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Última revisión: 11/03/2024.


Tema61. El arte barroco.

INTRODUCCIÓN

A lo largo de este tema estudiaremos las principales características y manifestaciones del Barroco, un
estilo caracterizado por la ruptura de la forma equilibrada y perfecta del lenguaje clásico, claro producto
de la profunda crisis económica, política y social que atravesó Europa en el siglo XVII. Su arquitectura, que
encuentra en Italia y en Francia sus mejores exponentes, busca impresionar de manera económica. La
escultura cuenta con la figura de Bernini, cuya obra se define por la expresión de los sentimientos y la
captación del movimiento. La pintura barroca presenta a algunos de los grandes genios de la historia del
arte, como Caravaggio, Rembrandt y Rubens. El Barroco español se hizo eco de la decadencia de la
Monarquía Hispánica, que, paradójicamente, vivió un Siglo de Oro literario y pictórico, con Velázquez a la
cabeza. La importancia del tema reside en que nos permite comprender cómo el Barroco se convierte en
uno de los más importantes y fecundos periodos en la historia del arte occidental, su trascendencia reside
en que ayudó a la construcción de la identidad europea; el nuevo estilo buscaba escaparse del clasicismo
heredado del Renacimiento, en el cual la arquitectura, escultura y pintura habían sido perfeccionadas,
aunque siempre mantuvo una importante herencia de los valores clásicos, que posteriormente fueron
representados por la academia.

El desarrollo de este tema seguirá el siguiente esquema:

1. Fundamentos estéticos. El triunfo del movimiento, el refinamiento y el sentimiento


2. Italia: de Caravaggio a Bernini. Pintura, arquitectura y escultura
2.1. La pintura barroca italiana
2.2. La arquitectura
2.3. La escultura barroca en Italia
3. Francia y el Imperio. Rubens
3.1. Arquitectura y escultura
3.2. Pintura: la figura de Rubens
4. El Barroco en los países protestantes. La pintura de los Países Bajos: Rembrandt
4.1. Urbanismo y arquitectura
4.2. Pintura: Rembrandt
5. El Barroco español
5.1. Arquitectura
5.2. Escultura
5.3. Pintura

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Tema61. El arte barroco.

1. FUNDAMENTOS ESTÉTICOS. EL TRIUNFO DEL MOVIMIENTO,


EL REFINAMIENTO Y EL SENTIMIENTO

El término barroco comenzó a usarse en el siglo XVIII para definir lo irregular, asimétrico y, en general,
poco estético. Esta idea se impuso desde que la mentalidad ilustrada del Siglo de las Luces decidiera
arremeter contra el estilo artístico predominante en Europa desde el final del Renacimiento hasta el
neoclasicismo. El término se hizo extensible a aquellas etapas artísticas caracterizadas por una mayor
carga decorativa y por la ruptura total con el lenguaje clásico –como la helenística o el gótico final–.
Actualmente, se entiende por Barroco el estilo con entidad propia que definió la cultura y el arte europeos
durante el siglo XVII y buena parte del XVIII (Anguita, 2005). Su difusión alcanzó toda Europa y América
Latina, y su disolución tuvo lugar en diferentes momentos en cada país.

Este estilo pude dividirse, a grandes rasgos, en tres periodos diferenciados, teniendo en cuenta que no
existe uniformidad ni desde el punto de vista cronológico ni tampoco geográfico: un primer barroco o
barroco temprano se desarrolló entre 1580-1630, con origen en Italia; un barroco pleno, entre 1630-1680,
fue la fase de mayor esplendor; y un barroco tardío o decorativo, entre 1680-1750, caracterizado por una
preocupación extrema por la ornamentación que inunda por completo los interiores de los edificios.

En el surgimiento de este nuevo estilo fueron decisivos dos hechos históricos: la afirmación de los
Estados nacionales y la consagración de la monarquía absoluta de derecho divino como forma de
gobierno en ellos (Ramírez, 2023). Durante esta época, en Europa se asistió a hechos y procesos tan
diversos como el enfrentamiento de los distintos países que buscan la hegemonía, la decadencia de los
grandes Estados con identidad nacional –como España–, o el inicio de la pugna por el dominio comercial
entre los países del norte e Inglaterra, con el ascenso de nuevos grupos sociales de poder.

La guerra de los Treinta Años (1618-1648), producto de las tensiones religiosas entre protestantes y
católicos, derivó en importantes repercusiones, no solo desde el punto de vista político y religioso, sino
también artístico. De hecho, el primer desarrollo del estilo barroco se produjo en Roma ligado a la
Contrarreforma católica; aunque, rápidamente, se extendió por toda Europa, adaptándose a las
necesidades de cada Estado y de cada sociedad. La iglesia católica, tras las tensiones y la ruptura que había
supuesto la Reforma, puso en marcha una importante política de reafirmación mediante la diplomacia, la
enseñanza, las predicaciones, la guerra y el arte. En esta nueva visión jugó un importante papel la recién
fundada Compañía de Jesús (Núñez, 2014).

De esta forma, el papado, la monarquía y las grandes jerarquías laicas y eclesiásticas se convirtieron en
los principales actores, otorgando a súbditos y fieles un papel protagonista como receptores de las
producciones artísticas, todo ello con una clara intencionalidad propagandística. El arte se configuró
como una herramienta al servicio del poder, ya fuera para la difusión de la fe o para la afirmación y
exaltación de las monarquías o de la clase que las sustentaban. Esto se va a ver reflejado en un arte que
deja atrás el interés científico por el conocimiento de la naturaleza, el orden y las proporciones del
Renacimiento, para desarrollar una estética efectista, escenográfica y teatral, cuyo objetivo es convencer,
atraer e impresionar al espectador.

De forma general, el Barroco supuso un momento de ruptura con lo clásico, donde la expresión de los
sentimientos predomina por encima de la razón, donde triunfa el gusto por lo artificioso y complicado
para sorprender y causar admiración, donde existe la tendencia al dinamismo, a plasmar el movimiento –

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Tema61. El arte barroco.

lo que se tradujo en composiciones complejas, donde se busca un realismo que llega a mostrar los
aspectos más dolorosos de la vida, y donde se manifiesta una predilección por los juegos de luces, sombras
y colores, con tendencia a la representación de los volúmenes desde varios puntos de vista. La
complicación de las formas, así como la mezcla de la realidad e ilusión, se fusionan en todas las artes para
tratar de obtener la obra de arte total; un todo unitario donde la arquitectura se sitúa como soporte para
el resto de las artes. Las obras de arte barrocas son dinámicas tanto en su ejecución como en su dialéctica
con el espectador, que abandona su posición de mero observador para convertirse en un elemento
partícipe imprescindible.

2. ITALIA: DE CARAVAGGIO A BERNINI. PINTURA,


ARQUITECTURA Y ESCULTURA

La transformación estilística encontró en el arte italiano una significación diferente de la que veremos
en los países del norte; sobre todo, porque Italia, y de forma más específica, Roma, se convirtió, desde
mediados del siglo XVI, en el núcleo generador del nuevo estilo. La Roma papal, centro de la
Contrarreforma, fue la que marcó las pautas que se extendieron al resto de Italia y Europa.

