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ISSN: 1548-5633
140 Letras Hispanas Volume 12, 2016
¿Cómo narrar el daño extremo que otros la ha llamado precisamente la crítica). En este
nos han infligido no sólo como individuos sentido, resulta sintomático que quienes se
sino como miembros de un determinado han acercado a estas obras lo hayan hecho so-
colectivo, hiriendo así a toda una comunidad? bre todo desde los “memory studies” y, más
¿Cómo expresar con palabras la persecución, concretamente, aplicando la noción de “pos-
el secuestro, la tortura, la certeza de la muerte? memoria” desarrollada por Marianne Hirsch
Ante la incomprensión de lo real, la ficción ha en varios de sus trabajos, hoy ya clásicos.1 Se
sido a menudo lo único capaz de hacer “más han cumplido, en consecuencia, los pronósti-
creíble el ultraje” (Vásquez 92), como no se cos de la propia Hirsch, quien más de una vez
han cansado de reivindicar algunos super- había intuido la pertinencia de este concepto
vivientes del inefable horror de la Shoah. El en terrenos distintos del Holocausto: la idea
problema de la transmisión de la verdad, de de “posmemoria” podría resultar operativa—
la memoria que comunica esa verdad, está, aventura—en las narrativas surgidas después
efectivamente, en el centro de muchas de las de Vietnam, las del esclavismo americano, las
producciones de autores como Jorge Sem- del apartheid en Sudáfrica o, también, las de
prún o Imre Kertész. Y permanece en otros la guerra sucia en Argentina (“The Genera-
testimonios, que, más allá de los límites del tion of Postmemory” 103).2
Holocausto—en aquellos contextos en los Se recordará que en la definición de
que el mal organizado también ha puesto su Hirsch, la posmemoria,
maquinaria al servicio de la eliminación del
“otro”—exploran los límites del lenguaje al characterizes the experience of those
referir, y tratar de expresar, el padecimiento. who grow up dominated by narra-
tives that preceded their birth, whose
Uno de esos otros ámbitos es la literatu-
own belated stories are evacuated by
ra de la “posmemoria” argentina, cuyas ma- the stories of the previous generation
nifestaciones han cobrado especial relevancia shaped by traumatic events that can
en la última década a través de los descen- be neither understood nor recreated.
dientes de las víctimas directas del terroris- (Family Frames 22)
mo de estado. Niños durante las dictaduras
militares, Laura Alcoba, Félix Bruzzone, Ma- Sus autores pertenecen, pues, a la “segunda
riana Eva Perez, Patricio Pron o Raquel Ro- generación” (son los descendientes de los su-
bles, entre otros, han novelado con ahínco la pervivientes del Holocausto), en cuyos relatos
represión de la que fueron objeto sus padres transmiten una memoria “mediada” sobre
—o muchos miembros de la generación de acontecimientos que no han vivido en primera
sus padres—y el impacto que ésta tuvo en la persona—y que, con frecuencia les han llegado
vida de su progenie (literatura de los “hijos,” en forma de cuentos, mitos o pesadillas—pero
Ana Casas 141
que les ha sido legada por sus padres junto con en el exilio, y cuyo padre permanecería encar-
el trauma de la violencia y el exterminio. Esta celado en Argentina hasta poco antes de que
memoria del daño que se transmite de una ge- llegara la democracia. Por su parte, la posición
neración a otra y que, sin embargo, afecta de ideológica de Alcoba—escéptica y desencan-
manera determinante a aquellos que no su- tada, a la vez que comprensiva—es distinta de
frieron directamente los hechos explica, para la de Robles—más militante—pero también
Hirsch (“The Generation of Postmemory” de la de Félix Bruzzone, que, aun siendo hijo
106), que la posmemoria esté llena de vacíos, de desaparecidos, se muestra crítico con la
de agujeros imposibles de llenar como conse- ideología de sus padres y muy beligerante con
cuencia de la experiencia traumática, presen- asociaciones como la de H.I.J.O.S., a las que
tando, así, una oscilación entre continuidad y acusa de institucionalizar la memoria. Tam-
ruptura del recuerdo. bién resulta singular la experiencia de alguien
No obstante, se trata de una noción que, como Patricio Pron, hijo de militantes de la
a la vez que se ha aplicado con asiduidad a las agrupación Guardia de Hierro, que, a diferen-
narrativas de la generación de los “hijos” en cia de los Montoneros, se disolvieron antes del
Argentina, también ha sido rebatida en deter- golpe de estado y no participaron en la lucha
minadas ocasiones. Así, Beatriz Sarlo, quien armada, sobreviviendo a la dictadura, aunque
dedica un capítulo entero de su libro Tiempo desde un angustioso exilio interior.
