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FILOSOFÍA DE MONTAÑA

Origen e historia del alpinismo


¿Cuándo empezó a practicarse el alpinismo?
Ninguna historia de este deporte deja de mencionar, después de la expedición bíblica de Moisés al
monte Nebo, la tentativa histórica efectuada por un ligur en una alta muralla de roca, 106 años
antes de Cristo.
Salustio nos ha dejado el relato de esta ascensión en la "guerra de Yugurta". El ligur pertenecía al
ejército de Marius y este ejército asediaba una plaza fuerte protegida por "una montaña elevada
hasta perderse de vista y cortada naturalmente a poco como si la mano del hombre hubiera
realizado la obra intencionalmente".
Según el relato, el ligur logró descubrir en aquella pared una vía de escalada. Realizando tal
descubrimiento volvió a bajar, reunió una patrulla y la guio hasta la cumbre. La plaza fuerte cayó
así.
Puede dudarse de la "verticalidad" de la pared tal como Salustio nos la describe, pero no puede
dudarse de la veracidad del hecho mismo. Sin embargo, no desempeña más que un papel
anecdótico en la historia del alpinismo. Resultaría divertido pensar que el ligur practicó el alpinismo
como muchos lo practican hoy: hizo una hermosa "primera" y luego desempeñó el papel de guía.
Pero el ligur efectuó su tentativa impulsado por la necesidad y no por el deseo; nadie nos dice que
hallara placer en ello y, en todo caso, su ejemplo no ha sido seguido. El alpinismo no existía en la
antigüedad, ni tampoco en la Edad Media. Esto no significa que se ignorara completamente la
montaña: podían temerla o amarla, poblarla de dioses o de demonios, pero muy pocas veces
escalarla. Se cuenta que entre 1275 y 1285, el rey Pedro de Aragón decidió subir al Canigó (2,785
metros), en los Pirineos, "para descubrir lo que había en la cumbre", pero Irving, en "La conquête
de la montagne", juzga que hay que colocar esta hazaña "en los anales del alpinismo a lo Tartarín".
El rey iba acompañado de dos caballeros, pero éstos, llenos de terror, le abandonaron antes de
llegar a la cumbre.
El rey prosiguió solo y a su regreso contó que había alcanzado la cumbre y encontrado un lago en
ella. Daba toda clase de detalles: había tirado piedras al lago, pero entonces apareció un terrible
dragón que oscureció el aire al volar y lo apestó con su aliento.
Irving no tiene inconveniente en concederle su dragón al rey Pedro de Aragón, pero hace constar
que el lago más alto que puede encontrarse al subir al Canigó está muy alejado de la cumbre, y
que por esta razón ninguna revista alpina seria hubiera aceptado el relato del monarca.
Estaremos mucho más cerca del verdadero principio del alpinismo con la conquista del Mont
Aiguille, en el Dauphiné, por Antoine De Ville, señor de Domp Julien. Esta ascensión tuvo lugar en
1492, pero no nos acercamos a los comienzos del alpinismo solamente por la fecha ni por el lugar
en el que se desarrolla, sino por su misma naturaleza y por la significación que hay que darle.
Los que conocen el Mont Aiguille saben que es una montaña de aspecto bastante impresionante.
Es un gran monolito calcáreo cuya cumbre se eleva a unos 2,100 metros; puede encontrarse la vía
en sus caras pulidas por la erosión, pero producen una sobrecogedora impresión de verticalidad.
Mucho tiempo después de la ascensión de Antoine De Ville, al Mont Aiguille siguió llamándosele "la
montaña inaccesible" y en los antiguos mapas del Dauphiné se le designa todavía con este
nombre. En la actualidad, el Mont Aiguille está lejos de ser considerado inaccesible y numerosas
caravanas han conocido su sorprendente cumbre: una pradera de un kilómetro de longitud y un
centenar de metros de anchura, pues el Mont Aiguille no se parece absolutamente a lo que se
llama una "aguja" en términos de alpinista, ya que su forma es la de un enorme fragmento de
muralla redondeado en los bordes y erguido sobre un zócalo de pendientes muchos más suave.
Tal como es en la actualidad, con cables en los lugares más peligrosos, se vacila todavía en
recomendar la escalada al Monte Aiguille a los turistas miedosos o poco adiestrados. Algunas vías
siguen siendo difíciles: por ejemplo, la que M. Dodero y M. y madame Thorant emplearon en el
descenso en 1895 en la cara norte, y hay algunos itinerarios que pueden servir perfectamente de
adiestramiento para escalar.
Fue a petición del rey Carlos VIII, mientras éste se dirigía hacia Italia, que Antoine De Ville realizó
la ascensión de la montaña con diez compañeros. Utilizaron escaleras, cables y clavijas para

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alcanzar la cumbre, sobre la cual pasaron tres días, e hicieron constar su éxito por un alguacil.
Cuentan haber encontrado en esta cumbre completamente aislada un rebaño de gamuzas, con las
crías del año, y no parecen preguntarse cómo han podido llegar aquellas gamuzas.
La ascensión del Mont Aiguille tuvo en su época interesante resonancia y merece que nos fijemos
en ella por varios conceptos. En efecto, la tentación de la montaña apunta ya: un rey camina con
su ejército. No tienen ninguna necesidad de subir a la montaña, pero el Mont Aiguille es
considerado inaccesible por todo el mundo. El rey considera esto como un reto y manda a uno de
sus hombres para vencer a la montaña. Este hombre la vence empleando —aunque sea de modo
rudimentario— algunos de los procedimientos de la escalada moderna: por ejemplo, las clavijas,
que introducen en las rajas de la roca y que les sirven para subir.
Además, esta ascensión es la primera oficialmente confirmada, y la victoria no es silenciosa, sino
registrada al son de trompeta. En último lugar también es interesante la fecha de esta ascensión: el
26 de junio de 1492. La Edad Media ha terminado y la concepción que tiene el hombre de sí mismo
y de sus relaciones con el mundo, incluso con la Divinidad, empiezan a transformarse de un modo
radical. Ante el Mont Aiguille, Antoine De Ville no se maravilla o si lo hace, no se contenta sólo con
eso. Aparta los antiguos temores y no deja lugar para las viejas supersticiones. En la cumbre
difícilmente alcanzada de la montaña, no toma a las gamuzas por dragones y demuestra, además,
que la escalada es físicamente posible, lo mismo que los hombres del Everest demostraron que
todavía es posible respirar, dormir y hallar algún reposo a los 8,200 metros de altura, cuando el aire
ha perdido cerca de las dos terceras partes de densidad del oxígeno que contiene al nivel del mar.
Indudablemente, hay motivos para considerar que el nacimiento del alpinismo data del 26 de julio
de 1492, pero se trata de un nacimiento anticipado, un nacimiento sin mañana inmediato, ya que
habría que esperar cerca de 350 años para que el Mont Aiguille sea escalado de nuevo (por el
pastor Jean Liotard, el 16 de junio de 1834) en una época en que el alpinismo ha empezado a
desarrollarse realmente.
Aunque cargada de enseñanzas, la ascensión del Mont Aiguille no es más que la obra de unos
precursores muy lejanos.
No nos entretendremos en detallar las ascensiones que han podido seguirla en el curso del
Renacimiento o en el siglo XVII, y nos contentaremos con recordar que en una fecha que no puede
precisarse exactamente (1511 o 1516), Leonardo De Vinci escaló una cumbre a la que él llama "el
Monboso". Como el Monboso no existe, es de suponer que Vinci hizo la ascensión del Mont Bô
(2,556 m.), al sur del Mont Rose. Conviene recordar también que en la cumbre se dedicó a
observaciones científicas. En efecto, una de las primeras justificaciones que encontrará el
alpinismo en sus comienzos, cuando intenta todavía justificarse con algo exterior a sí mismo, es
precisamente esa justificación científica. Se subirá a las montañas con un barómetro o un
termómetro, pero, sin duda, Pascal era el único que pensaba verdaderamente en la ciencia cuando
hacía subir al Puy de Dôme para estudiar la diferencia de la presión barométrica entre la base de la
montaña y su cumbre.
En todo caso es un hombre de ciencia el que encontraremos en los orígenes del alpinismo
contemporáneo: Benedict de Saussure llegaba al valle de Chamonix en 1760 para proseguir su
estudio sobre los glaciares.
Saussure es un verdadero sabio, pero hace el efecto de que la ciencia, para él, no fue el pretexto,
sino la justificación del alpinismo. En todo caso, él mismo separa los dos puntos de vista y escribe
sencillamente como un alpinista: "Desde mi infancia he sentido una gran pasión por la montaña;
todavía recuerdo cómo me sobrecogí la primera vez que mis manos tocaron la primera roca de la
Salève y mis ojos disfrutaron de sus espléndidas vistas".
Y desde el año 1760, el objeto preciso de esta pasión será el Mont Blanc. Saussure desea que sea
escalado y espera poder escalarlo él mismo. "Esto era para mí una especie de enfermedad: mis
ojos no podían divisar el Mont Blanc sin experimentar una especie de choque doloroso." En 1760,
Saussure ofrece una recompensa al hombre que logre llevar a cabo la primera ascensión.
No hay que olvidar que en aquel tiempo las montañas del macizo del Mont Blanc eran llamadas
todavía por algunos de los habitantes de los valles "las montañas malditas", y a pesar de la
recompensa prometida por Saussure, fue preciso esperar todavía bastante tiempo antes de que
nadie se decidiera a explorarlas. Las primeras tentativas serias no tuvieron lugar hasta 1775.

