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Alumno: Milla Luis Daniel

Profesora: Uhrig Sonia


Carrera: Historia
Curso: 3º
ISFDYT Nº46

Trabajo final PPJC


“Néstor Kirchner: la resignificación de
la política como herramienta de cambio”
NÉSTOR KIRCHNER: LA RESIGNIFICACIÓN DE LA POLÍTICA COMO HERRAMIENTA DE CAMBIO

Índice

Introducción ............................................................................................................ 3

Años ´70 y ´80: la política en tiempos de dictadura y vuelta a la democracia ....... 3

Años ´90: Ménem y sus políticas neoliberales ....................................................... 5

Crisis del 2001: debilitamiento de las instituciones y asambleas populares .......... 7

Néstor Kirchner: el fin del neoliberalismo ........................................................... 10

La participación política en el kirchnerismo ........................................................ 13

Una mirada desde la actualidad: el resurgimiento de la anti política como fuerza


opositora ............................................................................................................... 16

Reflexiones finales................................................................................................ 19

Bibliografía consultada ......................................................................................... 21

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NÉSTOR KIRCHNER: LA RESIGNIFICACIÓN DE LA POLÍTICA COMO HERRAMIENTA DE CAMBIO

Introducción

En el presente artículo intentaremos llevar a cabo una investigación que dé cuenta de un


análisis conceptual considerando los aspectos sociales, políticos y culturales que
componen a la sociedad para lograr comprender el valor cualitativo de la política en los
entramados históricos. En este caso, la figura de Néstor Kirchner nos ayudará a
adentrarnos en estos intersticios, sin dejar por fuera elementos vitales que funcionen como
eje para entender el cambio radical que comienza a darse a partir de su asunción como
Presidente de la Nación. Luego de una feroz dictadura militar, la vuelta a la democracia,
10 años de políticas neoliberales y, en consecuencia, la peor crisis institucional de nuestra
historia, Kirchner lograba estabilizar económicamente al país, pero por sobre todo, le
devolvía a la gente la esperanza de creer nuevamente en la política como herramienta de
cambio, fomentando medidas de inclusión y dándole un protagonismo más participativo
a sectores sociales totalmente marginados y socavados durante décadas.

Por eso mismo, el objetivo de este informe es dar cuenta de todos aquellos elementos que
permitieron reformular el imaginario social, estableciendo conjeturas que tengan
presentes conceptos claves para la elaboración del mismo y arribando a conclusiones en
pos de una sociedad donde prime la democracia y el respeto hacia el otro.

Años ´70 y ´80: la política en tiempos de dictadura y vuelta a la democracia

El 24 de marzo de 1976 comenzaba uno de los periodos más oscuros en la historia de la


política Argentina. La dictadura militar impulsada por el genocida Jorge Rafael Videla,
que se prolongaría hasta el año 1983, significaría la destrucción total de todo tipo de
derechos humanos, además del inicio de un cruel sistema económico neoliberal, con el
imperialismo norteamericano como cómplice y sostén financiador del mismo 1 ,
perjudicando las estructuras sociales de nuestro país hasta la actualidad.

En suma, otro factor considerablemente perjudicial para los entramados que configuran
la sociedad, se encuentra ligado a la disminución (podríamos decir total) de la
participación política activa de la ciudadanía, lo cual tendría sus consecuencias en las

1
“Cuando asumió la dictadura de Videla la deuda era de 7.800 millones de dólares. Cuando
asumió Alfonsín llegaba a 43.600. En síntesis, el Fondo Monetario y otros organismos financieros
internacionales le entregaron a la Junta argentina la obscena suma de 35.800 millones de dólares”
(Feinmann, 2011, p.136)
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décadas posteriores. Con el sistema democrático roto por completo, los movimientos
militantes que habían tenido su fuerte crecimiento durante los primeros años del
peronismo fueron totalmente restringidos en cuanto a su capacidad de acción. En este
contexto, llevar a cabo protestas sociales resultaba un enorme peligro para quienes
contaban con el coraje suficiente de hacerlo.

Luego de un período para el olvido, la vuelta a la democracia con la elección de Raúl


Alfonsín en los sufragios celebrados el 30 de octubre de 1983 y su sucesiva asunción el
10 de diciembre del mismo año, representaría el retorno de un sentimiento local
esperanzador para la sociedad, quien depositaría nuevamente sus convicciones y
creencias en los líderes políticos. Sin embargo, los 6 años subsiguientes no fueron para
nada positivos para la gestión del radicalismo en materia económica. Una suba de precios
descontrolada como resultado de la hiperinflación tendría como consecuencia un
descontento social en alza y otro nuevo desencantamiento en torno a la política, definida
y entendida en términos tradicionales de representatividad.

Este último indicativo resulta fundamental para comprender parte del imaginario
colectivo y explica de gran manera los sucesos acontecidos la década posterior. Lo que
sucede en el escenario socio político a finales de la década de los '80 es una nueva derrota
del aparato político ante la mirada de los ciudadanos. Como decíamos, el fracaso
económico del gobierno de Raúl Alfonsín, en épocas de restauración institucional,
provocaba la decepción y el enojo hacia los líderes políticos, generando miradas de odio
hacia los mismos en la sociedad.

Sin embargo, si hay algo que caracteriza al aparato es su pragmatismo ideológico y


estratégico que le permite mantenerse vigente en la puja por el poder. Cuando la situación
lo demanda, las creencias y convicciones que nos acompañaron durante toda nuestra
carrera política pueden esfumarse, o correrse a un lado, con el objetivo de tomar el control
de dicho aparato. Aun estando en el poder y teniendo el control del mismo, diversas
divergencias y sucesiones de hechos pueden llevarnos a actuar de formas no
premeditadas, pero tenidas en cuenta como operativo rescate para salir ileso de tales
situaciones. Esto, desde nuestra visión, no significa la plena traición a nuestros valores,
ya que es necesario contar con una dosis pragmática para subsistir ante semejante
dispositivo burocrático, donde convergen intereses políticos, económicos y sociales de
toda índole. Es necesario correr riesgos y poner en juego nuestra capacidad como actores

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políticos, siempre y cuando, esta adaptación a los diferentes escenarios no corrompan ni


eliminen por completo nuestras verdaderas creencias y fines.

