Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Figuras de la víct ima. Test imonio, víct ima y archivo en la narrat iva de Horacio Cast ellanos Moya, Ricar…
Arnau Sala Sallent
Tansparencia y opacidad. Escrit ura y memoria en "Insensat ez" de H. Cast ellanos Moya y "El mat erial h…
Emanuela Jossa
Hispanic Research Journal
Iberian and Latin American Studies
To cite this article: José Manuel González Álvarez (2019) De espejos y distorsiones: formas de
la (auto)rrepresentación en Insensatez, de Horacio Castellanos Moya, Hispanic Research Journal,
20:2, 104-118, DOI: 10.1080/14682737.2019.1603448
ABSTRACT
Insensatez (2004) by Horacio Castellanos Moya is a novel narrated in the first
person that poses a self-conscious rhetorical exercise. The narrator’s daily
encounters with violence and murder give rise to a narrative ego that is in
permanent refraction and distortion. This paper examines Castellanos’s text
via literature of the self and the field of literary theory. It focuses on the
many autofictional turns in Insensatez, which have yet to be studied with ref-
erence to post-testimony narrative. The main goal of this paper is to show
how this new fusion of autofiction and post-testimony narrative takes shape
in the novel. This formalist approach is suitable because it allows for the
intersection of memory and grief discourse. The fluctuations of narrative
voice in the text problematize the task of the witness, but they also recuper-
ate it by reprocessing victims’ pain, which is filtered through a number of
distorting elements. The paper will address three specific areas: 1) mirroring
strategies that refract the fictional self and the representation of reality; 2)
strategies that distort the fictional projection of the author; and 3) a carnival-
esque degradation which, from a rhetorical and morphological point of
view, dominates this text by Castellanos Moya.
CONTACT Jose Manuel Gonzalez Alvarez gonzalvajm@gmail.com Universidad de Alcala, Pza. San Diego, s/n,
28801, Alcala de Henares, Madrid, Espan
~a.
ß 2019 Informa UK Limited, trading as Taylor & Francis Group
HISPANIC RESEARCH JOURNAL 105
Parecen escasas las novelas latinoamericanas de la u ltima decada que hayan sido objeto
de una recepci on crıtica tan intensa y proteica como la dispensada a Insensatez (2004),
del hondure~ no-salvadore~ no Horacio Castellanos Moya (1957). Due~ no de una nutrida
obra narrativa y ensayıstica, el autor ha sido ubicado con frecuencia por la crıtica dentro
de la crisis de la identidad cultural centroamericana en el escenario de la posguerra
(Cortez 2010; Ortiz Wallner 2002) junto a los salvadore~ nos Claribel Alegrıa, Manlio
Argueta, Rafael Menjıvar Ochoa o los guatemaltecos Arturo Arias, Dante Liano y
Rodrigo Rey Rosa; este u ltimo y Castellanos Moya han sido considerados, en buena
medida, rehabilitadores del artefacto literario como herramienta para la preservaci on de
la memoria, en contraste con una tradici on narrativa marcadamente mimetica como la
centroamericana.1 Los acercamientos academicos a Insensatez han deparado, en esencia,
la asimilaci on del texto al rubro de la novela de la posmemoria (Sanchez Prado 2010), a
la estetica del cinismo (Basile 2013; Cortez 2010), a la intersecci on del trauma, la violen-
cia y la traducci on (Besse 2009; Buiza 2013), a la subversi on del modelo testimonial
(Kokotovic 2009), al paradigma de literatura transterritorial (Vila 2014), a la melancolıa
y el desencanto en la u ltima narrativa centroamericana (Grinberg Pla 2007), a la hiper-
bole y el exceso (Manzoni 2011), a la perspectiva decolonial (Venkatesh 2013), e incluso
a la novela negra (Jastrzebska 2012).2
Asumiendo la validez de estos enfoques y de casi todos sus hallazgos, mi abordaje se
decanta por inspeccionar el texto a la luz de la literatura del yo; mas en concreto, por
deslindar, desde el prisma de la teorıa literaria, las varias y distintas modulaciones auto-
ficcionales que campean en Insensatez, a un no estudiadas, y conectadas en muchos sen-
tidos con El asco: Thomas Bernhard en San Salvador (1997), del mismo autor, a la que
me referire ocasionalmente. No uso aquı el algo manido termino ‘autoficci on’ en sentido
extenso sino estricto, siguiendo a Grabe, Lang, and Meyer-Minnemann (2006) y Ana
Casas (2012), quienes apuestan por las nociones de narracion paradojica y de parodia
(Hutcheon 1988), ello en la convicci on de que es la presencia de elementos disruptivos
(metalepsis, mise en abyme, la parodia o el humor) lo que imprime a un texto el giro
autoficcional y no la mera inserci on lineal de biografemas mas o menos detectables
desde la recepci on.
