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YO SOY BRITNEY

“Primeramente quise ser una caja de música. Sin duda alguna me la habían regalado, y me
pareció maravilloso que, con sólo levantar la tapa, se oyese la música; pero sin preguntarle a
nadie, ya me di cuenta de que yo no podía ser una caja de música, porque esa música, por
mucho que a mí me gustara, no era mi música, que yo tendría que ser una caja de música
inédita, una caja de mi música, de la música de mis pasos, de mis acciones… Yo era una niña
sin remordimientos, y aun sin ellos, temía o sabía que una caja de música no se podía ser.”
- Algunas estaciones del itinerario de la razón poética, María Zambrano.

ESCENA 1: CIRCUS.

PINA está calentando en la sala de una casa promedio clase media, tiene una malla de
bailarina rosada y leggins color pastel. Hay un sofá, una mesa con un teléfono, un equipo de
sonido y un televisor con una webcam encima. En el sofá, DIANA revisa papeles en varias
carpetas de manila. Interrumpe su acción para hablarle directamente al público. Suena una
versión instrumental de “Lucky” de Britney Spears.

DIANA: Esta es la historia de cuando abandoné lo que más amaba, no era mi primera

renuncia vital, ni sería la última. Ah, esto pasó hace un tiempo, ya lo superé, no se preocupen.

La acción transcurre en esa brecha temporal de la vida de muchas jóvenes donde, como dicen,

no somos niñas, pero tampoco mujeres todavía. Todo comienza con mi hermana, aunque tal

vez todo comenzó mucho antes con nuestra abuela. Ya verán.

Diana se incorpora nuevamente en su acción de revisar papeles. La música sube de volumen.

DIANA: Tengo que trabajar, si no puedes ensayar a un volumen normal, en la academia

siempre hay salones disponibles para que los conviertas en tu discoteca personal, pero por

favor…/

PINA: Ya, ya, deja el drama.

DIANA: Por cierto, ¿alguien me llamó mientras no estaba? Estoy esperando una llamada.

PINA: ¡Sí, de hecho sí! Los del homenaje llamaron otra vez y…¡Adivina!
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DIANA: ¿Dijeron algo de lo del documental? Tengo que llamarlos… (busca en las carpetas,

saca una hoja, se acerca al teléfono).

PINA: ¿Qué documental? No, no dijeron nada de eso, pero ¡quieren que bailes en el

homenaje! Bueno, conmigo, pero eso, que bailemos juntas. ¿Emocionada?

DIANA: ¿Ah? No, yo no tengo tiempo para eso, ya yo no bailo más.

PINA: Creí que te gustaría la idea.

DIANA: No tengo tiempo. ¿Aló? ¿Sí? Hola, estoy devolviendo la llamada sobre el

documental de Marilyn Carreño. Sí, el homenaje, todo. Vale, espero. Gracias. (A Pina). Mira,

después cuadramos lo del baile, pero mejor hazlo tú sola. ¿No prefieres un solo?

PINA: Ya tengo varios, quería hacer algo contigo, creí que podíamos hacer algo juntas como

antes.

DIANA: No necesito tu cortesía, gracias, de verdad no creo que tenga tiempo, además estoy

muy fuera de forma.

PINA: Y muy ocupada también, seguramente, bailando hasta tarde cuando la academia se

queda sola, así que tan fuera de forma no estás, si te da miedo que bailemos juntas dilo y ya,

cancelo todo.

DIANA: ¡¿Me estabas espiando?!

PINA: Ay, no seas narcisista, no eres la única que entrena hasta tarde, tú misma me mandas

para allá para no atormentar a nadie. Te vi, me parece que sigues teniendo el toque, pero si no

te da la gana /

DIANA: ¿Cómo que narcisista? ¡Será que se me pegó de ti!

PINA: Te da miedo. ¡Miedosa!

DIANA: ¡Cállate!

PINA: Miedosa, miedosa, miedosa.


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DIANA: ¡Eres una…! ¿Aló? ¿Sí? (Mira a Pina con Rabia y hace gestos de que se espere

mientras atiende, Pina se ríe sola sin hacerle mucho caso). Sí, quería hablar del documental.

Claro, el homenaje está todo aprobado, nos tiene muy contentos. Ah. Sí, luego negociamos lo

del dueto, eso hay que discutirlo todavía (mira a Pina) pero estaba revisando algunos puntos

y no entiendo cómo nosotras, que somos la familia, no vamos a tener acceso al material del

documental hasta que esté terminado y publicado, no sé si podemos aprobar eso. ¿De qué

material estamos hablando, cómo no vamos a tenerlo? Exactamente, ¿qué quieren decir de mi

abuela? Ya les dije que no íbamos a ser parte de nada amarillista, ni mucho menos

melodramático. Su muerte está fuera de la mesa, esto es sólo sobre su trabajo como bailarina,

¿correcto? (Pausa, Diana escucha atenta) No, no vamos a tocar ese tema. No, eso tampoco.

Bueno, entonces no lo hacemos y ya. (Pausa). ¿Perdón? Okey, eso puede ser…Sí, mañana

podemos reunirnos. Está bien. Hasta luego.

PINA: ¿Qué pasó?

DIANA: Nada, tranquila. ¿Mañana estás libre en la noche, tienes planes divertidos de sábado

en la noche?

PINA: ¿Ensayar contigo?

DIANA agarra el control remoto del equipo de sonido, vuelve a poner la música y le sube el
volumen. Bailan juntas sin preocuparse por la técnica, ahora son dos peces en el agua. Se
divierten hasta que la canción termina.

DIANA: 8:00 pm en el salón 208. No llegues tarde.

PINA: 8:15.

DIANA: Okey.

Sale Diana. Pina toma las carpetas que dejó sobre la mesa. Se sienta a leerlas mientras se
cuida de que no la vean. Se detiene en una de las hojas. La dobla y guarda en su leggin.
-
Transición.
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ESCENA 2: SOMETIMES.

La sala de la casa está sola. Suena la contestadora.

VOZ DE PINA: Hey, es Pina, baby (pausa) ¡Diana, di tu parte!

VOZ DE DIANA: Es Diana también, hola.

VOZ DE PINA: En este momento no estamos en casa, pero si dejas un mensaje

probablemente no lo escuchemos porque ¿quién deja mensajes en esta época?

VOZ DE DIANA: Si es importante, llama de nuevo y si no, pues nada…

VOZ DE PINA: ¡Exacto! Bye.

Entra Pina visiblemente molesta, lanza el bolso en medio de la sala. Suena el pito de la
contestadora.

VOZ DE MAMÁ: ¡Hola, muñequitas lindas!

Pina voltea los ojos. Busca un tobo lo llena de agua.

VOZ DE MAMÁ: Nos tienen en el olvido. Miren, no sabíamos nada de ustedes y ya le tocaba

a Pina la nueva dosis, así que les dejamos las pastillas en la gaveta de siempre. Pina, tómalas,

no dejes de hacerlo. Ah, tómalas bien, por favor, ni más ni menos, cualquier cosa nos llamas.

VOZ DE PAPÁ: ¡Diana! Mira, llámame que necesito que hablemos del contrato y los papeles,

no me los has mandado firmados y el tiempo apremia, no sé qué estás esperando.

VOZ DE MAMÁ: ¡Dios las bendiga!

VOZ DE PAPÁ: Apúrate, Diana.

VOZ DE MAMÁ: Un besito.

Cuelgan. Pina se sienta y mete los pies en el tobo con agua caliente. Está aliviada. Entra
Diana.

DIANA: ¿Qué te pasó? Te esperé una hora en la sala de ensayo.

PINA: No me sentía bien.

DIANA: ¿Te tomaste tus pastillas?


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PINA: Sí, ya, ya, déjenme tranquila con eso, que fastidio. (Pausa). ¿Y tú? ¿Cómo te sientes

tú? ¿No tienes nada que contarme?

DIANA: ¿Yo? Bien. Molesta por perder un ensayo por tu culpa, pero de resto…

PINA: ¿Segura?

DIANA: Ok, si tienes algo que decir, dilo y ya.

PINA: No, yo no. ¿Por qué nunca hablamos de la abuela?

DIANA: Pina, literalmente estamos haciendo un homenaje y un documental sobre la abuela,

más bien hablamos demasiado de ella, ¿qué más quieres que te diga?

PINA: No, hablamos para afuera, para los demás sí decimos mucho, pero entre nosotras

nunca.

DIANA: No tengo tiempo para esto.

PINA: Eso está claro, tú nunca tienes tiempo para mí, pero para los demás…

Tocan la puerta. Diana abre. Entra Sebastián con una caja de chocolates en la mano.

SEBASTIÁN: Bella, no encontré puesto afuera, pero me metí en la panadería de la esquina,

dejé el carro ahí y les traje esto (le entrega los chocolates a Diana) ¿no hay problema,

verdad?

DIANA: No, no creo. Gracias por acompañarme, ayudarme con la coreografía y por traerme,

gracias, gracias por todo. Ven, ya voy a hacer la cena, es lo menos que puedo hacer para

agradecerte, me salvaste la noche.

SEBASTIÁN: No, no hay nada que agradecer, créeme que fue un placer.

PINA: ¿Tú, cocinando? Mejor pidan un delivery.

DIANA: Cállate, lo importante es el gesto. Ah, te presento a mi hermana, la maleducada,

Pina. Pina, él es Sebastián, tal vez lo recuerdes de la Academia, es un gran coreógrafo, de mis
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favoritos, y nos va a ayudar con nuestro dueto, ya que me metiste en esto, deberías poner de

tu parte también, ¿no?

Sebastián y Pina se dan la mano. Pina no les presta mucha atención, está más pendiente de
sus pies en el agua.

SEBASTIÁN: En realidad ya nos conocíamos, coincidimos en un festival hace unos años, nos

presentó tu abuela, que en paz descanse. ¿No te acuerdas?

DIANA: ¡¿Se conocían?! El mundo es tan chiquito, sobre todo en este país, más aún en este

medio “artístico” que parece más bien una vecindad.

PINA: Ah, sí, Sebastián, ¿cómo estás?

