Está en la página 1de 25

ACTAS

1
Universidad Nacional de Mar del Plata
Actas de las XIV Jornadas Nacionales de Historia de las Mujeres y IX Congreso
Iberoamericano de Estudios de Género / compilado por Lilia Vázquez Lorda. - 1a ed .
- Mar del Plata : Universidad Nacional de Mar del Plata, 2019.
Libro digital, PDF

Archivo Digital: descarga y online


ISBN 978-987-544-939-8

1. Género. 2. Estudios de Género. 3. Historia. I. Vázquez Lorda, Lilia, comp. II.


Título.
CDD 305.42

2
Hacia una genealogía del Movimiento Abolicionista en Argentina: la
escisión de AMMAR

Angeles Anchou

Esta ponencia presenta consideraciones preliminares a un trabajo más extenso sobre la


historia que llevó a la escisión de Asociación de Mujeres Meretrices de la Argentina
(AMMAR) en los años 2001-2003. En 1994, AMMAR surgió de la lucha de las
mujeres y travestis en prostitución callejera para defenderse de la violencia
institucional y de la corrupción policial en la Ciudad de Buenos Aires. En 1995
comenzaron a formar parte de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), y al
abrigo de la central opositora a las políticas neoliberales del gobierno de Menem,
tejieron un entramado de alianzas heterogéneas para luchar contra la represión. En esos
años, la creación y consolidación de AMMAR estuvo también ligada a un contexto
internacional favorable a la creación de organizaciones de trabajadoras sexuales.

Durante la década de los noventa, los organismos internacionales que financian las
investigaciones sobre VIH en todo el mundo, comenzaron a promover la creación y
fortalecimiento institucional de organizaciones de “trabajadoras sexuales”. El modelo
de promoción de salud “entre pares”, había demostrado ser más efectivo al momento
de acceder a las poblaciones más vulnerables a las enfermedades de transmisión sexual
(ETS). (Irrazábal 2004: 9) En forma concomitante, ya desde 1991 comenzó un lobby

270
político internacional de sectores holandeses que abogaron en esos años por un nuevo
paradigma “neoreglamentarista”. (Leidholdt en Ulloa Ziáurriz : p.256-257, 270;
Raymond: 99-100) Este modelo, a diferencia del sistema reglamentarista que
predominó a escala mundial hasta mediados del siglo XX, ya no estaría motivado por
la idea de la prostitución como “el mal necesario”, una visión sanitarista o como “algo
sucio o pecaminoso”. Se trataría de un nuevo paradigma que busca homologar la
prostitución al sistema de derechos laborales como medida para garantizar el acceso a
derechos en la práctica de la actividad, dando por sentado que con la implantación de
este sistema desaparecerían el estigma social y la clandestinidad de la prostitución. La
estrategia era, y lo es aun hoy, promover la perspectiva de que la violencia en la
prostitución está mayormente ligada al contexto social y la violencia institucional, no a
la actividad en sí.

Para ello, se buscó desprestigiar en foros internacionales a la “Convención para la


represión de la trata de personas y la explotación de la prostitución ajena” de Naciones
Unidas (ONU) de 1949 y reemplazarla por otro documento que diferenciara entre
prostitución forzada y voluntaria que pudiera sostener la noción del “trabajo sexual”.
Para la Convención, que es un tratado internacional de Derechos Humanos, esto es
inaceptable porque declara a la prostitución como indigna de la condición humana. Fue
redactada por las Naciones Unidas luego de que tomara estado público el
desplazamiento de miles de mujeres y niñas para ser prostituidas junto a las bases
militares en la Segunda Guerra Mundial. Los Estados que firmaron este tratado, entre
los que se encuentra Argentina, se comprometen a erradicarla para lo que deben
implementar políticas integrales para generar alternativas de vida para quienes quieran
salir de la prostitución. Por eso no tienen potestad para controlar, perseguir, someter a
exámenes médicos, registrar o cobrar impuestos a las personas que estuviesen en
prostitución y están obligados a perseguir a proxenetas y tratantes. Este sistema es la
solución intermedia y superadora de los dos paradigmas de políticas públicas a adoptar
frente a la prostitución conocidos hasta entonces. El prohibicionismo, régimen que aun
hoy sostienen países embarcados en “cruzadas por la moral” como Rusia y Estados
Unidos, poco adeptos a firmar tratados de derechos humanos; y el reglamentarismo,
que en Argentina estuvo vigente hasta 1936 y con el cual se había comprobado que las

271
redes de trata de personas podían proliferar bajo la fachada legal de “asociaciones de
socorros mutuos”, como en el caso de la red judío-polaca Zwig Migdal.

En el año 2000, el “neoreglamentarismo” fue implementado en Holanda, en forma


contemporánea a la firma del Protocolo de Palermo. Este documento, a diferencia de
la Convención del 49, incorporó la figura del “consentimiento” que reemplazó la
noción de “prostitución” por la nueva noción de “explotación sexual”. Es decir,
inauguró una concepción donde queda implícita la posibilidad de considerar legítimo el
obtener lucro de la prostitución ajena, bajo determinadas condiciones y habiendo
consentimiento. De esta forma, con la reglamentación de la prostitución, los estados
generan la posibilidad al cobro de impuestos de esa actividad inmensamente lucrativa
para las terceras partes que lucran con la prostitución ajena.

A nivel regional, la injerencia de la expansión de la política holandesa a favor del


sistema “neoreglamentarista” se manifestó en lo concreto en la creación de la Red de
Mujeres Trabajadoras Sexuales de Latinoamérica y el Caribe (RedTraSex) en alianza
con las organizaciones que investigaban el HIV. Esta iniciativa surgió en 1997 en el
marco de un evento organizado en Costa Rica por la agencia de donantes holandesa
HIVOS, vinculada al Fondo Global para la lucha contra la HIV/SIDA, Tuberculosis y
Malaria y al Ministerio de Asuntos Exteriores de Holanda.

En Argentina, al año siguiente, AMMAR recibió el primer financiamiento como parte


del Proyecto LUSIDA que dependía del Ministerio de Salud de la Nación. La CTA
brindó su personería jurídica y administró el dinero. El proyecto total en Argentina, fue
financiado con $15 millones de dólares del Banco Mundial entre 1997 y 2001. Las
integrantes de AMMAR fueron capacitadas como promotoras en salud para la
prevención del HIV- ETS y participaron del proyecto realizando estudios de testeo y
concientización, prevención e involucramiento de las personas viviendo con VIH/sida
(La Nación 10/12/2001). A través de estos talleres, las mujeres de AMMAR viajaron a
diferentes provincias del país, lo que permitió, a través de la estructura que brindaba
localmente CTA, tener presencia en otras oficinas. La dimensión menos difundida, es
el interés en las diferentes cepas autóctonas del VIRUS HIV de los grandes
laboratorios multinacionales tras la industria farmacológica. Esto implicó que, además
de impartir entre pares cómo protegerse de las enfermedades de transmisión sexual, a

272
algunas promotoras también se les asignó la tarea de extraer muestras de sangre de las
personas en prostitución o de llevarlas a los centros donde se realizaba el testeo.

