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Universidad Autónoma de Nuevo León

Facultad de Derecho y Criminología

Tema: Funciones que realizan los integrantes del Congreso para realizar la
aprobación de una ley.

Lic. Quenney Rose Osorio Fernández


Alumna: Marian Vazquez Arredondo
Grupo: 031
Turno: Vespertino

26 de agosto de 2022
San Nicolás de los Garza, Ciudad Universitaria.

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En síntesis y adentrándonos mas al tema de las fuentes formales de la matrería
como primera instancia y como parte importante de esta, podemos observar que
existe un personaje fundamental dentro de la misma, el cual se encarga de
intervenir en la elaboración, crear y aprobar las leyes para que exista un
ordenamiento social, comprendiendo que los legisladores también se le llama y
conoce como diputados. Para que exista la creación de las mismas leyes, estas se
basan en seis etapas que cita el autor Eduardo García Máynez.
1) Iniciativa
2) Discusión
3) Aprobación
4) Sanción
5) Publicación
6) Iniciativa de la vigencia
En la primera fase (iniciativa) se encuentra el proceso legislativo que es regulado
por los artículos 71 y 122 constitucionales. Por consiguiente, el derecho de crear
propuestas o presentar proyectos de ley está reconocido por la propia Constitución
mexicana, la cual muestra de manera muy clara quiénes son los encargados del
distintivo grupo exclusivo.
Y es ahí cuando entran las fases de discusión y aprobación. Una vez que el
proyecto de ley es presentado por alguno de los encargados de la iniciativa. Esta
fase está regulada por los artículos 72 de la Constitución y del 95 al 134 de RICG.
Recibido el proyecto por una de las cámaras, el presidente le otorgara el proyecto
a la comisión a la que corresponda; Este es el momento en el que las comisiones
legislativas desplegarán sus trabajos y harán lo necesario para requerir los
documentos y mantener conferencias con secretarios de Despacho, jefes de
Departamento, etcétera, Todo dictamen de comisión deberá contener la parte
expositiva de las razones por la cual se funde y debe concluir con proposiciones
claras y sencillas.
El dictamen para que pueda existir deberá presentarse firmado por la mayoría de
los integrantes que componen la Comisión. Si alguno o algunos no están de
acuerdo con la mayoría, podrán presentar su voto particular por escrito. Una vez
que los dictámenes estén firmados por la mayoría de los miembros de la Comisión
encargada del proyecto, se publicarán junto con los votos particulares, si los
hubiera, a más tardar cuarenta y ocho horas antes del inicio de la sesión en que
serán puestos a discusión y votación Los dictámenes en su totalidad estarán
sujetos a discusión en lo general, pero en lo particular sólo se discutirán los
artículos reservados. En el caso de que el dictamen fuere rechazado al término de
la discusión en lo general, en la sesión siguiente se pondrá a discusión el voto
particular. Si fuesen más de uno los votos se discutirá el del grupo parlamentario
de mayor número de diputados y si éste se rechaza también, se procederá a

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discutir en la siguiente sesión el del Grupo Parlamentario que siga en importancia
numérica, y así sucesivamente hasta agotarlos todos.
Tomando en cuenta y abarcando las ultimas fases que nos quedan por desarrollar
podemos esclarecer que el proyecto o decreto de ley una vez que es aprobado por
la Cámara de Diputados y la de Senadores, se comunicará al Ejecutivo, firmado
por los presidentes de cada una de las cámaras. Corresponde en este momento al
presidente de la República manifestar su acuerdo sancionando la ley. En caso de
que el presidente esté de acuerdo con proyecto en su totalidad procederá a
sancionarlo y a disponer que se promulgue como ley. La sanción es el acto de
aceptación de una iniciativa de ley o decreto por parte del Poder Ejecutivo. Este es
el momento en el que el presidente de la República puede ejercer su derecho de
voto ante cualquier ley. De tal manera que, si el proyecto de ley es desechado en
todo o en parte por el Ejecutivo, será devuelto, con sus retroalimentaciones, a la
Cámara de origen, misma que deberá discutirlo nuevamente y si fuese confirmado
por las dos terceras partes del número total de votos, pasará otra vez a la Cámara
revisora y si fuese sancionada por ésta por la misma mayoría, el proyecto de ley o
decreto será devuelto al Ejecutivo para su promulgación.
Considerando cada una de las etapas para que la ley pueda ser aprobada por las
autoridades es indispensable informar la necesidad por la cual se basaron en la
creación de la ley, por consiguiente, se realiza una completa investigación
documental, normativa y doctrinal, respetando el ordenamiento jurídico, el cual
debe tener congruencia y formalidad a nivel constitucional y legal, en el cual
resulta útil los análisis de comparación legislativa respecto de otras entidades del
país, así como de otros países. De la misma manera, se expone la importancia del
proyecto ante la sociedad por medio de foros, congresos, entrevistas, encuestas,
entre otros eventos que se utilizan para sustentar la conveniencia o no de la
creación de la nueva ley.
El análisis interno “estático” de la ley, de acuerdo al modelo de 1.Atienza, es
propiamente la teoría de la racionalidad legislativa, consistente en cinco niveles de
racionalidad: lingüística: la calidad de la ley depende si es clara y utiliza términos
precisos; lógico-formal: si la ley no plantea problemas de antinomias, lagunas o
redundancias; pragmática: si la ley se cumple en la realidad; teleológica: si la ley
logra los objetivos para la cual fue creada, y ética: porque toda ley presupone
valores éticos como libertad, igualdad y justicia.
Por otro lado, si en el caso de que todo proyecto normativo se hiciera el uso
correcto de los conocimientos teóricos, de la investigación y de las diversas
técnicas legislativas que existen, se lograría en buena parte, desarrollar y mejorar
las leyes en el Estado, si no es que en todo en el país.

