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Universidad Nacional de Mar del Plata
Actas de las XIV Jornadas Nacionales de Historia de las Mujeres y IX Congreso
Iberoamericano de Estudios de Género / compilado por Lilia Vázquez Lorda. - 1a ed .
- Mar del Plata : Universidad Nacional de Mar del Plata, 2019.
Libro digital, PDF
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Hacia una genealogía del Movimiento Abolicionista en Argentina: la
escisión de AMMAR
Angeles Anchou
Durante la década de los noventa, los organismos internacionales que financian las
investigaciones sobre VIH en todo el mundo, comenzaron a promover la creación y
fortalecimiento institucional de organizaciones de “trabajadoras sexuales”. El modelo
de promoción de salud “entre pares”, había demostrado ser más efectivo al momento
de acceder a las poblaciones más vulnerables a las enfermedades de transmisión sexual
(ETS). (Irrazábal 2004: 9) En forma concomitante, ya desde 1991 comenzó un lobby
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político internacional de sectores holandeses que abogaron en esos años por un nuevo
paradigma “neoreglamentarista”. (Leidholdt en Ulloa Ziáurriz : p.256-257, 270;
Raymond: 99-100) Este modelo, a diferencia del sistema reglamentarista que
predominó a escala mundial hasta mediados del siglo XX, ya no estaría motivado por
la idea de la prostitución como “el mal necesario”, una visión sanitarista o como “algo
sucio o pecaminoso”. Se trataría de un nuevo paradigma que busca homologar la
prostitución al sistema de derechos laborales como medida para garantizar el acceso a
derechos en la práctica de la actividad, dando por sentado que con la implantación de
este sistema desaparecerían el estigma social y la clandestinidad de la prostitución. La
estrategia era, y lo es aun hoy, promover la perspectiva de que la violencia en la
prostitución está mayormente ligada al contexto social y la violencia institucional, no a
la actividad en sí.
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redes de trata de personas podían proliferar bajo la fachada legal de “asociaciones de
socorros mutuos”, como en el caso de la red judío-polaca Zwig Migdal.
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algunas promotoras también se les asignó la tarea de extraer muestras de sangre de las
personas en prostitución o de llevarlas a los centros donde se realizaba el testeo.
“El 20 de marzo del 2002 armamos AMMAR Capital. Ahí comenzamos un quiebre
muy grande con AMMAR Nacional, porque a nosotras nos interesa la mujer, y en esos
talleres que recién comentaba, comenzamos a llamar las cosas por su nombre. Por
ejemplo las compañeras decían que cuando llegan a su casa y están cansadas, y tu
marido te obliga a tener sexo… ¿qué es eso?... Entonces saltó que éramos violadas por
nuestros propios maridos, fueron muy fuertes las cosas que salieron en esos talleres.
Eso nos ayudó a fortalecernos como mujeres, y a nombrar las cosas por su nombre. A
partir de allí también empezamos a decir y a reflexionar: ¿la prostitución es un
trabajo? ¿no es un trabajo? ¿la prostitución qué es? Las compañeras decían: "yo no
quiero pararme en la esquina, quiero trabajo". Fue un proceso de fortalecimiento muy
grande. Uno de nuestros objetivos como organización, es el empoderamiento o la
sensibilización de nosotras, como mujeres, sentirnos sujetas de derechos. ¿Por qué?
Porque la prostitución a nosotras nos robó esa identidad, dejamos de ser sujetas de
derechos y pasamos a ser objetos, entonces como organización trabajamos para
revertirlo. Trabajamos mucho por la no violencia, por el fortalecimiento de nuestras
pares como sujetas de derechos. Que como mujeres tengamos la libertad de elegir, que
podamos decir no, decir sí, que elijamos hasta cómo llamarnos, cómo organizarnos y
no que nos vengan a imponer”.
