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Descubriendo el

Universo
Una Breve Mirada al Cosmos

Maximiliano Isi
27/03/2009
DESCUBRIENDO EL UNIVERSO

Introducción ........................................................................................................................ 4
Historia de un amor celeste ................................................................................................ 4
Inicio ................................................................................................................................ 4
Primeras civilizaciones..................................................................................................... 4
Mesopotamia y Egipto .................................................................................................... 5
Grecia .............................................................................................................................. 5
Ptolomeo ......................................................................................................................... 6
Edad Media...................................................................................................................... 6
Nicolás Copérnico ............................................................................................................ 7
Galileo Galilei ...................................................................................................................... 8
Inicios............................................................................................................................... 8
Descubrimientos.............................................................................................................. 9
Reacciones ..................................................................................................................... 10
Importancia de Galileo .................................................................................................. 11
El Universo ........................................................................................................................ 13
Después de Galileo ........................................................................................................ 13
Nuevos ojos ................................................................................................................... 13
Relatividad ..................................................................................................................... 14
Cuántica ......................................................................................................................... 15
Una Breve Mirada.......................................................................................................... 16
Conclusión ......................................................................................................................... 17
Bibliografía ........................................................................................................................ 19

2

¿Quién podría tener la pretensión de poner un límite al ingenio humano?

¿Quién podría afirmar que hemos visto y que conocemos todo lo que de perceptible y de
cognoscible hay en el mundo?

¿Acaso los mismos que afirman, en otras ocasiones (y con gran verdad), que las cosas
que conocemos no constituyen sino una pequeñísima parte de las que ignoramos?

A”
Galileo Galilei, Carta a Cristina de Lorena

Abril, 1615

3
Introducción

Este es un material de acompañamiento para la presentación que tuvo lugar el viernes


27 de marzo de 2009 en la biblioteca del Colegio Seminario y que llevó el título
“Descubriendo el Universo: Una Breve Mirada al Cosmos”. Aunque se abarcan los temas
en el orden de dicha presentación, no se trata, sin embargo, de una transcripción del
discurso, sino de un corto trabajo con mayor profundidad y exactitud en los datos de lo
que es posible expresar oralmente. El texto ha sido dividido numerosamente con el
objetivo de facilitar la consulta de algún tema en particular sin necesidad de leerlo en su
totalidad. Por último, aconsejo a los interesados leer las notas a pie de página en la
sección de Física Cuántica.

Historia de un amor celeste

Inicio
Desde los inicios de la civilización, o tal vez incluso desde el surgimiento del Hombre en
sí, el ser humano se ha sentido naturalmente atraído y fascinado por el cielo. Pero, ¿por
qué la gente tiene tanto interés en aquellas pequeñas luces distantes? Para muchos hoy
en día les es difícil, probablemente, hallar respuesta a esta pregunta, ya que nunca han
tenido la oportunidad de disfrutar de una contemplación reflexiva del cielo y están
acostumbrados a noches como las de la imagen. Este fenómeno es conocido como
contaminación lumínica y es un problema de todas las ciudades modernas. Pero ese
mismo cielo, o uno muy similar, que se esconde debajo del halo de luz artificial fue el
que inspiró a generaciones y generaciones de humanos a cuestionar su lugar en el
mundo. El cielo tiene el poder de generar en las personas un sentimiento de pequeñez
fundamental como estimulante para la reflexión y causa del asombro que está en la base
de la ciencia y la filosofía.

Primeras civilizaciones
El mundo en sí es asombroso, pero el cielo lo explicita. Al intentar imaginar que nadie
nos hubiera explicado nada sobre el universo que tan bien creemos conocer es fácil
comprender las primeras asociaciones de los astros a imágenes divinas, al Bien o al Mal
(por ejemplo: cada vez que esa cosa amarilla está en el cielo hace calor, pero cuando no,
hace frío y hay depredadores al acecho: Sol-Bien, Noche-Mal). Es así como las primeras
culturas identificaron a los cuerpos celestes con dioses y espíritus. Esta consciencia de
los objetos celestes se manifiesta en importantes construcciones, como Newgrange
(Irlanda, construido ca. 3000 a.C.) o Stonehenge (Inglaterra, construido ca. 2500 a.C.),
ambos sitios de enterramiento construidos en su orientación con alguna relación al los
períodos del Sol.

4
Mesopotamia y Egipto
Pero los primeros aportes significativos a la astronomía fueron los de las civilizaciones
mesopotámicas, que hicieron observaciones sistemáticas –registradas en tablillas de
arcilla– y llegaron a notar la periodicidad del movimiento de los objetos celestes, siendo
los primeros en describirlos matemáticamente. Identificaron las llamadas “estrellas
errantes”, que hoy sabemos planetas, y marcaron las primeras constelaciones, casi
idénticas a las de hoy. Para ellos el universo se reducía a un disco flotando en el océano,
cuya montaña era el mundo, y una bóveda en la que se hallaban los dioses, es decir, las
estrellas.

El conocimiento de los mesopotámicos lo adquieren también los egipcios, para quienes


los cielos no era cosa solo de religión, sino de vida o muerte: su vida dependía de las
inundaciones periódicas del río Nilo y el movimiento de las estrellas (Sirio) era utilizado
para su predicción. También se ve su conocimiento de la astronomía en las
construcciones, principalmente en la disposición de las pirámides.

Grecia
Y, así, se llega a los griegos, que, como con casi todo, llevaron también a la astronomía –
que trabajaron dentro de la matemática– a un nivel sin precedentes. Manejaron,
además, diversos sistemas cosmológicos desde la filosofía: Platón (c. 427 a.C. – 347 a.C.),
por ejemplo, sugirió un modelo de dos esferas y Anaximandro (c. 610 a.C. – c. 546 a.C.)
uno cilíndrico.