1
Con todo, la tradicion narrativa centroamericana no es exclusivamente referencial. Valga invocar los nombres de
dos guatemaltecos: Rafael Arevalo Martınez (1884–1975), quien inaugura un modo de expresi on par
odica e ir
onica
que mas tarde Augusto Monterroso (1921–2003) se encargara de prolongar y exacerbar en la decada de los 1960
y ‘70. Ambos textualizaron y parodiaron los regımenes dictatoriales que desembocaron en las guerras civiles de los
~os ‘80, mientras que, en una senda estetica en cierta manera analoga, Castellanos Moya y Rey Rosa juegan a
an
cuartear un discurso, el de la memoria cultural —cuajada tras esos conflictos— que se les antoja monolıtico y
agotado. Por otro lado, en un contexto ya especıficamente salvadore~ no, Rafael Lara Martınez ha se~nalado 1996
como punto de inflexi on para una ‘nueva mimesis literaria’ desligada a priori del compromiso mas explıcito:
‘Aunque Centroamerica, y particularmente El Salvador, ha sido juzgada como una regi on en la cual predomina la
poesıa de protesta y el testimonio, la posguerra y, en particular, el an ~o de 1996 parece haber desmentido toda
prevision de los estudiosos [ … ] En efecto, en ese a~ no se publicaron al menos seis novelas sin sutura inmediata
con lo polıtico, a saber: Baile con serpientes de Horacio Castellanos Moya, Libro de los desvarıos de Carlos Castro,
Lujuria tropical de Alfonso Kijadurıas, Tierra de Ricardo Lindo, Bajo el cielo del Istmo de Armando Molina, y Amor
de jade de Walter Raudales’. (Lara Martınez 1999, 294).
2
Pese a la relativa abundancia de literatura crıtica en torno a su obra, hoy por hoy solo existe un unico —y desde
luego valioso— volumen compilatorio que ofrezca un abordaje de conjunto de la misma: Horacio Castellanos
Moya: El diablo en el espejo (ver Can ~a Jimenez y Venkatesh 2016). Por otro lado, es llamativa la propension crıtica
a analizar Insensatez en comparaci on con El material humano (2009), de Rodrigo Rey Rosa. Ası proceden, al menos,
seis de los estudios que pudimos documentar: Drews (2010), Ortiz Wallner (2012), Jastrzebska (2012), Jossa (2013),
Rivera (2015), y La Haije (2017).
106
J. M. GONZALEZ
ALVAREZ
3
El termino ‘autoderrisi on’ no es muy frecuente en espa~ nol ni en la producci
on crıtica hispanica, pero parece el mas
cen~ido a la hora de designar ciertas practicas escriturales conducentes a la autodeprecaci on de una figura autorial
(fr. autoderision; ingl. self-deprecation). Para una panoramica de las practicas cınicas y autoderrisorias en el mundo
grecolatino, me parece fundamental el artıculo de Bernat Castany (2015).
4
Habla Marianne Hirsch de un tipo de memoria vicaria e indirecta que, por ello, demanda el auxilio de lo imaginativo
desde el punto de vista inevitablemente subjetivo de los legatarios del trauma: ‘Postmemory’s connection to the past
is thus actually mediated not by recall but by imaginative investment, projection and creation’ (Hirsch 2012, 5).
5
Enmarcada en un contexto de polarizaci on ideol
ogica que la Guerra Frıa habıa alentado, la larga guerra civil en
Guatemala se extiende de 1960 a 1996, con un balance de 200.000 muertos y 45.000 desaparecidos. Se da por
concluida con el Acuerdo de Paz Firme y Duradera firmado en Oslo en 1996. Dos an ~os antes, el 23 de junio de
1994, el gobierno guatemalteco y la guerrilla llegan a un acuerdo tambien en Oslo para establecer el CEH
(Comision de Esclarecimiento Hist orico). Esta habıa de redactar un memorandum que no pretendıa hacer justicia
sino depurar las responsabilidades del conflicto belico. Tras recabar 8.000 testimonios de vıctimas y familiares,
dicho informe, de iniciativa estatal y laica, concluy o que el 93% de las muertes fue perpetrada por actos
genocidas a manos del Estado, principalmente entre 1981–83, y en especial bajo la presidencia del general Jose
Efraın Rıos Montt (1926–2018), recientemente fallecido. Montt estaba acusado de ser, entre marzo de 1982 y
agosto de 1983, el autor intelectual del asesinato de 1771 miembros de la etnia ixil. Gobierno, guerrilla y
paramilitares centraron buena parte de sus masacres en la poblaci on indıgena maya, considerada foco de la
insurgencia y —supuestamente— depositaria de las ideas filocomunistas que el regimen militar se propuso
exterminar. Esos alegatos de testimoniantes indıgenas contra las atrocidades cometidas ocupan las cuartillas que
ha de revisar y corregir el narrador de Insensatez.
