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Introducción
Recolección de evidencias
Evidencias típicas en un siniestro vial
Conclusión
Referencias
LECCIÓN 1 de 10
Introducción
“Caso Pomar” se caratuló a la desaparición de una familia argentina que inició un viaje en su
automóvil el sábado 14 de noviembre de 2009 desde la localidad de José Mármol rumbo a
Pergamino (Provincia de Buenos Aires) y nunca arribó a destino. Dicha familia estaba compuesta
por Fernando Pomar, su esposa Gabriela Viagrán, y sus hijas menores de edad Candelaria y Pilar.
Durante 24 días la familia Pomar estuvo desaparecida hasta que el martes 8 de diciembre de
ese año las autoridades hallaron los restos de los integrantes de la familia, dispersados alrededor
de su propio automóvil a cincuenta metros de la ruta. El caso conmovió al país y ocupó los
principales diarios y noticieros.
De manera general, la investigación de un siniestro comprende una serie de etapas claramente definidas en cuanto a
las tareas por realizar y el grupo de especialistas que la llevan a cabo (Godoy, 2018). Estas etapas son:
Recolección de evidencias.
Se realiza inmediatamente después del hecho y se plasma en un informe técnico que contempla el análisis de
diferentes elementos:
tipos, características y localización de las deformaciones y daños que ostentaron los vehículos;
tipo y características de las huellas de neumáticos que hubieran quedado sobre la calzada o de
cualquier otro rastro, como huellas de abrasión de elementos metálicos, regueros de líquidos, residuos
producto de la colisión, etcétera;
ubicación y estado de la señalización vial existente en el lugar (señalización vial vertical, horizontal,
semáforos, etc.);
En el caso Pomar, por ejemplo, la IO incluiría el análisis de las características del tramo de la ruta donde finalmente
fue hallado el vehículo (p. ej., curva, recta), si existen huellas de frenado que podrían pertenecer al vehículo –y que
se determinará mediante un análisis posterior–, el estado de la ruta y las señales de tránsito presentes en el lugar,
líquidos sobre el asfalto o elementos que pudieran haber tenido relación con el hecho, huellas de abrasión producidas
por la fricción o arrastre de componentes metálicos, las características del vehículo, sus deformaciones, la posición
en la que se encuentra, etcétera.
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Recolección de evidencias
Una vez realizada la IO, la tarea siguiente consiste en el levantamiento de la evidencia que hayamos marcado y
considerado de especial interés para la investigación (Figura 1). Dado que la evidencia física recolectada en el lugar
del hecho puede convertirse en material probatorio de una causa, es importante asegurar una adecuada manipulación
y traslado de las evidencias a fin de garantizar su correcta preservación. En este punto, adquiere relevancia la cadena
de custodia, definida como el procedimiento documental y controlado que se aplica a las evidencias materiales
relacionadas con el hecho, desde su localización hasta su valoración por los encargados de los análisis, normalmente
peritos, y que tiene como objetivo evitar alteraciones, sustituciones, contaminaciones o destrucciones.
Físicamente, la cadena de custodia consiste en una serie de documentos que deben acompañar a la evidencia en todo
momento. En ellos debe figurar una serie de datos que identifiquen tanto a la propia evidencia como a las personas
que la recogen, la trasladan, la conservan, la manipulan, la estudian, etcétera (Figura 2). Los documentos de cadena
de custodia garantizan que las evidencias recolectadas en el lugar del siniestro son las mismas que se estudiarán en
los correspondientes laboratorios, y que todos los procesos a los que se las someta se han llevado a cabo con todas las
garantías. También nos permitirán saber en cualquier momento dónde y cómo se encuentran las evidencias.
En la investigación de un siniestro vial, existen muchas evidencias susceptibles de localización. Estas evidencias
pueden localizarse en el/los vehículo/s, en el/los cuerpo/s de la/s víctima/s y victimario/s, en el lugar del hecho y
zonas aledañas (Girard, 2010). En un sentido amplio, las evidencias son todos aquellos objetos, huellas, marcas,
rastros, señales o vestigios que resultan de la comisión de un hecho. Por lo tanto, su estudio puede ayudarnos a
establecer las identidades de las personas que intervinieron en el hecho, las responsabilidades de cada uno, y las
circunstancias en que se produjo (Rodríguez Ortega, 2016).