Pero el primer modelo geométrico tridimensional del Universo fue el de Eudoxo (ca. 410
a.C. – ca. 355 a.C.), que colocaba a la Tierra en el centro y, a su alrededor, esferas para
los planetas, cada una de las cuales poseía su eje encastrado en la esfera superior, en
diferentes ángulos según el caso. Así consiguió explicar aceptablemente el movimiento
retrógrado de los planetas en el cielo. También fue griego el primer modelo que colocó
al Sol en el centro. En este caso, el pensador fue Aristarco (ca. 310 a.C. – ca. 230 a.C.) –
quien era conocido como “el Copérnico antiguo”–, pero su teoría no fue recibida
seriamente y quedan pocos registros.

Y es así que Aristóteles (384 a.C. – 322 a.C.) incorpora una disposición muy similar a la de
Eudoxo en su cosmología. Para él, el universo está dividido en dos partes: terrestre y
supralunar. La primera es lugar de cambio y corrupción: las cosas están formadas por
cuatro elementos (tierra, agua, fuego, aire), como la Tierra es la más pesada se ubica en
el centro del universo. Pero los elementos no están ordenados perfectamente y cada
uno busca su lugar correspondiente, además de poder transmutarse. Por el contrario, los
elementos de la sección supralunar, lugar de la perfección inmutable, están hechos de
éter y son cuerpos perfectamente esféricos contenidos en las esferas cristalinas que los
mueven. La última esfera es la de las estrellas fijas y fuera de ella se halla el primer
motor, origen de todo movimiento en el Universo. Las mismas leyes físicas no rigen en
ambas partes y no existe nada más allá del primer motor, aunque el cosmos en sí es
finito.

Pero el modelo de Aristóteles, aunque muy elegante, no se adecuaba a las


observaciones: los movimientos de los planetas no eran circulares y las variaciones en su
brillo no podían ser explicadas: se necesitaban ideas alternativas.

5
Ptolomeo
El sistema matemático más completo fue el desarrollado por Ptolomeo (greco-egipcio,
90 – 168 d.C.), quien perfeccionó los anteriores sistemas de epiciclos de Apolonio (c. 262
– 190 a.C.) e Hiparco (c. 190 – 120 a.C.). Un epiciclo es un círculo menor por el que gira
un planeta y cuyo centro se traslada alrededor de una circunferencia mayor llamada
deferente. Según el modelo de Apolonio e Hiparco, el centro del deferente sería la
Tierra, pero, para explicar por qué el movimiento retrógrado de los planetas no tenía
velocidad constante, Ptolomeo corrió el centro del deferente a un punto cercano a la
Tierra. Pero para explicar aún mejor las observaciones fue necesario también que el
epiciclo no se moviese a velocidad constante en función al centro del deferente, sino
que lo hiciera en relación a un tercer punto llamado ecuante, colocado en oposición a la
Tierra por el nuevo centro del deferente.

Edad Media
Con la llegada de la EM, los trabajos de Aristóteles y muchos otros filósofos antiguos se
perdieron casi por completo para el mundo occidental, siendo conservados casi
únicamente por a pensadores árabes (por ejemplo, Averroes) que vieron su valor.
Gracias a esto, la obra de “El Filósofo”, como sería conocido Aristóteles, sería
redescubierta hacia el 1200, año alrededor del que ya podían encontrarse versiones en
latín de los principales pensadores clásicos. La cristiandad ya se había extendido por
Europa y las primeras universidades fueron creadas.

El redescubrimiento de estas obras influyó fuertemente en la construcción de la filosofía


cristiana del momento. Principalmente gracias a Tomás de Aquino (1255-1274), la
filosofía aristotélica fue extirpada de las secciones que iban contra las creencias de la
Iglesia, como la eternidad del universo, y se cristianizó lo restante, asociando el primer
motor de Aristóteles a Dios, cuyo amor atrae todo hacia sí. La cosmología aristotélica se
convirtió, de esta forma, en la oficial de la Iglesia y la doctrina de El Filósofo se tornó la
base de los cursos universitarios, permaneciendo intacta por más de 1000 años.

El modelo ptolemaico explicó, durante el dominio aristotélico, los detalles del modelo
desde un punto de vista técnico-matemático, de uso para los calendarios y la astrología.
El Hombre, culminación de la obra divina, se encontraba en el centro del universo,
dominando la naturaleza y como protagonista da la lucha entre el Bien y el Mal. La
estructura se ve claramente en la Divina Comedia de Dante, aunque se describe al
mundo centrado en Dios.

Pero el sistema de Ptolomeo no estaba completamente de acuerdo con todos los


presupuestos aristotélicos: para adecuarse a las observaciones, sacrificó la posición
central de la Tierra –aunque la distancia era tan poca que se consideraba una
“desviación comprensible”– y los planetas no se movían con velocidad constante en
relación a su centro de traslación –contradiciendo la perfección de los cuerpos celestes
aristotélicos. Además, a pesar de todo el esfuerzo de Ptolomeo, su modelo no era capaz
aún de explicar con exactitud los movimientos de los planetas. Para ello se sugirió añadir
epiciclos a los epiciclos, a esos otros epiciclos, y así hasta que se consiguiese explicar la
observación mediante círculos perfectos. Pero el modelo ya se hacía demasiado
complicado y casi no se podía trabajar con él.

6
Nicolás Copérnico
Y es este alejamiento de la belleza y la armonía lo que motiva al polaco Nicolás
Copérnico (1473-1543) a buscar una forma de mayor estética. En 1513, se hizo de
ochocientos bloques y un barril de cal, con lo que construyó una torre para hacer
observaciones. De esto resultó el ‘Comentario sobre las teorías de los movimientos y los
objetos celestes a partir de sus disposiciones’, el primer planteamiento de una teoría
que decidió guardarse para sí hasta poco antes de morir: Copérnico se había atrevido a
sacar a la Tierra del centro del mundo.

