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El ser humano es esencialmente como todas las especies que habitan el planeta, con una
temporalidad tan pequeña en él, que resulta impresionante que hayamos sobrevivido hasta nuestros
días con lo único que probablemente nos diferencia del resto como especie: La consciencia. Desde
que se conoce que el ser humano es un ser consciente, mirar el cielo, aparentemente inalterable, lo
ha sumido en múltiples filosofías y teorías sobre su apariencia y su afección hacia lo que le rodeaba.
Actualmente, las preguntas fundamentales y aparentemente sencillas fueron, en el tiempo primitivo,
un verdadero esfuerzo intelectual de nuestros ancestros.
Al alzar la mirada hacia la bóveda celeste y no encontrar una explicación mejor, las primeras
sociedades adoptaron el animismo para obtener una explicación simple y, dadas sus circunstancias,
fácilmente creíble, lo que originó un universo mágico para ellas, que satisfacía su necesidad de
explicar el cosmos. Este universo evolucionó hacia un universo mítico; el ejemplo más claro es en
Grecia, donde el pensamiento evolucionó y adoptaron dioses y héroes semihumanos que hicieron su
concepción más complicada. Esto originó que el hombre pensara que las desgracias de los pueblos
ocurrían por dioses que así lo querían y las glorias de otros se daban para mantener un equilibrio en
el universo, de ahí surgieron historias sobre sus deidades y su relación con la humanidad; lo que
muchos años después se les conocería como mitos. Muchas de estas historias (si no es que todas)
están repletas de imaginación y fantasía, relatos hermosos como los de la tribu Kiliwa, que
habitaban la península de Baja California en el paleolítico, da una muestra del lugar que, pensaban,
tenían en el universo. Éstas observaciones alrededor del mundo en la antigüedad enseñaron que
había un orden en la bóveda celeste, y la mayoría de los pueblos asumieron que el mundo surgió del
desorden y que se ordenó por mandato divino. Todo esto era simple y de acuerdo a su vida, sin
embargo, otras han llegado a ser dogmas que sobreviven hasta la actualidad.
V. Heliocentrismo.
Los viajes interoceánicos fueron el camino hacia una nueva astronomía, y gracias al conocimiento
que permaneció de los griegos, junto con la invención de la imprenta, difundir las ideas fue más
fácil que en la edad media.
Cuando el modelo geocéntrico presentó muchas deficiencias, muchos astrónomos destacados
intentaron modificarlo para ajustar el principal problema que era determinar las posiciones
planetarias. No fue sino hasta Peurbach y su obra “nuevas teorías planetarias” que se daría
verdadera importancia al uso técnico de las matemáticas en la obtención de dicho cálculo.
Igualmente, los trabajos de Johannes Müller sobre la traducción del Almagesto dieron frutos en las
investigaciones de Copérnico.
Copérnico hizo una renovación fundamental en cuanto a la forma de estudiar a los cuerpos celestes
en su obra más importante “Sobre las revoluciones de las esferas celestes”. En ésta hizo un análisis
matemático de gran complejidad en el que explicó que los cuerpos celestes eran un efecto óptico
originado por los movimientos de rotación y traslación de la tierra y fundamentó un modelo que
resolvería muchos problemas añejos: el modelo heliocentrista, en el que dio una mejor idea de la
distribución de los planetas en el cosmos, expresó que las distancias al sol de cada planeta se
exponían mejor en términos del radio terrestre, la cual fue la nueva unidad astronómica. La
metodología que empleó en general para todos sus cálculos astronómicos muestra lo importante que
fueron los conocimientos matemáticos para él, por lo cual lo considero un percusor de la utilización
del cálculo para obtener una mejor aproximación a la realidad. Sin embargo, la ideología religiosa
de la época fue siempre un obstáculo para la ciencia en esa época, por lo que sus trabajos no fueron
publicados hasta que Copérnico murió. Cabe mencionar que la religiosidad no sólo vetó los trabajos
de Copérnico, sino el de muchos científicos que se oponían al modelo geocéntrico, no por ir en
contra de la iglesia realmente, sino porque las evidencias mostraban que la realidad cósmica era otra
de la que predicaban, tal fue el caso de Giordano Bruno, quien fue quemado vivo por haber ido en
contra de los dogmas cristianos ya que creía en un universo infinito donde había una posibilidad de
que se encontrase una cantidad innumerable de tierras habitadas.