2.1. LA PINTURA BARROCA ITALIANA

La pintura se configuró como una herramienta perfecta para las intenciones barrocas contrarreformistas
de persuasión y propaganda. Las grandes obras religiosas buscaban la exaltación de la Iglesia y de la fe
católica, por lo que produjo una iconografía eminentemente religiosa, en la que abundaban los temas
más atacados por los luteranos como la Inmaculada Concepción, la exaltación de la Eucaristía o las vidas
de santos. No obstante, pervivió la temática mitológica, y se desarrolló también el retrato, que ahora se
hizo de cuerpo entero. Fue novedosa la temática del bodegón que representa frutas, viandas y objetos
inanimados; los bodegones servían para decorar las estancias burguesas, y a veces estaban dotados de
simbología religiosa. Tuvo lugar, además, un amplio desarrollo del paisaje, con lo que la diversidad
temática se volvió más amplia que en la etapa precedente.

Desde el punto de vista estético, el idealismo renacentista dio paso a un feroz naturalismo, que buscaba
despertar la piedad religiosa a través del sentimiento. En consecuencia, se desarrolló una pintura
totalmente realista, que llegaba a mostrar los aspectos más dolorosos de la vida; realismo que venía
impuesto por la Iglesia –que consideraba que para que los santos se conviertan en ejemplos para el pueblo
debían parecerse físicamente al pueblo–. La pintura tratará de mostrar la expresión de los sentimientos
de los personajes que representa; estará llena de dinamismo y plasmará perfectamente el movimiento,
lo que se traducirá en composiciones complejas y dinámicas que tenderán al uso de diagonales y recursos
pictóricos que transmitan una sensación de inestabilidad. La luz se convierte en un instrumento de capital
importancia; se concibe como una fusión del negro y el blanco que no solo da volumen y realismo, sino
que, además, favorece la teatralidad mediante marcados efectos lumínicos de claroscuro. Esta obsesión
por la luz encontrará su máximo exponente en la corriente tenebrista. En toda la pintura barroca existe
un claro predominio del color sobre la línea. La representación del espacio se realiza mediante la
perspectiva aérea, que degrada los objetos en tamaño y nitidez –proporcionando el característico
sfumato–, en un intento por captar la “atmósfera”. En cuanto a los aspectos técnicos, variarán en función
de cada escuela o corriente pictórica; se mantuvo la técnica del fresco para decorar interiores de edificios,
pero se generalizó el uso del óleo para las obras exentas y de formato menor, como el cuadro de altar.

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Tema61. El arte barroco.

En Italia podemos distinguir tres escuelas pictóricas diferentes: el naturalismo, con Caravaggio como
máximo representante; el clasicismo, encarnado en la figura de los hermanos Carracci y las escuela
romano-boloñesa; y un Barroco decorativo, realizado por pintores decoradores de interiores como Pietro
da Cortona, Andrea Pozzo o Lucas Jordán.

 Michelangelo Merisi –apodado Il Caravaggio (1571-1610)– fue un pintor de vida turbulenta y


apasionada que se convirtió en el gran maestro del naturalismo barroco, tendencia que consiste en
la búsqueda de un realismo exacerbado. Su pintura se caracteriza por representar los grandes
misterios religiosos a través de personajes comunes, de la calle, incluso feos y desagradables, con la
intención de lograr verosimilitud, acercar la religión a los fieles y lograr un mayor impacto visual.
Realizó un arte emotivo, vital, que apelaba directamente a la sensibilidad del espectador. Este autor
desarrolló un tenebrismo de violentos efectos de luces y sombras, donde usaba un único foco
luminoso artificial para iluminar la escena principal, dejando el resto de la composición en penumbra;
efecto que contribuye a un mayor dramatismo. De su primera época hay que destacar obras como
Baco enfermo o Joven con un cesto de frutas. La vocación de San Mateo, La negación de San Pedro, La
conversión de San Pablo y La muerte de la Virgen (en la que usó como modelo a una joven ahogada
en el río Tíber) son producciones de su segunda época, en la que los contrastes lumínicos y el
dramatismo logran su máxima expresión. Su obra alcanzó una enorme difusión, y fue de gran
influencia en pintores como José de Ribera, Rembrandt o Velázquez.

Dentro de este estilo también tenemos a Artemisia Gentilleschi (1593- ca.1654), la primera mujer
admitida en la Academia de las Artes del Dibujo, fundada por Vasari en 1562. Fue una exitosa pintora
de corte, pintó cuadros históricos y religiosos en un momento en que estos temas heroicos eran
considerados inadecuados para el espíritu femenino. Retocó y modificó obras de su padre, y las dotó
de un realismo que antes no tenían. Les añadió una atmósfera dramática, acentuando el claroscuro a
la manera de Caravaggio. Entre sus obras, destacamos Susana y los Viejos y Judith decapitando a
Holofernes. Además de Gentileschi, es importante reconocer la contribución de otras pintoras
destacadas del Barroco italiano, como Elisabetta Sirani (1638-1665), Margherita Caffi (1650-1710) y
Fede Galizia (1578-1630), pionera del bodegón en Italia.

 La escuela romano-boloñesa del siglo XVII de la que Ludovico, Agostino y Annibale Carracci son los
máximos representantes protagonizó la continuidad clasicista, matizada por la nueva estética
barroca. Esta tendencia mantuvo un naturalismo idealizado semejante al del Renacimiento del siglo
XVI, aunque, en este caso, prefiere el uso de tipos bellos, no necesariamente perfectos; se trata de un
Barroco mucho más contenido tanto en sus formas como en expresividad. Annibale Carracci (1560-
1609) fue el más importante de los pintores clasicistas; trabajó en la decoración del palacio Farnesio,
en Roma, donde destaca la representación de Paris y Mercurio y el Triunfo de Baco y Ariadna. Otros
artistas de esta tendencia fueron Domenichino (1581-1641) y Guido Reni (1575-1642).

 A finales del siglo XVII y parte del siglo XVIII se impuso una pintura dinámica y hedonista de gran carga
retórica. Esta tendencia, denominada Barroco decorativo, inició una tradición en la decoración de los
techos de las iglesias y palacios, donde el ilusionismo y la artificiosidad barrocas se materializan en
falsas arquitecturas en las que flotan, ingrávidos, los seres celestiales mediante la perspectiva
axonométrica. Pietro da Cortona (1596-1669) fue el primero en inaugurarla, y en ella destacaron
también Andrea Pozzo (1642-1709), decorador del Palacio de Liechtenstein, y Lucas Jordán (1634-
1705).

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2.2. LA ARQUITECTURA

La arquitectura barroca engloba al resto de manifestaciones artísticas para convertirse en la “obra de


arte total”; escultura y pintura se someten a ella para lograr, mediante un lenguaje rico y peculiar, un
efecto de conjunto donde la fantasía y el movimiento se imponen a la racionalidad renacentista. Como
piezas sustentantes y cubiertas, se siguieron empleando elementos de la arquitectura renacentista de
origen clásico como los arcos de medio punto, las bóvedas de cañón, columnas, pilastras, frontones, etc.,
pero ahora con mayor libertad creativa. Además, aparecen dos soportes nuevos: la columna salomónica
–con fuste de desarrollo helicoidal–, y el estípite –pilastra en forma de pirámide truncada, con la base
menor en la parte inferior–. Las cúpulas adquirieron un especial interés, tanto por el espacio que creaban
interiormente como por el plasticismo de sus volúmenes exteriores. El muro adquirió un carácter
dinámico, se ondulaba y modelaba con plantas flexibles, y los vanos que se abrían en él multiplican sus
formas y posibilidades.