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En julio de ese año, AMMAR Capital convocó a otra asamblea donde más de cien
mujeres volvieron a reclamar un trabajo para poder salir de la prostitución, y
rechazaron la identidad de “trabajadoras sexuales”, buscando resguardar su
identidad. Mimí Sifón, fundadora de AMMAR lo recordó así “Pero nosotras hicimos
una reunión en ATE [donde funcionaba la sede AMMAR Capital]. Fueron más de cien
mujeres. Y el 90% dijo que no era trabajo. De ahí nos agarramos nosotras. Porque
nosotras llamamos a una asamblea. Porque vos cuando a las mujeres, las ponés a
hablar, una por una, dicen que no es un trabajo, que quieren un trabajo. “Si sabés de
un trabajo avísame”. ¿Entendés? Porque nadie quiere estar en una situación de
prostitución. Entonces, bueno. Y vos te ponés a hablar, persona por persona, si hablás
así superficialmente dicen “bueno, sí, estoy trabajando” pero es una manera de verlo
más light lo que está haciendo. Cuando vos profundizás y te dicen todas que no es
ningún trabajo. Todas. To-das. Tanto personas chicas trans, o mujeres, ¿eh? Todas te
dicen que no es un trabajo. Nadie quiere la prostitución. Pero no tienen otro recurso
en ese momento. No saben cómo salir. O cómo conseguir … más en las situaciones de
crisis como ahora”. (Sifón)
Quedan pocas trazas de este conflicto. En los propios relatos de las protagonistas suele
pasarse por alto la paradoja de una organización que expulsó a la mayoría de las
mujeres que la conformaban, a casi todas las que la habían fundado, en el lugar que
había tenido origen y donde históricamente eran más fuertes. Margarita Peralta,
fundadora de AMMAR y referente luego de AMADH lo contaba así diez años después
“Cuando la CTA nos quiso sindicalizar, después de un proceso de mucha discusión,
unas 400 mujeres [el número de afiliadas de AMMAR Capital] consideramos que la
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prostitución no era un trabajo y en 2003 decidimos desvincularnos. Pasaron diez años
y estoy convencida de que la prostitución no es trabajo: es una violación al cuerpo de
las mujeres que están paradas en la esquina. Nos quieren poner un rótulo de
trabajadoras sexuales. Y quién defiende a las mujeres golpeadas, torturadas. En una
habitación de hotel o en un departamento privado no sabés qué loco te toca. Muchas
de nuestras compañeras terminaron muertas. No es lindo llamar trabajo a algo que te
arruina psicológica y físicamente.” (Peralta en Sandá) Graciela Collantes, también
fundadora de AMMAR y referente luego de AMADH, habla también del proceso que
significó exigir restitución de derechos en el contexto de una trayectoria de lucha: “Yo
valoro mucho el trabajo colectivo, valoro la organización. Porque en la organización
crecimos. Nos salvamos. Nos volvimos fuertes. Al margen de que nos pasen por
encima. Por eso defendemos tanto de esto. Porque nosotras nos abrimos justamente,
nosotras somos las fundadoras de AMMAR. ¿Me entendés? Somos las fundadoras de
AMMAR. Hasta el nombre elegimos. Hemos empezado en la Inspección General de
Justicia, este.. los papeles para reconocernos legalmente. Pero hoy estamos en otra.
En 2003 nos fuimos, porque no reconocemos la prostitución como trabajo, y empezar
a reclamarle... Y entendimos que este país es abolicionista. Y qué es el abolicionismo,
¿no? A donde dice que las prostitutas o las víctimas de trata o de explotación sexual,
tienen derecho. ¿Que qué? Le decía yo a la abogada y no lo podía creer... ¿Que tienen
derecho a qué? Tenés derecho a esto, tenés derecho a una vivienda... Tenés derecho...