Hacia el 2000- 2001 comenzaron a manifestarse las primeras tensiones al interior de


AMMAR en torno a qué tipo de relación establecer con la CTA, que servía como
institución anfitriona desde los inicios. En marzo del 2002, estas diferencias se
resolvieron, en una primera asamblea que llevó a la conformación de una organización
autónoma, AMMAR Capital, que no aceptaba la idea de sindicalizarse como
trabajadoras sexuales; y de AMMAR Nacional, alineada con el estatuto sindical que
proponía la CTA. (Sifón; Collantes; Sosa; Sánchez; Heredia; Maffía; Maffía 2007: 66-
68) Sonia Sánchez, dirigente de AMMAR Capital contaba entrevistada por Claudia
Korol cómo los talleres habían habilitado para ellas un proceso de fortalecimiento
colectivo .

“El 20 de marzo del 2002 armamos AMMAR Capital. Ahí comenzamos un quiebre
muy grande con AMMAR Nacional, porque a nosotras nos interesa la mujer, y en esos
talleres que recién comentaba, comenzamos a llamar las cosas por su nombre. Por
ejemplo las compañeras decían que cuando llegan a su casa y están cansadas, y tu
marido te obliga a tener sexo… ¿qué es eso?... Entonces saltó que éramos violadas por
nuestros propios maridos, fueron muy fuertes las cosas que salieron en esos talleres.
Eso nos ayudó a fortalecernos como mujeres, y a nombrar las cosas por su nombre. A
partir de allí también empezamos a decir y a reflexionar: ¿la prostitución es un
trabajo? ¿no es un trabajo? ¿la prostitución qué es? Las compañeras decían: "yo no
quiero pararme en la esquina, quiero trabajo". Fue un proceso de fortalecimiento muy
grande. Uno de nuestros objetivos como organización, es el empoderamiento o la
sensibilización de nosotras, como mujeres, sentirnos sujetas de derechos. ¿Por qué?
Porque la prostitución a nosotras nos robó esa identidad, dejamos de ser sujetas de
derechos y pasamos a ser objetos, entonces como organización trabajamos para
revertirlo. Trabajamos mucho por la no violencia, por el fortalecimiento de nuestras
pares como sujetas de derechos. Que como mujeres tengamos la libertad de elegir, que
podamos decir no, decir sí, que elijamos hasta cómo llamarnos, cómo organizarnos y
no que nos vengan a imponer”.

273
En julio de ese año, AMMAR Capital convocó a otra asamblea donde más de cien
mujeres volvieron a reclamar un trabajo para poder salir de la prostitución, y
rechazaron la identidad de “trabajadoras sexuales”, buscando resguardar su
identidad. Mimí Sifón, fundadora de AMMAR lo recordó así “Pero nosotras hicimos
una reunión en ATE [donde funcionaba la sede AMMAR Capital]. Fueron más de cien
mujeres. Y el 90% dijo que no era trabajo. De ahí nos agarramos nosotras. Porque
nosotras llamamos a una asamblea. Porque vos cuando a las mujeres, las ponés a
hablar, una por una, dicen que no es un trabajo, que quieren un trabajo. “Si sabés de
un trabajo avísame”. ¿Entendés? Porque nadie quiere estar en una situación de
prostitución. Entonces, bueno. Y vos te ponés a hablar, persona por persona, si hablás
así superficialmente dicen “bueno, sí, estoy trabajando” pero es una manera de verlo
más light lo que está haciendo. Cuando vos profundizás y te dicen todas que no es
ningún trabajo. Todas. To-das. Tanto personas chicas trans, o mujeres, ¿eh? Todas te
dicen que no es un trabajo. Nadie quiere la prostitución. Pero no tienen otro recurso
en ese momento. No saben cómo salir. O cómo conseguir … más en las situaciones de
crisis como ahora”. (Sifón)

El posicionamiento de la asamblea no fue aceptado por AMMAR Nacional ni por la


CTA, y AMMAR Capital fue “expulsada” definitivamente en agosto del 2003. Eso
implicó que las 400 afiliadas a AMMAR Capital quedaran fuera de la CTA. De las
entrevistas realizadas y de la escasa documentación que pude consultar hasta el
momento, surge que el mecanismo utilizado para desconocer la legitimidad de la
decisión de la asamblea de AMMAR Capital fue el voto contrario de las delegadas de
AMMAR en las otras provincias. Estas sedes tenían un desarrollo incipiente y eran
muy dependientes de la distribución de recursos provenientes de los proyectos HIV-
SIDA que eran viabilizados a través de la CTA.

Quedan pocas trazas de este conflicto. En los propios relatos de las protagonistas suele
pasarse por alto la paradoja de una organización que expulsó a la mayoría de las
mujeres que la conformaban, a casi todas las que la habían fundado, en el lugar que
había tenido origen y donde históricamente eran más fuertes. Margarita Peralta,
fundadora de AMMAR y referente luego de AMADH lo contaba así diez años después
“Cuando la CTA nos quiso sindicalizar, después de un proceso de mucha discusión,
unas 400 mujeres [el número de afiliadas de AMMAR Capital] consideramos que la

274
prostitución no era un trabajo y en 2003 decidimos desvincularnos. Pasaron diez años
y estoy convencida de que la prostitución no es trabajo: es una violación al cuerpo de
las mujeres que están paradas en la esquina. Nos quieren poner un rótulo de
trabajadoras sexuales. Y quién defiende a las mujeres golpeadas, torturadas. En una
habitación de hotel o en un departamento privado no sabés qué loco te toca. Muchas
de nuestras compañeras terminaron muertas. No es lindo llamar trabajo a algo que te
arruina psicológica y físicamente.” (Peralta en Sandá) Graciela Collantes, también
fundadora de AMMAR y referente luego de AMADH, habla también del proceso que
significó exigir restitución de derechos en el contexto de una trayectoria de lucha: “Yo
valoro mucho el trabajo colectivo, valoro la organización. Porque en la organización
crecimos. Nos salvamos. Nos volvimos fuertes. Al margen de que nos pasen por
encima. Por eso defendemos tanto de esto. Porque nosotras nos abrimos justamente,
nosotras somos las fundadoras de AMMAR. ¿Me entendés? Somos las fundadoras de
AMMAR. Hasta el nombre elegimos. Hemos empezado en la Inspección General de
Justicia, este.. los papeles para reconocernos legalmente. Pero hoy estamos en otra.
En 2003 nos fuimos, porque no reconocemos la prostitución como trabajo, y empezar
a reclamarle... Y entendimos que este país es abolicionista. Y qué es el abolicionismo,
¿no? A donde dice que las prostitutas o las víctimas de trata o de explotación sexual,
tienen derecho. ¿Que qué? Le decía yo a la abogada y no lo podía creer... ¿Que tienen
derecho a qué? Tenés derecho a esto, tenés derecho a una vivienda... Tenés derecho...
¿Me estás cargando?, era la cosa, ¿no? de los derechos. Porque imaginate que
veníamos de un mundo… (…) Pero bueno era mi vida, era la violencia que era
sistemática muy desde muy temprana edad y uno va acumulando iba naturalizando
también entonces vos no detectás las violencias que puede hacerte un tipo adentro de
una pieza... mientras te dé la plata para vos, prioridad es la plata, dame rápido que me
quiero ir”. (Collantes en de León)