Ahora bien, volviendo al contexto social a finales de los '80, este desorden económico e
hiperinflacionario llevaba de alguna manera a premeditar la derrota del radicalismo en las
elecciones de 1989. Y es aquí donde toma relevancia lo analizado recientemente, ya que
el PJ2, de la mano del entonces gobernador de La Rioja. Carlos Saúl Menem, tomaría
como principal herramienta desestabilizadora estas creencias colectivas, siéndole
funcional a su proyecto económico neoliberal, sobre la base de una marginalidad
emergente en los intersticios de la sociedad argentina.

Años ´90: Ménem y sus políticas neoliberales

La años '90 serían, sin dudas, una década bisagra para la integridad política y cultural de
la nación. Carlos Menem protagonizaría un período sumamente perjudicial para los
sectores subalternos de la sociedad, ya que como resultado de sus políticas neoliberales,
lograría acrecentar la brecha socio económica entre los estamentos que la componen. Sin
embargo, las elecciones presidenciales de 1995 le darían la legitimidad suficiente para
continuar con su proyecto económico a largo plazo, consiguiendo el apoyo de muchos
sectores populares. Increíblemente, esta nueva apuesta de la ciudadanía a favor de un
sistema sumamente cruel y en contrapartida de sus intereses, resulta cuanto menos
debatible si lo analizamos en términos de un marxismo de tipo determinista. ¿Qué
condicionantes influyeron en la reelección del riojano? ¿Cuáles fueron sus resultados
posteriores? De ello nos ocuparemos a continuación.

En primer lugar, debemos hacer una distinción entre los 6 años iniciales y los 4 que le
siguen, sin perder de vista que ambos funcionan como componentes yuxtapuestos de un
único modelo, comprendido desde fuera contabilizando la totalidad del período. Es decir,
aquellos primeros años que van desde 1989 a 1995 funcionan como sostén de los
deplorables 4 años subsiguientes, donde saldrían a la luz las irregularidades y
desigualdades emergentes durante la gestión del PJ. Existe una variable que explica el
porqué de la reelección y se basa en la solución efectiva que introdujo el modelo

2
Un peronismo transformado, que traicionaba la esencia del mismo en cuanto a valores tales
como justicia social, resguardo de la soberanía y defensa de la masa trabajadora, pilares
constitutivos de los primeros dos mandatos de Juan Domingo Perón (1945-1955)
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económico efectuado para los altos índices inflacionarios de 1989 y 1990. El Plan de
Convertibilidad implementado en 1991 por el Ministerio de Economía, a cargo del
funcionario Domingo Cavallo, frenó el incremento de precios y dio lugar a un fuerte
crecimiento de la actividad económica, permitiendo la expansión del PBI a través de un
aumento del consumo interno, motor principal de esta reactivación. A su vez, se produjo
una mejora en las prestaciones de los servicios públicos, como resultado de una
considerable inversión en dicho sector. Estas inversiones de las que hablamos, también
son un elemento clave para explicar el fenómeno económico de aquel primer periodo, ya
que fue a partir de la apertura externa en el mercado de bienes donde se visualizó una
importante incorporación de maquinaria y equipo importado. Sin embargo, este sistema
no resultaba gratis para los sectores más vulnerables de la sociedad, y funcionaba como
un arma de doble filo. Su base se encontraba sustentada en las privatizaciones de las
empresas públicas del país, la reestructuración del Estado (con una notoria disminución
del gasto público3) y una feroz desregulación económica, que llevaba a un predominio de
los sectores dominantes, potenciando su poder económico y otorgándole un estatus de
impunidad con el que contaban desde el golpe de Estado de 19764.

En suma, las tendencias hacia la desindustrialización nacional tuvieron su impacto en la


masa trabajadora, quienes se vieron sumamente damnificados con altas tasas de
desempleo, pobreza y desigualdad. Durante la gestión menemista, se implementaron
5
medidas altamente perjudiciales para dichos sectores , siendo una fuente de
enriquecimiento para la gran burocracia empresarial y sindical, quienes gracias a los
numerosos negociados con empresas transnacionales y la dolarización de las tarifas,
fueron los únicos que pudieron salir victoriosos de este sistema neoliberal. Todo ello se

3
Por ejemplo, con lo que respecta a la educación, el menemismo traspasó la educación pública
de la Nación a las provincias donde, gracias al desfinanciamiento y la Ley Federal de Educación,
las escuelas y los docentes sufrieron uno de los más feroces ajustes de la historia.
4
Estas políticas beneficiosas para los genocidas no resultan sorpresivas, ya que fue el presidente
Menem quien el 7 de octubre de 1989 sancionó cuatro decretos indultando a doscientos veinte
militares y setenta civiles de la última dictadura cívico-militar.
5
En los '90 se despidieron decenas de miles de trabajadores estatales; se privatizaron las empresas
de correos, agua, teléfonos, gas, petróleo, ferrocarriles y las cajas de jubilaciones; se impusieron
topes a los aumentos salariales; se ataron los aumentos en el sector privado a los incrementos de
productividad; se habilitaron los contratos temporarios y se los promovió; se inició la discusión
sobre la ley de flexibilización laboral; se redujeron las indemnizaciones por accidentes laborales;
se estableció que la vigencia de los convenios colectivos podía suspenderse por tres años en casos
de concursos y quiebras; y se incluyeron cláusulas que implicaban precarización laboral en
numerosos convenios laborales (Pablo Carmelo, 2021, Página 12)

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vio expresado en una imperiosa caída del salario real, que iba a tono con el desacelero de
la actividad económica. Esto representaba un panorama altamente favorable para las
patronales, quienes gracias a las medidas flexibilizadoras del menemismo, hacían lo que
querían con los trabajadores. La implementación de “pasantías” y el pago de sueldos con
tickets ilustran de manera grotesca y distintiva cuales eran los intereses de aquel gobierno,
que había traicionado el voto popular y depositaría al país en una de sus peores crisis
económicas, sociales e institucionales de su historia. El maltrato realizado a los jubilados
también es otro condicionante que no debemos omitir, ya que gracias a la privatización
de las jubilaciones y el negocio de las AFJP a favor de los bancos, se vieron ultrajados y
sometidos a peores condiciones de vida.

