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Teología del Antiguo Testamento

Dr. Jonathan Latham

UNA TEOLOGÍA BÍBLICA DE LA TIERRA


Palabras relacionadas: Tierra, tierra, lugar, el huerto en el Edén, santuario, tabernáculo, templo, lugar
santo y santísimo, Canaán, Jerusalén, Sinaí (Horeb), el cielo, los cielos nuevos, la tierra nueva, la nueva
Jerusalén

ADÁN Y LA TIERRA
La creación
Un patrón literario muy común en el Antiguo Testamento es comenzar con un resumen y luego
desglosar los detalles. Así comienza la Biblia.

“En el principio creó Dios los cielos y la tierra.” Es resumen. Significa que Dios creó todo – materia,
tiempo, espacio y energía. La frase siguiente comienza el desglose de los detalles: “y la tierra…” La Biblia
continúa relatado la obra divina en el universo entero principalmente enfocándose en la tierra hasta los
últimos dos capítulos de la Biblia – Apocalipsis 21 y 22.

“Y la tierra…” inicia el resumen de los siete días de la primera semana (Gn 1:1–2:3).

El tercer día la tierra seca se descubre. Ahora la Tierra tiene tierra. Luego hay una terca sección sobre lo
que Dios hizo en un sector especial de la tierra, el huerto en el Edén, a partir de Génesis 2:4. De la tierra
(adamah) forma Dios al hombre (adam, o Adán). La existencia del hombre está conectada con la tierra.
Es “el terrestre”, comisionado por Dios a llenar la tierra (Gn 1:28) de portadores de la imagen divina.

Este tema, la tierra, un lugar para que el hombre esté en la presencia divina, es de los más importantes
de la teología bíblica.

La historia de la Biblia es como Dios,


por medio del Hijo
establece un lugar, un patria, un santuario
donde el hombre puede estar en su presencia.
El relato en los inicios de Génesis es como acercarse cada vez más a una imagen digital. Con el doble–
click se acerca a ver los detalles.

• Imagen lejana, “los cielos y la tierra”. (1:1)


• Doble–click en “tierra”. (1:2)
• Doble–click en la tierra seca. (1:9–12)
• Doble–click en el Edén. (2:8–15)
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Dr. Jonathan Latham

Se observa que aún antes del pecado Dios revela su plan de gradualmente proveer un lugar para que
hombre disfrute de estar en su presencia. Edén era un santuario.

Edén como un santuario


La palabra huerto se refiere a un lugar encerrado, como los huertos reales en Israel (2 R 25:4; Neh 3:15;
Jer 39:4; 52:7) o una viña (Pr 24:30–31; Is 5:5). Es un lugar de acceso exclusivo, un lugar de privilegio. Es
la presencia de Dios (Gn 2:8) que los hace especial. Es donde el hombre puede escuchar, adorar, platicar
con y convivir con su creador. Adán funcionaba en este santuario como los levitas y sacerdotes lo harían
después en el tabernáculo. Y como los futuros santuarios, es donde Dios les daba al hombre su
revelación.

La caída
Como todas estas historias son Torah, es decir instrucción para Israel, debemos observar la enseñanza
para ellos sobre el santuario. Adán no lo guardó (Gn 2:15) y por su incredulidad (Gn 3:1, 4) desobediente
(Gn 3:6) trae maldición sobre la tierra (Gn 3:17–19) y es expulsado del santuario (Gn 3:22–23). Había
sido formado fuera del huerto y puesto en él, pero como no quiso “server y guardarlo” (Gn 2:15). Al
pecar Dios “lo sacó Jehová del huerto del Edén, para que labrase la tierra de que fue tomado” (Gn 3:23).
Estar en el santuario requiere santidad, y violar la santidad del santuario resulta en el exilio del lugar
privilegiado.

Las consecuencias
El hombre fue hecho del polvo, y por su pecado al polvo regresará. Por causa del hombre la tierra misma
cae bajo maldición, pero Dios promete uno que vendría a quitar la maldición de la tierra y restaurar el
santuario (Gn 3:15). Su título es “la simiente de la mujer”. Parece que Eva, la mujer, pensaba que su
primer hijo lo era, porque le pone el nombre adquirido, que se pronuncia “Caín”, y es labrador de la
tierra. ¿Trae él bendición a la tierra? Lo contrario. Dice Dios, “La voz de la sangre de tu hermano clama a
mí desde la tierra” (Gn 4:10). Su castigo es: “Maldito seas tú de la tierra, que abrió su boca para recibir
de tu mano la sangre de tu hermano” (Gn 4:11). Caín mismo incurre más maldición, e incluso aumenta la
maldición sobre la tierra: “Cuando labres la tierra, no te volverá a dar su fuerza; errante y extranjero
serás en la tierra” (Gn 4:12). Ya no tendrá lugar Caín. Es exiliado aún más que Adán.

