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XIV Y XV
5.1. Los reinos cristianos en la Baja Edad Media. La organización política e instituciones en el reino de
Castilla y en la Corona de Aragón.
En el S. XV, se empezó a superar la crisis en todos los reinos menos en Cataluña. El campo se fue
recuperando: mejoró la productividad al abandonarse tierras marginales y, sobre todo por la tendencia a la
especialización en productos para el comercio internacional. La artesanía y el comercio siguieron a la
agricultura.
- En el reino de Castilla, la ganadería lanar salió favorecida por la abundancia de tierras abandonadas
que se convierten en pastos, por exigir poca mano de obra y por los intereses nobiliarios y reales que se
beneficiaban de la exportación de la lana a Flandes. Los intereses nobiliarios (representados por el
poderoso Honrado Consejo de la Mesta) impidieron una política proteccionista que hubiera permitido
el desarrollo de la industria textil o de la metalurgia del hierro, a pesar de las continuas protestas de los
artesanos. El comercio interior se desarrolló destacando las ferias de Medina del Campo y sobre todo el
comercio exterior.
- En la Corona de Aragón mientras Aragón y Valencia se recuperan en Cataluña se agrava la crisis. El
desarrollo económico de este reino fue más diversificado: lana o trigo en Aragón, productos de huerta y
artesanía en Valencia, que sustituye a Barcelona como centro comercial y financiero del reino. En
Cataluña, el descenso de la población (50%) y la producción debilitan el comercio mediterráneo. Los
conflictos sociales y políticos terminan hundiendo al reino.
Crisis social y política: las luchas sociales y políticas asolaron los reinos en la Baja Edad Media. La nobleza,
que vio reducidas sus rentas, aumentó la explotación sobre los campesinos y se enfrentó a los reyes
provocando guerras civiles y sublevaciones campesinas. En las ciudades se enfrentan la alta y baja burguesía
y hay progroms contra los judíos que se convierten en “cabeza de turco”.
- En el reino de Castilla destaca la ofensiva nobiliaria contra los campesinos, contra las ciudades y contra
el rey. Los nobles se oponen al desarrollo de la monarquía autoritaria y quieren arrebatarle al rey tierras y
poder; además de tratar de perpetuar su patrimonio mediante el mayorazgo.
Las luchas entre rey y nobleza fueron constantes destacando dos episodios: la guerra civil (1366-1369)
entre Pedro I “El Cruel” y su hermano bastardo, Enrique de Trastámara “El de las Mercedes”
(apoyado por la nobleza) y la sublevación nobiliaria contra el débil Enrique IV (1464) al que obligan a
desheredar a su hija Juana “La Beltraneja”. La monarquía salió políticamente vencedora pero a cambio
de grandes concesiones económicas y sociales a la alta nobleza. Entre las revueltas campesinas destacó la
hirmandiña en Galicia.
En el S. XIV, la expansión contribuyó al auge del comercio catalán. Los mercaderes catalanes importaban por el
puerto de Barcelona especias, perfumes y sedas de Oriente, cereales de Sicilia, pieles y cuero del norte de África
y exportaban tejidos e hierro. Fueron los primeros en usar letras de cambio, compañías mercantiles y lonjas.
Tenían un tribunal, el Consulado del Mar, una banca municipal (Taula de Canvi) y cónsules en los principales
puertos. En cambio, en el S. XV el comercio catalán se hunde por la crisis y por la política agresiva de sus reyes.
5.4. Los reinos cristianos en la Baja Edad Media: las rutas atlánticas (castellanos y portugueses). Las islas
Canarias (Eliminado)
En el siglo XIV las Islas Canarias habían sido exploradas por navegantes genoveses, andaluces y
catalanes, pero despertaban poco interés. En el S. XV, los avances técnicos en la navegación y la necesidad de
abrir nuevas rutas en busca del oro y las especies despertaron el interés por el control de las islas y costas
africanas del Atlántico siendo motivo de rivalidad entre castellanos y portugueses.
El rey Enrique “el Navegante” fue un gran promotor de las expediciones marítimas. Los marinos
portugueses, a comienzos del S. XV, se apoderaron de Ceuta, Madeira y Azores, exploraron las costas africanas
llegando al golfo de Guinea primero en busca de oro, esclavos y marfil y después para abrir una ruta directa hasta
la India en busca de especies.
La conquista de Canarias por el reino de Castilla la inicia un caballero normando, Jean de Béthencourt,
que conquistó Lanzarote, Fuerteventura y El Hierro entre 1402 y 1406 como vasallo del rey Enrique III de
Castilla. Más tarde vendió sus derechos señoriales a nobles sevillanos que continuaron la conquista de La
Gomera. A partir de 1475, los Reyes Católicos intervinieron directamente conquistando el resto del archipiélago:
Gran Canaria, La Palma y Tenerife (1500). Los indígenas –los guanches- que ofrecieron resistencia fueron
esclavizados y vendidos en la península. Las Canarias se convirtieron en una escala indispensable en el trayecto
hacia América.
El conflicto con los portugueses se solucionó en el Tratado de Alcaçovas (1479): el rey Alfonso V de
Portugal reconocía los derechos castellanos sobre las Canarias y sobre la costa africana situada frente a ellas; a
cambio de que los Reyes Católicos renunciaran a la islas conquistadas por Portugal y a navegar al sur del Cabo de
Bojador dejando la apertura de la ruta hacia la India en manos portuguesas. En 1487, Bartolomé Diaz dio la vuelta
al Cabo de Buena Esperanza y Vasco de Gama consiguió llegar a la India en 1488.