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AMOR Y APRENDIZAJE EN EMMA DE JANE AUSTEN

Jane Austen escribe un tipo de novela todavía tradicional, novela burguesa del siglo XVIII
pero parodiándola como lo hace Virginia Woolf respecto de la novela realista
decimonónica. En efecto, Jane Austen parodia lo que no va a hacer, inscribiéndose en la
tradición de la novela de Defoe, Fielding, Swift. Estos escritores tratan de encontrar una
solución narrativa formal para los nuevos conflictos sociales y morales que surgen del
individualismo promovidos por los cambios de la incipiente sociedad industrial. Son
novelas que tratan de hallar nuevas formas para el lector de la clase media. Jane Austen se
coloca en ese registro propio de Richardson quien convirtió al nuevo héroe, el hombre
burgués, en materia central de la obra narrativa.
En Jane Austen no hay héroes patéticos; el mundo se reduce a un idilio entre personajes de
la clase media. La importancia dada al casamiento permite vislumbrar otros problemas
significativos, especialmente el de la movilidad social que, según vemos en la novela de
Austen, es síntoma de un proceso de cambio propio de la Inglaterra de principios del siglo
XIX. Estas transformaciones sociales arrojan problemas formales en la novela por lo cual la
escritora se somete a otras estructuras narrativas. En efecto, al escribir sobre lo que se ha
considerado como temas triviales (¿acaso lo son?), los invierte revalorizando el mundo
femenino. Este cambio produce fisuras que cuestionan espacios de valor y lo hace a través
de la ironía y de la ambigüedad. Uno de ellos es notorio, tal como se aprecia en la figura
paterna del señor Woodhouse, cuyas conversaciones giran en torno a resfríos y comidas.
Asimismo, a Jane Austen se le plantea el problema de la materia narrativa que elige: ella se
centra en una comunidad que le es conocida, la cual posee un código de normas que provee
de un orden ideal pero, en realidad, es un orden amenazado por la continua modificación
de algunos personajes y de amenazas exteriores. En efecto, la aparente inmovilidad del
grupo es transgredida por lo que ocurre en realidad y es que esta sociedad apacible está en
un tembladeral por efectos de la movilidad social y algunos desórdenes: familias
incompletas, hijos naturales, como Harriet; huérfanos, como Jane Fairfax; presencia de
ladrones y gitanos; sectores marginales e infracción de normas sociales: Frank y Jane.

1
En esta novela que bien podríamos ubicar como de educación o aprendizaje, 1 Emma
Woodhouse es el personaje casi omnipresente. Está en todos los capítulos, excepto en la
escena en que Mr. Knightley y Mr. Weston hablan de ella. El relato se centra en torno a
Emma que se caracteriza por un orgullo excesivo y un deseo de imponerse a los demás que
han de ser corregidos. No se conoce bien y, por eso, la novela muestra el camino hacia el
autoconocimiento, luego que ha cometido errores con los amigos y consigo misma. Así,
luego de reformar su carácter, el casamiento con Mr. Knightley es el final feliz, como el de
los cuentos de hadas, para quien triunfó de sus propios defectos y de una excesiva
imaginación.
Lo interesante de la novela es que propone al lector que descubra las faltas de la heroína,
reveladas a través de la ironía, es decir, en forma sutil, no directa pues el narrador se
abstiene de hacer comentario alguno. Por tal motivo, el narrador presenta casi todo el relato
desde la protagonista, es decir, muy cerca de ella, privilegiando la focalización y el interior
de la misma.
Evidentemente, es un relato empañado por la mente de alguien culpable de errores de
conducta social, segunda dificultad que se presenta al lector. En esto reside uno de los
motivos que vuelven la obra tan interesante: no es desde la mente del tan bien dotado en
prudencia y sabiduría Mr. Knightley que se nos narra esta historia, excepto unas páginas en
uno de los capítulos finales, sino desde alguien que debe reformar su carácter. Además, por
este motivo es que hay introspecciones de Emma y casi ninguna del resto de los personajes,
lo cual, como es evidente, da una visión incompleta de la situación narrativa. En este
sentido, dice Wayne Booth a propósito de la ironía:

El conflicto está entre dos efectos por los que ella (Jane Austen) se preocupa mucho.
Por un lado, se preocupa en mantener alguna sensación de misterio siempre que puede.
Por otro lado ella trabaja enteramente en realizar el sentido de ironía dramática,
usualmente en forma de contraste entre lo que Emma sabe y lo que el lector sabe.
(Booth, 1978: 243).