Por todo lo que hemos mencionado y muchos hechos más que no detallamos, pues el
informe seria inabarcable y dicho apartado no representa la temática central del mismo,
el periodo menemista se ubica dentro de los peores y más nocivos años para la población
nacional. Su actual reivindicación por parte de una gran porción de la derecha, expresa su
fanatismo por estos modelos regresivos que solo favorecen a una élite privilegiada. Es
por esto que desde nuestro deber cívico, nos queda ser garantes de la construcción de una
conciencia histórica que no nos permita olvidar a estos personajes nefastos para el
desarrollo del país y nos dé lugar a discernir quienes son aquellos que quieren ver un
pueblo empobrecido.

Pero esto, por desgracia, no termina aquí. El modelo socio económico llevado a cabo por
más de 10 años tendría su punto culmine sobre finales del 2001, cuando el estallido social
se hizo parte en la sociedad y el pueblo expresó su malestar en las calles, dando lugar a
una de las semanas más tristes y alarmantes de nuestra historia.

Crisis del 2001: debilitamiento de las instituciones y asambleas populares

El 19 de diciembre de 2001 se convertiría, lamentablemente, en una fecha histórica para


nuestro país. El presidente electo Fernando de la Rúa declaraba el Estado de Sitio, dando
lugar a una sucesión de días oscuros y dolorosos para el pueblo argentino. Estallido social,
protestas, saqueos, represión policial, 40 muertos y cientos de heridos, son algunas de las
huellas que dejaron aquellos episodios lamentables y que aún retumban en el imaginario
colectivo hasta la actualidad, ayudándonos a no olvidar a los responsables de conducirnos
a ese fatídico caos. La voz y la acción del pueblo, la muestra de que para hacernos oír hay

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que meterse en el barro, ensuciarse, confrontar y ensuciarse de nuevo, haciéndoles


recordar que a quienes deben representar no son los grupos burgueses imperialistas, sino
sus ciudadanos, víctimas de sus políticas de desigualdad y exclusión. Miles de personas
y un solo grito, "¡Que se vayan todos!", al unísono, casi como un pedido desesperado de
quienes ya no quieren depositar su confianza en nadie más, producto de décadas de
engaño, manipulación y desencanto. Me animo a afirmar que ese sentimiento atravesaba
el cuerpo de los millones de argentinos durante esos días de diciembre, con la necesidad
de que algo cambie y encontrar un atisbo de paz y tranquilidad, en vísperas de navidad y
año nuevo.

Para ese entonces, la participación política de la ciudadanía era total: asambleas populares,
movimientos obreros, empresas tomadas por sus trabajadores y reconvertidas en
cooperativas daban muestra de ello6. Estábamos a las puertas de una democracia directa.
La renuncia de Fernando de la Rúa y su ida (del campo político, por siempre) en
helicóptero, los 5 presidentes en once días, la ausencia de un norte y rumbo hacia dónde
ir, le daban fuerza al pedido del pueblo. Sin embargo, a inicios del siglo XXI, hablar de
ese modelo hubiera sido aún más desesperante y caótico. Era necesario que la gente
vuelva a creer en la política, en alguien que los represente y les devuelva algo de todo lo
que les sacaron.

Duhalde encabezaría la transición de poco menos de 2 años, hasta que en 2003 llegaron
las elecciones. En ellas, dos figuras asomaban como los candidatos. Por un lado, Carlos
Menem, uno de los responsables del estallido del 2001, demostrando que el ser humano
puede alcanzar niveles de inmoralidad incomprendidos; por otro, emergía la figura de
Néstor Kirchner, un hombre con amplia trayectoria política si contamos sus épocas de
militancia peronista en los '70 y su incursión en el aparato en su provincia natal, Santa
Cruz, pero igualmente desconocido por muchos. Sin embargo, aún es temprano para
adentrarnos en este tema. Mejor detengámonos en aquel diciembre de 2001 y busquemos
respuestas al porqué de semejante hecho, ya que sería erróneo analizar estos
acontecimientos de manera aislada, sin darles un contexto previo y estudiando sus
consecuencias inmediatas.

6
En éstas, podemos observar la conformación de actores, formas organizativas, definiciones y
presentación pública que, aunque desencantadas, no dejan de mostrar experiencias de politización
relevantes en las cuales los jóvenes y las jóvenes han sido protagonistas (Vommaro)
8
NÉSTOR KIRCHNER: LA RESIGNIFICACIÓN DE LA POLÍTICA COMO HERRAMIENTA DE CAMBIO

En primer lugar debemos aclarar que no se trata solo de una crisis económica, su magnitud
va mucho más allá. Estaba en discusión la capacidad del Estado nacional como ente
gobernador, como fruto de una ruptura de los vínculos políticos, económicos y sociales,
sin poder garantizar condiciones de supervivencia normales para la población. Ahora
bien, como hemos dicho con anterioridad, la sucesión de décadas teñidas por políticas
excluyentes y favorables a una pequeña elite fue lo que llevo a desencadenar esta crisis.
La dictadura de 1976 había dejado una transformación del poder social, restringiendo su
capacidad a los sectores productivos y financieros, y en lo que respecta a lo económico,
un creciente endeudamiento externo que limitaba el accionar estatal. Ante ello, el
deterioro industrial y la precarización social fueron elementos característicos de los
gobiernos posteriores a la dictadura, debilitando la obra pública y llevando a un extremo
vaciamiento con lo que respecta a lo educativo y tecnológico, teniendo sus resultados en
un retroceso cultural que perdura hasta la actualidad.