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A pesar de todo, Saussure no tardó en encontrar a un rival en la persona de Bourrit, el cual efectuó
una tentativa hacia la cumbre en un grupo del cual formaba parte el doctor Paccard de Chamonix.
También participaba en algunas de estas tentativas el joven y robusto "buscador de cristales"
Jacques Balmat.
Poco a poco se descubría la vía, poco a poco el éxito se aproximaba, y el 8 de agosto de 1786,
después de una escalada de cerca de quince horas desde el lugar desde el cual habían
vivaqueado, Paccard y Balmat fueron los primeros en alcanzar la cumbre del Mont Blanc.
El 2 de agosto de 1797, Balmat repite la ascensión del Mont Blanc; esta vez le acompaña
Saussure, que conoce por fin la alegría de alcanzar una cumbre de la cual puede decirse que ha
sido conquistada en gran parte gracias a él.
Y desde 1797 hasta 1865 casi la totalidad de las grandes cumbres de los Alpes son alcanzadas por
primera vez.
El 14 de julio de 1865 fue el día de una gran victoria, pero también el de una de las mayores
catástrofes de alta montaña. "El Cervino —escribe Whymper— fue vencido con una imprevista
facilidad, pero como un implacable enemigo, vencido pero no aniquilado, se vengó terriblemente de
su derrota".
“...Les digo a mis lectores —escribió el viejo alpinista—: escalad si queréis, pero recordad que el
valor y la fuerza no son nada sin la prudencia que en un momento de descuido puede destruir la
felicidad de toda una vida. No hagáis nada precipitadamente, vigilad bien cada uno de vuestros
pasos y, al empezar una expedición, pensad cual puede ser su fin”.
El Cervino es la montaña más famosa y espectacular de los Alpes, pero también fue el escenario
donde el alpinismo cambió de rumbo. Considerada inaccesible por la gran mayoría, "...era el último
gran pico alpino que permanecía sin conquistar, menos por la dificultad de la ascensión que por el
terror que inspiraba su apariencia invencible. Parecía haber un cordón a su alrededor hasta el que
uno podía llegar, pero no más lejos. Dentro de esa línea invisible, se suponía que existían espíritus
y genios invisibles... Los supersticiosos habitantes de los valles contiguos (muchos de los cuales
no sólo creían que era la montaña más alta de los Alpes sino del mundo entero) hablaban de una
ciudad en ruinas sobre su cima, donde moraban los espíritus."
A esa montaña es a la que los guías no se atrevían a ir:
"...todos los hombres más o menos capaces mostraban una fuerte reticencia o simplemente se
negaban (la reticencia era proporcional a su capacidad), o pedían un precio prohibitivo. Ésta,
digámoslo de una vez, era la razón por la que se habían dado tantos fracasos en los intentos de
ascender el Cervino. Los guías de primera eran conducidos uno tras otro hasta la ladera y se les
intentaba animar, pero declinaban la aventura. Los que la aceptaban no ponían corazón en la
empresa y volvían la espalda a la primera ocasión."
Edward Whymper, enviado a hacer dibujos de algunas montañas de los Alpes para una
publicación, la conoció en 1860 y se planteó su ascenso siendo, como era, un novato porque "tenía
fama de ser la montaña más absolutamente inaccesible, incluso entre los montañeros más
experimentados."
Así inicia un largo asedio que habría de culminar en su primer ascenso, el 14 de julio de 1865 tras
establecer una carrera con Jean-Antoine Carrel, quien "era el único hombre que se negaba
persistentemente a aceptar la derrota y que continuaba creyendo, a pesar de todas las
adversidades, que la gran montaña no era inexpugnable y que podía ascenderse desde el lado de
su valle natural."
Los primeros intentos, incluyendo la caída que sufriría en solitario, son por la vertiente italiana pues
quienes creen, Carrel en primer lugar, que la montaña puede ser escalada, ven esa vertiente como
la única posibilidad. Tras varios años de intentos donde descubrirá que "Carrel consideraba
claramente la montaña como un coto privado y consideraba nuestro último intento como la acción
de unos furtivos" y que es capaz de dejarle abandonado como cliente por perseguir su objetivo,
Whymper explora la parte oriental y descubre que lo que parece vertical no es más que un fallo en
la perspectiva, así que le propone a Carrel que suba con él por ese lado.
Nuevamente, Whymper se verá abandonado porque Carrel se dirige a la antigua vía. Quiere llegar
a la cima por "su" lado. Whymper viaja al lado opuesto de la montaña y consigue guías y personas
que le acompañen. El ascenso lo hacen en dos días sin gran dificultad y desde la cima ven a Carrel

