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Letras Hispanas

Volume 12, 2016


Special Section: Intimidad y política en la literatura y el cine latinoamericanos contemporáneos
Title: Narrativas de las (pos)memorias: autoficción, subjetividad y emociones
Author: Ana Casas
E-mail: ana.casas@uah.es
Affiliation: Universidad de Alcalá; Pza. San Diego, s/n; 28801 Alcalá de Henares, Madrid, España
Abstract: The aim of this article is to analyze the links between autofiction and testimonial
narrative. To do this, I will apply the classic definition of “postmemory” (Hirsch 1992-
1993), in order to deepen certain aspects involved in autofictional texts. I will focus as well
in the conditions in which literature of damaged experience can be created or received ac-
cording to fictional patterns rather than to testimonial or autobiographical ones. The works
of our corpus belong to the postmemory narratives produced in Argentine. The authors
(Laura Alcoba, Félix Bruzzone, Mariana Eva Perez, Patricio Pron and Raquel Robles) use
the autofictional modulation to rethink both individual and collective identities under con-
flictive historical coordinates, linked to the dictatorial past. This analytical perspective will
convey these issues, most particularly, its relation with the expression of intimacy through
childhood tales and mourning experiences.
Keywords: Autofiction, Postmemory, Argentine Literature, Intimacy
Resumen: El presente artículo explora las relaciones teóricas entre la autoficción, por una parte,
y la narrativa testimonial, por la otra. Para ello, se aplicarán la noción ya clásica de “pos-
memoria” (Hirsch 1992-1993), con el objeto de ahondar en determinados aspectos invo-
lucrados en la autoficción, así como de analizar en qué condiciones la literatura sobre la
experiencia del daño, aparte de su condición de veracidad, puede ser creada o recibida
según patrones de recepción vinculados antes a la ficción que al testimonio o la autobio-
grafía. Las obras analizadas pertenecen a las narrativas de las (pos)memorias producidas en
Argentina. Sus autores (Laura Alcoba, Félix Bruzzone, Mariana Eva Perez, Patricio Pron y
Raquel Robles) utilizan la modulación autoficcional para repensar la identidad individual y
colectiva bajo coordenadas históricas conflictivas, ligadas al pasado dictatorial. La perspec-
tiva de análisis aplicada concitará estas cuestiones y, de manera muy particular, su relación
con la expresión de lo íntimo a través, principalmente, del relato de infancia y la vivencia
del duelo por la pérdida de un ser querido.
Palabras clave: autoficción, posmemoria, narrativa argentina, intimidad
Biography:Ana Casas es investigadora Ramón y Cajal de Literatura Española en la Universidad
de Alcalá. También ha sido profesora en las universidades de Neuchâtel (Suiza), Autónoma
de Barcelona y Pompeu Fabra. Ha realizado estancias de investigación en la Universidad
Nacional de San Marcos (Lima) y en el Graduate Center de la City University of New York.
Especialista en narrativa española contemporánea, es autora, entre otros, de El cuento espa-
ñol en la posguerra. Presencia del relato breve en las revistas literarias (2007), La autoficción.
Reflexiones teóricas (ed., 2012) y El yo fabulado. Nuevas aproximaciones críticas a la auto-
ficción (ed., 2014). Dirige Pasavento. Revista de Estudios Hispánicos (www.pasavento.com)
y es IP del Proyecto de investigación financiado “La autoficción hispánica (1980-2013).
Perspectivas interdisciplinarias y transmediales” (FFI2013-40918-P).

ISSN: 1548-5633
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Narrativas de las (pos)memorias: autoficción,