Se buscaba una arquitectura para impresionar, muy lujosa, pero de materiales pobres, con el objetivo
de conseguir ricos efectos decorativos de forma económica. Los materiales utilizados fueron variados
según las obras y lugares; los más comunes fueron la piedra, el ladrillo y el estuco. No interesaba la
sinceridad estructural y, con frecuencia, se disimulaba su índole. Los elementos decorativos desbordaban
lo constructivo en busca de efectos visuales en las fachadas mediante juegos de luces y sombras; de
hecho, la forma en la que incide la luz en los entrantes y salientes de los edificios altera su aspecto según
los diferentes ángulos de contemplación. Existe, claramente, un predominio de la forma sobre la función.

El nuevo prototipo de templo impuesto por la Contrarreforma católica fue creado por los jesuitas en la
iglesia de Gesú, en Roma –que se convirtió en modelo a seguir por la iglesia católica en el siglo XVII, y por
dicha congregación durante cuatro siglos más–. La obra es del arquitecto renacentista Jacopo Vignola
(1507-1573), aunque la fachada pertenece a Giacomo della Porta (1532-1602), por lo que no existe
correlación entre el interior y el exterior del edificio. Se trata de un templo manierista que obedece
plenamente a los planteamientos contrarreformistas, según los cuales los templos necesitaban espacios
interiores amplios para albergar grandes masas de fieles; además, las fachadas debían ser llamativas para
invitar al feligrés a entrar en el templo. El modelo dispone de una sola nave muy amplia con capillas
hornacinas, cabecera absidal y crucero cupulado; su fachada es de tipo clásico, organizada en varios pisos,
adornada por pilastras y semicolumnas y coronada con frontón a cuyos lados encontramos unas alas en
forma de voluta.

Los edificios se disponían de acuerdo con el urbanismo barroco y sus nuevos planteamientos,
integrándose en el entramado de la ciudad, que se muestra como una gran escenografía urbana. En Roma,
los papas –en particular, Sixto V [papado 1585-1590], con el arquitecto Doménico Fontana (1543-1607)–
, buscaron plasmar el triunfo de la iglesia católica mediante el engrandecimiento de la ciudad, en línea
con las directrices del Concilio de Trento. La ciudad se organizaba en forma de tridente, partiendo de la
plaza del Popolo, y se abría conectando con otras plazas de perspectivas infinitas, decoradas con fuentes
y monumentos, como la plaza de San Pedro del Vaticano y la plaza Navona. Italia continuó, durante el
Barroco, a la cabeza de la arquitectura europea; allí trabajaron los artistas que dieron los pasos decisivos
en la configuración general del estilo.

 Gian Lorenzo Bernini (1598-1680) fue arquitecto, pintor y escultor. Es considerado uno de los grandes
genios del Barroco; fue un artista de gran fama, que gozó del mecenazgo de los papas, y uno de los

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formuladores del lenguaje arquitectónico barroco. Su arquitectura se caracteriza por un estilo


solemne, clásico y dinámico al mismo tiempo, resultado del significado que tenía para él la ciudad de
Roma: la universalidad. Sus obras más importantes son el baldaquino de la basílica de San Pedro, la
plaza de San Pedro del Vaticano y San Andrea del Quirinal. También es famoso su proyecto para la
fachada del Louvre, que no llegó a realizar; sin olvidar el palacio Barberini, con el que creó el prototipo
de palacio barroco articulado en forma de H y abierto a una plaza mediante zonas ajardinadas.

 Francesco Borromini (1599-1667) representa el polo opuesto de la vida y obra de Bernini, su gran
rival. Fue un artista de desdichada vida que, al contrario que el anterior, no gozó del favor papal, por
lo que sus obras fueron encargos de órdenes menores y la riqueza de sus materiales mucho menor.
Se caracteriza por un estilo muy expresivo y dinámico; concebía los edificios como si fueran esculturas,
en los que el predominio de la línea curva es absoluto. Su obra, de marcada intención propagandística,
es el resultado de su concepción de la ciudad de Roma como gran defensora de la fe católica. Sus
obras más importantes son San Carlos de las Cuatro Fuentes y la iglesia de Sant’ Ivo della Sapienza.

 Carlo Maderno (1556-1629) fue uno de los primeros en incorporar planteamientos barrocos a su obra.
Fue el continuador de las obras de la basílica de San Pedro del Vaticano, donde cerró la cúpula y amplió
la nave central. Es también autor de la basílica de Santa Susana.

Junto a estos autores, también contribuyeron al engrandecimiento de Roma: Pietro da Cortona (1596-
1669), arquitecto más próximo a la línea clásica, como nos muestra en la iglesia de los Santos Luca e
Martina; y Carlo Rainaldi (1611-1691) y su padre, Girolamo Rainaldi (1570-1655), también de sabor
clásico, autores de la iglesia de San Agnese, en la plaza Navona, en la que participó también Borromini.
Fuera de Roma, Filippo Juvara (1678-1736) siguió la misma línea clasicista con su basílica de Superga, en
Turín, y el castillo Stupinigi; y también se encargó del diseño del Palacio Real de Madrid. Guarino Guarini
(1624-1683) representa todo lo contrario; fue un claro defensor del expresionismo y del predominio de
lo curvilíneo, como muestra con la capilla del Santo Sudario y la cúpula de la iglesia de San Lorenzo, ambas
en Turín; su influencia se hizo patente en el barroco centroeuropeo.

2.3. LA ESCULTURA BARROCA EN ITALIA

Durante el Barroco, la escultura alcanzó un gran desarrollo tanto como obra independiente como
decoración asociada a la arquitectura. Su carácter monumental favorece la sensación de lujo, suntuosidad
y riqueza barroca, colaborando en la trasformación espacial del entorno y en su percepción. Encontramos
diferentes tipologías, desde la escultura monumental, especialmente de tipo urbano, consistente,
principalmente, en fuentes y monumentos ecuestres, hasta la escultura de menor formato en bulto
redondo o relieve. Fue especialmente habitual la escultura funeraria, donde se siguió el modelo de Bernini
creado en los sepulcros de Urbano VIII y Alejandro VII, de esquema piramidal, que exaltaban la fama y la
virtud del difunto, cuya estatua se sitúa en el vértice, y en la base se disponen el sarcófago y dos figuras
femeninas alegóricas.

Como principales materiales se emplearon el mármol, el bronce y la madera. La temática, al igual que
ocurría en la pintura, fue esencialmente religiosa; no obstante, encontramos algunos temas mitológicos
y retratos que representan fielmente los rasgos del personaje. Su función fue religiosa y propagandística,
siguiendo los planteamientos de la Contrarreforma. Desde el punto de vista estético, se trata de una
escultura que sirve como soporte de la expresión de los sentimientos y de las emociones –dolor, placer,
etc.–; con ella, el artista perseguía emocionar. La obra está llena de dinamismo; plasma el movimiento y

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presenta composiciones complejas, que tienden al uso de la diagonal y la asimetría para lograr la
sensación de desequilibrio. Los volúmenes se representan desde varios puntos de vista. Se alcanza, en la
factura, la perfección técnica y el virtuosismo. Además, es una escultura realista, que busca conmover al
espectador al acercar la obra de arte a su realidad cotidiana. Por lo general, está pensada para ser vista
en un marco arquitectónico –fuera del cual carece de significado–, de ahí los juegos de luces, sombras y
colores.

