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Ruth lee un libro. Están, Diana, Bruno y Pablo con ella.

PABLO – Bueno, en verdad, estaba pensando que luego de la boda, Diana y yo podríamos ir al Caribe a bucear
por una semana, luego viajar por tierra una semana, y quien sabe unas dos semanitas a Miami.

BRUNO – ¿Qué le has hecho a este hombre?

DIANA – ¿Por qué?

BRUNO – ¡Es otro! As sacudido su base.

RUTH – Su naturaleza inerte…

BRUNO – Desde su fundación.

RUTH – Es otro.

DIANA – Me gusta viajar. ¿Qué les puedo decir?

BRUNO – Era un poste hasta que entraste en su vida. “Qué pasó Pablito? Qué pasó?”

DIANA – ¿Saben qué era todo ese letargo?

RUTH - ¿Qué era?

DIANA – ¡El azúcar que comía. Sobre-dosis de azúcar!

PABLO – Ahora soy pilas… Piiiii – laaaas!

BRUNO – Y te ves delgado.

PABLO - ¿Me veo delgado?

RUTH – No sabía que buceabas.

PABLO - ¿Me veo delgado?

RUTH – Pablo.

PABLO –jmmm?

RUTH – No sabía que buceabas.

PABLO – Diana me va a enseñar.

DIANA – Amo bucear. Lo hago desde que tengo… Dios… desde que tenía unos diez años de edad.

RUTH –Y ¿sigues usando la casa de campo?

PABLO - ¿Yo?

RUTH – Obvio, vos. Pensé que…

PABLO – Hazel y yo la dividimos, ya ahora la usamos a medias. Medio mes ella, medio mes yo.

BRUNO – Un trato justo.

PABLO – Funciona.

BRUNO – Equitativo…

DIANA – Es lo mínimo que ella debería hacer…

RUTH - ¿Perdón?

DIANA – Digo, Pablo y ella compraron la casa y pusieron 50% cada uno. Y no sería justo que la vendan y listo,
¿no crees?

RUTH – jmmm…
PABLO – En fin, ustedes deberían venir a visitarnos un fin de semana.

BRUNO – Es una idea.

DIANA – Sí. Vengan y aprovechamos el lago.

PABLO – ¡Cambian de aires!

BRUNO – O ustedes dos podrían ir a visitarnos a nuestra casa.

DIANA – Ustedes, ¿tienen una casa también?

PABLO – Tienen una casa de campo DE VERDAD.

BRUNO – Más por las montañas en realidad.

DIANA – ¡Amo las montañas!

BRUNO – Al sur.

DIANA – ¡Amo el sur!

BRUNO – ¿Te gusta esquiar?

RUTH - ¡AMA esquiar!

DIANA – Sí, ¡amo esquiar!

BRUNO – (A Ruth) Amor…

RUTH – ¿Pasa algo?

DIANA - ¿Pasa algo?

BRUNO – No, nada…

RUTH – Seguro es algo que comí. No tenía suficiente azúcar, seguro.

BRUNO – Tal vez te sentirías diferente si dejas ese maldito libro un rato…

PABLO - ¿Saben qué me antojo?

DIANA – Ni me lo digas.

PABLO – ¡Pastel de carne!

DIANA – ¡Lo sabía! Lo sabía.

PABLO – Con verduras.

DIANA – Desde que empezamos a salir que lo único que come es pastel de carne! Con…

RUTH y BRUNO – Puré de papas y verduras…

DIANA – ¡Exacto! Ustedes ¿también?

RUTH – Y luego lo junta todo con un tenedor, verduras, puré, carne.. y se lo come con una cuchara de sopa.

DIANA - ¿Cómo lo sabías?

RUTH – Intuición femenina.

DIANA – Y no me invita.

RUTH – No te preocupes. Quien sabe no te llega la mitad de la mitad de la casa de campo.

DIANA - ¿De qué está hablando?

PABLO – Un chiste privado.

DIANA – ¿Mitad de la mitad de la casa…?


BRUNO – Y ¿a qué te dedicas, Diana?

DIANA – Soy terapeuta gastronómica.

RUTH – Terapeuta GASTRONOMICA!!