subjetividad y emociones

Ana Casas, Universidad de Alcalá

¿Cómo narrar el daño extremo que otros la ha llamado precisamente la crítica). En este
nos han infligido no sólo como individuos sentido, resulta sintomático que quienes se
sino como miembros de un determinado han acercado a estas obras lo hayan hecho so-
colectivo, hiriendo así a toda una comunidad? bre todo desde los “memory studies” y, más
¿Cómo expresar con palabras la persecución, concretamente, aplicando la noción de “pos-
el secuestro, la tortura, la certeza de la muerte? memoria” desarrollada por Marianne Hirsch
Ante la incomprensión de lo real, la ficción ha en varios de sus trabajos, hoy ya clásicos.1 Se
sido a menudo lo único capaz de hacer “más han cumplido, en consecuencia, los pronósti-
creíble el ultraje” (Vásquez 92), como no se cos de la propia Hirsch, quien más de una vez
han cansado de reivindicar algunos super- había intuido la pertinencia de este concepto
vivientes del inefable horror de la Shoah. El en terrenos distintos del Holocausto: la idea
problema de la transmisión de la verdad, de de “posmemoria” podría resultar operativa—
la memoria que comunica esa verdad, está, aventura—en las narrativas surgidas después
efectivamente, en el centro de muchas de las de Vietnam, las del esclavismo americano, las
producciones de autores como Jorge Sem- del apartheid en Sudáfrica o, también, las de
prún o Imre Kertész. Y permanece en otros la guerra sucia en Argentina (“The Genera-
testimonios, que, más allá de los límites del tion of Postmemory” 103).2
Holocausto—en aquellos contextos en los Se recordará que en la definición de
que el mal organizado también ha puesto su Hirsch, la posmemoria,
maquinaria al servicio de la eliminación del
“otro”—exploran los límites del lenguaje al characterizes the experience of those
referir, y tratar de expresar, el padecimiento. who grow up dominated by narra-
tives that preceded their birth, whose
Uno de esos otros ámbitos es la literatu-
own belated stories are evacuated by
ra de la “posmemoria” argentina, cuyas ma- the stories of the previous generation
nifestaciones han cobrado especial relevancia shaped by traumatic events that can
en la última década a través de los descen- be neither understood nor recreated.
dientes de las víctimas directas del terroris- (Family Frames 22)
mo de estado. Niños durante las dictaduras
militares, Laura Alcoba, Félix Bruzzone, Ma- Sus autores pertenecen, pues, a la “segunda
riana Eva Perez, Patricio Pron o Raquel Ro- generación” (son los descendientes de los su-
bles, entre otros, han novelado con ahínco la pervivientes del Holocausto), en cuyos relatos
represión de la que fueron objeto sus padres transmiten una memoria “mediada” sobre
—o muchos miembros de la generación de acontecimientos que no han vivido en primera
sus padres—y el impacto que ésta tuvo en la persona—y que, con frecuencia les han llegado
vida de su progenie (literatura de los “hijos,” en forma de cuentos, mitos o pesadillas—pero
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que les ha sido legada por sus padres junto con en el exilio, y cuyo padre permanecería encar-
el trauma de la violencia y el exterminio. Esta celado en Argentina hasta poco antes de que
memoria del daño que se transmite de una ge- llegara la democracia. Por su parte, la posición
neración a otra y que, sin embargo, afecta de ideológica de Alcoba—escéptica y desencan-
manera determinante a aquellos que no su- tada, a la vez que comprensiva—es distinta de
frieron directamente los hechos explica, para la de Robles—más militante—pero también
Hirsch (“The Generation of Postmemory” de la de Félix Bruzzone, que, aun siendo hijo
106), que la posmemoria esté llena de vacíos, de desaparecidos, se muestra crítico con la
de agujeros imposibles de llenar como conse- ideología de sus padres y muy beligerante con
cuencia de la experiencia traumática, presen- asociaciones como la de H.I.J.O.S., a las que
tando, así, una oscilación entre continuidad y acusa de institucionalizar la memoria. Tam-
ruptura del recuerdo. bién resulta singular la experiencia de alguien
No obstante, se trata de una noción que, como Patricio Pron, hijo de militantes de la
a la vez que se ha aplicado con asiduidad a las agrupación Guardia de Hierro, que, a diferen-
narrativas de la generación de los “hijos” en cia de los Montoneros, se disolvieron antes del
Argentina, también ha sido rebatida en deter- golpe de estado y no participaron en la lucha
minadas ocasiones. Así, Beatriz Sarlo, quien armada, sobreviviendo a la dictadura, aunque
dedica un capítulo entero de su libro Tiempo desde un angustioso exilio interior.
pasado (2005) a la discusión, no duda en re- Las narraciones de todos ellos ponen de
chazar la supuesta especificidad de la pos- manifiesto una gran diversidad de propuestas y
memoria en tanto que mecanismo de trans- perspectivas,5 además de obligarnos a repensar
misión, al afirmar que todo discurso sobre los términos de la transmisión intergeneracio-
el pasado resulta lacunar y fragmentario, del nal que caracteriza la noción de posmemoria.
mismo modo que toda memoria es mediada, Cabe concluir con Sarlo que:
al ser muy pocos “los hechos del pasado que las
operaciones de una memoria directa de la ex- no hay [...] una ‘posmemoria’ sino for-
periencia pueden reconstruir” (127). La única mas de la memoria que no pueden ser
característica particular que Sarlo concede a la atribuidas directamente a una división
posmemoria—noción que, por otra parte, no sencilla entre memoria de quienes vi-
le parece trasladable a contextos que no sean el vieron los hechos y memoria de quie-
del Holocausto—es la “fuerte subjetividad” de nes son sus hijos. (157)
sus manifestaciones. En el terreno de las narra-
tivas de los “hijos,” dentro de la cultura argenti- La cuestión generacional ha ocupado
na, advierte también de la extrema diversidad también parte de la reflexión de Ilse Logie y
del panorama, en función de la clase social de Bieke Willem (2015), para quienes la separa-
los implicados (obreros, capas medias, intelec- ción entre los testigos directos y los indirectos
tuales) y, sobre todo, en función de si la familia no siempre es categórica:
acogió la militancia y trató de preservar la me-
moria, o, si en cambio, olvidó a los desapareci- si bien es verdad—señalan las inves-
dos. Difieren los relatos sobre la represión de tigadoras—que los lazos de filiación
Raquel Robles y Mariana Eva Perez, 3 hijas de se interrumpieron siendo muchos de
ellos [los hijos] pequeños, a menudo
montoneros asesinados pero arropadas por
tienen recuerdos propios del episodio
sus familias en el recuerdo de lo sucedido y dictatorial, sea por haber presenciado
educadas en entornos ideologizados,4 de los el secuestro de sus padres, sea por ha-
de Laura Alcoba, quien a los diez años se re- ber sido víctimas potenciales ellos mis-
unió con su madre en Francia, donde ésta se mos cuando fueron llevados a centros
había refugiado, viviendo a partir de entonces de detención clandestinos. (3-4)
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Se alinean así con otras voces como la de as equally constructed, equally medi-
Ángela Urondo Raboy, quien, en su libro tes- ated by the processes of narration and
timonial ¿Vos quién te creés que sos? (2012), imagination. (“Family Pictures” 8-9)
reclama el papel de los hijos como víctimas
de primer grado. Secuestrada en Mendoza, La “fuerte subjetividad” que observaba Sar-
junto con su madre, cuando apenas tenía un lo (“deep personal connection” para Hirsch)
año de edad, durante la operación militar que viene a unirse a la evidencia de los mecanis-
le costó la vida a su padre—el conocido poeta mos de construcción inherentes a toda me-
Francisco Urondo—y más tarde devuelta a su moria—ahora puestos de manifiesto—a tra-
familia materna, la autora afirma que: vés de procesos narrativos y, muy importante,
a través de procesos imaginativos. Ello impli-
Somos la última generación afectada ca, por un lado, la expresión de lo íntimo—la
directamente por la represión de la experiencia individual, subjetiva—antes que
dictadura, no solamente los huerfani- la elaboración de un testimonio vinculado a
tos, hijos de la generación desapareci- lo colectivo, y, por el otro, la presencia de ele-
da. En muchos casos, somos o fuimos mentos ficcionales que contaminan de mane-
los desaparecidos mismos. Los desa- ra sostenida lo referencial (Logie 77).
parecidos más jóvenes, los nacidos en De este modo, dar cauce a la experien-
cautiverio. Los niños hechos prisione-
cia privada—combinando temáticas y formas
ros, botín de guerra, torturados para
que nuestros padres cantaran. (261) codificadas de las escrituras del yo, como el
relato de infancia y de la historia familiar, o
Para añadir a continuación: del duelo por la pérdida de un ser querido—
evocando a la vez—o transparentando—valo-
Fuimos baleados. Vimos cómo acri- res éticos fruto de vivencias compartidas por
billaban a papá o violaban a mamá. los miembros de una comunidad, coincide
Además, perdimos a nuestros her- con el uso de estrategias de textualización
manos, perdimos las identidades. del yo que transgreden códigos previamente
Fuimos separados de todo lo que co- evocados y que, en consecuencia, generan
nocíamos, nos lavaron la memoria. narraciones paradójicas como las que la auto-
Perdimos todo, desde los juguetes
ficción promueve (Casas 174). A este respecto
hasta el nombre. (261)6
Ilse Logie advierte cómo

Posmemoria(s) y autoficción en los relatos de los hijos, la autofic-


ción parece ser el único modo posible
Parece apropiado, entonces, manejar con de plasmar narrativamente las ambi-
cautela—como proponen Logie y Willem—el güedades, contradicciones y recove-
concepto de posmemoria, de cuya definición cos tanto de una memoria indirecta
y fluctuante como de una identidad
sí interesa destacar algunos aspectos, más allá
quebrada. (78)
de la transmisión del trauma a cargo de una
segunda generación o generación intermedia.7 Con frecuencia, los paratextos de las
De nuevo con las palabras de Hirsch: obras ponen de manifiesto este tipo de enun-
ciación híbrida—mitad referencial, mitad fic-
Postmemory [...] has certainly not
taken us beyond memory, but is distin-
cional—en la que no es posible discernir lo
guished from memory by generational fabulado de lo realmente acontecido. Sucede
distance and from history by deep per- con el título de Diario de una princesa mon-
sonal connection. Postmemory should tonera—110% Verdad (2012), de Mariana Eva
reflect back on memory, revealing it Perez, donde la factualidad sugerida a través
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de la palabra “Diario” aparece problematizada, Aunque los hechos narrados en este