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y su grupo subir. "Cogí un bloque de roca, lo empujé por la ladera y animé a mi compañero, en
nombre de la amistad, a hacer lo mismo... Esta vez no hubo duda. Los italianos dieron la vuelta y
se retiraron."
Sin embargo, Whymper encuentra palabras para Carrel:
"De cuantos intentaron subir al Cervino, él era el más merecedor de ser el primero en la cumbre.
Fue el primero en dudar de su inaccesibilidad y fue el único hombre que siguió creyendo que el
ascenso se conseguiría."
El descenso se convierte en tragedia porque uno de los integrantes de la cordada pierde pie, cae
sobre el guía que va delante y lo arrastra, lo mismo que a otros dos detrás de él:
"Oí una sobresaltada exclamación de Croz y luego le vi cayendo con Hadow. Un momento
después, Hudson fue arrastrado tras ellos y lord Douglas los siguió inmediatamente. Todo ocurrió
en un instante. En cuanto oímos la exclamación de Croz, Peter el Viejo y yo nos aferramos tan
firmemente como permitían las rocas. La cuerda entre nosotros estaba tensa, y notamos el tirón al
mismo tiempo. Lo aguantamos, pero la cuerda entre Taugwalder y lord Francis Douglas se rompió."
Este suceso es quizá el accidente en montaña más famoso en el mundo, pero el libro en sí no vale
por este suceso y ya lo remarca Whymper en su introducción:
"Al intentar que el libro tenga alguna utilidad para aquellos que deseen practicar la escalada, sea
en los Alpes o en otros lugares, he dado tal vez una excesiva importancia a nuestros errores... No
éramos perfectos. Nuestras equivocaciones no se describen para que sean admiradas ni imitadas,
sino evitadas."
Entre algunos de los puntos importantes en el libro está la justificación de la escalada en sí:
"No hay ninguna buena razón para usar una cuerda en rocas fáciles, y creo que su uso innecesario
puede aumentar la negligencia. En rocas difíciles y pendientes de nieve (que impropiamente suelen
llamarse pendientes de hielo) es una gran ventaja estar encordado, siempre que la cuerda se
maneje adecuadamente, pero en verdaderas pendientes de hielo... o en pendientes donde el hielo
se mezcla con piedras pequeñas y sueltas... es casi inútil, porque el resbalón de una sola persona
puede desequilibrar a todo el grupo. No quiero decir que no haya que encordarse en pendientes
así. Estar atado da confianza normalmente, y la confianza ayuda al equilibrio. La cuestión es si los
hombres deben estar en un lugar así. Si un hombre sabe mantenerse sobre los escalones cortados
en una pendiente de hielo, no veo por qué privarle de que use esa forma particular de escalada. Si
no sabe, que no se acerque a esos lugares."
Alpinista del siglo XIX, Whymper es portador de toda una tradición de exploración y su libro es el
resultado de ello, lleno de razonamientos por los cuales se debe o no hacer tal cosa o del por qué
caen los rayos, como ejemplos, su argumentación es brillante pese al paso del tiempo.
La conquista del Cervino puede resumirse en pocas líneas, escritas por el propio Whymper:
"¡Miremos hacia las alturas! Inmediatamente surge la palabra "imposible". "¡No!", dice el
montañero. "El camino es largo, lo sé. Es difícil y puede ser peligroso, pero es posible, estoy
seguro. Buscaré la ruta. Consultaré a mis hermanos montañeros y descubriré cómo han alcanzado
alturas similares y cómo evitar peligros". Así se pone en marcha (mientras todos duermen). El
camino es resbaladizo y también puede ser laborioso. Al final, con precaución y perseverancia,
alcanza la cima. Entonces los de abajo exclaman "¡Increíble! ¡Es algo sobrehumano!".
"Los que escalamos montañas siempre hemos tenido presenta la superioridad de la perseverancia
y la voluntad sobre la fuerza bruta."

Después de ese primer ascenso, se sucedieron otros en todas las montañas nevadas de los Alpes.
La fiebre desatada así intenta alcanzar la cima más alta de los Alpes en primer lugar y
posteriormente hollar la cima de alguna otra montaña por primera vez. Cuando la mayoría de las
cumbres importantes ya habían sido ascendidas, los ojos de los alpinistas se volvieron hacia el
Matterhorn o Cervino, frontera entre Italia y Suiza, considerada como la montaña inaccesible hasta
entonces. Tal mito es echado a tierra por Edward Whymper, en 1865, quien lo escala, junto con
otros seis acompañantes por la ruta que ahora es la clásica.
Sin embargo, era obvio que las cumbres terminaran alguna vez y entonces se produce una ruptura
entre los alpinistas: unos, los escaladores, guiados por Alfred Mummery, tratan de llegar a la
cumbre por vías más difíciles cada vez y trazan rutas sobre laderas cada vez más difíciles. El punto

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culminante lo constituyen los llamados "Tres Ultimos Problemas de los Alpes": el espolón Walker
de las Grandes Jorasses y las caras norte del Eiger y del Cervino. Ellos, alpinistas que buscan la
dificultad, son los innovadores de la técnica y de la filosofía.
El otro grupo, los alpinistas de filosofía clásica, buscan nuevas montañas. El propio Whymper
asciende algunas montañas en Suramérica. Y como el siglo XVIII es el siglo de las grandes
exploraciones, en las que el hombre buscaba el conocimiento del mundo que habitaba, se
encontraron, gracias a la época en que vivían, montañas más allá de lo imaginado en las
cordilleras del Cáucaso, los Andes, el Hindu Kush, Nueva Zelanda. Pero es en el Karakorum y el
Himalaya donde encontraron las montañas más altas del planeta, montañas de dimensiones a las
que los europeos (porque hasta ese momento el alpinismo es un deporte de y para europeos) no
estaban acostumbrados.
Entonces el objetivo se centra en llegar, como Balmat en su tiempo, a la cima más alta. Como se
conocía poco de aquellas regiones en que se encontraban las grandes cumbres, los primeros
himalayistas fueron verdaderos exploradores que narran desde la flora y la fauna del lugar hasta
los glaciares y las penurias que deben afrontar en la montaña. El choque del hombre con los
gigantes del Himalaya produce accidentes mortales: en el Nanga Parbat, desaparece Mummery en
1895 y en el Everest, Mallory e Irvine nunca bajan de su último intento en 1924.
Las sucesivas expediciones hacen que se desarrolle el estilo de expedición para ascender la
montaña. Este estilo requiere una estrategia casi militar en la que hay que colocar un campamento
a una altura, aprovisionarlo y después colocar otro hasta llegar cerca de la cumbre. También se
descubre que hay un límite para la aclimatación: el hombre no puede estar mucho tiempo por
encima de los siete mil metros sin correr gran peligro. Entonces se acude a la tecnología con tal de
llegar a la cumbre: se utiliza oxígeno embotellado para permanecer por encima de ese nivel.
La primera cumbre de más de ocho mil metros es alcanzada el 3 de junio de 1950 por Maurice
Herzog y Louis Lachenal: el Annapurna, de 8,078 metros. El 29 de mayo de 1953, Edmund Hillary,
neozelandés, y Tensing Norgkay, un sherpa, llegan a la cumbre del Everest (8,848 metros) por el
lado de Nepal. Las grande cimas son alcanzadas: Nanga Parbat, K2, Cho Oyu, Makalu,
Kangchengjunga... entonces se plantea nuevamente el viejo dilema: se acabaron las montañas
¿Qué hacer? Los montañistas actuales tienden a llegar a las cimas que todavía no han sido
alcanzadas y a ascender las montañas más famosas por rutas cada vez más difíciles. Un ejemplo
de esto es la expedición a la cara noreste del Everest, dirigida por Chris Bonnington, en estilo
expedición y la cara sur del Dauhlagiri por Tomaz Humar en 1999, en estilo alpino y en solitario.
Puestos en el límite de la resistencia humana, hay quienes llegan cada vez más lejos y quienes
rompen tabúes: Hermann Buhl establece el estilo alpino en el Himalaya y conquista el Broad Peak
y Reinhold Messner escala en solitario por primera vez una montaña de ocho mil metros.

EN MÉXICO
La alta montaña se practicaba desde la época prehispánica, aunque con fines religiosos o
comerciales. En las Relaciones Originales de Chalco-Amecameca se dice que en "...el año 3-caña
(1289) fue cuando vinieron a salir por Huexotzingo y luego por Calpan, y por eso fue que vinieron a
bajar y a salir allá al llamado Otlaltépec, en la orilla de los bosques se detuvieron. Y este
Chalchiuhtzin fue el que trepó arriba del Popocatépetl buscando propiciar la lluvia, porque por
entonces sol y sequía habían cobrado fuerza y había hambre y necesidad, según el saber de los
ancianos. Allá arriba se flageló el Chalchiuhtzin. Según lo refieren los ancianos, llegó bien hasta la
mera cabeza, hasta arriba del Popocatépetl y allí se flageló." Esto indica que los pueblos del
Anáhuac llevaban ofrendas a los dioses que tenían adoratorios específicos en las montañas.
En 1519, Hernán Cortés envió a un grupo al mando de Diego de Ordaz para "saber el secreto de
aquel humo" que salía del Popocatépetl, pero no llegaron a la cima. Es hasta 1522 que el mismo
Cortés enviara a otro grupo para obtener azufre, necesario en la fabricación de pólvora para
conquistar y pacificar las tierras amplias de la Nueva España, que se dice que alcanzaron la
cumbre y descendieron al cráter, aunque este descenso es dudoso.
Después de ellos, les siguieron los frailes, comerciantes, científicos, diplomáticos y artistas.
Aunque anónimos, es seguro que hubo muchos ascensos al Popocatépetl y con toda seguridad
también al Iztaccíhuatl y al Pico de Orizaba (en los límites del bosque existe todavía una mina de