El radicalismo de Alfonsín no pudo llevar a cabo un crecimiento local sostenido a la par


del pago de la deuda, teniendo a su vez la presión de actores locales que llevaron a la
configuración de un marco macro económico sumamente inestable. En suma, las reformas
estructurales implementadas por el gobierno menemista en la década del ´90, teniendo
como gran protagonista el Plan de Convertibilidad, explican las causas inmediatas de la
crisis. La disminución del gasto público y de políticas dedicadas al bienestar social
quedaron por fuera de las prioridades gubernamentales, otorgándoles un lugar
privilegiado a las demandas y necesidades de los sectores empresariales privados7. Por lo
tanto, la aproximación hacia el fin de la década, tenía como principal protagonista una
recesión que se extendería por tres años (1998-2001), destruyendo por completo las
economías regionales, llevando a un desmantelamiento y precariedad de los pequeños
productores, comerciantes y desocupados, sometidos a un sistema altamente nocivo para
sus condiciones de vida.

Como mencionábamos en un principio, ante la ola masiva de saqueos en distintos puntos


urbanos del país, el presidente de la Rúa decretaría el estado de sitio, provocando aún más
el malestar social que tendría su estallido el 20 de diciembre, como punto culmine de más

7
“La fuga hacia delante de la gestión menemista (con Fernández) consistió en la venta de valiosos
activos públicos (YPF), mientras en la gestión delaruísta (con Machinea, López Murphy y
Cavallo), se insistió con el endeudamiento externo y los recortes presupuestarios para liberar
recursos para… poder pagar deuda” (Aronskind R., 2011)
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de un cuarto siglo de decadencia nacional. A partir de esto, se comenzaron a practicar


formas de participación ciudadana contrapuestas a las mostradas hasta ese entonces. El
escenario socio político lo demandaba de esa manera, y el pueblo puso el cuerpo en
momentos donde nadie quería hacerse cargo de semejante desorden, y el sillón de
Rivadavia ardía fuego. Diversas asambleas barriales, movimientos piqueteros que
surgieron de manera subversiva y de auto defensa ante el deterioro laboral, entre otras
demostraciones, dieron lugar a un espacio alternativo para la política, desviando su
carácter institucional y relegándolo a las relaciones colectivas, como muestra de rechazo
a los representantes políticos.

Ahora bien, como cierre, es necesario distinguir dos momentos cruciales de este periodo
post crisis. El primero se relaciona como las intensas movilizaciones que perduraron
durante el año subsiguiente, culminando con la tristemente recordada Masacre del Puente
Pueyrredón 8 . El otro tiene lugar a partir de la presidencia de Néstor Kirchner,
caracterizado por una recomposición de la institucionalidad y una reconquista de la
autoridad presidencial. La antítesis de lo experimentado hasta ese entonces, con políticas
de derechos humanos, de dignificación de los sectores vulnerables de la sociedad y la
implementación de un sistema económico contrario las décadas anteriores, llevaron al
éxito inmediato de la gestión kirchnerista.

Néstor Kirchner: el fin del neoliberalismo

¿Se imaginan que un presidente asuma el mando del gobierno nacional con tan sólo el
22,25% de los votos obtenidos? Sería una locura e improbable. La incertidumbre en torno
a que sucederá con ello florecería de tal manera que el cuestionamiento de su elección
sería moneda corriente. Bueno, Néstor Kirchner ocupa ese lugar en la historia argentina.

Luego de un periodo de revueltas institucionales, movimientos subversivos contra el


sistema político y un sinfín de condicionantes externos, el 27 de abril de 2003 se llevaron

8
Durante el año 2002 la protesta y la movilización se multiplicaron a lo largo de todo el país,
implicando una diversidad de sectores sociales. En ese contexto, Maximiliano Kosteki y Darío
Santillán, militantes de dos Movimientos de Trabajadores Desocupados en la zona Sur del Gran
Buenos Aires, participaban el 26 de junio de 2002 en una jornada de protesta. Tenían 21 y 22 años
cuando fueron asesinados por la policía bonaerense en las cercanías del Puente Pueyrredón. La
figura de estos jóvenes fue retomada como símbolo por otros miles que militaban en movimientos
territoriales y de desocupados. (Vommaro, P., 2013)

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a cabo las elecciones presidenciales. En ellas, un alto grado de votantes se presentaría con
la ilusión de ir en camino a un país normalizado. Aquel “¡Que se vayan todos!”, que tenía
un tinte anárquico y significaba tanto a que no gobierne nadie o que haya una junta
revolucionaria de vecinos asambleístas, quedaría atrás. La crisis generalizada y el gran
descreimiento en la política, debían ser obstáculos a superar para el Frente para la
Victoria, que presentaba la característica de ser una herramienta política integrada
principalmente por el Partido Justicialista, pero con el apoyo y la sumatoria de otras
agrupaciones y partidos en el interior del mismo, representando la entrada de un nuevo
proyecto de país.

Los resultados electorales daban como ganador a Carlos Menem con apenas el 24% de
los votos, seguido por Kirchner con el 22%, lo que significaba la necesidad de un balotaje
entre estos dos candidatos. Sin embargo, el 14 de mayo, desde La Rioja, Menem se baja
de la segunda vuelta, no solo ante la resignación que marcaban las encuestas, que le daban
más del 70% de los votos al candidato del Frente para la Victoria, sino como parte de una
estrategia política por parte del ex presidente y su bloque imperialista neoliberal. La
renuncia significaba que Kirchner asuma el mando como el presidente con menor
cantidad de votos en la historia del país9, provocando de antemano una frágil e inestable
legitimidad social. Esto, sumado a la crisis económica e institucional ya detallada con
anterioridad, y las constantes maniobras desestabilizadoras por parte de los medios de
comunicación hegemónicos, le daban cierre a un marco totalmente hostil y pernicioso
para su inmediata gestión10.

Más allá de la estabilidad económica, la reactivación productiva y un incremento


sostenido del consumo interno que fueron las bases que impulsaron la salida de la crisis,
lo que nos interesa en este informe es remarcar las diversas acciones que llevó a cabo
Néstor Kirchner desde el inicio de su mandato, que simbolizaron y resignificaron el
sentimiento patriótico más puro de los colectivos sociales víctimas de las décadas previas.