El narrador de Emma asume diferentes formas: en general, es omnisciente, dando pruebas


de esta omnisciencia a través de los soliloquios, introspecciones, como también algunas
muy escasas intromisiones que constituyen enunciados ideológicos con los que manifiesta

2
la opinión generalizada, en la sociedad del tiempo del relato, acerca de diversas cuestiones..
Estos enunciados ideológicos, que aparecen fugazmente sin alterar la continuidad del
relato, modelan el plano ideológico de la realidad ficticia, nos descubren la ideología
inmanente a esa sociedad, el sistema básico de ideas en el que los personajes viven.2 Entre
las escasas presencias de estos enunciados ideológicos para mostrar la doxa de la época,
puede mencionarse el que figura a comienzos del capítulo XXII a propósito de la repentina
boda de Mr. Elton y Miss Augusta Hawkins:

La naturaleza humana está tan favorablemente dispuesta hacia quienes se encuentran en


situaciones críticas que tanto si un joven contrae matrimonio como si fallece provocará
sin duda comentarios favorables.

También el estilo indirecto libre es utilizado por Jane Austin, técnica de la que Gustave
Flaubert hace uso en Madame Bovary. Por medio de él, se acerca a la voz del narrador la
del personaje la cual parece filtrarse, traspasar a la voz narrativa de modo que se anula la
separación entre ambos. El narrador quiere así manifestar cómo habla el personaje, cómo es
su mundo y cuáles son sus apreciaciones, valoraciones, intereses. Nos muestra más de sí
mismo que cualquier otro discurso del narrador.3
A esto se agrega, en el caso de Emma, un narrador que incorpora un punto de vista casi
permanente desde la protagonista, como se verá más adelante.
Al comienzo del capítulo I, el narrador omnisciente nos presenta a Emma con magistral y
elocuente síntesis:

Emma Woodhouse, guapa, inteligente y rica, que poseía una excelente casa y era
alegre por temperamento, parecía contar con algunas de las mejores prendas que
facilitan la existencia… (7)

La introducción del verbo “parecían” , ¿no nos pone en guardia, por parte del narrador,
acerca de que una vida tan feliz no estuviera signada por alguna amenaza que la llegara a
perturbar? Más adelante el narrador se vuelve explícito y aclara que los “peligros” que se
cernían sobre la felicidad de Emma era su propio carácter. Enfatiza la situación repitiendo

3
“peligro” tres veces en un mismo párrafo. También nos descubre el primer motivo de dolor
del relato: el alejamiento por casamiento de la querida institutriz Miss Taylor y lo hace
desde el interior del personaje. Luego el lector va conociendo los rasgos de la personalidad
de Emma a través de lo que ella misma dice a su padre acerca de que a Mr. Knightley le
gusta descubrir sus defectos.
De este modo, el lector conoce cómo este personaje cumple un papel muy importante en la
evolución del carácter de la heroína, principalmente en su afición a organizar la vida
sentimental de los demás. En este sentido, los casamientos tienen una gran importancia en
la existencia de estos personajes siendo la boda de Emma en el desenlace, el corolario y
coronación de otras bodas anteriores: la de Miss Taylor con Mr. Weston, considerada como
adecuada, que se diferencia de la anterior boda de Mr. Weston con Miss Churchill, varios
años antes, considerada como inadecuada.
Las bodas deben gozar del aprecio del círculo social y de la aceptación del entorno familiar.
Dice Mr. Knightley a propósito de cómo Emma ha sido educada por Miss Taylor y cómo la
institutriz también fue influida por Emma respecto de los asuntos matrimoniales: ”…pero
usted recibió de ella una excelente educación en asuntos tan estrictamente matrimoniales
como someter la propia voluntad y hacer lo que se nos dice…” (46)
Respecto de la preocupación de Emma por los demás, se suceden varios proyectos. El
primero es ayudar a Harriet a mejorar su vida social y sus modales. Harriet ha despertado el
interés de Emma por su belleza y buenas cualidades. Ayudarla constituye para la heroína
una buena acción. Por medio del estilo indirecto libre captamos el modo de hablar algo
infantil de la muchacha, señalado por el autor con el entrecomillado:

Emma la animaba a hablar, divertida ante aquella descripción de otro grupo de personas
y disfrutaba con la juvenil sencillez de su amiga, que le permitía hablar con tanto
entusiasmo de que la señora Martin tenía “dos salones, dos salones excelentes, sin duda
alguna, uno de ellos casi tan grande como el de la señora Goddard y una criada de
confianza que llevaba veinticinco años con ella; así como ocho vacas, dos de ellas
alderney y una vaquita galesa, a decir verdad y de cómo la señora Martin decía, al ver
el mucho cariño que Harriet le tenía, que había que llamarla su vaca y de un pabellón
de verano muy bonito, en el que cabían perfectamente hasta doce personas”. (34)