pasado (2005) a la discusión, no duda en re- Las narraciones de todos ellos ponen de
chazar la supuesta especificidad de la pos- manifiesto una gran diversidad de propuestas y
memoria en tanto que mecanismo de trans- perspectivas,5 además de obligarnos a repensar
misión, al afirmar que todo discurso sobre los términos de la transmisión intergeneracio-
el pasado resulta lacunar y fragmentario, del nal que caracteriza la noción de posmemoria.
mismo modo que toda memoria es mediada, Cabe concluir con Sarlo que:
al ser muy pocos “los hechos del pasado que las
operaciones de una memoria directa de la ex- no hay [...] una ‘posmemoria’ sino for-
periencia pueden reconstruir” (127). La única mas de la memoria que no pueden ser
característica particular que Sarlo concede a la atribuidas directamente a una división
posmemoria—noción que, por otra parte, no sencilla entre memoria de quienes vi-
le parece trasladable a contextos que no sean el vieron los hechos y memoria de quie-
del Holocausto—es la “fuerte subjetividad” de nes son sus hijos. (157)
sus manifestaciones. En el terreno de las narra-
tivas de los “hijos,” dentro de la cultura argenti- La cuestión generacional ha ocupado
na, advierte también de la extrema diversidad también parte de la reflexión de Ilse Logie y
del panorama, en función de la clase social de Bieke Willem (2015), para quienes la separa-
los implicados (obreros, capas medias, intelec- ción entre los testigos directos y los indirectos
tuales) y, sobre todo, en función de si la familia no siempre es categórica:
acogió la militancia y trató de preservar la me-
moria, o, si en cambio, olvidó a los desapareci- si bien es verdad—señalan las inves-
dos. Difieren los relatos sobre la represión de tigadoras—que los lazos de filiación
Raquel Robles y Mariana Eva Perez, 3 hijas de se interrumpieron siendo muchos de
ellos [los hijos] pequeños, a menudo
montoneros asesinados pero arropadas por
tienen recuerdos propios del episodio
sus familias en el recuerdo de lo sucedido y dictatorial, sea por haber presenciado
educadas en entornos ideologizados,4 de los el secuestro de sus padres, sea por ha-
de Laura Alcoba, quien a los diez años se re- ber sido víctimas potenciales ellos mis-
unió con su madre en Francia, donde ésta se mos cuando fueron llevados a centros
había refugiado, viviendo a partir de entonces de detención clandestinos. (3-4)
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Se alinean así con otras voces como la de as equally constructed, equally medi-
Ángela Urondo Raboy, quien, en su libro tes- ated by the processes of narration and
timonial ¿Vos quién te creés que sos? (2012), imagination. (“Family Pictures” 8-9)
reclama el papel de los hijos como víctimas
de primer grado. Secuestrada en Mendoza, La “fuerte subjetividad” que observaba Sar-
junto con su madre, cuando apenas tenía un lo (“deep personal connection” para Hirsch)
año de edad, durante la operación militar que viene a unirse a la evidencia de los mecanis-
le costó la vida a su padre—el conocido poeta mos de construcción inherentes a toda me-
Francisco Urondo—y más tarde devuelta a su moria—ahora puestos de manifiesto—a tra-
familia materna, la autora afirma que: vés de procesos narrativos y, muy importante,
a través de procesos imaginativos. Ello impli-
Somos la última generación afectada ca, por un lado, la expresión de lo íntimo—la
directamente por la represión de la experiencia individual, subjetiva—antes que
dictadura, no solamente los huerfani- la elaboración de un testimonio vinculado a
tos, hijos de la generación desapareci- lo colectivo, y, por el otro, la presencia de ele-
da. En muchos casos, somos o fuimos mentos ficcionales que contaminan de mane-
los desaparecidos mismos. Los desa- ra sostenida lo referencial (Logie 77).
