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RESUMEN
ABSTRACT
The need for the creation of a new Penal Code is recognized as a product of the
Venezuelan reality, and in the face of profound changes of a political, economic
and social nature, which oblige us to explain the new juridic scenario. It is not easy
to create a new penal code in XXI Century Venezuela, but it is necessary to take
into account the creation of the guaranteeist principles that should underlay all
legal states, the principle of legality, the notions of criminalization and de-
criminalization of delictive conduct, the conceptual reformulation of alternative
methods to the penalty of loss of freedom, as well as other aspects not only of a
juridic nature, but also social and economic.
INTRODUCCIÓN
Venezuela se enfrenta al reto de llevar a cabo una reforma integral del Código
Penal. Esta reforma se ha esperado desde hace años cuando se llevó a cabo la
muy necesaria reforma del ya derogado Código de Enjuiciamiento Criminal, para
dar paso a un sistema penal acusatorio, en el cual el sistema inquisitivo sería
reemplazado definitivamente.
…“no podemos aislar al Código Penal del sistema penal, pues no es más que
un instrumento legal que constituye uno de sus eslabones. Si lo consideramos con
prescindencia de la estructura general del sistema penal, corremos el riesgo de
caer nuevamente en la formalización que institucionaliza la farsa penal. El cambio
debe referirse a la estructura general del sistema, en que el Código Penal opera
como una de sus partes” (Zaffaroni, 1982:21).
Ante esta realidad tanto los juristas, como los actores de la justicia penal juntos
al ciudadano común deben colaborar con el legislador venezolano aportando sus
puntos de vista sobre cuáles deben ser las directrices de un proyecto de reforma
integral de una de las columnas fundamentales del sistema penal, como lo es el
Código Penal sustantivo.
Así durante el transcurrir de las últimas décadas del siglo XX pudo observarse
en Venezuela un proceso de aparición de conductas catalogadas como
antijurídicas, hecho este, manifestado en la publicación de un número elevado de
leyes. A tal efecto, el legislador penal venezolano, no ha realizado una reforma del
texto sustantivo sino que ha ido aprobando consecutivamente una serie de leyes
sustantivas especiales en la materia que han ocasionado un fenómeno de
hiperinflación penal.
Así, la ley penal ha pasado a ser un instrumento de dominación por parte del
Estado. Se promulgan leyes penales sustantivas, en vista a la solicitud de
intereses de determinados sectores sin atender a las verdaderas necesidades
jurídicas, situación esta reflejada en los postulados y en la naturaleza problemática
de la ley. En este sentido de acuerdo a Zambrano (1988:22), “los nuevos
criminólogos han puesto en evidencia la importancia de estudiar los procesos de
creación y aplicación de la ley penal. Esto nos lleva a comprobar que la aspiración
de que los intereses generales priven sobre los particulares es una mera
entelequia porque el grupo que tiene el poder político determina y define lo que es
criminal”.
Entonces, será delincuente, aquel sujeto que ejecute una conducta tipificada
como negativa o antijurídica en la ley sancionada por aquellos que en un momento
determinado, tienen el poder político de redactarla y en consecuencia, la misma
sirve de instrumento, para ofrecer soluciones mesiánicas en períodos de crisis
sociales y económicas, en donde, se exigen respuestas y soluciones oportunas
tanto a corto, como a mediano y largo plazo.
“Cuando aumenta la brecha que separa a los detentadores del poder de los
marginados del proceso de producción, se acude a la ley penal para redefinir lo
que es delito, y al incremento de las penas como instrumento de disuasión.
Cuando se agudizan los enfrentamientos entre las clases sociales aumenta el
irrespeto a los derechos humanos, reactualizándose el discurso justificador de la
pena como herramienta de control social” (Zambrano, 1996:24).
Además, el artículo 358 del Código Penal, sobre seguridad de los medios de
transporte y comunicación, estableció aumentos de penas para los delitos de
obstáculos en una vía de circulación de cualquier medio de transporte (cuatro a
ocho años de prisión), robo de los transportes (ocho a dieciséis años de prisión) y
robo de pasajeros en taxis o colectivos (diez a dieciséis años de prisión).
En este orden de ideas, el modelo del Código Penal de los Derechos Humanos
debe conformarse según las directrices de cuatro tipos de criterios orientadores:
- El criterio de la reducción de lo penal: Para lo cual habría que seguir las
técnicas de descriminalización propuestas por los especialistas, y continuar
progresivamente descubriendo otras. Descriminalizar, consiste en términos
generales en extraer de los catálogos penales las conductas que han dejado de
ser consideradas punibles por los organismos decisorios correspondientes, lo que
en el caso de los códigos penales del llamado Derecho Continental, es el Poder
Legislativo, único autorizado para derogar total o parcialmente las leyes (Aniyar,
1982:222). Esto es, lo que se ha denominado también por la doctrina como
descriminalización de derecho, para diferenciarla de otra forma de
descriminalización que es la de hecho.