¿Me estás cargando?, era la cosa, ¿no? de los derechos. Porque imaginate que
veníamos de un mundo… (…) Pero bueno era mi vida, era la violencia que era
sistemática muy desde muy temprana edad y uno va acumulando iba naturalizando
también entonces vos no detectás las violencias que puede hacerte un tipo adentro de
una pieza... mientras te dé la plata para vos, prioridad es la plata, dame rápido que me
quiero ir”. (Collantes en de León)
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la sede de CTA Capital hasta que fueron “echadas” por medio de abogados y
escribanos. Constataba que, “el grupo que logró imponer su postura (reconocerse como
trabajadoras y ser un sindicato)”, es decir, AMMAR Nacional o CTA, todavía en el
2004 encontraba “dificultades para lograr un amplio apoyo de todas las mujeres ya
que, durante las entrevistas, todas comentan “ser algo” antes que trabajadoras sexuales:
mujeres, mamás, abuelas, ciudadanas. Es decir, evidencia una interferencia entre la
proclamación abierta de una identidad colectiva resuelta y la mención constante a otros
tipos de identidades sociales posibles”. (Irrazábal 2004 : p. 10-11) Y, en las reflexiones
finales del estudio, Irrázabal observaba en cuanto a la forma de organización política
de AMMAR (CTA): “la relación entre las miembros de la organización es de carácter
vertical, es decir, si bien hay una organización en términos de asambleas, se percibe
que es una mera formalidad ya que todas las decisiones son consultadas a una sola
persona, que es la secretaria general a nivel nacional”. (Irrazábal 2004 : p.17) Es decir,
Elena Reynaga. Con el aval de la CTA, AMMAR Nacional quedó con todos los
recursos simbólicos, logísticos y económicos que habían sido fruto de la construcción
colectiva y se obturó la maduración política al desconocer la autonomía de AMMAR
Capital y la legitimidad de la asamblea que cuestionaba el rumbo de la organización.
Con el patrocinio de la CTA, pudieron continuar fortaleciéndose institucionalmente
con los proyectos para organizaciones de trabajadoras sexuales que les llegaba a través
de las agencias que financian la lucha contra VIH-SIDA. En contraposición, quienes
fueron destituidas o “expulsadas” por rechazar la identidad de “trabajo sexual”
siguieron organizadas para la defensa de sus derechos pero tuvieron que empezar desde
cero. Aunque AMMAR Capital finalmente terminó por ganar la disputa jurídica para
conservar la sigla, pasado algún tiempo y, debido a la divergencia profunda con los
objetivos políticos con la organización homónima, sus integrantes decidieron
cambiarla por “AMADH”, Asociación de Mujeres Argentinas por los Derechos
Humanos.
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Capital, decía: “Yo quería hacer una pequeña aclaración. Venimos a debatir sobre
prostitución/trabajo sexual. No venimos a debatir la identidad de AMMAR, no venimos
a debatir sobre la CTA. No venimos a debatir quién ganó o perdió la asamblea. Creo
que tenemos que ser bastante puntuales y no extendernos, porque sino el debate se va
a abrir e irse por las ramas. Sólo esta pequeña aclaración”. (Aravena en Berkins y
Korol : 23)
En ese mismo encuentro, Aída Bazán, una de las fundadoras de AMMAR, expulsada
en el 2003 junto a sus otras compañeras de AMMAR Capital, expresaba su rechazo al
enfoque del “trabajo sexual”: “somos la cara del hambre prostituida, y por eso no
podemos seguir calladas. No queremos más que los legisladores y las legisladoras no
miren nuestras caras cuando quieran reglamentar nuestra esclavitud para convertir en