parecidos más jóvenes, los nacidos en De este modo, dar cauce a la experien-
cautiverio. Los niños hechos prisione-
cia privada—combinando temáticas y formas
ros, botín de guerra, torturados para
que nuestros padres cantaran. (261) codificadas de las escrituras del yo, como el
relato de infancia y de la historia familiar, o
Para añadir a continuación: del duelo por la pérdida de un ser querido—
evocando a la vez—o transparentando—valo-
Fuimos baleados. Vimos cómo acri- res éticos fruto de vivencias compartidas por
billaban a papá o violaban a mamá. los miembros de una comunidad, coincide
Además, perdimos a nuestros her- con el uso de estrategias de textualización
manos, perdimos las identidades. del yo que transgreden códigos previamente
Fuimos separados de todo lo que co- evocados y que, en consecuencia, generan
nocíamos, nos lavaron la memoria. narraciones paradójicas como las que la auto-
Perdimos todo, desde los juguetes
ficción promueve (Casas 174). A este respecto
hasta el nombre. (261)6
Ilse Logie advierte cómo
testimonio. El diálogo intertextual que plantea de apenas seis años, cuyos padres han sido se-
Diario de una princesa montonera—la “nove- cuestrados por los militares,13 y que, mientras
la” de su vida está plagada de héroes y villanos, espera a que éstos regresen, trata de seguir al
príncipes y princesas, hadas buenas y brujas pie de la letra el credo montonero. Algo que
malvadas—o la perspectiva y voz infantiles no siempre resulta fácil, como rehuir ciertas
que adoptan las narradoras de La casa de los tentaciones pequeñoburguesas, cuando, ves-
conejos (2008) y El azul de las abejas, de Laura tida con ropa de croché hecha por su abuela
Alcoba, o la de Pequeños combatientes (2013), o con vestidos donados por la Embajada de la
de Raquel Robles, expresan con intensidad, República Democrática Alemana, se confiesa a
desde el ángulo de la ficción, la traumática sí misma lo siguiente:
experiencia de la “niñez arrebatada” de sus
autoras (Blejmar n. pág.). En Los pasajeros Yo quería ser fuerte y no interesarme
del Anna C., la reconstrucción de la historia por la moda o por otras cosas super-
ficiales impuestas por el mundo capi-
de los padres de Alcoba, durante los dos años
talista para convertirnos en consumi-
que éstos, siendo apenas unos adolescentes, dores, pero las pocas veces que había
pasaron en Cuba preparándose para la lucha sido una más entre mis compañeritos
armada, muestra también los mecanismos de me había sentido tan bien que no podía
construcción del relato, que oscila entre la ilu- evitar querer repetirlo. (Robles 89)
sión novelesca—cuando la narradora adopta
la perspectiva de los personajes, narrando sus En el Diario de una princesa montone-
palabras y pensamientos, y llegando incluso a ra—110% Verdad, el humor tiene ribetes más
emplear el estilo indirecto libre—y la ruptura ácidos, apuntando no tanto a la ideología de
de la transparencia del relato en los momentos los padres como al discurso institucional sobre
en que interrumpe la historia para permitir que la memoria. El empleo de un cierto tipo de lé-
surja la voz de la autora12 cuestionando algún xico, cuya deformación persigue fines satíricos
dato o reflexionando sobre “la fragilidad del (“hijis” “militoncia,” “temita,” “el Proyecto Re
recuerdo” (Imperatore 43). También en El espí- Importante”), colabora con el tono irreverente
ritu de mis padres, de Patricio Pron, los vacíos, de muchas de las afirmaciones del texto:
los huecos imposibles de llenar en la narración,
aparecen textualizados—se sustraen capítulos y Así somos los hijis—dice la narradora
la novela se muestra fragmentaria, incompleta a propósito de los hijos de desapareci-
en algunos de los hilos de las diversas tramas—a dos—fans del pasado. Nos gustan los
lo que hay que unir la presencia de un narrador mercados de pulgas y los remates y
venimos sosteniendo la industria del
poco fidedigno, que, tal vez como mecanismo