DIANA – Dietas.. comida, etcétera…

RUTH – Gracias por la aclaración.

DIANA – Sí… o sea, trabajo con condiciones como la obesidad, la anorexia… ese tipo de cosas.

BRUNO – ¡Fascinante!

DIANA – Creo que es una manera maravillosa de aprender qué es lo que hace con que cada uno de nosotros
funcione.

RUTH – O no, ... supongo.

PABLO – Deberías contarles alguna de tus historias… debrían oír alguna de sus historias. Como la el tipo que
estaba tan gordo que tuvo que reforzar la cama para que no se caiga a través de ella y del piso de su dormitorio.

DIANA – Sí, pero eso se debía a una condición en sus glándulas.

PABLO – El tipo era tan pesado … hubiera atravesado la tierra y llegado a la China.

DIANA – No había nada que el señor pudiera hacer porque era un problema de glándulas.

BRUNO – Increíble.

DIANA – Si te pones a pensar, todo tiene que ver con las glándulas.

RUTH – ¿Están listos para pedir? Muero de hambre.

DIANA – Obviamente, también hay la bulimia.

RUTH – ¿Reservemos la bulimia para después del postre?

PABLO – Claro…. Claro.

BRUNO – Bueno, ¿quién quiere qué?

DIANA – Ni tuve tiempo de ver el menú.

PABLO – Pastel de carne para mí.

DIANA –¿Sirven FAISAN, aquí?

PABLO – Sirven de todo, aquí.

RUTH – Aquí les va algo. (refiriéndose a su libro) Nuevas estadísticas. Las mujeres solteras viven más tiempo
que las mujeres casadas.

DIANA – ¡Wow!

PABLO – ¿En serio?

DIANA – ¿Las mujeres solteras viven más tiempo que las mujeres casadas?

RUTH – Creo que acabo de decir eso. Pero escuchen esto… (empieza a leer de su libro).

BRUNO – ¡Por favor!

RUTH – Por favor, ¿Qué?

BRUNO – Vos puedes ver a través de eso que dicen, ¿no?

RUTH – No te entiendo.
BRUNO – Trabajas en publicidad, vos sabes cómo manipular números. Información. Puedes sacar estatistas de
lo que quieras y cómo quieras. Puedes ver lo que están haciendo.

DIANA - Y ¿qué más dice?

RUTH – Dice que las mujeres solteras son abrumadoramente más felices que las mujeres casadas.

DIANA – Mirá vos.

BRUNO – Más felices, ¿según quién?

DIANA – Abrumadoramente, ¿dice?

RUTH – Según las mismas mujeres.

BRUNO – Señoras y señores, aquí tenemos a una MUJER que gana miles por mes y que supuestamente
debería saber leer entre líneas en estos casos tendenciosos.

RUTH – Bueno, ¿vamos a hacer el pedido? Porque si no lo vamos a hacer tengo que hacer cosas en casa.

BRUNO – Tranquila. Tranquila. Pidamos, entonces.

DIANA – El otro día estaba leyendo un libro en el bus…un libro de historias cortas y empecé a reírme en voz
alta…

PABLO – ¿El que me lo leíste?

DIANA – Sí, ese. Me cagaba de la risa. Y había un tipo sentado a mi lado, medio viejo ya, y me pregunta: “¿Qué
lees?” “Historias” le digo.

BRUNO – Estaba intentando levantare. Seguro.

DIANA – Escuchá, escuchá. Me dice entonces,: “Esas historias deben ser muy divertidas.” Le respondo que
algunas , sí, lo son, y .. escuchen.. me dice:”¿No tendrás alguna historia que sea desgarradora?”

BRUNO - …

DIANA – ¿No es gracioso?

PABLO - ¿No tendrás alguna historia que sea desgarradora?

DIANA – Me dio un poco de pena, la verdad.

BRUNO – Claro.

PABLO – Bruno… hermano, ¿Cómo van los negocios?

BRUNO – Lo de siempre. Sabes. Las cosas no cambian.

4. BRUNO, DIANA y PHYLIS sentados en la misma mesa. FERDI parada un poco lejos, viédolos.

BRUNO – Pero de vez en cuando te da ganas de hacer algo diferente.