Esta historia es poco difundida y se la conoce poco. Una excepción es un estudio de


caso sobre AMMAR realizado por Gabriela Irrázabal en el 2004, poco después de la
ruptura definitiva entre AMMAR Capital y AMMAR Nacional (o CTA). Ahí señala
que AMMAR Capital había sido “destituido”. El “sector, aparentemente mayoritario
en su número de afiliadas, fue destituido de sus funciones como parte de la Asociación
a través de una Asamblea Nacional. Sin embargo, se negaron a abandonar la oficina en

275
la sede de CTA Capital hasta que fueron “echadas” por medio de abogados y
escribanos. Constataba que, “el grupo que logró imponer su postura (reconocerse como
trabajadoras y ser un sindicato)”, es decir, AMMAR Nacional o CTA, todavía en el
2004 encontraba “dificultades para lograr un amplio apoyo de todas las mujeres ya
que, durante las entrevistas, todas comentan “ser algo” antes que trabajadoras sexuales:
mujeres, mamás, abuelas, ciudadanas. Es decir, evidencia una interferencia entre la
proclamación abierta de una identidad colectiva resuelta y la mención constante a otros
tipos de identidades sociales posibles”. (Irrazábal 2004 : p. 10-11) Y, en las reflexiones
finales del estudio, Irrázabal observaba en cuanto a la forma de organización política
de AMMAR (CTA): “la relación entre las miembros de la organización es de carácter
vertical, es decir, si bien hay una organización en términos de asambleas, se percibe
que es una mera formalidad ya que todas las decisiones son consultadas a una sola
persona, que es la secretaria general a nivel nacional”. (Irrazábal 2004 : p.17) Es decir,
Elena Reynaga. Con el aval de la CTA, AMMAR Nacional quedó con todos los
recursos simbólicos, logísticos y económicos que habían sido fruto de la construcción
colectiva y se obturó la maduración política al desconocer la autonomía de AMMAR
Capital y la legitimidad de la asamblea que cuestionaba el rumbo de la organización.
Con el patrocinio de la CTA, pudieron continuar fortaleciéndose institucionalmente
con los proyectos para organizaciones de trabajadoras sexuales que les llegaba a través
de las agencias que financian la lucha contra VIH-SIDA. En contraposición, quienes
fueron destituidas o “expulsadas” por rechazar la identidad de “trabajo sexual”
siguieron organizadas para la defensa de sus derechos pero tuvieron que empezar desde
cero. Aunque AMMAR Capital finalmente terminó por ganar la disputa jurídica para
conservar la sigla, pasado algún tiempo y, debido a la divergencia profunda con los
objetivos políticos con la organización homónima, sus integrantes decidieron
cambiarla por “AMADH”, Asociación de Mujeres Argentinas por los Derechos
Humanos.

Tres años después de la ruptura definitiva, en el 2006, en un encuentro convocado para


hacer dialogar a ambas posiciones, aun se encuentra todavía alguna mención
esporádica que busca cerrar el debate sobre la legitimidad de la representatividad de
AMMAR. Eugenia Aravena (AMMAR Córdoba- CTA), que apenas cumplía la
mayoría de edad cuando se produjo la “destitución” de las compañeras de AMMAR

276
Capital, decía: “Yo quería hacer una pequeña aclaración. Venimos a debatir sobre
prostitución/trabajo sexual. No venimos a debatir la identidad de AMMAR, no venimos
a debatir sobre la CTA. No venimos a debatir quién ganó o perdió la asamblea. Creo
que tenemos que ser bastante puntuales y no extendernos, porque sino el debate se va
a abrir e irse por las ramas. Sólo esta pequeña aclaración”. (Aravena en Berkins y
Korol : 23)

En ese mismo encuentro, Aída Bazán, una de las fundadoras de AMMAR, expulsada
en el 2003 junto a sus otras compañeras de AMMAR Capital, expresaba su rechazo al
enfoque del “trabajo sexual”: “somos la cara del hambre prostituida, y por eso no
podemos seguir calladas. No queremos más que los legisladores y las legisladoras no
miren nuestras caras cuando quieran reglamentar nuestra esclavitud para convertir en
empresarios a nuestros proxenetas” (…) “Todas y todos coinciden en algo: nos
quieren productivas, sumisas, lejos y calladas. En tanto obtienen toda la información
para legislar con cuerpos ajenos, estudiar con patrocinios de laboratorios o créditos
internacionales nuestras vaginas y armar proyectos para financiar las prácticas y
teorías con la que se nos condena” (Berkins y Korol :20) Pero mientras este tipo de
programas son exitosos en relación a las investigaciones sobre HIV-SIDA y ETS, las
propias promotoras de salud relativizan el impacto que pudiera tener en la calidad de
vida de las personas en prostitución la promoción de cuidados preventivos para evitar
el contagio. Jorgelina Sosa, la única del grupo originario de AMMAR que continuó
militando junto a Elena en AMMAR CTA muchos años más, también cuestionó el
modelo. “Eh, si funcionó la estrategia de querer transmitir, de que las compañeras
tengan que usar el preservativo y…yo te diría que un 20 % funcionó y un 80% no. Por
eso, primero estaba el hambre. A veces el correr de algunas compañeras dirigentes de
prostitutas, o trabajadoras sexuales, o putas, como se quieran llamar no son los
mismos tiempos de las compañeras que se paran en una esquina para poder
sobrevivir. (…) Y negociar el preservativo es todo un tema. A veces nos pasa con las
parejas propias, ¿no? Imaginate en la calle, digo, por la necesidad, y hoy que hay más
necesidad de antes. Es mi evaluación. Te hablo de Jorgelina en estas cuestiones de
recorrido de salud con mis compañeras”. (Sosa)

El desconocer la historia de AMMAR lleva a que la opción por la reglamentación de la


prostitución como un “trabajo sexual”, aparezca como el resultado lineal de una

277
trayectoria de lucha sin fisuras ni cuestionamientos. Quienes defienden la necesidad de
regular la prostitución como un trabajo sexual desconocen, olvidan o silencian que la
mayor parte de esa generación de mujeres y travestis que fundó AMMAR en 1995, en
el 2002 tomaron la decisión política de no referenciarse como trabajadoras sexuales y
fueron por eso obligadas a dejar la organización. Decidieron continuar organizadas
para seguir luchando contra la violencia institucional pero inauguraron otros caminos
por fuera del sindicato en busca de la restitución de sus derechos fundamentales.

