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Definición

El período Barroco se ubica entre los períodos Manierista y Rococó


(Aunque algunas definiciones llegan a incluir a ambos movimientos como parte
del Barroco y por ende lo sitúan entre el arte del Renacimiento y el
Neoclásico), en un tiempo en el cual la Iglesia Católica tuvo que reaccionar
contra numerosos movimientos revolucionarios culturales que produjeron una
nueva ciencia y nuevas formas de religión (Reforma).

Se ha dicho que el Barroco en arquitectura es un estilo que podría dar


al papado un camino formal imponente de la expresión que podría restaurar
su prestigio, al punto de hacerse de alguna manera simbólica de la
Contrarreforma. Con eficacia, fue con éxito desarrollado en Roma, donde la
arquitectura barroca renovó ampliamente las áreas centrales con la adición (o
revisión) urbanística más importante. Pero muchos otros ejemplos son
encontrados en otras ciudades europeas (y en las Américas españolas). Tiene
que notarse sin embargo que el Barroco abarcó muchas artes, y no solamente
la Arquitectura; fue una innovación cultural general.

Término

La palabra "barroco", como la mayor parte de las designaciones de un


período o de un estilo, fue inventada por críticos posteriores, más que
practicantes de las artes en el siglo XVII y principios de siglo XVIII. Es una
traducción francesa de la palabra portuguesa "barroco" (en español sería
"barrueco"), perla irregular, o joya falsa. Una palabra antigua similar, barlocco o
brillocco, es usada en el dialecto romano con el mismo sentido. Algunos
autores creen que viene de una palabra italiana barocco - una figura del
silogismo. Una definición común, antes donde término Barocco fue Vuelo de
Formas.

El término "barroco" fue después usado con un sentido despectivo, para


subrayar el exceso de énfasis y su abundancia de ornamentación, a diferencia
de la racionalidad más clara y sobria del siglo de la Ilustración. Fue
finalmente rehabilitado en 1888 por el historiador alemán de arte Heinrich
Woelfflin (1864-1945), quién identificó al Barroco como oponente al
Renacimiento y como una clase diferente dentro del arte.

EL Barroco como movimiento cultural

El Barroco realmente expresó nuevos valores; en Literatura es abundante


el uso de la metáfora y la alegoría. Representa un estado de ánimo diferente,
más cerca del Romanticismo que del Renacimiento, aún cuando es un
movimiento que nace al mismo tiempo que este último en algunos países.

El dolor psicológico del Hombre, en busca de anclajes sólidos, se


puede encontrar en el arte barroco en general. El virtuosismo fue investigado
por los artistas de esta época junto con el realismo. La fantasía y la
imaginación fueron evocadas en el espectador, en el lector, en el oyente.
Todo fue enfocado alrededor del Hombre individual, como una relación directa
entre el artista y su cliente. El arte se hace entonces menos distante del
usuario, más próximo a él, solucionando el hueco cultural que solía guardar.