de una parte, por la llamada intertextual a los libro son principalmente verdaderos,
cuentos de hadas y, de la otra, por ese hiperbó- algunos son producto de las necesida-
lico 110% de una Verdad mayúscula, imposible des del relato de ficción, cuyas reglas
son diferentes de las de géneros como
de fijar: como anota Cobas Carral, el Diario
el testimonio y la autobiografía; en
“desintegra cualquier ilusión de verdad al anu- este sentido me gustaría mencionar
larla por exceso y sustraer el ‘valor’ de la escri- aquí lo que dijera en cierta ocasión
tura de su filiación con lo testimonial” (37). El el escritor Antonio Muñoz Molina, a
colofón de la novela, “Ficción o Muerte,” insiste modo de recordatorio y de adverten-
en ese cuestionamiento de las fronteras entre cia: ‘Una gota de ficción tiñe todo de
discursos (ficcionales, testimoniales, autobio- ficción.’ (198)
gráficos), pues lo firma P M—como los e-mails,
cartas o notas incluidos en el libro—en alusión En este caso, el borramiento de los límites ge-
a la Princesa Montonera—alter ego de la autora néricos prosigue más allá de las páginas del
o personaje de ficción, y nombre que a menudo libro, concretamente en una entrada del blog
la narradora se da a sí misma—pero en alusión del escritor—citada en ese mismo pasaje—en
también—por qué no—a Perez Mariana. Para la que Pron transcribe los comentarios que su
los fines de la narración resulta escasamente padre hizo mientras leía la novela y que reco-
relevante donde empieza una y acaba la otra. gen lo que éste considera errores e inexacti-
De igual modo, los prólogos, epílogos, tudes con respecto a los hechos tal y como se
agradecimientos, etc., pueden encerrar ele- produjeron o tuvieron lugar.9
mentos que potencien la modulación auto- Esta insistencia en trufar de ficción his-
ficcional del relato, orientando su recepción: torias reales—con un fuerte contenido auto-
Laura Alcoba, en Los pasajeros del Anna C. biográfico—debe interpretarse no sólo como
(2012),8 da las gracias a su padre “por todos los un signo de los tiempos—una manifestación
recuerdos que tuvo a bien escribir de modo que más del “giro subjetivo” que Sarlo (22) apre-
yo pudiera encontrarme con la imaginación en cia como tendencia artística fundamental
plena selva cubana” (285), para afirmar, luego, de las últimas décadas—sino también como
que “Yo me inspiré libremente en todo aquello” la expresión de un rechazo a ciertas formas
(285); y en El azul de las abejas (2014) incluye más o menos canónicas del testimonio,10 en
una nota final en la que explica que: particular las oficializadas por los poderes
públicos y las diversas instituciones sociales o
Este libro nació de ciertos recuerdos políticas que han acabado monopolizando el
persistentes aunque muchas veces discurso de la memoria histórica.11 Los textos
confusos; de un puñado de fotografías de Alcoba, Pron o Robles tienen, en cambio,
y de una larga correspondencia de la algo que añadir a lo ya dicho. En su caso, el
que no subsiste más que una voz: las foco de interés se desplaza de los hechos a la
cartas que mi padre me envió de la
identidad de los individuos, abriendo un es-
Argentina, donde estaba preso hacía
varios años por razones políticas. (125)
pacio a otras versiones de la historia—versio-
nes ligadas, por cierto, a lo particular—que se
Todo lo que Alcoba cuenta en ambas novelas agitan contra la museificación del pasado y la
reelabora, construye, inventa acontecimien- espectacularización del drama de los desapa-
tos que, si bien tienen una base real, también recidos y sus familias.
son fruto de su imaginación. De ahí que, a nivel textual (y no sólo
Un último ejemplo, esta vez del epílogo paratextual), abunden los elementos distan-
de El espíritu de mis padres sigue subiendo en ciadores que evidencian el carácter artificial y
la lluvia (2011), de Patricio Pron, en el que el construido de toda narración, incluso en los
autor deja dicho que: relatos que tratan de ofrecer alguna clase de
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testimonio. El diálogo intertextual que plantea de apenas seis años, cuyos padres han sido se-
Diario de una princesa montonera—la “nove- cuestrados por los militares,13 y que, mientras
la” de su vida está plagada de héroes y villanos, espera a que éstos regresen, trata de seguir al
príncipes y princesas, hadas buenas y brujas pie de la letra el credo montonero. Algo que
malvadas—o la perspectiva y voz infantiles no siempre resulta fácil, como rehuir ciertas
que adoptan las narradoras de La casa de los tentaciones pequeñoburguesas, cuando, ves-
conejos (2008) y El azul de las abejas, de Laura tida con ropa de croché hecha por su abuela
Alcoba, o la de Pequeños combatientes (2013), o con vestidos donados por la Embajada de la
de Raquel Robles, expresan con intensidad, República Democrática Alemana, se confiesa a
desde el ángulo de la ficción, la traumática sí misma lo siguiente:
experiencia de la “niñez arrebatada” de sus
autoras (Blejmar n. pág.). En Los pasajeros Yo quería ser fuerte y no interesarme
del Anna C., la reconstrucción de la historia por la moda o por otras cosas super-
ficiales impuestas por el mundo capi-
de los padres de Alcoba, durante los dos años
talista para convertirnos en consumi-
que éstos, siendo apenas unos adolescentes, dores, pero las pocas veces que había
pasaron en Cuba preparándose para la lucha sido una más entre mis compañeritos
armada, muestra también los mecanismos de me había sentido tan bien que no podía
construcción del relato, que oscila entre la ilu- evitar querer repetirlo. (Robles 89)
sión novelesca—cuando la narradora adopta
la perspectiva de los personajes, narrando sus En el Diario de una princesa montone-
palabras y pensamientos, y llegando incluso a ra—110% Verdad, el humor tiene ribetes más
emplear el estilo indirecto libre—y la ruptura ácidos, apuntando no tanto a la ideología de
de la transparencia del relato en los momentos los padres como al discurso institucional sobre
en que interrumpe la historia para permitir que la memoria. El empleo de un cierto tipo de lé-
surja la voz de la autora12 cuestionando algún xico, cuya deformación persigue fines satíricos
dato o reflexionando sobre “la fragilidad del (“hijis” “militoncia,” “temita,” “el Proyecto Re
recuerdo” (Imperatore 43). También en El espí- Importante”), colabora con el tono irreverente
ritu de mis padres, de Patricio Pron, los vacíos, de muchas de las afirmaciones del texto:
los huecos imposibles de llenar en la narración,
aparecen textualizados—se sustraen capítulos y Así somos los hijis—dice la narradora
la novela se muestra fragmentaria, incompleta a propósito de los hijos de desapareci-
en algunos de los hilos de las diversas tramas—a dos—fans del pasado. Nos gustan los
lo que hay que unir la presencia de un narrador mercados de pulgas y los remates y
venimos sosteniendo la industria del
poco fidedigno, que, tal vez como mecanismo
mosaico calcáreo desde fines de los
psicológico de defensa, confunde datos y acon- 90. (Perez 21)14
tecimientos de su pasado, o que directamente
no es capaz de recordar lo más inmediato por En Bruzzone, por último, el humor deriva
culpa de las drogas que le prescribe su médico. en lo grotesco y delirante, restando verosi-
El humor es otra importante estrate- militud a la historia narrada, especialmente
gia al servicio de la desreferencialización. en su novela Los topos (2008), cuyo protago-
Su antidogmatismo casa con “el rechazo a nista—hijo también de desaparecidos—viaja
dimensiones consideradas inherentes al gé- de Buenos Aires a Bariloche en busca de su
nero [testimonial] como la victimización de amante, la travesti Maira, a quien cree su her-
su narrador, la omnipresencia del aspecto mano secuestrado al poco de haber nacido en
comunitario y de las consignas ideológicas” la ESMA.15 El narrador no encontrará lo que
(Logie 79). En Pequeños combatientes se gesta busca, pero sí dará, en cambio, con “el Ale-
por contraste, cuando el relato ironiza sobre mán,” un asesino de travestis y antiguo tor-
el adoctrinamiento de la narradora, una niña turador de la dictadura, con quien formará
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una absurda y rocambolesca familia. Su peri- artística y, al mismo tiempo, la confianza en