Así, en 1530 terminó su “Sobre las Revoluciones de los Orbes Celestes”, donde planteó
más completamente su teoría de que la Tierra ya no debía ser considerada estática y
centro de todos los otros movimientos, pero girando en el tercer lugar alrededor del sol
(“parecería bastante absurdo adjudicar un movimiento al continente y no al contenido,
que es la Tierra” 1). Pero fue más allá y no le atribuyó a nuestro planeta un solo
movimiento, sino tres (“como nada impide la inmovilidad de la Tierra, pienso ahora que
hay que ver si no le convienen varios movimientos” 2): aparte del movimiento de
traslación, para explicar el recorrido de los astros en el cielo era necesario que la Tierra
rotase sobre sí misma una vez al día y que poseyese un movimiento de declinación en su
eje.

Ahora sí, las observaciones podían ser explicadas con mayor exactitud y simplicidad: “si
la Tierra realiza otros movimientos […] será necesario que estos sean semejantes a los
que aparecen exteriormente a muchos […]. Puesto que si se cambiara [el movimiento]
solar en terrestre, concedida la inmovilidad del Sol, los movimientos de las estrellas […]
aparecerían del mismo modo y también las detenciones, los retrocesos y avances de las
errantes, no parecerán como propio de ellas, sino como un movimiento de la Tierra […].
Finalmente, se pensará que el Sol ocupa el centro del mundo. Todo esto nos lo enseña la
razón del orden […] y la armonía de todo el mundo […] 3. Así el hombre deja de ser el
centro físico del Universo para convertirse en el centro racional del Universo.

En un principio, Copérnico desarrolló su teoría como un intento de facilitar el cálculo.


Incluso, el papa Clemente VII le pidió en 1536 que publicara sus teorías, por lo que no
debía de considerarla peligrosa. Sin embargo, se cree que, ya entrado en la vejez, el
autor del sistema heliocéntrico habría aceptado sus propias teorías como un modelo
adecuado para describir la realidad del mundo. De cualquier forma, Copérnico trabajó
en silencio la mayor parte del tiempo, solo compartiendo sus desarrollos con amigos
muy cercanos, y verificó una y otra vez sus observaciones a lo largo de los años. Es así
que retrasó la publicación de “Sobre las revoluciones…” (cuya primera edición estaba
dedicada al papa) hasta 1543, año de su muerte. El religiosísimo Copérnico no vivió para
ver el enorme impacto que pronto causarían sus teorías.

En cuanto la obra apareció, fue atacada fervientemente por teólogos protestantes que
apuntaban al hecho de que la teoría heliocéntrica iba contra la Biblia y podía hacer que

1
Copérnico, N. (1982). Sobre las Revoluciones de los Orbes Celestes. (C. Mínguez, & M. Testal, Trads.)
Madrid: Editorial Nacional
2
Ibídem
3
Ibídem, subrayados nuestros.

7
la gente creyese que el Hombre no era dueño de la Naturaleza y centro de la creación
divina. No obstante, la mayor oposición vino por parte de la Iglesia Católica que se
encontraba en una situación inestable debido a las reformas protestantes y se sintió
amenazada en su autoridad, por lo que combatió la teoría con todos los instrumentos de
la Inquisición (institución católica encargada de eliminar la herejía). Esto puede ser
considerado algo paradójico, dado que no hubiera sido posible que Copérnico accediera
a las mejores universidades de la época ni desarrollara su importante trabajo de no ser
por el apoyo de la Iglesia Católica a través de su tío obispo.

Por otra parte, la teoría iba contra todo lo que indicaba el sentido común: si la Tierra se
mueve, ¿cómo es que las cosas no salen expelidas por el aire?, ¿cómo es que los pájaros
pueden encontrar siempre sus nidos? Por todas estas razones, además del evidente
hecho de que la observación más básica parecería indicar claramente que es el Sol el
que gira entorno a nosotros, el modelo prácticamente no tuvo adeptos hasta el año
1600.

En realidad, uno de los que intentaron trabajar en la parte científica del problema fue
Giordano Bruno (1548-1600), un copernicano declarado de ideas demasiado avanzadas
para su época –llegó a sostener que en el universo había infinitos mundos, algunos
habitados con vida inteligente– iniciado en la orden dominicana. De cualquier forma,
Bruno fue quemado en la hoguera en el año 1600, condenado por hereje.

Galileo Galilei

Inicios
Galileo Galilei nace en Pisa, Italia, en el año 1564. Estudia en la Universidad de Pisa,
aprendiendo sobre la filosofía de Aristóteles y donde más tarde sería profesor de
Matemática. Es también en esta ciudad donde escribe su tratado revolucionario sobre el
movimiento (“De Motu”), con el que se separa ya de la doctrina aristotélica, declarando
que la velocidad de los cuerpos en caída libre depende de su densidad, no su peso. En
1592 es nombrado catedrático de matemáticas en la Universidad de Padua, Venecia,
donde crece su reputación. Pero la desconfianza en el aristotelismo sigue en aumento y
en 1597 manifiesta su gran apoyo a Copérnico en una carta a Johannes Kepler –quien
perfeccionaría el sistema con sus tres leyes del movimiento planetario–, de su misma
opinión.

El nuevo siglo trae consigo algo inesperado: en el año 1604, una supernova –hoy
sabemos la violenta muerte de enormes estrellas, cuya luz aparece en nuestro cielo,
como indica su nombre, en la forma de una nueva estrella– aparece en el cielo. Galileo
de inmediato realiza ciertos razonamientos que lo llevan a la conclusión de que el
destello se encontraba en la esfera de las estrellas fijas, de forma que se lanza al ataque
en conferencias en las que resalta la inconsistencia de esta observación con el modelo
aristotélico de cielos inmutables. Sin embargo, aún no se decide a publicar sus
opiniones.

8
Descubrimientos
No obstante, cinco años más tarde, la noticia de una nueva novedad llega a oídos de
Galileo. En 1608, un fabricador de lentes en Middleburg (Países Bajos), llamado Hans
Lipperhey había solicitado la patente de un “aparato para observar cosas a distancia
como si estuvieran cerca”, que fue denegada por la imposibilidad de mantener el secreto
de su construcción. Así, el telescopio se expande rápidamente por Europa, con uso
central en la guerra y el mar.