Cada una de las Bellas Artes tiene su representante en este


movimiento cultural. En música puede ser Antonio Vivaldi y Johann Sebastian
Bach, en literatura española Luis de Góngora, en pintura italiana Pietro da
Cortona, en escultura mexicana Jerónimo Balbás, y así un largo etc. Tras la
mesura del Renacimiento y el retorcimiento estético del Manierismo, en la
Roma de los Papas se advierte la necesidad de un arte nuevo. La
independencia de las repúblicas italianas no es la de antaño, tras dos siglos
de pugnas entre las potencias europeas por controlar su floreciente mercado,
centrado en el Mediterráneo. Por otro lado, el descubrimiento de América
desplaza el polo económico hacia el Atlántico, cuyas rutas son dominadas por
españoles, portugueses e ingleses. Esto provoca que las repúblicas italianas se
reagrupen bajo un poder más fuerte y las que no caen bajo control extranjero
(España y Francia) se someten a la influencia mayoritaria de Roma, más
concretamente de los Estados Vaticanos, al más puro estilo de una teocracia.
Para ejercer legítimamente este gobierno, las altas esferas eclesiásticas
dominantes en Roma han de depurar su corrupta cúpula gubernativa. Voces de
descontento ya había desde hacía cincuenta años, y la Iglesia Católica se vio
escindida por la Reforma luterana, cuyos teólogos, Calvino, Zuinglio y otros la
acusaron de nepotismo y simonía. La necesidad de reformar las estructuras del
mundo católico es lo que conduce al Concilio de Trento y a la mal llamada
Contrarreforma, en realidad, una Reforma católica, que no va contra algo sino
en busca de una adaptación a los nuevos tiempos. La traducción de este
estado de cosas sobre el arte trae importantes consecuencias desde el primer
momento. Los teólogos reunidos en concilio, mayoritariamente españoles,
proclaman ciertos dogmas que han de ser representados dignamente por los
artistas al servicio de la Iglesia: la virginidad de María, el misterio de la
Trinidad, etc. pasan a protagonizar los lienzos. La Iglesia, antes que las
monarquías absolutistas que ejercen un poder paralelo al Vaticano, fue la
primera en comprender el poder ilimitado del arte como vehículo de
propaganda y control ideológico. Por esta razón contrata legiones de artistas,
reclutando por supuesto a los mejores, pero también a muchos de segunda
fila que aumentan los niveles de producción para satisfacer las demandas de
la gran base de fieles. Se exige a todos los artistas que se alejen de las
elaboraciones sofisticadas y de los misterios teológicos, para llevar a cabo un
arte sencillo, directo, fácil de leer, que cualquier fiel que se aproxime a una
iglesia pueda comprender de inmediato. Los personajes han de ser cercanos al
pueblo: los santos dejan de vestir como cortesanos para aparecer casi como
pordioseros, a gran tamaño, con rostros vulgares. El énfasis de la acción ha
de colocarse sobre el dramatismo: ganar al fiel a través de la emoción fue la
consigna. Las escenas se vuelven dinámicas, lejos del hieratismo intemporal de
los estilos anteriores. Las composiciones se complican para ofrecer variedad y
colorido. Las luces, los colores, las sombras se multiplican y ofrecen una
imagen vistosa y atrayente de la religión y sus protagonistas. Fuera del
patrocinio de la Iglesia, los mecenas privados aumentan: el afán de
coleccionismo incita a los pintores a llevar a cabo una producción de pequeño
o mediano formato para aumentar los gabinetes de curiosidades de ricos
comerciantes y alta nobleza. En la época de los filósofos Bacon y Descartes,
el Arte se colecciona como los objetos científicos o los exóticos bienes
importados de las Indias y América. La secularización de esta época propició
que se revalorizaran géneros profanos, como el bodegón o el paisaje, que
empieza a cobrar una autonomía inusitada. Las complejas composiciones del
Barroco, la diversidad de focos de luz, la abundancia de elementos, todo,
puede aplicarse perfectamente a un paisaje, tal y como puede verse en la
Recepción del Embajador Imperial en el Palacio Ducal de Canaletto. El
Barroco como estilo general es tan sólo una intención de base. Las formas
que adopte en la praxis serán tan variadas como se pueda imaginar. Sin
embargo, dos polos predominan, agrupados en torno a dos grandes figuras
rivales en la época: Caravaggio, que aglutina a los pintores del Naturalismo
tenebrista; y Annibale Carracci, que trabaja con su hermano y con su primo
en un estilo clasicista. No creo que haya alguien que ha podido entender lo
que habeís escrito aquí.