Se borran así la trayectoria de militancia y las voces de las propias personas en


prostitución que advierten que reglamentarla sólo daría más herramientas a la policía y
a los funcionarios conniventes con las redes de proxenetismo y de trata. Lohana
Berkins en el mismo encuentro del 2006, lo expresaba así: “ En nuestro país en
relación a la prostitución es abolicionista, debería ser abolicionista y luchamos para
que sea de esa manera. No queremos ninguna injerencia de ningún Estado, ninguna
libretita sanitaria, ni quedar anotaditas en ningún lugar, no queremos regulación de
estados corruptos. Para las travestis la prostitución es una imposición del Estado,
cuando tengamos alternativas de elección…” (Berkins y Korol :15)

Que estas voces se silencien, o se neutralicen políticamente tratando de ocultar su


faceta abolicionista, como se quiso hacer con la figura de Lohana después de su
muerte, es parte de la construcción de un relato hegemónico funcional a los intereses
de AMMAR Nacional. En Esta línea, la dirigente de AMMAR CTA Córdoba, Eugenia
Aravena, sostuvo en una clase abierta” en la Universidad de Córdoba en el 2013: “Por
eso comparto lo que dicen las compañeras de que el feminismo abolicionista lo único
que quiere es ponernos trabas en el camino para que no se escuchen nuestras voces,
mezclándonos intencionalmente con la trata de personas. Es un feminismo de caviar
que no conoce la calle ni la realidad, habla desde los libros; escudándose en la lucha
contra la trata en realidad están luchando intencionalmente contra nosotras”
(Aravena)

En contraposición, en una entrevista en el 2013, Lohana Berkins, llamaba la atención


sobre el carácter verticalista de la organización AMMAR y la necesidad de que se
escuchara las voces en primera persona de las que están en el llano. “El nivel de
violencia a que han llegado dirigentas como Elena Reynaga (presidenta de la Red

278
Latinoamericana de Trabajadoras Sexuales, Red TraSex, y fundadora de Ammar,
sindicato integrado en la CTA que lidera Hugo Yasky) es de un grado de
fundamentalismo que desconoce nuestra condición de víctimas cuando hacemos relato
de lo enajenante, lo traumático, las pérdidas de identidad. Qué pasa cuando frente a
ellas, en vez de una travesti abolicionista, se encuentra una víctima, cuál es su
respuesta”. (Berkins en Sandá)

Pero si bien es comprensible que, como en el caso de Aravena o Reynaga, las


representantes de AMMAR CTA sean quienes sostengan el relato hegemónico donde
buscan erigirse como la única voz legítima, es poco justificable que investigadoras/res
financiados por el consejo científico del estado nacional, recorten la problemática a la
versión que esta organización está interesada en divulgar. Estos análisis parten de un
abordaje deshistorizado de la trayectoria de AMMAR.

La producción académica argentina reciente se inserta en este paradigma en el cual el


abolicionismo es visto, parafraseando a Aravena, como un “feminismo de caviar”, e
instalando esta versión se continúa borrando las voces y las acciones de las mujeres y
travestis organizadas que buscan que el estado implemente políticas públicas
abolicionistas. Autores como Morcillo y Varela sostienen, desde una posición que ellxs
pretenden de contrahegemonía, habría una “operación de universalización” que
invisibiliza las demandas de “aquellas “otras” mujeres [quienes se reconocen como
trabajadoras sexuales] cuyas experiencias se distancian de aquellas blancas, cis-
heterosexuales y de clases medias (y que no venden servicios sexuales)”. (Morcillo y
Varela : 216) La paradoja es que estxs intelectuales sistemáticamente omiten dar
entidad en sus análisis a la participación activa de ex militantes de AMMAR, muchas
de ellas sus fundadoras, como eje de los reclamos colectivos por políticas
abolicionistas. Algunas son ahora referentas de AMADH; como Graciela Collantes y
Margarita Peralta; otras, como era el caso de Lohana, desde ALITT, o Sonia Sánchez,
quien fuera dirigente de AMMAR Capital, autora del libro “Ninguna Mujer Nace para
Puta” y que continuó luego su trayectoria abolicionista en forma individual. Tampoco
dan cuenta de los casos de personas que militaron en AMMAR CTA y luego se
acercaron a AMADH y son actualmente abolicionistas, como Elena Moncada o Delia
Escudilla.

279
En ocasiones se elude mencionar expresamente que AMADH y AMMAR eran una
misma organización en los años noventa. AMADH queda así en un limbo, una especie
de historia paralela, en lo que puede ser sólo una mención en una nota al pie “AMADH
tiene su origen a mediados de la década de 1990”. (Martynowskyj : 30) Mientras que, a
la inversa, da como resultado afirmaciones históricamente falsas “ Las mujeres que hoy
forman Ammar CTA empezaron a reunirse a fines de 1994” (Martynowskyj :42)
Cuando le pregunté a Elena Reynaga si, además de ella, quedaba todavía alguien en la
organización de aquella época, me respondió: “Pero no, de las viejas como yo no
quedaron ya. No. Las chicas se retiraron, se fueron. Viste. Ahora las que hay son todas
chicas… escort… pendejitas les llamo yo…. (…) No. No. No son de calle.
Directamente. No son todas las que trabajan por las páginas. Por el internet. No
tienen lo que es... Cuando a mí a veces me han escuchado hablar de …”. (Reynaga
6/6/19) Entonces, hoy en AMMAR no sólo no son las mismas personas que la
constituyeron sino que hubo, además, una reconfiguración de la composición
cualitativa de sus integrantes. Jorgelina Sosa también señaló un cambio en este sentido
“Digo a mí lo que me preocupa que ahora hay una onda de trabajar mucho con las
compañeras de la tecnología, de los privados, y las compañeras de la calle están muy
solas.” (Sosa 20/5/19)

El borramiento del sujeto lleva fácilmente a distorsionar el sentido político de las


luchas. Así, por ejemplo, en la tesis de doctorado de Inés Sabsay se atribuye la protesta
en el 2004 contra el artículo del código contravencional de la Ciudad de Buenos Aires
a los “colectivos de las trabajadoras del sexo -entre los que destaca AMMAR, la
Asociación de Meretrices de Argentina”. (Sabsay:292) Con este simple acto de
nombrarlas como “trabajadoras sexuales” no sólo se invisibiliza el rol protagónico que
tuvieron las integrantes de AMMAR Capital como sujeto histórico encabezando la
protesta callejera, sino que se borra también, en forma inadvertida, el sentido que las
propias actoras le imprimían a la acción. De forma que la lucha contra la delimitación
del espacio público, interpreta Sabsay, se buscaba “resignificar la lucha por el derecho
al reconocimiento no sólo de sus derechos como trabajadores del sexo, sino mucho
más lejos aún, por la equidad y el derecho a la diferencia, exigiendo medidas
reparatorias y equiparatorias, así como derechos específicos de acuerdo a las
necesidades particulares de los colectivos”. El equívoco en la atribución del sujeto de