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El interés de Emma por Harriet no es aprobado por Mr. Knightley. Considera que es la peor
amistad que su joven amiga pueda tener. Le critica la adulación inconsciente y la gran
ignorancia. Agrega que Hartfield sólo servirá parra desubicarla de su lugar. Muchas veces,
el lector puede advertir cómo el pensamiento de este personaje se corresponde con la
opinión del narrador sobre Emma. En efecto, el caballero ha de ser el correctivo que
reforme la conducta de la heroína a lo largo del relato y en esto constituye el aprendizaje
que ella realiza. Mr. Knightley es el único personaje que ve a Emma tal cual es, tal cual la
1
Mijail Bajtin afirma que la novela de educación, Bildungsroman, en alguna de sus variedades, se caracteriza
por el crecimiento esencial del hombre, por la importancia que adquiere para el argumento la transformación
del héroe. La representación de la vida y del mundo se constituyen en experiencia y escuela que debe pasar
todo hombre para llegar a la sensatez. BAJTIN, Mijail, Estética de la creación verbal, México, Siglo XXI,
1985, pág. 200.
2
Pierre Macheray, a propósito de la ideología, dice que no hay buen novelista sin ideología. En efecto, a
propósito de Balzac, sostiene que no hay una forma independiente, separable de la ideología en su relación
con la obra. Sin ella no hay lección novelesca y no habría probablemente novela. MACHERAY, Pierre, “Les
paysans” de Balzac: un texte disparate” en Pour une théorie de la production littéraire, Maspero, Paris, 1966,
pág. 290.
3
El estilo indirecto libre caracteriza al mismo hablante, su manera de hablar individual o típica, su estado de
ánimo expresado no en el contenido sino en las formas del discurso, (por ejemplo, su carácter discontinuo, el
orden de las palabras, la entonación expresiva, etc. ), su capacidad o su ineptitud para expresarse
adecuadamente. VOLÓSHINOV, Valentín N., El marxismo y la filosofía del lenguaje, Buenos Aires, Godot,
2009, pág. 202.

BIBLIOGRAFIA

BAJTIN, Mijail, Estética de la creación verbal, México, Siglo XXI, 1985


MACHERAY, Pierre, “Les Paysans” de Balzac: un texte disparate” en Pour une théorie de la production
littéraire, Maspero, Paris, 1966
VOLÓSHINOV, Valentín N., El marxismo y la filosofía del lenguaje, Buenos Aires, Godot, 2009

Nota: Las páginas consignadas en las citas textuales de Emma de Jane Austen corresponden a la edición de
Alianza Editorial, Madrid, 1996.

Dra. Graciela Mayet


Universidad Nacional del Comahue

5
ve el mismo narrador. En este sentido, puede observarse a comienzos del capítulo VI, cómo
el narrador se abstiene de dar opinión alguna, manteniéndose neutral, como lo hace en casi
todo el relato. También se distancia de Emma cuando se refiere a sus aptitudes artísticas e
intelectuales. No se deja encandilar por ella como lo hacen otros personajes :” No se hacía
falsas ilusiones sobre sus méritos como dibujante ni tampoco como intérprete musical pero
no le parecía mal que los demás se engañaran ni sentía que su reputación excediera a sus
méritos”. (54)

graciela.mayet@yahoo.com.ar

RESUMEN

Emma de Jane Austen es una novela que, inscribiéndose en la tradición de la novela de


Defoe, Fielding y Swift, presenta innovaciones formales que textualizan los nuevos
conflictos sociales y morales de la sociedad burguesa de principios de siglo XIX, sometida
a cambios que trastornan su vida apacible. Es, también, una novela de aprendizaje por ser
su heroína una joven de muchas cualidades pero obsesionada con la idea de que es capaz de
comprender los sentimientos de los demás y, por ende, de ayudar a la formación de futuros
matrimonios. El narrador, a través de diversas técnicas que vuelven interesante la novela, se
ubica cerca de la protagonista y desde su mirada y su interior, nos presenta el cuadro de una
pequeña comunidad de la campiña inglesa. La educación y corrección de la protagonista -
que goza de la predilección del narrador- ha de realizarse gracias a la proximidad de un
amigo de la familia que la ama.