SEBASTIÁN: Bien, bien. Ha pasado el tiempo desde la última vez que coincidimos, aunque

sí te he visto bailar por ahí.

PINA: Igual, me gusta mucho lo que estás haciendo ahora. Digo, tu trabajo junto a mi abuela

estaba bien, pero desde que…tú sabes, desde que murió, no sé, tus coreografías se sienten

más maduras, me parece.

SEBASTIÁN: Aprendí mucho de ella, gran maestra de la danza y la vida.

DIANA: ¿De la vida, seguro?

SEBASTIÁN: Sí. Ha sido una pérdida irrecuperable para la escena del país.

PINA: Sí, es verdad. Talentosa, brillante, misteriosa, discreta, todos tenemos mucho que

aprender de ella, sin duda.

SEBASTIÁN: ¿Cuánto tiempo ha pasado desde nuestra última gira juntos?

PINA: Ni idea, ¿cuatro, cinco años?

SEBASTIÁN: Demasiado, hay que repetir pronto. Ya va, ¿cuántos años tienes ahorita?

(Pausa). ¿Cuántos tenías entonces? Tal vez debimos preguntar antes.

PINA: ¿Cómo está tu amigo, el chino?


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SEBASTIÁN: ¿No te enteraste? Sobredosis, como un año después de ese viaje, lo

encontraron en su apartamento muchos días después.

PINA: ¡¿Qué?! No, no me enteré, creí que se había ido del país. Lo siento. Aunque

pensándolo bien, no me sorprende tanto, era una farmacia andante, hasta a mí me costaba

seguirle el paso.

DIANA: ¡Pina, por dios!

SEBASTIÁN: Bueno, mentira no es. Para mí eso fue una señal de alerta, te digo, más nunca

volví a mezclar con drogas duras.

PINA: Claro, claro, comprensible.

DIANA (incómoda): Sí, bueno, ¿quieres esperarme en el comedor, Sebastián?

SEBASTIÁN: Ah, sí. (Pausa, se detiene a ver el piano en la sala) ¿Hay pianistas en la casa?

Las hermanas responden a la vez.

DIANA: No.

PINA: Sí.

SEBASTIÁN: No entendí. ¿Sí o no?

PINA: Ella sí, yo no.

DIANA: No, yo no he tenido tiempo de aprender a tocar bien.

PINA: Sí, sí, pero si te dedicaras podrías hacerlo. Si pasaras menos tiempo quejándote de no

tener tiempo, podrías hacer muchas más cosas.

DIANA: Claro, para ti es fácil decirlo. Tú crees que sabes, pero no tienes idea de la cantidad

de cosas que tengo que hacer para todos, deja de hablar sin saber.

PINA: ¿Cómo que no sé? Lo dices todo el día / (se montan una encima de la otra).

DIANA: ¿Qué vas a saber tú que nunca me escuchas, sólo piensas en ti todo el día, todo el

tiempo? (Mientras pelean, Sebastián se va acercando al piano poco a poco).


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PINA: Ay, sí, la que se sacrifica por todos porque no puede con el estrés de estrenar sus

propios trabajos, yo sé lo que haces y no me sorprende para nada. Eres igualita a mamá, ¿lo

ves, no?

DIANA: ¡Cállate! ¡Te pasaste!

PINA: Coño, sí. Me pasé, pero es que tú… (De repente Sebastián empieza a tocar el piano,

ambas quedan en silencio mirándolo, escuchándolo. Comienza tocando algo que puede ser
una canción original, suave y dulce. Ambas se acercan y comienza a tocar Sometimes de
Britney Spears. Diana se acerca y toca a su lado y Pina los ve con complicidad, decide
dejarlos solos y sale).

SEBASTIÁN: No me odies, pero Pina tiene razón, si le quisieras dedicar más tiempo…

Diana voltea los ojos.

SEBASTIÁN: Okey, no voy a hablar sin saber, ya, ya, lo que quiero decirte es que, si quieres,

podemos practicar juntos.

DIANA: ¿En serio? Eso me encantaría.

SEBASTIÁN: A mí también.

Ambos voltean para buscar a Pina con la mirada. Se dan cuenta de que están solos. Él le
extiende la mano y salen juntos agarrados de manos. Antes de salir, ella vuelve su mirada al
piano, sonríe, apaga la luz y sale.

ESCENA 3: OVERPROTECTED.

Es de día, a la mañana siguiente, Pina entra a la sala en pijama con una taza de café. Suena
un celular. Suena el ringtone de skype, se enciende el televisor y aparece MAMÁ, tiene ropa
playera, bronceada. Está en un cuarto de hotel elegante.

MAMÁ: ¡Muñequita! Al fin contestas, ya estábamos preocupados. ¿Cómo te has sentido?

PINA: Bien, estoy bien. ¿Tú cómo estás?

MAMÁ: Bueno, aquí, podríamos estar mejor. ¿Tu hermanita está por ahí?

PINA: Está ocupada.


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MAMÁ: ¿Tan temprano?

PAPÁ interviene en la llamada bruscamente.

PAPÁ: ¿Dónde está Diana y por qué no contesta el teléfono? No parecen cosas suyas. Están

pasando demasiado tiempo juntas, se está poniendo como tú con las llamadas. Necesito

hablar con ella, es urgente. ¿Está en la casa?

PINA: Está bien, déjenla en paz una mañana, por lo menos.

Entra Diana en pantaletas con la camisa de Sebastián, tomando café, cantando Sometimes
bajito.

PAPÁ: ¡Diana!

DIANA: ¡Papá!

Se le cae el café encima. Pina se acerca a ayudarla, en el descuido la cámara enfoca la


puerta de la sala.

MAMÁ: ¿Qué pasó?

PAPÁ: ¿Por qué estás desaparecida? ¿Ahora quieres ser como tu hermana, es eso? ¿Necesitas

ir al doctor tú también? ¿Te volviste loca? Tú sabes la situación en la que estamos, necesito

más urgencia de tu parte. Necesito tu apoyo. No seas irresponsable, te agradezco que me

contestes cuando te llamo y que me respondas cuando te hablo.

MAMÁ: Le pasó algo, déjala tranquila.

Entre el caos del café y el regaño, Diana, desde lejos, se mete en el foco de la cámara
mostrando su situación.

DIANA: ¡Es lunes por la mañana! ¿Qué quieres de mí? Sí, ya sé la situación en la que

estamos, pero ¿tú sabes en qué situación estoy yo? ¿Me lo has preguntado? No me

corresponde a mí arreglar tus desastres, ni los de mi mamá, ni los de Pina, ni los de mi abuela,

que en paz descanse, por lo menos déjame tomarme el café primero. No me ladilles o por lo

menos ten la cortesía de hacerlo después de las 10:00 am, como la gente normal. Papá, de

verdad, si nuestra relación va a basarse 100% en lo profesional, te mando por correo un link
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para que agendes una cita conmigo, pero no voy a permitir que me hables de esta manera, en

estas condiciones.

PAPÁ (confundido, a Mamá): ¿Y a esta qué le pasó?

Entra Sebastián en camiseta, el foco de la cámara capta la imagen de su entrada

completamente.

PAPÁ: Ah.Ya entiendo, por supuesto.

MAMÁ: Ay, es buenmozo.

DIANA: ¡Mamá, por favor!

PAPÁ: Sebastián, hola. No esperaba verte hoy, ni con mis hijas, pero bueno…

SEBASTIÁN: Yo tampoco me lo esperaba, pero supongo que soy un tipo con suerte.

Diana se precipita sobre el celular y trata de colgar.

PINA (a Sebastián): Estás a tiempo de escapar, corre, yo te cubro.

Sebastián se sienta al lado de Diana y mira directamente a la cámara.

MAMÁ: ¿Son novios? Diana, ¿tienes novio? ¡¿Pina, por qué no me contaste!?

SEBASTIÁN: Todavía no, pero estoy en eso.

DIANA: ¿Qué?

PINA: ¿Qué?

PAPÁ: Bueno, no podemos tener una presencia a la ligera, no con mis hijas. Nosotros

regresamos la semana que viene. ¿Te parece el viernes a las 7:00 pm?

DIANA: Eso no lo decides tú.

MAMÁ: Ay, sí, una cena en casa.

PINA: Yo puedo cocinar.

PAPÁ: Diana con novio, esto es el magno evento familiar, podemos abrir la botella que

teníamos guardada, ¿te acuerdas?

MAMÁ: Me parece perfecto.


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DIANA: Se volvieron todos locos, que no somos novios. Perdón (a Sebastián) no les hagas

caso, estoy muy avergonzada.

SEBASTIÁN: El viernes es perfecto, a las 7:00 estaré aquí. ¿Qué debo traer?

PINA: Trae un postrecito, algo sin gluten preferiblemente, Diana se tiene que poner a dieta

para el homenaje.

DIANA: Te odio.

PINA: Yo te adoro, hermanita.

MAMÁ: Ay, sí, muñequita, ya te toca. Sebastián, un postre sin gluten, por fa.

SEBASTIÁN: Como ustedes digan, perfecto. (Pausa) ¿Y nuestra otra reunión, sigue en pie?

PINA: ¿Otra reunión?

PAPÁ: Claro, el lunes te espero en mi oficina…sin postre, pero si te sientes generoso, que

tenga bastante gluten y todas esas cosas que ya uno no puede comer en paz en esta casa.

SEBASTIAN: Lo tendré en cuenta.

PAPÁ: Bueno. Ya está hablado. Nos vemos. Diana, mándame el link para agendar, pues,

quedo atento. Saludos.

MAMÁ: Dios las bendiga, un besito.

Cuelgan.

DIANA: ¿Qué acaba de pasar?

PINA: Me parece que tienes novio. Bienvenido a la familia.

Sebastián pone su brazo sobre Diana.

SEBASTIÁN: Gracias.

ESCENA 4: ME AGAINST THE MUSIC FEAT PAPÁ.

Transición. Entra Pina vestida de colegiala al estilo de “...Baby, one more time.” Prende el
televisor. Se proyecta el video de Britney Spears cuando era niña cantando “I will always
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love you” de Whitney Houston. La imagen se interrumpe y aparecen dos niñas, Pina y Diana,
bailando juntas. Se va la señal.