El primer observatorio astronómico moderno se dice que lo fundó Tycho Brahe. ¡Qué hubiera sido
de la astronomía sin este notable hombre! Sus trabajos medidos con una precisión impresionante fue
el fruto de cuarenta años observando el cielo a través del telescopio. Tenía un catálogo estelar
donde ubicó las posiciones de 777 estrellas, por lo que en noviembre de 1572 fue sorprendido por la
aparición de una nueva. Esto significó el derrumbamiento de la visión aristotélica de la época. Junto
con ésta nueva estrella, en 1577 Brahe realizó estudios sobre el cometa que se observó en ese año y
al concluir que éste estaba más allá de la luna, el universo geocéntrico ya no tuvo fundamentos para
seguir vigente, ya que se creía que estos cometas se originaban por emisiones calientes de la tierra y
no estaban más allá de lo que se conocía como “región sublunar”, que era lo que estaba entre la
tierra y la luna. Cabe destacar que Tycho Brahe no era partidario del modelo heliocéntrico, sin
embargo, sus investigaciones sirvieron a los científicos subsecuentes para validarlo.
Otro científico destacable que sí fue partidario del modelo de Copérnico fue Galileo Galilei que,
con sus trabajos, dio pie a que la física se considerara una ciencia experimental. En una de sus obras
“El mensajero de los astros” se encuentran las primeras ideas de Galileo que validaban al modelo
heliocéntrico, donde se da la primera descripción correcta no especulativa y bastante simple de la
constitución misma de nuestra galaxia. Sin embargo, cuando publicó su obra “sobre las manchas
solares” la iglesia lo reprimió severamente, Ya que en ésta afirmaba que el sol, al igual que los
planetas, giraba sobre su propio eje, esto al observar el cambio de la posición de las manchas
solares. Fue llevado al tribunal de la inquisición donde se le prohibió enseñar sus ideas y tan sólo
tres años después, en 1616, la iglesia prohibía oficialmente la teoría heliocéntrica y la obra de
Copérnico “Sobre las revoluciones de las esferas celestes” fue incluida en los textos vetados por la
inquisición. Galileo trabajó mucho tiempo en un diálogo en defensa de la teoría heliocéntrica, el
cual llamó “Diálogo sobre los dos principales sistemas del mundo”. Por éste texto, Galileo fue
llevado por segunda vez a juicio y, por sus influencias, logró no ser asesinado, sino que decidieron
que pasaría el resto de sus días encerrado en su casa.
Creo que fue en ésta época donde la rivalidad entre ciencia y religión se hizo presente; estos
hombres no estaban en contra de la iglesia, sino todo lo contrario, pensaban que el entender el
universo era entender a Dios y conocerlo. No eran personas protestantes, ni revolucionarios: eran
personas que intentaban comprender un universo que no bastaba con ser expresado en la biblia, era
necesario conocerlo, saber por qué el Dios en el que creían había hecho todo tal y como era. Sin
embargo, no todos pensaban en eso: La inquisición creía que ellos desarmarían la fe de todos los
creyentes ciegos e ignorantes, por lo que los trataron como una amenaza para la sociedad de aquella
época. La ciencia le debe su existencia tal como es hoy en día a éstos hombres que creyeron en lo
que observaban en el cielo.
V= ѵλ
Que establece que podemos percibir un cambio en la frecuencia de la luz que percibimos de las
estrellas dependiendo si se alejan o se acercan a la tierra. Más aún, si podemos determinar el
cambio en la longitud de onda de la luz, podremos determinar la velocidad con la que este cuerpo se
mueve. Otra aplicación de efecto Doppler en la astronomía fue descubierto por Karl Vogel, que
pudo demostrar la rotación del sol.
Ensayo
La morada cósmica del hombre
(Marco Arturo Moreno Corral)