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TRES

VERDADES FUNDAMENTALES
SOBRE EL
ESPÍRITU SANTO

por

Dr. Guido Luis Núñez


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www.guidoluis.com

Todos las citas bíblicas


son de la versión Reina Valera Revisada (1960).
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Impreso en Costa Rica


Noviembre 2010

Núñez, Guido Luis


Tres Verdades Fundamentales
sobre el Espíritu Santo
Primera Edición
DEDICATORIA

Al Espíritu Santo.
INTRODUCCIÓN

En este libro pequeño descubrirás tres grandes verdades sobre la persona


del Espíritu Santo, y disfrutarás de Él como la persona más hermosa,
gloriosa, y maravillosa en toda la tierra. Hay cientos de verdades sobre el
Espíritu Santo, pero estas tres son enfocándonos específicamente en su
persona como tal, es decir, su condición de ser persona, y no ninguna otra
forma de ser. Lo cual nos lleva como consecuencia a poder tener
comunión con Él. Cosa que sucede porque es una persona. No se puede
tener comunión con una fuerza, una energía, un impulso, una esencia,
una sustancia o cualquier otra forma impersonal. ¡Qué bueno que el
Espíritu Santo es una persona! La más real y extraordinaria de todas las
personas que habitan la tierra. Sobre esto veremos ocho pruebas.

La segunda verdad que revisaremos será sobre su deidad, es decir, que el


Espíritu Santo es Dios. Sobre esto veremos cuatro pruebas.

Y la tercera verdad que consideraremos serán unas nueve declaraciones


que Jesús mismo hizo sobre el Espíritu Santo como el “otro Consolador”.

En los tres capítulos de este pequeño libro exploraremos las TRES


GRANDES VERDADES SOBRE LA PERSONA DEL ESPÍRITU SANTO,
y de seguro para más de uno será uno de los más maravillosos y
edificantes descubrimientos. Solo pensar que todo lo que Dios ha
planeado para nosotros, nos será revelado y dado por el Espíritu Santo,
magnifica su importancia (1Co.2:9-13). Un cristiano que no se relaciona
con el Espíritu Santo jamás llegará a disfrutar de todo los que puede llegar
a experimentar en su desarrollo personal espiritual, y servicio ministerial.
De ahí que la motivación del apóstol Pablo debe ser considerada como
vital: “No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien
sed llenos del Espíritu” (Ef.5:18).

Es mi oración que empieces, como nunca, a disfrutar del Espíritu Santo.

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VERDAD No.1
EL ESPÍRITU SANTO ES UNA PERSONA REAL
Ocho Pruebas

Cuando decimos que el Espíritu Santo es una “persona”, es en el pleno


sentido de esa palabra, y para demostrarlo consideremos ocho pruebas.
La primera es:

1. Porque posee las características de la personalidad.

Y son tres, tiene:

(1) Intelecto (1Co.2:13).

Una persona tiene tres cosas que lo distinguen como tal: el


intelecto, las emociones y la voluntad. Ahora, si decimos que el
Espíritu Santo es una persona, entonces debe tener estas tres cosas
para calificar como tal. Cuando vamos a la Biblia, encontramos
que cuando se hacen referencias de Él, se menciona en diferentes
lugares que tiene intelecto, emociones y voluntad, por tanto, que
es una persona real. Y la primer característica que mencionamos
aquí es que tiene intelecto. 1Co.2:13 dice:

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“lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por
sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando
lo espiritual a lo espiritual.”

Enseñar es una actividad intelectual, que por supuesto, el nivel es


espiritual porque son verdades espirituales las que se enseñan,
aunque estoy seguro que el Espíritu nos puede enseñar en
cualquier área, pienso por ejemplo en Salomón, que llegó sabio en
gran manera, y sabemos que esa sabiduría le vino de Dios, y el
dominio de su sabiduría abarcaba tanto lo espiritual como lo
natural. Pero lo supremo es lo espiritual. Ha estado de moda “la
inteligencia emocional”, pero una superior es “la inteligencia
espiritual”, y esta es la que el Espíritu Santo nos da por su
“intelecto”.

(2) Emociones (Ro.15:30; Stg.4:5).

La emoción más elevada de todas es el amor, y esta no solo la tiene


el Espíritu Santo, es quien la pone en nosotros. Ro.15:30 dice:

“Pero os ruego, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y por el amor


del Espíritu, que me ayudéis orando por mí a Dios”.

El amor puede manifestarse de mil formas, pero una de las más


poderosas son los los celos. Stg.4:5 dice:

“¿O pensáis que la Escritura dice en vano: El Espíritu que él ha


hecho morar en nosotros nos anhela celosamente?”.

El Espíritu Santo no nos quiere compartir con el mundo, nos


quiere en forma exclusiva para Dios. Cuando esto no ocurre, el
versículo anterior (Stg.4:4) dice que nos volvemos “enemigos de
Dios”, lo cual implica también un estado emocional. Lo cual
también es cierto cuando somos “amigos de Dios”, lo cual de
seguro da como resultado que agrademos al Espíritu Santo.

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(3) Voluntad (1Co.12:11).

El capítulo 12 de Primera de Corintios habla del tema de los


dones, y de como eso dones enriquecen el Cuerpo de Cristo, y la
vida de la Iglesia en su propósito en la Tierra. Los dones
establecen la ocupación espiritual de los miembros de la Iglesia, y
esto queda en las manos del Espíritu Santo como 1Co.12:11 dice.

“Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo
a cada uno en particular como él quiere.”

La Biblia de las Américas hace referencia directamente, en lugar


de “como el quiere” en la Reina-Valera, a la expresa voluntad del
Espíritu para actuar distribuyendo los dones en los miembros del
Cuerpo de Cristo.

“Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu,


distribuyendo individualmente a cada uno según la voluntad de
El” (1Co.12:11 BA).

La segunda prueba de que el Espíritu Santo es una es:

2. Porque actúa como una persona.

A diferencia de cualquier otra de las criaturas y creaciones de Dios,


una persona:

(1) Habla.

“Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos


algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a
doctrinas de demonios” (1Ti.4:1).

“Y el Espíritu dijo a Felipe: Acércate y júntate a ese carro” (Hch.


8:29).

El Espíritu habla, y abarca cualquier aspecto, desde algo profético


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y de nivel mundial, hasta lo personal y sencillo. Esta es una de las
cosas maravillosas del Espíritu, que nos habla, y debemos apreciar
esta característica de su persona.

(2) Consuela.

“Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con


vosotros para siempre” (Jn.14:16,17).

Que el Espíritu Santo “consuela” va mucho más allá de significar


que una persona nos ayuda y motiva para aliviarnos de la
intensidad de una pena o dolor. Su significado enriquece su
condición como persona. En el original griego “consolador” es
“parakletos”, que implica al menos otras cinco acepciones:
abogado, intercesor, ayudante, consejero y defensor. Nada puede
hacer todo eso fuera de la condición de ser “persona”. Y la
definición es aun más asombrosa:
“parakalein (el verbo) es usado con respecto a arengar a las tropas
que estén a punto de entrar en combate." (Arengar es vitorear,
infundiendo así ánimos para combatir) "parakalein es la palabra
de la llamada para reunirse, animarse y recobrar fuerzas, es la
palabra relacionada con las arengas que líderes y soldados se
dirigen entre sí, urgiéndose a continuar en la brecha. Es la palabra
que da lugar a esa clase de expresiones que arrancan el temor de
los soldados vacilantes y amedrentados y los lanzan a la batalla.
Un parakletos es, por tanto, un enardecedor, uno que pone coraje
en el corazón del apocado, uno que vigoriza el brazo débil para la
guerra, uno que convierte al hombre ordinario en alguien capaz
de enfrentarse bizarramente con una situación arriesgada y
peligrosa.” (Tomado de Palabras Griegas del Nuevo Testamento de
William Barclay).

Su obra “consoladora” te lleva a enfrentar la vida y mantenerte de


pie, no solo por motivación, sino por capacitación. Y solo una
persona puede discernir situaciones que otra persona debe
enfrentar para poder consolarle.

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(3) Convence.

“Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si


no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere,
os lo enviaré. Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado,
de justicia y de juicio. De pecado, por cuanto no creen en mí; de
justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más; y de juicio, por
cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado.” (Jn.16:7-11).

Convence de tres cosas:

1) de pecado.
No creer en Jesús es el pecado de los pecados, es como si
dijéramos que la madre de todos los pecados es la
incredulidad. La gente no será condenada por otros pecados,
sino por no creer en Jesús. Jn.3:18 dice: “el que no cree, ya ha
sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito
Hijo de Dios”.

2) de justicia.
Jesús fue aceptado por el Padre, testificando que su obra fue
perfecta para la salvación del hombre, y por eso es que
podemos disfrutar de la salvación que nos ofrece. Es como
dijo el apóstol Pablo:

“Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica.


¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el
que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el
que también intercede por nosotros.” (Ro.8:33,34).

El Espíritu produce seguridad más allá de las explicaciones,


porque no es algo que reside en argumentos, sino en
experimentar en el espíritu la obra del Espíritu Santo.

3) de juicio.
El diablo fue echado fuera, ya no tiene el derecho que tenía
antes, ya no puede ejercer su dominio como antes, donde
simplemente gobernaba como quería, ahora podemos
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resistirle y debe huir.

“Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él


también participó de lo mismo, para destruir por medio de la
muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al
diablo” (He.2:14).

“Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del
diablo” (1Jn.3:8).

“y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió


públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz” (Col.2:15).

(4) Instruye ministerial y personalmente.

“Había entonces en la iglesia que estaba en Antioquía, profetas y


maestros: Bernabé, Simón el que se llamaba Niger, Lucio de Cirene,
Manaén el que se había criado junto con Herodes el tetrarca, y
Saulo. Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu
Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he
llamado. Entonces, habiendo ayunado y orado, les impusieron las
manos y los despidieron. Ellos, entonces, enviados por el Espíritu
Santo, descendieron a Seleucia, y de allí navegaron a Chipre” (Hch.
13:1-4).