HISPANIC RESEARCH JOURNAL 107
corrector de estilo de mil cien cuartillas que integraran un informe oficial en torno al
genocidio perpetrado por las fuerzas armadas de ese paıs contra la poblaci on indıgena.
En este sentido, un rasgo definitorio de la poetica moyana es precisamente la escasez
deliberada de datos factuales, si bien no faltan marcas que pueden instar a una cierta
identificaci
on autobiografica: la voz relatora, an onima, es la de un periodista sal-
vadore~no que admite haber abandonado su paıs por afirmar que contaba con un presi-
dente africano (Castellanos Moya 2005, 49), lo cual permite evocar las amenazas de
muerte por el recibidas y por su madre tras la publicaci on de El asco, que le valieron la
salida forzosa de El Salvador; esa misma voz habla de su exilio en Mexico (49) para
a~
nadir mas adelante ‘como si yo no tuviera ya suficientes problemas con los militares de
mi paıs’ (16); a ello cabe agregar que Castellanos tuvo acceso, como el narrador de la
novela, a algunos de los informes que integraron el REHMI.6
En formas que oscilan entre el desden, la frivolidad, o el sarcasmo, esta voz enuncia-
dora de Insensatez antepone su singularidad al imperativo etico de vehicular una
supuesta verdad, en este caso inasible e incluso risible, al hallarse esta en imparable dis-
oluci
on. Tales marcas orientan el texto en las coordenadas de lo postestimonial, toda
vez que, desde una cınica subjetividad, se dinamita una serie de topoi asentados en
aquellos textos de denuncia de naturaleza mas factual.7
(Re)fracciones
A este respecto, Insensatez pudiera y debiera ser encuadrada en el marbete de la
autoficci
on especular — ası designada por Colonna (2012)—por el acendrado caracter
autorreflexivo del narrador, y por el dispositivo narrativo reflectante que despliega;
reflectante lato sensu, pues esos espejos muestran de hecho una vocaci on mas refractora
que reflectora. A tales efectos, es interesante comprobar como la libreta de apuntes del
narrador se erige en la propulsora del relato, que no contiene ya un testimonio organico,
sino compuesto por esquirlas rescatadas de esa supuesta tarea del corrector que, desde
su sintaxis quebrada, dan cuenta del dolor indecible de las vıctimas. De forma oblicua,
en las antıpodas de la solemnidad apreciable en las narrativas testimoniales, el objetivo
confeso del narrador es ‘paladear con calma aquellas frases que me parecıan estupendas
6
Su nombre completo es <Guatemala. Nunca mas! Informe del proyecto interdiocesano de recuperacion de la memoria
historica. Este informe, comisionado por la Iglesia Catolica y coordinado por Carlos Marıa Beristain, se erige en el
intertexto mas destacado de la novela. Fue publicado en Guatemala el 24 de abril de 1998 y presentado en cuatro
volumenes por monsen ~or Juan Jose Gerardi, quien dos dıas despues aparecerıa brutalmente asesinado en su casa.
El propio Horacio Castellanos Moya tom o parte junto a otros intelectuales en la redaccion y revisi
on del informe,
si bien ninguno de los tres nombres mencionados se hace explıcito en el espacio novelesco. Cabe apuntar que el
autor pertenecio a las FPL (Fuerzas Populares de Liberaci on) hasta abril de 1983, fecha en que es asesinada Nelida
Anaya Montes, conocida como comandante Ana Marıa. Guatemala, nunca mas: informe del proyecto interdiocesano
recuperacion de la memoria historica. Guatemala: Tercera Prensa / Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado
de Guatemala, 1998. Consultado 25 de marzo 2019. <http://www.derechoshumanos.net/lesahumanidad/informes/
guatemala/informeREMHI-Tomo1.htm>.
7
Ası sucede en la novela, donde se arremete contra el imaginario del mundo izquierdista ligado a la recuperaci on
de la memoria hist orica: cantautores, cooperantes, poetas, a quienes tacha de ‘miopes’. Ni siquiera Rigoberta
Menchu escapa a los dardos del narrador, que reivindica en su lugar la figura de Cesar Vallejo.