Y con el tiempo, aún los hijos del sustituto (se dice “set” en hebreo), quienes por un tiempo buscaban a
Dios, contaminan la tierra. Un creyente es esta época deseaba un descanso (noé en hebreo) “de
nuestras obras y del trabajo de nuestras manos, a causa de la tierra que Jehová maldijo” (Gn 5:29).

NOÉ Y LA TIERRA
Entonces, la tarea de Noé (entre otras expresiones legítimas) es traer descanso a la tierra. Y en parte lo
hizo. Este descanso se origina en la gracia de Dios (Gn 6:8). Fue por medio de un instrumento justo e
íntegro quien caminaba con Dios (Gn 6:9). Requirió fe obediente (He 11:7). Y como en el tercer día Dios
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trajo la tierra seca de debajo de las aguas, por el diluvio vuele a cubrir la tierra entera con agua para
hace una segunda creación con un segundo adam (hombre), o agente. “Las aguas se secaron sobre la
tierra…y he aquí que la faz de la tierra estaba seca” (Gn 8:13). Esto corresponde directamente a Génesis
1:9–12. Noé recibe la comisión de llenar la tierra (Gn 9:1). Es un nuevo comienzo.

Babel como un anti-santuario


Pero nuestro segundo agente no hizo mejor que el primero, ni ninguna obra permanente. Adán anduvo
en el huerto de Dios; Noé terminó en una viña que él mismo plantó, y no le fue nada bien. ¿Borracho,
desnudo, maldiciendo a su nieto? ¿Este es agente del gran segundo “intento” con la “segunda
creación”? Los hijos de Noé (Gn 11) son iguales que el hijo de Adán (Gn 4) en cuanto a la tierra:
desobedecen a Dios. Ellos mismos dicen abiertamente que un propósito en construir la torre es “por si
fuéremos esparcidos sobre la faz de toda la tierra” (Gn 11:4). Es rebelión declarada. Pero en su
misericordia Dios los juzga. Limita en cierta manera el avance del pecado limitando la comunicación
entre los pecadores.

Pero ahora, ¿qué esperanza hay para la tierra? Vendrá por un hombre que deja la suya propia para
recibir una que Dios mismo le da.

LOS PATRIARCAS Y LA TIERRA


ABRAHAM
Dios llama a Abraham para ser de él la nación para bendecir las naciones. Pero hay dos cosas que tiene
que dejar: familia y tierra (Gn 12:1). Por fe obedece, esperando recibir familia y tierra (Gn 12:2–3). Al
principio Dios le dice salir sin saber a dónde iba – igual que a Israel Dios les habló de un lugar en Canaán
que más tarde escogería (Dt 12, 16). Al llegar a Canaán Dios le revela que ésta será su herencia (Gn
12:7). Abraham luego luego edifica un altar (Gn 12:8), porque Dios da tierra para que el hombre puede
adorarlo y estar en su presencia. Pero su fe flaquea en la primera prueba. Huye de la tierra por el
hambre y se apoya en Egipto. La simiente cae en peligro en Egipto; plagas caen sobre los egipcios, pero
Dios preserva la simiente en tierra ajena y Abraham se salva por el juicio sobre los egipcios y sale de
Egipto con gran botín. Debes poder escuchar el presagio de las trayectorias de Jacob en Parán, Israel en
Egipto, y alguien más quién dejó “patria” y Padre, yendo a Tierra lejana por causa del pecado (¡no
suyo!)…

De regreso en la tierra de sus altares (Gn 13:4) Abraham parece perder mucha tierra, de hecho lo mejor
de ella, cuando su sobrino Lot escoge lo que parecía al “huerto de Dios” (Gn 13:10). Pero Dios ahora le
da revelación precisa sobre las fronteras de su tierra (Gn 13:14–18). En nuestro contexto sería con
mapa, planos, y hasta código postales. El asunto de la tierra parece muy resuelto. Curiosamente,
Abraham no pone sus raíces muy fuerte en Canaán. Vive como “forastero y extranjero” (Gn 23:4) porque
“esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios” (He 11:10). Ahora
bien, “los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria. Pues si hubiesen estado
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pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver” (He 11:14–15). Abraham
entendía que Canaán no era la verdadera tierra santa, ni que ninguna ciudad era el santuario verdadero.
No compró tierra hasta tener que sepultar a su esposa. Veía la vanidad de este mundo.