DIANA – Es que casi nunca hacemos esto… vos sabes.

BRUNO – Vos también quieres intentar algo nuevo.

DIANA – De hecho, nunca hemos hecho nada como esto en nuestras vidas.

BRUNO – Nuevos rostros, nuevo cuerpos, nuevas sensaciones. Eso dijiste.

DIANA – Nunca ni había oído hablar de esas revistas de “swingers”

BRUNO – Lo hace todo un poco más picante, seguro.

DIANA – ¿No te parece medio raro promocionarte para tener sexo?

BRUNO – Y tu amigo… ¿no quiere sentarse?, ¿unirse al grupo?

(Le hacen señas para que se una al grupo.)


PHYLLIS – Ustedes no tienen ninguna enfermedad socialmente transmitida, no es cierto?

DIANA y BRUNO – “Socialmente transmitida…? ¿Cuál sería esa…?

DIANA – Bueno, y o nunca he tenido nada de eso.. o sea…

BRUNO – Yo tuve gonorrea en la U un par de veces…pero a quién no le ha dado eso, ¿no es cierto?

FERDI – ¿Tu pene es bastante grande?

BRUNO – ¿Perdón?

FERDI – Tu pene. Su tamaño. Tengo que cuidarla a mi amiga.

DIANA – A ver … a ver… aquí nos encontramos hablando de penes y ni sabemos cómo se llaman.

FERDI – Simón.

PHYLLIS – Mentira.

FERDI – Carlos.

PHYLLIS – Mentira.

FERDI – Soy lo que hay. El plato del día.

PHYLLIS – Soy Phyllis. El es El Pelusa.

BRUNO – El pelusa…?

FERDI – Eso mismo. Soy tierno.

BRUNO – Nombre interesante…

FERDI – Viene del cine.

DIANA – ¿Cuál actor?

FERDI – Una peli.

BRUNO – ¿Cuál?

FERDI – Ni idea.

DIANA – El es parte de tu… “entourage”?

PHYLLIS – Me está acompañando.

BRUNO – Bueno, ¿comemos?… ¿comen? O ¿nos vamos a… comer?

PHYLLIS – Tienes que esforzarte un poco más que eso, te cuento. (agarra el menú). Siete Menús…. Jmmm…

BRUNO – Qué nombrecito, ¿no? Es parte del misticismo del local. Hegel y Nietzsche, una vez, escribieron un
libro sobre el porqué del nombre de este lugar… olvídenlo…

FERDI – ¿Para qué?

BRUNO - ¿Qué?

FERDI – ¿Por qué Hegel?

BRUNO – Es una broma.

FERDI –¿para qué la broma?

BRUNO – No te entiendo.

FERDI – ¿Por qué hiciste la broma?

BRUNO – Por nada. De verdad.


FERDI – No hay ningún misterio en el nombre… Te dan un menú diferente dependiendo de cuando vengas.

BRUNO – Yo he estado aquí en diferentes horarios y el menú es siempre el mismo.

FERDI – El menú puede ser el mismo pero tú siempre estás diferente.

BRUNO - ¿Cómo?

FERDI – Que no eres la misma persona en la cena que en el desayuno. Desayuno, brunch, almuerzo, refrigerio,
tragos, cena y merienda antes de ir a dormir: esas son las siete etapas sagradas del ser humano. Las Siete
Edades del Hombre.

DIANA – Tu publicidad decía que estás en … publicidad…

PHYLLIS – Soy gerente de una agencia de publicidad.

DIANA – Genial, ¿no?

PHYLLIS – Tiene sus momentos lindos. ¿Qué tal es el “Pastiche”?

BRUNO – Está bueno, buenísimo. Nunca lo probé pero, aquí, todo está buenísimo.

DIANA – Siempre quise estar en el mundo de la publicidad.

BRUNO – ¿Tenemos que hablar de esto? ¿No podemos hablar de si vamos a mi casa o la tuya?

DIANA – La ex de Bruno trabajaba en publicidad.

PHYLLIS – ¿En serio?

DIANA – Era una bruja.

BRUNO – Buenísimo…

FERDI – A mi me caía bien, siempre.