280
la acción a “las trabajadoras sexuales” sin contextualizar históricamente, conduce a
subvertir el sentido político de la lucha, asumiendo que quienes manifestaban lo hacían
para “defender sus derechos de trabajadoras sexuales” mientras que quienes fueron
sujetas de la acción no reconocían la prostitución como trabajo. Además del reclamo a
no ser perseguidas por la policía también reclamaban por la restitución de sus derechos
humanos básicos: salud, educación, vivienda, trabajo digno. Dar entidad a las voces de
quienes fueron sujeto de la lucha enmarca el sentido de la acción, que estaban lejos de
entender la prostitución como un trabajo. (Sánchez en Korol y Longo) Carmen Ifrán,
que pasó 14 meses en prisión por haber participado de las manifestaciones de
AMMAR Capital, dirá luego “La manera de justificar el ejercicio de violencia contra
la mujer es sosteniendo que lo han elegido libremente. (…) Se llega por diferentes
circunstancias de la vida. ningún ser humano puede elegir el daño físico y psicológico
que produce, desde contraer enfermedades de transmisión sexual, hasta la necesidad
de utilizar drogas y/o alcohol para evadirse de las angustias emocionales que la
situación de prostitución genera. Las agresiones contra la integridad y la dignidad son
una constante”. Y explicita sus reclamos “Una ley que nos proteja y no nos condene,
sin olvidar que el objetivo máximo de nuestras organizaciones debería ser terminar
con la prostitución”. (Ifrán en Berkins y Korol: 20, 24)

La sistemática negación de las sobrevivientes abolicionistas como sujetos de la lucha


política, lleva a Morcillo y Varela a preguntarse por qué hoy aparecen como
canceladas las posibilidades de articulación entre abolicionistas y trabajadoras sexuales
como fue posible en los años 90 para la derogación de los edictos policiales en CABA.
La causa sería “la polarización del debate feminista ligada en buena medida a la
emergencia de la campaña anti trata y la creciente identificación entre prostitución y
trata de personas”. (Morcillo y Varela: 229) Sin embargo, esta pregunta podría
responderse de muy diferente manera de historizar el proceso colectivo de maduración
política que se dio al interior de la organización AMMAR.

Por un lado, se constata que la mayoría de las personas que articularon en aquel
entonces desde AMMAR continúan hoy organizadas y articulando juntas desde el
campo abolicionista con los grupos y organizaciones de derechos humanos que
apoyaron su lucha en los años noventa. En 1994, la propia organización AMMAR
surge al calor de la lucha conjunta con muchos otros colectivos, organismos de

281
derechos humanos y referentes feministas que eran abolicionistas. La red de
contención aglutinó tanto a las feministas de la Asamblea Raquel Libermann, con
Magui Bellotti, Marta Fontenla, Sara Torres entre muchas otras; pasando por una red
de Vecinos y Vecinas por la Convivencia con Ana Chávez, por aquel entonces en el
SERPAJ, o la participación de organizaciones confesionales como la Iglesia Metodista
Evangélica, estratégicamente ubicada frente la plaza Flores con la trabajadora social
María Amelia Sosa o las monjas Oblatas con la también trabajadora social Manuela
Rodríguez Piñeres. Pero también referentes feministas como las legisladoras María
Elena Naddeo, Elena Barbagelata, María José Lubertino; o Diana Maffía, Defensora
del Pueblo CABA en el período 1998-2003. La Defensoría fue una alidada principal de
AMMAR interviniendo cada vez que había vulneración de derechos y personas en
prostitución detenidas, apoyando la batalla para la derogación de los edictos policiales
o discutiendo en la legislatura, con el ejecutivo o con la policía.

Por otro lado, la experiencia de lucha permitió a las mujeres y travestis tomar
consciencia sobre sus derechos y aprender colectivamente cómo reclamarlos. Fue la
experiencia colectiva lo que posibilitó a mujeres y travestis encontrar otras alternativas
de vida. De las siete u ocho amigas que fundaron AMMAR en 1994, sólo Elena
Reynaga (AMMAR CTA- REDTRASEX) continúa hoy sosteniendo la posición de
“trabajo sexual”, aun cuando ella haya sido una de las primeras en dedicarse a otra
actividad a través de las posibilidades que le dio la propia organización. A fines de los
noventa, a diferencia de lo que era un condicionante para casi todas, Elena ya no tenía
hijes que dependieran económicamente de ella, lo que le permitió dedicarse en
exclusiva a la consolidación de AMMAR a nivel nacional, y a la red de organizaciones
a nivel continental desde 1999 en la RedTrasex. Según Elena, ella “no dejó la
prostitución porque quisiera sino porque la competencia [de las chicas más jóvenes] la
dejó afuera y porque las compañeras decidieron que era más útil”. En contraposición,
como señaló Lohana Berkins en ocasión de aquel evento mencionado del 2006,
“cuando nosotras nos empezamos a organizar la mayoría hemos intentado abandonar
la prostitución”. (Berkins y Korol: 28) A excepción de Elena Reynaga y de Jorgelina
Sosa, que continuó militando en AMMAR varios años más, todas las otras que
conformaban el grupo de amigas originario que enfrentó a policías y proxenetas a
principios de los noventa, Lohana Berkins, Aída Bazán, Graciela Collantes, Mimí

282
Sifón, Mimí la tucumana, Carmen la mendocina, Margarita Peralta continuaron
articulando acciones para ayudar a otras a salir de la prostitución y a exigir que el
Estado implemente políticas públicas abolicionistas. A saber: derogación de los
códigos que reprimen la prostitución, la persecución a proxenetas y tratantes y políticas
integrales que permitan otras alternativas de vida.