El reposicionamiento de estos grupos y la convicción de que "la patria es el otro",


fundaron los principios de un período de 4 años en el que, aún con sus detractores y
mismos manipuladores comunicacionales de siempre, la Argentina encontró un rumbo de

9
“Algunos hasta llegan a hablar de un Gobierno cuasi ilegitimo” (Feinmann, 2011, p.36) 10
“Kirchner asume en medio de un país todavía movilizado, que quiere discutir, participar, pensar
la política y, en lo posible, hacerla, en el barrio, en la unidad básica, donde sea y se pueda”
(Feinmann, 2011, p.39)
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prosperidad y unión que se vio reflejada en el absoluto acompañamiento de la militancia,


recordando los mejores tiempos del peronismo de las décadas del '40 y '50. Esta
diferenciación es fundamental para comprender la construcción política del presidente.
Kirchner asume el 25 de mayo de 2003, justamente 30 años después de aquel mismo día
de 1973, cuando Héctor J. Cámpora, luego de una masiva campaña electoral impulsada
por la Juventud Peronista, asumiría el máximo cargo de la nación. Ese peronismo de
izquierda de los ´70 va a ser el reivindicado por el nuevo presidente, quien de inmediato
iba a expresar en su discurso presidencial su pertenencia a aquellos movimientos
militantes y el legado que impregnó en su formación política e ideológica. El
distanciamiento con el Perón de aquella década, represivo ante los movimientos
montoneros mediante el accionar coactivo que ejercían las fuerzas de la Triple A, pero la
inherente relación con los primeros dos mandatos del líder del PJ, demarcaban los
intereses y propósitos de Kirchner al ponerse al frente del país.

Esta característica y su convicción de no reprimir a nadie durante su gobierno, va a ir


acompañada también de un alejamiento de la política subordinada a los lineamientos
económicos. Lineamientos que, por si fuera poco, resultaban un arma de exclusión,
marginación y mercado libre para las corporaciones. Néstor va a resignificar el sentido de
la política en este término y por sobre todo, va a emplear una articulación entre Estado y
mercado. Este último, agente funcional a los intereses de una elite privilegiada, no podía
quedar al libre albedrío en la gestión kirchnerista. El Estado debía poner igualdad allí
donde el mercado abandona a los más vulnerables, debía garantizar condiciones de vida
dignas y estables, en busca de la equidad social. Es decir, debía darse un retorno al Estado
de Bienestar. Por lo tanto, las políticas publica a partir del 2003 toman otro rumbo, el
fortalecimiento del mercado interno y la posterior baja de los índices de desempleo, la
creciente suma del consumo interno, impactando de lleno en la disminución de la pobreza
y el la apertura a una mejora de los convenios colectivos de trabajo, en contrapartida a lo
experimentado en los ´90, llevaron a una mejora de las condiciones de vida de los
asalariados. En suma a esto, el filósofo José Pablo Feinmann señala que al iniciar su
gobierno, Kirchner implementó medidas que significaron un cambio radical y una ruptura
ideológica con las décadas previas. Dice, "es un político que en pocos meses de gestión
se mostró partidario del Mercosur, descabezo a los sectores represivos del Ejercito, de la
Policía, intervino el PAMI, recibió a las Madres, derogo las leyes de Punto Final y

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NÉSTOR KIRCHNER: LA RESIGNIFICACIÓN DE LA POLÍTICA COMO HERRAMIENTA DE CAMBIO

Obediencia Debida y negocio en términos de inusual dureza con el Fondo Monetario”


(Feinmann, 2011, p.132).

El escenario político había encontrado en Kirchner, un referente de la masa popular que


gobernaba firme a sus convicciones y brindaba estabilidad y tranquilidad en la población.
Esta particularidad lo lleva a posicionarse como un líder carismáticamente superior al
resto de sus adversarios políticos, capaz de gestionar institucionalmente y, de manera
conjunta, ser el gestor de uno de los movimientos populares más grandes y significativos
de la historia argentina. A continuación, veremos cuáles fueron las causas que explican el
gran cambio radical que provocó su gobierno en la ciudadanía y como se vio expresado
ello en la participación de estos sectores en la atmósfera política.

La participación política en el kirchnerismo

Al hablar de participación política, el común denominador de la gente remite su


significado al acto de votar, como expresión máxima dentro de un sistema de democracia
representativa. Es allí donde los ciudadanos, cada un periodo determinado, expresan sus
ideologías escogiendo a aquellos candidatos que cree más afines a cumplir con sus
demandas y necesidades. Sin embargo, esta reducción de la capacidad participativita,
generalmente aceptada y respaldada por gran parte de la población, no expresa de manera
real el concepto de democracia. Es decir, la subordinación a las reglas instauradas por el
sistema, la elección de candidatos preestablecidos por decisión de un exiguo número de
personas y el consenso pasivo por parte de la sociedad, crea un escenario en el cual esta
forma de gobierno alcanza niveles de tergiversación que la llevan a convertirse en un
mero formalismo institucional.

En las experiencias locales y regionales durante estas últimas décadas, esta manera de
comprender la política ha ido mutando gracias, en su mayoría, al accionar de los gobiernos
populistas, llevando a una masiva injerencia de los ciudadanos en temas que les resultaban
ajenos y encontrando su manifestación más próxima en la militancia de los partidos. De
cierta forma se produjo una desinstitucionalización de la sociedad, que encuentra en la
participación activa la mejor herramienta para expresar su soberanía. Claramente, esto
puede darse gracias a un contexto favorable, donde se encarne un proyecto que integre la
masa popular y le dé la posibilidad de adentrarse en estos intersticios. En Argentina, quien

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NÉSTOR KIRCHNER: LA RESIGNIFICACIÓN DE LA POLÍTICA COMO HERRAMIENTA DE CAMBIO

brindó el escenario ideal para que los sectores subalternos y muchos jóvenes (y no tan
jóvenes) puedan involucrarse directamente en estos entramados, fue Néstor Kirchner,
quien en el día de su asunción como presidente, decía esto:

“Formo parte de una generación diezmada, castigada con dolorosas ausencias; me


sumé a las luchas políticas creyendo en valores y convicciones a las que no pienso
dejar en la puerta de entrada de la Casa Rosada”

Este fragmento del discurso presidencial de Néstor Kirchner marca un precedente en la


historia argentina. Hablaba de sus raíces y de lo que el experimentó en sus años de
militancia, pero no solo eso. Néstor también les hablaba a aquellos que les tocó atravesar
su adolescencia e ingreso a la adultez en medio de un contexto social teñido de rupturas
institucionales y un escenario de adversidad para la masa popular, y los invitaba a formar
parte de esta nueva etapa, involucrándose de acuerdo a sus deseos y convicciones,
poniendo el cuerpo en busca de un modelo de país donde la democracia sea un accionar
cotidiano y no una utopía teñida de una superficialidad engañosa.