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donde se extraía obsidiana en época prehispánica), por lo que la fundación, en 1922 (400 años
después del primer ascenso europeo al Popocatépetl) del Club Exploraciones de México por Otis
McAllister no es más que la consecuencia lógica de encauzar esos ascensos a un deporte
organizado.
La evolución que siguió el montañismo en México es semejante al europeo: con sólo cuatro
montañas nevadas (en orden de altitud: Citlaltépetl, Popocatépetl, Iztaccíhuatl y Nevado de Toluca,
aunque del glaciar del Popocatépetl sólo quede una mancha con la actividad volcánica actual), la
primera etapa se cubrió rápidamente. Después se buscaron otras rutas y finalmente se llegó a la
idea de subir las tres principales alturas en el menor tiempo posible, objetivo bastante alejado de la
búsqueda de dificultad. El paso siguiente fue ascender montañas en otros países: el McKinley en
Alaska, el Aconcagua en la frontera entre Argentina y Chile, el Huascarán en Perú, el Chimborazo
en Ecuador, las Rocallosas de los Estados Unidos y Canadá. Siempre las más altas de cada país.
Poco a poco, las metas se elevan y hay quienes se dirigen a los Alpes a emprender escaladas
serias.

Corrientes del alpinismo


Un sistema para categorizar las diferentes clases de escalada introducido por Lito Tejada-Flores,
ha mostrado ser útil al describir las muchas facetas que la escalada moderna ha adquirido. Cada
tipo especializado de "juego" está definido por una serie de reglas informales pero precisas,
formuladas así para mantener el objetivo y manejar la dificultad y ser, por lo tanto, interesante.
Mientras más grande sea el peligro en una modalidad particular de montañismo debido al medio
ambiente natural, las restricciones para el uso de equipo técnico son más indulgentes. Si los
peligros objetivos son menores, las reglas se vuelven más estrictas.
La terminología moderna de escalada distingue entre los estilos de escalada de aventura o
tradicional y la escalada deportiva o "de placer". La escalada de aventura, o "tradicional" tiene los
siguientes elementos:
● Se juzga la ejecución por el aumento de resistencia al estrés necesario para el ascenso a
la ruta
● El escalador es responsable del emplazamiento de protecciones o tendrá que escalar sin
ellas.
● Los errores cometidos por el líder o "punta" pueden tener consecuencias drásticas.
La escalada deportiva o de placer está caracterizada por:
● Se juzga la ejecución por el grado técnico de la ruta escalada.
● El elemento dinámico es el dominante.
● Los bolts garantizan una protección perfecta.
● Si se emplean adecuadamente técnicas modernas de aseguramiento, las caídas del
puntero no tienden a ser severamente castigadas.
Los estilos de escalada de aventura o deportiva pueden ser aplicados a todos los tipos de escalada
con cuerda. Las diferentes modalidades de la escalada y "filosofías" de seguridad corresponden a
necesidades individuales muy diferentes de los escaladores. La riqueza de formas en los deportes
de montaña provee placer y autosatisfacción para un gran número de gente.
Por otro lado, nos oponemos a la tendencia por la cual se elimina completamente el peligro de la
escalada y se sigue la filosofía del "placer", lo cual reduce al deporte a su mero aspecto de
movimiento. Sin peligro e incertidumbre la escalada pierde su elemento de aventura. Escalar una
ruta con equipo mínimo será siempre más apreciado que el ascenso de una ruta con una perfecta
infraestructura.
La escalada moderna comprende un amplio espectro de actividades que van desde la caminata y
el boulder hasta la escalada en roca y el montañismo. El montañismo comprende formas extremas
de alpinismo de gran altitud y expediciones de escalada en cordilleras como los Andes o los
Himalayas. Aunque las líneas divisorias entre las varias formas de montañismo no son en absoluto
rígidas, la siguiente categorización hace posible presentar la vasta diversidad de los modernos
deportes de montaña de una manera comprensible.
Caminata y trekking

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La caminata a los albergues de montaña, collados y cumbres es la forma más común de
montañismo. Una caminata de varios días en las altas montañas y otras áreas silvestres,
especialmente fuera de los caminos trillados, es conocida actualmente como trekking. La caminata
se convierte en una forma de montañismo más demandante cuando las manos se usan para
progresar.
Escalada de vías ferratas
Las rutas en terreno rocoso abrupto equipadas con cables y travesaños de acero se han vuelto
más y más populares. Una zona reservada para escalada técnica se convierte en accesible por
medio de una infraestructura elaborada y sistemas de protección especiales.
Montañismo clásico
Un montañista de esta categoría escalará hasta el grado 3 de la UIAA y ascenderá pendiente de
hasta 40 grados en nieve y hielo. Los objetivos típicos en esta categoría son las rutas regulares de
picos en la zona alpina.
Ski de montaña
Los partidarios de esta forma clásica de montañismo usan esquís alpinos o telemark para ascender
o atravesar cordilleras enteras. Debido a la complejidad de las habilidades requeridas, esta
disciplina está entre las más demandantes -y peligrosas- formas de montañismo.
Boulder
En el boulder se trabajan las secciones difíciles de roca cercanas al piso, normalmente sin el uso
de la cuerda. El equipo permitido se reduce a los tenis de escalada, una bolsa para magnesia y un
colchón para caídas. El boulder se practica en roca natural tanto como en objetos artificiales.
Escalada en objetos artificiales
Hoy muchos escaladores usan muros artificiales para entrenarse y por ocio, sea en casa, en un
gimnasio o fuera de casa; Un número creciente de escaladores son activos sólo en muros
artificiales; Hay también nuevas formas como escalada terapéutica y escalada como arte, por
ejemplo, danza o ballet.
Escalada en pared
Las rutas de uno a tres largos de cuerda se denominan escalada de pared. Debido a su cortedad y
a la casi total ausencia de peligros objetivos, el ascenso libre "ético" ha ganado aceptación
internacional en este tipo de escalada en las dos décadas pasadas. Esto significa que una ruta sólo
cuenta si no han sido usados anclajes fijos puestos en la roca durante el ascenso.
Escalada continúa
Si una escalada es más larga que tres o cuatro largos de cuerda, se refiere a ella como ruta de
escalada continua.

Escalada de Gran Pared / escalada artificial


En este tipo de modalidad de escalada desarrollado en el Valle de Yosemite, los escaladores
ascienden las paredes que no pueden ser escalada en libre con equipo especialmente diseñado.
Procuran reducir tanto como sea posible la cantidad de barrenos en donde colocar bolts y otros
medios de progreso, dejando así una cantidad mínima de huellas después de completar su
ascenso.
Escalada alpina
En la modalidad "alpina", los escaladores no sólo tienen que lidiar con los problemas presentados
por la escalada real sino con los peligros "objetivos" de medios frecuentemente hostiles en las altas
montañas. Debido a que la supervivencia depende no sólo de la habilidad para controlar con
seguridad los problemas técnicos de una ruta sino también de la velocidad de la cordada, las
reglas no escritas de la escalada alpina permiten el uso de clavos y nueces para progresar. Sin
embargo, desde fines de los sesentas, los principios de la escalada libre también han sido
aplicados cada vez más en las altas montañas. Mientras que en el principio de la nueva era el
objetivo estaba en el ascenso libre de las rutas normalmente ascendidas en artificial, no tardaron
en aparecer nuevas rutas en las montañas, hechas de acuerdo a las reglas más estrictas. Estas
incluyen rutas de aventura extrema con bolts y escaladas deportivas hedonísticas. Un aspecto
importante de la escalada alpina es el ascenso de rutas de hielo. Estas van desde las heladas
caras clásicas hasta empresas futuristas muy severas. Un tipo de escalada en hielo que se ha