De acuerdo con su relación con los hechos, Girard (2010) clasifica las evidencias en:
Determinadas
–
Son aquellas que requieren solamente un análisis minucioso a simple vista o con lentes de aumento y que guardan
relación directa con el objeto o persona que los produce. Por su naturaleza física los podremos clasificar, por
ejemplo, en armas, impresiones dactilares, huellas de vehículos e instrumentos.
Indeterminados
–
Son aquellas que requieren de un análisis completo para el conocimiento de su composición y estructura de acuerdo
con su naturaleza física, pues de otra forma no estaríamos en la posibilidad de definirlos. Son, por ejemplo: pelos,
fibras, semen, orina, vómito, manchas o huellas de sangre y pastillas desconocidas con o sin envoltura,
microhuellas, etcétera.
En un siniestro vial, algunas de las evidencias más comunes que se producen como consecuencia de la colisión
(Durán Díaz, 2018) son:
Plásticos. Se emplean cada vez más en la fabricación de vehículos y por sus características físicas son
susceptibles de desprenderse o fracturarse cuando se golpean o rozan. El análisis en el laboratorio de
su composición, color y forma nos permitirá identificar al vehículo al que pertenecen. Algunas partes
tienen números de serie identificativos que facilitarán mucho esta identificación. En este tipo de
evidencias, se pueden apreciar también restos de pintura que pueden analizarse para conocer si
pertenecen al propio vehículo o son manchas de rozadura o impacto con otro. Estos elementos, en
función de su tamaño, pueden guardarse en bolsas o cajas individuales para cada trozo que se recoja,
ya que podrían no pertenecer al mismo vehículo.
Vidrios. Los vidrios que encontremos en el lugar del siniestro vial pueden proceder de las lunetas
trasera y delantera, de las ventanillas y de los proyectores. La luneta delantera suele ser de cristal
laminado o de seguridad que lleva una película intermedia realizada con butiral de polivinilo (PVB),
etil-vinil-acetato (EVA) y con resinas activadas por luz ultravioleta o simplemente por la mezcla de
sus ingredientes, que también son identificables en el laboratorio.
Para las evidencias que hemos tratado hasta ahora, en el caso de que el siniestro haya consistido en atropello, se
atenderá de forma especial a que en ellas puede encontrarse restos de las víctimas, tales como sangre, pelos, fibras
textiles, etcétera. En caso de encontrarse, se hará indicación expresa de ello y es preferible no tratar de extraer estas
muestras si no contamos con la preparación adecuada; es mejor enviarlas al laboratorio tal como se encuentren,
tratando de protegerlas adecuadamente.
Pinturas. Los vehículos cuentan con varias capas, desde la chapa al exterior, y son de diferente color
y composición; a veces, se conoce como pintura automotriz. Habitualmente, son tres capas de pintura,
pero pueden ser más en función del tipo de vehículo, lo cual ya es identificativo. Suelen llevar una
imprimación sobre la chapa, que la prepara para recibir a las demás, es antioxidante y sirve para pulir
cualquier parte que no haya quedado suficientemente lisa. Después, llevan la pintura de color y encima
de esta, a modo de acabado, se cubre con una laca o pintura protectora que proporciona brillo y
protege la pintura de las condiciones climatológicas. Esta estructura en capas le proporciona gran
dureza y consistencia al vehículo, de modo que cuando recibe un golpe o rozón se desprenden en
forma de escamas que son fáciles de recoger en la vía o del propio vehículo. Las características
físicoquímicas de las pinturas, como la composición y el color, se pueden analizar en el laboratorio y
sirven para identificar al vehículo, ya que los fabricantes proporcionan estos datos y los suelen ofrecer
en bases de datos que facilitan la identificación. Si la zona de donde se obtienen las escamas de pintura
hubiese sido reparada con anterioridad, se facilita la identificación, incluso visual, ya que la primera
capa (imprimación) suele ser más gruesa al haber sido empleada en los talleres para pulir y rellenar.