Con respecto al ministerio vemos al Espíritu Santo dirigiendo la


Iglesia, escogiendo hombres específicamente para lugares
igualmente específicos, de acuerdo a un propósito también muy
específico. Solo una persona inteligente puede hacer eso. Nadie
puede dirigir el ministerio tan bien como el Espíritu Santo.

Pero no solo nos instruye para guiarnos a nivel de ministerio, lo


hace también a nivel personal, y es un derecho al que tenemos
acceso por ser hijos de Dios. Y es una evidencia, ser guiados por
el Espíritu de Dios, de que somos hijos de Dios.

“Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son
hijos de Dios.” (Ro.8:14).
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La madurez se nota por esta sensibilidad que tenemos a ser
instruidos, dirigidos y guiados por el Espíritu Santo. Es que
podemos ser guiados por varias cosas.

¿Quién nos guía?

1) El cuerpo (Fil.3:17-19; He.12:16,17).


2) Los demás (Ex.32:1,2,10; Ro.12:2).
3) La presión de los demás.
4) Las circunstancias (Mt.14:28-30).
5) El dinero (Mt.6:24). Dar a Dios es una victoria.
6) Las obras de la carne (Gá.5:18-26).
7) Un profeta viejo (1R.13:1-24).
8) El diablo (Ef.2:1-3).

(5) Se enoja.

Enojarse con argumentos del motivo del enojo no es


característica sino de una persona. Veamos Neh.9:20-28:
“Y enviaste tu buen Espíritu para enseñarles, y no retiraste tu maná
de su boca, y agua les diste para su sed. Los sustentaste cuarenta
años en el desierto; de ninguna cosa tuvieron necesidad; sus vestidos
no se envejecieron, ni se hincharon sus pies. Y les diste reinos y
pueblos, y los repartiste por distritos; y poseyeron la tierra de Sehón,
la tierra del rey de Hesbón, y la tierra de Og rey de Basán.
Multiplicaste sus hijos como las estrellas del cielo,s y los llevaste a la
tierra de la cual habías dicho a sus padres que habían de entrar a
poseerla. Y los hijos vinieron y poseyeron la tierra, y humillaste
delante de ellos a los moradores del país, a los cananeos, los cuales
entregaste en su mano, y a sus reyes, y a los pueblos de la tierra,
para que hiciesen de ellos como quisieran. Y tomaron ciudades
fortificadas y tierra fértil, y heredaron casas llenas de todo bien,
cisternas hechas, viñas y olivares, y muchos árboles frutales;
comieron, se saciaron, y se deleitaron en tu gran bondad. Pero te
provocaron a ira, y se rebelaron contra ti, y echaron tu ley tras sus
espaldas, y mataron a tus profetas que protestaban contra ellos para
convertirlos a ti, e hicieron grandes abominaciones. Entonces los
entregaste en mano de sus enemigos, los cuales los afligieron. Pero
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en el tiempo de su tribulación clamaron a ti, y tú desde los cielos los
oíste; y según tu gran misericordia les enviaste libertadores para que
los salvasen de mano de sus enemigos. 28Pero una vez que tenían
paz, volvían a hacer lo malo delante de ti, por lo cual los
abandonaste en mano de sus enemigos que los dominaron; pero
volvían y clamaban otra vez a ti, y tú desde los cielos los oías y según
tus misericordias muchas veces los libraste. Les amonestaste a que
se volviesen a tu ley; mas ellos se llenaron de soberbia, y no oyeron
tus mandamientos, sino que pecaron contra tus juicios, los cuales si
el hombre hiciere, en ellos vivirá; se rebelaron, endurecieron su
cerviz, y no escucharon. Les soportaste por muchos años, y les
testificaste con tu Espíritu por medio de tus profetas, pero no
escucharon;y por lo cual los entregaste en mano de los pueblos de la
tierra. Mas por tus muchas misericordias no los consumiste, ni los
desamparaste; porque eres Dios clemente y misericordioso”.

Is.63:10-64:12 lo dice claramente, que cuando nosotros no nos


dejamos guiar por el Espíritu Santo, Él se enoja. A veces creemos
que como Dios es amor, no importa lo que hagamos, Él
simplemente debe aguantarnos, pero no es así, hay consecuencias
por resistir al Espíritu. Leamos el pasaje.

“Mas ellos fueron rebeldes, e hicieron enojar su santo espíritu; por lo


cual se les volvió enemigo, y él mismo peleó contra ellos. Pero se
acordó de los días antiguos, de Moisés y de su pueblo, diciendo:
¿Dónde está el que les hizo subir del mar con el pastor de su rebaño?
¿dónde el que puso en medio de él su santo espíritu, el que los guió
por la diestra de Moisés con el brazo de su gloria; el que dividió las
aguas delante de ellos, haciéndose así nombre perpetuo, el que los
condujo por los abismos, como un caballo por el desierto, sin que
tropezaran? El Espíritu de Jehová los pastoreó, como a una bestia
que desciende al valle; así pastoreaste a tu pueblo, para hacerte
nombre glorioso. Mira desde el cielo, y contempla desde tu santa y
gloriosa morada. ¿Dónde está tu celo, y tu poder, la conmoción de
tus entrañas y tus piedades para conmigo? ¿Se han estrechado? Pero
tú eres nuestro padre, si bien Abraham nos ignora, e Israel no nos
conoce; tú, oh Jehová, eres nuestro padre; nuestro Redentor perpetuo
es tu nombre. ¿Por qué, oh Jehová, nos has hecho errar de tus
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caminos, y endureciste nuestro corazón a tu temor? Vuélvete por
amor de tus siervos, por las tribus de tu heredad. Por poco tiempo
lo poseyó tu santo pueblo; nuestros enemigos han hollado tu
santuario. Hemos venido a ser como aquellos de quienes nunca te
enseñoreaste, sobre los cuales nunca fue llamado tu nombre. ¡Oh, si
rompieses los cielos, y descendieras, y a tu presencia se escurriesen
los montes, como fuego abrasador de fundiciones, fuego que hace
hervir las aguas, para que hicieras notorio tu nombre a tus
enemigos, y las naciones temblasen a tu presencia! Cuando,
haciendo cosas terribles cuales nunca esperábamos, descendiste,
fluyeron los montes delante de ti. Ni nunca oyeron, ni oídos
percibieron, ni ojo ha visto a Dios fuera de ti, que hiciese por el que
en él espera. Saliste al encuentro del que con alegría hacía justicia,
de los que se acordaban de ti en tus caminos; he aquí, tú te enojaste
porque pecamos; en los pecados hemos perseverado por largo
tiempo; ¿podremos acaso ser salvos? Si bien todos nosotros somos
como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia;
y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos
llevaron como viento. Nadie hay que invoque tu nombre, que se
despierte para apoyarse en ti; por lo cual escondiste de nosotros tu
rostro, y nos dejaste marchitar en poder de nuestras maldades.
Ahora pues, Jehová, tú eres nuestro padre; nosotros barro, y tú el que
nos formaste; así que obra de tus manos somos todos nosotros. No
te enojes sobremanera, Jehová, ni tengas perpetua memoria de la
iniquidad; he aquí, mira ahora, pueblo tuyo somos todos nosotros.
Tus santas ciudades están desiertas, Sion es un desierto, Jerusalén
una soledad. La casa de nuestro santuario y de nuestra gloria, en la
cual te alabaron nuestros padres, fue consumida al fuego; y todas
nuestras cosas preciosas han sido destruidas. ¿Te estarás quieto, oh
Jehová, sobre estas cosas? ¿Callarás, y nos afligirás sobremanera?

(6) Testifica.

“Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez


en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el
cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a
nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios” (Ro.8:15,16).
¿Cómo es que el Espíritu nos testifica? Una de las cosas en que
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nos da testimonio es en traernos el conocimiento seguro de que
somos hijos de Dios. Pero además, es la clara su presencia en
nosotros porque:

1) Nos anima.
2) Nos impulsa a orar.
3) Nos reprueba nuestros pecados, y nos guía a obedecer.
4) Nos motiva a hacer obras de amor.
5) Nos estimula a testificar delante del mundo.
6) Nos dirige a dar para la obra de Dios.
7) Nos provoca alabar a Dios.

(7) Enseña.

“Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y


mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él. El
que no me ama, no guarda mis palabras; y la palabra que habéis
oído no es mía, sino del Padre que me envió. Os he dicho estas cosas
estando con vosotros. 26Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a
quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas,
y os recordará todo lo que yo os he dicho” (Jn.14:23-26).

La explicación de cómo los discípulos de Jesús recordaron todo lo


que Él les enseñó, especialmente los que escribieron los evangelios
fue por esta acción del Espíritu Santo de recordarles lo que Jesús
les enseñó, y eso nos da seguridad de que los que leemos fue
realmente lo que se les enseñó. Y para nosotros, los discípulos
actuales, también el Espíritu nos recuerda lo que aprendemos de
su Palabra, y justo cuando la necesitamos, Él nos la trae para
caminar en obediencia, vencer en alguna situación, y hasta para
aconsejar a alguien. Y además, nos enseña, nos instruye basado
en las palabras que Jesús enseñó.

(8) Prohibe.

“Y atravesando Frigia y la provincia de Galacia, les fue prohibido


por el Espíritu Santo hablar la palabra en Asia; y cuando llegaron a
Misia, intentaron ir a Bitinia, pero el Espíritu no se lo permitió. Y
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pasando junto a Misia, descendieron a Troas. Y se le mostró a
Pablo una visión de noche: un varón macedonio estaba en pie,
rogándole y diciendo: Pasa a Macedonia y ayúdanos. Cuando vio
la visión, en seguida procuramos partir para Macedonia, dando por
cierto que Dios nos llamaba para que les anunciásemos el
evangelio” (Hch.16:6-10).

