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I.E.

POLITÉCNICO DEL CALLAO

ACTIVIDAD 08 “Identificamos los tipos de libros del Antiguo


III BIMESTRE
RELIGIÓN 5°: Testamento”
LEE DE PRINCIPIO A FIN ANTES DE RESPONDER
LOS GÉNEROS LITERARIOS EN LA BIBLIA.
Al igual que hay diferentes géneros cinematográficos: bélico,
suspense, científico, acción, etc, en Literatura hay distintas
maneras de contar las cosas y los acontecimientos, son los géneros
literarios. La Biblia es un libro religioso, pero también una obra
literaria; por eso es muy importante tener en cuenta el género
literario en que está escrito un pasaje para entender mejor qué es
lo que el autor quiso decir. Los géneros literarios bíblicos son las
diversas formas de expresión que se utilizan para transmitir unos
determinados contenidos de fe, y se corresponden a una intención
teológica determinada. La diversidad de los géneros y subgéneros
con que nos encontramos en cualquier literatura, también se
pueden identificar claramente en la Biblia.

El Antiguo Testamento está compuesto por libros escritos en un


largo y complicado proceso de composición en múltiples géneros y
en distintas épocas históricas del pueblo hebreo. Obviamente, no se
dan en él todos los géneros posibles, pero sí los más comunes y
característicos del mundo semita en donde se escribió, con un
predominio de lo imaginativo y lo concreto, como vemos en el
Pentateuco que son principalmente libros narrativos, pero eso no
impide que aparezcan otros géneros menores, como pueden ser la
parábola o la poesía. Por supuesto, no los tenemos todos a la vista y
completamente deslindados unos de otros, sino que nos los vamos a
encontrar mezclados en un mismo libro, y un mismo hecho puede
ser narrado con diversos géneros literarios. Un ejemplo de esto es lo que sucede con el «Oráculo profético»
de 2 Sm 7, 4-17, que está en el origen de la esperanza mesiánica de Israel y tiene un paralelo poético en Sal
89, 20-38. Con todo, la caracterización de un libro como
principalmente de un determinado género puede ser de gran
utilidad.
Una cosa distinta son las tradiciones literarias de donde proceden
los libros conocidos. Por ejemplo, en el AT se pueden
reconocer cuatro tradiciones literarias (de acuerdo con
la hipótesis documentaria): Yahvista, probablemente del reino de
Judá, y usa el término Yahveh para referirse a Dios, al que presenta
con características humanas. Elohista, probablemente del reino
de Israel, y usa el término Elohim para referirse a Dios, al que
presenta más trascendente. Sacerdotal, que se centra en
cuestiones del culto, y que incluye el relato que inicia la Biblia: la primera versión de la Creación (la segunda
versión de la Creación viene inmediatamente después y es de tradición yahvista). Deuteronómica, que nace
en un supuesto hallazgo de la Ley en tiempos del rey Josías, y se centra en el cumplimiento de la Ley.
Precisamente el libro del Deuteronomio pertenece a esta
tradición.
Al abrir la Biblia vemos que en el índice se dividen los libros en
históricos, poéticos, sapienciales y proféticos. Esta división señala
a cuatro grandes géneros, a los que habría que añadir tres más:
legislativo o legal, apocalíptico y epistolar. Dentro de estos
grandes géneros encontramos otros subgéneros que tienen
características propias; por ejemplo, dentro de la narrativa
tenemos los Evangelios, pero a su vez en los Evangelios
encontramos las Parábolas. Establecer esta división no significa
que cada uno de los libros de la Biblia tenga que coincidir
estrictamente con uno de esos géneros literarios.
Género histórico o narrativo: Son los relatos de acontecimientos
cotidianos, reales o imaginarios, escritos en forma de historia. Su
intención no es sólo contar esos acontecimientos, sino también
interpretarlos, según los criterios de sus tiempos. Su estructura se
presenta a través de ciertos sucesos que se ponen uno al lado del otro
creando una trama sucesiva con apariencia histórica. Los libros
históricos tienen un lenguaje narrativo clásico: conciso y claro, con largas
exposiciones, pero, a veces, reducido a listas de nombres. Tiene una
finalidad religiosa, destacar la presencia de Dios en la historia y transmitirnos más que una detallada
narración de los hechos históricos, las enseñanzas aleccionadoras provenientes de los mismos, que
muestran lo que hay que hacer ahora. Se encuentra este género en gran
parte de la Biblia: en el Pentateuco, en los libros históricos del AT, en los
Evangelios y Hechos de los apóstoles. Ejemplos: “Estos signos han sido
escritos para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios” (Jn
20,31) y “Partió Abrahán, como le había dicho el Señor, y Lot marchó
con él. Tenía Abrahán 75 años cuando salió de Jarán” (Gn 12,4).
Cuando se habla del género «histórico» de la Biblia, no se entiende dicha
expresión en el sentido que se le da
actualmente. Es importante señalar cómo esta historia no necesariamente
tiene por qué haber ocurrido en realidad, es decir, el nivel histórico no es lo
más importante. Lo que pretenden esos textos no es simplemente relatar
las cosas que sucedieron en otra época, pues tienen otra finalidad: pensar
en los errores que hay que evitar y en las medidas que se deben adoptar: es
una «historia profética». Desde luego a través de la obra histórica del
Antiguo Testamento nos han llegado muchas noticias del pasado, pero el
propósito del autor no era tanto narrar lo ocurrido sino más bien ofrecer un
«programa» de gobierno y de reformas personales y comunitarias. De todas
maneras, la Biblia contiene y es una «historia sagrada» en el sentido más
profundo de la palabra: es la «Historia de la Salvación», la historia de la fidelidad de Dios más allá de las
infidelidades de los hombres.

