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¡Hola!

Esta es una prueba para medir tu habilidad analítica de lectura.

A continuación tienes un artículo sin titulaciones, sin bullets, sin negritas y sin
párrafos.

Tu tarea es:

1) Hacer una copia de este documento. El nuevo documento deberá llevar


por nombre “Prueba Lectura Analítica - Tu nombre aquí”

2) Leerlo completo y organizarlo separando las ideas por párrafo de forma


coherente, poniendo títulos y subtítulos donde creas conveniente,
añadiendo negritas y bullets donde veas necesario. 
OJO: No debes cambiar ni tocar la redacción del artículo.

3) Hacer un resumen del artículo en 3 líneas.

4) Redactar tus propias conclusiones con respecto al caso del


artículo.

5) Enviar el nuevo documento en formato PDF a la persona


correspondiente de Manya.pe, siguiendo las indicaciones del correo. 

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Todavía recuerdo lo que me espetó el buen Luis, en ese entonces mi gerente directo:
“¡No debes mandar tremendo sabanón! ¡Tanto texto va a aburrir a la gente! ¡De solo
verlo ya no tengo ganas de leer!” Llevaba un par de meses de CM y estaba contento
con los resultados y los clientes, felizmente, también. Pasaba todo el día en Facebook.
Pero, un día, así, de manera inopinada, apareció Luis para ver cómo andaba todo.
Entonces vio mi respuesta guardada:11 párrafos 748 palabras 4,529 caracteres.Tragó
saliva. Su redonda cara empezó a hablar: - No debes enviar tremendo texto a los
usuarios: los vas a espantar. - Pero, —mi redonda cara empezó a argumentar— no se
los envío a todos: solo a aquellos que solicitan “más información” sin ser más
específicos.Me miró sin vacilación: “lo que haces es antimarketero”, sentenció.
Entonces, me mandó a leer diversos artículos porque, me dijo, “yo sé que a ti te gusta
leer”. Y así fue.Tres días después parecía no haber vuelta atrás. Todos, todos los
autores le daban la razón: “la gente pierde interés si ven párrafos grandes”; “las
lecturas no deben tomar más de tres minutos”; “dilo rápido y en la menor cantidad de
palabras posible”. ¡Jesús! Yo estaba en un predicamento: a esta cuenta en particular
se comunicaban entre 200 a 250 personas distintas, solo por inbox. Y lo hacían a
diario. La mitad de ellas solicitaba “más información”. Y ahí es donde mi sabanón,
convenientemente puesto entre las respuestas guardadas, me ayudaba.Llevar a la
práctica la solicitud de Luis, era pues una tarea titánica:Implicaba desmenuzar mi
sabanón (siempre me gustó el nombre que le puso el buen Luis) en pequeñas
preguntas que debía hacer ahora una por una, siempre siguiendo la ilación de mi
interlocutor.Significaba, además, que esas 100 o 125 personas con las que hablaba
todos los días se multiplicarían, después de la reforma, por dos. Lo anterior le
agregaba a mi agenda diaria casi dos horas extra de trabajo.¿Resumir? Fue mi
primera opción, pero no parecía viable. El texto incluía un pequeño descargo legal y
procedimientos vitales para tener una buena experiencia con el medio de pago y para
su buen funcionamiento. Era una suma de resúmenes, un “quickstart guide” sin
imágenes para los nuevos usuarios.¿Bots? No era posible. Dadas las características
del producto (un medio de pago) la gente no confiaba mucho en ellos. (Aunque
después mejoramos muchísimo al afinar el proceso a partir de cuatro bloques de
preguntas pero eso se los cuento otro día). Los usuarios querían hablar con alguien
real, en muchos casos, con alguien que tuviese nombre y apellido. ¿Pedir ayuda a
alguien más? No. Yo era EL CM y el ego no me lo permitía. Me habían dado ya mi
primer aumento y no tenía el espíritu como para pedir ayuda.Decidí seguir adelante.El
primer día fue terrible: la mitad de las personas me pedían información completa, toda,
incluso, en una cartilla en formato PDF (¡PDF!). Otros perdían la paciencia al notar mi
intención de conducirlos por mis propias preguntas. Y el trabajo se incrementó, ese día
por casi dos horas y media. Se lo dije a Luis. Al ver el estado de las cosas cayó en
cuenta de que yo tenía algo de razón desde un principio. Parte de sus reclamos ya no
parecían tan sólidos ante la evidencia. Entonces, lo decidimos: era necesario un test
A/B. Iba a hacer algo trabajoso pero no quedaba otro camino.Empecé temprano.A la
mitad de las personas que solicitaban “información” (51); “información detallada” (30);
“info” (20); “datos” (9), “Dame todos los requisitos” (3), “Cuéntamelo todo” (1), “inf” (1)
se les alcanzaba mi sabanón. A la otra mitad se les daba un resumen y luego se le
solicitaba preguntas específicas. La información se alcanzaba de modo intermitente,
una respuesta a la vez. Todas recibieron etiquetas de Facebook para cotejarlas al final
del día. La lista quedó así: En el grupo A:De las 57 personas que recibieron el texto
grande (mi querido, mi fiel sabanón), 49 preguntaron temas específicos sobre el
producto.Cierto es que se tomaron más tiempo (de 10 minutos a 6 horas).10
solicitaron que los llamaran para realizar la venta. De estos, 6 se convirtieron,
efectivamente, en compradores según nos señaló el cliente, luego.En el grupo B:De
las otras 57 personas a las que se les dio un resumen, 45 (¡el 39% del total!)
solicitaron: “Dame toda la información, por favor”; “¿Tienes un PDF?” y
similares.Tuvieron una respuesta más inmediata (un minuto a media hora).Ninguno
solicitó una venta.Mi “sabanón antimarketero” se había impuesto, pues.Entonces, ¿la
gente siempre lee poco? No necesariamente. Cuando están realmente interesados en
el producto (cuando no son un público advenedizo) y cuando las características del
producto le exigen profundizar en sus datos, no. Me gustaría ahondar sobre lo ameno
de mi redacción pero, para ser sinceros, no tengo pruebas para hablar de ello. Tenía
una redacción sencilla (de una sola lectura) y los párrafos fueron unidos por
conectores simples.¿Conclusiones? No muchas, la verdad. Como mencioné arriba,
estoy seguro de que el pedir muchos datos de un solo saque está intrínsecamente
relacionada a las características del producto: un medio de pago. Se trata de un
producto relacionado con un bien muy sensible de los usuarios: su propio dinero. En
otras circunstancias —en cuentas para restaurantes, por ejemplo— las respuestas
rápidas y la economía de palabras resulta vital.

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