empresarios a nuestros proxenetas” (…) “Todas y todos coinciden en algo: nos
quieren productivas, sumisas, lejos y calladas. En tanto obtienen toda la información
para legislar con cuerpos ajenos, estudiar con patrocinios de laboratorios o créditos
internacionales nuestras vaginas y armar proyectos para financiar las prácticas y
teorías con la que se nos condena” (Berkins y Korol :20) Pero mientras este tipo de
programas son exitosos en relación a las investigaciones sobre HIV-SIDA y ETS, las
propias promotoras de salud relativizan el impacto que pudiera tener en la calidad de
vida de las personas en prostitución la promoción de cuidados preventivos para evitar
el contagio. Jorgelina Sosa, la única del grupo originario de AMMAR que continuó
militando junto a Elena en AMMAR CTA muchos años más, también cuestionó el
modelo. “Eh, si funcionó la estrategia de querer transmitir, de que las compañeras
tengan que usar el preservativo y…yo te diría que un 20 % funcionó y un 80% no. Por
eso, primero estaba el hambre. A veces el correr de algunas compañeras dirigentes de
prostitutas, o trabajadoras sexuales, o putas, como se quieran llamar no son los
mismos tiempos de las compañeras que se paran en una esquina para poder
sobrevivir. (…) Y negociar el preservativo es todo un tema. A veces nos pasa con las
parejas propias, ¿no? Imaginate en la calle, digo, por la necesidad, y hoy que hay más
necesidad de antes. Es mi evaluación. Te hablo de Jorgelina en estas cuestiones de
recorrido de salud con mis compañeras”. (Sosa)
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trayectoria de lucha sin fisuras ni cuestionamientos. Quienes defienden la necesidad de
regular la prostitución como un trabajo sexual desconocen, olvidan o silencian que la
mayor parte de esa generación de mujeres y travestis que fundó AMMAR en 1995, en
el 2002 tomaron la decisión política de no referenciarse como trabajadoras sexuales y
fueron por eso obligadas a dejar la organización. Decidieron continuar organizadas
para seguir luchando contra la violencia institucional pero inauguraron otros caminos
por fuera del sindicato en busca de la restitución de sus derechos fundamentales.
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Latinoamericana de Trabajadoras Sexuales, Red TraSex, y fundadora de Ammar,
sindicato integrado en la CTA que lidera Hugo Yasky) es de un grado de
fundamentalismo que desconoce nuestra condición de víctimas cuando hacemos relato
de lo enajenante, lo traumático, las pérdidas de identidad. Qué pasa cuando frente a
ellas, en vez de una travesti abolicionista, se encuentra una víctima, cuál es su
respuesta”. (Berkins en Sandá)
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En ocasiones se elude mencionar expresamente que AMADH y AMMAR eran una
misma organización en los años noventa. AMADH queda así en un limbo, una especie
de historia paralela, en lo que puede ser sólo una mención en una nota al pie “AMADH
tiene su origen a mediados de la década de 1990”. (Martynowskyj : 30) Mientras que, a
la inversa, da como resultado afirmaciones históricamente falsas “ Las mujeres que hoy
forman Ammar CTA empezaron a reunirse a fines de 1994” (Martynowskyj :42)
Cuando le pregunté a Elena Reynaga si, además de ella, quedaba todavía alguien en la
organización de aquella época, me respondió: “Pero no, de las viejas como yo no
quedaron ya. No. Las chicas se retiraron, se fueron. Viste. Ahora las que hay son todas
chicas… escort… pendejitas les llamo yo…. (…) No. No. No son de calle.