mosaico calcáreo desde fines de los
psicológico de defensa, confunde datos y acon- 90. (Perez 21)14
tecimientos de su pasado, o que directamente
no es capaz de recordar lo más inmediato por En Bruzzone, por último, el humor deriva
culpa de las drogas que le prescribe su médico. en lo grotesco y delirante, restando verosi-
El humor es otra importante estrate- militud a la historia narrada, especialmente
gia al servicio de la desreferencialización. en su novela Los topos (2008), cuyo protago-
Su antidogmatismo casa con “el rechazo a nista—hijo también de desaparecidos—viaja
dimensiones consideradas inherentes al gé- de Buenos Aires a Bariloche en busca de su
nero [testimonial] como la victimización de amante, la travesti Maira, a quien cree su her-
su narrador, la omnipresencia del aspecto mano secuestrado al poco de haber nacido en
comunitario y de las consignas ideológicas” la ESMA.15 El narrador no encontrará lo que
(Logie 79). En Pequeños combatientes se gesta busca, pero sí dará, en cambio, con “el Ale-
por contraste, cuando el relato ironiza sobre mán,” un asesino de travestis y antiguo tor-
el adoctrinamiento de la narradora, una niña turador de la dictadura, con quien formará
Ana Casas 145
La unión de los hermanos en Pequeños comba- narrados bajo la perspectiva de los niños pro-
tientes es un ejemplo de cómo la familia se cons- tagonistas, ponen de manifiesto la mirada
tituye como ese espacio de protección—aun de extrañada de quienes todavía no tienen edad
manera inestable—y también, en algún caso, para entender del todo lo que sucede a su al-
de reparación, de sanación de la herida. Algo rededor y, sin embargo, adoptan las ideas y
a lo que llega el protagonista de El espíritu de las costumbres de sus mayores en contextos
mis padres, sólo que mucho tiempo después, ya de violencia y represión (ideas y costumbres
siendo adulto, cuando es capaz de ponerse en el evaluadas, por cierto, desde la mirada adulta
lugar del padre y restaurar los afectos familia- en el momento presente de la enunciación).19
res. No ocurre así, sin embargo, en otros textos, Son, como reza el título de la novela de Ro-
como Diario de una princesa montonera, en el bles, “pequeños combatientes:” tienen que
que la narradora acaba encontrando refugio aprender a callar, a simular, a ponerse a res-
precisamente fuera de la familia—su pareja, los guardo, a no delatar en un descuido ni a de-
amigos—o en Los topos, donde la propia idea de latarse. Llevan sobre sus hombros una pesada
familia es cuestionada, subvertida y parodiada a carga y apenas tienen momentos de genuina
lo largo de todo el relato. Consecuentemente, la despreocupación. Acariciar la muñeca, com-
familia es también un espacio de inseguridad, prada por la madre como premio de consola-
de dolor, de vulnerabilidad. Fracturada cuando ción por la larga ausencia, en Alcoba, o sabo-
se han producido muertes y secuestros, sobre rear un helado, en Robles, son algunos de esos
ella cae todo el rigor de la violencia de esta- brevísimos instantes, atisbos de una vida más
do incluso cuando sus miembros han logrado o menos normal. Pero el recuerdo doloroso de
sobrevivir: la experiencia de la cárcel, de la la infancia está también muy presente en otros
clandestinidad, del exilio, del insilio, compro- textos narrados no ya desde la perspectiva del
mete las vidas de los personajes, su mundo de niño, sino desde la del adulto que rememora
afectos y emociones.18 algunos episodios, como sucede en El espíritu
Una de las expresiones de esa agresión de mis padres sigue subiendo en la lluvia:
es la usurpación de la intimidad, especial-
mente durante la infancia, cuando los prota- Cuando era niño tenía órdenes de no
gonistas de estos relatos pierden a sus padres, traer a otros niños a la casa; si debía
en el caso de los hijos de los desaparecidos, o andar solo por la calle, debía hacerlo
en dirección opuesta al tráfico y pres-
cuando se les impide tener una niñez normal.