Los '80 y '90 signaron una época en la cual muchos jóvenes construyeron su vida de
acuerdo a los preceptos de aquellas décadas. La conformación del sujeto político iba a
tono con la naturalización de lo sucedido a escala local, con el clima de desilusión y
silencio que provocaba el marco social. Esas generaciones crecieron, maduraron y
formaron familia, llegando a una edad en la cual aceptaron "sobrellevar la argentinidad
como un defecto de fábrica" (Russo, 2013, p.14). Los constantes atropellos a la integridad
nacional y a la soberanía, el desprotegimiento y desmantelamiento educativo que provocó
el retroceso cultural de toda una generación, y el vaciamiento del campo político como
escenario de lucha y tensiones propios de la ciudadanía, dieron por supuesto que la
política no les pertenecía a ellos sino a un pequeño grupo burgués.

El valor sustancial de la gestión de Kirchner es haber expuesto a la vista de todos, y


fundamentalmente en la conciencia de muchas personas de aquellas generaciones, la idea
de vivir y obrar siguiendo tus ideales y convicciones. Convicciones que encontraban su
sustento en el sentido de pertenencia a la política como cualidad principal,
diferenciándose de las concepciones previas que la creían un elemento externo, ajeno a la
vida de los ciudadanos y mostrado como un aparato funcional a los intereses imperialistas.

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NÉSTOR KIRCHNER: LA RESIGNIFICACIÓN DE LA POLÍTICA COMO HERRAMIENTA DE CAMBIO

El mayor logro, entonces, radica allí, en hacer propio y parte íntegra de sí algo que se
pensaba desde el alejamiento y la despersonalización.

Ahora bien, este florecimiento de ideales, convicciones y pasiones altamente impregnadas


en la sociedad, y por sobre todo en los jóvenes, que crecían y construían su formación
subjetiva de manera inherente a la política, entendida como un componente primordial en
su círculo social; encontraba sus raíces en la búsqueda de un proyecto colectivo en común,
desde el discernimiento y el pensamiento crítico, heterogéneo y dispar, pero siempre en
tono a un mismo horizonte. Esto cambia el rumbo de la ecuación, o al menos, nos ayuda
a comprender aún más este fenómeno que presenta su mayor virtud en la perdurabilidad
temporal y la herencia a las nuevas generaciones. Es decir, no solo se trata de apoyar a
una figura política o un gobierno, que para el contexto de aquel entonces ya era
demasiado, pues el desencanto y la desesperanza había llegado a tal punto de generar odio
hacia los lideres representativos. Sino que este tipo de militancia va más allá, creen en un
proyecto a largo plazo, discuten y ponen en juego sus herramientas y entienden hacia
donde quieren ir y hacia donde no quieren volver. Por lo tanto, “sumarse a ese proyecto
es el resultado claro de una lectura crítica de nuestros doscientos años de historia, nuestras
derrotas y nuestros errores. La identidad política no es una obligación, es un derecho”
(Russo, 2013, p.15). Ahora bien, como decíamos con anterioridad, este derecho puede
ejercerse solamente en un escenario que sea propicio para su desenvolvimiento, donde las
variables sociales, políticas y culturales les permitan a los ciudadanos ejercer su accionar
en un marco de libre expresión, sin temor a ser reprimido o desaparecido. Claro está,
Néstor fue quien encarnó la responsabilidad de construir ese tan anhelado contexto social,
gestando un modelo “Nacional y Popular”, el cual bogaba por un país inclusivo,
desendeudado externamente, política y económicamente soberano, dispuesto a saldar la
deuda interna con los sectores populares, gestando un Estado presente e impulsando un
sentimiento de orgullo local que había sido ultrajado.

En este sentido, resulta necesario recordar los aportes del sociólogo italiano Antonio
Gramsci en referencia al concepto de hegemonía y constitución del bloque histórico. El
filósofo centra su análisis en las relaciones de fuerza que se producen en toda sociedad,
donde la clase dominante ejerce un sometimiento a los proletarios a través de una
imposición de tipo cultural, mediante la educación, la religión y los medios. A esta forma
de dominación la denomina “hegemonía”. Esta supremacía va a formar lo que conocemos
como cultura hegemónica, de modo que las practicas e ideologías sociales van a responder
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NÉSTOR KIRCHNER: LA RESIGNIFICACIÓN DE LA POLÍTICA COMO HERRAMIENTA DE CAMBIO

a los intereses del Estado, quien de este modo logra el consenso de la sociedad en la
representación política, incluyéndola en su proyecto político. Ahora bien, lo que parece
una imposición coactiva según el análisis de Gramsci, experimenta una reconversión
cuando lo vinculamos con el campo político del cual estamos hablando, ya que por lo
general los medios de comunicación son detractores de este modelo. De esta manera, “el
Frente para la Victoria comienza a conformarse como kirchnerismo, en el sentido de un
movimiento singular, con características propias, ligado a la tradición democrática
popular, como es el caso del peronismo, [y constituyendo] un movimiento
sustancialmente distinto a las formas tradicionales de la política, esencialmente porque
significó una experiencia inédita de construcción de estabilidad económica y conducción
política” (Figueroa, 2020, p.112)

Sin embargo, las miradas negativas en torno a este surgimiento de la militancia se hicieron
eco de manera veloz en la sociedad. Quienes tuvieron que soportar los golpes y embates
que solo se explican desde el recelo y el desprecio, fueron los jóvenes que vieron en la
política la posibilidad de ser escuchados y luchar por una causa justa, involucrándose y
siendo parte de ella. “Nenes de mama, oportunistas, avivados en busca de cargos en el
Estado, intoxicadores de adolescentes, en fin, todos esos relatos descalificadores tuvieron
su campo fértil en los grandes medios y en boca de opositores” (Russo, 2013, p.16). Esas
nociones, lamentablemente, fueron adquiriendo un peso significativo en muchos rincones
de la sociedad, vulnerando el campo político y dando lugar a visiones de rechazo y
desinterés que han devenido en grandes movimientos ideológicos en la actualidad.