Fibras textiles. Estas evidencias suelen darse en casos de atropello, como se indicó más arriba. La
aparición de fibras textiles de las ropas de una víctima de atropello puede ayudar a identificar a un
vehículo que se haya dado a la fuga o puede indicar con qué partes del vehículo fue golpeada. Dado el
pequeño tamaño que tienen, su localización es difícil, por lo que se deberá emplear algún medio de
iluminación y aumento. Por su forma y tamaño, a veces se confunden fibras textiles con pelos y
viceversa. Esto no tiene mayor importancia, ya que será el examen de laboratorio el que lo indicará
con certeza. Para la recogida de fibras, se emplea una cinta adhesiva especial, sin color, que se aplica
sobre las superficies que sean susceptibles de contenerlas (una tira por cada zona para investigar).
Después, se pega el trozo de cinta sobre sí misma para que quede cerrada y protegida. Los trozos de
cinta se pueden guardar en sobres individuales para evitar contaminaciones. Si se encuentran fibras
textiles en alguna pieza de un vehículo que se pueda recoger, es mejor enviar al laboratorio la pieza
completa para evitar riesgos de estropear la evidencia en la extracción.
Ropas de víctimas. En caso de recoger fibras textiles, es preciso remitir al laboratorio las ropas de la
víctima de atropello para su cotejo. También se pueden encontrar en las ropas rastros de pintura, trozos
de vidrio u otras piezas que servirán para identificar el vehículo.
Evidentemente, existen muchas otras evidencias que se pueden obtener en un siniestro vial. Las que hemos
mencionado son algunas de las más comunes.
En el caso Pomar, por ejemplo, debería analizarse si existen partes de vehículos como cristales, vidrios o plásticos,
para establecer luego si corresponden al vehículo de la familia o a otro vehículo. También debe analizarse el exterior
del vehículo para identificar rastros de pintura u otros elementos que sugieran la participación de otros vehículos, al
igual que su interior, para establecer si existen elementos físicos o biológicos (p. ej., pelos, huellas, sangre, fibras
textiles) que pudieran pertenecer a personas que no son de la familia. Finalmente, debe analizarse la ropa de las
víctimas y todos aquellos elementos aledaños al lugar del hecho que puedan ser de potencial relevancia para
esclarecerlo. Así, sería de interés analizar si no existen huellas de otro vehículo sobre el sector en el que se encontró
el automóvil de la familia que se evidencien a través de un aplanamiento de la gravilla de forma definida. Algunos de
estos indicios o elementos son indeterminados, de modo que requerirán de un análisis posterior de laboratorio para
identificar su composición, estructura y a quién pertenece.
FALSO. Puesto que las evidencias indeterminadas (p. ej., pelo, manchas de sangre, vidrios)
requieren de un procesamiento ulterior mediante análisis específicos de laboratorio para
conocer su composición, estructura, y determinar su procedencia.
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LECCIÓN 6 de 10
Una vez recogida y procesada toda la evidencia, la fase siguiente consiste en dilucidar lo sucedido en un siniestro
vial, es decir, se trata de establecer cómo ocurrió el hecho a partir de la información científico-técnica disponible. La
reconstrucción aporta circunstancias o condiciones que actuaron como factores contribuyentes para el siniestro; en
otras palabras, el siniestro no habría ocurrido si estos factores hubieran sido diferentes o no hubieran existido. La
posibilidad de concretar con éxito esta tarea dependerá de la calidad y cantidad de información disponible.
En este proceso, existen una serie de preguntas importantes que se conocen como las siete preguntas de oro (Ramírez
Mendoza, 2018). Estas preguntas orientan la labor de investigación desde el principio y constituyen el objetivo
último de la reconstrucción.
En el caso Pomar, el análisis de toda la evidencia física relacionada con el hecho permitirá avanzar en su
reconstrucción, descartando algunas de las hipótesis que se formularon en favor de otras que se visualizarán como
más plausibles. De este modo, si existen huellas de derrape sobre la calzada de la ruta, si no se identifican huellas ni
restos de ningún otro vehículo o elementos que hagan suponer la participación de otras personas, y si la autopsia de
los cuerpos no sugiere heridas o lesiones que sean incompatibles con el siniestro, al igual que las deformaciones o
abolladuras en el vehículo, se tornará más plausible la teoría de un despiste y vuelco que otras (p. ej., homicidio).