Sodoma como un anti-santuario


Dos detalles merecen nuestra atención. La primera es notar la ciudad del rey Melquisedec, Salem
(Gn 14:18). Si no fuera por eventos posteriores no podríamos importancia en este lugar. Pero el Salmo
76:2 dice, “En Salem está su tabernáculo, Y su habitación en Sion.” El lugar donde Melquisedec reinaba
más tarde se llamaba Jerusalén. De hecho – la segunda mitad del nombre contiene la palabra salem o
shalom. Es el mismo lugar. En Génesis 14 Abraham platica con dos reyes después de su victoria – el de
Salem y el de Sodoma. Es obvio que Salem es un lugar donde personas adoran al “Dios Altísimo”,
mientras Sodoma es lugar de perversión – rebelión contra el reino de Dios.

El segundo detalle geográfico que debemos observar es dónde sacrificó Abraham a Isaac. Vivían en
Hebrón, posterior capital de Judá. Pero Dios le dijo ir “a tierra de Moriah…, [a] uno de los montes que yo
te diré.” (Gn 22:2). Fueron tres días de camino e hicieron unos noventa kilómetros. Nunca explica por
qué no podría hacerlo en Hebrón – u otro lugar cercano. Pero 2 Crónicas 3:1 dice, “Comenzó Salomón a
edificar la casa de Jehová en Jerusalén, en el monte Moriah”. Entonces dos veces Abraham tuvo
momentos de los más claves en su vida en el lugar que más tarde Dios escoge para poner su santuario.
¿Será casualidad, o plan divino?

Notemos también que Dios no le dijo exactamente a dónde iba. Sobre la marcha le aclaró cuál montes
era el del sacrificio. Esto, igual que su llegada a Canaán, prepara a Israel para entrar en Canaán sin saber
todavía dónde Dios pondría al final su nombre (Dt 12, 16). Hay mucha preparación para la selección de
Jerusalén en la vida de Abraham mismo.

ISAAC – JACOB – JOSÉ


Llegó otra hambre, y parece que Isaac también pensaba abandonar la tierra, porque Dios le dice, “No
desciendas a Egipto; habita en la tierra que yo te diré” (Gn 26:2). Luego le confirma la promesa sobre la
tierra, “A ti y a tu descendencia daré todas estas tierras.” (Gn 26:3). También le dice seguir el ejemplo de
su padre en cuanto a su actitud hacia la tierra: “Habita como forastero en esta tierra” (Gn 26:3). Y le
asegura que en la tierra será un santuario; disfrutará de la presencia suya: “Estaré contigo” (Gn 26:3).
Después de las disputas con el rey de los filisteos, Isaac regresa a Beerseba y construye su único altar. Le
hace de la tierra un santuario.

A Jacob se le da la promesa de heredar la tierra. Igual que su abuelo Abraham, Jacob, abandona la tierra
cuando por sus pecados contra Esaú éste quiere matarlo. Pero en su mera salida (Gn 28:11–17) y en el
regreso (Gn 32:22–32) a Canaán, Dios se le aparece. ¿Es coincidencia que años después Dios también se
le aparece en su última parada saliendo de la tierra rumbo a Egipto? No creo. Claro que Dios está en
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todos lugares, pero con Israel (Jacob) Dios marca la tierra como un lugar especial en cuanto a su
morada.

Jacob también hizo de la tierra un santuario, levantando altares en su primera morada de regreso a
Canaán, Siquem (Gn 33:18–20), Betel (Gn 33:1–7) y Beerseba (Gn 46:1). Dios les dio a los patriarcas
tierra para que la hicieran santuario.

Pero al final de su vida Jacob salió de la tierra por segunda vez. Esta vez, lo hizo conforme a la palabra
divina. “Habló Dios a Israel en visiones de noche, y dijo: Jacob, Jacob…Yo soy Dios, el Dios de tu padre;
no temas de descender a Egipto, porque allí yo haré de ti una gran nación” (Gn 46:2–3). Pero Israel, el
hijo especial de Dios (Éx 4:22), no estaría en Egipto para siempre. Regresaría de la tierra para ser
sepultado (Gn 50:5–13). Estos eventos también prefiguran los del verdadero Hijo, quien, en
cumplimiento de texto en Oseas 11:1 y el presagio histórico, salió de Egipto para regresar a la tierra
(Mt 2:15).

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