Muchos de los delitos de cuello blanco que han sido criminalizados por la ley,
resultan descriminalizados por la vía de hecho. Además, también es factor de
descriminalización el público, cuando por no conocer el carácter delictivo de un
hecho no promueve la acción, en los casos de los delitos de acción privada, y
también debe de considerarse los cambios en los criterios de moral y de los
valores culturales que a veces son mucho más veloces que los cambios
institucionales.
Hullsman (citado por Aniyar, 1982:219), ha establecido determinadas conductas
que en su opinión no deben de criminalizarse, en primer lugar, no debería
criminalizarse nunca por el deseo de hacer dominante una concepción moral
determinada. Así el debate sobre cuestiones morales, debe circunscribirse a
iglesias, partidos, medios de comunicación, entre otros, pero no deben llevarse a
la ley para que los dirima. Lo mismo sucede con los criterios de nocividad o
peligrosidad. En casi todo comportamiento se puede encontrar nocividad o
peligrosidad.
El principio de legalidad formal, establece que no hay delito sin ley previa que lo
establezca (Nulla Poena Sine Lege, Nulla Poena Sinne Crimen). Este principio se
encuentra establecido en el Artículo 1 del Código Penal vigente en Venezuela
desde el año 1964, y al mismo tiempo es reconocido por el Artículo 49, ordinal 6
de la Constitución Bolivariana de Venezuela de 1999 que establece: “Ninguna
persona podrá ser sancionada por actos u omisiones que no fueren previstos
como delitos, faltas o infracciones en leyes preexistentes”.
De modo pues, que mientras subsiste el derecho penal debe ser utilizado como
una necesidad mínima y no como una respuesta inmediata, robusteciendo las
garantías como mecanismo de defensa en un sistema penal democrático. A este
respecto Ferrajoli (1986) refiere que “las garantías ciudadanas no son solo
amenazadas por el delito sino también, y en mayor medida, por las penas
excesivas y despóticas del sistema penal, que puede afirmarse han sido mayores
causantes de dolor y violencia en la historia de la humanidad que el dolor inflingido
por los delitos cometidos, siendo mayores las aflicciones que este genera que los
fines de prevención que le son dogmáticamente atribuidos”.
Por ello, es preciso evaluar este nudo problemático a la hora de sentar las
bases para una reforma de Código Penal, siendo que actualmente la
deslegitimación del sistema penal se debe a la ausencia de efectiva tutela de los
intereses de las mayorías, y así pronunciándose a favor de un derecho penal
mínimo, garantizador de los bienes de mayor costo social, para contar con un
derecho penal democrático que responda a las exigencias de un estado de
derecho, que respete el garantísmo penal y procesal de manera sustancial y no
solo formal, buscando como alternativa sustituir el control punitivo por medios
sociales e informales.
CONCLUSIONES
Tampoco se debe pretender que sea perfecto, ya que un existe el Código Penal
con tales características. De por sí, quienes participan en su creación y a quienes
está dirigido son imperfectos, mal se le puede exigir a la norma ser invulnerable y
exacta. Lo más ponderable es la creación de una normativa legal que sea el
producto de una cuidadosa y minuciosa labor de revisión dogmática, de una
consideración de las tendencias modernas del derecho penal, de los diversos
Acuerdos, Tratados y Convenios suscritos por la República, y sobre todo adaptado
al contexto social, político y económico que vive el país. Nada se logra con copiar
normativa de países extranjeros, que se traducen con el paso del tiempo en fuente
de conflictos que terminan por concluir en leyes inaplicables y obsoletas.
Igualmente, hay que acotar que todos los excesos son perjudiciales en el
transcurrir de la vida. Por el hecho que se compile la materia penal en un código,
no debe pensarse que es el marco perfecto para dar riendas a una penalización
incontrolada, por el contrario, se debe encontrar un equilibrio entre conductas que
se mantendrán penalizadas, y entre las que penalizarán por vez primera.
Además, hay que tener presente que la aplicación de la ley penal debe formar
una amalgama perfecta con la política criminal debido a que las inconsistencias
entre ambas producen ilegalísimos, ineficacia e inaplicabilidad de las
disposiciones jurídicas.
En este mismo orden de ideas, es importante tener presente que las normas
penales depende en gran medida la convivencia social y por ende, las mismas
deben entonces caracterizarse por ser justas, racionales, precisas, coherentes,
proporcionales e inequívocas.
- Definir con claridad los objetivos del sistema penal y de la política criminal.
- Evaluar las posibilidades de aplicar otras ramas del Derecho y observar con
mucha discreción el Principio de la Ultima Ratio.
-Tener presente que el sistema penal debe ser garantísta de todos los derechos
de los ciudadanos, incluyendo a los delincuentes. Destacando que no es posible
aceptar una minimización de sus derechos constitucionales solo por su condición
de sentenciados a cumplir una sanción penal.
LISTA DE REFERENCIAS