Te libra de pasos incorrectos. ¡Aún cuando parecen buenos!


¿Sabría una fuerza, o energía qué es lo que te conviene y colabora
para bien la causa del evangelio?

(9) Ayuda.

“Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues


qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu
mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles” (Ro.8:26).

Cuando hemos fallado es porque no permitimos su ayuda. Dos


claves para tener comunión con el Espíritu Santo, que nos
mantendrá en victoria son rendirnos a Él y decirle: ayúdame.

Un detalle claro sobre el punto que venimos probando, que el


Espíritu Santo es una persona, es que la palabra “ayuda” de Ro.
8:26 da la idea de hacer un equipo del mismo nivel, como en Lc.
10:40 cuando Marta reclama a Jesús que María no le “ayuda”, lo
cual no significa que María hiciera todo, sino que tomara
participación. Es como cuando se debe levantar un tronco, y uno
toma un extremo, pero necesita ayuda para que alguien tome el
otro, ahí es donde el Espíritu hace equipo con nosotros, y nos
ayuda. Este equipo es de dos personas: el Espíritu Santo y yo.

(10)Intercede.

“Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del


Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los
santos” (Ro.8:27).

El Espíritu Santo intercede por nosotros es una prueba inequívoca


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de su personalidad divina. Y sobre el versículo en sí, tres cosas:

1) No se refiere a hablar en lenguas, de hecho dice “gemidos


impronunciables”.
2) No se refiere al Espíritu orando “a través”, sino “por” nosotros.
3) Nos anima pensar que en las pruebas el Espíritu está orando
por nosotros.

La tercera prueba de que el Espíritu Santo es una persona real es:

3. Porque se le puede tratar como a una persona.

En una relación interpersonal hay muchos movimientos volitivos,


emocionales e intelectuales, y una de las formas muy claras en que
podemos verlo es tratando el tema que podemos llamar “Los Cinco
Pecados Contra el Espíritu Santo”, que son:

(1) Resistirle.

“¡Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros


resistís siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, así también
vosotros” (Hch.7:51).

En la Nueva Traducción Viviente, este mismo pasaje, y hasta el


versículo 53 dice:

“¡Pueblo terco! Ustedes son paganos de corazón y sordos a la verdad.


¿Se resistirán para siempre al Espíritu Santo? Eso es lo que hicieron
sus antepasados, ¡y ustedes también!   ¡Mencionen a un profeta a
quien sus antepasados no hayan perseguido! Hasta mataron a los
que predijeron la venida del Justo, el Mesías a quien ustedes
traicionaron y asesinaron.  Deliberadamente desobedecieron la ley
de Dios, a pesar de que la recibieron de manos de ángeles” (Hch.
7:51-53 NTV).

“Duros de cerviz” es ser tercos, y ser “incircuncisos” es


comportarse como si no fuéramos el pueblo del pacto con Dios. Y
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se nota porque se rechaza a los que hablan de parte de Dios, o
porque dejamos de lado el ser obedientes al Señor en lo que
sabemos que debemos obedecerle. Las consecuencias de resistir al
Espíritu Santo es negarnos a todo lo que el Espíritu Santo nos
quiere comunicar de parte de Dios, y condenarnos a una vida sin
su intervención.

(2) Apagarle.

“Os rogamos, hermanos, que reconozcáis a los que trabajan entre


vosotros, y os presiden en el Señor, y os amonestan; y que los tengáis
en mucha estima y amor por causa de su obra. Tened paz entre
vosotros. También os rogamos, hermanos, que amonestéis a los
ociosos, que alentéis a los de poco ánimo, que sostengáis a los
débiles, que seáis pacientes para con todos. Mirad que ninguno
pague a otro mal por mal; antes seguid siempre lo bueno unos para
con otros, y para con todos. Estad siempre gozosos. Orad sin cesar.
Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con
vosotros en Cristo Jesús. No apaguéis al Espíritu. No menospreciéis
las profecías. Examinadlo todo; retened lo bueno. Absteneos de
toda especie de mal. Y el mismo Dios de paz os santifique por
completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado
irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es el
que os llama, el cual también lo hará” (1Tes.5:12-24).

En sentido general “apagar al Espíritu” es la exhortación más alta


de todas las que hay en este pasaje, por tanto, todas las demás
están supeditadas a esta, es decir, si se apaga el Espíritu, entonces
orar sin cesar también se apaga, la paciencia con los demás,
sostener a los débiles o abstenerse de toda especie de mal también.
Diciéndolo al revés sería así: todo lo que hagas de la lista de
exhortaciones del pasaje es como echarle gasolina al fuego del
Espíritu, y no un balde de agua fría.

En sentido más específico, por lo que dice a continuación de no


apagar el Espíritu, que es “no menospreciéis las profecías”, indica
que apagar el Espíritu es resistir la manifestación de los dones en
medio de la Iglesia, por lo menos aquellos que son más vistosos y
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que se pueden prestar a algún desorden como el hablar en lenguas
y el profetizar. Pero todos los dones son buenos para edificar la
Iglesia, y bien administrados, como apeló el apóstol Pablo en
Primera de Corintios, su manifestación será de mucha edificación,
y lo mejor, no apagaremos el Espíritu para todas las demás áreas
de ministerio y personales. Porque al fi nal de cuentas lo que
queremos es mantener la comunión con la persona más
extraordinaria, hermosa y maravillosa en toda la Tierra.

(3) Mentirle.

“Pero cierto hombre llamado Ananías, con Safira su mujer, vendió


una heredad, y sustrajo del precio, sabiéndolo también su mujer; y
trayendo sólo una parte, la puso a los pies de los apóstoles. Y dijo
Pedro: Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que
mintieses al Espíritu Santo, y sustrajeses del precio de la heredad?
Reteniéndola, ¿no se te quedaba a ti? y vendida, ¿no estaba en tu
poder? ¿Por qué pusiste esto en tu corazón? No has mentido a los
hombres, sino a Dios. Al oír Ananías estas palabras, cayó y expiró.
Y vino un gran temor sobre todos los que lo oyeron. Y levantándose
los jóvenes, lo envolvieron, y sacándolo, lo sepultaron. Pasado un
lapso como de tres horas, sucedió que entró su mujer, no sabiendo lo
que había acontecido. Entonces Pedro le dijo: Dime, ¿vendisteis en
tanto la heredad? Y ella dijo: Sí, en tanto. Y Pedro le dijo: ¿Por qué
convinisteis en tentar al Espíritu del Señor? He aquí a la puerta los
pies de los que han sepultado a tu marido, y te sacarán a ti. Al
instante ella cayó a los pies de él, y expiró; y cuando entraron los
jóvenes, la hallaron muerta; y la sacaron, y la sepultaron junto a su
marido. Y vino gran temor sobre toda la iglesia, y sobre todos los
que oyeron estas cosas” (Hch.5:1-11).

Varias cosas son dignas de resaltar de este tremendo pasaje:

1) Entre mil cosas en las que podemos mentir al Espíritu,


sobresale la que tiene que ver con el dar a Dios. Dios nos ha
bendecido, y para no mentir debemos dar conforme el nos ha
prosperado.

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2) Una segunda cosa que vemos en el pasaje tiene que ver con
aparentar. ¿Cuántas veces mentimos al Espíritu por andar en
apariencias? En el caso específico, aquellos dieron apariencia
de ser generosos, y esto desagradó tanto a Dios que
terminaron muertos.

3) Y una cosa más. Esto no es una historia del Antiguo


Testamento donde operaba la ley. Se trata de una reunión de
una Iglesia del Nuevo Testamento donde reinaba la gracia.

(4) Contristarle.

“Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea


buena para la necesaria edificación, a fi n de dar gracia a los
oyentes. Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual
fuisteis sellados para el día de la redención. Quítense de vosotros
toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia.
Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos
unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en
Cristo” (Ef.4:29-32).

En las relaciones interpersonales, tal vez, una de las cosas que más
se pueden producir, es que nos podamos entristecer unos a otros
por hacer cosas indebidas. Y como el Espíritu es una persona real,
podemos entristecerle. Notemos que básicamente la tristeza que
podemos producir en el Espíritu Santo tiene que ver con las
palabras de nuestra boca dirigidas a otros. La norma es hablar de
tal forma que edifiquemos, y esto a la vez, que produzca gracia, es
decir, que la gente al oírnos, se sienta especial, se sienta
enriquecida y bendecida. La motivación fi nal nuestra es que el
Espíritu se alegrará, y eso es lo que queremos, alegrar, no
entristecer al Espíritu Santo.

(5) Blasfemarle.

“Entonces fue traído a él un endemoniado, ciego y mudo; y le sanó,


de tal manera que el ciego y mudo veía y hablaba. Y toda la gente
estaba atónita, y decía: ¿Será éste aquel Hijo de David? Mas los
21
fariseos, al oírlo, decían: Este no echa fuera los demonios sino por
Beelzebú, príncipe de los demonios. Sabiendo Jesús los
pensamientos de ellos, les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo,
es asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma, no
permanecerá. Y si Satanás echa fuera a Satanás, contra sí mismo
está dividido; ¿cómo, pues, permanecerá su reino? Y si yo echo fuera
los demonios por Beelzebú, ¿por quién los echan vuestros hijos? Por
tanto, ellos serán vuestros jueces. Pero si yo por el Espíritu de Dios
echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino
de Dios. Porque ¿cómo puede alguno entrar en la casa del hombre
fuerte, y saquear sus bienes, si primero no le ata? Y entonces podrá
saquear su casa. El que no es conmigo, contra mí es;j y el que
conmigo no recoge, desparrama. Por tanto os digo: Todo pecado y
blasfemia será perdonado a los hombres; mas la blasfemia contra el
Espíritu no les será perdonada. A cualquiera que dijere alguna
palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que
hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo
ni en el venidero. O haced el árbol bueno, y su fruto bueno, o haced
el árbol malo, y su fruto malo; porque por el fruto se conoce el árbol.
¡Generación de víboras!m ¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo
malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca. El
hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el
hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas. Mas yo os digo que
de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta
en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por
tus palabras serás condenado” (Mt.12:22-37).