108
J. M. GONZALEZ
ALVAREZ
8
Habla al respecto Sanchez Prado de ‘la impenetrabilidad de los eventos hist oricos desde la perspectiva fuertemente
autorreflexiva del narrador. Por eso, en buena parte de la novela, la unica forma en que estos pueden ser
procesados es desde la perspectiva de su forma literaria’ (Sanchez Prado 2010, 84).
9
Uno de los motores del texto es la locura, invocada en el tıtulo y en el acapite (mediante una cita de Sofocles). No
faltan trabajos que abordan el tema desde un enfoque psiquiatrico y lacaniano. Veanse Piccini (2016) y Creegan
Miller (2016).
HISPANIC RESEARCH JOURNAL 109
hıgado [ … ] tampoco pudo defenderse cuando le clave la segunda pu~ nalada por abajo
del estern on [ … ] hasta que de pronto me descubrı en el centro [ … ] sin ning un pu~nal
en mi mano’ (39).
La enajenaci on facilita una proyecci on del yo a traves de la metalepsis, pues tanto el
narrador como el paname~ no acceden en tanto personajes ficticios a otro nivel intra-
diegetico. La seducci on por el mundo del victimario y su neta teatralidad remedan,
dicho sea de paso, las veleidades megal omanas de la pieza teatral Saverio El Cruel (1936)
de Roberto Arlt, autor que, como es bien sabido, tematiza con maestrıa los efectos alien-
antes de la lectura en sus personajes hasta el punto de ser la literatura quien precede en
ocasiones a la experiencia.10 Tal vez tampoco sea difıcil percibir aquı un efecto de alien-
acion quijotesca en sentido amplio, pues se trata de un ‘corrector perturbado por leer
ese testimonio que se repetıa a lo largo del informe’ (Castellanos Moya 2005, 138). Los
desplazamientos que el narrador efect ua de la lectura a su vivencia cotidiana son
m ultiples —bien estudiados por Manzoni (2011) y Basile (2013)— pero a un hay lugar
para la menci on explıcita a la obra cervantina, cuando el protagonista imagina una
escena sexual entre Fatima (cooperante espa~ nola) y su compatriota Joseba, caracteriza-
dos como l ubricos Dulcinea e hidalgo caballero andante, respectivamente (Castellanos
Moya 2005, 82–83).
En otro momento de transfiguraci on transitoria (71–74), el corrector imagina ciertas
escenas de violencia extrema y las expande narrativamente, manifestando de nuevo su
voluntad de desdoblarse, pero advirtiendo tambien lo modesto de su proyecto literario:
‘En realidad no habıa tal novela sino las ganas de hacerla, de trastornar la tragedia, de
convertirme en alma en pena del registrador civil de un pueblo llamado Totonicapan’
(71–72). Este se niega a entregar el libro de registro de difuntos del pueblo y es decapi-
tado, muerte ante la cual la voz narradora frivoliza implacablemente: ‘Parti o longitudi-
nalmente la cabeza [ … ] como si hubiese sido un coco y estuviesen en la playa [ … ]
como si fuese un coco al que se le sacara la apetitosa carne blanca y pulposa, y no los
sesos palpitantes y sangrientos, que tambien pueden resultar apetitosos para ciertos
paladares’ (72).
Este tipo de escenas, dirıanse metaficcionales, adquiere la condici on de posimagen,
uno de los rasgos constitutivos que la crıtica ha distinguido en las narrativas postestimo-
niales: ‘Es concretamente una ilusi ptica que remite a los remanentes de una imagen
on o
en el campo visual despues de que ces o la exposici
on de la imagen inicial [ … ] lo que se
representa y lo que es representado es un proceso de b usqueda genealogica que recicla
los materiales de archivo en forma de “pos-imagenes”’ (Forne 2014, 114–15). Esas esce-
nas inventadas no actuarıan, a nuestro parecer, como elementos centrıfugos que amino-
ren el dolor leıdo en las cuartillas; antes bien, lo potencian mediante una recreaci on
oblicua del mismo, que distanciarıa del sufrimiento y en igual medida lo sublimarıa.
La profusion de posimagenes esta en la novela muy asociada al humor, entendido
este como recurso tambien oblicuo, galvanizador de una (pos)memoria que, no por ris-
ible, resulta menos da~ nina. Ası, tachando de ‘necio’ al registrador es como el yo enun-
ciador se distancia del dolor a la par que se muestra en su crudeza, en una tensi on
mostraci on-ocultacion que salpica en realidad toda la novela. Al distanciamiento
10
Para ahondar en esta cuesti on del delirio y el poder es recomendable la lectura del artıculo de Julio Prieto en
torno a dicha pieza teatral arltiana (Prieto 2010).