DIANA – La ex de Bruno?

FERDI – Sí. Me encantaba.

DIANA – ¿La conocías?

BRUNO – No me jodas.

FERDI – Graciosa, cariñosa. Vulnerable. Sabor a limón. No causaba estática entre las sabanas. Te admito que
la extraño a la pendeja.

BRUNO – Siento que me estoy hundiendo.

DIANA – ¿Qué…? ¿Quién eres? … digo… ¿qué haces en la vida? …¿a qué te dedicas?

FERDI – No hago nada. Ella me sostiene.

BRUNO – Qué buen trabajo, si te toca.

PHYLLIS – Y él también sabe el verdadero significado de la ternura.

FERDI – Soy tierno.

DIANA – Se nota a leguas.

PHYLLIS – ¿Y ustedes?

BRUNO – Yo estoy en un momento de cambio.

DIANA – Lo despidieron.

BRUNO – Estaba en inversiones de gran porte ahora quiero entrar al mundo de la culinaria. Servicios de comida.

FERDI – Servicios de comida…


BRUNO – Eso.

DIANA – A ver, ¿cómo…?

BRUNO – Servicios gastronómicos es un negocio que está “en crescendo…”

FERDI – “en crescendo?”

BRUNO – Que está creciendo.

FERDI – Y, ¿Por qué no dice eso?

DIANA – Quiero saber cómo lograste ser gerente de una agencia de publicidad entera.

BRUNO – Diana está en el ramo de la terapia gastronómica.

FERDI – Otra vez lo mismo.

BRUNO – Ella hace terapia. Yo quiero entrar al ramo de los servicios. Y estoy pensando en unirme a su rubro.
Yo entrego la comida, y ella comparte la terapia.

FERDI – Brillante.

BRUNO – Lo único que digo es: mejor alejarse de los bancos y las finanzas…

DIANA – Barry…

BRUNO – Te metes en unos tratos medio truchos y te hacen mierda…

DIANA – ¿Pedimos, entonces?

BRUNO – Una vez un tipo entró a nuestra ofi con una maleta llena de plata.

DIANA – No, bebé.

FERDI - ¿Bebé?

BRUNO – No, ¿qué?

DIANA – No esa historia de nuevo.

BRUNO - ¿Qué historia?

DIANA – Siempre cuenta la misma historia del tipo con el maletín y el dinero.

BRUNO – No un maletín, una maleta.

DIANA – Ok, una maleta.

FERDI - ¿Y? ¿Qué pasó?

BRUNO – Nada. No pasó nada. No importa.

FERDI – En serio… contame.

BRUNO – No pasó nada. Lo sacamos de la ofi a patadas y listo.

FERDI – ¿A patadas?

DIANA – Metafóricamente.

5.

DIANA – Pero ahí no termina la historia. Entré a su oficina, planté mis manos sobre su escritorio y le dije, “la
publicidad tiene que ver con hacer las elecciones correctas!”

PHYLLIS – ¡diez sobre diez!

DIANA – O ¿acaso no fui terapeuta gastronómica? ¿Acaso no diseñaba comidas para la gente? Y ¿de qué se
tratan las dietas?
PHYLLIS – Hacer las elecciones correctas.

DIANA – Entonces ¿quién es la mejor persona para gerenciar esta cuenta?

PHYLLIS- Vos.

DIANA – Y me la dio. La cuenta. Un millón de dólares.

PHYLLIS – Y vivió feliz para siempre…

DIANA – Soy responsable por un millón de dólares!

PHYLLIS – Un millón…

DIANA – Nunca debiste dejar la agencia Phyliis.

PHYLLIS – Nada… nada…

DIANA – Pero ponte a pensar lo que podrías estar haciendo ahora.

PHYLLIS – Soy muy feliz siendo una ama de casa.

DIANA – Nadie es feliz siendo una ama de casa.

PHYLLIS – Encontré mi razón de ser: asar carne de cordero para un hombre que siempre llega a casa en buen
hora.

DIANA – Yo también pensé que había encontrado mi razón de ser con la terapia, pero el otro día me topé con un
ex paciente y no me acordaba de su nombre! ¿Entiendes?