Barroco Español

España disfruta de un largo y fructífero Barroco, plagado de grandes


figuras de la pintura universal y de interesantes Escuelas regionales que
prolongan su influencia hasta bien entrado el siglo XVIII. El siglo XVII fue de
profunda crisis económica en la península; sin embargo, recibió el apodo de
Siglo de Oro en el terreno religioso, cultural, artístico, literario, etc. La Reforma
católica tuvo sus principales teólogos en España y sus postulados rigieron la
codificación artística en nuestro país más allá que en cualquier otra nación del
ámbito católico europeo. A esta situación contribuyó el hecho de que el
absolutismo monárquico predominante en toda Europa se viera más atenuado
ante el poder eclesiástico. Tal situación influye de manera determinante sobre
las artes, que serán encargadas en un 90% por la Iglesia, lo que marca el
predominio del tema religioso en detrimento de la mitología, pinturas de guerra
y profanas. Los óleos encargados son con frecuencia de gran tamaño;
emplean colores vivos y muy variados, resaltados por varios focos de luz que
provienen de todos los lados, contrarrestándose unos a otros, creando grandes
sombras y zonas iluminadas. Los personajes aparecen en posturas muy
dinámicas, con rostros y gestos muy expresivos puesto que el Barroco es la
época del sentimiento. Las composiciones grandiosas, con personajes vestidos
ricamente, en alegorías religiosas o mitológicas, las grandes escenas de corte
o de batalla, son los ejemplos más evidentes del arte barroco. Sobre este
tema en particular resulta muy conocido el cuadro de Velázquez llamado Las
Lanzas. Los principales focos productores de pintura fueron las capitales Sevilla
y Madrid por motivos económicos y administrativos. Los temas, como se ha
dicho, son en su mayor parte religiosos. La tipología, dentro de esta temática,
es variada. La más importante es el retablo, de origen gótico y mantenido
durante el Renacimiento. La diferencia con los estilos anteriores es que el
retablo barroco tiene menos escenas y de mayor tamaño, lo que ayuda a que
sean "leídos" por el fiel; además, los santos a los que se dedican son menos
conocidos, frecuentemente por responder al nombre del cliente. También las
composiciones son diferentes, más complicadas y atendiendo a la normativa
contrarreformista: colorido, naturalismo, cercanía al fiel para facilitarle el acceso
al dogma católico... Tras el retablo, el encargo más apetecible para un autor
es la serie monástica, que puede abarcar desde la decena hasta el centenar
de lienzos que se han de colocar en el monasterio contratante. El tema, por
supuesto, son los santos, fundadores y figuras célebres de la Orden en
cuestión. Era posible combinar formatos, dependiendo de la estancia a decorar.
Series conventuales completas no son habituales y lo más frecuente es
encontrarlas dispersas, como los monjes mercedarios de Zurbarán que podemos
contemplar en la Real Academia de Bellas Artes de Madrid. El bodegón, del
que destacan por su calidad los de las Escuelas sevillana y madrileña, el
retrato a lo divino (nobles, ricos, reyes que se retratan con el aspecto del
santo de su devoción) y los cuadritos de devoción encargados por particulares,
son el resto de posibles encargos religiosos de este período. Las pinturas de
mitología, guerra o profanas son bastante escasas, con frecuencia de autores
italianos y siempre debidos al encargo directo de la Corte con motivo de
decoraciones palaciegas. Las influencias más evidentes en el Barroco español
son de la sempiterna pintura flamenca, de hondo arraigo tradicional por su
relación política con las regiones de los Países Bajos, cuyo estilo de esta
época, el Barroco flamenco, proporciona modelos a los españoles, en mayor
medida quizá de lo que pudo influirles el Barroco italiano. A esto se añade la
entrada masiva de obras y autores italianos en la segunda mitad del siglo
XVII y la llegada de Rubens a la Corte madrileña, desde la cual las
innovaciones de su obra se extienden por todo el territorio nacional. Como se
indicaba al principio, el Siglo de Oro fue ilustrado con algunas de las mejores
figuras del arte. Contó con una generación de pintores, nacidos en su mayoría
en la década de 1590 y por tanto activos hasta 1650-1660. Son pintores
como Zurbarán, Velázquez, Alonso Cano, Ribera o Murillo (más joven que los
anteriores)... precedidos y seguidos por una pléyade de autores forzosamente
ensombrecidos por su genialidad, pero no por ello carentes de calidad. Estos
autores son emblemáticos de las Escuelas ya citadas, y por sí mismos
describen un espíritu de época que se vio continuado hasta el siglo siguiente
y que ha inspirado a los pintores de todo el mundo hasta nuestros días.

uno: El Barroco Español en escultura me parece un ensalzamiento de lo


sádico... Realismo sangriento. Y en Arquitectura me parece muy poco
profundizado.

Literatura barroca

El barroco es un movimiento artístico y cultural extendido por toda


Europa y que entraña una evolución de las ideas del Renacimiento, que en
algunos casos supone cambios drásticos en la forma de pensar.

En principio el término barroco no se utilizó más que para las artes


plásticas, es en los años 1920 cuando se empieza a hablar de barroco
literario, dando la idea de que el movimiento afectó no sólo a la forma y a
la plástica, sino también a las formas literarias. Aún más importante, asumir la
existencia de un barroco literario supone asumir el barroco como un
movimiento de tipo ideológico, no sólo formal y ver su profunda relación con
la Contrarreforma. Sin embargo, esto llevó a algunos mucho más allá, negando
su relación con el Renacimiento y presentándolo como un movimiento
enfrentado, lo que tampoco es cierto.

El barroco trae consigo una renovación de técnicas y de estilos. En


Europa, y sobre todo en España la Contrarreforma influye en gran medida
sobre este movimiento; las expresiones italianas que llegaban desde el
Renacimiento se asimilan pero al mismo tiempo se españolizan y las técnicas
y estilos se adaptan aún más a la tradición española.

Los poetas barrocos del siglo XVII, siguieron mezclando estrofas


tradicionales con las nuevas, así cultivaron el terceto, el cuarteto, el soneto y
la redondilla. Se sirvieron de copiosas figuras retóricas de todo tipo, buscando
una disposición formal recargada. No supone una ruptura con el clasicismo
renacentista, sino que se intensifican los recursos estilísticos del arte
renacentista, en busca de una complicación ornamental, en busca de la
exageración de los recursos dirigidos a los sentidos, hasta llegar a un
enquistamiento de lo formal.

En este siglo XVII en que aparece el movimiento barroco se intensifican


los tópicos que ya venían dándose en el Renacimiento, pero en especial los
más negativos: fugacidad de la vida, rapidez con que el tiempo huye,
desaparición de los goces, complejidad del mundo que rodea al hombre, etc.