PINA: Ahora me toca a mí. A ver, quiero aclarar algo. Yo no soy un prodigio, ni tuve

asegurada siempre una exitosa carrera en las tablas de este país porque ni siquiera quienes, de

hecho, tienen una gran trayectoria en las artes escénicas ultra uff aquí, la tienen en realidad.

Es como ser famoso en Picure, ¿sí me captas? Entonces, vamos a ubicarnos en tiempo y

espacio. Diana y yo nos criamos en una Academia de danza, hago énfasis en el pronombre.

Nos criamos a nosotras mismas. Nos sentimos orgullosas de eso. No importa el éxito, ni el

reconocimiento, en general diría que artista no es gente, artista no es gente paternal, por lo

menos.

Se enciende el televisor. Aparece Papá sentado con un micrófono de balita amarrado a la


camisa, parte del documental de Marilyn Carreño, mira a la cámara directamente.

PAPÁ: Una vez escuché a un director de orquesta decir que era un pianista no practicante

porque tocaba lo mínimo, es decir, no era un virtuoso, pero entendía y valoraba el

instrumento. Me pasa algo parecido, pero peor. No sé explicarlo, pero para mí la música era

lo más parecido a rezar que podía tener en mi casa, practicar con mi instrumento era un

escape, sí, pero más allá de eso, era mi manera de velar un muerto que no conocí nunca, pero

que llevaba conmigo desde siempre. Mi papá, que era un hombre más bien ignorante,

simplón, me vigilaba mientras tocaba y si no era perfecto, me encerraba. No me lo vas a

creer, pero le agradezco eso al viejo, me ayudó mucho. Nunca comulgué con esa idea absurda

de pasárselo bien cuando estás aprendiendo tu oficio, las cosas hay que tomárselas en serio y

aun así, nadie te garantiza nada. Eso es lo que les he repetido hasta el cansancio a las niñas,

no creo que quieran comprenderlo todavía. Quise enseñarlas a amar la música también, pero

un instrumento no es un juego, ni siquiera los de juguete que les regalamos cuando eran

niñas, todo contacto con la música requiere disciplina, rigor. Pina no se comprometió nunca,
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abandonó demasiado pronto cualquier pretensión de esa naturaleza, pero se enamoró de la

música a su manera, rebelde como siempre, pero le ha salido bien la gracia La danza

demanda una flexibilidad que le sale natural y está tranquila porque está en camino a ser la

mejor de su generación y ojo, eso no lo digo yo porque soy su papá, se sabe que soy el

primero en criticarla, pero es así, simplemente, todos lo saben. En cambio Diana…es una

artista no practicante, me recuerda mucho a mí, por eso soy tan duro con ella. Si a Mozart le

hubiesen puesto pañitos de agua caliente con palabras bonitas, no tendríamos la pequeña

serenata nocturna, ¿cierto? Ella necesita vivir este momento de sostener una vida diurna de

papeleo y una noche de pequeñas serenatas con derecho de admisión, es lo que toca a veces.

Al final todo es cuestión de práctica, incluso ser un religioso no practicante, especialmente

eso. Aprender a vivir con lo que se puede, eso es un arte, ¿no te parece? Vivir bien requiere

técnica e intuición, como toda obra de arte.

Pina apaga el televisor. Sale.

ESCENA 5: BREAK THE ICE.

Diana fuma en la ventana, tiene un vestido de color opaco, elegante. La mesa está puesta

para una cena familiar. Entra Pina con un vestido rojo.

DIANA: Ay, no. Rojo no, te dije que sólo colores complementarios.

PINA: ¿Cómo que no? ¿Cuándo me dijiste eso? ¿Y desde cuándo fumas? De verdad hay una

mala influencia en tu vida y no soy yo.

DIANA: Te mandé un correo con un mood board de la cena de esta noche, especifiqué paleta

de colores y todo.

PINA: Guao. Sí, no lo vi, obviamente. Tienes que relajarte (pausa) y no te voy a sermonear

sobre el cigarro, pero sí te digo que estoy impactada.

DIANA: Nunca creas que conoces a alguien, siempre he fumado cuando estoy…así.

PINA: ¿Nerviosa? Todo va a salir bien, relájate.


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Diana le voltea los ojos.

PINA: Bueno, todo va a salir…de alguna manera…eventualmente.

DIANA: Mejor. Okey, puedo vivir con eso.

PINA: ¿Te ayudo a maquillarte?

DIANA: Ya me maquillé…

PINA: Ah. Sí, se nota, me encanta.

Diana prende otro cigarro.

DIANA: Mejor háblame de ti, ¿qué estás haciendo estos días, además de ensayar?

PINA: Nada, ir a terapia y ensayar, esa es mi vida.

DIANA: ¿No estás saliendo con alguien?

PINA: No, ya no hago eso. Da igual.

DIANA: ¿Qué pasó?

PINA: Nada, no estaba disponible y… eso. No me gusta compartir.

DIANA: Será ahora que no te gusta, antes te encantaba.

PINA: Fue algo de una vez y deja de echármelo en cara, nunca debí contarte nada.

DIANA: Perdón. No te estoy juzgando, solo comentaba (pausa) ¿Quieres maquillarme?

PINA (ilusionada): ¡¿De verdad?!

DIANA: Sí, incluso podrías…sacarme las cejas, si quieres.

PINA: ¡Sí! Ya busco la pinza, que emoción. Pon musiquita, ya vengo.

Ponen Oops!... I did it again de Britney Spears. Diana mira por la ventana, bailando un
poco. Pina entra bailando, girando, bailan juntas la coreografía icónica de la canción. Luego
le bajan un poco el volumen, Pina sienta a Diana y empieza a maquillarla.

PINA: ¿Te cuento un secreto?

DIANA: Sí, dale.

PINA: Creo que no puedo enamorarme.


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DIANA: Eso es estúpido, te he visto enamorada mil veces, ¿cómo que no?

PINA: No, no como tú o como los demás parecen estarlo.

DIANA: Desarrolla, no entiendo.

PINA: Creo que el amor sólo puede ser recíproco, de otra forma no es amor, es otra cosa que

no sabría qué es, pero amor no. Mucho menos enamoramiento.

DIANA: Es apariencia, nada más, supongo.

PINA: No, la apariencia es una parte del todo, es la fachada de una casa, la portada de un

libro.

DIANA: Por eso, apariencia.

PINA: ¡No! Te digo, más de una vez he comprado un libro sólo por su portada y nunca me he

decepcionado. Lo que se me hace insuficiente no es la apariencia, sino lo que está debajo de

la máscara. Si te fijas bien, las cosas, por lo general, son exactamente lo que parecen.

DIANA: Sí. Tienes razón. Las cosas suelen ser lo que parecen.

PINA: Sí, ojalá con las personas ocurriera lo mismo.

DIANA: ¿Por qué lo dices?

Suena el timbre. Abren la puerta, entra Sebastián con un postre en la mano.

DIANA: ¡Llegaste temprano!

SEBASTIÁN: Sí, conseguí el postre gluten-free por aquí cerca y no quería esperar más para

verte. ¿Las ayudo con algo?

PINA: Perfecto para tu dieta, Diana.

DIANA: Sí, perfecto. Ya va, ¿cuál dieta? Bueno, equis. Mira, Sebastián, siéntate, creo que

debemos advertirte sobre algo.

PINA: ¿Debemos? ¿Qué es esa pluralidad gratuita? Mi único deber ahora es sacarte las cejas,

finalmente, siéntate tú también.


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DIANA: ¡Ya va! Orden de prioridades. Mira, Sebastián…

SEBASTIÁN: ¿Esta es la parte en que me terminas? ¿Tan pronto? Ni siquiera llegamos a la

entrada en la cena familiar, eso fue rápido.

PINA (interrumpiendo con la pinza de cejas): Hablando de prioridades… Tengo años

esperando este momento, ¿podemos retomar, por favor? El cometa de la depilación pasa una

vez cada mil años con Diana, hay que aprovechar.

DIANA: ¡Cállate!

SEBASTIÁN: Aprovecha, aprovecha. (Se ríen). Mentira, a mí me gustas así.

DIANA: Necesito foco un momento, por favor. Mira, mi familia tiene una extraña manera de

expresar…afecto.

SEBASTIÁN: Me he dado cuenta.

PINA: Usas la palabra “afecto” con mucha ligereza, pero sí, continúa.

DIANA: Bueno, nada, que no te extrañes si te hacen preguntas muy personales.

PINA: Ah, sí, normalmente te preguntarían cuánto ganas, pero como trabajas en la Academia,

seguro ya están al tanto, así que tranquilo.

SEBASTIÁN: Ya saben que soy artista, ¿qué tan malo puede ser, una prueba de orina para

revisar si me drogo o algo así?

Pina y Diana se miran incómodas.

PINA: Bueno…

DIANA: Es mejor si te preparas mentalmente para lo que sea.

SEBASTIÁN: ¿Es en serio? Era un chiste.

DIANA: Es porque eres artista.

PINA: Su ex era abogado, lo amaban.

SEBASTIÁN: ¡Ustedes son artistas!


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DIANA: Sí, a nosotras también nos hacen pruebas de orina.

PINA: Y están muy al tanto de nuestras finanzas…demasiado al tanto.

DIANA: ¡Y Daniel era músico también, no era sólo abogado, no seas exagerada!

PINA: Era baterista, eso no cuenta.

DIANA: ¿Qué tienes en contra de los percusionistas?

PINA: Nada, nada, tú sabes que me encantan, pero cualquier baterista no es músico.

SEBASTIÁN: Eso es verdad.

PINA: Y Daniel tenía la sensibilidad de un tenedor.

DIANA: ¿Qué quieres de él? No le pidas peras al olmo, era baterista.

SEBASTIÁN: Y abogado.

PINA: Exacto. Un abogado y baterista en su tiempo libre, a ese sí no le hicieron prueba

anti-doping, ni nada. ¿Qué será de la vida de Daniel, estará casado ya?

DIANA: No, todavía no.

SEBASTIÁN: ¿Cómo sabes?

DIANA: Mira (a Sebastián), mejor ve tomando agua, mantente hidratado y no me estreses

ahora, esta cena la buscaste tú, así que pórtate bien.