Directamente. No son todas las que trabajan por las páginas. Por el internet. No
tienen lo que es... Cuando a mí a veces me han escuchado hablar de …”. (Reynaga
6/6/19) Entonces, hoy en AMMAR no sólo no son las mismas personas que la
constituyeron sino que hubo, además, una reconfiguración de la composición
cualitativa de sus integrantes. Jorgelina Sosa también señaló un cambio en este sentido
“Digo a mí lo que me preocupa que ahora hay una onda de trabajar mucho con las
compañeras de la tecnología, de los privados, y las compañeras de la calle están muy
solas.” (Sosa 20/5/19)
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la acción a “las trabajadoras sexuales” sin contextualizar históricamente, conduce a
subvertir el sentido político de la lucha, asumiendo que quienes manifestaban lo hacían
para “defender sus derechos de trabajadoras sexuales” mientras que quienes fueron
sujetas de la acción no reconocían la prostitución como trabajo. Además del reclamo a
no ser perseguidas por la policía también reclamaban por la restitución de sus derechos
humanos básicos: salud, educación, vivienda, trabajo digno. Dar entidad a las voces de
quienes fueron sujeto de la lucha enmarca el sentido de la acción, que estaban lejos de
entender la prostitución como un trabajo. (Sánchez en Korol y Longo) Carmen Ifrán,
que pasó 14 meses en prisión por haber participado de las manifestaciones de
AMMAR Capital, dirá luego “La manera de justificar el ejercicio de violencia contra
la mujer es sosteniendo que lo han elegido libremente. (…) Se llega por diferentes
circunstancias de la vida. ningún ser humano puede elegir el daño físico y psicológico
que produce, desde contraer enfermedades de transmisión sexual, hasta la necesidad
de utilizar drogas y/o alcohol para evadirse de las angustias emocionales que la
situación de prostitución genera. Las agresiones contra la integridad y la dignidad son
una constante”. Y explicita sus reclamos “Una ley que nos proteja y no nos condene,
sin olvidar que el objetivo máximo de nuestras organizaciones debería ser terminar
con la prostitución”. (Ifrán en Berkins y Korol: 20, 24)
Por un lado, se constata que la mayoría de las personas que articularon en aquel
entonces desde AMMAR continúan hoy organizadas y articulando juntas desde el
campo abolicionista con los grupos y organizaciones de derechos humanos que
apoyaron su lucha en los años noventa. En 1994, la propia organización AMMAR
surge al calor de la lucha conjunta con muchos otros colectivos, organismos de
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derechos humanos y referentes feministas que eran abolicionistas. La red de
contención aglutinó tanto a las feministas de la Asamblea Raquel Libermann, con
Magui Bellotti, Marta Fontenla, Sara Torres entre muchas otras; pasando por una red
de Vecinos y Vecinas por la Convivencia con Ana Chávez, por aquel entonces en el
SERPAJ, o la participación de organizaciones confesionales como la Iglesia Metodista
Evangélica, estratégicamente ubicada frente la plaza Flores con la trabajadora social
María Amelia Sosa o las monjas Oblatas con la también trabajadora social Manuela
Rodríguez Piñeres. Pero también referentes feministas como las legisladoras María
Elena Naddeo, Elena Barbagelata, María José Lubertino; o Diana Maffía, Defensora
del Pueblo CABA en el período 1998-2003. La Defensoría fue una alidada principal de
AMMAR interviniendo cada vez que había vulneración de derechos y personas en
prostitución detenidas, apoyando la batalla para la derogación de los edictos policiales
o discutiendo en la legislatura, con el ejecutivo o con la policía.
Por otro lado, la experiencia de lucha permitió a las mujeres y travestis tomar
consciencia sobre sus derechos y aprender colectivamente cómo reclamarlos. Fue la
experiencia colectiva lo que posibilitó a mujeres y travestis encontrar otras alternativas
de vida. De las siete u ocho amigas que fundaron AMMAR en 1994, sólo Elena
Reynaga (AMMAR CTA- REDTRASEX) continúa hoy sosteniendo la posición de
“trabajo sexual”, aun cuando ella haya sido una de las primeras en dedicarse a otra
actividad a través de las posibilidades que le dio la propia organización. A fines de los
noventa, a diferencia de lo que era un condicionante para casi todas, Elena ya no tenía
hijes que dependieran económicamente de ella, lo que le permitió dedicarse en
exclusiva a la consolidación de AMMAR a nivel nacional, y a la red de organizaciones
a nivel continental desde 1999 en la RedTrasex. Según Elena, ella “no dejó la
prostitución porque quisiera sino porque la competencia [de las chicas más jóvenes] la
dejó afuera y porque las compañeras decidieron que era más útil”. En contraposición,
como señaló Lohana Berkins en ocasión de aquel evento mencionado del 2006,
“cuando nosotras nos empezamos a organizar la mayoría hemos intentado abandonar
la prostitución”. (Berkins y Korol: 28) A excepción de Elena Reynaga y de Jorgelina
Sosa, que continuó militando en AMMAR varios años más, todas las otras que
conformaban el grupo de amigas originario que enfrentó a policías y proxenetas a
principios de los noventa, Lohana Berkins, Aída Bazán, Graciela Collantes, Mimí
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Sifón, Mimí la tucumana, Carmen la mendocina, Margarita Peralta continuaron
articulando acciones para ayudar a otras a salir de la prostitución y a exigir que el
Estado implemente políticas públicas abolicionistas. A saber: derogación de los
códigos que reprimen la prostitución, la persecución a proxenetas y tratantes y políticas
integrales que permitan otras alternativas de vida.