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En la etapa final de análisis del siniestro se busca establecer la causa del mismo, para lo cual se realiza un minucioso
estudio de los elementos o factores aportados por la reconstrucción, teniendo presente además la información que
surge de dictámenes médicos forenses, autopsias, declaraciones de testigos, pericia mecánica, etc. Evidentemente, la
posibilidad de establecer una teoría firme sobre lo sucedido dependerá de la cantidad y calidad de información
técnica recolectada y del rigor científico empleado durante la etapa de reconstrucción.
En el caso que venimos analizando, las pericias mecánicas nos informarán, por ejemplo, si hubo algún tipo de falla
(p. ej., corte o bloqueo de frenos) que pudiera haber ocasionado el siniestro, si existen medicamentos o sustancias en
el cuerpo del conductor que podrían haber afectado sus habilidades de conducción (motoras o perceptivas), si el lugar
donde ocurrió el siniestro no se encontraba debidamente iluminado o señalizado con carteles que informen sobre los
peligros (p. ej., curva), elementos que obstruyen el campo visual, etcétera.
Levantamiento y traslado de
toda le evidencia física y
elementos relacionados con el
siniestro vial. Es importante
Recolección de evidencias
asegurar la cadena de
custodia, de manera de
conservar las evidencias en
su estado original.
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Hemos descrito las siete preguntas de oro que orientan la labor de investigación en un siniestro vial y que apuntan a
dilucidar cómo se produjo el hecho. Estas preguntas, sin embargo, serían difíciles de responder sin tener en cuenta
los siete principios de la criminalística (Montiel, 2007) que se aplican en la investigación criminal en general pero
que resultan, además, muy útiles en la investigación de un siniestro vial. Estos principios son: uso, producción,
intercambio, correspondencia, reconstrucción, probabilidad y certeza.
1 Uso. Este principio marca la relación que existe entre un indicio y una persona involucrada en un
siniestro, y está basado en que todos los elementos que forman un cuerpo dejan una marca particular,
ya sea en el nivel físico, mecánico, químico o biológico. Este principio, si no es el más usado, sí es
uno de los más importantes a nivel laboratorio.
2 Producción. Establece que un elemento produce una marca o huella de cualquier índole, ya sean
morfológicas o estructurales. En el caso de los siniestros viales, todos los elementos inmiscuidos en el
hecho van a producir una huella o marca en cualquier objeto. Por ejemplo, si el automóvil impacta
contra un poste, este va a dejar una abolladura en el auto en forma de cilindro, o si es una colisión por
alcance, encontraremos la abolladura principal en la parte posterior del vehículo que la recibió y en la
parte frontal (o anterior) del que impactó.
3 Intercambio. Al consumarse el hecho, habrá una serie de marcas o vestigios dejados por ambas
partes, es decir que ambos elementos involucrados en el siniestro dejarán huellas o marcas en el otro.
Por ejemplo, en el caso de un atropellamiento, el vehículo involucrado dejará huellas características en
el peatón a la altura de la tibia y peroné, como una fractura o hematomas causados por la contusión
generada por el impacto; igualmente, el peatón dejará una marca en el cofre y en el parabrisas del
vehículo en caso de haber sido frontal el impacto. Es así como este principio ayuda durante la
investigación al hacer corresponder cada uno de los indicios en parte de la investigación.
4 Correspondencia. Esta se basa en la acción dinámica de los agentes mecánicos vulnerantes sobre
determinados cuerpos, los cuales dejan características impresas, reproduciendo la figura de su cara que
impacta sobre el cuerpo. Es decir, toda huella o marca dejada será hecha por la cara que impacta sobre
el otro. En un siniestro vial, no serán iguales las marcas dejadas por un paragolpes que por una puerta,
o las mismas marcas que deja una bicicleta en una colisión que las que deja un autobús. Aquí se
analiza tanto macro como microcomparativamente para saber con certeza si corresponden las marcas
de todos los elementos involucrados en el accidente.