 Bernini, además de arquitecto, fue escultor, y está considerado la figura dominante de la escultura
barroca italiana –hasta el punto de que su imponente y extendida presencia ha dejado en la sombra
al resto de escultores italianos del siglo XVII–. Su inspiración provenía de los modelos helenísticos;
desarrolló un sentido dinámico y un sobrio realismo. Sus obras reflejan instantes de máxima tensión
y carga emotiva, acudiendo a efectos lumínicos de claroscuro y a composiciones de carácter
escenográfico. Sobresale su gran habilidad para plasmar las texturas y pliegues de ropajes, así como
su maestría a la hora de captar el movimiento. Su David contrasta, por su movimiento y fuerza
expresiva, con el sentido clásico y estático del de Donatello (1386-1466) o el manierista de Miguel
Ángel (1475-1564). Entre sus obras podemos destacar, también, Apolo y Dafne, Éxtasis de Santa
Teresa, la fuente de los Cuatro Ríos, de la plaza Navona, la Cátedra de San Pedro, el Rapto de Proserpina
y algunos extraordinarios retratos como el de Luis XIV. Su influencia fue absoluta durante los siglos
XVII y XVIII, como puede comprobarse en la obra de Pierre Puget (1620-1664), Pietro Bracci (1700-
1773) y Andreas Schlüter (1660-1714).

 Alessandro Algardi (1595-1654) se formó en el clasicismo boloñés de la pintura de los Carraci. Es un


escultor mucho más clásico, pero no exento de la influencia barroca de Bernini. Destaca su decoración
escultórica de la iglesia de San Pablo, en Bolonia, con La decapitación de San Pablo.

3. FRANCIA Y EL IMPERIO. RUBENS

El Barroco francés es un estilo genuino, aunque no plenamente original, tuvo mucha mayor
personalidad que el Renacimiento en este país. En Francia, el programa político de la monarquía
absolutista incluía la ostentación de su propia gloria, por lo que se asumió el nuevo estilo como una
herramienta al servicio de sus intereses (Ballesteros, 2015). El arte desarrolló lo que se conoce como
clasicisme: un clasicismo vinculado a la importancia de la Academia Francesa, responsable de la formación
de los artistas y de marcar las pautas del nuevo estilo.

La difusión del protestantismo provocó las guerras de religión en el Sacro Imperio Romano Germánico.
Flandes, Austria y el sur de Alemania permanecieron fieles al catolicismo. A mediados del XVII, se
desarrolló la guerra de los Treinta Años, que se inició como un conflicto religioso y terminó como una
lucha por la hegemonía europea. La paz de Westfalia (1648) permitió la aparición de pequeños Estados,
entre los que destacaban Prusia, Baviera, Sajonia y Hannover. Es en este momento cuando se inicia el
Barroco alemán, que se difundió por Polonia, los Estados bálticos y Rusia, con dos notas propias: la
exuberante decoración y la luminosidad difusa, que dieron paso, al igual que en el caso francés, al rococó.

3.1. ARQUITECTURA Y ESCULTURA

 Arquitectura

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En Francia, el palacio de Versalles, de Louis Le Vau (1612-1670) y Jules Hardoin Mansart (1646-1708),
creó una tipología palacial que sirvió de modelo a toda Europa. Mientras los palacios italianos heredaban
el carácter cerrado y macizo de la tradición renacentista, los nuevos modelos franceses se configuraban
como grandiosas estructuras abiertas que se integraban con una naturaleza urbanizada a modo de
grandes jardines. Las edificaciones religiosas quedaron relegadas a un segundo término. También se
realizaron grandes reestructuraciones urbanísticas, siguiendo el ejemplo de la Roma papal; nace con ello
la idea de ciudad-capital, en París, en la que adquirieron gran relevancia las plazas, que se trazaron según
esquemas geométricos y amplias perspectivas, con la imagen del monarca como centro.

En Austria y Alemania fueron mucho mayores la importancia del movimiento contrarreformístico y las
influencias italianas –que en arquitectura pertenecen a Borromini–. En Austria, destacan arquitectos
como Fischer von Erlach (1656-1723); probablemente el arquitecto austriaco más influyente del Barroco
con obras como la iglesia de San Carlos Borromeo, en Viena, Johann Lukas Von Hildebrandt (1668-1745)
y Jakob Prandtauer (1660-1726). En Sajonia, la figura más destacada fue Daniel Pöppelmann (1662-1736),
y en Prusia, Andreas Schlüter.

Flandes permaneció bajo la influencia española. El Renacimiento tuvo un escaso desarrollo en esta
región, por lo que el Barroco sustituyó casi de forma directa a las construcciones góticas. Se conservan,
de esta época, un elevado número de conventos y abadías de las numerosas órdenes religiosas que allí se
instalaron. Se trata, por lo general, de suntuosas edificaciones que recogen los influjos de la arquitectura
palaciega.

 Escultura

En lo que respecta a la escultura, esta estuvo en Francia sometida a las directrices del academicismo y
de los poderes civiles, aunque es heredera –en lo que a sus formas y estética se refiere– de la escultura
italiana. Se desarrolló una estatuaria de corte oficial, que se materializó en la proliferación de bustos,
estatuas ecuestres, alegorías y temas mitológicos, que presentan al rey como símbolo del absolutismo.
De gran importancia fueron también las tipologías monumentales asociadas a la ornamentación de
palacios, jardines y espacios urbanos. Una de las producciones más importantes es la realizada por Charles
Le Brun (1619-1690), Antoine Coysevox (1640-1720), Pierre Puget (1620-1694) y François Girardon (1628-
1715), para el conjunto de Versalles. Este último es considerado el mejor escultor del siglo en Francia,
autor de obras de calidad excepcional como Apolo servido por ninfas, en Versalles.

3.2. PINTURA: LA FIGURA DE RUBENS

En Francia, la influencia de la pintura italiana se mantuvo a través de la escuela manierista de


Fontainebleau, incorporando ahora las nuevas corrientes del Barroco, especialmente las de tendencia
clasicista –más ajustadas al gusto solemne y equilibrado del academicismo francés–. La pintura mitológica
continuó su expansión, al cumplir la función de ensalzar a la monarquía a través de curiosas simbologías.
Además, empezó a desarrollarse un género de gran presencia en la plástica neoclásica: la pintura de
historia, utilizada en muchos casos con una fuerte intencionalidad política y social. Los artistas más
destacados en el ámbito francés fueron: Simón Vouet (1590-1649); Nicolás Poussin (1594-1665), fundador
del clasicismo academicista francés, con obras como la Masacre de los inocentes; Georges de La Tour
(1593-1652), el más famoso de los tenebristas franceses –tenebrismo que demuestra su San José
carpintero–; Claudio de Lorena (1600-1682); y Philippe de Champaigne (1602-1674).

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Tema61. El arte barroco.

Sin embargo, la verdadera eclosión de la pintura, en su sentido más barroco, se produjo en Flandes y en
Holanda. En Flandes, bajo influencia católica, predominaron los ideales de la Contrarreforma.