PINA: Sí, Sebastián, pórtate bien.

SEBASTIÁN: Está bien. Tomaré agua y repasaré las tablas de multiplicar, por si acaso.

PINA: Perfecto.

Diana prende un cigarro, nerviosa, fuma en la ventana.

SEBASTIÁN: Ya va, ¿tú fumas?

PINA: ¿No sabías? Creí que tú eras la mala influencia. Interesante.

SEBASTIÁN: No, odio el cigarro.


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DIANA: Es algo eventual. (Pausa incómoda). ¿Por qué no llegan? Mi mamá es demasiado

impuntual, voy a llamarlos.

PINA: Podemos abrir una botella y los esperamos con un poco de vino, así nos divertimos

mientras.

DIANA (despreocupada, marcando el teléfono): Sí, dale.

PINA: ¿En serio? Eso fue fácil. Estás rara hoy, ¿qué te pasa?

DIANA: Nada.

Repica. Contestan, hay ruido de fondo.

MAMÁ: ¿Aló?

DIANA: ¡¿Dónde están?!

Pina comienza a abrir la botella. Sebastián le hace gestos a Diana para que apague el
cigarro. Diana lo ignora, preocupada por la conversación.

MAMÁ: Ay, muñequita, perdimos el vuelo. Nos vemos mañana o bueno, otro día.

DIANA: ¿Cómo que perdieron el vuelo?

PAPÁ: Por responsabilidad de tu mamá, como siempre.

MAMÁ: ¡Claro que no!

PINA: Como siempre.

Sirve el vino y choca copas con Sebastián.

PAPÁ: Nos vemos otro día, después conocemos a…¿cómo es que se llama?

DIANA: Sebastián.

MAMÁ: Ah, sí, Sebastián.

Sebastián se acerca a Diana y le apaga el cigarro.

DIANA: ¡No!

PINA: ¿No qué, loca? Cenamos nosotros y ya, cuelga.

DIANA: Que esto es una falta de respeto, me presionan para nada.


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PAPÁ: ¿Te presionamos para nada? Es una cena, cálmate. Nos vemos otro día, total, igual nos

vemos en la Academia la semana que viene, ¿cuál es la urgencia?

MAMÁ: Sí, gordita, es una cena. Por cierto, no te vendría mal dejar de cenar unas cuantas

noches, ¿sabes?

PINA: Te dije que colgaras a tiempo.

Diana agarra la botella y empieza a tomar directamente del pico.

DIANA: No, no. Ya que estamos todos reunidos, vamos a hablar. Esto lo cuadraron ustedes,

así que háganlo.

MAMÁ: ¡Mejor lo hacemos mañana!

PAPÁ: No, mejor después, llegamos mañana, yo tengo que descansar, después estoy ocupado.

PINA: Yo no puedo después, hoy era perfecto.

SEBASTIÁN: Yo tampoco.

DIANA: ¡¿Y yo?! Yo tampoco. Tengo que ensayar. Yo tengo una vida, me gustaría vivirla

para variar.

PINA: Te felicito, ¿me sirves más, por favor?

Diana la ignora y sigue bebiendo directamente de la botella.

DIANA: No me da la gana de complacerlos más. Voy a ensayar. Voy a practicar el piano. Voy

a beber, fumar, cogerme a un coreógrafo y poner el teléfono en silencio. Necesito espacio.

Renuncio.

PAPÁ: ¿Qué?

MAMÁ: Diana…

Pina agarra la copa de Sebastián y se la bebe ella fondo blanco.

DIANA: Lo siento.

PAPÁ: No puedes renunciar.

MAMÁ: No hagas esto, por favor.


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DIANA: ¿Saben qué? En verdad no lo siento.

PINA: Ya va, pero ¿podemos hacer preguntas? ¿puedo hablar? ¿a qué estás renunciando

exactamente? El homenaje sigue, ¿no? Tienes que ensayar, tú misma lo dijiste.

DIANA: Sí. Mi carrera como bailarina sigue. El karma maldito que estoy pagando como

secretaria no. Renuncio al papeleo infinito, a las diligencias que nadie más quiere hacer, a

todo eso. No vale la pena. No lo voy a hacer más.

PINA: Ah, perfecto. Entonces sí, te apoyo.

PAPÁ: No sabes lo que estás haciendo, estás demasiado involucrada legalmente en la

Academia, ya no puedes renunciar así tan fácil, simplemente no puedes hacerlo. Lamento

tener que decírtelo así, pero no puedes.

DIANA: Lo estoy haciendo.

PAPÁ: No lo hagas.

PINA: ¿Eso es una amenaza?

MAMÁ: No, para nada.

PAPÁ: Sí.

DIANA: Haz lo que quieras. Tú mismo lo dijiste, estoy demasiado involucrada, piénsatelo un

poquito antes de llamar a un abogado.

PAPÁ: ¿Disculpa? ¿Me estás amenazando tú a mí? ¿Qué te pasa?

DIANA: Sí y lo aprendí de ti. Piénsalo.

Pina cuelga el teléfono. Diana le sirve un trago. Beben juntas. Diana saca un cigarro, Pina
se lo prende. Diana exhala aliviada.

SEBASTIÁN: ¿Todo bien?

DIANA: Sí.

PINA: Mejor que nunca.

SEBASTIÁN: Creo que prefiero esperarte en el cuarto, no soporto el olor.


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PINA: Si no, cenamos nosotras solas nada más.

SEBASTIÁN: Sí, no tengo hambre. Te espero.

DIANA: Está bien.

Sebastián sale.

PINA: ¿Cómo te sientes?

DIANA: Rara. Creo que voy a vomitar.

PINA: Es normal, sácalo todo.

DIANA: ¿Estoy muy loca por hacer eso?

PINA: Es lo más sensato que has hecho en años.

DIANA: Gracias.

PINA: Puedes hacer lo que quieras. Podemos, las dos. Bueno, igual te advierto que esto va a

ser horrible, creo que verás un lado de mi papá que no conoces.

DIANA: Seguramente. No estoy lista.

PINA: No estás sola.

DIANA: Creo que yo tampoco tengo hambre. Voy a dormir.

PINA: Por favor no me dejes sola con la torta.

DIANA: Lamento haberte dejado sola el año pasado. No podía estar.

PINA: Entiendo. Ya pasó.

DIANA: Sí. Ya pasó.

PINA: Hasta mañana.

Pina se acerca a la mesa con la comida. Abre la torta, la mira detenidamente. Saca un
tenedor y empieza a comérsela sin picarla y casi sin masticar. Suena Break The Ice de
Britney Spears. Black out.

ACTO 2. ESCENA 6: I’M A SLAVE 4 U / DON’T EXPLAIN

Transición. Entra Pina vestida de colegiala al estilo de “...Baby, one more time.”
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PINA: Antes que nada, no quiero drama, no quiero show. En todas las familias pasan cosas,

cosas pasan, es así. (Pausa). Creo que fui muy dura antes con mis padres, o no lo sé. No sé.

Hay padres que abandonan, ¿no? Bueno, ese no fue nuestro caso, los nuestros estaban

presentes o, digamos, estaban ahí. En honor a la verdad, su presencia es más bien remota,

pero consistente. Aunque si lo pienso mejor, abandonar por completo puede ser más generoso

que estar sólo para la salsa y el control, ¿me explico? Me choca la gente tibia, especialmente

en sus abandonos. O estás o no estás, pero a medias nada.

Pina enciende el televisor. Se proyectan imágenes de Britney Spears llorando en la infame


entrevista con Diane Sawyer. Corte a: Imágenes de Pina, cansada, llorando en el camerino,
pone la mano frente a la cámara molesta, tapándola. Se va la señal. Aparece Mamá, con un
micrófono de balita en el documental de Marilyn Carreño.

MAMÁ: Nos conocimos en un concierto. Yo era una corista invitada, para mí era muy

emocionante presentarme junto a músicos de ese calibre. Era un repertorio de jazz que me

encantaba (pausa, recuerda) Billie Holiday, ella debe tener la voz más triste del mundo. No

sé, los escuchaba atenta hasta que me tocara cantar y muchas veces se me olvidaba que venía

mi parte, me quedaba prendada escuchándolos, pero era muy triste, una cosa casi invasiva, yo

me ponía a llorar como una boba ¡y eso que yo nunca lloro! Pero es que era demasiado fuerte.

Me daba pena, yo creí que ellos entenderían, pero me sorprendió que estaban ahí como

cumpliendo un deber, fastidiados, como pensando “otro maldito día de ensayo” hasta escuché

a algunos decir que el jazz era un género menor, imagínate, un horror. Yo me indigné, pero

así son algunos, las orquestas a veces te embasuran un poco, tanto virtuosismo atrofia la

emoción. Ay, no le digas a mi marido que dije eso. ¿Esto lo pueden cortar? Bueno, da igual.

Es la verdad (Pausa). Aunque él me pareció diferente, así se sintió en ese momento. Me miró

mientras lloraba en el coro de “Don’t Explain” y sonrió, me pareció verlo asentir con la
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cabeza, como diciendo: Sí, te entiendo, me pasa algo por dentro a mí también. No estás

exagerando, es devastador, es la voz más triste del mundo.

Al salir me invitó a su casa a escuchar música, música de verdad, según él. Yo no entendí a

qué se refería con eso, ¿música de verdad? Siempre es verdad, ¿no? Pero no, para él no era

así. Ahora entiendo.

Igual yo lo escuchaba y estaba fascinada con lo que me mostraba, aunque siempre eran

canciones sin letra, no podía cantarlas, pero bueno, con él era como una eterna aprendiz.

Antes yo cantaba muchísimo y muy bien, déjame decirte. Bueno, cantaba, bailaba, hacía de

todo, pero él cada vez me escuchaba menos. Me di cuenta muy tarde de que me casé con un

músico que se hacía el sordo cuando le convenía, pero con un oído súper afinado para corregir

a todo el mundo. Por eso me encanta Pina, ella baila como yo cantaba antes, mientras

Diana…Bueno, hace lo que puede, creo que se creyó el cuento de la música de verdad y lo

intenta, a ver si logra convencerlo. Yo ni lo intento ya. Si él supiera, seguiría sin entender.