Jorgelina Sosa permaneció en AMMAR Nacional (CTA) hasta que también ella fuera
expulsada al igual que lo habían sido antes sus compañeras de AMMAR Capital. Este
hecho muestra nuevamente el escaso margen para debatir internamente las diferentes
posiciones frente a la identidad de “trabajadoras sexuales”. El mecanismo fue el mismo
que el utilizado para deslegitimar a AMMAR Capital siete años antes, a través de una
mesa de delegadas de AMMAR Nacional. En una entrevista donde, por primera vez en
doce años, habló sobre esta experiencia Jorgelina me dijo: “Tardé mucho tiempo en
darme cuenta. Perdimos mucho tiempo hablando de HIV”. El detonante formal del
pedido de renuncia había sido una supuesta incompatibilidad entre seguir en la
organización y la posibilidad de ser Secretaria de Género de la CTA Capital. Para
Jorgelina, esta era una oportunidad de seguir creciendo junto a otras compañeras en la
temática “no solamente de la mujer trabajadora en la prostitución sino de lo que nos
pasa a las mujeres. De por qué tenemos que llegar a pararnos en una esquina para
poder darle de comer a nuestros hijos. Por qué sufrimos tanta violencia”. Su
“expulsión” fue contemporánea al festejo por los 15 años de AMMAR. En uno de los
videos institucionales compilados en la página web, ya en el 2012, aparece expresando
que la mayoría de las compañeras no querían el trabajo sexual y “que AMMAR nació
para un día morir”, en el sentido de que lo deseable era que las mujeres pudieran salir
de la prostitución. Esta posición no era diferente de la de Elena Reynaga en el 2006
“AMMAR dice que nace para algún día morir, existe porque todavía hay mujeres en la
calle” (Reynaga en Berkins y Korol: 32) Sin embargo, desde la visión de Jorgelina este
proyecto colectivo en algún momento mutó: “- … después vino como … terminó todo
como muy retorcido. Porque por ahí el proyecto colectivo era que AMMAR nace para
algún día morir. Para que las compañeras tengan todas las herramientas y poder
ayudarlas y poder abrir bolsas de laburo y… Pero después estaba esta cosa de que no,
bueno, nos reconocemos como trabajadoras sexuales y nada, tenemos que funcionar
como tal. Y yo decía, ¡bueno!, pero no todas se reconocen como trabajadora sexual. Y

283
yo muchas veces lo decía en AMMAR: yo, para afuera, si tengo que ir a discutir cosas
con un tomador de decisiones para mí y para las compañeras claro que la voy a
discutir desde un lugar defendiéndome y poniéndome en un lugar … [de trabajadora
sexual] ahora, para dentro mío, ¡nada! ¡Yo no quería pararme más en una esquina!
Porque yo, ya dentro de la organización, había visto un montón de cosas que me
ayudaron a hacer un click. Me ayudaron a cambiar. Yo no me quería parar más en
una esquina. No me obligués a decir algo que yo no tengo ganas de decir. ¡Por lo
menos entre nosotras! Para afuera, sí, si tengo que ir a discutir… pero para nosotras
no. Dejame ser sincera. Ese era el tema”. (Sosa)

El proceso de empoderamiento que menciona Jorgelina, que culmina en un “click”, es


análogo al que relataban sus ex compañeras que habían sido expulsadas de la CTA
muchos años antes.

Para Morcillo y Varela, la polarización del debate en el movimiento feminista local se


debe a la repercusión de lo que en los años ochenta en ese país se llamó las “guerras
feministas del sexo” sobredimensionando los alcances que un debate de este tipo
pudiera llegar a tener en el movimiento feminista local. En la misma línea
interpretativa, pero invocando a Foucault, Sabsay, asimilaba “trabajo sexual” con la
subversión de un orden que estigmatiza cierto tipo de sexualidad como “desviaciones”
de lo instituido como “normal” y que, a su vez, es asimilable a una “política de
identidad que no está bajo la tutela del sistema productivo capitalista y aun, por fuera
de los cauces de la familia”, poniendo “en escena las figuras que perturban los cánones
del deseo y del género”. (Sabsay : 295,381)

Desde mi perspectiva, evidentemente abolicionista, la amarga polémica que polariza el


debate feminista tiene origen en esta asimilación “trabajo sexual” con “disidencia
sexual”. Se presupone que quienes nos oponemos a la reglamentación de la
prostitución como un trabajo, nos estaríamos también oponiendo a los derechos a la
diferencia, a la disidencia sexual, al derecho a la identidad de género, a la sexualidad
no reproductiva, o a que alguien cobre por su consentimiento en una relación sexual.
Este “ruido comunicacional” es clave para comprender el grado de virulencia con el
que se confrontan partidarixs de uno u otro paradigma, que puede ir desde la

284
desconfianza, a la descalificación y/o al ostracismo obturando cualquier tipo de diálogo
al no reconocerse como interlocutores válides.

Se instala un falso debate que se reactualiza cada vez que AMMAR presenta algún
proyecto para reglamentar la prostitución en alguna de las legislaciones provinciales.
Así en el 2013, surgió un grupo de “lesbianas pro-sexo” apoyando la iniciativa de
AMMAR Córdoba. Fundamentaban su postura entendiendo que, como lesbianas,
“aprendimos en el proceso de politización de nuestra sexualidad y de nuestras vidas
que el primer paso para el empoderamiento es el nombre”. El “trabajo sexual” tenía
que ver con “la autonomía corporal y sexual” sosteniendo que “la identificación pro-
sexo, pone en escena algo de lo que se habla bastante poco en el feminismo: de sexo,
de su poder performativo, de la multiplicidad de formas de experimentar lo erótico, lo
placentero, lo sexoafectivo”. (Fragmentos de una Proclama) . Parte de una idealización
de la prostitución que desconoce la dimensión intrínsecamente alienante de una
sexualidad que por definición es siempre la de la sexualidad ajena.

Diana Sacayán, dirigente social y periodista, coordinadora del Movimiento


Antidiscriminatorio de Liberación (MAL) víctima de travesticidio en octubre del 2015,
escribió en su muro de Facebook luego de leer este manifiesto de las pro-sexo
cordobesas:

“Ahora el intercambio de sexo por plata ¡¡¡‘escapa a la heteronorma’!!! Si ésta es una


mirada feminista me tiro por el balcón. Las lesbianas prosexo se zarpan, ¡¡ponen al
sexo por plata como revolucionario!! Me muerooo. ¿Por qué no van ellas a la
esquina?” (…)“no existe tal cosa como las feministas ‘moralistas’ por un lado, y las
de la ‘libertad sexual’ por el otro. (...) Otra cosa que me causa gracia es que hablen de
los ‘feminismos de la academia’ como los abolicionistas, cuando a las claras el
discurso hegemónico que reina en este círculo es el reglamentarista, acompañado por
el siempre tan gauchito discurso posmoderno que esquiva cualquier forma de
desigualdad. Si defender la prostitución no se considera moral estamos fritos, como
diría Mafalda”. (Sacayán en Sandá)

Para las sobrevivientes, entender la prostitución como una forma de violencia de


género es parte de un proceso colectivo de empoderamiento entre pares. Como dijo
Graciela entrevistada por Claudia Korol “Detrás de cada mujer hay una máquina, digo

285
yo. El proceso de dejar de ser una máquina para ser una mujer lleva tiempo y te lleva
dolor. Y no es que nos victimizamos. Que quede bien claro. Porque reconocerse
produce dolor, y el que no lo quiera asumir, que lo desmienta. Ese proceso de dejar de
ser objeto a ser persona, o a reconocerte como una mujer con todos los derechos, es
un proceso lleno de dolor” (Collantes en Berkins y Korol: p.70)