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Posteriormente el legislador tiene como obligatoriedad crear disposiciones
basándose en comprender el tema de manera general, el legislador o redactador
que va a crear la ley es de suma importancia que en este punto intente resolver la
mayor cantidad sus dudas y de tomar nota de los diferentes aspectos para poder
transmitirlo de la mera clara para la creación de la ley. Principalmente debe
interrogarse al legislador sobre los aspectos que hacen a la correcta definición del
objeto de la ley, su ámbito de aplicación personal y territorial y su entrada en
vigencia.
Por otra parte, y dentro de los principales conceptos de la materia existe la
costumbre la cual confiere de una practica habitual que tiene una misma
comunidad para actuar o proceder respecto a determinadas situaciones que tiene
como finalidad regular comportamientos o situaciones de la cotidianidad
económica. Considerando que esta no tenía más que una función muy limitada y
su desempeño resultaba mínimo frente a un derecho ya codificado e identificado
plenamente con la voluntad del legislador, basándose en el carácter de fuente del
Derecho es necesario que no sea contraria a la moral o al orden público y, que
sea probada; es decir, quien invoca la existencia de una costumbre jurídica está
obligado a demostrar su existencia, con los requisitos propios de las mismas. el
carácter de fuente del Derecho es necesario que no sea contraria a la moral o al
orden público y, que sea probada; es decir, quien invoca la existencia de una
costumbre jurídica está obligado a demostrar su existencia, con los requisitos
propios de las mismas.
Fundamentada y como parte importante podemos percatar la jurisprudencia como
uno de los conceptos mas vistos dentro de la materia, entendemos por este que
es un conjunto de razonamientos y criterios que los juzgadores establecen en sus
resoluciones interpretar e integrar el ordenamiento jurídico, es decir, al
desentrañar o esclarecer el sentido y alcance de éstas o al definir los casos no
previstos en ellas. El estudio de la posibilidad de promover cambios sociales a
través del derecho se ha concentrado generalmente en la creación de normas
jurídicas por los órganos legislativos. Sin embargo, la aplicación que los jueces
hacen de las normas jurídicas a casos concretos no tiene menos relevancia en
cuanto a las posibles consecuencias sociales. En conexión con el punto anterior
se puede sostener que la jurisprudencia presenta hoy en día mayor agilidad
reguladora que la labor del legislador, ya que el surgimiento de los criterios y
precedentes jurisprudenciales se verifican con más prontitud y rapidez que las
decisiones de los parlamentos u órganos legislativos que actualmente están
agobiados por tantas funciones distintas de la de crear leyes. La jurisprudencia
que surja respecto de los criterios y razonamientos expuestos en las resoluciones
que resuelvan los recursos de reclamación y de queja en relación con éstos
medios de control constitucional forman jurisprudencia obligatoria para los demás
órganos jurisdiccionales de menor jerarquía. Por la misma razón que sustenta la
formación de la jurisprudencia respecto de las sentencias indicadas en primer