110
J. M. GONZALEZ
ALVAREZ
(Dis)torsiones
En este punto, la autoficci on —como se se~ nalaba al comienzo— debe concebirse no
tanto de manera teleologica cuanto disruptiva; esto es, como un giro que entra~na, en un
momento dado, la irrupci on del yo para generar un efecto o iluminar alguna zona de la
realidad representada. Si hasta este momento hemos hablado de refracciones especulares
en un plano narratol ogico, cabe hacerlo ahora en sentido literal cuando, ya en su exilio
aleman, el narrador asegura no reconocerse en el espejo del bar:
Mi atenci on estaba fija en mi rostro, que se reflejaba en el espejo, con la concentraci on
puesta en cada uno de mis rasgos, en mi expresi on, que de pronto se me hizo ajena, como
si el que estaba ahı no hubiera sido yo, como si ese rostro por un instante hubiera sido de
otro, de un desconocido, un instante en que me fui irreconocible y que me caus o el peor
de los panicos [ … ] A nadie le gusta verse en el espejo y encontrarse con otro. (147–48)
Esta distorsi
on, que desemboca en la otredad, permite enlazar con nuestro segundo
foco de interes, otro vector muy operativo: el de la autoficci
on deformadora de signo
grotesco, no explıcitamente acu~nada ni codificada por ningun estudioso (ni Colonna ni
Alberca la contemplan en sus respectivas taxonomıas); no obstante, es indudable su
operatividad en poeticas latinoamericanas contemporaneas y en textos de, por ejemplo,
Cesar Aira, Washington Cucurto, Manuel Vilas, Mario Bellatin, Fernando Iwasaki, o
Guillermo Fadanelli, entre muchos otros. Amen de estas referencias, para la regi
on cen-
troamericana que nos ocupa no conviene obviar la figura cenital de Rafael Arevalo
Martınez, destacado miembro de la ‘Generaci on del 10’ en Guatemala, que en la singular
novela La oficina de paz de Orolandia (1925) abre un novedoso camino expresivo,
exhibiendo una poetica de trazos cuasi caricaturescos y un ludismo enraizado en las
HISPANIC RESEARCH JOURNAL 111
11
Para un panorama de la narrativa centroamericana del u ltimo tercio del siglo XX, vease el enjundioso estudio del
narrador guatemalteco, crıtico y profesor universitario Arturo Arias (1998).
12
Que El asco e Insensatez forman una dilogıa es evidente por el manejo de ferulas narrativas comunes como la
diatriba, la confesion o la compulsi on iterativa; y se confirma, incluso, a traves de sugerentes paralelismos
sintacticos. La primera novela se abre con un ‘suerte que viniste, Moya, tenıa mis dudas que vinieras’ (Castellanos
2000, 91), mientras que la segunda concluye con un ‘da gracias que te fuiste’ (Castellanos 2005, 155).
112
J. M. GONZALEZ
ALVAREZ
(De)gradaciones
Un elemento omnipresente que ha sido se~
nalado para la narrativa postestimonial es la
mengua y el cuarteamiento de la voz narrativa en su condici
on otrora depositaria de
13
A este proposito es util la lectura del trabajo de Daniel Quiros sobre las concomitancias estilısticas que El asco
exhibe con la escritura de Thomas Bernhard. (Quir os 2016, 33–45).
14
Se aborda en El asco la cuesti on del doble, pues solo al final, en las
ultimas lıneas, descubrimos que Edgardo Vega
figura en su pasaporte canadiense con el nombre del escritor austrıaco, certificando esa asimilaci on y dando
sentido al tıtulo de la novela: ‘Ese de la foto era yo, Thomas Bernhard, un ciudadano canadiense nacido hace
treinta y ocho an ~os en una ciudad mugrosa llamada San Salvador’ (Castellanos 2000, 158). A prop osito de lo que
denomina ‘literatura antipatri otica’, Bernat Castany detecta en Bernhard y en Castellanos un ‘estilo cıclico y
repetitivo que forma una especie de carcel del lenguaje que posiblemente busca transmitirnos la claustrofobia
social y nacional que sufre el autor’ (Castany 2012, 16).
HISPANIC RESEARCH JOURNAL 113
una memoria legitimadora y fiable. En esa direcci on se orientan los resortes expresionis-
tas, autoficcionales y distorsionadores desgranados hasta ahora en Insensatez. Sus mati-
ces por momentos hilarantes no debieran llevar a enga~ no, por cuanto no se trata de
fuegos de artificio que banalicen el dolor o la memoria de las vıctimas del genocidio,
sino el cauce formal que canaliza la angustia creciente del narrador ante un mundo
descoyuntado. En estas coordenadas de corrosi on de la realidad representada se ubica la
estetica del cinismo, sin duda una piedra miliar en el grueso del proyecto narrativo de
Horacio Castellanos Moya.