Mejor así.

PINA: Tal vez no fui dura, tal vez estoy siendo precisa. Sí, artista no es gente, pero viene

desde otro lugar. Es gente a la que le cuesta acompañar fuera de la sala de ensayo y así no se

puede amar.

Pina apaga el televisor. Sale.

ESCENA 7: RADAR.

Pina entra a la casa, está llegando de ensayo, sudada y busca agua en la nevera. Se quita el
sostén, se pone cómoda y se sienta en el piso para hacerse un automasaje en los muslos.
Entra Sebastián desde el cuarto en short y camiseta, ella no lo oye. Él la mira en silencio, sin
querer se tropieza con el piano. Ella se asusta.

PINA: Hey. No sabía que estabas aquí. ¿Y Diana?

SEBASTIÁN: Ensayando.
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PINA: Ah. Bien. ¿Y tú? Están bastante serios, ¿no?

SEBASTIÁN: Sí, bastante.

PINA: Ya veo. Me alegro. Ella no le da llaves de la casa a nadie, conmigo le tomó más tiempo

del que quisiera admitir.

SEBASTIÁN: ¿Te ayudo?

PINA: No, tranquilo.

Sebastián se acerca. Se sienta en el sofá y masajea su espalda.

PINA: No es necesario (pausa) Okey, eres bueno.

SEBASTIÁN: Sé lo que estoy haciendo, tranquila. Relájate.

PINA (nerviosa): Me alegra que incluyeran tu coreo en el homenaje, es diferente,

normalmente no incluyen nada con técnica de contact y creo que es un eje de investigación

corporal fascinante. De verdad sabes lo que haces.

SEBASTIÁN: Gracias. He esperado mucho para una oportunidad así, no es cualquier cosa

estar en el foco de todos, tan cerca del legado de tu abuela, no me lo tomo a la ligera, quiero

que lo sepas.

PINA: Con razón a Diana le gustas tanto, ella es muy crítica, no le gusta cualquiera, mucho

menos creativamente.

SEBASTIÁN: ¿Y a ti?

PINA: ¿A mí?

SEBASTIÁN: ¿Qué te gusta? ¿Quién te gusta?

PINA: ¿Creativamente? Bueno, Diana, por ejemplo.

SEBASTIÁN: Claro, a mí también, es brillante.

PINA: Sí, mucho.

SEBASTIÁN: Un poco contenida, ¿no te parece?


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PINA: Un poco, sí. (Pausa) ¿Y a ti, qué te gusta?

SEBASTIÁN: El jazz.

PINA: ¿De verdad? ¡A mí también!

SEBASTIÁN: Lo sé. Bueno, siempre me llamó la atención que elegías puros solos de jazz

para las competencias…y ganabas.

PINA: Ah, sí. Me aburre un poco lo lírico. Mi abuela me decía que elegir jazz era mi extraña

manera de retarme a mí misma y que podía hacerlo con un baile que, de hecho, fuera

competitivo para variar, pero no sé, no lo puedo evitar.

SEBASTIÁN: Que loco, cuando vi clases con ella, siempre te ponía de ejemplo y te decía que

si íbamos a hacer jazz, teníamos que hacerlo como tú o si no, que ni se nos pasara por la

cabeza.

PINA: No te creo (pausa) En serio ella nunca deja de sorprenderme.

SEBASTIÁN: ¿La extrañas?

PINA: Sí, claro. Estoy soñando mucho con ella últimamente, de hecho, no sé por qué.

SEBASTIÁN: ¿Qué sueñas?

PINA: Nada extraordinario, que ensayamos juntas, lo que hacíamos siempre. Casi parecen

recuerdos, pero no lo son del todo. Son súper cotidianos, pero con algo raro, distinto. Estamos

más apuradas. Hacemos lo de siempre, pero con mucha urgencia. Me apura, me grita, no me

da tiempo de nada. O bueno, voy unas cuentas más atrás y no logro dar con su tiempo. Es

desesperante.

SEBASTIÁN: Entiendo. Suena como una pesadilla, pero tranquila. Estás a tiempo.

PINA: No sé. No le había dicho a nadie eso, pero bueno.

Suena una alarma. Pina se levanta automáticamente, entra al cuarto. Sebastián queda solo
en escena mientras tanto.
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SEBASTIÁN: De vez en cuando sueño que estoy por entrar en escena y llego tarde, debo ver

desde las patas cómo todo ocurre sin mí, el silencio, el miedo en la cara de los otros, la tos del

público, lo veo todo y no me atrevo a llegar y que todos se den cuenta de que es mi culpa.

Sebastián encuentra en el sofá el sostén de Pina. Lo sostiene, lo mira con atención. Lo toca.

PINA (desde adentro): Sí, también he tenido de esos. ¿Te da miedo perderte de algo?

SEBASTIÁN: Sí, la verdad sí.

Entra Pina sin verlo, con dos pastillas en la palma de la mano, busca su termo y bebe agua
para pasar las pastillas. Él suelta el sostén.

PINA: Tienes que dejar el miedo y mentalizarte. Si te equivocas, nadie tiene que enterarse,

entra como si nada y listo.

SEBASTIÁN: No te ha pasado nunca, ¿verdad? Equivocarte en escena, pero errores feos,

feos.

PINA: A todo el mundo le ha pasado algo. Una vez me hice pipí en plena función.

SEBASTIÁN: ¡¿Qué?! (Pausa). Eres la tercera persona que me dice esto, es más común de lo

que creí.

PINA: ¿Ves? Pasa hasta en las mejores familias, ¿y sabes qué hice? Seguí como si nada, por

suerte había telas abajo y no sonó…tanto, pero tú entiendes el punto. Seguir, el show debe

continuar.

SEBASTIÁN: Te admiro. Ok, me convenciste, hay que continuar.

PINA: Pues sí.

Pina se da cuenta de que olvidó su sostén en el sofá y está cerca de Sebastián. Empieza a
sonar el teléfono. Trata de tomarlo sin que se dé cuenta. Él no mueve su mano y está a mitad
de camino.

PINA: ¿Puedes contestar tú, por fa? Ya me senté, estoy muy cansada, el masaje me dejó un

poco agotada.

SEBASTIÁN: Ah, claro. Voy.


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Sebastián se mueve lentamente. La mirada de Pina la delata. El repique del teléfono la


desespera.

SEBASTIÁN: Por cierto, toma, guárdalo, así es que se pierden las cosas.

Le entrega el sostén en la mano. Se levanta. Ella se sorprende por la osadía de él. El teléfono
deja de sonar.

PINA: ¿Gracias? (Pausa). Mira, no le digas nada a Diana de lo que pasó la otra vez entre

nosotros. Fue hace años y yo la conozco, no le va a gustar. Sabes, es cierto, ella es muy

cerrada y tenía años sin verla así de dispuesta y entregada. Sé que si le dices, va a volver a

poner una pared entre ella y el mundo y me la voy a tener que calar yo, así que por favor no.

SEBASTIÁN: ¿Decirle qué exactamente? Tranquila, lo que pasó pasó, como dice el poeta.

Además, fue bajo los efectos del Molly, si no recuerdo mal, eso ciertamente no cuenta.

PINA: ¡Eso mismo digo yo, exactamente! Gracias, no lo repitas nunca. Y deja de citar a

Daddy Yankee en esta casa, si Diana te oye, te termina.

SEBASTIÁN: Salir con tu hermana es una responsabilidad más grande de la que pensaba. No

prometo nada, no juzgues mis referentes poéticos-musicales.

PINA: Está bien. Buenas noches. No pienses tanto.

SEBASTIÁN: Tranquila. No pasó nada.

PINA: Exacto. Bye.

Sale Pina. Entra Diana, apurada.

DIANA: ¡Hey! Estás aquí, creí que tenías ensayo.

SEBASTIÁN: No. ¿Qué tal tu día?

DIANA: Bien, bien, apurada, atando cabos de la academia, luego una cita médica, súper full.

SEBASTIÁN: Me imagino. Yo también tuve un día intenso. Voy a descansar, te espero

adentro.

Sebastián entra al cuarto, Diana lo sigue y apaga la luz.


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ESCENA 8: INSIDE OUT.

Transición. El espacio tiene una atmósfera onírica. Pina y Diana bailan juntas con mallas
color blanco y negro, sus caras están muy cerca y parecieran estar cerca de besarse. Suena
“Inside out” de Britney Spears de fondo. Sebastián las separa, sienta a Diana en el sofá y le
venda los ojos.
Hay una cama sin colchón, únicamente una base de metal, similar a la cama del video de Me
against the music donde Madonna y Britney se persiguen a través de esta cama vacía.
Todo el baile es una cacería hasta que Sebastián finalmente atrapa a Pina, la carga y ella
rodea su cintura con sus piernas. Black out. Transición, Pina desaparece y Sebastián queda
solo, buscándola.

ESCENA 9: WOMANIZER.

Diana está estirándose, haciendo el split mientras Sebastián presiona su espalda con su pie,
sentado en el sofá despreocupadamente. Agarra el control remoto, prende el TV. Se proyecta
la entrevista de Justin Timberlake con Diane Sawyer donde dice cómo Britney le rompió el
corazón, seguidamente canta fragmentos de una canción que nunca sacó llamada “Horrible
Woman.” Se va la señal, Sebastián queda congelado. Diana mira directamente al público.

DIANA: Sí, yo tampoco entiendo exactamente cómo mi vida se convirtió en el argumento de

una película porno amateur, pero así fue. Creo que nunca tuve demasiada suerte en el amor,

admito que he pecado de rigidez a la hora de salir con hombres, nunca tuve demasiado tiempo

como para pensar en eso. Bueno, no sé si fue falta de tiempo o suerte, en realidad. En cambio,

a Pina se le daba tan fácil. Diría que recuerdo más intensamente cuando ella perdió su

virginidad -y por desgracia, me enteré por todo lo alto, nos separaba una delgada pared con

una pésima acústica- que cuando yo perdí la mía. El amor parecía más placentero, más

disfrutable, cuando lo vivía a través de ella. Para mí siempre fue una versión como de cine de

autor, ¿saben? Se supone que debería estar fascinada, pero por dentro no dejaba de pensar,

¿esto es todo? ¿Esta es la gran obra de arte, de esto fue que Shakespeare escribió sonetos y
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Britney cantó baladas, así se siente el amor? No, ni siquiera hablemos del amor. ¿Así se

siente el erotismo? Venido a menos y a media huida.