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lugar ya que estas materias son de exclusiva competencia de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación, en consecuencia, basta con una sola sentencia al caso
concreto para que se forme la jurisprudencia. De este modo, la jurisprudencia
contribuye a completar el ordenamiento y muchas veces los criterios que se han
adoptado por vía jurisprudencial se recogen posteriormente en leyes del
Congreso. De tal manera los encargados de llevarla a cabo es el Poder Judicial de
la Federación, por disposición de la ley, están facultados para emitir jurisprudencia
obligatoria, el Pleno y las Salas de la SCJN; la Sala Superior y las Salas
Regionales del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación; los Plenos
de Circuito y los Tribunales Colegiados de Circuito.
El nacimiento de como surge la jurisprudencia viene desde la ley de Amparo de
1882. Se sitúa durante los primeros seis años de la llamada época porfirista y
comprende aquéllos en los que Don Ignacio Luis Vallarta fue presidente de la
Suprema Corte (1877-1882), aunque por la personalidad sobresaliente este gran
jurista, bien pudo denominarse a la época “La Suprema Corte durante la
presidencia de Don Ignacio Luis Vallarta”. De 1870 a 1880, comenzó a cobrar
importancia los precedentes y el nacimiento de la jurisprudencia, pues los
precedentes eran citados por los Ministros de la Corte y los jueces de Distrito para
apoyar sus fallos y los abogados hacían constantes referencias para apoyar sus
argumentos, así fue que paulatinamente fueron considerados como principios
obligatorios que los jueces federales debían obedecer como si fuera ley con
sanciones en caso de desobediencia, ejemplo de esto es que Vallarta en el
artículo 73 de su proyecto de ley de amparo. Es importante mencionar que de
1875 a 1881, se da el periodo de ausencia del Semanario Judicial de la
Federación, pues dejó de publicarse por razones administrativas y financieras, que
coinciden con el levantamiento de Tuxtepec encabezado por Porfirio Díaz. Las
sentencias de los Tribunales se publicaron en periódicos no oficiales como: “El
Foro” y “El Derecho”.
Así mismo, es de destacarse que la Ley de Amparo de 1882 ordenó en su artículo
47,6 publicar las sentencias de los Jueces de Distrito, las ejecutorias de la
Suprema Corte de Justicia y los votos particulares de sus Ministros en el periódico
oficial del Poder Judicial, es decir, en el Semanario Judicial de la Federación, ya
que es hasta el Código Federal de Procedimientos Civiles de 1897, que
expresamente reconoció en su artículo 827, que esa publicación se haría en el
Semanario Judicial de la Federación, al establecer: “Las sentencias de los jueces
de Distrito, las ejecutorias de la Suprema Corte y los votos de la minoría se
publicarán en el Semanario Judicial de la Federación”. A partir de entonces,
diversos acontecimientos históricos y legislativos han propiciado la existencia de
nueve Épocas en que se ha dividido la edición de este medio oficial de difusión, el
cual fue creado por decreto de 8 de diciembre de 1870, por el entonces presidente
Benito Juárez. Las publicaciones del Semanario Judicial de la Federación se
agrupan por Épocas (nueve en total), de las cuales se distinguen dos periodos:

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antes y después de la Constitución Federal de 1917. Las primeras cuatro Épocas
son preconstitucionales, comprendiendo todos los documentos a que se refería el
citado decreto de creación del Semanario Judicial de la Federación, partiendo de
1867, pero iniciando su publicación en enero de 1871 y, hasta la entrada en vigor
de la Constitución del 5 de febrero de 1917, de ahí que la jurisprudencia emitida
en su transcurso se considere inaplicable e “histórica”. En cuanto a la
jurisprudencia aplicable o “vigente”, es la relativa a las Épocas Quinta a Novena,
que comprenden de 1917 a la fecha.
En el estudio de las teorías que concentran las posiciones principales en el debate
contemporáneo sobre la interpretación jurídica, se ha optado tradicionalmente por
presentar a cada uno de los autores sucesivamente. En este trabajo se adopta un
enfoque distinto. Otra ambigüedad que surge con respecto al término
interpretación es aquella que se refiere a su objeto. En un sentido amplio puede
ser objeto de la misma cualquier entidad capaz de portar un sentido, y en un
sentido estricto sólo se interpretan entidades lingüísticas. En términos generales,
Isabel Lifante afirma que hay tres respuestas a esta pregunta sobre qué es lo que
se interpreta: 1) disposiciones jurídicas, 2) normas jurídicas, o 3) el Derecho.
Ninguna es una respuesta a plenitud satisfactoria. La primera dejaría fuera a la
costumbre, la tercera traslada el problema a la búsqueda de un concepto claro y
compartido de lo que es el Derecho, y la segunda ha levantado voces que
consideran que las normas jurídicas son el producto de la interpretación y no tanto
su objeto (para ellos lo que se interpreta son disposiciones o expresiones
jurídicas). Detengámonos un momento en este último punto. Dicha posición
corresponde a quienes adoptan un concepto amplio de interpretación, e implica
que interpretar es decidir el significado de un texto legislativo, no conocer sino
producir una norma (por eso resulta un proceso necesario en todos los casos).

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