En Crıtica de la razon cınica, Peter Sloterdijk cifra lo que llama ‘quinismo’ en la suma
de dos factores cruciales como el desenmascaramiento y el exhibicionismo: ‘Al quınico,
hablando literalmente, le corresponde la especialidad c omica, no la tragica, la satırica,
no el mito serio’ (Sloterdijk 2003, 270). Y, en efecto, en tal direcci on, la de lo caustico,
obran los resortes satıricos exhibidos por el autor, con el fin de dejar al desnudo las
incongruencias de lo ‘mal llamado’ congruente. Recordemos que este es un sintagma
repetido a lo largo de la novela con tal objetivo, como bien aprecia Teresa Basile (2013)
quien, en un perspicaz trabajo, ha desgranado las lıneas centrales de una estetica del
cinismo que da soporte a un sector relevante de la narrativa de Castellanos Moya. En
particular, Basile remarca la importancia del animal en el ‘quinismo’ (k uno, ‘perro’ en el
origen del termino) como elemento incisivo o vigoroso, y algo de ello se deslizaba ya
cuando, al inicio de nuestra novela, el narrador confiesa que ‘empezaba a pasearme
como un animal enjaulado en esa oficina’ (Castellanos Moya 2005, 16). En Insensatez,
no obstante, aflora con mas frecuencia otra faz que nos interesa subrayar aquı: la del
recurso a la animalizaci on como instrumento ferozmente desvalorizador a lo largo y
ancho del texto. Ası, se nos dice que ‘de pronto hubiera podido aparecer el rostro de
culebra venenosa del general Octavio Perez Mena’ (136); mientras que al protagonista le
endosan ‘una tras otra canci on de la tan cacareada Nueva Trova Cubana, entonadas por
un primate de rizos colgantes’ (53); y ni siquiera su muy apreciado compadre Toto
escapa a la irrision, al figurar ‘pelando su dentadura equina bajo el bigote a lo Pancho
Villa’ (24).
En su artıculo netamente esclarecedor de la poetica moyana, Celina Manzoni (2011)
discierne con acierto el uso de la diatriba, forma de discurso moral sustentado en la
injuria y la imprecaci on, que remitirıa al cinismo raigal de Di ogenes: ‘El uso hiperb olico
de la diatriba desata una desconfianza en los individuos pero sobre todo en las institu-
ciones, todas las instituciones, aun aquellas que tradicionalmente parecen instaladas en
el ilusorio espacio del bien absoluto’ (Manzoni 2011, 332). Este descreimiento que des-
tila la voz enunciadora vuelca buena parte de su carga imprecatoria en el procedimiento
morfol ogico de la sufijaci
on despectiva o diminutiva, con claro efecto ir onico-deforma-
dor, que ya campeaba explıcitamente en El asco, pero ante todo carnavalizador, en el
sentido bajtiniano de degradaci on, trivializaci
on, e inversion de las jerarquıas (Bajtın
2005, 40–42). Ejemplo de ello es la imagen del responsable del edificio donde trabaja el
protagonista: un ‘chiquitın con gafas y bigotito mexicano’ que tenıa fotos con Bill
Clinton y Juan Pablo II, y del cual mas adelante sabremos que se llama Mynor, ensa~ nan-
dose el narrador con su baja estatura (Castellanos Moya 2005, 21). Otro tanto sucede
con el ataque a Polo Rosas, ‘un escritorzuelo’ colaborador en un ‘periodicucho llamado
Siglo XX’, y del cual recordaba solo ‘la calva con unos mechones canosos en su
114
J. M. GONZALEZ
ALVAREZ
circunferencia [ … un] viejito calvo y enfermo de la pr ostata’ (62–64). Pilar, la cooper-
ante espa~ nola (toledana) a la que intenta seducir sin exito, aparece como la ‘Pilarica’ —
gui~no a la Virgen de Zaragoza y a la castidad de ese personaje; ‘hija de un medico militar
franquista convertida en salvadora de indıgenas’ (47); y ataviada, ademas, con ‘un
pijama que en verdad era un traje de astronauta, solo faltaba la escafandra’ (57). En la
reunion de cumplea~ nos con Silverman, el narrador solo distingue ‘cabecitas de alcorno-
que’ (123); unas veces intenta eludir los ‘horripilantes versos de poetastros izquierdistas’
(44) y otras es inevitable escuchar ‘la m usica triste y llorona de la marimba, instrumento
que solo puede ser idolatrado por un pueblo triste y llor on’ (25). En el bar con Fatima y
Pilar, los parroquianos son unos ‘panzones ridıculos en sus pantaloncitos cortos’ (78)
que contemplan extasiados un partido de la selecci on mexicana de f utbol, vista como el
‘vecino gigant on y ratero’ (80).
