El origen de la Psicología se vincula con las preocupaciones que ya en la
antigüedad surgieron en los filósofos acerca del conocimiento del alma, que se la entendía comprendiendo a la razón, a los sentimientos y a la voluntad. Se la consideraba como la fuerza que da vida, que anima y mueve los seres humanos. Con otras concepciones y conceptualizaciones, estos ejes y el interés por la vida psíquica sigue teniendo vigencia en la actualidad en los distintos discursos psicológicos.
Progresivamente se fueron definiendo líneas que con mayor fuerza
representaron este deseo por comprender el psiquismo del ser humano. De un lado su racionalidad, el saber cómo se originan las ideas, cómo se piensa, cómo se aprende y la relación de todo esto con la adaptación al medio social. De otro lado, cómo se siente, cómo se ama, cómo se sufre, cómo se busca placer.
Estos planteos redefinidos están hoy vinculados con investigaciones que
desde diferentes paradigmas buscan comprender y explicar cómo se constituye el sujeto, en qué consiste su subjetividad y cómo se manifiesta normal o patológicamente en las redes de la intersubjetividad de los afectos y en la incorporación de los conocimientos.
Es imprescindible señalar que la Psicología no es al día de hoy una ciencia
homogénea, puesto que desde su surgimiento a fines del siglo XIX y sobre todo desde los inicios de su gran desarrollo a comienzos del siglo XX, la Psicología se presenta constituida por una serie de tendencias y escuelas que muestran concepciones y metodologías muy diferentes.
En este sentido es que el objeto de estudio de la Psicología se ha
manifestado particularmente esquivo a una definición. Un objeto que no está definidamente acotado, que además no es un objeto único sino un objeto que se dispersa, un objeto en permanente cambio, pero también en permanente construcción. Lo que se mantiene o permanece en este recorrido histórico durante el cual se han ido constituyendo los cuerpos teóricos que denominamos Psicología, es un pensamiento que tiene que ver con querer capturar conceptualmente la interioridad del ser humano, aquello que podríamos llamar su subjetividad.
No vamos a encontrar una única concepción de sujeto porque cada
cuerpo teórico la supone desde una particular región del conocimiento psicológico y desde una práctica particular. No trabajan con el mismo supuesto teórico sobre el sujeto la teoría psicoanalítica, la sistémica, la conductista, la cognitiva. El sujeto que conoce, el sujeto que aprende, el sujeto que desea, fue caracterizado así, según distintos abordajes conforme a distintas teorías psicológicas. Importa que consideremos las distintas miradas hacia él dirigidas (Psicoanálisis, Psicología Genética, Psicología Cognitiva, etc.) para advertir la complejidad del sujeto del conocimiento.