tar atención si un coche se detenía jun-
Colaboradora involuntaria de las actividades to a mí. Yo llevaba una placa al cuello
políticas de la madre, la niña de La casa de con mi nombre, mi edad, mi grupo
los conejos abraza un modo de vida en el que sanguíneo y un teléfono de contacto:
los juegos, las fantasías e incluso las rutinas si alguien intentaba meterme dentro
infantiles quedan definitivamente marcados de un coche debía arrojar esa placa al
por la experiencia de la lucha armada y sobre suelo y gritar mi nombre muchas veces
todo de la clandestinidad: y tan alto como pudiera. Tenía pro-
hibido patear las cajas de cartón que
Hoy es el día en que se limpian las ar- encontraba en la calle. No debía contar
mas. Yo trato de encontrar un pequeño nada de lo que escuchaba en mi casa.
sitio limpio en la mesa atestada de hi- (164)
sopos y cepillos empapados en aceite.
No quiero ensuciar mi rodaja de pan La “familia a la intemperie” (17), como se lee
untada con dulce de leche.(Alcoba 86) en la novela de Pron, deshechos o alterados los
vínculos entre sus miembros cuando falta lo
La representación de la niñez robada es muy más básico—la protección que los padres brin-
elocuente, en efecto, en relatos de infancia dan a sus hijos en circunstancias corrientes—
como los de Laura Alcoba y Raquel Robles: tiene una serie de efectos negativos en la vida
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8
Los libros de Laura Alcoba que se mencionan con que Montoneros concluían sus escritos es, fi-
en este trabajo fueron escritos originariamente en nalmente, “Ficción o Muerte” (211). Ver Demarchi
francés. Cuando es necesario, se mencionan las (2012).
dos fechas de edición. 15
También en este caso son muchas las coin-
9
Puede leerse en “The Straight Record: La ver- cidencias con la biografía del autor: los padres de
sión de mi padre,” <http://patriciopron.blogspot. Félix Bruzzone son desaparecidos de la dictadura.
com/p/el-espiritu-de-mis-padres-sigue.html>. El padre, Félix Roque Giménez fue infiltrado del
10
“En Almagro es verano y hay mosquitos—y Ejército Revolucionario del Pueblo en el Comando
si esto fuera un testimonio también habría cucara- de Comunicaciones 141, de Córdoba, lo que per-
chas, pero es ficción” (Perez, Diario de una princ- mitió a su célula sustraer una importante cantidad
esa montonera—110% Verdad 9). En Diario de una de armas. En consecuencia, fue un “topo,” como
Princesa por otro lado, abundan este tipo de co- en la novela lo es Maira, confidente de la policía, a
mentarios internos: “ustedes saben que mi diario cuyos miembros asesina a la menor oportunidad;
es mayormente ficción” (133). y como también lo es el narrador, que en Bariloche
11
La incorporación de la ficción en esta clase se hace pasar por una prostituta con el fin de en-
de relatos cumpliría dos objetivos: contrar al Alemán, el asesino de travestis.