Galileo, quien ya tenía un gran espíritu inventivo, emprende de inmediato la tarea de


construir un telescopio propio, el primero de tres aumentos, que rápidamente superó,
consiguiendo finalmente uno de más de veinte. Pero Galileo tenía un plan para el
instrumento diferente al de sus contemporáneos: “Desde todo punto de vista, sería
superfluo enumerar cuáles y cuántas serían las ventajas de este instrumento, tanto en la
tierra como en el mar. Si embargo, dejando la Tierra, me dediqué a las especulaciones
siderales.” 4 En otras palabras, Galileo decide dirigir su telescopio al cielo y, desde ese
momento, la ciencia y la filosofía ya no volvieron a ser las mismas.

El 30 de noviembre de 1909, hace 400 años, Galileo apuntó su telescopio por primera
vez a los cielos y es eso lo que festejamos hoy con el Año Internacional de la Astronomía.
El objeto que mereció ser observado en esa primera instancia fue la Luna y lo que vio
fue fundamental: la Luna estaba lejos de ser una esfera perfecta como habría de serlo
según Aristóteles, lo que es más, estaba repleta de irregularidades, valles y montañas tal
como la Tierra.

Galileo también apuntó su telescopio a la Vía Láctea y a diferentes constelaciones. De


esta forma terminó con la histórica discusión sobre el carácter de esa banda
extremadamente brillante del cielo, demostrando finalmente que la Vía Láctea no es
más que una región del cielo con innumerables estrellas apiñadas haciéndose
indistinguibles al ojo humano.

Un mes más tarde, el científico haría uno de los descubrimientos más impactantes: al
observar Júpiter, Galileo notó cuatro puntos luminosos alrededor del planeta. Luego de
repetir varias veces la observación, registrando las respectivas posiciones, pudo concluir
que Júpiter tenía cuatro satélites (de hecho, hoy sabemos que se trataba de los cuatro
principales de un gran número de cuerpos orbitando el planeta). Este fue un hecho
fundamental en la argumentación contra el geocentrismo, que sostenía que todos los
cuerpos giraban en torno a la Tierra. Además, una de las críticas que se había expuesto
al heliocentrismo era la sospechada imposibilidad de que la Tierra acarrease a la Luna en
su trayecto: con las observaciones de Galileo queda demostrado que tal cosa es posible.

Ese mismo año, Galileo publica su “Sidereus Nuncius” (Mensajero Sideral) en el que
aparecen los detalles de estas primeras tres observaciones: el impacto y el éxito son
brutales. De esta manera, consigue una posición vitalicia en la corte del duque de
Toscana (a quien había dedicado el tratado) como matemático y filósofo. Galileo
finalmente puede dejar de enseñar la teoría ptolemaica en la Universidad.

4
Galilei, G. (1964). El Mensajero de los Astros. Buenos Aires: EUDEBA. P. 37

9
Es ejerciendo este nuevo puesto que Galileo observa la “extraña apariencia de Saturno”,
algo que nunca llegó a interpretar del todo, ya que su telescopio no era o
suficientemente bueno como para poder distinguir los anillos, que identificaría
correctamente Christiaan Huygens (1629-1695) mucho tiempo después.

Es así que, continuando con esta línea de observaciones, en diciembre de 1610 Galileo
realiza un quinto descubrimiento de características revolucionarias: luego de observar al
brillante Venus, es capaz de confirmar que el planeta pasa por todas las fases, al igual
que la Luna. Esta observación contradice rotundamente el sistema ptolemaico, según el
que, por la forma de alineación del epiciclo con el Sol, Venus solo podría tener un
número limitado de fases. El descubrimiento es tan importante y controversial que
Galileo informa a Giuliano de’ Medici (1574-1636), embajador toscano en Praga, sobre
éste en un mensaje codificado: “Haec immatura a me iam frustra leguntur oy” anagrama
para “Cynthiae figuras aemulator Mater Amorum” 5 6 (“La madre del Amor [Venus] imita
las configuraciones de Cinthya [la Luna]”).

Finalmente, Galileo observó las manchas solares (regiones del Sol de menor
temperatura, por lo que se ven más oscuras), pudiendo concluir que se encontraban en
la superficie de la estrella y deduciendo, por su movimiento, que el Sol rotaba sobre sí
mismo.

Reacciones
¿Cuáles fueron entonces las reacciones del frente ptolemaico ante esta nueva evidencia?
En primer lugar se dispusieron a descalificar a las observaciones y a su autor. Uno de los
argumentos, mostrando cuan ciega era la fe en el sistema aristotélico, fue: ¿dónde hablo
Aristóteles del telescopio? En ningún lado claro, entonces el telescopio no sirve para el
estudio de la naturaleza. Intentaron, además, sostener que las visiones eran falsas,
provocadas por dibujos pegados en la abertura final del tubo del telescopio o por
defectos de los cristales. Pero finalmente este tipo de argumentos fueron perdiendo
fuerza.

A pesar de la debilidad de los argumentos, en 1616, tras la publicación por parte del
científico de un trabajo sobre las manchas solares en el que defendía abiertamente el
sistema copernicano, la Iglesia emitió un edicto advirtiendo a Galileo que hacía “mala
ciencia” cuando enseñaba el sistema heliocéntrico, pero éste pudo seguir publicando
siempre que tratara el modelo tan solo como “hipótesis”. Ese mismo año la obra de
Copérnico “Sobre las Revoluciones…” fue censurada (“...que el sol esté en el centro del
Mundo y que la Tierra no lo sea y que no esté inmóvil es una teoría absurda en filosofía y
herética en cuanto a la verdad teológica").