De este pasaje podemos decir que:

1) Los más propensos a cometer este pecado son lo que saben


más sobre las cosas de Dios (v.24).

2) El pecado es darle el crédito a Satanás que le corresponde al


Espíritu Santo, y esto con malicia hacia la persona de Jesús
(Mr.3:28,29).

22
3) En sentido estricto ya nadie puede cometer este pecado
porque Jesús ya no está en la Tierra.

4) En sentido más amplio, Jesús sigue actuando en la Tierra por


medio del Espíritu Santo, y aquellos que entiendan eso, y lo
adjudiquen a Satanás maliciosamente, blasfeman.

5) En general, se puede decir que negar las obras de Jesús, cuyo


fin era estimular la fe para volverse a Dios (vv.22,23), es negar
la obra del Espíritu Santo, y por tanto, es negar la operación
del único que puede llevarnos a la salvación.

La cuarta prueba de que el Espíritu es una persona real es:

4. Porque se relaciona al mismo nivel con otras personas.

La Biblia nos habla de tener comunión con el Espíritu Santo (2Co.


13:14), pero para tener comunión se necesita tener la misma
condición. Uno puede tener una relación afectiva con un perro, pero
jamás comunión. Si el Espíritu Santo no fuera persona no podríamos
tener comunión con Él. A continuación tres ejemplos del Espíritu
Santo tratando al mismo nivel con otras personas

(1) Con los apóstoles.

“Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no


imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias” (Hch.
15.28).

(2) Con el Señor Jesucristo.

“El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber” (Jn.


16:14).

(3) Con el Padre y el Hijo.

23
“La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del
Espíritu Santo sean con todos vosotros. Amén” (2Co.13:14).

La quinta prueba de que el Espíritu Santo es una persona real es:

5. Porque para referirse al Espíritu Santo se usa el pronombre masculino.

1. "Neuma" es un sustantivo neutro que al aplicarse al Espíritu se


reemplaza por pronombres de género masculino, lo que indica
que se le trata como a una persona:

(1) Pronombre demostrativo (este, aquél).

“Pero cuando venga Aquél, el Espíritu de la Verdad, os guiará


en toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino
que hablará cuanto oirá, y os anunciará las cosas que han de
venir” (Jn.16:13 La Biblia Textual, énfasis nuestro).

Noten que no dice: “cuando venga aquello”, dice “Aquel”.


Referencia a una persona.

(2) Pronombre relativo (quien).

“Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del


Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará
testimonio acerca de mí” (Jn.15:26).

Noten que no dice: “lo que yo os enviaré”, dice “a quien yo os


enviaré”.

“que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la


posesión adquirida, para alabanza de su gloria” Ef.1:14).

En griego el versículo no empieza diciendo “que”, sino


“quien” (gr. “hos”). Por tanto, como hacen otras versiones,
debería empezar diciendo: “quien es las arras de nuestra

24
herencia”.

(3) Pronombre personal (él, lo).

“Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque


si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me
fuere, os lo enviaré. Y cuando él venga, convencerá al mundo
de pecado, de justicia y de juicio” (Jn.16:7,8; énfasis nuestro).

Cuando dice “os lo enviaré” se refiere a una persona, porque


después dice “cuando él venga”.

La sexta prueba de que el Espíritu Santo es un persona real es:

6. Porque Jesús mismo lo dijo.

“Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con


vosotros para siempre” (Jn.14:16).

La palabra “otro” en griego es allos, que significa “otro de la misma


especie”, u “otro exactamente igual”. Por lo tanto, si Jesús, sin
discusión alguna es persona, lo mismo debe ser con el Espíritu Santo.

La séptima prueba de que el Espíritu Santo es una persona real es:

7. Porque se distingue de ser simplemente una fuerza o poder.

“Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el


poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el
Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios” (Lc.1:35).

“Y Jesús volvió en el poder del Espíritu a Galilea, y se difundió su fama


por toda la tierra de alrededor” (Lc.4:14).

“cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y
cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por
25
el diablo, porque Dios estaba con él” (Hch.10:38).

“Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que


abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo” (Ro.15:13).

“y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de


humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de
poder” (1Co.2:4).

El poder de Dios se manifiesta por el Espíritu Santo, pero eso no


significa que el poder de Dios es el Espíritu Santo. Lo que si es cierto
es la persona del Espíritu Santo el vehículo del poder de Dios. Pero
no son sinónimos. Así como una persona puede ser pintor, pero ser
pintor no es toda la persona, solo una manifestación de él. Si
hiciéramos al Espíritu Santo sinónimo del poder de Dios, todos los
versículos anteriores sonarían muy extraños.

Y la octava y final prueba de que el Espíritu Santo es una persona real es:

8. Porque hemos llegado personalmente a tratarle.

Lo sabemos por experiencia. Oí una vez de un hombre en un país


comunista al que querían hacer desistir de su fe en Dios. Le
encerraron y le atormentaban día y noche diciéndole que Dios no
existía. “Dios no existe, Dios no existe, es un mito, es un mito”, —le
decían—. Querían inyectarle eso en su mente. Luego de meses le
dijeron: ¿verdad que Dios no existe? Pero él contestó: ¡cómo que no
existe, si ha pasado todo este tiempo aquí conmigo!

La presencia del Espíritu Santo y nuestra comunión con Él es una


prueba real de su persona. Y lo mismo dirían los apóstoles de la
Iglesia del Primer Siglo, y de hecho lo decían. El testimonio de ellos
era que tenían “tratos personales” con el Espíritu Santo.

“Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros...” (Hch.15.28).

26
Hasta aquí hemos dicho que habla, que nos instruye, que hasta se
enoja. Pero uno cosa es decirlo y otra experimentarlo. Desde el
Antiguo Testamento vemos a hombres experimentarlo, pero la luz es
deslumbrante en este aspecto cuando llegamos al Nuevo Testamento.
Y Hch.15:28 es como una joya que muestra esa divina experiencia de
relacionarnos con el Espíritu Santo.

Como testimonio personal, una cosa que puedo decir es que mi


relación con el Espíritu Santo ha vendido creciendo y creciendo, mi
conciencia de su presencia, y mi anhelo de su manifestación, y de
cómo lo hace, no es la misma de hace un año atrás, y sigue creciendo.
¿No es esto lo que pasa en una sana relación de dos personas?

27
VERDAD No.2
LA DEIDAD DEL ESPÍRITU SANTO
Cuatro Pruebas

Hemos visto que el Espíritu Santo es una persona,, y ahora veremos que el
Espíritu Santo es Dios, es decir, demostraremos su deidad.

La primera prueba de que el Espíritu Santo es Dios es:

1. Porque se le llama Dios.

(1) Directamente:

“Y dijo Pedro: Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que
mintieses al Espíritu Santo, y sustrajeses del precio de la heredad?
Reteniéndola, ¿no se te quedaba a ti? y vendida, ¿no estaba en tu
poder? ¿Por qué pusiste esto en tu corazón? No has mentido a los
hombres, sino a Dios.
Y Pedro le dijo: ¿Por qué convinisteis en tentar al Espíritu del Señor?
He aquí a la puerta los pies de los que han sepultado a tu marido, y
te sacarán a ti” (Hch.5:3,4,9).

Apenas empezando la lectura de este pasaje vemos que dice que


Ananías mintió al Espíritu Santo, y al final (v.9), dice que tentó al
Espíritu del Señor, sin embargo, en el v.4 dice: “no has mentido a

29
los hombres, sino a Dios”. Así que aquí el Espíritu Santo es
llamado directamente Dios.

“¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora
en vosotros?” (1Co.3:16).
Si el templo es de Dios ¿quién debe morar en el templo? ¡Dios!
Pero el versículo dice que es el Espíritu de Dios, que sabemos es
una referencia directa al Espíritu Santo.

“Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí


hay libertad” (2Co.3:17).

Todos sabemos que Señor se aplica a Dios en el Antiguo


Testamento en forma abundante, pero veamos solo una de las
primeras menciones en:

“Tres veces en el año se presentará todo varón tuyo delante de


Jehová el Señor” (Ex.34:23).

Y aquí en 2Co.3:17 dice directamente que el Señor es el Espíritu.


Así de directo.

(2) Indirectamente.

Cuando se comparan versículos del Antiguo y el Nuevo


Testamento, vemos que que se identifica al Espíritu Santo como
Dios. Veamos el primer caso donde en el Nuevo Testamento dice
que “habló el Espíritu Santo”, y en el Antiguo dice “oí la voz del
Señor, que decía...” Señor es Adonay en hebreo, una referencia
directa a Dios. En el Antiguo Testamento dice que fue Dios
(Adonay) quien habló, y el Nuevo Testamento dice que fue el
Espíritu Santo quien habló. Estos son los pasajes:

“Y como no estuviesen de acuerdo entre sí, al retirarse, les dijo Pablo


esta palabra: Bien habló el Espíritu Santo por medio del profeta
Isaías a nuestros padres, diciendo: Ve a este pueblo, y diles:
De oído oiréis, y no entenderéis;

30
Y viendo veréis, y no percibiréis;
Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado,
Y con los oídos oyeron pesadamente,
Y sus ojos han cerrado,
Para que no vean con los ojos,
Y oigan con los oídos,
Y entiendan de corazón,
Y se conviertan,
Y yo los sane” (Hch.28:25-27).

“Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién


irá por nosotros? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí.
Y dijo: Anda, y di a este pueblo: Oíd bien, y no entendáis; ved por
cierto, mas no comprendáis. Engruesa el corazón de este pueblo, y
agrava sus oídos, y ciega sus ojos, para que no vea con sus ojos, ni
oiga con sus oídos, ni su corazón entienda, ni se convierta, y haya
para él sanidad” (Is.6:8-10).