plo acabará convirtiéndose en una caricatura lo literario como modo de conocer el mundo,
de la búsqueda identitaria emprendida por de ofrecer explicaciones—aunque personales
colectivos como H.I.J.O.S. Pero no sólo eso. y subjetivas—a los procesos sociales y polí-
También es, como apunta Cobas Carral, el ticos que operan en nuestras realidades y en
nuestras vidas.
revés paródico de aquello que la vio-
lencia de Estado destruye: el narrador-
travestido-topo conviviente enamorado Sujeto(s) y emociones
del Alemán-padre-torturador, ficción
familiar imaginada para llenar el vacío
de la filiación. (33)16 Las narrativas de las (pos)memorias po-
nen, pues, el acento en lo individual antes que
Como puede observarse, esta tensión en lo colectivo, reelaborando los recuerdos—
entre lo referencial y lo ficcional resulta, en los propios y los heredados—aun de manera
los textos examinados, altamente creativa. En precaria; reconstruyendo el pasado desde po-
la época de crisis de los grandes relatos y de siciones más emocionales que intelectivas.
la postautonomía del arte—liberada la litera-
Si ya no es posible sostener una Ver-
tura de cualquier obligación anexa—no son,
dad—dice Sarlo—florecen en cambio
sin embargo, pocas las voces que, como reco- unas verdades subjetivas que asegu-
ge Marcelo Topuzian (312-13), reclaman “la ran saber aquello que, hasta hace tres
reconexión con el contexto” (Todorov 2007) décadas, se consideraba oculto por la
o, incluso, la “intervención en lo social, de la ideología o sumergido en procesos
naturaleza que sea” (Marx 2005). poco accesibles a la introspección
simple. No hay Verdad, pero los su-
Probablemente—prosigue el crítico ar- jetos, paradójicamente, se han vuelto
gentino—aquello que reclaman tanto cognoscibles. (51)
Todorov como Marx sea simplemente
lo que ya ocurre hoy en la literatura, Esta relación afectiva con el pasado pone en
que, aunque mercadotécnica y publi- evidencia la difícil inteligibilidad respecto a
citariamente se presenta como más lo sucedido en términos históricos, en la me-
exagerada e inflada que nunca, inte- dida en que se ofrecen distintas versiones—
lectualmente no puede mostrarse más
“historias de vida en clave menor,” como las
modesta en cuanto a sus pretensiones
y alcances, como los de volver, tími-
define Rossana Nofal—que, a su vez, contes-
damente, a representar la realidad co- tan los discursos institucionales, más mo-
tidiana o a expresar a un sujeto en su nolíticos, que “reducen” la identidad de las
intimidad. (Topuzian 314) víctimas y ofrecen respuestas simplificadoras
cuando no unívocas (840). En este sentido,
En las obras que hemos mencionado aquí no la elección de la autoficción como espacio
hay afán de Absoluto ni pretensión de fijar una de desvelamiento y enmascaramiento del
Verdad en mayúsculas. En ellas, se intersecan yo enunciador no sólo permite subvertir los
el testimonio, la autobiografía y la ficción—la pactos de lectura habituales, sino que propo-
historia privada y la historia colectiva—como ne instaurar una relación distinta del escritor
prueba del escepticismo posmoderno que con la verdad. Se hace más fácil—por decirlo
impide una comprensión global de lo real, de algún modo—hablar de uno mismo y de
pero como salvaguarda también contra el re- los demás—especialmente de los muertos—
lativismo ideológico que niega cualquier tipo haciendo uso de una mayor libertad creativa,
de verdad. En este sentido, la modulación sorteando la autocensura intrínseca a todo
autoficcional de los textos, permite establecer relato autobiográfico y, sobre todo, imagi-
un cierto equilibrio entre la autoconciencia nando lo que difícilmente puede saberse de
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manera fidedigna—tanto por razones histó- En consecuencia, el mundo de los afec-


ricas y políticas, cuando desde instancias del tos ocupa el centro de estas narraciones, im-
poder se ha ocultado la verdad de los hechos, pelidas a desarrollar sus historias en el ám-
como por razones psicológicas, cuando el su- bito de la familia, espacio privilegiado de la
jeto se enfrenta a la experiencia traumática y transmisión de la memoria en ámbitos de
a la penosa tarea de reconstruir el pasado. El represión institucional o política, como ha
principio de sinceridad lo sustituye ahora la señalado Hirsch en muchas ocasiones. Con
expresión de una subjetividad que, a través de respecto a la situación en Argentina,
la ficción, accede a una verdad íntima, hecha
de equívocos y contradicciones. cuando se habla de memoria—apunta
Josefina Ludmer—se habla de una re-
La autoficción se ofrece entonces como
lación genealógica y familiar a cargo de
expresión elocuente de la “narrativa de la au- Madres, Abuelas, Hijos, Familiares [...].
sencia del sentido” conceptualizada por Ga- Como el sujeto se define como fami-
briel Gatti desde la Sociología, al entender la liar, la memoria es afecto. (73)17
identidad como algo fluctuante, paradójico,
que, frente a la “narrativa del sentido” ela- Ciertamente, las tramas de los relatos de Al-
borada por los organismos oficiales y/o ins- coba, Bruzzone, Perez, Pron o Robles pivotan
titucionales comprometidos con la memoria, en torno a la familia y los lazos entre sus miem-
como Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, bros, con respecto a los cuales se posicionan
H.I.J.O.S., etc., pero también a través de otros o definen los protagonistas: los huérfanos en
cauces (la antropología forense, la jurispru- Pequeños combatientes, Diario de una princesa
dencia, las legislación sobre la materia), no montonera, Los topos y buena parte de los cuen-
busca llenar el vacío reparando, exorcizan- tos que integran 76 (2007) de Félix Bruzzone;
do y, cuando las circunstancias lo permiten, la hija “abandonada” por la madre en La casa
anulando lo acontecido—por ejemplo, cuan- de los conejos; la que envía cartas al padre, que
do se restituye la identidad de unos huesos o está en la cárcel, en El azul de las abejas; el hijo
la de un niño robado—sino que, al contrario, que trata de recuperar la relación con el padre
reclama ese vacío como el lugar desde el que se enfermo en El espíritu de mis padres sigue su-
construye el sujeto (Gatti 166). biendo en la lluvia. También quedan dibujados
De esta manera, los “hijos” emprenden otros vínculos, con hermanos, tíos o abuelos,
una búsqueda identitaria que, aunque general- conformando un mapa de redes familiares. Los
mente conduce a la constatación de la pérdida hijos, en definitiva, toman la palabra en tanto
y de la ausencia, permite, en su singularidad, que depositarios de la memoria de sus padres
explorar “lo más recóndito del yo” (Arfuch, (una memoria quebrada, que deben de re-
El espacio biográfico 102). No es azaroso que componer, especialmente cuando éstos han
el Diario de Mariana Eva Perez, de todas las muerto siendo muy jóvenes, como ocurre
obras mencionadas, probablemente sea la que con los desaparecidos) y en tanto que trans-
más elementos referenciales contenga, haga misores de su propia experiencia.
ostentación de lo omitido a través de los jue- Pero la familia, con relación al indivi-
gos onomásticos que ocultan los nombres de duo, es un lugar poderoso a la vez que frágil:
entidades y personas, así como de lo simboli-
structurally a last vestige of protection
zado a través de las referencias intertextuales y
against war, racism, exile, and cultural
la deformación humorística. Sin embargo, su displacement, it becomes particularly
relato resulta verdadero en la medida en que vulnerable to these violent ruptures,
transmite el dolor de quien, con toda injusti- and so a measure of their devastation.
cia, le ha sido arrebatado lo más querido. (Family Frames 13)
Ana Casas 147