La Literatura del siglo XVI se expresaba en un estilo sereno y de


equilibrio; el barroco del XVII viene a desestabilizar esa serenidad y diversas
fuerzas entran en conflicto. Estas características se dan en toda Europa y en
cada país toman un nombre diferente:

 Eufuismo le llaman los poetas ingleses


 Preciosismo en Francia
 Marinismo en Italia

Fases

Aunque muy poco aceptada, Wyllie Sypher en su libro Four Stages of


Renaissance Style propuso la siguiente división:

 Manierismo (1520 - 1560). Se caracteriza por la desintegración del


Renacimiento, es un estilo de crisis, desproporcionado, con exceso de
ornamentación, intelectualista. Se propone como primera fase del
Barroco.
 Barroco (1620-1680). Es el estilo de la Contrarreforma, en él se da una
exageración de las características del manierismo, sin proponer nuevas
formas.
 Barroco tardío (1680-1700). Se caracteriza por un retorno al clasicismo
que llevará al Neoclasicismo, es de nuevo un episodio de
desintegración, en este caso de las formas barrocas.

Esta clasificación fue muy criticada, Helmut Hatzfeld ( Estudios sobre el


barroco) propone un estilo de época amplio con tres fases:
 Manierismo (1570-1600): alargamiento y distorsión de las formas
renacentistas. Propone a Góngora como representante más importante.
 Barroco clásico (1600-1630): gran ampulosidad formal, ostentación y
supeditación a la ideología de la Contrarreforma. Su autor más
representativo sería Cervantes.
 Barroquismo (1630-1670): exageración de las características del barroco
clásico. El autor clave sería Calderón.

Estas divisiones son orientativas y a ambas se las ha acusado de ser


simplificadoras y demasiado periodizadoras y estrictas.

Literatura barroca en España. Características

Artículo principal: Literatura española del Barroco

Pero es en España donde el barroco se da con mayor intensidad y


donde adquiere mayor originalidad. El cambio de mentalidad en las gentes y
una cierta conciencia de inseguridad y de crisis hacen que se extienda una
gran preferencia por las características propias de este movimiento. Los
escritores del siglo XVII se inspiran en una filosofía de renuncia que es la
filosofía estoica de Séneca y al mismo tiempo tienen muy en cuenta el
sentido religioso de la vida.

Entre los escritores más importantes del barroco se destacan:

 Sor Juana Inés de la Cruz


 Juan Ruíz de Alarcón
 Martín José Vanz
 Mario Elías Robledo
 Ricardo Alonso Silva
 Pedro Manuel Cardenas
 Lucas Fernández de Piedrahíta
 Fernando Fernández de Valenzuela
 Juan de Espinosa Medrano
 Hernando Domínguez Camargo
 Luis de Góngora
Los escritores españoles del siglo XVII aportan en sus obras la doctrina
del desengaño y del pesimismo. No se dejan embaucar por la belleza de la
Naturaleza; creen que es falsa y engañadora. Todas estas tendencias se
hallaban incipientes en el periodo anterior, en el renacimiento y en el barroco
no hacen otra cosa que intensificarse hasta llegar a la exageración.

A finales del siglo XVI, la situación social y política de España predispone


a los escritores a imbuirse de lleno en este movimiento: el hambre, la peste,
la desigualdad social, los pícaros, los mendigos, las miserias, los sueños de
grandeza, etc. Todos estos temas son llevados a la literatura; es una situación
apropiada para que nazca esa literatura cuyos cimientos están en la
decepción, en el desengaño, en lo poco que valen las grandezas humanas.

Literatura parroquiana española

El Barroco se produce en España en medio de los llamados Siglos de


Oro de nuestra literatura. España estuvo gobernada en ese lapso por los
Felipes: II, Felipe III y Felipe IV, gobernando este último hasta 1665. Felipe II,
hijo y sucesor del Emperador Carlos V de Alemania y I de España, por
abdicación de éste, tomó posesión del trono español en 1556.

Durante la centuria anterior a ésta, España había alcanzado su mayor


unidad y extensión territorial. Por herencias, conquistas, convenios diplomáticos
o matrimonios reales, llegaron a estar sometidas al cetro de Carlos V, Nápoles
y Sicilia; Flandes, Alemania, Hungría y Portugal, aparte de las nuevas y ricas
tierras de América. Pues bien, a los Felipes les tocó perder una a una todas
las tierras europeas. Esto ocasionó graves problemas, religiosos, políticos,
internos e internacionales.

