientes “proyectos de mundo”, para decirlo por analogía de la expresión “proyecto de
nación” que es común en el lenguaje de las ciencias sociales.

Los cambios operados, sobre todo a finales del siglo XX, tienen por finalidad explícita favorecer la
libertad mundial de comercio e inversión, y por finalidad implícita, que en definitiva es lo que
cuenta, ajustar las normas internacionales de comercio e inversión a los requerimientos del
régimen de acumulación posfordista.

CAMBIOS DEL MARCO NORMATIVO DE LA INVERSIÓN EXTRANJERA

La normatividad internacional

El último decenio del siglo XX atestiguó el incremento de las negociaciones bilaterales y


multilaterales sobre inversión.

En relación con lo anterior, así como en materia de acuerdos de integración, con frecuencia se
agrega una tercera categoría (los acuerdos “plurilaterales”) para referirse a los convenios suscritos
por tres o más países (en todo caso un número reducido mayor de dos), reservando el carácter de
multilateralidad para las negociaciones y acuerdos en el marco del GATT y la OMC.

Cabe aclarar que el derecho internacional identifica separadamente sólo los tratados bilaterales y
multilaterales. Por lo tanto, los acuerdos que comprenden más de dos países son multilaterales.

El término “plurilateral” es un neologismo innecesario, no hay lugar a confusión.

Durante muchos años la OCDE fue el organismo que trabajó con más empeño en la concreción de
acuerdos para liberalizar el tratamiento de la inversión extranjera directa entre los países
miembros. A partir de 1995 la OCDE ha buscado la unificación internacional de las normas sobre
inversión con el fin de alcanzar el más alto grado de liberalización y de extensión a otras áreas
relacionadas.

Acuerdo Multilateral de Inversiones

El Parlamento Europeo manifestó su preocupación porque el AMI “refleja un desbalance entre los
derechos y obligaciones de los inversionistas, garantizando a estos últimos plenos derechos y
protección en tanto que se descarga sobre los Estados signatarios pesadas obligaciones que
podrían dejar sin protección a sus poblaciones”.

Organizaciones No Gubernamentales (ONG), en la que éstas expusieron la preocupación de


amplios sectores de la comunidad internacional por los términos en que estaba concebido el
acuerdo. En el ambiente de impugnación y desconfianza que para entonces rodeaba ya el AMI la
reunión ministerial de abril 1998 acordó suspender las negociaciones, según se dijo para abrir un
periodo de evaluación y consultas con el fin de conciliar el alto grado de liberalización perseguido
con las sensibilidades políticas, sociales y culturales, así como con la responsabilidad soberana de
los estados de proseguir políticas que atiendan, entre otros aspectos, las cuestiones ambientales y
laborales.

Ronda de Uruguay
15 de abril de 1994, incorporó al derecho económico internacional nuevos instrumentos
multilaterales relacionados con la inversión. Como la inversión extranjera directa no fue
explícitamente negociada en la Ronda, los efectos que sobre ella tendrán los acuerdos adoptados
son parcialmente indirectos.

En primer término mencionaremos el Acuerdo sobre Medidas en Materia de Inversiones


Relacionadas con el Comercio

clarifica y contiene procedimientos para asegurar el cumplimiento más efectivo de las


disposiciones del GATT sobre tratamiento nacional (por ejemplo, requerir que las importaciones
reciban tratamiento no menos favorable que las ventas internas y el uso que se otorga a los bienes
producidos nacionalmente; o bien, la prohibición de imponer restricciones a las importaciones y
exportaciones, todo ello incluido ya en el artículo XI del GATT sobre Eliminación General de
Restricciones Cuantitativas)

Más importante que el anterior es el Acuerdo General sobre el Comercio de Servicios (General
Agreement on Trade in Services, GATS), Habida cuenta de la estrecha relación existente en la
actualidad entre inversión directa y servicios, el GATS es tanto un acuerdo sobre inversión como
un acuerdo sobre comercio.5 De acuerdo con el GATS las medidas que afectan la prestación de
servicios son de tres categorías: la primera es aplicable a todo comercio de servicios, cuya principal
disposición es el otorgamiento de nación más favorecida a los países miembros; la segunda tiene
que ver con compromisos específicos relativos al acceso a los mercados y al tratamiento nacional;
y la tercera tiene nexos con disposiciones que se encuentran en distintos anexos relacionados con
sectores particulares del comercio de servicios, incluyendo el movimiento de personas naturales,
el transporte aéreo, los servicios financieros, etcétera.