PALABRAS CLAVE

NARRADOR – ESTILO INDIRECTO LIBRE - NOVELA DE APRENDIZAJE –

CEGUERA – PREJUICIOS

ABSTRACT

Emma by Jane Austen is a novel which bellows to the novel tradition from Defoe, Fielding
and Swift. It shows formal innovation to present the new ethic and social conflicts at the

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El narrador anticipa lo que ocurre en el interior de algunos personajes de modo que deja
saber algo más al lector que a aquéllos, como cuando afirma que existían ilusiones en
Randalls con respecto al destino de Emma pero no era deseable que llegaran a sospecharse.
El narrador, desde el interior de Emma, muestra sus reflexiones pero no la juzga, por
ejemplo cuando Emma dice a Mr. Knightley que Harriet ha rechazado a Robert Martin por
consejo suyo. Emma posee alto concepto de sí misma y el narrador no la critica por esto:
“No se arrepentía de lo que había hecho; se consideraba aún mejor juez que el señor
Knightley en lo que a derechos femeninos y a refinamiento se refiere”. ( 77)
No obstante, un poco más adelante nos aclara que Emma no siempre estaba totalmente
satisfecha consigo misma ni tan convencida de que sus opiniones era acertadas. Sin
embargo, a comienzos del capítulo IX, el narrador asevera que Emma tenía razón en
encariñarse con sus planes. En efecto, más adelante, cuando Mr. Elton aporta una charada
de su propia creación a las jóvenes, Emma se complace en pensar que es a Harriet a quien
va dirigida y se convence de que algo va a pasar pronto. Tan convencida está de ello que le
dice: “Te ha elegido y pronto recibirás la prueba decisiva”. (89)
La ironía del narrador se manifiesta luego cuando Emma dice a Harriet que no hay que
exagerar y que es insignificante la muestra de admiración de Mr. Elton para con ella.
Después de todo, no es para ilusionarse tanto, parece decir a Harriet.
Así como se vio antes que Mr. Knightley exhibe prejuicios sociales respecto del lugar que
debe ocupar Harriet, Emma también los manifiesta cuando ve complacida que la joven ha

beginning of the 19th Century’s burgeois society. This society was submitted to changes
which trouble their peacefuly life. Moreover, it is an educational novel because its heroine
is a young woman who has qualities but who is obsessed with her ability to understand
other’s feelings and help to arrange new weddings. The narrador, through several thecnics,
make it an interesting novel because he is situated near the protagonist and from her look
and her mind, shows us the English field´s community. The education and correction of
Emma –who is prefered by the narrador- is going to be accomplished by a family’s close
friend who loves her.

KEY WORDS

NARRATOR – FREE INDIRECT STYLE - EDUCATIONAL NOVEL –

BLINDNESS - PREJUDICES

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rechazado a Robert Martin. Le dice que no la ha perdido como amiga: “No podría haber ido
a visitar a la señora Robert Martin de la granja Abbey-Mill. Ahora te conservaré ya para
siempre…Quedarías fuera de la buena sociedad. Habría tenido que separarme de ti”. (64)
Cuando Emma cree que Mr. Knightley está interesado en Harriet, la posibilidad de una
boda entre ellos se le presenta tan desigual que teme la disminución de la estima de la
sociedad para con él, además de burlas, desprecios y mil inconvenientes.
El narrador nos muestra a una Emma que da muestras de un gran sentido del humor pues
disfruta cuanto puede de situaciones graciosas. Cuando Mr. Elton regresa con un pretexto a
Hartfield, Emma le habla acerca de la charada y esto perturba un poco al clérigo que se
expresa algo pomposamente. Entonces, Emma se aleja para reírse a gusto y dejar que
Harriet “disfrutara con sus tiernos y sublimes sentimientos” .(98)
Muchas veces, el narrador hace irrumpir a los personajes sin presentación previa, como
ocurre con Jane Fairfax, a la que se alude con una pregunta de Harriet: “¿Conoce usted a la
sobrina de Miss Bates?” El narrador no se detiene en este personaje al que Emma no
aprecia: “Su solo nombre me pone enferma”.También Frank, el hijo de Mr. Weston y Miss
Churchill, su primera esposa, irrumpe en la escena a través de la pregunta de John
Knightley: “¿Dónde está su hijo?”
La llegada de nuevos personajes a la comunidad de Highbury, como ocurre con Jane y
Frank, es motivo de pensamientos y conversaciones sobre su posición social, relaciones,
intereses, capacidad y habilidades. La opinión sobre los nuevos integrantes de la pequeña
sociedad rural se sustenta sobre un frágil equilibrio pues la menor falta de conducta y error
podía perjudicar al recién llegado. Así, por ejemplo, cuando va Frank a Hartfield, Emma
piensa que aún lo conoce poco para saber cómo es en realidad e inmediatamente advierte el
interés que le presta Mr. Weston y que su padre no alcanza a ver: “Emma se alegraba de tan
conveniente ceguera”. De este modo, a veces el lector “sabe” más que alguno de los
personajes (224)
A los prejuicios sociales de esta comunidad, se agrega la gran importancia que tienen los
bienes materiales para sus miembros. En efecto, Emma dice a Harriet que una solterona,
con escasos ingresos, es “ridícula y desagradable” pero una mujer soltera con fortuna “es
siempre respetable y puede ser tan discreta y agradable como cualquier otra persona… la
falta de dinero tiende a limitar la mente, a amargar el carácter”. (102)