Marco histórico

El siglo XVII es muy prolífico en cuanto a arte se refiere. Durante este


siglo gobernaron en España los Austrias menores, con quienes el país entra
en progresiva decadencia. Al igual que en el siglo XVI, los monarcas delegan
su poder en validos o favoritos, y en muchos aspectos hay una
"medievalización" de la vida española.
Felipe III (1598-1621) hereda un gran imperio en bancarrota, pero también la
enemistad con Inglaterra y los Países Bajos. El privado duque de Lerma
traslada la Corte a Valladolid en 1600; seis años más tarde regresa a Madrid.
Firma la paz con Inglaterra en 1604 y una tregua con los Países Bajos
(1609-1621). Expulsa de la Península a los moriscos (1609), que generalmente
trabajaban en el campo, lo que empobrece la agricultura y comercialmente el
país.

Al duque de Lerma lo sucederá el duque de Uceda. España interviene


en la Guerra de los Treinta Años. Los nobles aumentan su poder, mientras la
economía se estanca y se sustituyen las monedas de cobre en lugar de las
de oro y plata.

Felipe IV otorga el poder al conde-duque de Olivares, quien trata de mantener


la supremacía española frente a Francia en la guerra iniciada en 1635, y el
dominio en los Países Bajos.

La presión fiscal y el descontento político general provocan la


sublevación de Portugal, Cataluña, Aragón, Navarra y Andalucía. Se inaugura el
palacio del Buen Retiro, donde se celebrarán numerosas fiestas palaciegas.

El conde-duque fue sustituido por Luis Menéndez de Haro; en su


destitución influyó una monja, sor María de Jesús de Ágreda, consejera del
rey. En 1648 España firma el tratado de Westfalia, donde pierde territorios en
los Países Bajos, Holanda consigue su independencia.

En 1659 pone fin a la guerra con Francia en la Paz de los Pirineos.


La pobreza, las epidemias y los elevados impuestos provocan un alarmante
descenso de la población y la migración del campo a la ciudad; muchas
zonas quedan despobladas, lo que perjudica a la economía nacional.

Carlos II (1665-1700) es el último de los Austrias menores. Hereda el trono a


los cuatro años, por lo que lo regenta su madre Mariana de Austria, ayudada
por una junta de notables.

Fue un rey débil y enfermizo, lo que le valió el apelativo de


Hechizado. No dejó descendencia a ninguna de sus dos mujeres, lo que
favoreció que los monarcas europeos se sintiesen atraídos por el territorio
español y quisiesen repartírselo, incluso antes de su muerte.

Durante su reinado Portugal (anexionado a España durante el reinado


de Felipe II en 1580) logra la independencia. Las continuas guerras con
Francia evidencian aún más la decadencia de España ante el poderío de
aquella nación. Con Carlos II sin descendencia, nombra como heredero a
Felipe de Anjou, futuro Felipe V, nieto del francés Luis XIV, lo que dio origen
al conflicto llamado Guerra de Sucesión.

Características del Barroco

El Barroco se caracteriza por lo siguiente:

 Pesimismo: El Renacimiento no consiguió su propósito de imponer la


armonía y la perfección en el mundo, tal y como pretendían los
humanistas, ni había hecho más feliz al hombre; las guerras y las
desigualdades sociales seguían estando presentes; el dolor y las
calamidades eran comunes en toda Europa. Se instala un pesimismo
intelectual, cada vez más acentuado, unido al carácter desenfadado de
que dan testimonio las comedias de aquella época y las truhanerías en
que se basan las novelas picarescas.
 Desengaño: Como los ideales renacentistas fracasaron y, en el caso de
España, el poder político estaba desvaneciéndose, el desengaño continúa
y surge en la literatura, que en muchos casos recuerda a la de dos
siglos antes, con la Danza de la Muerte o las Coplas a la muerte de
su padre de Manrique. Quevedo dice que la vida está formada por
"sucesiones de difunto": en ellas se van convirtiendo los nacidos, desde
los pañales hasta la mortaja con la que se cubren los cuerpos
exánimes. En conclusión, nada tiene importancia, sólo hay que conseguir
la salvación eterna.
 Preocupación por el paso del tiempo
 Pérdida de confianza de los ideales renacentistas
Actitud de los escritores

Ante la crisis barroca, los escritores españoles reaccionan de varias maneras:

 Evadiéndose: Tratan de desentenderse de la realidad, y lo hacen


cantando hazañas o viejas glorias del pasado, o bien presentan un
mundo ideal en que los problemas se resuelven debidamente y triunfa
el orden. Este es el caso del teatro de Lope de Vega y sus
seguidores. Otros, sin embargo, prefieren refugiarse en el mundo del
arte y de la mitología, como es el caso de Góngora.
 Satirizando la realidad: Otro grupo de escritores opta por burlarse de la
realidad, como Quevedo, Góngora en algunas ocasiones y la novela
picaresca.
 Con estoicismo: Exponen su queja sobre la vanidad del mundo, la
fugacidad de la belleza y de la vida, la fama transitoria. El máximo
exponente de esta actitud fue Calderón de la Barca en los autos
sacramentales.
 Moralizando: Critican los defectos o vicios proponiendo modelos de
conducta acordes con la ideología política y religiosa de su época. Sus
principales exponentes son la prosa narrativa y doctrinal de Gracián y
Saavedra Fajardo.