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vuelto popular es el ascenso de cascadas congeladas, estalactitas de hielo y roca glaseada. Las
rutas mixtas modernas de roca y hielo implican algunas veces movimientos muy difíciles con la
ayuda de crampones y herramientas para hielo. Esta modalidad está gobernada por las reglas de
la escalada libre. Los escaladores más radicales eligen subir aún sin las muñequeras de sus
herramientas. El hielo y las rutas mixtas pueden ser desde escaladas cortas de un largo hasta
operaciones complicadas en las sierras más altas que pueden durar varias semanas.
Escalada super alpina
Esta disciplina del montañismo aplica las reglas de la escalada alpina al terreno de gran altitud en
los picos de seis, siete y ocho mil metros, reservados durante mucho tiempo para expediciones
tradicionales. En la modalidad superalpina se rechazan las cuerdas fijas, la ayuda externa o la
instalación de una cadena de campamentos.
Escalada de expedición
Se han desarrollado dos formas de esta modalidad: la primera variación tiene la función de permitir
a un número máximo de miembros alcanzar las cimas de prestigiadas montañas en las cordilleras
más elevadas por la ruta normal. Optimizan la probabilidad de éxito a través del uso libre de
porteadores, cuerdas fijas y oxígeno artificial.
En contrapartida, la forma extrema de la escalada de expedición procura empujar los límites de la
dificultad técnica con la ayuda que el equipo moderno puede proporcionar: cuerdas fijas,
campamentos de hamacas colgantes y depósitos de equipo y, en algunos casos, aún oxígeno.

HISTORIA DE LA ESPECIALIDAD DE ALTA MONTAÑA EN CRUZ ROJA MEXICANA


La historia de la Especialidad de Alta Montaña se remonta al año de 1942, cuando el comandante
Víctor Manuel Trueba integró como miembros de Cruz Roja Mexicana a una sección del “Club
Alpino Linces”, por lo cual se dice que la Especialidad de Alta Montaña nació con el “Club Alpino
Linces”, mismo que apoyó al excursionismo en México y al montañismo nacional desde su
nacimiento como deporte en el país. El patriarca del montañismo en México, el señor Ottis
McAllister, desde el año de 1919 empezó a propagar y a impulsar el deporte del montañismo,
excursionismo y exploración dentro del ámbito nacional, culminando su esfuerzo cuando el día 26
de marzo de 1922 se fundó el “Club de Exploraciones México” (CEMAC).
En 1948 se funda oficialmente la Sección de Rescate de Alta Montaña de la Cruz Roja Mexicana,
siendo sus fundadores:
- Cmdte. Víctor Manuel Trueba
- Cmdte. Agustín Guerrero
- Cmdte. Higinio Alvarado
- Soc. Guillermo García
- Soc. Cristóbal Abarca
- Soc. Federico Alba
- Soc. Carlos Prado
- Soc. Florentino Alba
Ellos comenzaron a impartir enseñanzas prácticas y teóricas a elementos de Cruz Roja Mexicana
formando las primeras brigadas de auxilio en las cumbres nevadas y empezaron a distinguirse por
su disciplina y conocimientos en los rescates y en los salvamentos, dando a conocer el emblema
de Cruz Roja Mexicana en los confines y en las alturas de México.
Probablemente falten nombres de socorristas que ofrecieron su tiempo, dedicación y vida para el
nacimiento y continuidad de la Especialidad de Alta Montaña, sin embargo, las siguientes páginas
pretenden citar en forma concreta la historia de la Especialidad de Alta Montaña.

HECHOS HISTÓRICOS
Resaltar los hechos sobresalientes de la Especialidad de Alta Montaña sería un trabajo muy
extenso, ya que el hecho de prestar auxilio es en sí un hecho sobresaliente, por lo cual se
presentará únicamente actividades donde la Cruz Roja Mexicana ha sido representada a nivel
internacional.

AIMO
Expedición al Monte McKinley
La Cruz Roja Mexicana conquista el día 14 de julio de 1952 la cumbre del monte McKinley,
6194 metros sobre el nivel del mar, siendo la primera expedición de la Especialidad de Alta
Montaña en representación de la Cruz Roja Mexicana.
Integrantes:
Jefe de grupo: Ing. Eduardo de María Campos
Sub-jefe: Soc. Eduardo San Vicente
Soc. Agustín Guerrero
Soc. Higinio Alvarado
Soc. Cristóbal García
Soc. Guillermo García

En la década de los años 60’s se forma la Escuela Nacional de Alta Montaña (ENAM).
Expedición al Monte Aconcagua:
Para celebrar los 125 años de la fundación mundial de la Cruz Roja y del movimiento Cruz
Roja, la Cruz Roja Mexicana participó depositando un banderín conmemorativo en la cima del
monte Aconcagua (6,957 msnm) el día 8 de diciembre de 1988.
Integrantes:
Jefe de grupo: Ing. Ricardo Hernández Demeneghi
Soc. Luis Flores Sánchez
Soc. Juan Alharaca Trujillo

Acto heroico:
El socorrista Francisco Meneses muere en cumplimiento del deber el día 17 de octubre de
1954. Él es testigo de la caída a una grieta de los señores Humberto Araizaga, Cristóbal Abarca,
Adolfo Carreón, Leonor Colín y Martha Martínez. Al auxiliarlos queda atrapado en la grieta con
nieve hasta la cintura, más continúo con su labor de rescate proporcionándoles ánimo y evitando
que se durmieran; fue rescatado por los socorristas Agustín Guerrero, Guillermo García y Lanin
Sabre, falleciendo en el descenso.

Los picos más altos del mundo


En Norteamérica:
Nombre Altitud Ubicación
Monte McKinley 6,240 msnm Alaska
Monte San Elías 5,490 msnm Alaska
Monte Robson 4,177 msnm Canadá
Pico Fremont 4,203 msnm Estados Unidos
Pico Blanca 4,366 msnm Estados Unidos
Monte Rainier 4,381 msnm Estados Unidos
Monte Shasta 4,374 msnm Estados Unidos
Monte Whitney 4,420 msnm Estados Unidos

En México:
Nombre Altitud Ubicación
Pico de Orizaba 5,610 msnm Veracruz, Puebla
Popocatépetl 5,452 msnm Estado de México, Puebla, Morelos
Iztaccíhuatl 5,220 msnm Estado de México, Puebla
Nevado de Toluca 4,680 msnm Estado de México
Malinche 4,461 msnm Puebla, Tlaxcala
Nevado de Colima 4,450 msnm Colima, Jalisco
Cofre de Perote 4,250 msnm Veracruz
Tlaloc 4,150 msnm Estado de México, Tlaxcala
Telapón 4,080 msnm Estado de México

AIMO
Tacaná 4,067 msnm Chiapas, Guatemala
Volcán de Colima 3,986 msnm Colima
(ó volcán de fuego)
Ajusco 3,930 msnm Distrito Federal

En Centroamérica:
Nombre Altitud Ubicación
Irazú 3,452 msnm Costa Rica
Chiripó 3,820 msnm Costa Rica

En Sudamérica:
Nombre Altitud Ubicación
Cristóbal Colón 5,775 msnm Colombia
Cotopaxi 5,340 msnm Ecuador
Chimborazo 6,130 msnm Ecuador
Huascarán 6,768 msnm Perú
Alpamayo 6,120 msnm Perú
Salcantay 6,320 msnm Perú
Aconcagua 7,010 msnm Argentina
Fitz Roy 3,440 msnm Argentina
Monte Darwing 2,100 msnm Argentina