Una mirada desde la actualidad: el resurgimiento de la anti política como


fuerza opositora

Como hemos visto, las nociones que se han ido desarrollando a lo largo de la historia en
torno al comportamiento de la ciudadanía en el campo político y, en especial, su visión
sobre la figura de los actores que componen el escenario institucional y burocrático,
adoptan diversas representaciones según el contexto socio histórico en el que nos
detengamos. El desencanto y la desilusión provocada por las políticas de exclusión y
marginalidad que tuvieron lugar durante décadas en nuestro país, llevaron a que se genere
una grieta ética y moral entre los ciudadanos y sus representantes.

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NÉSTOR KIRCHNER: LA RESIGNIFICACIÓN DE LA POLÍTICA COMO HERRAMIENTA DE CAMBIO

El gobierno de Néstor Kirchner rompe con ese paradigma y, en un marco de turbulencia


y contradicciones constantes, logra despertar el interés de muchas generaciones con lo
que respecta a la praxis política. Sin embargo, cuando un sentimiento se hace parte de
forma arraigada en la sociedad, su erradicación no se consuma en su totalidad y pueden
quedar retazos ideológicos dando vueltas por el imaginario colectivo. Más aún si las
fuerzas de comunicación hegemónicas se encargan de revivir dichos aforismos en las
mentalidades de las personas a través de constantes ataques y estrategias
desestabilizadoras, funcionales a los proyectos políticos de, en este caso, las fuerzas de
derecha latinoamericanas. Por lo tanto, aquel sentimiento antipolitico que surge en un
principio de manera neutral desde la propia ciudadanía (y que posiblemente lo sea si
analizamos sus valores fundantes), se convierte en una herramienta vital para las
expectativas de determinados partidos políticos.

Podemos ubicar estas concepciones bajo el rótulo de un alejamiento de la militancia, el


imaginario popular y el lenguaje político de la época. No lo vinculamos a una ideología
articulada sino más bien dentro de una sensibilidad de clase no politizada. Esto comenzó
a ensayarse en la década menemista, cuando la política como actividad capaz de enlistar
las voluntades de distintos actores tras un sentido general y como bien común fue
enajenándose de la sociedad. Esta despolitización fue uno de los legados de la larga
década neoliberal10, asentándose en la sociedad a lo largo del tiempo. En un clima donde
el posmodernismo encontraba su auge y la globalización se hacía más fuerte, el
menemismo transformó al peronismo, que paso de ser un movimiento popular a un partido
político. Esto iba más allá de un cambio institucional, hablamos de la instalación de un
modo de concebir y hacer la política alejado completamente de las modalidades históricas
que había adquirido, abriendo las puertas a una nueva generación de dirigentes
provenientes de otras orbitas sociales, ajenas por lo general al hábito del cual estamos
haciendo referencia.

Ahora bien, como analizamos anteriormente, el kirchnerismo produjo un cambio


sustancial y recuperó la dimensión más movilizante de la práctica política,

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Junto con el avance del neoliberalismo, la sociedad argentina ha sufrido también el embate de
los cultores de la anti política, entendida como la negación del debate de ideas, la subestimación
del valor de la palabra y la sobre abundancia de mensajes simplificados que arriban en formato
de packaging publicitario, más afín al consumo comercial que a la construcción colectiva de ideas.
(Uranga, W., 2021)
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NÉSTOR KIRCHNER: LA RESIGNIFICACIÓN DE LA POLÍTICA COMO HERRAMIENTA DE CAMBIO

recomponiendo un sentido positivo de la acción pública ligada a las instituciones del


Estado. Pero estos cambios tuvieron que convivir con la sensibilidad antipolítica que lo
precedía. Si bien fue resistida y en cierto modo contenida por un proceso económico y
políticamente inclusivo, esa sensibilidad inició un nuevo ciclo expansivo con la llegada
de Mauricio Macri a la presidencia. Por lo tanto, aquel discurso que parece ser un
pensamiento ligado más a la voluntad propia de los individuos en tanto ciudadanos
autónomos, se convierte en el resultado final de una serie de estrategias voluntariamente
perniciosas por parte de la derecha, y deja de ser una visión apolítica. Es decir, un discurso
que toma fuerza a partir del rechazo a cierto imaginario de un tipo de práctica política no
supone necesariamente una despolitización. Por el contrario, se trata de otra politización,
que encuentra su sustento en la falta de una tradición popular colectiva, que claramente
no acarrea pues históricamente esas son cualidades propias de los movimientos de
izquierda y progresistas. Pero sin embargo, es a partir de allí donde se organiza la mirada
de amplios sectores sociales, configurando un ideario que no encuentra ligazón en los
discursos de sus líderes, recogiendo discursos del liberalismo conservador, el
neoliberalismo y principios libertarios11. Todos estos fundamentos forman cierto tipo de
ideología incipiente que proyecta un prototipo de país inviable para la gran porción de la
población, pero que desde el enmascaramiento de ideas y propuestas de progreso y mayor
libertad, reúne un número considerablemente peligroso de seguidores, entre ellos muchos
jóvenes.