La prosa del XVII

Miguel de Cervantes

La narrativa del XVII se abre con la figura de Miguel de Cervantes,


quien en 1580 vuelve a España tras diez años de ausencia.

Su primera obra impresa fue La Galatea, (Alcalá de Henares, 1585). Es


una novela pastoril (véase lo dicho sobre ella en el Renacimiento) en seis
libros de verso y prosa, según el modelo de la Diana de Montemayor; si bien
se rompe con la tradición al introducir elementos realistas, como el asesinato
de un pastor, o la agilidad de ciertos diálogos.

En 1605 publica El ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha , con


éxito inmediato.
En 1613 aparecen las Novelas ejemplares, colección de doce novelas
cortas que buscan una ejemplaridad, aunque ésta no siempre quede clara.

La siguiente prosa cervantina fue El ingenioso caballero don Quijote de


la Mancha (1615), segunda parte del Quijote.

En 1617, un año después de morir Cervantes, aparecen Los trabajos de


Persiles y Sigismunda. Se trata de una novela bizantina o novela griega, a
imitación de Heliodoro (s. III d.C.) y su Historia etiópica de Teágenes y
Cariclea, que relata, en cuatro libros, cómo Periandro y Auristela viajan desde
las tierras septentrionales de Noruega o Finlandia hasta Roma para recibir
cristiano matrimonio. Como es típico de este subgénero, a lo largo del periplo
sufrirán peripecias o trabajos: la cautividad entre bárbaros, los celos de
pretendientes de ambos amantes... La obra aprovecha recursos de las Novelas
ejemplares, especialmente de las italianizantes, como el enredo, las
confusiones, disfraces, etc.

La prosa de Quevedo

Francisco de Quevedo redacta hacia 1604 su primera obra en prosa de


ficción: la novela picaresca titulada Historia de la vida del Buscón llamado don
Pablos, exemplo de vagamundos y espejo de tacaños.

Además, Quevedo cultivó la prosa satírica, política y moral en obras en


que domina una moral estoica, de raigambre senequista y tratan asuntos como
la crítica de arquetipos de la sociedad del barroco, la presencia constante de
la muerte en la vida del hombre y el celo cristiano con que ha de conducirse
la política

De 1605 data el primero de sus Sueños: El Sueño del Juicio narra la


resurrección de los muertos, que responden de su vida. Es una sátira contra
profesiones o estados sociales: juristas, médicos, carniceros...

En 1619 escribe la Política de Dios, gobierno de Cristo y tiranía de


Satanás, tratado político en el que expone una doctrina de buen gobierno o
espejo de príncipes para un rey justo, que debe tener como modelo de
conducta a Jesucristo. Es un tratado que se encuadra en la línea del
antimaquiavelismo español, y propone una política exenta de intrigas y ajena a
las malas influencias.

Hacia 1636 concluye Quevedo su última gran prosa satírica, quizá de


1632: La hora de todos y la Fortuna con seso, inédita hasta 1650. En ella
Júpiter le pide a la Fortuna que adjudique por una hora a cada uno lo que
verdaderamente merece. Ello conduce a ver las falsas apariencias, la otra cara
de la realidad y la verdad oculta tras los velos de la hipocresía, operando por
antítesis. Así se da la paradoja de que los médicos son en realidad verdugos,
los ricos, pobres pero ladrones, y, en definitiva, se presencia una galería de
tipos sociales, oficios y estados que es satirizada implacablemente.

El Marco Bruto (1644) surge de glosas o comentarios a la biografía que


sobre este estadista latino escribió Plutarco en sus Vidas paralelas.

Otros prosistas del barroco

Lope de Vega, del que destacaremos las conocidas como Novelas a Marcia
Leonarda (colección de novelas misceláneas, obras breves, de temática
amorosa y técnica de enredo, que mezclan verso y prosa, ambientes exóticos
-moriscos, judíos, etc.-, con erudición recargada y digresiones frecuentes y
prolijas).