8
Desde la mente de Emma, el narrador nos muestra la inquietud sembrada por Mrs. Weston
con su ocurrencia de una boda entre Jane Fairfax y Mr. Knightley. La heroína se alarma y
le dice que el caballero no puede casarse pues si eso ocurre, sus sobrinos no heredarán
Donwell Abbey: “El perjuicio para los niños era indudable: se trataba de un cambio penoso
y de una pérdida material para todos”. Luego, en estilo indirecto libre, la voz condenatoria
de la heroína expresa: “¡Una señora Knightley que tendría preferencias sobre todos ellos!
No. El señor Knightley no debía casarse”. (263)
Los advenedizos, aunque prosperen, no dejarán de ser lo que son. Mr. Weston devela los
verdaderos rasgos de Mrs. Churchill: una advenediza que se enorgulleció luego que se
casara con Mr. Churchill. Otros advenedizos son mencionados por Mrs. Elton los cuales, de
origen muy humilde, se dan aires de nobleza, desconociéndose el origen de su fortuna.
Respecto de Harriet, en su condición de hija natural, pese a sus muchas buenas cualidades,
no ha de poder cambiar nunca esa situación que constituye “la mancha de la ilegitimidad”,
la cual puede ser borrada con “la ayuda de la nobleza o de la riqueza. (553)
La cena en casa de los Cole constituye un ejemplo acerca de cómo se marcan claramente
las diferencias sociales. En efecto, la llegada de Emma produce una sucesión de sonrisas y
deferente recibimiento por parte del resto de los presentes. Así es como en primer lugar
llegaban los invitados de más categoría; las señoras de menos categoría llegaban después de
la cena, entre ellas la señorita Bates, Jane Fairfax y Harriet Smith y, detalle importante,
ellas llegaban a pie con lo cual se advierte la importancia de poseer carruaje. El narrador no
hace comentario alguno acerca de estos prejuicios, pero el hecho de presentarlos con total
evidencia ¿no manifiesta la crítica social que subyace al texto?
El narrador de Emma se vale también de los soliloquios para darnos a conocer los
pensamientos de los personajes. En efecto, el plan que Emma ha trazado para Harriet le
hace interpretar todo cuanto ve según sus proyectos. Al ver a Harriet y Mr. Elton juntos,
piensa Emma: “De ahí habían pasado a algo más sustancioso, por supuesto –fue su
consoladora reflexión-, todo tiene interés para dos personas que se quieren…”(106) Los
soliloquios los reconocemos porque aparecen entrecomillados al ser representado el
pensamiento del personaje en forma textual.

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Nuevamente la ironía del narrador emerge en el último párrafo del capítulo X, ironía que se
desprende del aparente acompañamiento de este narrador a los planes de Emma con
respecto a su amiga:

Y aunque el éxito de sus ingeniosas artimañas no fuese aún completo, no pudo por
menos de felicitarse por haber creado la ocasión para que los dos disfrutaran de su
mutua compañía y diesen un paso más en el camino hacia el feliz desenlace. (107)

El narrador, desde el interior de Emma, muestra al lector la sorpresa de esta joven al verse
objeto de las atenciones de Mr. Elton, considerando que él manifiesta una “extraña
insensibilidad” hacia Harriet. Entonces, en las introspecciones siguientes Emma se pregunta
si no es posible que las muestras de afecto del clérigo sean para ella y no para su amiga, lo
cual le resulta “absurdo e insufrible”.
Siempre se muestra el narrador cerca de la heroína, haciendo como que ignora su
equivocación, no descubriendo al lector la verdadera índole de los sentimientos de Mr.
Elton a quien el lector puede entender y conocer a través de su conducta. En efecto,
extremadamente preocupado por la enfermedad de Harriet, en realidad la teme más por el
posible contagio de Emma que por la misma Harriet, algo que Emma se niega a aceptar:

Parecía exactamente -era imposible ignorarlo- como si el señor Elton pretendiera estar
enamorado de ella y no de Harriet. Una inconstancia, caso de ser cierta, absolutamente
despreciable y abominable.(147)