Es este rechazo a una identidad de “trabajadoras sexuales” que sienten como impuesta
lo que funda una nueva subjetividad en una lucha colectiva como sujetas de derechos
“a una educación, a un trabajo, a la salud y a una vivienda dignas” y a otras identidades
posibles. Para Margarita Peralta, fundadora de AMMAR y referente de AMADH, a lo
que apunta la organización es “a ser reconocidas como ciudadanas plenas de derechos
y a prevenir la situación de vulnerabilidad y exclusión social que arroja a miles de
mujeres, niños y niñas a la prostitución y/o explotación sexual”. (Peralta en El Litoral)

La defensa de la noción del “consentimiento” para aducir que las actuales leyes
vigentes criminalizan el “trabajo sexual”, indirectamente apunta a instalar la falacia de
que el abolicionismo es prohibicionista, en el sentido de que buscaría penalizar a las
personas en prostitución. No sólo reproduce la postura sesgada de AMMAR CTA, que
busca erigirse como la única posición legítima para luchar contra la violencia
institucional, sino que también reproduce en forma acrítica las explicaciones de la
bibliografía anglosajona sobre el tema, mucha de la cual tiene anclaje en Estado
Unidos, que sí es prohibicionista.

Entrevistada por Roxana Sandá en el 2013 Lohana dijo “Históricamente fuimos sujetos
selectivos de la represión del Estado, por eso también observo violencia en los
discursos prosexo. Confunden el debate porque nos ponen como prohibicionistas,
como dueñas de una moral victoriana saliendo a la caza de prostitutas y de trans,
cuando somos organizaciones de derechos humanos y colectivos feministas. Creo que
si otros y otras siguen tomando la palabra por nosotras, no sé cómo la sociedad puede
desear un cuerpo que ni siquiera logra imaginar”.

Esta clave de lectura bibliografía extranjera que aboga por la “descriminalización” del
“trabajo sexual”, el paradigma suelen países como Estados Unidos donde las personas
en prostitución sí son criminalizadas, y es extrapolada de forma acrítica a casos como

286
el de Argentina, con un contexto jurídico donde las personas en prostitución no pueden
ser perseguidas.

El desconocimiento de la historia de lucha del abolicionismo en Argentina lleva a que


les activistas reglamentaristas de la disidencia sexual sostengan banderas con el
irrespetuoso oximorón: “ABOLICIONISTA YUTA”, cuando las principales
exponentes del abolicionismo hoy fueron fundadoras de AMMAR y sobrevivientes a
años y años de violencia policial y de injusto encarcelamiento. De hecho, cuando le
planteé a Elena Reynaga que esa era la motivación para escribir este trabajo su
respuesta fue: “No. Yo te entiendo. Yo no digo eso. Estoy totalmente de acuerdo, sino
no te daría la entrevista.” Entrevistada por Sol de León, Graciela contó cómo fueron
para ellas los primeros tiempos: “Nos habíamos unido por una causa, que era frenar la
represión, sacarnos la policía de encima, enfrentarnos a ese sistema. (…) Yo sentía en
ese momento que estábamos jugadas, ¿Qué más nos podía pasar? Ya nos habíamos
escapado por los techos y terrazas tantas veces, nos habían quebrado los huesos
tantas veces, todo lo que nos hicieron padecer…. Estábamos asqueadas de todo,
hartas, nos unió la desesperación. Fue la valentía de nosotras, de decir hasta acá
llegamos”. Alguna vez se animaron a sacar juntas con otras compañeras la pesada cifra
de los días de arresto que pasaron encarceladas. Para Lohana, “Yo estuve nueve años y
medio de mi vida encarcelada y no cometí ningún delito” (Berkins en Berkins y Korol:
45)

El diagnóstico político basado en la caracterización de quienes se oponen a la


sindicalización de la prostitución como “blancas, cis-heterosexuales y de clases medias
(y que no venden servicios sexuales)” enfrentado a las “trabajadoras sexuales” no se
corresponde con el desarrollo histórico del movimiento abolicionista local. El discurso
que asimila “disidencia sexual” con “trabajo sexual”, lejos de ser un discurso de la
contrahegemonía, expresa una línea de pensamiento que monopolizó los institutos de
investigación, las publicaciones científicas, las becas disponibles para jóvenes
becarios/as. Un relevamiento somero de las más recientes producciones académicas
nivel a nivel local e internacional sobre este tema basta para constatar un discurso
monódico y autoreferencial, donde existe un consenso indiscutido con respecto al
“trabajo sexual”. No hay debate sobre este punto en la academia. De hecho, la

287
existencia de esta mesa 80 en este Congreso es en sí misma un acontecimiento y para
muchas de nosotras, un esfuerzo militante autofinanciado.

Restituir las voces y la trayectoria de lucha de quienes siguen reclamando políticas


públicas para salir de la prostitución y que advierten sobre los peligros de
reglamentarla implica contraponer esas historias subalternas a la versión hegemónica
en una genealogía que ponga en valor las experiencias, los reclamos y los logros de las
sobrevivientes de prostitución como sujetos políticos.

ENTREVISTAS A EX MILITANTES DE AMMAR

Collantes, Graciela y B.C. por Soledad de León, 21/1/2019, Ciudad de Buenos Aires

Sánchez, Sonia en “Rostro de mujer” por Claudia Korol y Roxana Longo del 2/9/2004,
Adital http://www.rebelion.org/noticia.php?id=4066

Roxana Sandá, las12, VIERNES, 4 DE OCTUBRE DE 2013, El deseo y la lucha,


https://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/las12/13-8351-2013-10-04.html

Sifón, Mimí Teresita entrevistada por Anchou el 29/5/19, Ciudad de Buenos Aires

Sifón, Mimí Teresita en “Las Otras: Miradas en Resistencia” entrevista por Grupo
Maleza, Ciudad de Buenos Aires publicado 8/4/2018
https://www.youtube.com/watch?v=ajjnAUY3wAU

Sosa, Jorgelina entrevistada por Anchou el 20/5/19, Ciudad de Buenos Aires

Sosa, Jorgelina en "Sindicato" video institucional publicado en la página web de


AMMAR en abril del 2012, minutos 8:50 al 10:20
http://www.ammar.org.ar/Sindicato.html

ENTREVISTAS A FEMINISTAS PERIFÉRICAS

Heredia, Lucía colaboradora AMMAR CTA (2002-2005) por Anchou , 17 de abril


2019, Tortuguitas

Maffía, Diana Defensora del Pueblo en el período (1998-2003) entrevistada por


Anchou el 16/5/19, CABA

288
Rodríguez Piñeres, Manuela de la Congregación de las Hermanas Oblatas,
responsables del proyecto Puerta Abierta Recreando para personas en prostitución
(1990-2003) por Anchou el 17 /6/2019 por AnchouSkype Argentina- Colombia