Mateo Alemán y de Enero (Sevilla, 1547 - México, ¿1615?), autor de la


novela picaresca "Vida del pícaro Guzmán de Alfarache", editada en 1599, esta
obra estableció el canon del género, alcanzó un éxito formidable en España y
Europa, y fue conocida por antonomasia como "El pícaro de Alemán", en 1604
publicó en Lisboa, y la segunda parte del Guzmán de Alfarache. El éxito
europeo de su obra fue formidable; se tradujo casi de inmediato al italiano en
las prensas venecianas de Barezzi en 1606; en alemán se publicó en Munich
en 1615; J. Chapelain tradujo las dos partes de la novela al francés y las
publicó en París en 1620; dos años después se estampaba en Londres la
versión inglesa de James Mabbe que, en un prólogo extraordinario, dice del
pícaro Guzmán que era «semejante al navío, que anda dando bordes en la
ribera, y nunca acaba de tomar puerto».
Alonso de Castillo Solórzano (1584- antes de 1648), natural de Tordesillas
(Valladolid), fue un novelista muy popular, autor de La niña de los embustes
Teresa de Manzanares (1632), Aventuras del Bachiller Trapaza (1637) y La
garduña de Sevilla y anzuelo de las bolsas (1642). Obras de corte picaresco
en las que se mezclan novelas, poemas y algún entremés, como ya hemos
visto en Lope de Vega.

No sin razón se considera a la madrileña María de Zayas y Sotomayor


(1590-1661) segunda novelista del siglo, después de Cervantes. En 1637
aparecen sus Novelas amorosas y ejemplares, colección de diez relatos en
que la temática erótica crea situaciones conflictivas y sorprendentes.

Seguidor de Francisco de Quevedo y sevillano fue Luis Vélez de


Guevara (1579-1644), autor de El diablo cojuelo (1641), sátira social
acompañada de figuras alegóricas.

La mitad del siglo se cierra con la Vida y hechos de Estebanillo


González, hombre de buen humor (Amberes, 1646). Narra su vida (1608-1646)
como criado de muchos amos y soldado en varias ocasiones. Presenta rasgos
de la picaresca: estafas, peleas, engaños, borracheras, robos y prostitución.

La prosa religiosa brilla con el turolense Miguel de Molinos (1628-1696),


iluminado establecido en Roma. Su doctrina quietista late en la Guía espiritual
(1675), manual de mística contemplativa que desprecia la acción.

Baltasar Gracián

La obra más importante de la segunda mitad de siglo es El Criticón


(1651-1657) del jesuita aragonés Baltasar Gracián (1601-1658). Con ella, la
novela española se resuelve en conceptos o abstracciones. La idea se impone
sobre la figura concreta. Se trata de una novela filosófica escrita en forma de
alegoría de la vida humana.

Gracián cultivó la prosa didáctica en tratados de intención moral y de


finalidad práctica, como El Héroe (1637), El Político don Fernando el Católico
(1640) o El Discreto (1646). En ellos crea toda una serie que ejemplifica el
varón modélico, prudente y sagaz, y las cualidades y virtudes que le deben
adornar.

El Oráculo manual y arte de prudencia es un conjunto de trescientos


aforismos para triunfar en el complejo mundo en crisis del siglo XVII. Ha
conseguido un reciente éxito editorial, al vender una versión de este denso
tratadito al inglés más de ciento cincuenta mil ejemplares, como manual de
autoayuda para ejecutivos.

También escribió una retórica de la literatura barroca, que partía de los


textos para replantear los tropos de la época, al no ajustarse ya a modelos
consabidos. Es un tratado sobre el concepto, que define como "un acto del
entendimiento que expresa la correspondencia que se halla entre los objetos".
Es decir, concepto es toda asociación entre ideas u objetos. A su clasificación
y disección dedica Gracián su Arte de ingenio, tratado de la agudeza (1642),
ampliado y revisado en el posterior Agudeza y arte de ingenio (1648).

El estilo de Gracián es denso, concentrado y polisémico. Está construido


a partir de sentencias breves, en las que domina el juego de palabras y las
asociaciones ingeniosas entre estas y las ideas. El resultado es un lenguaje
lacónico, lleno de aforismos y máximas, con gran riqueza de significados.

Su pensamiento es pesimista. Toda la filosofía de la vida es en


Gracián inseparable de la conciencia de una España en decadencia. El mundo
es un espacio hostil y engañoso, donde prevalecen las apariencias frente a la
virtud y la verdad. El hombre es un ser débil, interesado y malicioso. Buena
parte de sus obras se ocupan de dotar al lector de habilidades y recursos
que le permitan desenvolverse entre las trampas de la vida. Es importante
para ello saber hacerse valer, usar de la prudencia y de la sabiduría basada
en la experiencia, e incluso disimular y comportarse según las circunstancias.