En Groenlandia:
Nombre Altitud Ubicación
Monte Watkins 4,020 msnm Groenladia

En Europa:
Monte Perdido 3,352 msnm España
Marboré 3,253 msnm España
Pico de Aneto 3,404 msnm España
Mont Blanc 4,807 msnm Francia
Cervino (Matterhorn) 4,482 msnm Italia-Suiza
Monte Rosa 4,638 msnm Italia-Suiza
Eiger 3,975 msnm Suiza
Weisshorn 4,512 msnm Austria
Etna 3,217 msnm Italia
Monte Olimpo 2,958 msnm Grecia
Monte Elbruz 5,641 msnm Georgia-Rusia
Ararat 5,156 msnm Turquia

En Asia:
Everest 8,848 msnm Tibet-Nepal
K2 8,611 msnm China-Pakistan
Kangchenjunga 8,586 msnm Nepal-Sikkim
Makalu 8,462 msnm Tibet-Nepal
Lhotse 8,516 msnm Nepal
Cho Oyu 8,201 msnm Tibet-Nepal
Dhaulagiri 8,167 msnm Nepal
Manaslu 8,156 msnm Nepal
Nanga Parbat 8,125 msnm Pakistan-China
Annapurna 8,091 msnm Nepal
Hidden Peak 8,068 msnm Pakistan-China
Broad Peak 8,047 msnm Pakistan
Shisha Pangma 8,013 msnm Tibet

AIMO
Gasherburm II 8,035 msnm Pakistan-China
Fujiyama 3,778 msnm Japón
Monte Sinaí 2,641 msnm Palestina

En África:
Monte Camerún 4,070 msnm Camerún
Monte Margarita 5,125 msnm Tanzania
Kenia 5,240 msnm Kenia
Kilimajaro 6,010 msnm Kenia-Tanzania

Oceanía:
Mauna Kea 4,210 msnm Islas Hawai
Monte Cook 3,768 msnm Nueva Zelanda

Cadenas Montañosas Importantes:


a) El cinturón de fuego del pacífico compuesto por
● Islas Japonesas
● Islas Hawai
● Las Montañas Rocallosas (Montañas Rocosas, en Norteamérica)
● La Cordillera los Andes (en Sudamérica)
b) Los Pirineos (entre España y Francia)
c) Los Alpes (entre Francia, Suiza, Austria e Italia)
d) Los Alpes Apuanos (Italia)
e) Los Balcanes (la Antigua Yugoslavia)
f) El Cáucaso (entre Asia y Europa)
g) El Himalaya (entre India, Nepal, Tibet, Pakistan y China)

Terminología morfológica de la montaña


Tradicionalmente, para indicar las formas y estructuras de las montañas, los alpinistas han utilizado
una terminología convencional que ya se ha generalizado. Esta sirve no sólo para describir con la
máxima perfección las características morfológicas del recorrido, sino para aplicar en el mismo la
técnica conveniente de escalada.
Tenemos así:
La arista, tramo continuo y delgado que une dos elevaciones opuestas
El espolón, ramal en relieve que sobresale de la pared
La cresta, punto de unión de dos empinadas caras opuestas
El diedro, ángulo formado por dos paredes convergentes
La chimenea, larga fisura vertical
La pared, tramo expuesto y uniforme, de roca, carente de excesivos relieves
El extra plomo, tramo que sobresale de la vertical; cuando este tramo sobresale netamente recibe
el nombre de «techo».
A estas formas que podríamos definir principales se añaden otras accesorias como:
Aguja, delgada roca monolítica, aislada
La torre, gran roca monolítica separada del cuerpo principal.
El collado, depresión que separa dos estructuras rocosas.
La brecha, collado que une la base de la aguja con el cuerpo principal de la montaña.
El colouir, canal entre dos paredes por donde bajan los detritus.
La plataforma, tramo plano de discreta extensión que interrumpe la verticalidad de la pared.
La vira, incisión horizontal con gradas más o menos amplias y largas.
El zócalo, tramo inclinado que constituye a menudo la base sobre la que se apoyan las estructuras
de una montaña.
Por lo que respecta a las montañas de tipo glaciar y mixto, a la terminología específica de las rocas
se añade la terminología específica del hielo:
Grietas en glaciar, seracs, cornisas y rimayas.

AIMO
La grieta en glaciar es una fisura que se produce en la masa compacta a causa de las presiones
del movimiento y la deformidad del terreno sobre el que se desliza el hielo. Se inicia, de manera
brusca, con una abertura con anchura desde unos cuantos milímetros a unos cuantos centímetros,
que se va ampliando con un ritmo que varía desde algunos centímetros al metro por mes. La grieta
en glaciar puede ser.
Terminal o rimaya cuando se halla en el punto de unión entre una pared de hielo y la vertiente
subyacente.
Periférica cuando separa el borde del glaciar de la pared rocosa que lo flanquea.
Transversal cuando es ortogonal al eje del glaciar.
Marginal cuando se encuentra sobre los lados externos de la colada y en particular en los tramos
convexos.
Longitudinal cuando es paralela al eje del glaciar y.
Radial cuando se encuentra en la lengua del glaciar paralela al eje de deslizamiento.
Los seracs son bloques de distintas dimensiones en equilibrio inestable. Se forman en los lugares
donde el glaciar encuentra una brusca variación de declive; por lo general, en los glaciares de los
valles este lugar coincide con el de encuentro de la cuenca de alimentación y la cuenca aluvial; en
los glaciares suspendidos éste coincide con el frente vertical bruscamente interrumpido. Ambos
lugares se encuentran sobre la línea de las nieves perpetuas. Siempre espectaculares, los seracs
constituyen a menudo verdaderos laberintos de torres y pináculos.
La cornisa es una escultura con frecuencia muy espectacular formada por el viento; ésta se halla
en las aristas de nieve de las cimas más altas. Las capas de nieve acumuladas sobre las aristas
por las precipitaciones son empujadas por el viento hacia la base de apoyo; las bajas temperaturas
solidifican estas masas colgadas que, aunque crean figuras muy sugestivas, resultan muy
peligrosas para los alpinistas, bien si se encuentran en la vía que se debe seguir, o bien cuando
asoman al final de un couloir que es preciso atravesar o, lo que es peor, escalar.
El lecho del couloir es un surco de deslizamiento de los detritus de hielo que, desde el ápice de las
paredes, bajan por los canales. En general los lechos del couloir son muy profundos y formados de
hielo vivo y muy pulido.

AIMO
Mínimo impacto
Los montañistas tratamos de conseguir en las montañas muchas experiencias diferentes.
Buscamos un desafío tanto físico como mental, y perseguimos las bellezas que depara la vida al
aire libre: vistas espectaculares desde la cumbre, un gélido arroyo de montaña, praderas ardiendo
en mil colores y el canto de los pájaros. Atesoramos las bellas experiencias que nos dan un sin fin
de razones para contribuir a la conservación de la naturaleza.
Pero estas experiencias se vuelven cada vez más esquivas a medida que las montañas van
llenándose de gente. Los lugares populares están atestados, hay ya pocos rincones agrestes que
no reciban con regularidad visitantes humanos, y los lugares realmente salvajes aún son más
escasos.
Actualmente hay tanta gente que frecuenta la montaña que corremos el riesgo de acabar con
ciertas zonas por amarlas demasiado. Y no es necesario buscar ejemplos lejanos. Un prado queda
surcado de veredas paralelas porque los montañistas que lo atraviesan año tras año prefieren
caminar todos juntos en lugar de ir en fila, y de esta forma han matado la hierba y los pastos. Estos
“caminos sociales” erosionan el terreno tanto en los espacios naturales como en las áreas
regulares de escalada. Los vivacs y lugares de campamento de cualquier montaña frecuentada
están llenos de basura abandonada por las personas. Identificar la ruta en las travesías de
glaciares más visitados es ahora más fácil que nunca, basta con seguir los “mojones” de
excrementos humanos en descomposición.
Sin embargo, también es verdad que hay cada vez más gente que se esfuerza por causar el menor
impacto posible sobre las montañas, procurando respetar una sencilla norma que dice: todo lo que
subas contigo a la montaña, has de llevártelo de vuelta. En las rutas glaciares muy visitadas en
algunos países, los montañistas ya están haciendo frente al problema de los desechos humanos
mediante el sistema de la “bolsa azul”, que equivale a recoger y llevarse de la montaña las propias
heces en bolsas de plástico especiales. Quizá en el pasado fuera normal abandonar el material
cuando las cosas se ponías feas, o no darse por aludido al ver basura en los caminos, o incluso

