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Conferencia General Octubre 1984

“Si lo sobrellevas bien”

élder Marvin J. Ashton


del Quórum de los Doce Apóstoles

“Siempre que tengamos amor, paciencia y comprensión, no estaremos fallando y


debemos continuar esforzándonos.”

Cuando la tragedia, la desilusión y la angustia invaden nuestras vidas, es muy común para
muchos de nosotros sentir resentimiento, y culparnos por lo sucedido. En medio de la
tensión creada por la situación solemos decir: “¿Que hicimos para merecer esto? ¿Por que
el Señor permite que esto nos pase a nosotros’?”

En su tragedia algunas personas, no buscan consejos ni consuelo, sino que parecía que
trataban de encontrar a alguien que los acompañara en su sufrimiento y se lamentara con
ellos: “Si en realidad existe un Dios misericordioso, ¿por qué permite que algo así pase?”

Debemos recordar que no todo sufrimiento es un castigo.

Muchas veces perdemos tanto tiempo averiguando cual fue el error que nos hiciera merecer
los penosos momentos por los que pasamos, que nos olvidamos de resolver los problemas
del presente. Og Mandino escribió en su libro El milagro más grande del mundo:

“Si nos encerramos en una prisión de fracaso y lástima de nosotros mismos, nos
convertiremos en nuestros propios carceleros, y sólo nosotros tendremos la llave para
liberarnos ”

Podemos salir de esa prisión si recurrimos al Señor pidiéndole fortaleza. Con su ayuda
podemos hacer que nuestras tribulaciones se conviertan en escalones ascendentes. Las
llaves están en nuestras manos

Una buena actitud sería decir: “Ayúdanos, oh Señor, a recordar tu amor por nosotros y a
sentirnos fortalecidos por ti cuando nuestros ojos se nublen de lagrimas de dolor y no
podamos ver con claridad.”

Sería conveniente que todos nosotros, especialmente aquellos que se encuentran bajo el
peso de las aflicciones debido a problemas de mala conducta o infortunio, recordáramos
que aun el profeta José Smith padeció momentos de desesperación debido a sus amargas
experiencias en la cárcel de Liberty. Quizás el también tuviera derecho de preguntar “¿Qué
hice de malo? ¿Qué hice, oh Señor, que te desagradara tanto? ¿En que fallé? ¿Por qué no
contestas mis oraciones y mis suplicas?” Poniendo de manifiesto lo que albergaba en su
corazón y en su mente, exclamó:

“Oh Dios, ¿en dónde estas?  ¿y dónde esta el pabellón que cubre tu morada oculta? (D. y C.
121:1.)

Y la respuesta consoladora fue:

“Hijo mío, paz a tu alma; tu adversidad y tus aflicciones no serán mas que por un breve
momento;

“y entonces, si lo sobrellevas bien, Dios te ensalzará; triunfarás de todos tus enemigos.” (D.
y C. 121:78.)

La promesa de Dios a José Smith es también para todos nosotros. “Si lo sobrellevas bien,
Dios te ensalzará; triunfarás de todos tus enemigos” (incluso de las angustias causadas por
la mala conducta de nuestros seres queridos).

Si es que nos toca sufrir, debemos hacernos esta pregunta:

“El Hijo del Hombre se ha sometido a todas ellas. ¿Eres tu mayor que él?” (D. y C. 122:8.)

, el Predicador, hijo de David, dijo:

“Ni es de los ligeros la carrera, ni la guerra de los fuertes”, mas el que persevere hasta el
fin, será salvo.” (Ecc. 9:1 1; Mat. 10:22 y Mar. 13:13.)

¿En que debemos perseverar en la carrera por la vida eterna para llegar a ser campeones?

Para llegar a ser ganador en la carrera por la vida eterna se requiere esfuerzo y trabajo
constante, luchar y sobrellevarlo todo con la ayuda de Dios. Pero la clave es dar un paso a
la vez.