Todo ello le ha valido a Gracián ser considerado un precursor del


existencialismo y de la postmodernidad. Influyó en librepensadores franceses
como La Rochefoucauld y más tarde en la filosofía de Schopenhauer o
Nietzsche entre otros. Está considerado uno de los autores cumbres del
conceptismo.
El teatro

Las representaciones teatrales de esta época se efectuaban en sitios


abiertos, plazas o corrales fijos: los corrales de comedias. Comenzaban
alrededor de las dos de la tarde y duraban hasta el anochecer. No había, por
lo común, asientos y los espectadores permanecían de pie toda la
representación. La nobleza ocupaba los balcones y ventanas de las casas que
rodeaban la plaza o daban al corral, y las damas asistían al espectáculo con
la cara cubierta con máscaras o tras las celosías. La función comenzaba con
la ejecución en guitarra de una pieza popular; en seguida se cantaban
canciones acompañadas con diversos instrumentos. Venía luego, la loa, especie
de explicación de los méritos de la obra y síntesis de su argumento. Daba
comienzo la comedia u obra principal, y en los entreactos se ejecutaban bailes
o se representaban entremeses.

El escenario era un simple tablado y la decoración una cortina. Los


cambios de escena eran anunciados por uno de los actores.

Escribía la comedia el poeta, bien pagado por el autor -actual director-


a quien cedía todos los derechos sobre la obra representada o impresa para
modificar el texto. Las obras duranban en cartel tres o cuatro días, o (con
excepciones) quince para una comedia de éxito.

Juan de la Cueva, en la segunda mitad del siglo XVI, introduce dos


elementos de gran importancia para el auge de esta producción artística: la
ética popular, que dio origen a las comedias de carácter histórico nacional, y
la libertad de componer obras dramáticas teniendo en cuenta el gusto del
público. Lope de Vega y Tirso de Molina llevaron a su plena realización estas
características.

A finales del siglo XVI crea Lope de Vega la comedia nueva: a una
acción de tema amoroso se superpone otra histórica o legendaria, morisca, de
cautivos, o religiosa. Concluía con un final feliz. Construida sobre tres jornadas,
la redondilla o la décima se usan en diálogos, el romance en narraciones, el
soneto en monólogos y el terceto en situaciones graves.
De 1609 es el Arte nuevo de hacer comedias, defensa jocosa de su
teatro. Muestra desprecio por las reglas aristotélicas y propone como valores la
naturalidad frente al artificio, la variedad frente a las unidades y el tomar en
consideración el gusto del público.

De entre su prolífica producción dramática destacaremos:

Peribáñez y el Comendador de Ocaña (1604-12) es una tragicomedia


desarrollada en 1406, en Toledo: Peribáñez comprende que el Comendador de
Ocaña le ha colmado de honores para acosar a su mujer. Tras matarlo gana
el perdón real.

Hacia 1614 compondría Lope una de sus mejores tragicomedias:


Fuenteovejuna. Siguiendo la Crónica de las tres órdenes... (Toledo, 1572) de
Francisco de Rades, muestra los abusos del Comendador Fernán Gómez de
Guzmán sobre los vecinos de Fuenteovejuna y sobre Laurencia, recién casada
con Frondoso. El asesinato del Comendador por el pueblo y el perdón de los
Reyes Católicos ante la evidencia rematan su acción. Se ve en ella una
sublevación popular ante el abuso del poder, pero sólo refleja una injusticia
puntual y subraya la sumisión al rey.

El Caballero de Olmedo (h. 1620-25), tragedia de raíz celestinesca, basada en


un cantar popular: Don Alonso muere a manos de don Rodrigo, celoso de
perder a doña Inés.

El mejor alcalde, el Rey vuelve sobre la dignidad campesina: Don Tello,


soberbio noble, abusa de Elvira, prometida del campesino Sancho. Alfonso VII
restaura su honra, casándola con don Tello, a quien ajusticia, para desposar a
la ya noble viuda, con Sancho.

El otro gran dramaturgo del XVII fue Pedro Calderón de la Barca


(1600-1681). Su obra más famosa es La vida es sueño (1635), drama
filosófico que presenta a Segismundo, hijo del rey de Polonia, encadenado en
una torre, por los fatídicos pronósticos de los astrólogos reales. Mientras,
Rosaura reclama en la Corte su honor robado por el duque Astolfo. Éste
corteja a Estrella para ser rey. La agresividad de Segismundo estalla al
liberarlo de su torre, adonde vuelve, encadenado, creyendo haber soñado su
experiencia de libertad. Cuando un motín lo rescata otra vez, su albedrío
vence las predicciones: domina su condición, casa a Rosaura con Astolfo y
acepta la mano de Estrella.

El garrote más bien dado pudo estrenarse en 1636 o 37. Se imprime


en 1651. Desde 1683 recibe el título de El alcalde de Zalamea. Presenta la
violación de Isabel, hija de Pedro Crespo, por el capitán Álvaro de Ataide.
Nombrado alcalde Pedro Crespo, lo ajusticia. El rey escucha su defensa y le
da la razón. Este drama costumbrista o de honor sigue el tema tan lopesco
de la honra del villano

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