El segundo caso es todavía más impresionante, porque identifica


al Espíritu Santo con Jehová, el nombre principal de Dios en el
Antiguo Testamento. Estos son los pasajes:

“Y nos atestigua lo mismo el Espíritu Santo; porque después de


haber dicho:
Este es el pacto que haré con ellos
Después de aquellos días, dice el Señor:
Pondré mis leyes en sus corazones,
Y en sus mentes las escribiré,
añade:
Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones” (He.
10:15-17).

“He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo
pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. No como el pacto
que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la
tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un
marido para ellos, dice Jehová. Pero este es el pacto que haré con la
casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en
31
su mente, y la escribiré en su corazón;e y yo seré a ellos por Dios, y
ellos me serán por pueblo. Y no enseñará más ninguno a su
prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová;
porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el
más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no
me acordaré más de su pecado” (Jer.31:31-34).

En el pasaje de Jeremías dice cuatro veces “dice Jehová”, y en


Hebreos se aplica al Espíritu Santo cuando se dice de Él: “nos
atestigua los mismo el Espíritu Santo... después de haber dicho...”

La segunda prueba de que el Espíritu Santo es Dios es:

2. Porque su asociación con el Padre y el Hijo es al mismo nivel.

Mt.28:19 dice:
“Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en
el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”.

Este versículo menciona "el nombre" (en singular) que incluye al


Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. El singular nos habla de una
unidad, no de varias, y es imposible pensar en una unidad del Padre,
del Hijo y del Espíritu, si el Espíritu no es de la misma clase.

La Biblia dice que Dios no comparte su gloria con nadie (Is.42:8), que
Él es celoso de su gloria (Ex.34:14), sin embargo "la comparte" con el
Espíritu Santo cuando, por ejemplo, Pablo insta a que se ore por él
"por el amor del Espíritu" (Ro.15:30), o Pablo también motiva a que
tengamos "comunión del Espíritu" (2Co.13:14), si esto no es
compartir la gloria entonces nada lo es.

“Pero os ruego, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y por el amor del
Espíritu, que me ayudéis orando por mí a Dios” (Ro.15:30).

“La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del


Espíritu Santo sean con todos vosotros. Amén” (2Co.13:14).

32
La tercera prueba de que el Espíritu Santo es Dios es:

3. Porque tiene los atributos esenciales para ser Dios.

Si tomamos los atributos que solo Dios tiene, y los comparten


igualmente las tres personas de la Trinidad, eso demuestra la deidad
de cada uno. Por ejemplo, el atributo de la “verdad” que es
compartido igualmente por al Trinidad (Jn.17:17; Jn.14:6; 1Jn.5:6).
Sin embargo, creo que hay cuatro atributos que son esenciales para
que podamos calificar a alguien como Dios. Es decir, si alguien se
cree “Dios” le podríamos someter a una prueba a ver si tiene estos
cuatro atributos. Por ejemplo, si tomamos a un emperador chino, que
se consideraban como “Dios”, y los sometiéramos a la prueba de
deidad, sería muy fácil darnos cuenta de que no lo eran porque debían
ser omniscientes, omnipresente, omnipotentes, y eternos, y
evidentemente no cumplieron. Pero cuando hablamos del Espíritu
Santo, cumple con todos perfectamente:

Omnisciente:

“Antes bien, como está escrito:


Cosas que ojo no vio, ni oído oyó,
Ni han subido en corazón de hombre,
Son las que Dios ha preparado para los que le aman.
Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu
todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios. Porque ¿quién de los
hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está
en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de
Dios” (1Co.2:9-12).

“¿Quién enseñó al Espíritu de Jehová, o le aconsejó enseñándole? ¿A


quién pidió consejo para ser avisado? ¿Quién le enseñó el camino del
juicio, o le enseñó ciencia, o le mostró la senda de la prudencia?” (Is.
40:13,14).

Omnipresente:

“¿A dónde me iré de tu Espíritu?


33
¿Y a dónde huiré de tu presencia?
Si subiere a los cielos, allí estás tú;
Y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás.
Si tomare las alas del alba
Y habitare en el extremo del mar,
Aun allí me guiará tu mano,
Y me asirá tu diestra.
Si dijere: Ciertamente las tinieblas me encubrirán;
Aun la noche resplandecerá alrededor de mí.
Aun las tinieblas no encubren de ti,
Y la noche resplandece como el día;
Lo mismo te son las tinieblas que la luz.” (Sal.139:7-12).

Omnipotente:

“Su espíritu adornó los cielos;


Su mano creó la serpiente tortuosa.
He aquí, estas cosas son sólo los bordes de sus caminos;
¡Y cuán leve es el susurro que hemos oído de él!
Pero el trueno de su poder, ¿quién lo puede comprender?” (Jb.26:13,14).

“Escondes tu rostro, se turban;


Les quitas el hálito, dejan de ser,
Y vuelven al polvo.
Envías tu Espíritu, son creados,
Y renuevas la faz de la tierra.” (Sal.104:29,30).

“Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en


vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también
vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros.” (Ro.
8:11).

Noten que el versículo de Job, y el de los Salmos, hacen referencia al


Espíritu Santo en relación con la creación, por eso no debe
extrañarnos su presencia justo en el versículo 2 del capítulo uno de
Génesis:

“Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la


34
faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas.”

Eterno.

“¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se


ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de
obras muertas para que sirváis al Dios vivo?” (He.9:14).

Ninguno de los anteriores los cumple el diablo, y menos el hombre,


como para pretender “deificar” a alguno, pero si muy claramente el
Espíritu Santo.

Y la cuarta prueba de que el Espíritu Santo es Dios es:

4. Porque en cuanto a sus acciones, obra igual a Dios.

Todos los versículos siguientes son claros por si mismos, en ellos


vemos al Espíritu Santo actuando como Dios (Sal.104:30; Lc.1:35;
Hch.20:28; 1Co. 2:8-11; 6:11; 2P.1:20,21 con 2Ti.3:16). Revísalos, pero
como muestra, veamos la relación de los dos últimos. En el de 2P.
1:20,21 dice que las profecías de la Escritura, que son muchísimas,
fueron inspiradas por el Espíritu Santo. Y cuando vemos el pasaje de
2Ti.3:16 dice que la Escritura fue inspirada por Dios. Así que el
Espíritu Santo estaba actuando como Dios inspirando las Escrituras.

“entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de


interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por
voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo
inspirados por el Espíritu Santo.” (2P.1:20,21).

“Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para


redargüir, para corregir, para instruir en justicia” (2Ti.3:16).

35
VERDAD No. 3
EL ESPÍRITU SANTO ES EL OTRO CONSOLADOR
Nueve Declaraciones de Jesús

Los textos base que usaremos para las Nueve Declaraciones de Jesús sobre
la persona del Espíritu Santo son Jn.14:16,17 y 26.

“Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros
para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir,
porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con
vosotros, y estará en vosotros.”

“Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi


nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he
dicho.”

Estas son las Nueve Declaraciones de Jesús sobre el Espíritu Santo que
obtenemos de la lectura de los textos base:

1. Les daré otro consolador.


2. Estará con nosotros para siempre.
3. El Espíritu de verdad.
4. El mundo no le puede recibir.
5. Estará en nosotros.
6. El Espíritu Santo.

37
7. El Padre lo enviará en mi nombre.
8. Él les enseñará todas las cosas.
9. Y les recordará todo lo que yo les he dicho.

Pero antes de ver cada una de las declaraciones, recordando lo que vimos
en los dos capítulos anteriores, y en pro de ser prácticos afirmamos que:

1. Creemos que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son uno. ¿Qué lo


entiendo?... ¿Tengo que entender el árbol genealógico de la vaca
para comerme un bistec? ¡No, simplemente me lo como, y lo
disfruto! ¿Tengo que entender cómo funciona el automóvil para
andar en el? ¡No!

2. La palabra "trinidad", sin pretender herir la susceptibilidad de


alguno, es muy pobre para transmitir la verdad de este misterio.

3. La Biblia nunca intenta clarificar el misterio, sino que con


naturalidad presenta la verdad y los hechos.

4. Podemos pasar toda la vida discutiendo, fi losofando, suponiendo,


deliberando, y nunca haber tenido comunión con el Espíritu
Santo. ¡Y cuánto lo necesitamos, de Él viene el fruto, Él reparte los
dones, Él trae a la realidad el plan maravilloso del Padre a nuestras
vidas, y un millón de cosas más. Y Él ha venido para ser nuestro
mejor compañero!

Y ahora sí, vamos a las Nueve Declaraciones que Jesús mismo hizo sobre
la persona del Espíritu Santo.

1. LES DARÉ OTRO CONSOLADOR.

En el original, "otro" se refiere no a "otro distinto", sino a "otro de la


misma especie". Tal como fue Jesús, así sería el Espíritu. Lo que Jesús fue
a sus discípulos, lo sería el Espíritu. ¡Y lo que Jesús fue a sus discípulos,
HOY lo es el Espíritu Santo a nosotros! ¡Todo lo que Jesús suplía, ahora lo
iba a hacer el Espíritu! ¡Cómo fue real la relación de los primeros
discípulos con Jesús, así de real debe ser nuestra relación con el Espíritu
38
Santo! ¡Jesús en persona caminó con sus discípulos, y HOY lo hace la
persona del Espíritu con nosotros!

Consolador, Intercesor, Abogado Defensor, Ayudador, Consejero. Estas


son algunas de las formas en que traducen la palabra griega "parakletos"
con relación al Espíritu Santo, y que literalmente significa "el que es
mandado llamar".

William Barclay en su libro "Palabras Griegas del Nuevo Testamento, su


uso y su significado", dice:

"parakletos es, en su sentido más amplio, una persona que ha sido


mandada llamar para ayudar a un hombre en una situación de la que no
puede salir airoso por sí solo."