Peter Paul Rubens (1577-1640) fue la figura flamenca más importante y uno de los artistas más prolíficos
de la historia. Su obra se caracteriza por el dominio del color sobre la línea por influencia de la escuela de
Venecia, y por lograr la máxima expresión del lujo, el movimiento, la vitalidad y la fantasía del estilo. Dotó
a sus figuras de una gran sensualidad y dinamismo mediante juegos de curvas y texturas; sus
composiciones fueron complejas, aunque nunca desordenadas. Cultivó todos los géneros. Como
retratista, plasmó la psicología de muchos personajes como el de su esposa, Helena Fourment con sus
hijos; entre sus temas mitológicos destacamos El rapto de las hijas de Leucipo y Las tres Gracias.

Junto a Rubens, trabajaron en Flandes otros pintores de gran calidad como Jacob Jordaens (1593-1678),
David Teniers (1610-1670) y Antón Van Dyck (1599-1641), magnífico retratista al servicio de la corte
imperial. Dentro de las figuras femeninas destacan Clara Peeters (ca.1590-1657), iniciadora del bodegón
en Flandes, creó obras multicolor cargadas de simbolismo, y Caterina Ykens (1659-1737), una pintora
flamenca especializada en bodegones y floreros.

4. EL BARROCO EN LOS PAÍSES PROTESTANTES.


LA PINTURA DE LOS PAÍSES BAJOS: REMBRANDT

4.1. URBANISMO Y ARQUITECTURA

Las ciudades holandesas mantuvieron su independencia bajo el dominio de una poderosa clase
mercantil burguesa, por lo que pudieron mantenerse alejadas del centralismo absolutista del resto de los
países europeos. Su independencia fue reconocida oficialmente tras la paz de Westfalia, que puso fin a
un prolongado conflicto con el Imperio español. Separados de Flandes, los holandeses abrazaron el
calvinismo y consolidaron su expansión comercial, que favoreció el florecimiento de una rica y original
cultura burguesa, alejada del monumentalismo italiano y francés. La arquitectura propuesta por los
holandeses seguía las formas clásicas de Palladio. La materialización del pensamiento barroco burgués
más importante fue la ampliación de la ciudad de Ámsterdam, que destaca por su funcionalismo, ausencia
de monumentalidad, calidad y originalidad de soluciones. En ella se propusieron planteamientos
urbanísticos y arquitectónicos más acordes con la mentalidad protestante, alejándose de la
grandilocuencia de los estados absolutistas y católicos.

Inglaterra permaneció durante largo tiempo inmersa en formas artísticas medievales. Adoptó
tardíamente las formas clásicas de origen italiano, por lo que el Renacimiento y el Barroco no fueron
estilos especialmente importantes, adoptando, el último, un tono sereno y clásico. Se centró
fundamentalmente en la arquitectura, donde destacaron Íñigo Jones (1573-1652) y Christopher Wren
(1632-1723).

4.2. LA PINTURA: REMBRANDT

El Barroco holandés es producto del esplendor económico que vivieron en este siglo las Provincias
Unidas. La principal diferencia de la pintura barroca holandesa la encontramos en la temática; a nivel
formal, la plástica coincide con las formulaciones barrocas del tenebrismo y naturalismo italiano. Uno de
los temas más característicos es el retrato de grupo, donde se representa a los miembros de un mismo

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Tema61. El arte barroco.

colectivo como iguales realizando sus tareas específicas –muy en la línea de la ética calvinista burguesa–.
También se realizaron obras religiosas, pero de carácter más intimista y menos grandilocuente.

Rembrandt (1606-1669) fue la figura neerlandesa más sobresaliente y es considerado uno de los
grandes genios de la pintura. Su vida quedó dividida en dos etapas, separadas por el fallecimiento de su
esposa, Saskia –que marcó su carácter y estética pictórica–; la primera, amable y colorista; la segunda,
dramática, pero grandiosa. Su pintura se caracteriza por dotar de un papel predominante al color y a la
luz con el uso del claroscuro, y por el uso de una pincelada suelta y gruesa, muy alejada del detallismo.
Cultivó todos los temas. En sus retratos colectivos, como La ronda de noche y La lección de anatomía,
refleja al grupo social emergente: la burguesía. Sus retratos individuales revelan una profunda captación
psicológica, como vemos en su propio Autorretrato. Su pintura religiosa se centra en el Antiguo
Testamento, al igual que sucede en el resto de los países protestantes.

En este país surgieron varias escuelas de pintores de “temas menores” –en tamaño, no en importancia–
; cuadros de paisajes, marinas, bodegones y escenas cotidianas de interior que decoraban las casas de la
burguesía. Destacan los paisajistas Meindert Hobbema (1638-1709) y Jacob van Ruisdael (1628-1682),
autor de El molino de Wijk; y el maestro de interiores, Johannes Vermeer de Delft (1632-1675), autor de
La lechera y La encajera, obras a caballo entre la pintura de género y el retrato, en las que refleja una
atmósfera llena de calma y espiritualidad.

En los países protestantes del siglo XVII surgieron varias pintoras, con cuyo talento y originalidad,
contribuyeron a enriquecer diversos géneros como el retrato, el bodegón y la naturaleza muerta. Judith
Leyster (1609-1660) fue particularmente innovadora en las escenas domésticas, entre sus obras
destacamos Juego del Tric Trac y El concierto. Rachel Ruysch (1664-1750) destacada por sus exquisitas
pinturas de floreros en el Barroco holandés. Mary Beale (1633–1699) fue reconocida como la primera
pintora profesional inglesa, influenciada por Sir Peter Lely, entre sus obras destacadas se encuentran
Retrato de una joven y Autorretrato.

5. EL BARROCO ESPAÑOL

El Barroco español es clara expresión de la Contrarreforma católica, pero también de la crisis


económica, social y política que vivió la España del siglo XVII y que dio lugar a dos actitudes estéticas
contrapuestas, la de aquellos que mantuvieron una postura pesimista ante tales circunstancias, y la de los
que se refugiaron en un mundo de fantasía para huir de la realidad (Honour y Fleming, 2023).

El origen del Barroco español está envuelto en la controversia. La historiografía, ya desde sus inicios,
partió de la base de que todo el arte español del siglo XVII es barroco y proviene de Italia. Sin embargo,
es innegable que cuenta con características propias. Las peculiaridades nacionales de este estilo han sido
estudiadas por teóricos como Heinrich Wölfflin, pero manteniendo siempre la globalización del estilo. El
término barroco, aplicado al arte español, apareció por primera vez en 1851, usado por el escritor y pintor
catalán José Galofre (1819-1877). Anteriormente, se había empleado el término churrigueresco, pero que,
en realidad, es una variante barroca consistente en una decoración aún más exacerbada en la arquitectura
de la primera mitad del siglo XVIII. En la actualidad, el debate historiográfico se inclina por señalar al
clasicismo como punto de partida del arte español del siglo XVII (Serrano, 2009).

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Tema61. El arte barroco.