La morfologıa es agitada curiosamente para dar cuenta de un mundo informe y en
imparable descomposici on cuyo narrador no cede un apice ni ante las cuestiones mas
sangrantes. En otros casos el diminutivo sirve a un prop osito cruelmente ir onico: ası, la
mujer violada resulta ser un ‘bomboncito sobre el que se revolcaron con la mayor cruel-
dad’ (108), mientras Rigoberta Mench u no serıa para el narrador sino ‘una indıgena gor-
dita rodeada de reyes, prıncipes, marqueses, condes como en un cuento de hadas’ (90).
La misma funci on degradatoria reviste el recurso morfol ogico de la composici on: de
Joseba sabemos pronto que es un ‘bocafloja’, mientras que el rubio paname~ no que le
niega el pago es considerado por el narrador un ‘comemierda’ (39).
Linda Hutcheon ha subrayado el potencial de la parodia para zaherir modelos que,
por agotados, se han mecanizado, concibiendo este potencial como ‘the result of a
conflict between realistic motivation which has become weak and has been made obvi-
ous. The consequence is the unmasking of the system or of the creative process whose
function has given way to mechanical convention’ (Hutcheon 1991, 24). A esta
funcion desenmascaradora de un sistema debilitado ayudan, asimismo, las alusiones
cinematograficas rastreables en el texto. Hacia la mitad del mismo sabemos que ‘este
monse~ nor descendiente de italianos bien podıa interpretar el papel de Marlon Brando
en El padrino’ (67). En un cumplea~ nos uno de los invitados es un ‘rapado a lo Yul
Brynner’, mientras que fısicamente Pilar ‘no era Demi Moore, debo aclarar, pero lucıa
entera’ (45). Por su parte, un exrevolucionario reconfortado ahora en el sistema es car-
acterizado como ‘Chucky, el Mu~ neco Asesino, un chaparro fornido lo mas parecido a
un bull dog de ojos claros (64), donde confluyen imaginario cinematografico y
animalizaci on.
En sintonıa con esto, por la novela desfilan otras figuras de la cultura de masas (polı-
tica, cine): Bill Clinton, Juan Pablo II, la familia real espa~ nola, o la revista <Hola! sirven
como plataforma sobre la que operar cierta deformaci on parodica de los personajes, no
ociosa, por cuanto supone atribuir un rango de espectacularidad mediatica a unas activi-
dades desarrolladas en el contexto bien disımil de los derechos humanos.
Dentro de este proceso de desustanciaci on o de descenso a lo bajo que se ha se~ nalado
como rasgo esencial del cinismo, cabe apuntar el de la tipificaci on o reducci on al ester-
eotipo, proximo a la expresi on satırica: ası, conocemos que el chiquitın luce ‘un bigote
mexicano a lo Pancho Villa’; o que monse~ nor, de origen italiano, tiene el ‘porte propio
de los padrinos de la Cosa Nostra’ (67); igualmente, cuando se destaca la condici on de
HISPANIC RESEARCH JOURNAL 115
Reconocimientos
This work was supported by the University of Alcala through a research grant awarded
by the ‘Giner de los Rıos’ program for visiting researchers from European universities
15
La proliferacion de dichos recursos estilısticos en esta novela postestimonial permite entrever, salvando las
distancias, el asomo de un testimonio fundacional como tel on de fondo: la Brevısima relacion de la destruccion de
las Indias (1552) de Bartolome de las Casas donde, en similar medida, se palpa una recreaci on en el lexico
escabroso, asociada a una oscura fascinaci
on por aquello que al mismo tiempo se repudia y combate.
116
J. M. GONZALEZ
ALVAREZ
usula de divulgacio
Cla n
El autor no declara ning
un conflicto de intereses potencial.
Bibliografıa
Abreu Mendoza, C. 2016. ‘Horacio Castellanos Moya y la pesadilla del retorno’. En Horacio
Castellanos Moya: El diablo en el espejo, ed. de M. del Carmen Ca~ na Jimenez y V.
Venkatesh, 165–82. Valencia: Albatros.
Alberca, M. 2007. El pacto ambiguo: de la novela autobiografica a la autoficcion. Madrid:
Biblioteca Nueva.