En algunos casos, el narrador muestra el interior de otros personajes como cuando, luego de
la inesperada declaración de Mr. Elton a Emma, conocemos el despecho y furia del joven
por un rechazo que no había calculado en su vehemente amor.
El capítulo XVI se inicia con una introspección de la protagonista, conmovida por el
desagradable suceso anterior. El error en que había incurrido la mortifica pues es la causa
del daño que sufrirá Harriet. En este momento, el narrador manifiesta el aprecio por una
Emma avergonzada debido a una equivocación cuyas consecuencias hubiera deseado que

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recayeran sobre ella misma. Este incidente humilla a la heroína quien ve en la actitud de
Mr. Elton una presunción y un orgullo que lo desmerecen y le hacen perder su estima.
Además, el narrador nos dice, desde la mirada de Emma, que Mr. Elton “sólo quería
mejorar su posición y enriquecerse”. De este modo, el narrador nos muestra que Mr. Elton
también está ciego, como lo estuvo Emma. Él está ciego por creer estar a la altura de ella
“en situación e inteligencia”.
Este capítulo XVI está enteramente dedicado a la narración desde el interior de Emma, a las
introspecciones en que reflexiona sobre sí misma. En efecto, el narrador acompaña a la
heroína en su vergüenza, decepción y arrepentimiento por su ceguera.
Asimismo, algunos juicios que emite el narrador son, en realidad, producidos por alguno de
los personajes como cuando Emma piensa que Mr. Knightley “no se ablandaba ni con
sonrisas ni con inclinaciones de cabeza” ( 239), respecto de la opinión no tan favorable que
tiene este caballero de Frank. También, es desde la mente de Emma que el narrador expresa
un juicio desfavorable sobre Jane Fairfax cuando Frank dice que el piano, junto con las
partituras, fueron un regalo salido del corazón: “Jane Fairfax, la virtuosa, recta e
irreprensible Jane Fairfax acariciaba aparentemente unos sentimientos muy poco
recomendables”. (280)
En la apacible vida en la campiña inglesa, la diversión más frecuente que permite los
encuentros, fomenta las relaciones amistosas y reúne a los jóvenes en vistas a un futuro
casamiento: es el baile. Es sabida su importancia en tal sociedad. En este sentido, el
narrador se detiene en el primer párrafo del capítulo XXIX con un enunciado ideológico en
el que exalta al baile como beneficioso para la salud física y del alma. Es más, agrega que
cuando se ha bailado con entusiasmo, no es posible abandonar esta actividad. La juventud
de los tiempo de Jane Austen dedicaba mucho tiempo a la organización de bailes, como lo
demuestra este capítulo en que Emma y Frank Churchill organizan uno para diez parejas.
Su importancia se desprende del hecho que, cuando aparecía algún inconveniente para la
realización de esta diversión, el obstáculo cobraba la dimensión de una catástrofe. Así
ocurre cuando llega una carta de Mrs. Churchill pidiendo el regreso inmediato de Frank. En
el momento de despedirse, el narrador muestra el segundo error de Emma cuando piensa,
por la turbación de Frank y sus palabras, que estaba más enamorado de ella de lo que había

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supuesto: “…casi le había dicho que la quería”, señala el narrador desde la heroína, la cual
confiesa en una introspección: “Tengo que estar enamorada”. (301)
Cuando la heroína da muestras de una conducta criticable, el narrador, con sutiles
comentarios, nos indica lo que corresponde hacer. Emma encuentra odiosa la indiferencia
de Jane Fairfax con respecto a la suspensión del baile. Jane estaba mal de salud por eso el
narrador señala: “…era una muestra de caridad atribuir parte de su molesta indiferencia al
desánimo que trae consigo la enfermedad”. (302) Esto es, justamente, lo que Emma no
hace.
Como Emma está convencida de que Frank la ama, el narrador aumenta el número de
introspecciones y también, aparecen ambigüedades para desorientar, no sólo a la heroína,
sino también al lector. En efecto, en su carta, Frank dice que no tuvo tiempo para saludar a
“la encantadora amiguita de Miss Woodhouse”. Emma pensó que eso era para ella e
imaginó que Harriet habría de sucederla en el afecto de Frank cuando ella lo rechazara. Más
adelante, vemos que Emma está convencida de que Frank está enamorado de ella y que va a
declararse. (capítulo XXXVII).
En ningún momento el narrador deja de hacer coincidir su opinión sobre Mrs. Elton con la
impresión que esta joven señora, recién llegada a Highbury, produce en Emma. Por eso, el
narrador comienza el capítulo XXXIII diciendo: “Ningún nuevo descubrimiento hizo que
Emma tuviera que modificar su opinión sobre Mrs. Elton. Su apreciación había sido
acertada”. (323) No obstante, no coincide con Emma cuando piensa que Jane Fairfax es
fría. Efectivamente, por medio del comentario de Mr. Knightley, afirma: “Jane Fairfax no
es una persona fría” (332).
A propósito de Jane Fairfax, es interesante destacar la verdadera situación de las
institutrices de la época a través de lo que la joven devela al respecto. A las oficinas de
colocación, Jane las llama “oficinas para la venta de la inteligencia humana” aludiendo al
“comercio de institutrices” en que estas mujeres sufren una “condición miserable”
semejante a la de los esclavos. (347)
Muchas veces el narrador deja que el lector conozca a los personajes y a algunos
acontecimientos, mediante el diálogo. De este modo, nos enteramos cómo ha cambiado la
vida social de Emma: más cenas, más diversiones y bailes, tan distinto a Randall, según
dice Mr. John Knightley, su cuñado, provocando las protestas de la joven. Asimismo,