La unión de los hermanos en Pequeños comba- narrados bajo la perspectiva de los niños pro-
tientes es un ejemplo de cómo la familia se cons- tagonistas, ponen de manifiesto la mirada
tituye como ese espacio de protección—aun de extrañada de quienes todavía no tienen edad
manera inestable—y también, en algún caso, para entender del todo lo que sucede a su al-
de reparación, de sanación de la herida. Algo rededor y, sin embargo, adoptan las ideas y
a lo que llega el protagonista de El espíritu de las costumbres de sus mayores en contextos
mis padres, sólo que mucho tiempo después, ya de violencia y represión (ideas y costumbres
siendo adulto, cuando es capaz de ponerse en el evaluadas, por cierto, desde la mirada adulta
lugar del padre y restaurar los afectos familia- en el momento presente de la enunciación).19
res. No ocurre así, sin embargo, en otros textos, Son, como reza el título de la novela de Ro-
como Diario de una princesa montonera, en el bles, “pequeños combatientes:” tienen que
que la narradora acaba encontrando refugio aprender a callar, a simular, a ponerse a res-
precisamente fuera de la familia—su pareja, los guardo, a no delatar en un descuido ni a de-
amigos—o en Los topos, donde la propia idea de latarse. Llevan sobre sus hombros una pesada
familia es cuestionada, subvertida y parodiada a carga y apenas tienen momentos de genuina
lo largo de todo el relato. Consecuentemente, la despreocupación. Acariciar la muñeca, com-
familia es también un espacio de inseguridad, prada por la madre como premio de consola-
de dolor, de vulnerabilidad. Fracturada cuando ción por la larga ausencia, en Alcoba, o sabo-
se han producido muertes y secuestros, sobre rear un helado, en Robles, son algunos de esos
ella cae todo el rigor de la violencia de esta- brevísimos instantes, atisbos de una vida más
do incluso cuando sus miembros han logrado o menos normal. Pero el recuerdo doloroso de
sobrevivir: la experiencia de la cárcel, de la la infancia está también muy presente en otros
clandestinidad, del exilio, del insilio, compro- textos narrados no ya desde la perspectiva del
mete las vidas de los personajes, su mundo de niño, sino desde la del adulto que rememora
afectos y emociones.18 algunos episodios, como sucede en El espíritu
Una de las expresiones de esa agresión de mis padres sigue subiendo en la lluvia:
es la usurpación de la intimidad, especial-
mente durante la infancia, cuando los prota- Cuando era niño tenía órdenes de no
gonistas de estos relatos pierden a sus padres, traer a otros niños a la casa; si debía
en el caso de los hijos de los desaparecidos, o andar solo por la calle, debía hacerlo
en dirección opuesta al tráfico y pres-
cuando se les impide tener una niñez normal.
tar atención si un coche se detenía jun-
Colaboradora involuntaria de las actividades to a mí. Yo llevaba una placa al cuello
políticas de la madre, la niña de La casa de con mi nombre, mi edad, mi grupo
los conejos abraza un modo de vida en el que sanguíneo y un teléfono de contacto:
los juegos, las fantasías e incluso las rutinas si alguien intentaba meterme dentro
infantiles quedan definitivamente marcados de un coche debía arrojar esa placa al
por la experiencia de la lucha armada y sobre suelo y gritar mi nombre muchas veces
todo de la clandestinidad: y tan alto como pudiera. Tenía pro-
hibido patear las cajas de cartón que
Hoy es el día en que se limpian las ar- encontraba en la calle. No debía contar
mas. Yo trato de encontrar un pequeño nada de lo que escuchaba en mi casa.
sitio limpio en la mesa atestada de hi- (164)
sopos y cepillos empapados en aceite.
No quiero ensuciar mi rodaja de pan La “familia a la intemperie” (17), como se lee
untada con dulce de leche.(Alcoba 86) en la novela de Pron, deshechos o alterados los
vínculos entre sus miembros cuando falta lo
La representación de la niñez robada es muy más básico—la protección que los padres brin-
elocuente, en efecto, en relatos de infancia dan a sus hijos en circunstancias corrientes—
como los de Laura Alcoba y Raquel Robles: tiene una serie de efectos negativos en la vida
148 Letras Hispanas Volume 12, 2016

emocional de los niños: mientras esperan el permitirían drenar la aflicción. 23 Un ejemplo