Y sobre el verbo "parakalein", del cual se deriva el sustantivo "parakletos"


él comenta algo que realmente no es sorpresa, pero nos impresiona:

"sobre todo, parakalein es usado con respecto a arengar a las tropas que
estén a punto de entrar en combate." (Arengar es vitorear, infundiendo
así ánimos para combatir) "parakalein es la palabra de la llamada para
reunirse, animarse y recobrar fuerzas, es la palabra relacionada con las
arengas que líderes y soldados se dirigen entre sí, urgiéndose a continuar
en la brecha. Es la palabra que da lugar a esa clase de expresiones que
arrancan el temor de los soldados vacilantes y amedrentados y los lanzan
a la batalla. Un parakletos es, por tanto, un enardecedor, uno que pone
coraje en el corazón del apocado, uno que vigoriza el brazo débil para la
guerra, uno que convierte al hombre ordinario en alguien capaz de
enfrentarse bizarramente con una situación arriesgada y peligrosa."

Definitivamente necesitamos conocer más y andar en comunión con el


Espíritu Santo, porque de cuántas situaciones no saldremos airosos si no
es por la asistencia interna y externa de Él. Y para esto fue que Jesús nos
lo dio. El Padre nos dio al Hijo, y el Hijo al Espíritu Santo. ¡Qué regalos!
¡Qué gracia!

39
2. ESTARÁ CON NOSOTROS PARA SIEMPRE.

Lo primero que me impresiona es que dice "para siempre". ¡El Espíritu es


un compañero eterno! Y aun cuando una eternidad es "mucho tiempo",
yo quiero empezar hoy mismo una comunión cada vez mejor con mi
"compañero eterno".

En el caso de Jesús, Él vino y se fue, pero con respecto al Espíritu Santo, Él


vendrá y nunca se irá, estará con nosotros para siempre, esto mismo es
consolador.

La expresión "con nosotros" por lo menos implica cuatro cosas:

(1) Que no nos dejaría huérfanos.

“No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros.” (Jn.14:18).

Eliminar la orfandad es parte del ministerio del Espíritu Santo.


Anular todo lo que un huérfano puede sentir, soledad, desamparo,
impotencia, rechazo, desamor, angustia, escasez, temor, etc., etc.,
es lo que el Espíritu Santo viene a ministrarnos.

El Padre envió a su Hijo, y este nos dice que no nos dejará


huérfanos, es decir, actuó también como “Padre”, y a quién nos
envía es para que continúe en esta posición. Es decir, el Espíritu
viene también a ser como “Padre” para nosotros.

(2) Que debemos tener comunión con el Espíritu Santo.

Una de las cosas que para muchos hijos e hijas de Dios es una
gran carencia es la comunión con el Espíritu Santo, y esta carencia
es como cuando se necesita de alguna vitamina o mineral en
nuestro cuerpo, y no se tiene. Si por ejemplo, carecemos de calcio,
nuestros huesos se vuelven muy frágiles, y con cualquier cosa nos
quebramos. Ahora imagínense el efecto negativo de carencia de
comunión con el Espíritu Santo. Y por eso, una de la cosas
específicas que se mencionan con respecto a la relación del
Espíritu Santo y nosotros es tener comunión con Él.
40
“Por tanto, si hay alguna consolación en Cristo, si algún consuelo de
amor, si alguna comunión del Espíritu, si algún afecto entrañable, si
alguna misericordia” (Fil.2:1).

“La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del


Espíritu Santo sean con todos vosotros. Amén.” (2Co.13:14).

(3) Que no debemos contristarle.

Más adelante veremos más sobre esto, pero lo que debemos notar
ahora es que en nuestra comunión con el Espíritu Santo debemos
ser cuidadosos en nuestro proceder porque puede echar a perder
esta divina y necesaria comunión para nosotros. Aquí es donde va
muy bien una canción infantil que dice algo como: “cuidado mis
manitas lo que hacen, cuidado mis piecitos donde van, cuidado
mis ojitos lo que ven, cuidado mi boquita lo que habla”. Algo así.
Pero el mensaje es propicio para todos, y todos los días, si es que
queremos la comunión con el Espíritu Santo.

“Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis


sellados para el día de la redención. Quítense de vosotros toda
amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. Antes
sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a
otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.” (Ef.
4:30-32).

Una tragedia es que el Espíritu, tal como nos lo declara Jesús,


“estará con vosotros”, pero por contristarle no tengamos
comunión con Él. Él no se retira, pero definitivamente disminuye
su manifestación en nosotros.

(4) Discipulados por el Espíritu Santo.

Finalmente, sobre este punto de que el Espíritu estaría con


nosotros, también implica que así como Jesús lo estuvo con los
primeros discípulos, y les enseñó y corrigió estando con ellos, hoy
lo está el Espíritu Santo con nosotros. ¡Hoy, quien nos discipula es
el Espíritu Santo!
41
3. EL ESPÍRITU DE VERDAD.

Si algo necesitamos los hijos de Dios es “conocer la verdad”.

“Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros
permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y
conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.” (Jn.8:31,32).

El que nos guía en todo el proceso del pasaje anterior es el Espíritu Santo,
porque una de sus funciones es conducirnos y ministrarnos la verdad, por
eso es el “Espíritu de verdad”.

Jn.16:13 nos dice que el Espíritu nos guiará a toda verdad. Esto significa
que nos da luz, nos revela, nos aplica, nos ministra, nos hace reconocer,
nos estimula, y nos orienta a la verdad. En todo lo que sea “verdad” el
Espíritu lo trabaja en nosotros. Y en este sentido veamos algunas áreas
donde nos aplica “la verdad”:

(1) Nos está transformando de acuerdo a la imagen del Señor.

“Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al


Padre, sino por mí.” (Jn.14:6).

El modelo es Jesús, Él es la verdad. Y quien nos transforma es el


Espíritu (2Co.3:18) usando ese modelo.

(2) Nos revela y aplica la Palabra.

“Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad.” (Jn.17:17).

(3) Nos prepara para obtener las añadiduras del Reino.

“He aquí mi siervo, yo le sostendré; mi escogido, en quien mi alma


tiene contentamiento; he puesto sobre él mi Espíritu; él traerá
justicia a las naciones. No gritará, ni alzará su voz, ni la hará oír en
las calles. No quebrará la caña cascada, ni apagará el pábilo que
humeare; por medio de la verdad traerá justicia.” (Is.42:1-3).

42
Este pasaje del profeta Isaías habla de Jesús. Dice que el Espíritu
Santo estará sobre Él, pero una cosa que deseo resaltar es que “por
medio de la verdad traerá justicia”. Es decir, la justicia está
fundamentada en la verdad. Hay que echar el fundamento de la
verdad si queremos construir el edificio de la justicia. Ahora si
uno este principio con Mt.6:33 que dice:

“Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas


estas cosas os serán añadidas.”

Entonces, como si estuviéramos tejiendo versículos, obtenemos lo


siguiente:

Buscar el reino, según el contexto desde Mt.6:19 en adelante,


implica mi dependencia total de Dios en lo fi nanciero lo cual me
me ha hacer tesoros en el cielo y no servirle al dios de las riquezas,
y lo segundo que menciona Mt.6:33 es vivir de acuerdo a la
justicia del reino, que no es ni más ni menos que abrazar los
principios de la verdad de Dios que nos impiden la injusticia.
Cuando el Espíritu me lleva a la verdad, me lleva a la justicia, y la
justicia, más la búsqueda del reino, me llevan a disfrutar de las
añadiduras del Padre.

(4) Nos ayuda a adorar al Padre.

“Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores


adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre
tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le
adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.” (Jn.
4:23,24).

(5) Nos ayuda a conducirnos como lo que somos.

“para que si tardo, sepas cómo debes conducirte en la casa de Dios,


que es la iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la
verdad.” (1Ti.3:15).

43
Si somos la columna y baluarte (fundamento, sostén, soporte),
entonces se tiene que notar en la forma en que nos conducimos.

Sobre el mundo se ha movido el "padre de mentira", pero hace casi dos


mil años ya, ha estado también operando sobre todo el mundo, el
"Espíritu de Verdad". Esta "aparición" en el campo donde el "espíritu de
mentira" había estado actuando, desata una guerra espiritual. Y esto
desde nuestro nuevo nacimiento:

“Antes bien renunciamos a lo oculto y vergonzoso, no andando con astucia,


ni adulterando la Palabra de Dios, sino por LA MANIFESTACIÓN DE LA
VERDAD recomendándonos a toda conciencia humana delante de Dios.
Pero... entre los que se pierden (el evangelio) está encubierto; en los cuales el
dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les
resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen
de Dios” (2Co.4:2-4, énfasis nuestro).

El choque con las tinieblas no es de poder a poder, lo que vence no es la


fuerza, sino la verdad, por eso es que si conocemos la verdad seremos
libres. ¡Cuán importante es la ministración del Espíritu de verdad en
nosotros! El Espíritu Santo y la verdad van de la mano, por eso es que
dice la Biblia: “donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad” (2Co.
3:17).

4. EL MUNDO NO LE PUEDE RECIBIR.

Jesús vino al mundo, y fue presentado al mundo (Jn.1:9-12).

“Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo.
En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le
conoció. A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le
recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos
de Dios”.

Pero el Espíritu es solo para la Iglesia, es en forma exclusiva para la


Iglesia. Todos los que somos Iglesia tenemos este grandioso privilegio
que el mundo no tiene.
44
Los que si recibieron a Jesús lo hicieron porque creyeron, y el mismo
principio es para los que de la iglesia reciben la Espíritu Santo.

Hay dos razones que el Señor Jesús mencionó como los impedimentos
para que el mundo le reciba:

(1) No le ve.

Es decir, no le buscan, no le contemplan, no tienen ojos para verle.

(2) No le conoce.