Jorgelina Sosa permaneció en AMMAR Nacional (CTA) hasta que también ella fuera
expulsada al igual que lo habían sido antes sus compañeras de AMMAR Capital. Este
hecho muestra nuevamente el escaso margen para debatir internamente las diferentes
posiciones frente a la identidad de “trabajadoras sexuales”. El mecanismo fue el mismo
que el utilizado para deslegitimar a AMMAR Capital siete años antes, a través de una
mesa de delegadas de AMMAR Nacional. En una entrevista donde, por primera vez en
doce años, habló sobre esta experiencia Jorgelina me dijo: “Tardé mucho tiempo en
darme cuenta. Perdimos mucho tiempo hablando de HIV”. El detonante formal del
pedido de renuncia había sido una supuesta incompatibilidad entre seguir en la
organización y la posibilidad de ser Secretaria de Género de la CTA Capital. Para
Jorgelina, esta era una oportunidad de seguir creciendo junto a otras compañeras en la
temática “no solamente de la mujer trabajadora en la prostitución sino de lo que nos
pasa a las mujeres. De por qué tenemos que llegar a pararnos en una esquina para
poder darle de comer a nuestros hijos. Por qué sufrimos tanta violencia”. Su
“expulsión” fue contemporánea al festejo por los 15 años de AMMAR. En uno de los
videos institucionales compilados en la página web, ya en el 2012, aparece expresando
que la mayoría de las compañeras no querían el trabajo sexual y “que AMMAR nació
para un día morir”, en el sentido de que lo deseable era que las mujeres pudieran salir
de la prostitución. Esta posición no era diferente de la de Elena Reynaga en el 2006
“AMMAR dice que nace para algún día morir, existe porque todavía hay mujeres en la
calle” (Reynaga en Berkins y Korol: 32) Sin embargo, desde la visión de Jorgelina este
proyecto colectivo en algún momento mutó: “- … después vino como … terminó todo
como muy retorcido. Porque por ahí el proyecto colectivo era que AMMAR nace para
algún día morir. Para que las compañeras tengan todas las herramientas y poder
ayudarlas y poder abrir bolsas de laburo y… Pero después estaba esta cosa de que no,
bueno, nos reconocemos como trabajadoras sexuales y nada, tenemos que funcionar
como tal. Y yo decía, ¡bueno!, pero no todas se reconocen como trabajadora sexual. Y
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yo muchas veces lo decía en AMMAR: yo, para afuera, si tengo que ir a discutir cosas
con un tomador de decisiones para mí y para las compañeras claro que la voy a
discutir desde un lugar defendiéndome y poniéndome en un lugar … [de trabajadora
sexual] ahora, para dentro mío, ¡nada! ¡Yo no quería pararme más en una esquina!
Porque yo, ya dentro de la organización, había visto un montón de cosas que me
ayudaron a hacer un click. Me ayudaron a cambiar. Yo no me quería parar más en
una esquina. No me obligués a decir algo que yo no tengo ganas de decir. ¡Por lo
menos entre nosotras! Para afuera, sí, si tengo que ir a discutir… pero para nosotras
no. Dejame ser sincera. Ese era el tema”. (Sosa)
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desconfianza, a la descalificación y/o al ostracismo obturando cualquier tipo de diálogo
al no reconocerse como interlocutores válides.