regreso de los padres, los jóvenes protagonis- de esta dificultad es la reacción de la Prince-
tas de Pequeños combatientes, por ejemplo, sa Montonera al conocer la muerte de Néstor
no pueden entablar una relación afectiva sa- Kirschner, a quien llora como si fuera alguien
tisfactoria con los tíos que los están criando; de su familia, a pesar de aborrecer la retórica
el narrador de El espíritu de mis padres, ante demagógica, las leyes reparatorias insuficien-
la distancia emocional de su progenitor, re- tes y mal redactadas o la instrumentalización
cuerda haber sentido que la suya era “una fa- de Madres y Abuelas. La Princesa lo llora con
milia incompleta, una familia sin padre” (17) las lágrimas que no ha vertido durante los jui-
y haber sufrido por ello; la protagonista de La cios ni en los encuentros con otros hijos con
casa de los conejos se refugia en el silencio, ro- motivo del fallecimiento del exmandatario, en
tos los puentes con la madre a la que apenas una suerte de desplazamiento emocional muy
ve, encerrada ésta en el “embute” clandestino sintomático: “Ninguno llora cuando estamos
donde se imprime Evita Montonera.20 juntos y todos cuentan que lloran. Lloramos
Estos relatos dan cuenta también de las cada uno en su casa, viendo la tele, en la inti-
secuelas negativas que esas infancias tan sin- midad. No se puede ser más huérfano” (Perez
gulares tienen en la etapa adulta: las relacio- 192).
nes ambivalentes de la Princesa Montonera El duelo postergado se expresa muy par-
con sus dos abuelas, integrantes de Abuelas de ticularmente en la resistencia a la rememora-
Plaza de Mayo, y su irreparable ruptura con ción, cuestión que las narrativas de las (pos)
el hermano recuperado, quien, conocedor de memorias, aun de manera paradójica, abordan
su verdadera identidad, no puede, a su vez, muchas veces. El hartazgo de Mariana Eva Pe-
romper el vínculo con sus apropiadores; o la rez, cansada de estar siempre dándole vueltas
soledad perenne en los narradores de los rela- al “temita;” la motivación de la escritura de
tos de Pron y Bruzzone.21 Todos ellos parecen Laura Alcoba en La casa de los conejos, na-
compartir la misma o parecida sensación de rrar “no tanto por recordar como por ver si
orfandad (también en los casos de Alcoba y consigo, al cabo, de una vez, olvidar un poco”
Pron, que no perdieron a sus padres). De este (14); la voluntad del narrador de El espíritu
modo, no sólo ofrecen un testimonio22 a par- de mis padres de no recordar, razón por la que
tir de la memoria de sus orígenes, sino que toma pastillas, etc., contrastan con la necesi-
comunican la experiencia del daño en prime- dad acuciante de rememoración como único
ra persona. Una experiencia que, como señala camino de apaciguamiento, de comprensión
Carlos Thiebaut, tiene dos lados: “el del penar de los demás—los padres—y también de
y el de dar cuenta del mismo en un concepto uno mismo. Por ello el proceso introspecti-
de lo que él es y de lo que en él anda metido” vo—incluso en el caso de Bruzzone, quien en
(207). Los topos superpone la ficción delirante a la
No es tarea sencilla. De su dificultad da representación realista, problematizando to-
buena cuenta la cantidad de dolencias psicoso- davía más el discurso autobiográfico y el tes-
máticas que padecen los personajes: las migra- timonial—vuelve sobre los hechos (en todos
ñas de la Princesa Montonera o la amnesia del ellos hay un trabajo de reconstrucción que
narrador de El espíritu de mis padres son los más muestra los hiatos y las lagunas del relato en
evidentes, pero también tienen problemas para torno al pasado), pero también sobre las sen-
establecer lazos afectivos y comunicarse con los saciones y los sentimientos que experimentan
demás. Son síntomas de un duelo postergado los personajes al hilo de los acontecimientos,
difícilmente abordable, bien porque no hay al tiempo que profundizan en los modos de
cuerpos a los que llorar—en el caso de Robles procesar éstos. Encontrar los términos de esa
y Perez—bien porque la vivencia traumática ha expresión es algo arduo y doloroso, casi al lí-
bloqueado los mecanismos psicológicos que mite de lo comunicable:
Ana Casas 149

No existen palabras—dice la narra- deriva también de otras circunstancias, como


dora de La casa de los conejos al con- cuando la Princesa Montonera tiene que en-
templar el lugar donde se produjo la frentar el juicio a los genocidas.
tragedia—para la emoción que me in-
vadió cuando descubrí, en cada cosa
recordada, las marcas de la muerte y A modo de conclusión
la destrucción. (Alcoba 129)
A través de la aprehensión emocional
Sin embargo, las (pos)memorias recu-
del pasado, las narrativas de las (pos)memo-
peran emociones esenciales, como el miedo,
rias, indagan en los vericuetos del yo y de la
la culpa y la vergüenza de quienes fueron ob-
conciencia, en los mecanismos del sujeto para
jeto de violencia indiscriminada, sobre todo
hacer frente al dolor y la pérdida insuperables.
cuando eran niños. El temor a ser apresados
Confirmar la ausencia es, sin embargo, el pri-
por ser torpes o negligentes—especialmente en
mer paso para afirmar un futuro de supervi-
las narraciones de Alcoba, Robles y Pron—o a
vencia. Por ese motivo, muchos de los textos,
ser secuestrados, llevados lejos de sus familias,
en los agradecimientos o en las dedicatorias,
actúa como una caja de resonancia del miedo
reúnen a los muertos—a cuya memoria brin-
de los padres, conscientes de los riesgos de su
dan las obras—junto con los vivos, no sólo los
militancia y de las consecuencias fatales que
supervivientes, sino también los descendientes
ésta podría tener para ellos y sus familias. Es el
de los propios autores: Laura Alcoba y Raquel
miedo que siente la niña de La casa de los cone-
Robles, por ejemplo, nombran a sus hijos en los
jos cuando vomita sobre su padre en una oca-
paratextos de sus novelas. Esa convivencia de
sión en que va a visitarlo a la cárcel, incapaz de
las distintas generaciones ofrece una imagen de
contener la angustia, o el de la protagonista de
continuidad por encima de los cortes y las rup-
Pequeños combatientes, ante la posibilidad de no
turas de la violencia infligida sobre los cuerpos.
volver a ver a sus padres o ser descubiertos ella
De manera elocuente La casa de los conejos se
y su hermano como subversivos potenciales. De
abre con la dedicatoria a Diana E. Teruggi, la
este modo, sienten culpa y vergüenza, incapa-
montonera asesinada en La Plata el 24 de no-
ces de gestionar responsabilidades excesivas,
viembre de 1976, cerrándose con el recuerdo
cayendo a menudo en la sensación de ridículo
de su hija robada.
e impotencia que tanto se explota en las novelas
de Alcoba: con frecuencia, la niña protagonista
Clara Anahí vive en alguna parte. Ella
de La casa de los conejos y El azul de las abejas
lleva sin duda otro nombre. Ignora pro-
se ruboriza cuando percibe la distancia entre el bablemente quiénes fueron sus padres y
mundo de los mayores—las preocupaciones de cómo es que murieron. Pero estoy segu-
éstos, sus temas de conversación—y sus propios ra, Diana, que tiene tu sonrisa lumino-
comentarios o pensamientos. De igual mane- sa, tu fuerza y tu belleza. (Alcoba 136)
ra, se observa en los personajes cierta inesta-
bilidad emocional (accesos de llanto, cambios Aunque Clara Anahí sigue desaparecida,
de humor, golpes de ira, tristeza), como modo los términos positivos con los que acaba la no-
de encauzar la frustración y los sentimientos vela refuerzan la idea de esperanza en un futu-
reprimidos: inevitablemente sienten odio, ra- ro sino mejor, sí iluminado por la verdad. “Un
bia, impotencia, ante el dolor que padecen. Un manto de lodo cubría aún toda la tierra; pero
dolor que en ciertos casos puede resultar extre- ya, aquí y allá, asomaban pequeñas flores azu-
mo—“lo Peor,” lo llama la narradora de Peque- les” (El azul 123) es la frase de Queneau con
ños combatientes—cuando lo que se narra es la la que concluye El azul de las abejas: efectiva-
muerte o desaparición de los padres, pero que mente, a pesar de toda la tristeza y de todo el
150 Letras Hispanas Volume 12, 2016