5.1. ARQUITECTURA

El contexto sociopolítico de España en el siglo XVII determinó una evolución artística diferente a la del
resto de Europa. La profunda crisis económica y social y la pérdida de la posición hegemónica de la Corona
española afectaron a la arquitectura, mucho menos ostentosa y de materiales más pobres respecto a los
grandes conjuntos europeos. Las reformas urbanas realizadas en Madrid, aunque no tienen parangón con
sus equivalentes europeos, transformaron la capital; sobre todo con la construcción de la plaza Mayor de
Madrid, uno de los grandes logros de la arquitectura y el urbanismo hispanos. Aun así, la necesidad
propagandística y las influencias llegadas de Francia e Italia favorecieron la penetración del nuevo estilo,
de mayor sobriedad en sus primeras décadas, más ostentoso y decorativo en su etapa final. La Iglesia se
convirtió, gracias a su fuerza económica, en el principal promotor de obras de arte; además, el espíritu de
la Contrarreforma y el auge de la Compañía de Jesús impusieron la necesidad de nuevas tipologías
arquitectónicas religiosas. Por el contrario, dado el escaso desarrollo de la clase burguesa en el territorio
hispano, los edificios civiles tuvieron una presencia mucho más anecdótica. Podemos distinguir tres fases
diferenciadas: el estilo herreriano, el desarrollo del barroco pleno y una etapa final protagonizada por el
cambio de dinastía y la llegada de nuevos influjos franceses. El Barroco se mantuvo hasta mediados del
siglo XVIII, cuando se fundó la Real Academia de San Fernando (1752), que consiguió imponer la norma
neoclásica.

 El estilo herreriano se desarrolló en la primera mitad del siglo XVII. Es un estilo basado en el
colosalismo y la monumentalidad, sobrio, que aporta un sentido estático y ordenado e impone su
austeridad decorativa. El edificio se concibe como una imponente masa horizontal de la que
sobresalen las torres angulares, coronadas por finos chapiteles y tejados de pizarra de inspiración
flamenca. Por lo general, se hizo uso de un material pobre, como el ladrillo rojo, que se alternaba con
la piedra para obtener un cierto efecto cromático. Entre las obras más importantes destacan la plaza
Mayor de Madrid, de Juan de Herrera (1530-1597) y Juan Gómez de Mora (1586-1648), finalizada en
1619; la cárcel de Corte, actual Ministerio de Asuntos Exteriores; y la iglesia de las Bernardas de Alcalá
de Henares, obras también de Gómez de Mora. Otras obras importantes son el palacio del Buen Retiro,
de Alonso Carbonel (1583-1660) y la iglesia de los Jesuitas –colegiata de San Isidro–, iniciada por Pedro
Sánchez (1569-1633), con el modelo de Gesú; continuada por Francisco Bautista (1594-1679) y
reformada en el siglo XVIII por Ventura Rodríguez (1718-1785).

 El pleno barroco se alcanzó en la segunda mitad del siglo XVII. En Granada, Alonso Cano (1601-1667)
realizó la fachada de la catedral de Granada, donde buscaba un efecto de profundidad al hundir sus
tres grandes arcos. En Castilla trabajó la familia Churriguera, que dio nombre al estilo churrigueresco.
Los hermanos José Benito Churriguera (1665-1725), Alberto Churriguera (1676-1750) y Joaquín
Churriguera (1674-1724) realizaron numerosas obras, entre las que destaca la Plaza Mayor de
Salamanca. En Madrid, trabajó Pedro de Ribera (1681-1742) –quizá el más importante arquitecto
español de principios del siglo XVIII–, autor del hospicio de San Fernando y del cuartel del Conde Duque,
en los que utiliza un tipo de portada-retablo de gran difusión; también autor del puente de Toledo. En
Toledo, Narciso Tomé (1690-1742) ejecutó el transparente de la catedral, compleja obra de un
barroquismo cercano al rococó, síntesis de escultura y arquitectura, dedicado a la exaltación de la
Eucaristía. En Galicia, la fachada del Obradoiro, en la catedral de Santiago de Compostela, fue
proyectada por Fernando de Casas Novoa (1670-1749). La catedral de Cádiz es obra de Vicente Acero
(1675-1739).

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Tema61. El arte barroco.

 Con la nueva dinastía borbónica penetraron las tendencias arquitectónicas que estaban de moda en
Italia y Francia, imponiéndose un Barroco clasicista en la arquitectura palacial. A este nuevo estilo
pertenece el palacio de la Granja, proyectado por Teodoro Ardemans (1661-1726), en 1721, y el
Palacio Real de Madrid –construcción que se realizó tras el incendio del antiguo alcázar de los
Austrias–, proyectado por Juvara en 1735; a su muerte, fue su discípulo, Juan Bautista Sacchetti (1690-
1764) quien, en 1736, presentó otro proyecto más modesto que finalmente pudo ejecutarse; también
terminó el palacio de la Granja.

5.2. ESCULTURA

Al igual que la arquitectura, la escultura barroca hispana muestra una serie de características específicas
consecuencia, en gran parte, de la profunda crisis socioeconómica del siglo XVII. El escaso poder de la
burguesía comercial hizo que los principales comitentes fueran de nuevo la monarquía y, sobre todo, la
Iglesia, que impuso las directrices de Trento de forma manifiesta. Las principales tipologías fueron los
retablos, sillerías de coro, pasos procesionales, imágenes de santos, etc., que continuaban con la rica
tradición de la imaginería española; estas obras se realizaron bajo la estética efectista y realista del
Barroco, para ser objeto de la devoción popular. Distinguimos tres grandes escuelas: la escuela castellana,
la escuela andaluza, y la escuela murciana.

 La escuela castellana

La figura más destacada de la escuela castellana fue Gregorio Fernández (1576-1636), escultor de origen
gallego que trabajó en Valladolid. Fue el creador de varios tipos iconográficos de gran éxito: cristos
yacentes; crucificados; piedades; inmaculadas, etc. Su obra se caracteriza por su gran patetismo y excesivo
naturalismo, que conseguía mediante postizos, como lágrimas de cristal, cabellos naturales, heridas y
gotas de sangre. Entre sus producciones destacan el retablo mayor de la catedral de Plasencia y el
bautismo de Cristo. En Madrid, los monumentos dedicados a los reyes son obras italianas importadas; es
el caso de Felipe III a caballo, obra del manierista Juan de Bolonia (1529-1608), y Felipe IV a caballo, obra
de Pietro Tacca (1577-1640), donde colaboraron Martínez Montañés y Velázquez; los cálculos
matemáticos de la obra fueron realizados por Galileo Galilei (1564-1642).

 La escuela andaluza

La escuela andaluza estuvo representada, en Sevilla, por Juan Martínez Montañés (1568-1649) –
apodado El dios de la madera por sus contemporáneos–. Representa un barroco sereno, de ahí que sus
obras muestren serenidad y equilibrio; sus inmaculadas y crucificados están más humanizados que los de
Gregorio Fernández, como podemos comprobar en el Cristo de la Clemencia o en el retablo de Santiponce,
con su San Jerónimo y La adoración de los pastores. Juan de Mesa (1583-1627), su discípulo, desarrolló
un estilo muy personal donde supo combinar de forma magistral equilibrio y patetismo; es el caso del
Cristo de la Agonía. Alonso Cano es el principal representante de la escuela andaluza en Granada, se
caracteriza por el clasicismo, la gracia y la delicadeza de sus figuras, como muestra la Inmaculada del
facistol de Granada. Pedro de Mena (1628-1688), su discípulo, se alejó del maestro para recrear
personajes con un hondo misticismo, como muestra su Magdalena penitente. A mediados del siglo XVII,
se abandonan las formas serenas y equilibradas por otras con sentido dinámico y sobrio realismo, de
influencia berninesca. José de Arce (1600-1666), Pedro Roldán (1624-1699) y su hija Luisa Roldán (1652-
1706), llamada la Roldana, máximos exponentes de la escuela sevillana, fueron los mejores
representantes del cambio (Bango et al., 2003).

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Tema61. El arte barroco.