Por otra parte, este relato encuentra en el sentido común de la población, expresiones
como “los políticos son todos lo mismo” o “son todos chorros”, siendo una reconversión
del “que se vayan todos” que convierten el espacio de la política en un escenario de
ruptura. Cabe destacar que su efecto no solo se limita a lo que pueda pasar dentro del
campo de la derecha, sino que también encuentra su manifestación dentro de la izquierda
local, cuando por ejemplo en las elecciones de 2015 incluían en su carácter discursivo la
acusación a cierta paridad entre los candidatos que pujaban por la presidencia. Esto genera
cierta peligrosidad, ya que esos modos de razonar ante tal situación, solo ven identidad
allí donde también hay diferencia, y termina siéndole funcional a su contrapuesto.

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Si la sensibilidad antipolítica no expresa inevitablemente un pensamiento de derecha, lo cierto
es que los discursos de las fuerzas políticas que ocupan ese lugar la utilizan de un modo eficiente,
generando identificación (Freibrun, 2021)
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NÉSTOR KIRCHNER: LA RESIGNIFICACIÓN DE LA POLÍTICA COMO HERRAMIENTA DE CAMBIO

Por último, otro rasgo importante a mencionar se encuentra ligado al escaso espíritu de
debate y exposición de ideas que encubre estas figuras antipolíticas. El periodista y
docente Washington Uranga, señala que es “parte de una estrategia destinada a destruir
las bases de confianza en toda acción política a partir de un discurso de odio que desestima
el recurso a la razón y deja de lado cualquier posibilidad de diálogo y entendimiento entre
personas que piensan diferente. Se trata de cargar de negatividad y perversidad todas las
acciones (acertadas o no) protagonizadas por adversario sin otra consideración que el
desprecio por el autor, convertido sólo por esa condición en enemigo” (2021). Es decir
que ya no interesa cual es el contenido a difundir, sino que resulta más valorable la
capacidad para generar impacto en los oyentes, que presentan la condición de estar
disgustados por sus condiciones de vida y descargan su descontento en un odio explicito,
llevando a un desplazamiento de la razón en el debate político y dando lugar a la emoción,
ya que el propósito se centra en vencer más que convencer, imponiendo un tipo de relato
único y restringiendo cualquier forma posible de dialogo.

Creemos que frente a estas manifestaciones, se necesita una gestión más eficiente. Buscar
métodos para que la acción política y sus intérpretes contribuyan a formar sentidos
colectivos en busca de alternativas y objetivos a mediano y largo plazo posibles de
plasmar en la realidad, mediante la articulación entre el Estado y el mercado, los
representantes y la masa trabajadora, harán posible la valorización de la función social de
la política, que es la única vía por la cual podemos mejorar nuestra calidad de vida.

Reflexiones finales

El recorrido histórico que hemos realizado deja expuesto el complejo dinamismo que
presenta el campo político en su funcionamiento, tanto en el plano burocrático como en
la praxis que surge desde los espacios subalternos de la sociedad. Las diversas
manifestaciones que puede adoptar es sus distintos niveles responde a determinadas
ideologías y concepciones sobre aquel campo, que pueden coincidir o generar espacios
de disputa y tensión en un mismos período histórico. Este escenario de lucha y disenso
entre los actores que lo componen tiene, como consecuencia inmediata o futura, sus
resultados en la realidad social de los ciudadanos. Por lo tanto, toda toma de decisiones
está ligada a una manera de concebir el mundo y no se encuentra desprendida del impacto
que pueda tener en los individuos. De forma positiva o negativa (según en qué lugar nos
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NÉSTOR KIRCHNER: LA RESIGNIFICACIÓN DE LA POLÍTICA COMO HERRAMIENTA DE CAMBIO

ubiquemos al observar el plano general) las estrategias políticas van a configurar y ser eje
estructural de las condiciones de vida de la población. Es por eso que creemos necesaria
una revalorización del sentido político en los imaginarios sociales, que no permitan que
las falencias y malos funcionamientos impliquen un rechazo total a la politización de la
sociedad. Esto debe ir acompañado de una presencia del Estado, quien debe poner en su
agenda estos temas de forma primaria. La construcción de una memoria colectiva en
consonancia a una conciencia histórica, son aspectos claves en la configuración de una
mirada crítica y reflexiva en torno a la realidad social. De lo contrario, el desinterés y la
apatía ante determinados asuntos pueden llevarnos a consumir informaciones falsas por
parte de los medios de comunicación hegemónicos, que como bien dijimos, se presentan
funcionales a los intereses de los partidos de derecha. Es por eso que nace la necesidad
de una ciudadanía instruida y capacitada, que no dé lugar a la manipulación mediática y
a las constantes estrategias desestabilizadoras.

Insistimos en que es el Estado el máximo responsable, a través de sus instituciones y


organismos, de promover estos espacios de construcción conjunta y participación activa
en el marco político. La función de la escuela como herramienta de cambio y cara visible
del Estado en muchos lugares donde el mismo no logra llegar, también adquiere un valor
distintivo. En un espacio de libertad de cátedra, son los docentes los garantes de generar
ámbitos de debate y enriquecimiento intelectual en las futuras generaciones,
permitiéndoles conocer, comprender y cuestionar los preceptos y verdades fundadas que
muchas veces no son cuestionadas por la sociedad. No se trata de una maniobra de
adoctrinamiento ni de subordinación de la ciudadanía, sino que hablamos del resguardo
de la soberanía y la integridad nacional como componentes esenciales en un proyecto de
país democrático e inclusivo, donde prime el respeto hacia el otro y la libertad de
expresión, que deje detrás las épocas oscuras que tanto daño le han hecho a nuestro país
y que solo se ocuparon de gestionar para una minoría privilegiada, donde la marginación
y el empobrecimiento constante alcanzaron niveles extremos durante sus periodos
gubernamentales.

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NÉSTOR KIRCHNER: LA RESIGNIFICACIÓN DE LA POLÍTICA COMO HERRAMIENTA DE CAMBIO

Bibliografía consultada

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Juan, Argentina. Revista: Estudios sociales contemporáneos.

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Kirchner. Buenos Aires, Argentina. Ed. Planeta.

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