dolor, la vida se abre paso. Para ello, los narra- 3


En el caso de Perez hay que sumar, además,
dores de estos relatos han tenido que enfrentar el secuestro de su hermano Guillermo, que nació
la verdad, su verdad, aunque a veces ésta resul- en la ESMA (la Escuela de Mecánica de la Arma-
da, que sirvió de centro de detención clandestino
ta tan intolerable que sólo puede alcanzarse a
durante la dictadura) y del que nada se supo hasta
través de la ficción. Luego han cogido el testi- mucho más tarde.
go de sus padres. No desde un punto de vista 4
Una de las abuelas de Mariana Eva Perez,
estrictamente político, pero sí desde un punto Rosa Roisinblit, es la vicepresidenta de Abuelas de
de vista ético: algo de su espíritu sigue vivo en Plaza de Mayo; Raquel Robles se crio con unos tíos
ellos, como se dice en la novela de Pron. Ante comunistas y acabó siendo una de las fundadoras
el espanto del pasado, pervive el sueño de un de la asociación H.I.J.O.S. (“Hijos: por la Identidad
mundo mejor.24 y la Justicia contra el Olvido y el Silencio”).
Las subjetividades puestas aquí en jue-
5
Sí tienen en común la militancia de los
represaliados, algo que para Geoffrey Maguire
go, en el contexto de las narrativas de las (pos)
(“Bringing Memory Home: Historial (Post)mem-
memorias, abren, pues, un camino para la re- ory and Patricio Pron’s El espíritu de mis padres
flexión en torno a la pérdida y el daño, yendo sigue subiendo en la lluvia (2011):” 220) evidencia
de lo particular a lo colectivo. Como afirma la relación entre “locatedness and identity.” Para
Leonor Arfuch (820), plantean “una expe- él, el problema de los descendientes de los desa-
riencia singular, cuya carga traumática inte- parecidos, los exiliados, los insiliados, etc., en el
rroga al mismo tiempo a la sociedad toda.” Es contexto del Cono Sur, no puede reducirse única-
decir, enfrentan una verdad que, aunque con- mente al trauma sufrido, sino que debe atender a
cierne en primer lugar al yo proyectado en el la dimensión política de las (pos)memorias. Dicha
dimensión (vinculada a la represión de militantes
texto, afecta al conjunto de nosotros.
de izquierda que pusieron sus vidas en peligro y las
de sus familiares en pro de unos ideales determi-
Notas nados) singulariza estos relatos de los elaborados
en otros contextos, en concreto el del Holocausto,
*
Este trabajo forma parte del proyecto “Figu- donde el exterminio se debió a razones étnicas.
raciones del yo y representación autoficcional en 6
Urondo Raboy fue criada con unos familiares
narrativa, cine, teatro y novela gráfica en el marco que, durante años, le ocultaron lo que había su-
de la teoría de los géneros,” financiado por el Sub- cedido—incluida la militancia montonera de sus
programa Ramón y Cajal (MICINN-RYC) 2011. padres—y no supo de su verdadera identidad hasta
De igual modo se enmarca en el Proyecto del Plan los dieciocho años.
Nacional “La autoficción hispánica. Perspectivas 7
Logie y Willem (“Narrativas de la posme-
interdisciplinarias y transmediales. 1980-2013” moria en Argentina y Chile: la casa revisitada” 4)
(FFI2013-40918-P), financiado por el Ministerio conciben a los “hijos” como miembros de la gene-
de Economía y Competitividad. ración 1.5, que Susan Rubin Suleiman (“The 1.5
1
Pueden verse sus artículos de 1992-1993 y Generation: Thinking about Child Survivors and
2008, así como sus libros de 1997 (“Family Pic- the Holocaust”) conceptualiza en el contexto de la
tures: Maus, Mourning, and PostMemory,” “The Shoah,
Generation of Postmemory,,” Family Frames: Pho-
tography, Narrative, and Postmemory y The Gene- para referir a aquellos que vivieron
ration of Postmemory: Writing and Visual Culture de niños los hechos traumáticos en
after the Holocaust). carne propia, aunque sin comprender,
2
“I have developed this notion in relation to debido a la edad que tenían, el alcan-
children of Holocaust survivors, but I believe it ce verdadero de los acontecimientos,
may usefully describe other second-generation que sin embargo atraviesan la memo-
memories of cultural or collective traumatic events ria almacenada en sus propios cuer-
and experiences” (Hirsch, Family Frames 22). pos. (277)
Ana Casas 151

8
Los libros de Laura Alcoba que se mencionan con que Montoneros concluían sus escritos es, fi-
en este trabajo fueron escritos originariamente en nalmente, “Ficción o Muerte” (211). Ver Demarchi
francés. Cuando es necesario, se mencionan las (2012).
dos fechas de edición. 15
También en este caso son muchas las coin-
9
Puede leerse en “The Straight Record: La ver- cidencias con la biografía del autor: los padres de
sión de mi padre,” <http://patriciopron.blogspot. Félix Bruzzone son desaparecidos de la dictadura.
com/p/el-espiritu-de-mis-padres-sigue.html>. El padre, Félix Roque Giménez fue infiltrado del
10
“En Almagro es verano y hay mosquitos—y Ejército Revolucionario del Pueblo en el Comando
si esto fuera un testimonio también habría cucara- de Comunicaciones 141, de Córdoba, lo que per-
chas, pero es ficción” (Perez, Diario de una princ- mitió a su célula sustraer una importante cantidad
esa montonera—110% Verdad 9). En Diario de una de armas. En consecuencia, fue un “topo,” como
Princesa por otro lado, abundan este tipo de co- en la novela lo es Maira, confidente de la policía, a
mentarios internos: “ustedes saben que mi diario cuyos miembros asesina a la menor oportunidad;
es mayormente ficción” (133). y como también lo es el narrador, que en Bariloche
11
La incorporación de la ficción en esta clase se hace pasar por una prostituta con el fin de en-
de relatos cumpliría dos objetivos: contrar al Alemán, el asesino de travestis.
16
Merece la pena consultar el capítulo “Black
por un lado, apartarse de un discurso Humour and the Children of Disappeared,” del
institucionalizado y, por tanto, previ- libro de Cecilia Sosa publicado en 2004, sobre el
sible y artísticamente agotado sobre la uso del humor por parte de las víctimas como me-
condición de víctima, y, por el otro, dio de empoderamiento—superando el estigma de
llegar a una mayor autenticidad en la la violencia legada—y también de supervivencia
representación de un yo, cuyo vínculo frente al dolor y la pérdida. En el mismo libro la
con el pasado pasa forzosamente por autora aborda el estudio del lenguaje del humor en
la imaginación, ya que ese pasado es, Los topos, completando así algunas cuestiones ana-
para quienes no lo hayan vivido, una lizadas en un artículo anterior (2013).
ficción más. (Logie 82) 17
Por eso, para Ludmer (Aquí América Latina:
12
A diferencia de La casa de los conejos y El azul Una especulación 73), “las políticas de la memoria
de las abejas, que pueden considerarse autoficcio- son políticas de los afectos y también políticas de
nes biográficas, Los pasajeros del Anna C. entra en la identidad, la filiación y la justicia.”
la categoría de autoficción intrusiva, establecida 18
No es el objeto de este trabajo—porque tras-
por Colonna en su libro de 2004. En este caso, “El cendería de largo sus límites—abordar el llamado
avatar del escritor es un recitador, un relatador o “giro afectivo” en el contexto de las (pos)memorias
un comentarista, en resumen: un ‘narrador-autor’ de la dictadura argentina. Simplifico, en conse-
al margen de la trama” (“Cuatro propuestas y tres cuencia, el significado de “afectos” y “emociones,”
deserciones (Tipologías de la autoficción)” 115). conceptos, por otra parte, tan afines como inter-
13
Sus padres, Flora Pasatir y Gastón Robles, cambiables en buena parte de la literatura crítica
fueron secuestrados en su casa de City Bell el año que se ha escrito sobre el tema. Para un deslinde
1976 mientras sus hijos—Raquel, de cinco años, y clarificador, puede consultarse el trabajo de Jo
su hermano menor, de dos—dormían en sus ca- Labany a propósito de las diversas posiciones
mas. Nunca regresaron. teóricas que se han ocupado de ambas nociones.
14
Hay una burla constante de los lemas revo- Concluye la autora que el afecto es la respuesta del
lucionarios, pero no tanto por su contenido como cuerpo a determinados estímulos, hallándose en
por su instrumentalización en el presente: así, la un nivel precognitivo y prelingüístico, mientras
promesa de Eva Perón “Volveré y seré millones” se que la emoción es consciente, involucra juicios y
transforma en “Volví y soy ficciones” (Perez, Dia- expresa actitudes morales (Aquí América Latina:
rio de una princesa montonera—110% Verdad 24); Una especulación 224). Afecto y emoción ocupan,
la frase de los montoneros “Si Evita viviera, sería en definitiva, diversos puntos de un continuum
montonera” se convierte en “¡Si Paty [la madre de que va del cuerpo a la mente, siendo distinta, aun-
Mariana Eva] viviera / sería mi enfermera [porque que próxima, la temporalidad de cada uno de ellos.
era estudiante de medicina cuando la secuestra- 19
Fernando Reati va más lejos al observar en
ron]!” (90); el grito de guerra “Perón o Muerte” esta clase de textos “la crítica de los hijos hacia la
152 Letras Hispanas Volume 12, 2016

