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2. CONTIGO.

Hoy estarás conmigo en el paraíso (Lc 23, 43)

Una promesa que mucha gente tienen que oír hoy. En cruces injustas, en cruces pesadas; en
realidades atravesadas por el dolor, la soledad, la duda, la incomprensión o el llanto… ¿cómo
sonarán esas palabras, dichas desde la confianza de quien no tiene por qué mentir? Hoy estarás
conmigo en el paraíso.

Hoy, porque los cambios, la nueva creación, la humanidad reconciliada, no tiene que esperar más,
HOY, ahora, ya… tal vez si no lega ese hoy es por tanta gente que no decide, no opta, espera
sentada…

Conmigo… Tengo que conocerte mejor, pues ese ¨conmigo¨ me suena a promesa y despierta ecos
de una plenitud que no termino de entender.

En el paraíso… que no es un mítico Edén, sino ese lugar en el que no habrá más llantos, en que las
lanzas serán podaderas, el niño y el león jugarán juntos, habrá paz…

Reflexionemos…

-¿Cómo VIVIR hoy en el paraíso?

No tenemos que morir e ir al cielo antes de experimentar el paraíso. Cuando fuimos bautizados,
fuimos introducidos en el reino por el precio que Jesús pagó por nosotros en la Cruz. Pero en el
transcurso de nuestras vidas, nos han enseñado las cosas del mundo. Ahora tenemos un pie en el
paraíso y un pie en el mundo. Jesús nos invita a que dejemos de lado lo que nos ata al mundo para
que podamos entrar, plenamente, en Su Reino y experimentar su amor incondicional cada momento
de cada día.

Si vivimos con rectitud, ayudaremos a edificar el paraíso: ser feliz, ser positivo, orar y leer
diariamente las Escrituras, arrepentirse de los pecados. El reinado de Dios en nosotros comienza
también por nuestra conversión a los valores del reino: santidad, verdad, justicia, amor y paz; frente
a los del tener: dinero, poder, soberbia, dominio e influencia. El paraíso es el programa de Dios, es
lo que Él quiere y se propone establecer como estado definitivo de la historia y de la existencia.
Dios lo que quiere es una iglesia que refleje en valores, palabras y hechos lo que Jesús hizo y
proclamó cuando fue manifestado en carne.

-¿En este momento ¿a quién le podemos dar esperanza?

Todos los hombres en un momento u otro de su vida se enfrentan a momentos dolorosos como el
sufrimiento, la muerte, la enfermedad, etc.  La Esperanza nos da la certeza de que algún día
viviremos en la eterna felicidad.

Nuestro deber es apoyar a quienes se encuentran en situaciones difíciles con consejos, palabras de
ánimo y ayuda psicológica, etc; Juzgar menos y amar más. El amor lo cura todo; Podemos rezar,
orar y hacer penitencia por la conversión de los pecadores y de aquellos que sólo llevan tristezas en
su corazón; No olvidemos que el Rosario tiene un poder impresionante; Por ello, rezar, rezar
mucho por toda esa gente que sufre , que puede encontrar alivio; Apostemos a más de Dios en
nuestras vidas y menos del mundo que nos quiere quitar esa paz.
-¿Cómo estar hoy con Jesús en el mundo?

No pocas veces hemos sentido que: “Jesús me ha abandonado”, “Jesús no me escucha” o “no sé
dónde está Jesús”. Vivimos apurados, inmersos en la rutina y en las miles de actividades que el
mundo de hoy nos exige. Tanta actividad puede hacernos perder el sentido de nuestra vida y en
algún momento llegarnos a sentir desorientados, solos.

Jesús está presente siempre, así no lo podamos sentir. Si prestamos un poco más de atención, y nos
detenemos a pensar un instante, podemos darnos cuenta que efectivamente, en cada paso que
damos, en cada situación que vivimos, buena o mala, Dios está ahí. Esperando lo escuchemos y
alegrándose cuando lo encontramos. Muchos de nosotros creemos que sólo podemos encontrar a
Dios en momentos extraordinarios. Momentos de oración profunda o milagros sobrenaturales. Y
Dios está en esos momentos, pero también está a nuestro lado en cada paso que damos, esperando le
abramos la puerta y escuchemos su voz, sus detalles, sus cuidados, sus enseñanzas y hasta su
sentido de humor. 

A Jesús le gusta esconderse y revelarse en el pobre, en el drogadicto, en el joven de la calle; en la


oración, que es re-lectura en nuestra vida de muchos encuentros vividos con Él; La naturaleza puede
“inspirar” una presencia y un contacto con Dios o nuestra propia naturaleza. Contemplar todo esto
es entrever el mismo y a la vez siempre nuevo rostro de Dios. Aquel que te libera de ti mismo. El
Dios del encuentro. Aquel que te espera en todas las fronteras.

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