16
Merece la pena consultar el capítulo “Black
por un lado, apartarse de un discurso Humour and the Children of Disappeared,” del
institucionalizado y, por tanto, previ- libro de Cecilia Sosa publicado en 2004, sobre el
sible y artísticamente agotado sobre la uso del humor por parte de las víctimas como me-
condición de víctima, y, por el otro, dio de empoderamiento—superando el estigma de
llegar a una mayor autenticidad en la la violencia legada—y también de supervivencia
representación de un yo, cuyo vínculo frente al dolor y la pérdida. En el mismo libro la
con el pasado pasa forzosamente por autora aborda el estudio del lenguaje del humor en
la imaginación, ya que ese pasado es, Los topos, completando así algunas cuestiones ana-
para quienes no lo hayan vivido, una lizadas en un artículo anterior (2013).
ficción más. (Logie 82) 17
Por eso, para Ludmer (Aquí América Latina:
12
A diferencia de La casa de los conejos y El azul Una especulación 73), “las políticas de la memoria
de las abejas, que pueden considerarse autoficcio- son políticas de los afectos y también políticas de
nes biográficas, Los pasajeros del Anna C. entra en la identidad, la filiación y la justicia.”
la categoría de autoficción intrusiva, establecida 18
No es el objeto de este trabajo—porque tras-
por Colonna en su libro de 2004. En este caso, “El cendería de largo sus límites—abordar el llamado
avatar del escritor es un recitador, un relatador o “giro afectivo” en el contexto de las (pos)memorias
un comentarista, en resumen: un ‘narrador-autor’ de la dictadura argentina. Simplifico, en conse-
al margen de la trama” (“Cuatro propuestas y tres cuencia, el significado de “afectos” y “emociones,”
deserciones (Tipologías de la autoficción)” 115). conceptos, por otra parte, tan afines como inter-
13
Sus padres, Flora Pasatir y Gastón Robles, cambiables en buena parte de la literatura crítica
fueron secuestrados en su casa de City Bell el año que se ha escrito sobre el tema. Para un deslinde
1976 mientras sus hijos—Raquel, de cinco años, y clarificador, puede consultarse el trabajo de Jo
su hermano menor, de dos—dormían en sus ca- Labany a propósito de las diversas posiciones
mas. Nunca regresaron. teóricas que se han ocupado de ambas nociones.
14
Hay una burla constante de los lemas revo- Concluye la autora que el afecto es la respuesta del
lucionarios, pero no tanto por su contenido como cuerpo a determinados estímulos, hallándose en
por su instrumentalización en el presente: así, la un nivel precognitivo y prelingüístico, mientras
promesa de Eva Perón “Volveré y seré millones” se que la emoción es consciente, involucra juicios y
transforma en “Volví y soy ficciones” (Perez, Dia- expresa actitudes morales (Aquí América Latina:
rio de una princesa montonera—110% Verdad 24); Una especulación 224). Afecto y emoción ocupan,
la frase de los montoneros “Si Evita viviera, sería en definitiva, diversos puntos de un continuum
montonera” se convierte en “¡Si Paty [la madre de que va del cuerpo a la mente, siendo distinta, aun-
Mariana Eva] viviera / sería mi enfermera [porque que próxima, la temporalidad de cada uno de ellos.
era estudiante de medicina cuando la secuestra- 19
Fernando Reati va más lejos al observar en
ron]!” (90); el grito de guerra “Perón o Muerte” esta clase de textos “la crítica de los hijos hacia la
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generación militante de sus padres por el abando- Luego se promete resucitar la revolución, porque
no sufrido” (“Culpables e inocentes, héroes y traid- “qué otra cosa podíamos hacer” (Robles, Pequeños
ores, cómplices y espectadores: representaciones combatientes 152).
de la violencia política en Argentina desde 1980
hasta el presente” 83).