¿Hay en la Biblia «algo de historia» en el sentido que entendemos hoy de narración que nos cuenta los hechos
tal como sucedieron? Dicho de otra forma, si hay algo que no sea «inventado». En la Biblia tenemos reflejados
datos históricos que pueden ser encontrados según los métodos de la historiografía moderna. Para esto
pueden ser muy útiles una serie de ciencias auxiliares como la arqueología, la paleografía, la numismática,
etc. Ejemplo de un acontecimiento que la Biblia nos transmite y que ocurrió así en la historia: En 2 Re 18,13ss
podemos leer: «El año catorce del reinado de Ezequías, Senaquerib, rey de Asiria, atacó todas las plazas
fuertes de Judá y las conquistó. Entonces Ezequías mandó a Laquis este mensaje para el rey de
Asiria…». Según este texto, en el año 701 (catorce del reinado de Ezequías) Senaquerib ataca las principales
ciudades de Judá, entre ellas Laquis, y la conquista. Pues bien, la arqueología ha encontrado señales de
destrucción en los estratos del terreno que corresponden a esa época. Además, en el palacio real de Nínive,
residencia de Senaquerib, se encontraron una serie de murales grabados en piedra con escenas de esa batalla.

El género narrativo tiene algunos subgéneros, tales como:


“Narración didáctica”: Relatos imaginarios en su mayor parte,
de los que se pretende sacar una enseñanza. Un tipo es
la “Parábola” que pretende una enseñanza moral. Muy del gusto
semita.
“Narraciones épicas”: Historias de guerreros y conquistadores, a
modo de crónicas que son una sumatoria de datos aparentemente
sin ninguna relación entre sí.
“Sagas”: Relatos de las
peripecias de una familia (hay relatos extrabíblicos de este tipo en
Escandinavia, que precisamente sirvieron como modelos de estudio
para las sagas bíblicas). Las podemos encontrar en los ciclos patriarcales
que narran las aventuras y el desarrollo de la familia de Abrahán, Isaac
o Jacob.
“Etiología”: Relato que pretende dar razón del origen de un nombre,
una costumbre, etc. Por ejemplo, el texto de Gn 28, 17, explica el origen
del nombre del santuario de Betel; cuando Jacob despierta del sueño
afirma: «¡Qué terrible es este lugar: es nada menos que la Casa de Dios
y la puerta del cielo!». En hebreo “Casa de Dios”, se dice Bet-El.
“Fábula”: Relato donde los personajes que intervienen suelen ser
animales o plantas. Pretende transmitirnos una enseñanza moral, una
moraleja. Ejemplos extrabíblicos los tenemos con las fábulas de Esopo, de
Samaniego o Iriarte. Encontramos una fábula en Jc 9,6-15, donde unos
árboles quieren elegirse un rey; es una fábula antimonárquica.
“Refrán”: Los hay en todas las culturas. También en la semita, y algunos
han pasado a la Biblia. Encontramos uno en Jr 31,29: «Los padres
comieron las uvas verdes, y los hijos tuvieron la dentera». Sería
equivalente a nuestro «pagaron justos por pecadores». Otro refrán es el
que está en 1 S 19,24: «Hasta Saúl está con los profetas» (también aparece
en 1 S 10,12). Se interpreta de dos maneras: como que se mete con la vida
de los primeros grupos proféticos o
como que la profecía no es hereditaria y, por tanto, hasta Saúl puede