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descubrimos el verdadero carácter de Mr. Elton cuando se excusa ante Mrs. Weston de no
bailar con Harriet, desprecio que repara Mr. Knightley sacándola a bailar. En efecto, el
carácter del clérigo se pone en evidencia en el diálogo entre Emma y Mr. Knightley luego
del baile, cuando la heroína dice que es un hombre mezquino, algo que -reconoce la joven-
el caballero había descubierto antes que ella misma. Además, revelan lo que ya se había
evidenciado por la conducta demostrada a través de los diálogos anteriores: que Harriet
supera en mucho a Mrs. Elton por su sencillez, falta de afectación y conversación.
Todo este diálogo sobre los Elton produce luego mucho placer a Emma al ver cómo
coincidía con Mr. Knightley. El narrador, entonces, dosifica la información para que el
lector vaya descubriendo, antes que la heroína, los verdaderos y profundos sentimientos de
la joven.
Además de estas relaciones molestas que empañan el apacible mundo de Highbury, otras
amenazas lo ensombrecen como es la presencia de un grupo de gitanos que asustan mucho
a Harriet la cual, ocasionalmente, es auxiliada por Frank. Esta circunstancia da pie a Emma
para realizar agradables y promisorias conjeturas respecto de los dos jóvenes. No puede
escarmentar con sus proyectos casamenteros y el narrador todavía no ha permitido que se
reforme su carácter a través de la presencia y opiniones de Mr. Knightley.
Además, de lo dicho antes, se presentan formas de desorden que quiebran la aparente
armonía de este pequeño mundo. Algunas de ellas son: la crianza de Frank Churchill por
sus tíos y no por su padre luego de quedar viudo; la condición de Harriet de hija de
personas desconocidas; la inclinación prohibida de Mr. Dixon por Jane, la mejor amiga de
su esposa.
No obstante, hay códigos que son aceptables y que favorecen la relación de las personas en
el círculo pequeño de Highbury ya que se considera una obligación recibir a las personas
modestas pero bien educadas y, por lo tanto, merecedoras de un trato deferente. Tal es el
caso de la familia Cole y de Miss Bates y su sobrina Jane Fairfax a quienes por sus buenos
modales, todos tratan con consideración. En este sentido, Mr. Knightley reprocha
encendidamente a Emma por su maltrato a Miss Bates. “Es una mujer pobre” y eso debería
haber asegurado la compasión de Miss Woodhouse. En otras situaciones, Emma se muestra
compasiva como cuando va a visitar a John Abdy, viejo empleado de su padre, que está
impedido y enfermo.

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Como ya se dijo, Emma es el reflector o punto de vista privilegiado desde donde se narra
pero, desde el capítulo XLI, el narrador da lugar también a la visión de los personajes desde
Mr. Knightley. En efecto, nos ofrece el punto de vista de este caballero que juzga
desfavorablemente a Frank Churchill y, además, aumenta la ironía del narrador, al mostrar
las sospechas de Mr. Knightley de que Frank realiza un doble juego al cortejar a Emma y al
flirtear con Jane Fairfax. De este modo, descoloca al lector que había recibido la impresión
de la posible inclinación de Frank por Emma y luego por Harriet, según también lo
manifestara la protagonista.
En un momento determinado, el narrador nos presenta a Mr. Knightley ubicado de modo
que puede observar a Frank, Emma y Jane cuando, a propuesta del joven, juegan a hacer un
acertijo con la caja de letras: “Aquellas letras eran el vehículo de flirteos y tapujos”. (402)
Para Mr. Knightley no quedan dudas de la secreta complicidad entre Jane y Frank y así se
lo dice a Emma que no está de acuerdo con él.
A medida que crece el entendimiento entre Mr. Knightley y Emma, el narrador, desde el
ángulo de la heroína, va mostrando paso a paso el proceso del enamoramiento y también,
cómo Emma va descubriendo que este caballero la ama: “El la miró con ojos brillantes”.
Ella, por su parte, se mostró extraordinariamente complacida por un gesto “que indicaba
algo más que simple amistad” (445) como el tomarla de la mano.
Más adelante, ante la amenaza que implica que Harriet esté ilusionada y se crea
correspondida por Mr. Knightley, el narrador nos descubre el temor de Emma: “En su
mente, con la velocidad de una flecha, se abrió camino una idea: ¡la de que Mr. Knightley
sólo podía casarse con ella!” (470)
Así se aclaran muchas cosas para Emma sobre su propia conducta. También el saber del
personaje coincide con el del lector y con la revelación de la verdad que ha permitido el
narrador. Asimismo, este narrador muestra las reflexiones de Emma en torno al equívoco
de Harriet respecto de un supuesto interés hacia ella por parte de Mr. Knightley. Emma
recuerda todos los errores cometidos, especialmente con Harriet, alentándola primero con
Mr. Elton; imaginando el interés de Frank, después.
La novela, pues, no avanza por peripecias, acciones de los personajes que significan paso
de una situación a otra, sino que se desarrolla en torno a la ceguera, la imaginación y el
deseo de ayudar de Emma que la llevan a cometer errores los cuales producen la censura de