Se instala un falso debate que se reactualiza cada vez que AMMAR presenta algún
proyecto para reglamentar la prostitución en alguna de las legislaciones provinciales.
Así en el 2013, surgió un grupo de “lesbianas pro-sexo” apoyando la iniciativa de
AMMAR Córdoba. Fundamentaban su postura entendiendo que, como lesbianas,
“aprendimos en el proceso de politización de nuestra sexualidad y de nuestras vidas
que el primer paso para el empoderamiento es el nombre”. El “trabajo sexual” tenía
que ver con “la autonomía corporal y sexual” sosteniendo que “la identificación pro-
sexo, pone en escena algo de lo que se habla bastante poco en el feminismo: de sexo,
de su poder performativo, de la multiplicidad de formas de experimentar lo erótico, lo
placentero, lo sexoafectivo”. (Fragmentos de una Proclama) . Parte de una idealización
de la prostitución que desconoce la dimensión intrínsecamente alienante de una
sexualidad que por definición es siempre la de la sexualidad ajena.
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yo. El proceso de dejar de ser una máquina para ser una mujer lleva tiempo y te lleva
dolor. Y no es que nos victimizamos. Que quede bien claro. Porque reconocerse
produce dolor, y el que no lo quiera asumir, que lo desmienta. Ese proceso de dejar de
ser objeto a ser persona, o a reconocerte como una mujer con todos los derechos, es
un proceso lleno de dolor” (Collantes en Berkins y Korol: p.70)
Es este rechazo a una identidad de “trabajadoras sexuales” que sienten como impuesta
lo que funda una nueva subjetividad en una lucha colectiva como sujetas de derechos
“a una educación, a un trabajo, a la salud y a una vivienda dignas” y a otras identidades
posibles. Para Margarita Peralta, fundadora de AMMAR y referente de AMADH, a lo
que apunta la organización es “a ser reconocidas como ciudadanas plenas de derechos
y a prevenir la situación de vulnerabilidad y exclusión social que arroja a miles de
mujeres, niños y niñas a la prostitución y/o explotación sexual”. (Peralta en El Litoral)
La defensa de la noción del “consentimiento” para aducir que las actuales leyes
vigentes criminalizan el “trabajo sexual”, indirectamente apunta a instalar la falacia de
que el abolicionismo es prohibicionista, en el sentido de que buscaría penalizar a las
personas en prostitución. No sólo reproduce la postura sesgada de AMMAR CTA, que
busca erigirse como la única posición legítima para luchar contra la violencia
institucional, sino que también reproduce en forma acrítica las explicaciones de la
bibliografía anglosajona sobre el tema, mucha de la cual tiene anclaje en Estado
Unidos, que sí es prohibicionista.
Entrevistada por Roxana Sandá en el 2013 Lohana dijo “Históricamente fuimos sujetos
selectivos de la represión del Estado, por eso también observo violencia en los
discursos prosexo. Confunden el debate porque nos ponen como prohibicionistas,
como dueñas de una moral victoriana saliendo a la caza de prostitutas y de trans,
cuando somos organizaciones de derechos humanos y colectivos feministas. Creo que
si otros y otras siguen tomando la palabra por nosotras, no sé cómo la sociedad puede
desear un cuerpo que ni siquiera logra imaginar”.
Esta clave de lectura bibliografía extranjera que aboga por la “descriminalización” del
“trabajo sexual”, el paradigma suelen países como Estados Unidos donde las personas
en prostitución sí son criminalizadas, y es extrapolada de forma acrítica a casos como
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el de Argentina, con un contexto jurídico donde las personas en prostitución no pueden
ser perseguidas.
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existencia de esta mesa 80 en este Congreso es en sí misma un acontecimiento y para
muchas de nosotras, un esfuerzo militante autofinanciado.