Diana apaga el televisor. Le cierra los ojos a Sebastián, éste se duerme en sus brazos.

DIANA: Bueno, la historia se pone peor, la suerte no estuvo de mi lado, aunque no me

atrevería a decir que estuvo con Pina tampoco. Júzguenlo ustedes mismos. A veces la casa

pierde y terminamos dándonos el vuelto como deudores prófugos entre todos. Al final todo

queda entre familia, no es tan grave.

ESCENA 10: WHAT U SEE (IS WHAT U GET)

Diana está sentada fumando en la ventana. El televisor está prendido, sin señal. Pina entra
apurada.

PINA: ¡Perdón, ya llegué! Lista para la entrevista, había demasiada cola, pero ya, ya estoy

aquí. ¿Ya te tocó tu parte o estaban esperando por mí?

DIANA: Tranquila. Les dije que se fueran. Reprogramamos para mañana.

PINA: No me odies, lo siento, salí a la misma hora de siempre, pero /

DIANA: Está bien.

PINA: ¿De verdad?

DIANA: Sí, da igual.

PINA: Estás demasiado tranquila, ¿qué te pasa? Tú odias reprogramar. Sé que estoy tarde,

pero no era como para cambiar toda la logística del día, Diana, por dios.

DIANA: No, yo estoy tarde.

PINA: ¿Tarde…en qué sentido?

Pausa.

DIANA: Tarde, tres semanas tarde.

PINA: O sea, embarazada.

DIANA: ¡No, tarde!


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Pina le acerca un cenicero. Trata de apagar el cigarro. Diana se resiste.

PINA: Baby, tres semanas tarde es estar embarazada. ¿Te hiciste la prueba? ¿Te acompaño?

DIANA: Acabo de hacerme tres. Dos negativas, una nula.

PINA: Wow. Eso me haría sentir mejor si no supiera tu capacidad de estresarte hasta atrofiar

tu menstruación o cualquier test posible.

Diana se levanta y se sirve un trago en la cocina. Pina se lo quita de las manos y se lo bebe.

PINA: ¿Ese trago es para mí? Gracias, que atenta. A ver, pensemos, ¿qué quieres hacer?

DIANA: ¿Ahora? Beber. (Pausa). La verdad es que no lo sé. Tú pensarías que después de dos

negativos y uno nulo tendría una idea de cómo me siento, pero no.

PINA: Comprensible. ¿Y Sebastián, ya le dijiste?

DIANA: No.

PINA: ¿Y Daniel?

DIANA: ¿Qué? ¿Qué pasa con Daniel? No sabe nada y no tiene que enterarse, ¿qué estás

insinuando?

PINA: Nada, nada, que las mujeres embarazadas pueden beber hasta una copa de vino

ocasionalmente, ¿te sirvo?

DIANA: No sé qué voy a hacer.

PINA: Me parece que esta es una de esas situaciones donde la duda es razonable, pero el

tiempo apremia.

Diana se sirve una copa de vino, Pina la mira y la acompaña.

PINA: Yo creo que serías una excelente mamá, si quisieras serlo. En realidad creo que te iría

bien en lo que sea que decidas hacer con tu vida.

DIANA: Gracias, pero no me ladilles con frases motivacionales ahora.

PINA: Lo que te quiero decir es que no decidir es decidir. Deja de perder el tiempo.

Pausa.
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DIANA: ¿Qué opinas de Sebastián?

PINA: Nada. No pienso nada sobre él. Ni lo conozco.

DIANA: Vivimos juntos, prácticamente. Alguna opinión tendrás.

PINA: ¿Qué opinas tú? ¿Estás enamorada del futuro padre de tus hijos?

DIANA: No sabemos si será el padre de nadie todavía. Soy muy irregular.

Diana prende un cigarro.

PINA: Baby, son tres semanas. Sabes lo que sabes, en el fondo uno siempre sabe. No sé ni

para qué me preguntas, si ya tienes una intuición, dila.

DIANA: Preferiría no hacerlo, créeme.

Pina le quita el cigarro y se lo fuma ella.

PINA: Creo que es un poquito raro que luego de años siendo un bailarín, más o menos,

talentoso en la compañía, eventual director de coreografías prometedoras, un buen potencial,

seguro, pero eso, un potencial, de repente es productor ejecutivo del homenaje y está en la

junta directiva de la Academia, ¿no te parece un poco raro? Repentino…Sospechoso.

DIANA: Sebastián está siendo un gran apoyo para la Academia, créeme. Sin él, no creo que

llegaríamos al final de este año. Estábamos mal, Pina…En todos los sentidos.

PINA. Lo sé, lo sé.

DIANA: No, no lo sabes. Han habido un montón de…problemas legales, en fin, todo eso es

dinero. La familia de Sebastián, como sabes, tiene buenos contactos y bueno, varios negocios

que, gracias a él, se están volviendo grandes aliados, era el respiro que necesitábamos. Creo

que ha sido muy oportuno en llegar a nuestras vidas justo ahora.

PINA: Sí, demasiado oportuno, diría yo. Bueno, si tú confías, yo te sigo.

DIANA: ¿Y del atraso que piensas? ¿Algunas palabras alentadoras?

PINA: Me parece que te cayó la locha de que tu etapa de joven promesa pasó hace por lo

menos tres años y que te dio por vivir una adolescencia tardía extraña con Daniel, que no
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estás para nada enamorada de Sebastián y que no quieres aceptar que la maternidad está

sentándose en tu cara en este preciso momento. Te vas a ahogar si sigues así. Respira y

disfruta el proceso.

DIANA: No todo en la vida es dormir hasta tarde y cogerte a cualquier pseudo-artista que te

dé atención cinco minutos.

PINA: Claro, tú deberías saberlo mejor que nadie.

Pausa.

PINA: Por cierto, hace poco miré tus carpetas y estaban llenas de acuerdos de

confidencialidad de toda la junta directiva de la Academia. ¿Qué pasa ahí?

DIANA: Nada, Daniel me está ayudando a darle la vuelta. No viene tan mal tener un ex

abogado con una familia como la nuestra, te recomiendo que replantees tu casting

sentimental.

PINA: Lo tendré en cuenta.

DIANA: Ah y deja de revisar mis cosas. Es cierto que en el fondo uno siempre sabe, pero a

veces es mejor quedarse con la duda. Tú crees que sabes, pero no tienes idea.

PINA: Te creo.

DIANA: Por cierto, hablando de papeleo, tuvimos que reprogramar porque necesitamos que

tú también firmes un acuerdo antes de grabar.

PINA: ¿Por qué?

DIANA: Es algo protocolar, simplemente.

Pausa.

PINA: Mamá se va a poner muy contenta cuando se entere de que va a ser abuela.

DIANA: Cállate.

Diana deja los papeles sobre la mesa y sale. Pina lee los papeles. Va a firmar, lo piensa, no lo
hace.
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Pina se asoma por la ventana. Reacciona, saca su torso por la ventana y saluda a alguien
abajo. Hace gestos de que se apure. Ríe. Vuelve su torso hacia la sala mientras su sonrisa
desaparece y su gesto se endurece. Espera.
Entra Sebastián. Se acerca a Pina, la abraza e intenta besarla, ella quita la cara.

SEBASTIÁN: ¿Todo bien?

PINA: No me quejo. Siéntate, por fa.

SEBASTIÁN: Tengo miedo, me estás preocupando, ¿qué está pasando?

PINA: No sé qué está pasando, ese es el punto. He notado una actitud un poco incómoda de

tu parte, la verdad es que no entiendo cuáles son tus intenciones y quisiera aclararlo todo

antes de que puedas confundirte más. Tuvimos algo hace tiempo, no significó nada, supéralo,

ahora estás con Diana que sí te ama, ¿por qué lo tienes que arruinar por una estupidez?

SEBASTIÁN: Para mí no. Yo voy donde está mi deseo. A mí me gustas tú, ahora lo veo

claro. Y sé que tú también sientes algo por mí, yo estoy listo para asumirlo, ¿tú?

PINA: No, ¿estás loco? Yo no estoy enamorada, ni cerca de estarlo. No podría, en general,

mucho menos de ti y en estas circunstancias.

SEBASTIÁN: ¿Por qué, te da miedo?

PINA: Que estupidez, que miedo tan cobarde el miedo a enamorarse. Es como tenerle miedo

a la muerte…o a la lluvia, a la gravedad. Entra en el terreno de lo inevitable, eso no se

negocia. Si te pasó, no hay nada que hacer. Sorry, en cualquier caso, no es mi problema.

SEBASTIÁN: ¿Crees que Diana te perdone?

PINA: Estoy a tiempo.

SEBASTIÁN: Avísame si cambias de opinión. Es verdad, estás a tiempo. Para mí está muy

claro todo.
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PINA: ¿Qué quieres, que repita una experiencia sexual promedio, tirando a mediocre, para

ahorrarle el mal rato a mi hermana de seguir perdiendo el tiempo contigo? Patético. Espero

que te deje pronto. Conmigo te equivocaste, por cierto.

Sebastián se acerca a Pina. Ella lo empuja. Él extiende el brazo y acaricia su pelo. Ella lo
mira con asco y le quita la mano. Sebastián sonríe y se acerca a la puerta.

SEBASTIÁN: No sé qué va a pasar con Diana, pero no es mi problema tampoco. ¿Cuánto

tiempo salimos? ¿Uno, dos meses? Creo que puedo cambiar de opinión sin rendirle cuentas a

nadie.

PINA: Sí, por favor, huye, hazle ese favor.

SEBASTIÁN: Nos vemos en el próximo ensayo. Es mejor si nos acostumbramos a estar

cerca, va a ser lo mejor para todos, para ti, para Diana…y claro, para mí también.

Sale Sebastián. Pina firma el acuerdo.