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Mr. Knightley: “No has sido una buena amiga para Harriet”. Por eso se dice a sí misma:
“¿Cómo aceptar que se había engañado y que había vivido de engaños?” (474)
Luego, este narrador cercano a la protagonista, nos muestra las preguntas que ella se hace
respecto de cuándo se había vuelto Mr. Knightley importante para ella. Al mismo tiempo,
concreta su aprendizaje al reconocer su vanidad, creyéndose capaz de interiorizarse en los
sentimientos de los demás y de arreglar sus vidas. Reconoce que hay motivos para que el
caballero no se fije en ella. En efecto, recordó cómo se había reprochado su
comportamiento con Miss Bates. Es evidente que –como se dijo al principio- el narrador se
vale de Mr. Knightley para que éste opere como corrector de la conducta de Emma. De
alguna manera, Mr. Knightley representa en ese sentido, la opinión del narrador y es el
instrumento que posibilita el aprendizaje de la heroína.
No obstante, Emma no es el único personaje que se ha equivocado. También Jane Fairfax
cometió el error de comprometerse en secreto con Frank y sufrió por su “mala conducta”
pero con un buen final al encaminarse a la boda. Asimismo, Emma reconoce que había sido
injusta con Jane. Mr. Knightley la había aconsejado en ese sentido, recomendándole
mayores atenciones a Jane. Por su parte, la joven se da cuenta de que había sido quien más
había hecho sufrir a Jane en Highbury.
Cuando finalmente se resuelven los equívocos y Mr. Knightley habla con más apertura
sobre sus sentimientos, el narrador deja de hablar desde Emma para situarse cerca de Mr.
Knightley y nos comunica cómo había reaccionado ante las palabras de Emma, con
desesperación, al principio, perdiendo las esperanzas, para luego sentirse alentado por la
heroína. El narrador nos hace conocer, entonces, cómo llegaron a entenderse ambos con un
lenguaje acorde con su calidad y situación social: “El señor Knightley no podía desear un
corazón más conmovido que el de Emma ni mejor dispuesto a aceptar el suyo”. (497)
Con una síntesis, el narrador pone al lector en conocimiento de los celos y huidas de Mr.
Knightley para no presenciar las atenciones de Emma a Frank y de su decisión de regresar a
Hartfield a consolar a Emma para descubrir que, en realidad, estaba unida a él y a nadie
más.
El enlace matrimonial de Mr. Knightley y Emma es el corolario perfecto que cierra la
educación de la heroína y constituye el modelo de casamiento que todos ven con buenos
ojos. Como decía Mrs. Weston, “se trataba, a todas luces, de un matrimonio tan apropiado,

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tan conveniente y…tan decididamente acertado…” (537) Sin embargo, este armonioso final
se ve turbado por el peligro de los ladrones que amenazan este pequeño mundo: a Mr.
Weston le roban todos los pavos, lo cual alarmó mucho a Mr. Woodhouse pero favoreció el
adelanto de la boda de su hija.
En esta sociedad tan pautada en sus relaciones sociales y compromisos, la amistad también
ha de seguir ciertas reglas y, para que la educación de Emma resulte completa, la amistad
con Harriet también debe encaminarse a una forma más reposada.
Para Emma, la boda significa el fin del “disimulo, los equívocos, el misterio”. La novela
constituye así una nueva versión del cuento de hadas en que el triunfo del héroe es haber
vencido sus propios defectos y ceguera.

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