Cuando en 1623 un cardenal amigo suyo se hizo papa bajo el nombre de Urbano VIII,
Galileo consideró que el edicto sería revocado y trabajó por seis años en su obra

5
Drake, S. (1984). Galileo Kepler and Phases of Venus. Journal for the History of Astronomy , 15 (3), 198-
208.
6
Institute an Museum of the History of Science. (2008). Institute an Museum of the History of Science.
Recuperado el 10 de Marzo de 2009, de
http://brunelleschi.imss.fi.it/esplora/cannocchiale/dswmedia/simula/esimula1_3.html

10
“Diálogo sobre los dos máximos sistemas del mundo”, en la que un partidario de cada
sistema intenta ganar la posición de un tercer hombre culto hasta el momento sin
opinión. Pero, por más que planteaba ambos lados de la argumentación, era notorio que
el sistema ptolemaico –defendido por Simplicio, un personaje lento en sus argumentos,
contra los fuertes ataques de Salviati, el ávido copernicano– era menospreciado.
Además, el papa se sintió identificado en sus opiniones con algunas de las palabras de
Simplicio y pensó que Galileo se burlaba de él. Así, en 1633, Galilei es finalmente
convocado a Roma, donde es declarado “vehementemente sospechoso de herejía”,
obligado a abjurar y condenado a presión domiciliaria perpetua. Galileo paga, de esta
forma, su osadía.

Galilei pasa los últimos años de su vida recluido en su hogar en Florencia. Pero, a pesar
de todo lo que había acontecido, continúa trabajando en mecánica. Fue en este período
que Galileo escribe su “Diálogo sobre dos nuevas Ciencias”, piedra angular de la física
que se anticipa a las Leyes del Movimiento de Newton. El genio muere en 1642, ya ciego
desde hacía cuatro años.

Importancia de Galileo
En resumidas cuentas, ¿por qué se destaca, entonces, la figura de Galileo Galilei? En
primer lugar, Galilei, aunque no su inventor, fue, prácticamente, la primera persona en
ver el potencial del telescopio como herramienta de descubrimiento y hacer uso de sus
ventajas.

Esto lleva directamente al siguiente elemento destacable del personaje histórico: la


inauguración de la Ciencia como se la conoce hoy en día. Antes de Galileo no es posible
hablar de Ciencia, ya que es él quien introduce la idea actual de experimento –por lo que
se lo puede considerar clásicamente como el creador del método científico. Hasta su
intervención, el hombre se había limitado a contemplar la Naturaleza pasivamente,
Galileo, sin embargo, le pregunta y la pone a prueba en todo momento, criticando a
aquellos “que se retiran al estudio a hojear los índices y repertorios para ver si Aristóteles
ha dicho algo al respecto, a asegurarse de que han captado el verdadero sentido del
texto, y ya no desean otra cosa y estiman que no se pueda saber más” 7. Si antes nadie
había visto utilidad en dirigir la mirada al cielo (después de todo, la doctrina declaraba
que no había nada interesante que ver), Galilei decide confirmar la realidad por sus
propios medios. Para él no tiene sentido recurrir a opiniones de otros cuando se puede
indagar por sí mismo: las cosas deben ser demostradas por “razonamientos y
demostraciones (…) y no con textos y autoridades sin más, porque nuestros
razonamientos tienen que tratar sobre el mundo sensible y no sobre un mundo de
papel” 8. Opina además, que “la filosofía está escrita en este gran libro, el Universo… Está
escrita en el lenguaje de las Matemáticas, y sus letras son triángulos, círculos y otras
figuras geométricas;…”, planteando ya la importancia de la Matemática en la descripción
de los fenómenos naturales para la Ciencia, algo que se conserva hoy en día, aunque
llevado a un nivel tal vez insospechado.

7
Galilei, G. (1995) Diálogo sobre los Dos Máximos Sistemas del Mundo Ptolemaico y Copernicano. Madrid:
Alianza Editorial. P. 104
8
Ibídem P. 101

11
Pero esta tendencia al cuestionamiento del pensamiento establecido causa a Galileo
muchos conflictos, principalmente con la Iglesia. Pero si se analiza la posición sostenida
por el científico, puede observarse fácilmente que sus problemas no tuvieron origen en
alguna posición anti-religiosa que pudiese tener, sino que, por el contrario, Galilei era de
la opinión de que sus observaciones y las conclusiones correspondientes eran del todo
compatibles con las Escrituras. Pensaba que éstas no tenían como objetivo la descripción
del mundo natural, pero sí la comunicación de un mensaje mayor, dejando el estudio de
la naturaleza a la Ciencia. Esto es dejado claro en su famosa carta a la duquesa de
Toscana: “Precisaría que se supiera reconocer que el autor jamás trata en él cuestiones
que afecten a la religión o a la fe, y que no presenta argumentos que dependan de la
autoridad de la Sagrada Escritura, que eventualmente podría haber interpretado mal,
sino que se atiene siempre a conclusiones naturales […] que proceden de experiencias
razonables y de minuciosísimas observaciones” 9. Es decir, los textos sagrados se
encuentran escritos en un tono metafórico (“…no creo que nadie pueda negar que
muchas veces el puro significado de las palabras se halla oculto y es muy diferente de su
sonido.” 10) y en ellos los hechos se encuentran simplificados para mejor comprensión de
los pueblos (“…fueron desarrolladas en dicha forma por los sagrados profetas en aras a
adaptarse mejor a la capacidad del vulgo…” 11). Por el contrario, la Iglesia deseaba que la
concepción del mundo de la Ciencia fuera literalmente fiel a la Biblia, manteniendo una
posición que hoy sería considerada inmediatamente fundamentalista. Galileo intentó
reconciliar, no obstante, sus creencias con las observaciones, manteniendo que la
Ciencia y la Religión eran compatibles.