El elemento esencial para aprender a perseverar es el esfuerzo constante. En nuestra carrera


por la vida eterna todos debemos sufrir y vencer obstáculos. Quizá pasaremos por
angustias, aflicciones, la muerte, el pecado, las debilidades, los desastres, las enfermedades,
dolor, angustias mentales, critica injusta, soledad o rechazo. La manera en que los
afrontemos determinará si se convertirán en escalones ascendentes o en piedras en nuestro
camino. Al valiente, estos obstáculos le hacen posible el progreso.

En cualquier circunstancia en la que nos hallemos, cualquiera sea la magnitud de la


tragedia, el dolor de la mala conducta, o simplemente la lucha de vivir una vida digna de un
Santo de los Ultimos Días, debemos recordar que “ni es de los ligeros la carrera, ni la
guerra de los fuertes, mas el que persevere hasta el fin será salvo”.

Cuando éramos niños, a veces se nos decía que no nos preocupáramos, que todo saldría
bien. Pero la vida no es así. No importa quienes seamos, siempre tendremos problemas. La
tragedia y la frustración son los intrusos inesperados en los planes de nuestra vida. Alguien
dijo: “La vida es la que interfiere mientras estamos haciendo otros planes.” Es importante
que no pensemos que nuestras aflicciones son un castigo de Dios. Es cierto que nuestros
hechos pueden ser la causa de algunos problemas, pero hay veces en que las pruebas no
vienen como consecuencia de las malas acciones. El camino por la vida nos enseña que
nada que valga la pena se consigue fácilmente.

Muchas veces la forma más difícil de seguir adelante esta en tratar de mantenernos firmes
en nuestras metas, obligaciones y asignaciones. ¡Que fácil es para algunos de nosotros
desviarnos de nuestro camino cuando lo inesperado y aparentemente inmerecido surge en
nuestra vida! La grandeza de una persona se mide por la manera en que esta reacciona ante
los sucesos que parecen ser totalmente injustos, desmedidos e inmerecidos. A veces
tenemos la tendencia de dejarnos vencer por una situación, en vez de sobrellevarla.
Sobrellevar quiere decir aguantar, permanecer firme, sufrir sin desmayar, seguir siendo uno
mismo, o demostrar la voluntad o el poder de perseverar.

Día a día podemos hacer el esfuerzo de obtener el poder para resistir y sufrir sin desmayar.
La inspiración y la motivación se encuentran a cada paso, en los casos que he citado
anteriormente y en otros muchos ejemplos que nos rodean. También podemos recibir
fortaleza por medio del estudio de las Escrituras y la oración constante.

Nuestros amigos y seres queridos muchas veces nos dan fortaleza y apoyo cuando nuestra
voluntad se debilita. A su vez, nuestra fortaleza y capacidad se duplican cuando ayudamos
a otros a perseverar.

Ruego a Dios que nos ayude a perseverar con determinación y firmeza. Si lo hacemos. las
palabras significativas de 2 Timoteo 4:7 cobraran mas importancia:

“He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe.”

Cuando las angustias, las tragedias, las desilusiones, los agravios, formen parte de nuestras
vidas nuestro cometido y responsabilidad será perseverar bien. Dios nos ayudara en nuestro
propósito de salir adelante, triunfar y continuar si humildemente nos consagramos a la
significativa declaración de que hemos sufrido muchas cosas, y esperamos poder sufrir
todas las cosas.” (Decimotercer Articulo de Fe.)

Dios vive. Jesús es el Cristo, y nos ha dejado una de las características de su


grandeza para que sea nuestra guía: Su perseverancia. Mientras vivía en la tierra.
El perseveró hasta el fin a la vez que sufría la más terrible de las agonías y el
repudio. Quiero dejaros mi testimonio de que Dios nos ayudara a perseverar si
hacemos el esfuerzo de vivir de acuerdo con sus enseñanzas, buscar su guía y
guardar sus mandamientos. En el nombre de Jesucristo. Amén.

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