PHYLLIS – Yo me encontré con un ex en la calle y no me acordaba SU nombre. Y eso quiere decir que estoy en
el camino correcto.

DIANA – Me estás jodiendo. ¿No te acuerdas el nombre de tu ex?

PHYLLIS – Bueno… la vida es larga y los hombres son cortos, en más de una manera, si es que me entiendes…
PERO, no TODOS los hombres son cortos. (Jack entra con unos tragos). Estoy hablando de ti, Jack.

JACK – Tres cervezas heladas.

DIANA – Dice que encontró su alma gemela.

PHYLLIS – Algo así.

JACK – Bueno, si encuentras tu alma gemela, quédatela y ráscale la cabeza.

DIANA – ¿Perdón?

PHYLLIS – Bromas.. de Jack. Su humor…

DIANA – ¿Y tu negocio? ¿Lo cerraste?

JACK – ¿Qué negocio?

DIANA – El que tenías con los ITes. ¿Lo cerraste?

JACK – Ah! Sí. Lo cerramos.

DIANA – Entonces se pueden comprar la casa de campo que querían y están hechos. ¡De por vida!

JACK – Supongo que sí.

PHYLLIS – ¿Estás bien?

DIANA – ¿Jack?

JACK - ¿Que?

DIANA – ¿Qué pasó Jack? Jack… qué pasó?

JACK – ¿Qué dijiste?


DIANA - Nada…nada… creo… algo que la ex de Bruno decía…

PHYLLIS – Quieres decir su EX – ex.

DIANA – Ruth. El dragón.

PHYLLIS – Lo vi a Bruno el otro día.

DIANA – Ah sí? Y ¿te dio alguna explicación?

PHYLLIS – No.

DIANA – Claro. ¿Ya encontró trabajo?

PHYLLIS – Creo que no. Me preguntó por ti.

DIANA – No le diste charla, ¿no?

PHYLLIS – Le dije que estabas bien.

DIANA – Desgraciado.

PHYLLIS – Jack, ¿qué te pasa?

JACK – Nada. No ... nada. No es nada.

PHYLLIS – ¿Quieres irte a casa?

JACK – No. Quedémonos. Pidamos algo.

PHYLLIS – ¿Seguro?

JACK - Claro. Sí. Claro. Comamos.

PHYLLIS – No estás con dolor de cabeza, ¿no?

JACK – No. No no no no…

PHYLLIS – Ráscame la nuca.

DIANA – Alguien sabe qué es “Joyau de la chase”? Siempre me olvido preguntarles qué significa.

JACK – Aves salvajes rellenas con carne de venado.

PHYLLIS – ¿Cómo sabías eso?

JACK – No lo sé. ¿Acaso no lo saben todos?

PHYLLIS – YO no sabía eso.

JACK – Capaz que lo pidió con otra mujer, Phylis.

PHYLLIS – Parece que sí.

DIANA – Tienes una esposa esplendida, espero que lo sepas.

JACK – Lo sé.

DIANA – ¡No la pierdas nunca!

JACK – No pretendo perderla.

DIANA – Es de oro.

JACK – Macizo.

PHYLLIS – Creo que me retiro.

DIANA – Ya, siéntate. Somos todos adultos aquí. O ¿no?


JACK – ¿Lo somos?

6.

DIANA – Lo vi a Jack hoy.

PHYLLIS – Ah, sí? ¿Cómo está?

DIANA – Creo que lo deberías llamar.

PHYLLIS – Creo que ya superé a Jack. Pero gracias. A Jack, al Beto, a Alan, a Manuel, a Fede… Igor…
Daniel…

DIANA – Ok superaste a tus Ex.

PHYLLIS – Totalmente.

DIANA – Y ¿a los meseros?

PHYLLIS - ¿Qué?

DIANA – ¿Superaste a los meseros…?

PHYLLIS – Nunca me he metido con…

DIANA – Porque el mesero te está mirando y no está nada mal.

PHHP – ¿Nunca te cansas?

DIANA – No.

PHYLLIS – Te amo, sabías. No sé qué haría sin ti.

7.

PHYLLIS – ¡Mesero! (Llega el mesero). Hola…

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