Es decir, no le reconocen, no le disciernen. Y ambas cosas son


sencillas de entender a la luz de 1Co.2:12-14, que dice:

“Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu


que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha
concedido, lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas
por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu,
acomodando lo espiritual a lo espiritual. Pero el hombre natural no
percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son
locura, y no las puede entender, porque se han de discernir
espiritualmente.”

El mundo no tiene la capacidad espiritual para percibir las cosas


que son del Espíritu de Dios. Por ejemplo, los fariseos dijeron que
era por el diablo que Jesús echaba fuera demonios.

“Entonces fue traído a él un endemoniado, ciego y mudo; y le sanó,


de tal manera que el ciego y mudo veía y hablaba. Y toda la gente
estaba atónita, y decía: ¿Será éste aquel Hijo de David? Mas los
fariseos, al oírlo, decían: Este no echa fuera los demonios sino por
Beelzebú, príncipe de los demonios. Sabiendo Jesús los
pensamientos de ellos, les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo,
es asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma, no
permanecerá. Y si Satanás echa fuera a Satanás, contra sí mismo
está dividido; ¿cómo, pues, permanecerá su reino? Y si yo echo fuera
los demonios por Beelzebú, ¿por quién los echan vuestros hijos? Por
45
tanto, ellos serán vuestros jueces. Pero si yo por el Espíritu de Dios
echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino
de Dios.” (Mt.12:22-28).

Una cosa muy importante de este punto es saber qué significa “recibir al
Espíritu Santo” tal como lo dijo Jesús. Cuando Jesús habla de recibir al
Espíritu Santo se refiere a "pentecostés" de acuerdo al siguiente pasaje:

“En el último y gran día de la fi esta, Jesús se puso en pie y alzó la voz,
diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como
dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del
Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había
venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado.” (Jn.
7:37-39).

Y lo que ocurrió en Pentecostés siguió pasando según se registra varias


veces en el mismo libro de los Hechos, y es lo que llamamos el “bautismo
en el Espíritu Santo”.

“Y los fi eles de la circuncisión que habían venido con Pedro se quedaron


atónitos de que también sobre los gentiles se derramase el don del Espíritu
Santo. Porque los oían que hablaban en lenguas, y que magnificaban a
Dios. Entonces respondió Pedro: ¿Puede acaso alguno impedir el agua, para
que no sean bautizados estos que han recibido el Espíritu Santo también
como nosotros?” (Hch.10:45,46).

“Aconteció que entre tanto que Apolos estaba en Corinto, Pablo, después de
recorrer las regiones superiores, vino a Efeso, y hallando a ciertos discípulos,
es dijo: ¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis? Y ellos le dijeron: Ni
siquiera hemos oído si hay Espíritu Santo. Entonces dijo: ¿En qué, pues,
fuisteis bautizados? Ellos dijeron: En el bautismo de Juan. Dijo Pablo: Juan
bautizó con bautismo de arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyesen
en aquel que vendría después de él, esto es, en Jesús el Cristo. Cuando
oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús. Y habiéndoles
impuesto Pablo las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo; y hablaban en
lenguas, y profetizaban. Eran por todos unos doce hombres.” (Hch.19:1-7).

46
Todos los hijos e hijas de Dios debemos creer y anhelar esta experiencia
con el Espíritu Santo. No importa como otros le puedan llamar, debemos
creer y anhelar todo lo que el Espíritu Santo nos pueda ministrar.

Y un último punto de carácter práctico. Una de las cosas por las que vino
el Espíritu Santo, y por eso debemos recibirle, es para tener amistad con
Él. Por eso es que la Biblia nos dice que la amistad con el mundo afecta
nuestra amistad con el Espíritu Santo.

“No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al
mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el
mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la
vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos;
pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.” (1Jn.
2:15-17).

“¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad
contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se
constituye enemigo de Dios. ¿O pensáis que la Escritura dice en vano: El
Espíritu que él ha hecho morar en nosotros nos anhela celosamente?” (Stg.
4:4,5).

La amistad, según otros pasajes de la Biblia, implica estas cosas, que muy
bien podemos aplicarlas en nuestra amistad con el Espíritu Santo:

(1) Apertura total (Jn.15:15).


(2) Hablar cara a cara (Ex.33:11).
(3) Cubrir la falta (Pr.17:9).
(4) Permanecer en tiempo de angustia (Pr.17:17).
(5) Aconsejar (Pr.27:9).
(6) Mostrarse amigo (Pr.18:24).

5. ESTARÁ EN VOSOTROS.

Esta es la quinta declaración de lo que Jesús dijo sobre el Espíritu Santo, y


es maravilloso lo que implica esta declaración de que “estará EN vosotros”.

47
Implica por lo menos cinco cosas:

(1) El Espíritu Santo en nosotros es la prueba de que somos hijos de


Dios (Gá.4:6).

“Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu


de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!”

(2) El Espíritu Santo en nosotros es la garantía de nuestra


glorificación (2Co.5:1-10).

“Porque sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo,


se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de
manos, eterna, en los cielos. Y por esto también gemimos, deseando
ser revestidos de aquella nuestra habitación celestial; pues así
seremos hallados vestidos, y no desnudos. Porque asimismo los que
estamos en este tabernáculo gemimos con angustia; porque no
quisiéramos ser desnudados, sino revestidos, para que lo mortal sea
absorbido por la vida. Mas el que nos hizo para esto mismo es Dios,
quien nos ha dado las arras del Espíritu. Así que vivimos confiados
siempre, y sabiendo que entre tanto que estamos en el cuerpo,
estamos ausentes del Señor (porque por fe andamos, no por vista);
pero confiamos, y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y
presentes al Señor. Por tanto procuramos también, o ausentes o
presentes, serle agradables. Porque es necesario que todos nosotros
comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba
según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o
sea malo.”

Las “arras” que se menciona en el v.5 de este pasaje es una prenda,


una primer cuota del total que recibiremos. Es impresionante
pensar que el Espíritu Santo es la primer cuota de todo que lo se
nos dará, y que a la vez es como la garantía de todo eso que se nos
dará. Es decir, si ya recibimos las arras, de seguro que recibiremos
todo el resto. Todo lo que implique implique la consumación de la
redención, resurrección, cuerpo glorificado, eternidad con Dios, y
cuanto más sea que tal vez ni logramos imaginar, está seguro,
absolutamente seguro, porque ya tenemos las arras, que anuncian
48
que si gloriosas son ellas mismas, gloriosa será la totalidad de lo
que recibiremos.

(3) El Espíritu Santo en nosotros es el título de propiedad que nos


transforma en “templos”.

En los dos lugares donde Pablo les recuerda esta verdad a los
creyentes de la iglesia del primer siglo (1Co. 6:17-19; 3:10-16),
deja claro, por el contexto de cada pasaje, dos cosas implícitas por
la presencia del Espíritu Santo en nosotros y por consecuencia ser
“templos de Dios”.

1) Exhortación a dejar el pecado.

“Pero el que se une al Señor, un espíritu es con él. Huid de la


fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está
fuera del cuerpo; mas el que fornica, contra su propio cuerpo
peca. ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu
Santo, el cual está en vosotros,c el cual tenéis de Dios, y que no
sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio;
glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu,
los cuales son de Dios.” (1Co.6:17-19).

2) Exhortación a hacer buenas obras (sobre edificar bien).

“Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como


perito arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima; pero
cada uno mire cómo sobreedifica. Porque nadie puede poner
otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo. Y si
sobre este fundamento alguno edificare oro, plata, piedras
preciosas, madera, heno, hojarasca, la obra de cada uno se hará
manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será
revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará. Si
permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá
recompensa. Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida,
si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego. ¿No
sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en

49
vosotros?” (1Co.3:10-16).

Cuando somos transformados por el Espíritu Santo en templos,


dos cosas deben quedarnos claras, porque si somos “propiedades
de Dios”, debemos dejar el pecado, por un lado, y por el otro,
dedicarnos a las buenas obras, no para ser salvos, sino porque
somos salvos. Las buenas obras no son para ser, es porque somos.

(4) El Espíritu Santo en nosotros es la alarma contra el pecado.

La presencia del Espíritu en nosotros nos ha librado de cometer


muchos pecados que nos afectan a nosotros y a la gente que
frecuentemente está cerca de nosotros. Si has cometido algún
pecado seguro que has sentido esa sensación incómoda de haber
fallado a Dios y a los demás. La única manera para no sentir esa
“alarma” interna sería que el Espíritu Santo no esté EN nosotros.
Y no solo es cuando ya pecamos, aun antes de dar el paso
pecaminoso, el Espíritu Santo ya está alertándonos, cosa que lo
podemos sentir en nuestro cuerpo, mente y emociones.

Como hemos visto ya en Ef.4:29-32, el pecado afecta el ministerio


del Espíritu Santo. No produce que Él se retire (Jn.14:16), pero si
que se contriste. Su presencia presencia como tal no disminuye,
pero la manifestación de su presencia sí, y eso se nota. 1Jn.3:23
dice:

“Y en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que


nos ha dado.”
No dice que Él permanece en nosotros porque seamos fi eles, o
porque hacemos lo que le agrade, o por cualquier otra cosa
nuestra; lo que dice es que permanece en nosotros por algo que Él
hizo, darnos su Espíritu.

(5) El Espíritu Santo en nosotros es el agente que nos faculta para


tener una vida que agrada a Dios.

“Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis


estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra.” (Ez.
50
36:27).

Es extraordinario lo que este versículo dice. El Espíritu está en


nosotros para capacitarnos a andar en la Palabra. Ahora no es un
esfuerzo, o una cosa gravosa andar en la Palabra, el Espíritu nos
hace aptos para cumplir sus mandamientos. ¿Y cómo lo hace el
Espíritu Santo?