Arias, A. 1998. Gestos ceremoniales: narrativa centroamericana 1960–1990. Guatemala City:
Artemis & Edinter.
Bajtın, M. 2005. [1933]. La cultura popular en la edad media y en el renacimiento: el contexto
de François Rabelais. Trad. de J. Forcat y C. Conroy. Madrid: Alianza.
Basile, T. 2013. ‘Los saberes de Ismene: violencia, melancolıa y cinismo en Insensatez de
Horacio Castellanos Moya’. Ponencia leıda en el Congreso Internacional ‘Ironıa y violencia
en la cultura latinoamericana’, Radboud Universiteit Nijmegen, 24–26 de octubre.
Besse, N. 2009. ‘Violencia y escritura en Insensatez de Horacio Castellanos Moya’. Especulo:
Revista de estudios literarios 41. Consultado el 11 de febrero de 2019. https://pendientedemi-
gracion.ucm.es/info/especulo/numero41/insensa.html
Buiza, N. 2013. ‘Trauma and the Poetics of Affect in Horacio Castellanos Moya’s Insensatez.’
Revista de Estudios Hispanicos 47 (1): 151–72. doi:10.1353/rvs.2013.0003.
Ca~
na Jimenez, M. del Carmen y V. Venkatesh, eds. 2016. Horacio Castellanos Moya: el diablo
en el espejo. Valencia: Albatros.
Casas, A., ed. 2012. La autoficcion: reflexiones teoricas. Madrid: Arco/Libros.
Castany Prado, B. 2012. ‘Literatura antipatriotica.’ Quimera 348: 12–19.
Castany Prado, B. 2015. ‘La autoderrisi on en la obra de Fernando Iwasaki’. Pasavento. Revista
de Estudios Hispanicos. 6: 371–92.
Castellanos Moya, H. 2000. El asco: tres relatos violentos. Barcelona: Casiopea.
HISPANIC RESEARCH JOURNAL 117
culturales y esteticas: un simposio transareal, ed. de O. Ette, et al., 281–93. Berlın: Verlag
Walter Frey.
Piccini, M. 2016. ‘The Excess of Life and Death in Roberto Bola~ no’s 2666 and Horacio
Castellanos Moyas Senselessness.’ Text 35. Consultado el 27 de febrero de 2019. http://www.
textjournal.com.au/speciss/issue35/Piccini.pdf
Pozuelo Yvancos, J. M. 2012. ‘Figuracion del Yo frente a autoficcion’. En La autoficcion: reflex-
iones teoricas, ed. de A. Casas, 151–73. Madrid: Arco/Libros.
Premat, J. 2009. Heroes sin atributos: figuras de autor en la literatura argentina. Buenos Aires:
Fondo de Cultura Economica.
Prieto, J. 2010. ‘Los dos saverios: delirio, poder y especteculo en Roberto Arlt.’ Iberoamericana.
America Latina. Espa~ na. Portugal 38: 49–68. Consultado el 27 de febrero de 2019. http://
www.iai.spkberlin.de/fileadmin/dokumentenbibliothek/Iberoamericana/38-2010/38_Prieto.pdf
Quir os, D. 2016. ‘Este no es un paıs de escritores’. En Horacio Castellanos Moya: el diablo en
el espejo, ed. de M. del Carmen Ca~ na Jimenez, y V. Venkatesh, 33–45. Valencia: Albatros.
Rivera, R. 2015. ‘La representaci on del espacio en las novelas Insensatez y El material humano.’
Revista Pensamiento Actual 24: 105–16. Consultado el 27 de febrero de 2019. http://revistas.
ucr.ac.cr/index.php/pensamiento-actual/article/view/19777/20954
Sanchez Prado, I. 2010. ‘La ficcion y el momento de peligro: Insensatez de Horacio Castellanos
Moya.’ Cuaderno internacional de estudios humanısticos y literatura 14: 79–86.
Sloterdijk, P. 2003. Crıtica de la razon cınica. Trad. de M. A. Vega Cernuda. Madrid: Siruela.
Venkatesh, V. 2013. ‘“Yo no estoy completo de la mente”: Ethics and Madness in Horacio
Castellanos Moya’s Insensatez.’ Symposium: A Quarterly Journal in Modern Literatures 67
(4): 219–30. Consultado el 27 de febrero de 2019. https://www.tandfonline.com/doi/abs/10.
1080/00397709.2013.848704
Vila, M. D P. 2014. ‘Las ilusiones perdidas: narrar la violencia. Acercamientos a la obra de
Horacio Castellanos Moya.’ Revista Iberoamericana 247: 553–70.