AIMO
modificar el entorno para crear un campamento más cómodo. Hoy día estas actitudes son cada vez
más inadmisibles. Una forma de empezar a hacer bien las cosas es practicar una especie de “regla
de oro” del montañismo: Piensa en las experiencias que deseas vivir cuando vas a la montaña, y
haz todo cuanto esté en tu mano para que los que vengan después, también puedan disfrutar de
estas vivencias.
Para los montañistas, el montañismo del mínimo impacto implica muchas veces un equilibrio entre
hacer lo necesario para realizar con plena seguridad una ascensión técnica, y evitar las actitudes
agresivas. Hay cosas que resultan inevitables: es difícil escalar una ruta sin desprender algo de
liquen de la roca o descender sin dejar colgando un par de cordinos de rapel. Sin embargo, lo
importante es que pongamos de nuestra parte todo lo posible para mitigar estos efectos.

Las bases del mínimo impacto


También se pueden hacer montañismo de mínimo impacto y al mismo tiempo de la seguridad,
planificando una actividad acorde al nivel de tu grupo. A un equipo que está funcionado al límite de
sus fuerzas, o que se halla en un aprieto, probablemente lo que menos le preocupe en esos
momentos sea la conservación de la naturaleza. Si un equipo de rescate debe acudir para sacar a
alguien de una situación precaria, la prioridad absoluta es la seguridad y lo que menos se tiene en
cuenta es el daño ambiental que pueda producirse (sin embargo, no por esto el equipo de rescate
debe ser descuidado). Muchas veces, un planteamiento realista nos servirá para evitar una
situación dramática.
Antes de salir de casa echa una ojeada a tu material y comprueba que está limpio de barro o de
vegetación procedente de tu salida anterior, para evitar la difusión accidental de alguna especie
vegetal que pudiera resultar nociva o inapropiada en los ecosistemas de otra zona diferente.
Para el montañista, el principio fundamental del mínimo impacto se traduce en saber realizar sus
actividades sin perturbar el entorno natural en que estas actividades se desarrollan y sin dejar
rastro alguno de su paso. Seguidamente se relacionan algunas reglas básicas de impacto mínimo,
que se desprenden de esta filosofía.
La marcha
- Siempre que los haya, procura seguir los senderos marcados. No atajes cortando las
“zetas” de los caminos, porque ello produce erosión del terreno.
- Cuando el camino atraviesa un prado es preciso caminar en fila de uno en uno y atravesar
las zonas fangosas sin tratar de rodearlas. Así estarás contribuyendo a que no se
ensanchen y multipliquen los senderos (creación de sendas paralelas).
- Camina con ligereza en aquellas zonas donde no exista sendero, procurando pisar sobre
superficies inalterables para minimizar el daño a la vegetación.
- Cuando el itinerario deba atravesar una zona con vegetación donde no exista camino, haz
que tu grupo se disperse en lugar de caminar en fila india. Esto resulta menos dañino para
la vegetación que cubre el suelo y minimiza el impacto erosivo debido al paso del grupo.
En los lugares de acampada
- Siempre que sea posible acampa en zonas de acampada establecidas, sobre terreno
desnudo de vegetación.
- Como segunda alternativa, cuando no exista un lugar de acampada adecuado, acampa
sobre nieve o suelo de roca.
- Evita acampar sobre las praderas; si no queda más remedio, ten en cuenta que las plantas
herbáceas y pastos son más resistentes que las plantas leñosas.
- Si tienes que acampar en una pradera procura ser particularmente cuidadoso; no
permanezcas más de una o dos noches en el mismo punto.
Los hornillos
- Utiliza siempre un hornillo para cocinar o calentar agua, no hagas hogueras. Aparte del
peligro de incendio, la recogida de la leña favorece el pisoteo del terreno y de los jóvenes
árboles, acaba creando senderos innecesarios y priva al suelo de un valioso capital de
materia orgánica.
Lavado
- Lávate lejos de la zona de acampada y de las fuentes o manantiales.

AIMO
- Usa únicamente pequeñas cantidades de jabón biodegradable, o preferiblemente nada en
absoluto.
- No te laves ni friegues utensilios de cocina directamente en los arroyos.
- Procura limitar la erosión en torno a los cursos de agua. Utilizar un bidón o recipiente
grande no sólo es más cómodo, sino que reduce el número de viajes en busca de agua y
los consiguientes efectos de erosión y otras formas de impacto.
Animales
- No alimentes a los animales salvajes, bien sea deliberadamente o abandonando restos de
comida.
- Deja tus mascotas en casa.
Basura y desperdicios
- Recoge y lleva contigo la basura que has generado y, si es posible, los restos
abandonados por otros grupos.
- Los excrementos humanos deben recibir, dependiendo del lugar, un “tratamiento” especial

En los parajes árticos las medidas tendentes al mínimo impacto son necesariamente más
restrictivas y conservadoras que las que se dan por válidas en zonas alpinas, dado que en estos
lugares la naturaleza tarda décadas o incluso siglos en reparar cualquier daño sufrido. Es
necesario pues, antes de planear alguna expedición a los polos, informarse adecuadamente acerca
de cómo evitar los daños ambientales y contribuir a la conservación de este inmenso y salvaje
entorno natural.

¿Qué hacer con los restos fecales humanos?


Como ocurre con otros aspectos de la vida al aire libre, ir “al cuarto de baño” no es un asunto tan
sencillo. A medida que aumenta el número de montañistas aumentan de modo paralelo sus
excrementos y los problemas asociados: contaminación del agua, daños al suelo y a la vegetación,
basura en forma de papel higiénico, y no menos desagradable, la posibilidad de tropezar con las
deposiciones al acampar o escalar. Los problemas son aún mayores en las áreas árticas y en las
montañas de gran altitud, donde las heces se descomponen muy despacio o simplemente no se
descomponen.
Siempre que fuera posible, los montañistas deberían hacer uso de instalaciones adecuadas o
esperarse hasta regresar a casa. Pero como normalmente estas opciones no son muy realistas,
suele aceptarse la norma de alejarse al menos 50 metros de todo curso de agua, zona de
acampada o sendero. Sin embargo, en ciertas zonas y países se esta empezando a instar a los
montañistas a que empleen otros métodos de “tratamiento” o “gestión” de sus residuos fecales,
incluyendo el de transportarlos consigo y sacarlos de los espacios naturales como cualquier otro
tipo de residuo. En la siguiente sección se describen algunas fórmulas apropiadas para el caso. La
elección dependerá del área en que nos encontremos.

Papel higiénico
Lo ideal sería llevarse el papel higiénico usado junto con el resto de la basura. En zonas de bosque
con suelo orgánico se admite la solución de enterrar el papel junto con las heces, aunque incluso
de este modo pasará mucho tiempo antes de que se acabe de descomponerse el papel. Es muy
aconsejable adquirir el hábito de llevar con nosotros bolsas de plástico destinadas a guardar el
papel higiénico usado. Otra posibilidad consiste en buscar alternativas al papel higiénico: por
ejemplo, piedras, hojas o nieve.

Orina
Procuraremos orinar siempre sobre rocas o terreno desnudo de vegetación, porque las sales de la
orina atraen animales que pueden ocasionar daño a la vegetación. Sobre hielo o nieve trataremos

AIMO
de reducir el impacto visual de la proliferación de “hoyos de orina” en las proximidades de las áreas
de acampada o de los caminos, concentrándolos en alguna zona designada al efecto. En las
paredes de roca o hielo, orina sólo donde el líquido puede canalizarse lejos de la vía de escalada.
En determinadas rutas o en las tiendas resulta práctico disponer de una botella para orinar, que
más tarde vaciaremos en un lugar apropiado.