El último elemento por el que se remarcará la relevancia del personaje de Galileo Galilei
puede ser perfectamente resumido en su mítica frase: “EPPUR SI MUOVE” (“Y, sin
embargo, se mueve”). Según narra la improbable historia, el genio habría pronunciado
en voz baja estas palabras al momento de terminar su abjuración a la teoría
heliocéntrica. A pesar de su casi seguro carácter fantástico, esta frase consigue resumir
excepcionalmente el carácter desafiante e inamovible de su atribuido autor. Galileo era
ya en su época un personaje popularmente conocido gracias tanto a sus asombrosos
descubrimientos y riesgosas posiciones como a su gigantesca confianza en sí mismo e,
incluso, su arrogancia. Y son estos aspectos los que evocan estas tres palabras
aparentemente simples, mostrando la rebelde e implacable personalidad de Galilei y
remarcando el carácter rotundo de sus descubrimientos. Podían obligarle a callar,
podrían haberlo matado o incluso matado a todo el que se opusiera, pero no podrían
jamás cambiar la realidad de la Naturaleza: “Y, sin embargo, se mueve”.

9
Galilei, G. (2006). Carta a Cristina de Lorena, Gran Duquesa de Toscana. (P. Crecer-Bibliotecas
Argentinas, Ed.) Recuperado el 13 de 3 de 2009, de Biblioteca Virtual Universal:
http://www.biblioteca.org.ar/LIBROS/133541.pdf p. 3
10
Ibídem p. 4
11
Ibídem p. 4

12
El Universo

Después de Galileo
Galileo es responsable de dar el primer impulso a la Ciencia como la conocemos hoy en
día. Y así, luego del brusco cambio de paradigma que implicó su figura, lo sucedieron
muchos otros grandes. Con Newton se terminaron de unir los Cielos y la Tierra bajo la
armonía de las mismas leyes físicas y la imagen de un “universo reloj” llenó a todos de
gozo. Pero el tiempo pasó y llegaron la Relatividad, primero, desamoldando el tiempo-
espacio, y luego la Física Cuántica, destruyendo casi cualquier certidumbre que se creía
tener del universo.

Nuevos ojos
Pero así como el telescopio de Galileo reemplazó al ojo desnudo, nuevos instrumentos
nos ayudan hoy en la búsqueda de significados. Como pupilas gigantescas, los
telescopios terrestres, con sus enormes espejos, vigilan los cielos con asombrosa
fidelidad. Gracias a relativamente nuevas tecnologías, como la interferometría –que
permite utilizar telescopios de menor tamaño distribuidos en un área como si fueran un
único telescopio monumental– y la óptica adaptativa –mediante la que se analiza la
atmósfera a través un laser para que precisos motores hagan las mínimas deformaciones
en los espejos necesarias para anular la distorsión en la imagen causada por el aire.
Algunos de los telescopio ópticos terrestres que se destacan actualmente son el Very
Large Telescope del Observatorio Europeo del Sur, el Observatorio Keck de la Asociación
de California para la Investigación en Astronomía y el Southern African Large Telescope,
el telescopio óptico de mayor tamaño en el hemisferio sur. Prometedores proyectos en
desarrollo o planeamiento son el Telescopio Europeo Extremadamente Grande, el Giant
Magellan Telescope, el Thirty Meter Telescope o el Gran Telescopio Canarias.

Pero hemos, incluso, lanzado telescopios al espacio, liberándonos de la atmósfera: los


resultados son inimaginables. De todos los telescopios espaciales el más conocido es, sin
duda, el Telescopio Espacial Hubble de la NASA y ESA, instrumento invaluable para la
astronomía de los últimos años y que todavía, con su diámetro (modesto en
comparación con los telescopios terrestres) de 2,4 metros, sigue sorprendiéndonos. Pero
el Hubble será remplazado hacia 2013 por el nuevo James Webb Space Telescope (NASA,
ESA, CSA) que, con un espejo plegable de 6,5 metros, llevará al espacio tecnologías sin
precedentes y se espera ayude en nuestro conocimiento del Universo de manera
igualmente revolucionaria.

Sin embargo, no nos limitamos a solamente a la luz detectable por nuestros ojos –parte
mínima del espectro de radiación electromagnética–, sino que podemos ver hasta lo
invisible, recibiendo la luz de longitud de onda fuera del espectro visible gracias a los
radio-telescopios, cámaras infrarrojas y los detectores de rayos X y rayos gama –la
radiación de mayor energía que es, alegremente para nosotros por su peligrosidad,
bloqueada por la atmósfera. Podemos ver a través del polvo y recibir la luz de los objetos
y eventos más energéticos en el Universo, como púlsares, supernovas y agujeros negros.
Son destacables el Very Large Array en los Estados Unidos, el Observatorio de Arecibo en
Puerto Rico, el Gran Telescopio Milimétrico en México, el Observatorio Chandra de Rayos
X (espacial) y el Atacama Large Milimiter Array en Chile, entre otros. A futuro resalta el

13
Square Kilometer Array, inmenso e increíble proyecto a construirse en Australia o
Sudáfrica en 2012 y que ocupará más de 3000 km con antenas de radio telescopios.

Lo que es más, somos capaces de ver sin luz, mediante detectores de neutrinos –
partículas sin masa y sin carga que viajan prácticamente a la velocidad de la luz: cada
segundo, 3 billones de neutrinos, producidos por el Sol en cantidad, pasan a través de
nuestro cuerpo– y pronto tal vez incluso de ondas gravitacionales, es decir, ondas del
mismísimo espacio-tiempo, predichas por la Teoría de la Relatividad y producidas por
eventos monstruosos como el choque de galaxias, la formación de agujeros negros o la
explosión de supernovas. Son instrumentos de este tipo el Observador de Neutrinos
IceCube, actualmente en construcción bajo el profundo hielo antártico, y el detector de
ondas gravitacionales LIGO. Y, como para la comprensión del Universo no es importante
solo lo de gran escala sino también lo más pequeño, son importantes (aunque no son
telescopios) experimentos como los llevados a cabo en aceleradores de partículas, tal
como el renombrado LHC, a entrar en funcionamiento este año.

Relatividad
Entonces, luego de todos estos avances, ¿cómo entendemos el mundo hoy? Para aclarar
correctamente esta pregunta se deben analizar los conceptos de Relatividad y Mecánica
Cuántica, lo que sobrepasa los objetivos de esta charla. Sin embargo, es posible intentar
explicar ciertos aspectos básicos de ambas teorías.