20
A veces los personajes-niños encuentran al-
Obras citadas
guna figura de sustitución: en el caso de Alcoba es Alcoba, Laura. El azul de las abejas. Trad. Leop-
Diana—de apellido Teruggi, asesinada luego de los oldo Brizuela. Buenos Aires: Edhasa, 2014.
acontecimientos que se narran en La casa de los co- Impreso.
nejos—a quien la autora dedica su relato; para los —. La casa de los conejos. Trad. Leopoldo Brizuela.
niños de Pequeños combatientes lo es la compañera Buenos Aires: Edhasa, 2008. Impreso.
montonera que arriesga su vida para recuperar el —. Los pasajeros del Anna C. Trad. Leopoldo Bri-
libro Cuentos para soñar que sus padres les leían zuela. Buenos Aires: Edhasa, 2012. Impreso.
por las noches. Arfuch, Leonor. El espacio biográfico. Dilemas de
21
En “Otras fotos de mamá,” el narrador cuen- la subjetividad contemporánea. Buenos Aires:
ta cómo, cuando está triste por algún motivo, ima- Fondo de Cultura Económica, 2002. Impreso.
gina “los parques llenos de gente, el sol, las som- —. “Memoria, testimonio, autoficción. Narrati-
brillas que tapan el sol y yo llego cuando ya no hay vas de infancia en dictadura.” Kamchatka 6
lugar ni sombrilla y [...] entonces me tengo que (2015): 817-34. Red. 07 mayo 2016.
quedar solo a un costado” (Bruzzone, 76 39). Blejmar, Jordana. “Ficción o muerte: Autoficción
22
Incluso en aquellos casos, como en el de y testimonio en Diario de una princesa mon-
Bruzzone, en el que se cuestiona dicho género. tonera—110% Verdad.” Crítica Latinoameri-
23
Uno de los momentos más emocionantes del cana (2013). Red. 15 mayo 2016.
libro es el relato del sueño en el que la narradora Bruzzone, Félix. 76. Buenos Aires: Tamarisco,
reconoce el cadáver de la madre: 2007. Impreso.
—. Los topos. Buenos Aires: Mondadori, 2008. Im-
La doctora me muestra que Paty está preso.
momificada, la piel oscurecida y arru- Casas, Ana. “Desmontando al autor. Ironía, paro-
gada, algo encogida pero no dema- dia y sátira en la narrativa y el cine autofic-
siado. No le veo ningún hueso salido cionales.” Tropelías: Revista de Teoría de la
en la cara. La sientan en la camilla. Literatura y Literatura Comparada 24 (2015):
Le digo a Jota: Es hermosa. La toco, 174-90. Red. 15 mayo 2016.
con la familiaridad con la que algunos Cobas Carral, Andrea. “Narrar la ausencia: una
viejos tocan o besan a los muertos. lectura de Los topos de Félix Bruzzone y de
(Perez, Diario de una princesa monto- Diario de una princesa montonera de Mariana
nera—110% Verdad 185) Perez.” Olivar 14.20 (2013): 23-45. Red. 15
24
Cuando la narradora de Pequeños comba- mayo 2016.
tientes piensa, por primera vez, que sus padres es- Colonna, Vincent. L’autofiction & mythomanies lit-
tán muertos y se atreve a decirlo en voz alta, con- téraires. Auch: Tristam, 2004. Impreso.
cluye lo siguiente: —. “Cuatro propuestas y tres deserciones
(Tipologías de la autoficción)” [2004]. La au-
Fue horrible, pero después de un rato toficción. Reflexiones teóricas. Ed. Ana Casas.
me sentí un poco menos mal. Así son Madrid: Arco Libros, 2012. 85-122. Impreso.
los sentimientos a veces, son malos
Demarchi, Rogelio. “Hijismo y alienación.” Crítica.
pero después te hacen sentir un poco
menos pesada. Era como la verdad de cl (2012): n. pág. Red. 15 mayo 2016.
la que siempre me hablaba la amiga de Gatti, Gabriel. Surviving Forced Disappearance in
mi papá y de mi mamá. Siempre sus Argentina and Uruguay: Identity and Meaning.
verdades eran terribles, pero después New York: Palgrave McMillan, 2014. Impreso.
del frío paralítico que sentía cuando Hirsch, Marianne. Family Frames: Photography,
las escuchaba, me sentía mejor. (Ro- Narrative, and Postmemory. Harvard Univer-
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