ARTÍCULOS PERIODÍSTICOS

Rocha, Laura "Polémica por el fin del proyecto Lusida. El programa será
descentralizado" La Nación, Cultura, 10 de diciembre de 2001

Alarcón, Cristian "Como cambió el mercado de la prostitución. Los nuevos negocios


de la zona roja", Pág 12, 7/11/1999 https://www.pagina12.com.ar/1999/99-11/99-11-
07/pag19.htm

TRABAJOS TESTIMONIALES

Aravena, Eugenia “Clase abierta sobre trabajo sexual en primera persona”. Por
AMMAR Córdoba. (Asociación de Mujeres Meretrices de la Argentina) Facultad de
Derecho y Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Córdoba (UNC).
http://profesionalesdelsexo.blogspot.com/2013/03/clase-abierta-sobre-trabajo-sexual-
en.html

Berkins, Lohana y Korol, Claudia, compiladoras “Diálogo Prostitución/Trabajo


Sexual: Las Protagonistas Hablan”, Feminaria Editora, Buenos Aires, 2007
http://dianamaffia.com.ar/archivos/libroprostitucion.pdf

Collantes, Graciela y Benavente, Sol “Comunicación popular y abolicionismo.


Historias que abren caminos” Publicado el 03/08/201803/08/2018 en Ponencias
https://razonyrevolucion.org/comunicacion-popular-y-abolicionismo-historias-que-
abren-caminos/

Escudilla, Delia “Violación Consentida”; Ediciones ryr, 2019, Buenos Aires

Sánchez, Sonia y Galindo, María “Ninguna Mujer Nace para Puta” , Ed. La Vaca, 2007
http://mercosursocialsolidario.org/valijapedagogica/archivos/hc/1-aportes-
teoricos/2.marcos-
teoricos/3.libros/MariaGalindoSoniaSanchez.NingunaMujerNaceParaPuta.pdf

289
DOCUMENTOS

"Fragmentos de una proclama", Suplemento las12,Diario Página 12, 13/9/2013


https://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/las12/subnotas/8303-843-2013-09-
13.html

Manifiesto “Parate en mi esquina, donde yo no estoy”, de Delia Escudilla 2016,


disponible en

https://www.facebook.com/notes/mujeres-por-la-abolici%C3%B3n-de-la-
prostituci%C3%B3n/parate-en-mi-esquina-donde-yo-no-estoy/500528883488378/

“Nota a la Universidad Nacional del Litoral”, septiembre 2015, Santa Fé. firmada por
Campaña Abolicionista “Ni una Mujer mas Victima de las Redes de Prostitución”
Nidia Kreig- Analia Sterli- Silvina Sierra; AMADH- Asociación Mujeres Argentinas
por los Derechos Humanos; Elena Moncada, victima y sobreviviente de prostitución;
Asociación Civil GENERAR; Liliana Loyola María del Carmen Carranza; Alika Kinan
víctima y sobreviviente del delito de trata con fines de explotación sexual, Instituto de
Género SAPA KIPA, Ushuaia.https://kasandrxs.org/nota-a-la-universidad-nacional-
del-litoral/

BIBLIOGRAFÍA

Berkins, Lohana y Fernández, Josefina, coordinadoras [2005] “La gesta del nombre
propio” Ediciones Madres de Plaza de Mayo, Buenos Aires, p. 54

Chejter, Silvia “Lugar Común”[2011] , Eudeba, CABA, p. 9-10

Dreizik, Matías Alfredo y Roveres, Fabricio (2013) "Trabajadoras sexuales y


agremiación: Protectores que brinda la Organización AMMAR ante los riesgos
psicosociales" en Revista "Psicología, Conocimiento y Sociedad" 3 (1), págs 64 - 92
http://www.redalyc.org/pdf/4758/475847409005.pdf

Guerra, Luciana [2017] “La mujer unidimensional: una crítica a la ideología


prostituyente del patriarcado capitalista contemporáneo” en Prostitución y Trata,
Herramientas de lucha abolicionista, Librería de Mujeres Editoras, CABA, p. 23-36

290
Irrazábal, M. Gabriela [2004]. El caso de la Asociación de Mujeres Meretrices de la
Argentina (AMMAR). II Congreso Nacional de Sociología - IV Jornadas de Sociología
de la UBA. Pre ALAS 2005. Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos
Aires.

Irrazábal, M. Gabriela [2006] Herramientas para el estudio de la prostitución femenina


[en línea]. Trabajo final de grado. Universidad Nacional de La Plata. Facultad de
Humanidades y Ciencias de la Educación. Disponible en:
http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/ tesis/te.551/te.551.pdf

Longhi, Betania y Lucio, Mayra “Prostitución y racismo : los cruces de la


discriminación” Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el
Racismo – INADI

https://www.academia.edu/33443144/Prostituci%C3%B3n_y_Racismo_Los_cruces_d
e_la_discriminaci%C3%B3n?auto=download

Leidholdt, Dorchen [2006] “Prostitución y Trata de Mujeres" en Ulloa Ziáurriz,


Teresa “Estado de Derecho y Trata de Personas para la Explotación Sexual
Comercial”, CATW, México DF, p.256 – 274

Maffía, Diana [2007] “Desafíos actuales del feminismo” en Hacia una Pedagogía
Feminista, Pañuelos en Rebeldía, Editorial América Libre y El Colectivo, Buenos
Aires, 2007, pág. 41-68

Martynowskyj, Estefanía [2018] “Prostitución y feminismo(s). Disputas por el


reconocimiento en los Encuentros Nacionales de Mujeres (Argentina, 1986-2017)”
Sexualidad, Salud y Sociedad - Revista Latinoamericana, n. 30 - dic. 2018 - pp.22-49
http://www.scielo.br/pdf/sess/n30/1984-6487-sess-30-22.pdf

Morcillo, Santiago y Varela, Cecilia [2017] ““Ninguna mujer...” El abolicionismo de la


prostitución en la Argentina” En Revista Latinoamericana Sexualidad, Salud y
Sociedad -n. 26, agosto 2017 - pp.213-235 Disponible en
http://dx.doi.org/10.1590/1984-6487.sess.2017.26.11.a

291
Phipps, Alison (2017). Sex Wars Revisited: A Rhetorical Economy of Sex Industry
Opposition. Journal of International Women's Studies, 18(4), 306-320. Available at:
http://vc.bridgew.edu/jiws/vol18/iss4/22

Raymond, Janice [2013] “Not a joice, not a job: exposing the myths about prostitution
and the global sex trade” Potomac Books, University of Nebraska Press

Sabsay, Leticia Inés [2008] "El sujeto de la performatividad: narrativas, cuerpos y


políticas en los límites del género", Instituto Universitario de la Facultad de Fiolología,
Traducción y Comunicación, Servicio de Publicaciones, Universidad de Valencia,
2009

292

También podría gustarte