En cuanto a la Relatividad, Albert Einstein desarrolla su teoría en base a dos postulados


básicos: la relatividad de todo movimiento, inclusive el de la luz, y la constancia de la
velocidad de la luz en el vacío (c) para cualquier sistema de referencia. A partir de esta
base y valiéndose de varios experimentos mentales (además de la matemática), Einstein
llega a la conclusión de que el tiempo debe ser relativo a la velocidad con que uno se
mueve, y por lo tanto también lo es la simultaneidad, que dependerá igualmente del
sistema de referencia que se elija para describir la situación. De esta forma, consigue
explicar varios fenómenos –la no existencia del éter, por ejemplo–, pero al costo de
quitar al Tiempo y el Espacio de sus puestos de inmutables contenedores, constantes
para todos los observadores, y haciéndolos parte fundamental en su interacción con los
eventos que en ellos ocurren. A esto se le llama Relatividad Especial, porque no integra
la gravedad en sus explicaciones. De hecho, era incompatible con la gravedad
newtoniana que implicaba una acción a distancia instantánea, al tiempo que la
relatividad especial limitaba la velocidad de cualquier intercambio de información a c.

Einstein se dedica a solucionar este problema y, finalmente, consigue desarrollar una


versión general de su teoría, según la cual la gravedad pasa a ser una propiedad de la
curvatura del tiempo-espacio, curvatura alterable por la masa. Como consecuencia, el
Espacio y el Tiempo de Newton pasan a ser una única entidad: un continuo espacio-
tiempo de cuatro dimensiones (suele utilizarse la analogía de una “tela”), cuyos puntos
son sucesos y de estructura maleable y curvada. Ahora, el orden de los eventos en el
tiempo también es relativo y materia y energía pasan a ser aspectos de una misma cosa.

14
Cuántica
Pero la Relatividad, aunque extraña, sigue siendo una teoría clásica, ya que mantiene un
carácter perfectamente determinista, protegiéndose la causalidad. Pero la Física
Cuántica llega para romper con todo esto: el Principio de Incertidumbre de Heisenberg
acarrea el hecho de que no tiene sentido atribuir a las partículas primordiales
propiedades como velocidad o posición y no se puede observar nada sin disturbarlo: un
electrón, por ejemplo, no tiene una posición (no está en ningún lugar) hasta el momento
en que ésta es medida, y lo mismo ocurre con cualquier otra propiedad. Nuestro
conocimiento y capacidad predictiva se reducen a probabilidades expresadas por la
ecuación de onda de Shröedinger, que atribuye a cada resultado una grado de
probabilidad pero no es capaz de determinar cuál será el resultado en ningún caso –a no
ser que ya se haya hecho la medición, la probabilidad nunca es 100%. La causalidad
clásica ya no tiene sentido y el determinismo se ve completamente reducido a una mera
probabilidad.

Además, por aportes como los de Luis de Broglie, las partículas (cuantones) ya no
pueden considerarse puntos materiales, sino paquetes de ondas y consecuentemente,
según el principio de complementariedad, las descripciones de onda o corpúsculo son
complementarias: algunas veces los cuantones se comportan como partículas y otras
como ondas. Después de todo, “onda” y “partícula” son conceptos que utilizamos para
describir una realidad que escapa a nuestra capacidad.

Pero la destrucción de nuestras bases no termina allí, en experiencias como las de


Aspect –creada para poner a prueba la paradoja de Einstein-Podolsky-Rosen– se ha
demostrado que los cuantones entrelazados (estado en el que cada uno depende del
otro por compartir la misma función de onda) pueden comunicarse de forma
instantánea. De esta forma el principio de localidad es invalidado, por lo que nuestro
concepto de tiempo-espacio aún tiene que mejorar para abarcar estos
comportamientos12, sin contar el esclarecimiento del rol de la consciencia del
observador en los resultados de las mediciones. 13

Pero, por más anti-intuitiva e imposible de comprender que pueda ser, esta teoría es
capaz de explicar perfectamente infinitos fenómenos y, hasta el día de hoy, no ha habido
una sola observación que la contradiga. Por esto mismo, la posición de la mayoría de los
científicos frente a ella se resume en “¡cállese y calcule!”14

12
Existen varias teorías para explicar estos fenómenos. Todas ellas implican repensar, generalmente, el
espacio, pero también el tiempo, haciendo uso (como Bohm) o no de variables ocultas (no locales).
13
Algunas interpretaciones idealistas de la Mecánica, como la de Eugene Wigner, declaran que es la
misma conciencia la que produce el colapso de la función de onda a un único resultado. Pero esto, más
que solucionar un problema, genera muchos más.
14
Icónica frase que resume famosamente la interpretación de Copenhague de la Mecánica Cuántica,
atribuida generalmente a Paul Dirac o Richard Feynmann pero, en realidad, de David Mermin.

15
Una Breve Mirada
Ahora sí, habiendo abarcado básicamente las dos mayores teorías físicas del siglo XX, es
posible hacerse una imagen del Universo (¿o tal vez no?). Según las observaciones y los
modelos actuales, todo comenzó hace alrededor de 13,7 mil millones de años a partir de
un punto de infinita densidad y temperatura que “explotó”, en lo que es conocido como
Big Bang (“Gran Explosión”). Este fenómeno es lo que en Física se denomina una
singularidad, por lo que cualquier cosa que hubiese podido haber antes del Big Bang no
puede afectar al Universo actual, es decir, sea lo que sea lo que haya habido antes (si la
pregunta tiene sentido) no nos importa en absoluto en la descripción del Universo. A
pesar de su nombre, el Big Bang no fue, de cualquier forma, ni grande ni explosión, ya
que estos conceptos no tienen sentido cuando el espacio-tiempo se crea con el Big Bang
(algo no puede ser “grande” a no ser que esté en el espacio).

