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FUENTE 1

La Revolución Industrial fue una gran transformación de la economía y la sociedad,


iniciado en Gran Bretaña en el siglo XVIII. Este proceso se vió acompañado por un
gran crecimiento de la población europea que pudo sostenerse gracias a esa
producción masiva y proporcionó abundante mano de obra barata. Estos cambios
económicos afectaron profundamente la vida de las personas, incluidos los niños.
Históricamente, los niños y niñas siempre habían ayudado a sus familias en labores
agrícolas, artesanales o negocios familiares. Sin embargo, con el auge de la
Revolución Industrial, el trabajo y la explotación infantil aumentaron notablemente.
Como señala el historiador francés Claude Fohlen:

“Está claro que los niños y las otras personas empleadas en el trabajo de los
grandes telares de algodón están sujetos a fiebres contagiosas: cuando uno
cae enfermo, la dolencia se propaga rápidamente, no solamente entre aquellos
que están trabajando en el mismo local, sino también entre las familias a las
cuales pertenecen, y en toda la vecindad.
[...]
Las grandes fábricas generalmente tienen una influencia perniciosa sobre la
salud de aquellos que trabajan en ellas, e igualmente sobre los que no padecen
cualquier dolencia, pero por la vida recluida que les imponen y por la acción del
aire contaminado e impuro.
[...]
El trabajo de noche y las jornadas prolongadas, a las cuales son sometidos los
niños, no solamente tienden a disminuir la duración de la vida y la cantidad de
los que están por nacer, por la alteración de la fuerza de esa generación, como
favorecen los vicios de los padres que, contrariamente al orden humano, viven
de la explotación de los hijos.
[...]
Los niños empleados en las fábricas son generalmente privados de cualquier
oportunidad de instruirse y de recibir educación moral y religiosa”.
 
Fohlen, C. (1965). Nacimiento de una civilización industrial: (1765 - 1875).
En L. Parias (Dir.). Historia general del trabajo. Vol. 3. Grijalbo.

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