andar entre los profetas.
“Biográfico”: Acercamiento a la vida de un individuo, a menudo
contrastada con las de otros. Tenemos las biografías de Abraham,
Isaac, Jacob, José, Moisés, Saúl, David, Elías, Jesús…
“Elogio”: Alabanza a alguien o algo, enumerando en términos
elogiosos los orígenes, acciones o atributos del sujeto; exhorta al lector
a incorporar las mismas características a su propia vida. 1 Samuel 2,1-
10; Salmo 119; Salmo 19; Proverbios 8,22-36; Proverbios 31,10-31;
Cantar de los Cantares; Juan 1,1-18; 1 Corintios 13; Colosenses 1,15-20.
“Evangelio”: Informan sobre la persona de Jesús, mayoritariamente los tres años de su ministerio público,
y los cuatro dedican su tercera y última parte al juicio, la crucifixión, y la resurrección de Jesús. Varios
patrones dan unidad a los evangelios: En el centro de todo está la persona, enseñanza y obra de Jesús. En
círculos concéntricos alrededor de Jesús encontramos, en primer lugar, el grupo de seguidores conocido como
los discípulos; después el mundo religioso representado por los fariseos, los escribas y los sacerdotes; y por
último, la gente ordinaria, a veces una multitud, otras veces individuos específicos. Otro aspecto es la reacción
de la gente ante Jesús, lo que hicieron o dijeron, sus conversaciones, diálogos y altercados.
Las ligeras diferencias entre el material sumamente similar de los
evangelios es el resultado de la selección por sus autores de
materiales, comunes y no comunes, previos. El título “evangelio”
significa “buena noticia” y se tomó de la palabra griega que
designaba el mensaje de salvación en Cristo. El objetivo principal de
los autores de los evangelios es la persuasión. Su meta en constatar
e interpretar los acontecimientos de la vida de Jesús y su enseñanza
no es meramente biográfica e histórica. Los evangelistas son
creyentes en Jesús que quieren que sus lectores crean también.

Su trama narrativa
es de una serie de
episodios engarzados, más que una sola línea de acción
continua, y esta fragmentación del material es resaltada aún
más debido a la brevedad de las unidades. La variada
combinación de estos materiales refleja la variada naturaleza
de la vida de Jesús. Casi toda la serie de subgéneros
narrativos arriba indicados aparecen en los evangelios, pero
el género principal es el narrativo; y aunque la enseñanza y los discursos de Jesús reciben tanto espacio como
lo narrativo, y a pesar de que el ordenamiento del material es parcialmente temático (por ejemplo, las
parábolas juntadas en una unidad), la historia general es el marco en el que se inserta la enseñanza, y la
organización es más cronológica que otra cosa.

1. Después leer atentamente realiza un resumen de lo que has entendido


2. ¿Por qué es importante saber los tipos de textos literarios del A.T?
3. ¿Si tuvieras que escribir la Biblia nuevamente que tipo de texto usarías y por qué?
4. ¿De lo poco o mucho que hayas leído la Biblia, qué genero te gusta, específicamente qué
libro y por qué?
5. Ilustra el tema.

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