Existen explicaciones de lo que podría haber sido el Big Bang pero, por lo que se decía
anteriormente, todas en el terreno especulativo. Por ejemplo, la famosa Teoría de
Cuerdas –que dice que los cuantones son “cuerdas” vibrantes infinitamente pequeñas,
requiere once dimensiones en lugar de cuatro y que compatibiliza la Relatividad con la
Física Cuántica– hace del Big Bang el resultado de la colisión de branas que se mueven
en el hiperespacio, haciendo de este fenómeno algo que ocurre constantemente. La
concepción de un Universo oscilante, por otra parte, indica que el Big Bang es el
resultado de un Big Crunch de un universo anterior y que el ciclo entre universos se
prolonga infinitamente. Finalmente, destaca la posición de Stephen Hawking de un
Universo finito en tiempo-espacio pero eterno, que formaría en las cuatros dimensiones
una estructura similar a una esfera: con límite, pero sin principio o fin.

De todas formas, continuando desde el Big Bang, el Universo se expande, debido a una
energía desconocida, y se enfría: este es el período de inflación, donde crece
exponencialmente. Luego, esta inflación cesa y la materia comienza a condensarse por
fluctuaciones cuánticas bajo la influencia de la gravedad, formándose electrones y
neutrones. 300.000 años después del Big Bang surgen los primeros átomos, cuya
radiación recibimos como el fondo de radiación de microondas (medido por WMAP).
Finalmente, se forman las primeras estrellas, dentro de las que se crean por fusión los
elementos más pesados que, con su muerte se desperdigaran por el espacio para
después formar a los planetas y, eventualmente, a la vida. Somos polvo de estrellas.

El Universo hoy cuenta con 100 mil millones de galaxias, juntas en grandes cúmulos cada
una con miles de millones de estrellas y éstas, a su vez, con sus respectivos planetas.
Pero hay algo más. A parte de la materia que podemos ver, existe un tipo de materia que
no interactúa con la luz: la materia oscura, que solo puede identificarse a través de su
influencia gravitacional. ¿Qué es? Hay teorías, pero la realidad es que no sabemos.
Además, el universo está en expansión, pero no solo eso, está acelerando. A ese factor
causante de la aceleración en la expansión de nuestro universo lo llamamos energía
oscura –otro término para cubrir nuestra ignorancia.

Continuando con la serie de incógnitas, cualquier reacción que genere materia crea
iguales cantidades de materia común y de antimateria (materia formada por
antipartículas de la misma masa y espín pero carga opuesta a las partículas normales),
las cuales se aniquilan mutuamente en caso de entrar en contacto. Pero, aunque al

16
comienzo del Big Bang existían en iguales proporciones, es evidentemente que hoy en
día hay un predominio total de la materia normal, o ya nos hubiéramos eliminado.
Consecuentemente, son dudosas las razones de esta predominancia (anisotropía).

Probablemente, en los años venideros nuevas observaciones y experimentos nos


ayudarán en el esclarecimiento de estos problemas y muchos otros. Lo que es más, es
muy esperable que tengan lugar nuevas revoluciones y cambios de paradigma, que
posiblemente mostrarán que todo lo que creemos saber está mal y que nuestras
preguntas no tienen sentido alguno. Eso es ciencia.

Conclusión

Luego de haber hecho un paneo general de la evolución de nuestra concepción del


mundo y de analizar la imagen que hoy en día tenemos del Universo (¡si Galileo viera en
el camino que tomó su revolución!), es conveniente volverse a plantear la pregunta
inicial: ¿cuál es el sentido de todo esto? Y es en la pregunta donde se halla la respuesta
porque el sentido en sí es la búsqueda de sentido. Uno puede vivir su vida ignorando las
dudas, creyendo que todo es sabido y dormido en la rutina de la vida diaria que se
considera más “real” que las cuestiones filosóficas y las inquietudes científicas, que son
dejadas a aquellos que, aparentemente, no tienen nada mejor que hacer. Pero, ¿cuál es
el sentido de una vida sin preguntas y sin inquietudes? Porque la Filosofía y la Ciencia
son formas que toman el asombro y la curiosidad humana, que, en última instancia, nos
diferencian del resto de los animales. Como dijo una vez Douglas Adams, “el hecho de
que vivamos en el fondo de una profunda fosa gravitacional, en la superficie de un
planeta cubierto de gas girando en torno a una bola nuclear a 90 millones de millas de
distancia y pensar que esto es normal es obviamente alguna indicación de cuan desviada
nuestra perspectiva tiende a ser” 15.

Y es la visión reveladora y acongojadora del cielo nocturno lo que hace que no podamos
ignorar el reto de asumir que no lo sabemos todo y que no lo somos todo. Nos desafía a
pensar y reflexionar, alejándonos de la cotidianidad. Y aceptar este desafío implica
abandonar la seguridad del día a día para hacer frente a una realidad mucho más
incómoda, pero también grandiosa. Dice Carl Sagan al respecto: “Una vez que
superamos el miedo de ser diminutos, nos encontramos en el umbral de un vasto y
asombroso Universo que hace completamente enano –en espacio, en tiempo y en
potencial– el pequeño y ordenado escenario antropocéntrico de nuestros ancestros” 16.

En definitiva, el cielo plantea una invitación al asombro y al replanteamiento que, de ser


aceptada, nos eleva a un nivel mayor. Todo lo narrado a lo largo de este trabajo no es
más que un resumen de la eterna búsqueda humana de sentido y todos los personajes
nombrados se destacaron no por saber mucho, sino por ser conscientes de que no
sabemos nada. ¿De dónde venimos?, ¿quiénes somos?, ¿cuál es nuestro lugar en el
Universo?, ¿podremos comprender algo de todo esto? El valor está en hacerse las
preguntas, no solo en conseguir respuestas.

15
Adams, D. (1998). Is there an Artificial God? Digital Biota 2. Cambridge. Traducción propia.
16
Sagan, C. (1997). Pale Blue Dot. Ballantine Books.

17
18
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