ESCENA 11: DON’T LET ME BE THE LAST TO KNOW.

Diana entra a la casa con los tacones en la mano, trata de no hacer ruido, pero se tropieza
con la mesa, busca un tobo para vomitar, se lanza sobre el sofá, pone el tobo a su lado y se
queda dormida.

PINA: ¿Estás bien?

DIANA: Excelente.

Pina busca una manta y la arropa.

DIANA: Tenías razón. A mamá le encantó saber que estoy embarazada.

PINA: ¿Viste? Todo va a estar bien. ¿Ya fuiste al médico, todo bien? ¿Necesitas que te

acompañe?

DIANA: A papá no le gustó para nada.

PINA: Obvio.

DIANA: Me amenazó.
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PINA: Ese es su lenguaje del amor. ¿Qué te dijo? No le pares, él te ama, eres su favorita, ya

se le pasará cuando caiga en cuenta de que será un abuelito cascarrabias.

DIANA: Es el peor momento para tener un hijo.

PINA: ¿Qué dice Sebastián?

DIANA: No lo sabe todavía. Quiero ser mamá, pero no sé si quiero una familia con él.

PINA: Es el papá, debes decirle, por lo menos.

DIANA: Sí, supongo. Una crisis a la vez, ya salí de la noticia paternal, dame chance.

PINA: Pero aquí entre nos, ¿es el papá, no?

DIANA: ¡Pina!

PINA: Perdón, es que Daniel sería un padre tan apropiado, ahí sí papá mandaría a hacer

tarjetas de navidad familiares.

DIANA: No. Ojalá fuera Daniel, la verdad. Pero no, créeme, estoy segura y arrepentida al

respecto.

PINA: ¿Por qué?

DIANA: No sé, no pensé que tendría un hijo sin él, siento que estoy traicionando a un gran

amigo, es extraño.

PINA: Entiendo. (Pausa). Creo que tengo algo que decirte.

DIANA: Tú serás la mejor tía borracha del mundo.

PINA: No, escúchame.

Suena el timbre.

DIANA: ¿Esperas a alguien?

PINA: No, ¿será Sebastián?

Diana suspira, fastidiada.

DIANA: No creo, tiene llaves.


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Tocan el timbre con insistencia, Pina abre. Está Sebastián, borracho, recostado del espaldar,
sigue tocando el timbre con la puerta abierta hasta que Pina lo agarra por la camisa y lo
lanza dentro de la casa.

PINA: Iba a hablar del diablo y mira quién se asoma.

DIANA: ¿Y tus llaves?

SEBASTIÁN: Ah, sí. Las perdí.

DIANA: Claro. Bueno, mala señal. Tienes que ser más responsable.

PINA: Sí, madura.

SEBASTIÁN: Gracias por el consejo, Pina. ¿Qué estaban hablando de mí?

PINA: ¿Por qué no regresas al bar y te quedas ahí…para siempre?

SEBASTIÁN: ¿No me extrañarías?

DIANA: ¿Qué te pasa? Estás rarísimo.

PINA: Es mejor si nos dejas solas.

SEBASTIÁN: Ya me enteré de la noticia, mi suegra me contó. Felicidades, Pina, vas a ser tía.

DIANA: Vas a ser papá.

SEBASTIÁN: ¿Y tú lo vas a tener, de verdad? ¿Estás segura?

DIANA: ¿Qué estás insinuando? Sí, lo voy a tener. Yo voy a ser mamá, no sé qué quieres tú,

pero yo sí tengo claro lo que quiero.

SEBASTIÁN: ¿Sí? Ayer estabas bebiendo y fumando, hoy “tienes claro lo que quieres”, ¿así

funciona? Te recomiendo que te lo pienses un poquito, estás a tiempo, ¿verdad, Pina?

PINA: No te equivoques, preocúpate por ti, no hables de más.

SEBASTIÁN: Es que creo que no comprenden el problema. No es un tema de si tú quieres

ser mamá o no, es si quieres tener un hijo con alguien como yo, hazme caso, piénsalo.

PINA: Ahí tiene un punto, es verdad. Tener un hijo con un guevón es lo peor.
37

SEBASTIÁN: Ausencia, falta de dinero o peor, dinero esporádico, nunca cuentas con nada,

pero igual quiero y puedo opinar sobre tu vida. Es un karma, sálvate. Además, ¿tú no querías

ser artista? ¿Tú crees que las oportunidades te van a caer varias veces? Por muy nieta de tu

abuela que seas, perdóname que te lo diga, pero nadie se muere por tenerte en un elenco de

nada. Despierta.

DIANA: Disculpa, ¿este eres tú ejerciendo tu rol de padre ausente desde ya? Yo puedo hacer

lo que me dé la gana, después veré cómo retomo mi carrera, no sé, ese es mi problema.

SEBASTIÁN: ¿Cuál carrera? Ese problema lo tiene Diana Carreño, no Pina Bausch (pausa)

ni siquiera Pina Carreño, que ya sería algo. Además, ¿qué clase de mamá pretendes ser? Si no

estuviste ahí para tu hermana cuando casi se mata, obviamente eso no me lo cuentas, pero

toda tu familia lo dice. Pina lo dice.

PINA: ¡Cállate!

DIANA: ¿Qué le dijiste? (Pausa) ¿Qué pasó?

PINA: Nada. Da igual, no le pares, es un guevón, ¿qué importa lo que diga un guevón? No es

importante.

SEBASTIÁN: ¿Por qué no le dices? Fue hace años, pero no me vas a negar que quedó algo

entre nosotros. Creo que me equivoqué de hermana, pero ya es muy tarde.

PINA: ¡Okey! ¡No fue nada importante, dios, supéralo!

DIANA: ¡Yo sabía! Te lo juro que lo sentí desde el primer momento y quise creer que estaba

loca. ¿Por qué no me dijiste, Pina? Que estúpida, me siento demasiado estúpida.

PINA: No fue nada, no quería entorpecer algo por una estupidez.

DIANA (a Sebastián): Menos mal que perdiste las llaves. Pierde mi número también.

PINA: ¿Podemos hablar?

Diana sale. Pina la sigue. Sebastián se sienta en el sofá, mete una mano en el bolsillo,
descansa complacido.
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ESCENA 12: EVERYTIME.

Hay una maleta en la sala de la casa. Entra Pina apurada, suena el teléfono. Ella voltea los
ojos, ya intuye de quién es. Busca un vaso de agua y se toma sus pastillas. Suena la
contestadora, dejan un mensaje.

MAMÁ: Muñequitas, quiero saber de ustedes. Pina, te esperamos. Te preparé el cuarto de

visitas, te va a encantar. Bueno, eso es espero, ya sabes las reglas, hay toque de queda a las

nueve y media. Llámenme, necesito organizar todo. (Pausa). Diana..hablé con tu papá, no te

desaparezcas, por favor. Él sólo quiere ayudar, estamos preocupados por ti…y por el bebé

también, claro que sí, estamos felices de apoyarte. ¿Por qué no se vienen juntas, así podemos

cuidarlas mejor? Por cierto, ¿qué pasó con Sebastián? Está tan preocupado por ustedes,

pobrecito. Pórtense bien con él, es nuestro nuevo Co-Director en la Academia, prácticamente

nos salvó de la quiebra con su inversión, así que no quiero enterarme de que lo están

tratando…como suelen hacerlo cuando las cosas no salen como ustedes quieren. Ya saben.

(Suspira). Dios las bendiga, gorditas, las amo.

Pina saca un pote de helado del freezer, se lo come directo del pote con cucharadas muy
grandes. Se acerca a la contestadora y la apaga. Entra Diana, al ver a Pina voltea los ojos.

DIANA: Sigues aquí comiéndote mi comida. ¿Te falta mucho para irte? Tengo cosas que

hacer.

PINA: ¿Podemos hablar?

DIANA: Estoy ocupada, no tengo tiempo para llover sobre mojado, ya sé lo que vas a decir.

PINA: Por favor.

Diana se sienta. Pina se sienta a su lado. Diana reacciona, Pina se aleja un poco.

PINA: Sé que me odias y tienes tus motivos.

DIANA: No te odio. Sólo necesito que te alejes de mí, de verdad no estoy de humor para

tener esta conversación.


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PINA: Quiero ayudarte. Estoy clara de lo que quiere hacer mi papá, necesito que comprendas

que él va en serio. Tienes que estar preparada, no me importa que me odies, tienes que

escucharme. (Pausa). Creo que nunca supiste la historia completa de lo que pasó el año

pasado. Es normal, ellos manejan todo bajo cuerdas y todo pasó tan rápido. En fin, no sé por

dónde comenzar, pero…¿Te acuerdas del bailarín con quien salí en diciembre, que era un

poco mayor?

DIANA: ¿El de tango?

PINA: No, el otro.

DIANA: ¿El de break dance, que era como rapero?

PINA: No, el de flamenco. Bueno, da igual, el caso es que tuvimos unas funciones en el

interior del país, todo salió mejor de lo que esperábamos, yo no sé qué me pasó, pero de

verdad creí estar enamorada, lo pensé.

DIANA: ¿Te felicito, quieres una medalla?

PINA: Al regresar me di cuenta de que tenía un retraso. Así como te pasó a ti, básicamente.

Tenía mucho miedo y cometí la estupidez de pedirle ayuda a mi mamá, esa vez nos estaba

acompañando en la gira, nos acercamos mucho, ella lo vio todo. Obviamente yo no estaba

lista para decirle a nadie, solo necesitaba tiempo para pensar, no me sentía lista, fue un error,

pero quería tomarme aunque sea un momento para sentir que era posible, ¿sabes? Bueno, me

imagino que sí sabes. El caso es que papá apareció de una con las pastillas, todo listo y

yo…no sé, tenía otro viaje planeado, no me sentía bien. Pasó, lo hice y fue un antes y un

después. Fue como reconocer una gran equivocación y endeudarme con ellos. Me hacían

sentir como que me salvaron y les debía mi carrera, mi juventud, todo. Con eso ya no podía

negarles nada.

DIANA: ¿Cómo fue?


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PINA: Fue como un parto o como lo que imagino debe ser un parto, pero con la pulsión de

muerte latiéndome en el vientre. Bastante escatológico, por cierto. Vómitos, diarrea.