Se escucha con más frecuencia de la que uno quisiera, cosas como:


“es que es muy difícil ser cristiano”, o “ser cristiano es muy duro”, y
también: “yo me esfuerzo con toda mi voluntad y vuelvo a caer”, y
cosas por el estilo. ¿Dónde está el error? El error está en que no
hemos comprendido que la vida cristiana es la vida de Cristo en
mi, y que esa obra no es mía, es del Espíritu Santo. Noten que dice
muy claramente que por el Espíritu “haré que andéis...”. Si yo ando
en la voluntad de Dios por mi voluntad de hierro entonces el
mérito sería mío, producto de mis obras, y ya no por gracia. La
clave es que me enfrento a lo que sea, debilidad, pecado, carne o
mundo, pero no en mi fuerza, sino en la del Espíritu, y ahí de
seguro que vencemos, ya no por mi esfuerzo, sino porque el
Espíritu me está capacitando para vencer.

Noten esto, Jn.14:15 dice:

“Si me amáis, guardad mis mandamientos.”

La conclusión sería que lo que nos pone en condición para


guardar sus mandamientos es el amor.

Ahora noten lo que Ro.5:5 dice:

“y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido


derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue
dado.”

Al unir estos dos verdades la conclusión sería que el Espíritu que


nos fue dado es quien nos pone el amor necesario para cumplir
con los mandamientos que agradan al Padre. No es mi amor, es el
51
amor que nos pone el Espíritu, por lo cual, no me puedo gloriar en
mi mismo, sino en su obra. ¡Amén! ¡Aleluya!

6. ESPÍRITU SANTO.

La sexta declaración de Jesús parece sencilla porque estamos


acostumbrados a mencionar al “Espíritu Santo”. Pero Jesús mismo lo
menciona en el v.26 (el tercer versículo de nuestros textos base para
estas Nueve Declaraciones) enfatizando que sería el que le sucedería
como Consolador.

“Mas el Consolador, el Espíritu Santo...” (Jn.14:26).

Es que si algo podemos esperar del Espíritu Santo es que sea nuestro
Consolador. De hecho es lo único que se repite de las Nueve
Declaraciones de Jesús sobre la persona del Espíritu Santo. Lo que
refuerza que llamarle “Espíritu Santo” no es común y corriente,
¿sabías que “Espíritu Santo” solo aparece 91 veces en la Biblia, y que
solo se le menciona así en el Nuevo Testamento? En el Antiguo
Testamento nadie le llamó así. Lo más cercano fue llamarle “santo
Espíritu”, y solo tres veces en total. Es todo uno privilegio y honor
poder llamarle “Espíritu Santo”. Es como si Jesús no estuviera
diciendo, ¿saben quién es el que me sucederá, el “otro” consolador?
Ni más ni menos que el Espíritu Santo.

Una cosa obvia al llamarle “Espíritu Santo” es que el carácter


distintivo del Espíritu es la santidad. Por eso tampoco el mundo le
puede recibir, y la Iglesia debe permanecer en santidad para mantener
su comunión con El. Por otro lado indica que todo cuanto él haga
está regido por la santidad. Cada operación, cada manifestación, cada
actividad, cada revelación, cada ministración es santa porque Él es
santo.

La otra cosa que implica su nombre es que parte de su ministerio es


comunicarnos santidad de tal forma que vivamos apartados para
Dios, y efectivos en su servicio. Así, cualquiera que le de lugar al

52
Espíritu Santo, terminará experimentando santidad en la vida
práctica.

7. EL PADRE LO ENVIARÁ EN MI NOMBRE.

Hay varias cosas puntuales que están en esta séptima declaración:

(1) Que aunque el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son co-iguales, en


lo que se refiere al plan de salvación hay un sometimiento
voluntario en las etapas de la historia de la salvación, tales como la
etapa del Padre, luego la del Hijo, y ahora estamos en la del
Espíritu. Y en este sentido, el Espíritu viene hasta que el Padre lo
envíe. Lo mismo sucede con Jesús, Él vendrá por segunda vez
hasta que el Padre lo envíe. ¡Qué lección acerca del sometimiento
mutuo por el bien de una causa, siendo iguales!

(2) Que el Espíritu venía a aplicar todo lo que Cristo hizo a favor del
hombre, pues venía a representarlo una vez que Él había sido
glorificado y ascendido al trono.

(3) Que el Espíritu venía a formar a los que creemos en Jesús


conforme a la imagen del que representa.

“Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre,


el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio
acerca de mí.” (Jn.15:26).

(4) Que el Espíritu venia a dar testimonio acerca de Jesús para


salvación al mundo.

“Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si


no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere,
os lo enviaré. Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado,
de justicia y de juicio.” (Jn.16:7,8).

(5) Qué el Espíritu continúa el ministerio que el Señor Jesús empezó.

53
“No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros.” (Jn.14:18).

La iglesia que fundó el Señor Jesús seguiría ahora en manos del


Espíritu Santo. Por eso vemos que el Espíritu escogía a hombres y
los ponía en el ministerio, y a le vez, como Él quiere capacita
dando dones al Cuerpo de Cristo. Somos el Cuerpo de Cristo,
pero Él es quien lo mueve y habilita, haciendo las veces de la
Cabeza que es Cristo.

(6) ¿Y cuándo sería que el Padre y el Hijo lo enviarían?

“Así que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del


Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que
vosotros veis y oís.” (Hch.2:33).

Este derramamiento del Espíritu fue el momento en que fue


enviado, y todo el relato es Hechos 2, y es lo que llamamos el
bautismo en el Espíritu Santo.

Hch.2:33 nos da un detalle de cómo fue que el Padre y el Hijo


enviaron al Espíritu. Y Jn.15:26, versículo del punto (3), se explica
claramente, pues dice que Jesús enviaría al Espíritu Santo, y por
otro lado Jn.14:26, dice que el Padre lo enviaría. ¿Hay alguna
contradicción? ¿O cómo fue que a la vez el Padre y el Hijo lo
enviarían? Hch.2:33 lo dice. Fue así: El Padre enviaría al Espíritu
Santo, nada más estaba esperando que Jesús fuera recibido arriba
en gloria, exaltado, y cuando está a la diestra del Padre recibe de
Él al Espíritu Santo, y ahora, recibiendo lo prometido, Él lo
derrama, enviándolo a su Iglesia.

8. ENSEÑARÁ TODAS LAS COSAS.

Una de las funciones del Espíritu Santo maravillosas es la de maestro.

“Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis
sobrellevar. Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda
la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará
54
todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. El me
glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber.” (Jn.16:12-14).

Un buen ejemplo de su ministerio como maestro es el caso del apóstol


Pablo. No estuvo directamente con Jesús, pero qué forma
extraordinaria en que el Espíritu Santo le enseñó para que a su vez
llegara a ser un perito arquitecto de la Iglesia. Las verdades que le
enseñó han sido de tanta edificación para la Iglesia.

Y dentro de todas las cosas que nos enseñará, hay por lo menos tres:

(1) Nos enseñará lo relativo a la obra.

“Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no


imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias” (Hch.
15:28).

(2) Nos enseñará la herencia que tenemos en Cristo.

“Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu


que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha
concedido, lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas
por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu,
acomodando lo espiritual a lo espiritual.” (1Co.2:12,13).

(3) Nos enseñará iluminando nuestro corazón para que tengamos un


conocimiento claro de Dios mismo.

“Por esta causa también yo, habiendo oído de vuestra fe en el Señor


Jesús, y de vuestro amor para con todos los santos, no ceso de dar
gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis
oraciones, para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de
gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento
de él, alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis
cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de
la gloria de su herencia en los santos, y cuál la supereminente
grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la
operación del poder de su fuerza” (Ef.1:15-19).
55
Noten que todo lo que se deriva del “conocimiento de Él” por el
espíritu de sabiduría y revelación, que ya sabemos, es parte del
ministerio del Espíritu Santo en nosotros.

9. RECORDARÁ TODO.

1. Primeramente el Espíritu Santo les recordaría a los discípulos las


palabras que escucharon, y hechos que vieron directamente de
Jesús, para que luego lo transmitieran fi elmente al resto de los
creyentes, y muy especialmente a los que escribieron lo que luego
conformaría el Nuevo Testamento. Podemos confiar en que lo que
ellos enseñaron de Jesús fue fi el porque el Espíritu Santo estaba
detrás recordándoles.

2. Y segundo, el Espíritu Santo nos recuerda a nosotros, los


discípulos del siglo XXI la Palabra que aprendemos. Una cosa que
hemos experimentado es que de pronto, un pasaje, una vivencia,
un sueño, una visión, una palabra que Dios nos dio, etc., viene a
nuestra memoria, justo cuando la necesitábamos para nosotros
mismos, o para ministrar a alguien.

¡No desechemos lo que nos recuerde el Espíritu Santo!

56
CONCLUSIÓN

Mi anhelo es que producto de este libro enriquezcas en gran manera tu


comunión con el Espíritu Santo. Cuando esto pase, te aseguro que
tentaciones, pecados y caídas que no habías vencido, ahora sí las vencerás
cada vez que se presenten.

El Espíritu Santo es la persona más extraordinaria, maravillosa y hermosa


sobre toda la Tierra. Disfruta su comunión. Y Disfruta todo lo que te
quiere comunicar: El amor del Padre, la gracia de Jesús, su fruto y sus
dones.

Una de las cosas más sorprendentes del Espíritu Santo, es que Él conoce
perfectamente el plan maravilloso que Dios tiene para cada uno de
nosotros, y el Padre ha determinado que sea el Espíritu Santo quien nos lo
revele. Así que, cuando queramos saber el propósito de Dios para
nuestras vidas, tener comunión con Él es la clave. Así de importante es.

El apóstol Pablo, siervo del Señor Jesucristo, inspirado a su vez por el


Espíritu Santo, nos dejó escrito esta disposición del Padre:

“Antes bien, como está escrito:


Cosas que ojo no vio, ni oído oyó,
Ni han subido en corazón de hombre,
Son las que Dios ha preparado para los que le aman.
Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu;
porque el Espíritu todo lo escudriña,
aun lo profundo de Dios.”
(1Co.2:9,10).

¡Paz!

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