Un tercer instrumento emanado de la Ronda Uruguay es el Acuerdo sobre los Aspectos de los
Derechos de Propiedad Intelectual Relacionados con el Comercio (Trade-Related Aspects of
Intelectual Property Rights, TRIPs), que armoniza las normas aplicables en este campo con la
consiguiente extraterritorialidad de la protección y su gradual integración al derecho económico
internacional.6 El TRIPs establece la obligación de armonizar los estándares para seis tipos de
propiedad intelectual, a saber, derechos de autor, marcas registradas, indicaciones geográficas,
diseños industriales, patentes y diseño de circuitos integrados. Con anterioridad la propiedad
intelectual debía cumplir sólo el principio de trato nacional, pero era discrecional la definición de
los campos que se incluían y los niveles de protección que se otorgaban.

La normatividad nacional

La ola finisecular de inversión extranjera directa fue favorecida principalmente por el cambio
acelerado del marco normativo nacional.

dos aspectos del Tratado de Libre Comercio de América del Norte que amplían considerablemente
el marco de participación y de atractivo de la inversión extranjera directa.

Nos referimos, en primer lugar, al capítulo XI del Tratado que amplía los tipos de inversión
cubiertos por éste más allá de la cobertura que ofrecía el Tratado de Libre Comercio entre Canadá
y Estados Unidos. Mientras que este último comprendía solamente la inversión extranjera directa,
el TLCAN protege también las inversiones de cartera. “Esta cobertura adicional es significativa
aunque difícil de cuantificar.”11

En segundo lugar mencionamos las normas sobre requisitos de desempeño. En lenguaje llano se
trata de prohibiciones y de hacer explícito en los tratados todo aquello que sus Partes signatarias
no podrán requerir a los inversionistas extranjeros como condición para autorizar una inversión en
su territorio.

De acuerdo con el artículo 1106 del TLCAN los países signatarios no podrán condicionar el
establecimiento, adquisición, expansión, administración, conducción u operación de una inversión
de un inversionista de una Parte al cumplimiento de requisitos como, por ejemplo, exportar un
determinado nivel o porcentaje de bienes o servicios; alcanzar un determinado grado o porcentaje
de contenido nacional; relacionar en cualquier forma el volumen o valor de las importaciones con
el volumen o valor de las exportaciones, o con el monto de las entradas de divisas asociadas con la
inversión de que se trate; restringir las ventas en el territorio de la Parte de los bienes o servicios
que tal inversión produce o presta relacionando de cualquier manera dichas ventas al volumen o
valor de sus exportaciones o a ganancias que generen en divisas, etcétera.

REFLEXIONES FINALES: FUSIONES Y LIBRE COMPETENCIA

Las compras y fusiones se constituyen ellas mismas en barreras a la entrada de nuevos


competidores, con lo cual el grado de imperfección del mercado mundial es cada vez mayor.

En segundo lugar, como las compras y fusiones implican la absorción de empresas que tienen un
liderazgo real en tecnología, ellas brindan a las transnacionales la posibilidad de aumentar
considerablemente su capacidad para negociarla, pues su posesión es típicamente monopolística;
la empresa unificada es, en efecto, el oferente único de la respectiva tecnología, y, en
consecuencia, la demanda que se le hace es la demanda total mundial.

En tercer lugar, la ventaja monopolística se refuerza por el hecho de que las compras y las fusiones
tienen lugar ante todo entre firmas relacionadas.

En cuarto lugar, como resultado de la compra y la fusión internacional de empresas


transnacionales importantes se originan firmas aun más grandes y poderosas, lo que no pone
límite a la concentración del capital sino impulsa a otras transnacionales a moverse hacia la
reestructuración o a realizar operaciones similares con otras corporaciones, con el resultado final
de la reducción del número de empresas que están presentes en el mercado mundial.

¿A quién sirve la liberalización?

Los acuerdos multilaterales suscritos por más de cien países han impreso un fuerte impulso a la
competencia y han hecho de ésta el elemento más “global” de la mundialización. La abundante
literatura que nos habla de un mundo más abierto, de un espectro enriquecido de oportunidades
accesibles por todos los que estén deseosos de participar en el mercado mundial; de un mundo de
tal manera venturoso que lo que ahora se impone es coronar lo más pronto posible todo aquello
en que la Ronda Uruguay se quedó corta, ha creado finalmente la idea de que en efecto así es el
mundo en que nos tocó vivir. Pero el recrudecimiento notable de la competencia en los mercados
internacionales, claramente perceptible, y el disfrute de la liberalización y la desregulación en el
marco de la OMC, ¿realmente es tan “multilateral” como dicen o más bien la libertad de acción y
la competencia se circunscriben principalmente a las grandes empresas transnacionales?

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