generación militante de sus padres por el abando- Luego se promete resucitar la revolución, porque
no sufrido” (“Culpables e inocentes, héroes y traid- “qué otra cosa podíamos hacer” (Robles, Pequeños
ores, cómplices y espectadores: representaciones combatientes 152).
de la violencia política en Argentina desde 1980
hasta el presente” 83).
20
A veces los personajes-niños encuentran al-
Obras citadas
guna figura de sustitución: en el caso de Alcoba es Alcoba, Laura. El azul de las abejas. Trad. Leop-
Diana—de apellido Teruggi, asesinada luego de los oldo Brizuela. Buenos Aires: Edhasa, 2014.
acontecimientos que se narran en La casa de los co- Impreso.
nejos—a quien la autora dedica su relato; para los —. La casa de los conejos. Trad. Leopoldo Brizuela.
niños de Pequeños combatientes lo es la compañera Buenos Aires: Edhasa, 2008. Impreso.
montonera que arriesga su vida para recuperar el —. Los pasajeros del Anna C. Trad. Leopoldo Bri-
libro Cuentos para soñar que sus padres les leían zuela. Buenos Aires: Edhasa, 2012. Impreso.
por las noches. Arfuch, Leonor. El espacio biográfico. Dilemas de
21
En “Otras fotos de mamá,” el narrador cuen- la subjetividad contemporánea. Buenos Aires:
ta cómo, cuando está triste por algún motivo, ima- Fondo de Cultura Económica, 2002. Impreso.
gina “los parques llenos de gente, el sol, las som- —. “Memoria, testimonio, autoficción. Narrati-
brillas que tapan el sol y yo llego cuando ya no hay vas de infancia en dictadura.” Kamchatka 6
lugar ni sombrilla y [...] entonces me tengo que (2015): 817-34. Red. 07 mayo 2016.
quedar solo a un costado” (Bruzzone, 76 39). Blejmar, Jordana. “Ficción o muerte: Autoficción
22
Incluso en aquellos casos, como en el de y testimonio en Diario de una princesa mon-
Bruzzone, en el que se cuestiona dicho género. tonera—110% Verdad.” Crítica Latinoameri-
23
Uno de los momentos más emocionantes del cana (2013). Red. 15 mayo 2016.
libro es el relato del sueño en el que la narradora Bruzzone, Félix. 76. Buenos Aires: Tamarisco,
reconoce el cadáver de la madre: 2007. Impreso.
—. Los topos. Buenos Aires: Mondadori, 2008. Im-
La doctora me muestra que Paty está preso.
momificada, la piel oscurecida y arru- Casas, Ana. “Desmontando al autor. Ironía, paro-
gada, algo encogida pero no dema- dia y sátira en la narrativa y el cine autofic-
siado. No le veo ningún hueso salido cionales.” Tropelías: Revista de Teoría de la
en la cara. La sientan en la camilla. Literatura y Literatura Comparada 24 (2015):
Le digo a Jota: Es hermosa. La toco, 174-90. Red. 15 mayo 2016.
con la familiaridad con la que algunos Cobas Carral, Andrea. “Narrar la ausencia: una
viejos tocan o besan a los muertos. lectura de Los topos de Félix Bruzzone y de
(Perez, Diario de una princesa monto- Diario de una princesa montonera de Mariana
nera—110% Verdad 185) Perez.” Olivar 14.20 (2013): 23-45. Red. 15
24
Cuando la narradora de Pequeños comba- mayo 2016.
tientes piensa, por primera vez, que sus padres es- Colonna, Vincent. L’autofiction & mythomanies lit-
tán muertos y se atreve a decirlo en voz alta, con- téraires. Auch: Tristam, 2004. Impreso.
cluye lo siguiente: —. “Cuatro propuestas y tres deserciones
(Tipologías de la autoficción)” [2004]. La au-
Fue horrible, pero después de un rato toficción. Reflexiones teóricas. Ed. Ana Casas.
me sentí un poco menos mal. Así son Madrid: Arco Libros, 2012. 85-122. Impreso.
los sentimientos a veces, son malos
Demarchi, Rogelio. “Hijismo y alienación.” Crítica.
pero después te hacen sentir un poco
menos pesada. Era como la verdad de cl (2012): n. pág. Red. 15 mayo 2016.
la que siempre me hablaba la amiga de Gatti, Gabriel. Surviving Forced Disappearance in
mi papá y de mi mamá. Siempre sus Argentina and Uruguay: Identity and Meaning.
verdades eran terribles, pero después New York: Palgrave McMillan, 2014. Impreso.
del frío paralítico que sentía cuando Hirsch, Marianne. Family Frames: Photography,
las escuchaba, me sentía mejor. (Ro- Narrative, and Postmemory. Harvard Univer-
bles, Pequeños combatientes 146) sity Press, 2012 [1997]. Impreso.
Ana Casas 153

—. “Family Pictures: Maus, Mourning and Post- Reati, Fernando. “Culpables e inocentes, héroes y
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