6 Probabilidad. La reconstrucción de los fenómenos puede ser con un bajo, mediano o alto grado de
probabilidad, o simplemente sin ninguna probabilidad. Pero nunca se podrá decir como investigador
“esto realmente sucedió así”. Dentro de los siniestros este principio nos conducirá a establecer cómo
probablemente sucedió el hecho después de la reconstrucción basada en todos los indicios y
evidencias encontradas. Por más que los indicios concuerden, nunca podremos tener certeza plena de
cómo sucedieron los hechos; nuestras conclusiones serán siempre probables.
7 Certeza. Con base en los datos obtenidos mediante un procedimiento metodológico, científico y
tecnológico, que son posibles de repetir las veces que sean necesarias que sean solicitadas. Es por esto
que dan una certeza absoluta en cuanto a que pertenecen a los hechos. Una huella de frenado dará la
certeza una y otra vez de pertenecer al automóvil, una vez que mediante el proceso de laboratorio se
haya comprobado que forma parte del hecho. Y así cada una de las evidencias presentadas nos dará la
certeza de que pertenecieron al hecho y cómo fue que pertenecieron al hecho.
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Conclusión
En resumen, existen diferentes etapas durante la investigación de un siniestro vial, cada una de las cuales implica el
desarrollo de distintas tareas que contribuirán al objetivo de esclarecer el hecho.
Estas etapas son: (1) inspección ocular del siniestro vial, (2) recolección de evidencias, (3)
reconstrucción del siniestro vial, y (4) análisis del siniestro.
Las dos primeras son actividades en cierta medida rutinarias, lo cual no implica desconocer la importancia
fundamental que tienen. A medida que se avanza en los niveles siguientes de la investigación, las tareas se tornan
más analíticas y menos rutinarias.
A lo largo del proceso de investigación, existen una serie de preguntas que orientan la labor de los especialistas,
cuyas respuestas facilitarán la reconstrucción del hecho: ¿Qué? ¿Quién? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Con qué? ¿Por
qué?
En nuestro país, la Agencia Nacional de Seguridad Vial (2015) creó un protocolo de actuación frente los siniestros
viales, con el objetivo de coordinar esfuerzos, definir tareas y procedimientos, y elaborar un marco común de
actuación para los diferentes especialistas y organismos que intervienen ante estos casos. En el siguiente documento,
podrás ampliar la información sobre los lineamientos y objetivos del protocolo.
Fuente: Agencia Nacional de Seguridad Vial. (2015). Protocolo de actuación ante siniestros viales. Propuesta para
una guía homogénea de intervención. Recuperado de
https://cursospaises.campusvirtualsp.org/pluginfile.php/149308/mod_folder/content/0/Protocolo%20ante%20siniestr
os%20viales.pdf?forcedownload=1
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Referencias
Agencia Nacional de Seguridad Vial. (2015). Protocolo de actuación ante siniestros viales. Propuesta para una guía
homogénea de intervención. Recuperado de
https://cursospaises.campusvirtualsp.org/pluginfile.php/149308/mod_folder/content/0/Protocolo%20ante%20siniestr
os%20viales.pdf?forcedownload=1
Durán Díaz, J. (2018). Criminalística en el siniestro vial. En J. Carreras Espallardo (Coord.), Aspectos
criminológicos en materia de seguridad vial (4.a ed., pp. 172-180). España: Criminología y Justicia Editorial.
Girard, J. (2010). Criminalistics, Forensic Science, Crime and Terrorism. Washington, US: Jones and Bartlett
Learning.
Montiel, J. (2007). El método científico y la criminalística. En Autor. Criminalística 2 (pp. 17-29). México: Limusa.
Ramírez Mendoza, F. (2018). La criminalística aplicada a los hechos de tránsito y la correcta preservación de la
escena vial. En J. Carreras Espallardo (Coord.), Aspectos criminológicos en materia de seguridad vial (4.a ed., pp.
404-413). España: Criminología y Justicia Editorial.