Collantes, Graciela y B.C. por Soledad de León, 21/1/2019, Ciudad de Buenos Aires
Sánchez, Sonia en “Rostro de mujer” por Claudia Korol y Roxana Longo del 2/9/2004,
Adital http://www.rebelion.org/noticia.php?id=4066
Sifón, Mimí Teresita entrevistada por Anchou el 29/5/19, Ciudad de Buenos Aires
Sifón, Mimí Teresita en “Las Otras: Miradas en Resistencia” entrevista por Grupo
Maleza, Ciudad de Buenos Aires publicado 8/4/2018
https://www.youtube.com/watch?v=ajjnAUY3wAU
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Rodríguez Piñeres, Manuela de la Congregación de las Hermanas Oblatas,
responsables del proyecto Puerta Abierta Recreando para personas en prostitución
(1990-2003) por Anchou el 17 /6/2019 por AnchouSkype Argentina- Colombia
ARTÍCULOS PERIODÍSTICOS
Rocha, Laura "Polémica por el fin del proyecto Lusida. El programa será
descentralizado" La Nación, Cultura, 10 de diciembre de 2001
TRABAJOS TESTIMONIALES
Aravena, Eugenia “Clase abierta sobre trabajo sexual en primera persona”. Por
AMMAR Córdoba. (Asociación de Mujeres Meretrices de la Argentina) Facultad de
Derecho y Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Córdoba (UNC).
http://profesionalesdelsexo.blogspot.com/2013/03/clase-abierta-sobre-trabajo-sexual-
en.html
Sánchez, Sonia y Galindo, María “Ninguna Mujer Nace para Puta” , Ed. La Vaca, 2007
http://mercosursocialsolidario.org/valijapedagogica/archivos/hc/1-aportes-
teoricos/2.marcos-
teoricos/3.libros/MariaGalindoSoniaSanchez.NingunaMujerNaceParaPuta.pdf
289
DOCUMENTOS
https://www.facebook.com/notes/mujeres-por-la-abolici%C3%B3n-de-la-
prostituci%C3%B3n/parate-en-mi-esquina-donde-yo-no-estoy/500528883488378/
“Nota a la Universidad Nacional del Litoral”, septiembre 2015, Santa Fé. firmada por
Campaña Abolicionista “Ni una Mujer mas Victima de las Redes de Prostitución”
Nidia Kreig- Analia Sterli- Silvina Sierra; AMADH- Asociación Mujeres Argentinas
por los Derechos Humanos; Elena Moncada, victima y sobreviviente de prostitución;
Asociación Civil GENERAR; Liliana Loyola María del Carmen Carranza; Alika Kinan
víctima y sobreviviente del delito de trata con fines de explotación sexual, Instituto de
Género SAPA KIPA, Ushuaia.https://kasandrxs.org/nota-a-la-universidad-nacional-
del-litoral/
BIBLIOGRAFÍA
Berkins, Lohana y Fernández, Josefina, coordinadoras [2005] “La gesta del nombre
propio” Ediciones Madres de Plaza de Mayo, Buenos Aires, p. 54
290
Irrazábal, M. Gabriela [2004]. El caso de la Asociación de Mujeres Meretrices de la
Argentina (AMMAR). II Congreso Nacional de Sociología - IV Jornadas de Sociología
de la UBA. Pre ALAS 2005. Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos
Aires.
https://www.academia.edu/33443144/Prostituci%C3%B3n_y_Racismo_Los_cruces_d
e_la_discriminaci%C3%B3n?auto=download
Maffía, Diana [2007] “Desafíos actuales del feminismo” en Hacia una Pedagogía
Feminista, Pañuelos en Rebeldía, Editorial América Libre y El Colectivo, Buenos
Aires, 2007, pág. 41-68
291
Phipps, Alison (2017). Sex Wars Revisited: A Rhetorical Economy of Sex Industry
Opposition. Journal of International Women's Studies, 18(4), 306-320. Available at:
http://vc.bridgew.edu/jiws/vol18/iss4/22
Raymond, Janice [2013] “Not a joice, not a job: exposing the myths about prostitution
and the global sex trade” Potomac Books, University of Nebraska Press
292