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La teoría física.

Su objeto y su estructura

I
II 0. Un experimento en física nunca puede condenar una hipótesis aislada,
sino todo un conjunto teórico.
1. El físico que realiza un experimento o da cuenta de él reconoce
implícitamente la exactitud de todo un conjunto de teorías. (…).
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5. Un físico discute una determinada ley, pone en duda un punto de la
teoría, ¿cómo justificará sus dudas? ¿Cómo demostrará la inexactitud de la
ley? De la proposición discutida deducirá la previsión de un hecho
experimental y dispondrá las condiciones en las que este hecho ha de
producirse. Si el hecho anunciado no se produce, la proposición que lo
había predicho será irremediablemente condenada.
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7. Ese método de demostración parece tan convincente e irrefutable como
la reducción al absurdo tan utilizada por los geómetras. Por otra parte, esta
demostración es un calco de la reducción al absurdo, teniendo en cuenta
que la contradicción experimental desempeña en la una el mismo papel que
la contradicción lógica desempeña en la otra.
8. En realidad, falta mucho para que el valor demostrativo del método
experimental sea tan riguroso y tan absoluto. Las condiciones en las que
funciona son mucho más complicadas de lo que se ha supuesto en lo que
acabamos de decir. La apreciación de los resultados es mucho más
delicada y debe ponerse en tela de juicio.
9. Un físico se propone demostrar la inexactitud de una proposición. Para
deducir de esta proposición la previsión de un fenómeno, para realizar el
experimento que ha de demostrar si ese fenómeno se produce o no, para
interpretar los resultados de este experimento y constatar que el fenómeno
previsto no se ha producido, no se limita a utilizar la proposición sujeta a
dudas, sino que utiliza además todo un conjunto de teorías, admitidas por él
sin ninguna discusión. La previsión del fenómeno cuya no producción ha de
zanjar el debate no deriva de la proposición cuestionada considerada
aisladamente, sino de la proposición cuestionada unida a todo este conjunto
de teorías. Si el fenómeno previsto no se produce, no es la proposición
cuestionada la única que falla, sino todos los fundamentos teóricos que
utiliza el físico. Lo único que nos enseña el experimento es que, entre todas
las proposiciones que han servido para prever este fenómeno y para
constatar que no se producía, hay al menos un error: pero lo que no nos
dice es dónde está ese error. ¿El físico declara que este error precisamente
está contenido en la proposición que quería refutar y no en otra parte? Esto
significa que admite implícitamente la exactitud de todas las otras
proposiciones que ha utilizado. Tanto valor tiene esta confianza como su
conclusión.
10. (…). Si según Wiener, el desmentido sólo afecta a la proposición de
Neumann, si es la única que ha de soportar la responsabilidad del error que
ese desmentido pone en evidencia, es que Wiener considera indiscutible las
otras proposiciones a las que recurre. Pero esa confianza no se impone por
necesidad lógica; nada impide considerar exacta la proposición de
Neumann y descargar todo el peso de la contradicción experimental en
cualquier otra proposición de la óptica comúnmente aceptada.
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15. En resumen, el físico nunca puede someter al control de la experiencia
una hipótesis aislada, sino todo un conjunto de hipótesis. Cuando la
experiencia no concuerda con sus previsiones, le indica que al menos una
de las hipótesis que constituyen este conjunto es inaceptable y ha de ser
modificada; pero no le dice cuál es la que debe ser cambiada.
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Estamos, pues, muy lejos del método experimental tal como lo conciben las
personas que desconocen su funcionamiento. Normalmente se cree que
una de las hipótesis que utiliza la física puede ser tomada aisladamente,
sometida al control de la experiencia y luego, cuando distintas y múltiples
pruebas han constatado su validez, situada definitivamente en el sistema de
la física. En realidad no es así. (…).
III 0. El “experimentum crucis” es imposible en física.
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2.La reducción al absurdo, que parece ser tan sólo un método de refutación,
puede convertirse en un método de demostración. Para mostrar que una
proposición es verdadera, basta llevar hasta una consecuencia absurda al
que admita la proposición contradictoria de aquélla. (…).
3. Los que asimilan la contradicción experimental a la reducción al absurdo
creen que, en física, se puede utilizar un argumento semejante al que utilizo
con tanta frecuencia Euclides en geometría. ¿Queremos obtener una
explicación teórica, cierta e incontestable de un grupo de fenómenos?
Enumeremos todas las hipótesis que se pueden hacer para dar cuenta de
ese grupo de fenómenos y después, por medio de la contradicción
experimental, eliminémoslas todas excepto una: ésta dejará de ser una
hipótesis para convertirse en una certeza.
4. Supongamos, concretamente, que tenemos tan sólo dos hipótesis.
Establezcamos unas condiciones experimentales tales que una de las
hipótesis anuncie la producción de un fenómeno y la otra la producción de
un fenómeno completamente diferente. Establezcamos estas condiciones y
observemos lo que ocurre. Según observemos el primero o el segundo de
los previstos, condenaremos la segunda hipótesis o la primera; la que no
sea condenada será ya indiscutible: el debate quedará zanjado y la ciencia
habrá adquirido una verdad nueva. Esta es la prueba experimental que el
autor del Novum Organum denominó “fait de la croix, tomando esta
expresión de las cruces que, en los confines de las carreteras, indican los
distintos caminos”.
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6. Lo que hemos dicho en el párrafo anterior demuestra hasta qué punto
nos equivocaríamos si atribuyéramos al experimento de Foucault un
significado tan simple y una importancia tan decisiva. El experimento de
Foucault no decide entre dos hipótesis, la hipótesis de la emisión y la
hipótesis de las ondulaciones, sino entre dos conjuntos teóricos que deben
ser considerados en bloque, entre dos sistemas completos: la óptica de
Newton y la óptica de Huygens.
7. Pero admitamos por un instante que en cada uno de estos sistemas todo
sea obligado, todo sea necesario con una necesidad lógica, excepto una
hipótesis. Admitamos, por consiguiente, que los hechos, al condenar uno de
los dos sistemas, condenan sin lugar a dudas la única suposición dudosa
que contiene. ¿Se sigue de ello que consideremos el experimentum crucis
un procedimiento irrefutable para transformar en verdad demostrada una de
las dos hipótesis que tenemos, del mismo modo que la reducción al absurdo
de una proposición geométrica otorga la certeza a la proposición
contradictoria? Entre dos teoremas de geometría que son contradictorios
entre sí, no cabe el tercer juicio: si uno es falso, el otro ha de ser
necesariamente verdadero. ¿Constituyen alguna vez dos hipótesis de física
un dilema tan riguroso? ¿Nos atreveríamos a afirmar que no es imaginable
ninguna otra hipótesis? (…).
8. La contradicción experimental no tiene, como la reducción al absurdo
utilizada por los geómetras, la capacidad de transformar una hipótesis física
en una verdad incontestable. Para hacerlo, sería necesario proceder a una
enumeración completa de las distintas hipótesis a las que puede dar lugar
un grupo determinado de fenómenos. Ahora bien, el físico nunca está
seguro de haber agotado todas las suposiciones imaginables; la verdad de
una teoría física nunca se decide a cara o cruz.

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