Heces
El “hoyo de gato”. En los bosques u otras áreas con suelo orgánico y baja cota, podremos excavar
un pequeño agujero (lo que los estadounidenses llaman “hoyo de gato”) para enterrar los
excrementos sólidos. Busca un sitio que diste al menos 50 metros de los cursos de agua o de sus
lechos secos, e igualmente alejado de los caminos, zonas de acampada y lugares habituales de
reunión de la gente.
Con el piolet, excava un hoyo de 15 a 20 cm de profundidad en la capa orgánica del suelo. Una vez
completada la “tarea” fisiológica, cubre las heces con tierra y déjalo todo con el aspecto más
natural posible. En este tipo de suelo las heces se descompondrán rápidamente. En los suelos
minerales o rocosos de alta montaña no es recomendable enterrar las deposiciones sólidas, ya que
en estos ambientes la materia orgánica no se degrada con facilidad. “Atención método fuera de
uso”

Recogida y transporte.
La fórmula de mínimo impacto para la “gestión” de los excrementos consiste, simplemente, en
llevárselos dentro de una bolsa, cosa especialmente recomendable en las rutas de glaciares muy
frecuentadas, en las áreas alpinas con suelos minerales poco profundos y en los itinerarios de
escalada sobre roca o hielo. Dos variedades especialmente sofisticadas de esta técnica se están
recomendando y empleando en muchas áreas protegidas de Estados Unidos, y son el sistema de
la “bolsa azul” y el del tubo contenedor.
El sistema de la bolsa azul se esta utilizando en rutas glaciares muy transitadas de algunos
parques nacionales de los Estados Unidos. Se entrega a los visitantes una serie de juegos de
bolsas de plástico con cierre hermético. Cada uno de estos juegos consta de dos bolsas: una
exterior y otra interior de color azul. Tal y como hacen en la ciudad los dueños de los perros cuando
pasean a su mascota por el vecindario, el montañero usará la bolsa azul a modo de guante para
tomar la deposición sólida, a continuación, le dará la vuelta y la bolsa la sellará antes de guardarla
en el interior del envase exterior que, a su vez cerrado, queda listo para el transporte.

El tubo contenedor
Se trata de un buen sistema casero para almacenar y transportar los residuos orgánicos sólidos.
Para utilizarlo es preciso llevar unas cuantas bolsas pequeñas de papel, un recipiente de plástico
resistente con tapa hermética y un poco de arena para gatos o cloruro cálcico.
El montañista defeca dentro de una bolsa, añade un poco de arena para gato para absorber el olor
y la humedad, cierra la bolsa y la deposita dentro del recipiente de plástico.
El uso de un recipiente, más resistente que una bolsa de plástico, es una cómoda manera de
almacenar los restos orgánicos.

La técnica de la “extensión en capa fina”


Este método puede utilizarse en áreas muy apartadas, lejos de las rutas de ascensión o de
cualquier otro lugar transitado. Se depositan las heces sobre una roca o nieve endurecida expuesta
al sol y, a continuación, se extiende utilizando una piedra para reducir el espesor de la capa y
aumentar la superficie. La materia así dispuesta se secará y se desintegrará mucho más aprisa
que si se deja en forma de montoncito. La acción ultravioleta del sol puede ejercer incluso un
efecto bactericida. “Atención método fuera de uso”
Glaciares y ascensiones sobre nieve.
La mejor solución de mínimo impacto para la eliminación de excrementos humanos en glaciares y
ascensiones en terreno de nieve es su transporte en la bolsa azul o en el tubo contenedor, y muy
especialmente si las rutas son muy frecuentadas.

AIMO
En rutas de escalada de hielo y roca.
En las grandes rutas de escalada de las zonas populares, el método más adecuado para eliminar
los residuos orgánicos es el tubo contenedor. Este sistema es obligatorio en las escaladas de gran
pared en el Yosemite.
También es el método más aconsejable para la escalada de rutas de roca o hielo en lugares
remotos. Otra solución menos idónea consiste en deponer sobre una roca o un bloque de nieve
que luego de arrojará lejos de la ruta de ascensión. Asegúrate antes, como es natural, de que no
hay nadie debajo y avisa con un grito antes de arrojar el bloque, para descartas la posibilidad de
alcanzar a alguien a quien no hayas visto.
La opción menos deseable es dejar los excrementos directamente en la vía, pero lo cierto es que a
veces ésta es la única alternativa. Trata de pensar en la gete que vaya a hacer la ruta después que
tú. Si puedes cubre completamente las heces. En caso contrario déjalas bien a la vista para que se
puedan localizar rápidamente. Es preferible ver y evitar una mancha que llevarse una sorpresa al
asir un agarre.

El montañismo de mínimo impacto


Hay infinitos modos de practicar un montañismo de mínimo impacto sin por ello dejar de disfrutar la
emoción y el reto propios de cualquier actividad en las montañas, y sin dejar de atender una
urgencia. Aquí se presentan algunas sugerencias para ello:
● Recoge todos los desperdicios que encuentres en la vía o itinerario de ascensión, ya sean
tuyos o de gente que estuvo antes que tú.
● Evitar dejar hitos, banderas de marcaje o cualquier otro objeto que hayas colocado para
guiarte.
● Controla tu material y mantén el campamento ordenado para evitar perder u olvidar partes
de tu equipo en caso de que cayera una nevada.
● Al abandonar un instalado sobre la nieve, desmonta todas las estructuras o cavidades con
el fin de reducir el impacto visual.
● Comprueba que no haya aves nidificando en las rutas de roca, a fin de evitar molestarlas.
Muchas aves, sobre todo las rapaces, construyen sus nidos en paredes que tanto gustan a
los escaladores.
● Evitar alterar la vegetación o la roca de las vías de escalada. En las vías alpinas procura
afianzar las rocas sueltas en lugar de tirarlas abajo. Por el contrario, en las rutas de
escalda deportiva muy frecuentadas, es mejor eliminar las rocas sueltas, dado el peligro
que representan en estas zonas tan concurridas.
● Evita alterar cualquier área en la que existan restos arqueológicos, tal vez
correspondientes a poblaciones primitivas o nativos de la zona. Comunica tusa hallazgos a
las autoridades a cargo del área. No escales en las proximidades de lugares donde existan
dibujos indígenas.
● Cuando instales un rappel utiliza anillos de colores naturales. Retira los que estén viejos y
deteriorados y llévatelos hasta el contenedor más cercano.
● Evita colocar nuevos anclajes fijos o instalaciones de rappel y prescinde de reforzar los ya
existentes salvo que esté absolutamente justificado por razones de seguridad.
● No talles nunca agarres ni alteres la estructura de la roca para facilitar la escalada.
● Evita la utilización de pitones u otros dispositivos que estropeen o fracturen la roca, o que
deban quedarse allí de forma permanente. Hoy día la enorme variedad de empotradores,
dispositivos de levas y otras piezas de protección, fáciles de instalar y retirar, ha eliminado
en parte la necesidad de utilizar pitones. Éstos son apropiados para la escalada en
invierno, cuando las fisuras están llenas de hielo, o para ciertas rutas de artificial. Los
buriles se utilizarán exclusivamente cuando no haya otra posibilidad de protección y
cuando sean necesarios para proporcionar un margen de seguridad. Los buriles son
permanentes, así que piénsalo bien antes de colocar uno de ellos.

AIMO
● En cada zona o escuela de escalada, cíñete a las prácticas y normas de uso local. En
algunas zonas los escaladores usan sólo chapas de buril pintadas con tonos miméticos.
Por otra parte, en ciertos lugares esta prohibido el equipamiento de nuevas vías.
● Respeta las costumbres y la cultura de los países foráneos. Lleva siempre tu hornillo y tu
propio combustible para no depender de la leña y el fuego. Llévate tu basura, igual que
haces cuando estás en tu país.

AIMO

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