Recuerdo que vomité y papá abrió la puerta del baño, me dijo “¡¿Tú eres estúpida?! Vas a

vomitar las pastillas.” Contracciones. Coágulos. Culpa. Asco. No dudo que un tiro en la

pierna duela menos. En algún punto, el parto descendió al dolor sistemático de una regla,

horas después me dormí. Amaneció. Me di cuenta de que papá se había quedado dormido en

la sala y lo veía sudando, tenía una fiebre altísima. Quise ignorarlo y no sé por qué, me vestí

para ir a ensayar. Despertó y me detuvo en seco. Me pidió que me quedara y lo hice. Lo

cuidé. Se veía indefenso, triste, parecía un niño, se notaba que había llorado. Casi delirando,

me miró y dijo en voz baja “mi bebé, eras mi bebé…” Le bajé la fiebre y sentí que había dado

a luz a un bebé que no era mío y que era todo oscuridad. Parí mi propia náusea y la he

cargado conmigo desde entonces. (Pausa). En todo caso, no me arrepiento. No tenía manera

de hacerlo distinto y sé que fue lo mejor. Sólo me pareció que debías saberlo porque los

conozco (pausa) y te conozco. Si quieres ser mamá, no los escuches.

DIANA: ¿Y por eso te querías matar?

PINA: No. Sí. No exactamente. Las cosas se complicaron un poco después de eso, creo que

me sentía distinta, como si mi cuerpo no fuese mío, como si nunca pudiera estar cerca de

nadie otra vez porque ese secreto sería una distancia que nunca dejaría que me vieran de

verdad. No sabría explicarlo, pero me sentía como un fracaso y ya nada me apasionaba. No

quería ser yo, pero no quería matarme, sólo quería descansar, ¿nunca has tenido ganas de

desaparecer?

DIANA: Pues sí, Pina, pero algunos tenemos responsabilidades aquí, no podemos hacer lo

que nos provoque todo el tiempo.

PINA: Claro. Entiendo.


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DIANA: Ah, y ya sabía. Papá siempre te usa de mal ejemplo anticonceptivo, no sé cómo

terminé igual yo, pero pasó. Hay que asumirlo y ya estoy decidida a hacerlo sola, sin ti, sin

papá, sin nadie. No valen la pena. ¿Eso era todo o tienes algo más que decir? Aprovecha, no

creo que esta conversación ocurra dos veces, espero.

PINA: Llámame si necesitas algo.

DIANA: Okey, como digas.

Sale Pina. Diana se quiebra.

ACTO 3: El homenaje.

ESCENA 13: All About Marilyn.

El escenario está desnudo, excepto por un podio al costado donde Pina se prepara para dar
un discurso, detrás de ella hay dos sillas donde están Diana y Sebastián.

PINA: Buenas noches. Gracias por venir y ser parte de un homenaje a una de las figuras más

importantes de la danza en este país y también, debo agregar, de una de las mujeres que ha

sido más importante en mi vida: Marily Carreño. Una artista canalizadora de infinitos

talentos, mezclando poesía y danza, investigadora incansable, gran maestra y guía de

búsquedas colectivas. Le debemos mucho a su mirada que atrapa el impulso del movimiento.

Como ya saben, creó la Academia de Danza de Caracas, donde nos formamos mi hermana y

yo. Todo queda en familia, dicen, de ella aprendimos el amor por la danza, un amor que se ha

convertido en el lenguaje con que mi hermana y yo nos decimos lo que callamos. Pina

Bausch decía que bailar es una forma de amar y, a riesgo de ser cursi, creo que es la única

forma de querer que conozco. Hoy tengo el honor de bailar con Diana una de las coreografías

más icónicas de nuestra abuela con un toque…moderno. Fue mi idea, por cierto. Espero que

lo disfruten.

Sebastián aplaude de pie, sonriendo complacido. Diana se levanta nerviosa. Toman extremos
del escenario. Bailan “Gimme More” con un arreglo de jazz. Sebastián sigue a Pina con la
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mirada. Ambas bailan con mucha soltura, hasta que la mirada de Diana se encuentra con la
de Sebastián y en medio de un giro, se tropieza con Pina. Pina no se inmuta, continúa como
si nada. Diana se paraliza. Sale del escenario. Pina continúa sola, la música desaparece en
fade-out. Pina entra a buscar a Diana, mientras Sebastián se acerca al micrófono.

SEBASTIÁN: Bueno, pasa hasta en la familia Carreño, los tropiezos son parte del trabajo. Un

aplauso, por favor.

Pina y Diana entran, se quedan en el extremo del escenario. Se ve que Diana busca a alguien
en el escenario y Pina la toma del brazo.

SEBASTIÁN: Bueno, nuestra Marilyn fue una maestra, de esas con las que uno siente una

pertenencia especial. Era mi maestra. Curiosamente, hablaba mucho del error en escena, de

perderle el miedo a la equivocación, aprovecharla al máximo y ese es el gran filtro de un buen

intérprete. Queda un gran camino de aprendizaje, estoy seguro de que no es lo último que

veremos de estas hermanas juntas. Esperemos.

Aplausos. Diana se acerca impulsivamente, soltándose del brazo de Pina. Se acerca al podio,
toma el micrófono de Sebastián.

DIANA: ¡Gracias, Sebastián! Bellas palabras. Siempre dando en el clavo, ¿no? Hablemos de

tu maestra, para eso vinimos. Bueno, nuestra maestra, la que me enseñó a girar y a caerme y a

tomar laxantes y vomitar a veces. Para nada, porque al final terminé de secretaria del negocio

familiar. Negocio sucio, sin duda.

Pina se acerca al podio, la va a detener, pero se arrepiente y se queda a su lado.

DIANA: Tampoco es que sea sorpresa, Pina. Eso también es parte del trabajo, es casi normal.

Al menos entre nosotros, todo queda en familia, ciertamente. Ah, algo bonito que rescato es

que esta Academia tiene un elenco estable que es como una familia, como esas agencias que

te pagan mal, pero hay pizza todos los viernes, algo así.

PINA: No sé si este sea el lugar y el momento para esta descarga.


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DIANA: Tienes razón, total, ni mamá ni papá están aquí hoy. Mentira, vienen tarde, mientras

hacemos tiempo, el show debe continuar.

PINA: Diana…ya…

DIANA: Perdón, ¿te toca tu solo? Disculpa.

SEBASTIÁN: Disculpen el espectáculo de histeria, ya lo vamos a resolver.

PINA: Ay, no. Tú cállate, termina de irte, por favor. (Pausa). De hecho, es perfecto esto. Sí,

era como parte del trabajo. Era normal. Obviamente no nos puso a vomitar por gusto, Diana.

SEBASTIÁN: No podemos costear este showcito, ¿quieren salir o tengo que buscar a

seguridad y obligarlas?

PINA: Ay, por favor, hace cinco minutos eras un suplente promedio, ahora te empoderaste

porque pagaste tu escalada al nivel promedio, busca a seguridad, dale, corre. Espero que te

haga sentir menos perdedor.

Sebastián sale.

DIANA (sin prestarle atención): No, a ella prácticamente le obligaban a hacerlo. Secreto a

voces que se ha intentado contener de mil maneras, entre acuerdos de confidencialidad y

agravantes de culpa con lavados de cerebro, pero la verdad es que pasaba y lo sufría bastante.

PINA: Como nosotras.

DIANA: Sí, como nosotras y varias estudiantes más, tenemos varias demandas encima por

maltrato psicológico, que antes podíamos esquivar y silenciarlas, pero…Ya no hay dinero

para eso, menos mal. Que caigan todos.

Pina mira en el público a alguien. Reacciona.

PINA: Ya llegaron.

DIANA: Tarde.

PINA: Como siempre.


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DIANA: Pues se acabó el show, en todos los sentidos. Para esta paternidad remota que sólo

está presente para joder, es mejor que no estén.

PINA: ¡No! Te toca bailar, dale.

DIANA (incómoda): Creo que ya pasó el momento.

PINA: No seas galla. No todos los días estás en una tabla, disfrútala.

VOZ DE SEBASTIÁN (desde la pata del escenario): ¡Rápido, sáquenlas!

Pina hace ademanes de órdenes a la cabina. Suena de nuevo Gimme More. Suenan aplausos.

PINA: Te toca.

DIANA: ¿Qué vamos a hacer luego? Digo, creo que acabamos de mandar a la mierda todo.

PINA: Pues nada, haremos lo que nos dé la gana, ¿qué más vamos a hacer?

Vuelve a sonar la música. Diana se pone en posición. Pina se queda en el podio, mirándola.
Diana baila. La canción se distorsiona como un radio sin señal. Suena “Work, Bitch” por
unos segundos, cambia nuevamente a “I Wanna Be Loved By You” de Marilyn Monroe, hasta
finalmente volver a Gimme More. Diana fluye con naturalidad ante los cambios, improvisa
sin esfuerzo. Fade out de la música. Pina la aplaude. Diana recibe los aplausos, satisfecha.
Toma de la mano a Pina hasta el centro del escenario y ambas hacen la reverencia al
público.
Black out.

EPÍLOGO: STRONGER

Pina y Diana están en casa. En el televisor se proyectan imágenes de las marchas del
movimiento #FreeBritney. Ambas tienen camisas estampadas con el hashtag #FreeBritney.

DIANA: Hay gente que hereda propiedades, dinero, buena genética…

PINA: Nosotras heredamos karmas.

DIANA: Lo que acabamos de ver es un rémix de la violencia del azar.

PINA: Y las consecuencias de malas decisiones, algunas nuestras…

DIANA: Otras no.


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PINA: Ya no hay contratos legales o emocionales que nos aten a nuestra familia.

DIANA: Soltarlos no es el final feliz que esperábamos, al menos no uno que se pueda mostrar

en redes sociales sin el rímel corrido.

PINA: Cuídate de los finales felices que se ven bien en la pantalla.

DIANA: Este no es un buen desenlace, pero tal vez es un comienzo.

PINA: Ojalá.

Suena Stronger de fondo. Las hermanas salen juntas.

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