 La escuela murciana

En Murcia, Francisco Salzillo (1707-1783) creó, en el siglo XVIII, una escultura de tendencia italianizante
cuyas figuras, llenas de movimiento, estaban dotadas de cierta delicadeza femenina. Entre sus obras
destacan los pasos de procesión como La oración en el huerto, El prendimiento, La Sagrada Familia, San
Jerónimo penitente, y sus figuras para belenes, todas ellas con una sensibilidad cercana al rococó.

5.3. PINTURA

La pintura es la manifestación más notable del Barroco español; alcanzó en este momento las más altas
cotas de perfección, por lo que se puede hablar, al igual que en literatura, del Siglo de Oro de la pintura
española, tanto por el número de artistas y de obras como por su elevada calidad técnica, que contó con
autores de la talla de Ribalta, Ribera, Velázquez, Murillo o Zurbarán, entre otros muchos. Es una pintura
de temática casi exclusivamente religiosa; la Iglesia fue el principal comitente, seguida de la monarquía,
bajo cuyos auspicios se realizaron numerosos retratos. A estas tipologías podríamos añadir, aunque con
una presencia mucho más anecdótica, géneros como el bodegón y las escenas costumbristas. Únicamente
en el caso de Velázquez podemos hablar de una mayor libertad temática, gracias a su posición en la corte
y sus viajes a Italia.

Durante la primera mitad del siglo XVII, se desarrolló un naturalismo "equilibrado", entendiendo por
equilibrado el acercamiento a lo desagradable de manera filosófica. En Valencia trabajó Francisco Ribalta
(1565-1628), pintor formado en El Escorial y autor de San Francisco confortado por un ángel músico. De
este mismo ámbito procede el valenciano José de Ribera (1591-1652), que pronto se trasladó a Roma y,
posteriormente, se instaló en Nápoles; su obra se caracteriza por la influencia del naturalismo tenebrista
de Caravaggio, como muestra en El martirio de San Felipe. En Sevilla se formó Francisco de Zurbarán
(1598-1664), pintor naturalista de obras religiosas y reflexivos bodegones, entre las que sobresale la
Aparición de San Pedro a San Pedro Nolasco. Alonso Cano también se formó en Sevilla, donde desarrolló
una tendencia más clasicista que sus contemporáneos; su obra está llena de gracia y delicadeza, como
nos muestra en La visión de Jerusalén del convento de Santa Paula, en Sevilla. Pero, sin duda, Velázquez
es la figura más importante de la pintura española del siglo XVII.

Diego Rodríguez de Silva y Velázquez (1599-1660) está considerado uno de los grandes genios de la
pintura universal. Aunque se formó en Sevilla, trabajó como pintor de la corte en Madrid. Su excepcional
obra es un fiel reflejo de su tiempo, como nos muestra en Las meninas, La rendición de Breda, Las
hilanderas, El triunfo de Baco, etc. En todas ellas mantuvo una actitud de impasibilidad; el artista se
convierte en un testimonio de la realidad, pero estando por encima de los acontecimientos, como si de
un contemplador o de un filósofo se tratara.

En la segunda mitad del siglo XVII la pintura se hizo más dinámica y colorista, como consecuencia de la
influencia flamenca de Rubens y Van Dyck. En Madrid destacó la labor de Antonio de Pereda (1611-1678);
su Vanitas constituye un tipo especial de bodegón en el que encontramos relojes, flores marchitas, libros
rotos, calaveras, etc. Los pintores de la corte como Juan Carreño de Miranda (1614-1685) y Claudio Coello
(1642-1693) fueron continuadores de la obra de Velázquez; además, estuvieron influenciados por el
retrato aristocrático y detallista de Van Dyck. Claudio Coello y Francisco Rizi (1614-1685) son los máximos
representantes del Barroco decorativo español. En Sevilla trabajó Bartolomé Esteban Murillo (1618-1682),
cuya obra se caracteriza por el color, el clasicismo, la gracia y la delicadeza; claros ejemplos son La vieja y

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Tema61. El arte barroco.

el niño y La virgen con el Niño. En Sevilla también trabajó Juan Valdés Leal (1622-1690), hombre de
personalidad violenta, que trató temas macabros como el de Finis Gloriae Mundi.

CONCLUSIÓN

El término barroco presenta en su origen un matiz peyorativo, pues tiene su etimología en el portugués
‘barrueco’, que significa ‘perla defectuosa’. Este vocablo fue acuñado por los tratadistas neoclásicos del
siglo XIX para hacer referencia a las grotescas formas artísticas del siglo XVII y parte del siglo XVIII. Sin
embargo, como hemos podido comprobar a lo largo del tema, esta visión excesivamente simplista se
encuentra hoy en día superada. Se sabe que el Barroco procede del clasicismo a través del manierismo, y
se concibe como el fruto de la crisis del lenguaje clásico. Es un claro producto de su tiempo, de la gran
crisis europea y de las guerras, pestes y hambrunas, que produjeron una sensibilidad especial en muchos
artistas. No es de extrañar, por tanto, que algunos de los grandes genios del arte como Bernini, Rembrandt
o Velázquez surgieran dentro de este estilo. Arquitectónicamente el Barroco fue formulado en Roma; su
escultura estuvo al servicio de las exigencias arquitectónicas y urbanísticas; la pintura barroca reflejó, al
mismo nivel que la literatura, el espíritu de su época. Hoy en día, reconocemos al Barroco como uno de
los momentos cumbre del desarrollo artístico de la humanidad de todos los tiempos.

USO DIDÁCTICO DEL TEMA

De acuerdo con la normativa vigente, Real Decreto de enseñanzas mínimas 217/2022 en ESO, Real
Decreto de enseñanzas mínimas 243/2022 en Bachillerato, y del Decreto/Orden1 “…” que establece el
currículo en la comunidad autónoma de “…”. Este tema puede trabajarse en la materia de Geografía e
Historia en la ESO y en la materia de Historia del Arte en 2º Bachillerato.

En estas materias se trabajan saberes básicos, que encuentran su desarrollo en contenidos relacionados
con el tema. El período del Barroco, que floreció en Europa durante el siglo XVII, representa una
encrucijada crucial en la evolución del arte occidental. Este movimiento artístico, influido por una variedad
de factores históricos y culturales, se caracteriza por su estilo dramático y ornamentado que busca
impresionar y transmitir emociones profundas. No solo se buscaba la belleza estética, sino también
cumplía un papel fundamental en la propaganda de la Iglesia católica, especialmente durante la
Contrarreforma. Las obras barrocas tenían el poder de comunicar y reforzar los mensajes religiosos de la
Iglesia, ejerciendo una influencia significativa en la sociedad de la época. El Barroco presenta una
dimensión individual y social distintiva. A nivel individual, enfatiza la expresión emocional y la
representación de lo humano en sus diversas facetas, mostrando la psicología y las emociones humanas
de manera más dramática. Socialmente, el arte Barroco ilustra la influencia de la Iglesia y la nobleza,
reflejando la estructura social de la época. La realidad y la tridimensionalidad son aspectos sobresalientes
del Barroco. Las técnicas artísticas, como el uso magistral del claroscuro, crean la ilusión de la tercera
dimensión en pinturas y esculturas, transformando la representación artística. Además, la arquitectura
barroca se caracteriza por su ornamentación y la creación de espacios majestuosos que influyeron en la
configuración de las ciudades y territorios de la época. El estudio de la Historia del Arte permite consolidar
en nuestro alumnado toda una serie de valores y actitudes fundamentales, como la capacidad de disfrute

1
Consultar documento Relación tema – currículo – comunidad autónoma para indicar el currículo correcto de la comunidad
autónoma por la que oposita la persona aspirante.

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Tema61. El arte barroco.

ante la contemplación del arte, el respeto por la creación artística, el espíritu crítico y de forma muy
especial la valoración del patrimonio artístico con la responsabilidad de su conservación.

En el proceso de enseñanza y aprendizaje del tema las decisiones metodológicas requieren una
planificación cuidadosa para organizar el desarrollo de los contenidos y adecuar las competencias
específicas que se evaluarán. Resulta imprescindible transmitir expectativas positivas y explicar al
alumnado la información necesaria sobre cuáles son los objetivos que se pretenden alcanzar, los saberes
básicos necesarios y la forma de evaluación de las competencias específicas. De hecho, se aconseja
comenzar con un ritmo lento para avanzar en gran grupo, atendiendo al mismo tiempo las necesidades
individuales. Igualmente útil resulta el trabajo interdisciplinar, que puede extrapolarse a nivel de centro
participando en proyectos y temas comunes, con el fin de que el alumnado valore su proceso de
enseñanza-aprendizaje en una dimensión amplia y se implique en propuestas más allá del aula. Por
ejemplo, una estrategia de enseñanza y aprendizaje que puede utilizarse en la enseñanza del tema en el
aula parte de la teoría del conocimiento constructivista. La persona docente actúa como guía-mediadora
y favorece la aparición de aprendizajes significativos en un clima de aceptación mutua y cooperación. En
este marco pedagógico puede utilizar diferentes tácticas en la enseñanza del tema, como la explicación
de los contenidos sobre el Barroco, los cuestionarios orales, la lectura de imágenes, los comentarios de
texto y de obras de arte barrocas de diferente naturaleza, la realización de actividades en el porfolio, la
creación de un vocabulario de términos específicos, el debate, la lectura, el trabajo en grupo, la
elaboración de trabajos de investigación y por supuesto el uso de las TIC. Además, para la preparación de
la prueba de acceso a la Universidad, vamos a llevar a cabo un proyecto colaborativo a lo largo del curso.
Este proyecto implica la realización de comentarios sobre todas las obras incluidas en estas pruebas,
distribuyendo esta tarea entre el alumnado. Los comentarios serán evaluados en las clases presenciales y
compartidos en el aula virtual, asegurando que todo el grupo cuente con un archivo que contenga los
comentarios de todas las obras analizadas en clase.

Con este fin se pondrán en marcha actividades y situaciones de aprendizaje, entendidas como
escenarios para que el alumnado desarrolle las competencias específicas. Estas situaciones deben estar
contextualizadas, centradas en las condiciones del grupo, en las realidades personales y del entorno,
partiendo de los intereses del alumnado para un aprendizaje significativo con metodologías activas que
impliquen las TIC. Puede acudirse a un aprendizaje basado en proyectos con la creación de un producto
final o al aprendizaje basado en retos con la resolución de un problema planteado en el aula. Por ejemplo,
el reto de analizar cómo el mecenazgo de la Iglesia, la aristocracia y otros poderes influyó en la producción
artística durante el periodo barroco. O el proyecto de investigar la representación de la mujer en el arte
barroco, tanto como sujetos como artistas. Analizar cómo las mujeres eran representadas en pinturas,
esculturas y otras formas de arte, así como la participación de mujeres artistas durante este periodo. El
formato del trabajo queda a elección del grupo, puede ser en PowerPoint, infografía, podcast, blog o
mural. En este proceso, el uso de las TIC será de gran ayuda, Internet es una fuente inagotable de recursos
que hay de adaptar en función del tipo de alumnado con el que trabajemos. Por otro lado, también se
pueden trabajar los contenidos de este tema de una manera más lúdica, como es a través de un comic.
Lo utilizaremos para el estudio del artista Caravaggio, conocido por sus innumerables polémicas que le
han hecho ser un personaje digno de protagonizar historias que dramatizan la ficción de su vida,
Caravaggio. El pincel y la espada. (Manara, 2015). En el ámbito de la metodología activa en el aula,
destacamos la opción de implementar el enfoque del aula invertida o flipped classroom, donde la
explicación de los contenidos se traslada al aula virtual mediante el visionado de vídeos, mientras que el
trabajo activo se realiza en el aula presencial.

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Tema61. El arte barroco.

Cualquier decisión metodológica y organizativa debe tener como horizonte la transversalidad que
implica el cumplimiento de un compromiso cívico en relación a la dignidad humana y los derechos
universales, la igualdad de género, la inclusión, la diversidad social y cultural, la sensibilidad hacia el medio
ambiente y la contribución a los objetivos de desarrollo sostenible (ODS), la convivencia y la resolución de
conflictos a través de la mediación pacífica, la responsabilidad colectiva, el adecuado uso de las redes
sociales (RRSS) y un interés por el aprendizaje permanente. Con este tema se abordará la educación cívica,
la identidad cultural, la conservación del patrimonio artístico, el pensamiento crítico y la igualdad entre
hombres y mujeres mediante la inclusión de una perspectiva de género positiva que nos permita estudiar
la historia del arte sin sesgos sexistas. Estos elementos se implementarán en toda la acción educativa, al
hilo de la explicación de los contenidos del tema y con la realización de las tareas.

Durante la enseñanza del tema en el aula es importante atender a la diversidad. La equidad o atención
a las diferencias individuales debe de estar presente en todo el proceso de la enseñanza aprendizaje de
la Historia del Arte mediante la aplicación del diseño universal del aprendizaje (DUA) que ofrece múltiples
formas de implicación, de representación, de acción y expresión. Por ello, se facilitará a todo el alumnado
el máximo desarrollo de sus capacidades personales, ayudando a alcanzar los objetivos y competencias
establecidas de cada etapa educativa y proporcionando una atención individualizada en el proceso de
enseñanza aprendizaje para responder adecuadamente a las necesidades, intereses y motivaciones del
alumnado favoreciendo su integración en el contexto educativo en igualdad de oportunidades.

Al mismo tiempo, se procurará interdisciplinariedad con las demás materias del currículo, la enseñanza
del tema invita a estudiar el método de investigación común a todas las ciencias y a enseñar al alumnado
que la historia está en conexión con las ciencias sociales (Geografía e Historia). En este caso, se
establecerán conexiones con materias como Educación Plástica y Visual, Fundamentos del Arte, Filosofía
y Lengua para enriquecer la comprensión del tema de manera integral y contextualizada.

La evaluación del alumnado será continua con el fin de valorar los logros y detectar las dificultades en
el momento en que se producen. La evaluación, asimismo, tendrá un carácter formativo y orientador. Se
debe favorecer la participación en la misma tanto de la persona docente como del propio alumnado. Los
criterios de evaluación serán el referente para la evaluación y la comprobación del grado de desarrollo y
adquisición de las competencias clave y específicas, así como de los saberes de la materia. Con carácter
general, se aplicarán instrumentos de evaluación variados, diversos y sobre todo adaptados a la situación
de aprendizaje.

BIBLIOGRAFÍA Y WEBGRAFÍA

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Copyright © 2024 - Academia Montes S.L. – CIF: B-87214748


Inscrita en el Registro Mercantil de Madrid, tomo 33164, folio 140, hoja M-596782
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