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Notas para la historia del cine guatemalteco

Por Sergio Valdés Pedroni

I. El taller de cine
El Taller de Cine de la Usac, fundado en mayo de 1986, por Ana María Pedroni,
Mario Recinos Lima, Carlos Interiano y Sergio Valdés. Fue quizás la primera
iniciativa pedagógica seria, para enseñar cine en Guatemala, que, junto a los cursos
de Justo Chang en la Alianza Francesa, sentaron las bases para el desarrollo de una
cultura audiovisual moderna en el país, posterior a la etapa de los pioneros como
Rafael Lanuzai.

Con apoyo del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos de la UNAM, la


Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Usac (sede del taller), el cineasta
salvadoreño Guillermo Escalón (que se sumó al proyecto y aportó equipo de rodaje)
y del Instituto Cubano del Arte y la Industria Cinematográfica -ICAIC-, se
produjeron tres cortometrajes de ficción en 16 mm, de los cuales se terminaron El
soplo del brujo y Al cabo del tiempoii, quedando en forma de rushes Carrito, una
propuesta que anticipaba el cine de mareros y personajes marginales. También se
realizaron diversos trabajos individuales y colectivos en soporte magnético (U-
MATIC, VHS), entre los que destaca Comunicado Urgente, documental que le sirvió
a la Asociación de Estudiantes Universitarios para denunciar ante el mundo el
asesinato de 14 estudiantes, en septiembre 1989. El Taller fue el primer vínculo
institucional de Guatemala con la Escuela Internacional de Cine y Televisión de la
Habana (EICTV), en cuya calidad envió a los primeros becarios, entre ellos Walter
Cruz, cofundador de Casa Comal.

El Taller de cine organizó por 2 años el Ciclo de Cine Latinoamericano, con


documentales y películas de ficción que se proyectaban en el Pasaje Aycinena (al
aire libre), la Usac y espacios universitarios y no convencionales del interior del
país. Fue quizás la primera vez que se exhibió en Guatemala Tierra en trance de
Glauber Rocha. También, con apoyo de la embajada de México, organizó en el
Teatro Bellas Artes dos ciclos muy concurridos: el primero dedicado a la Revolución
Mexicana, que se inauguró con «John Reed, México Insurgente» de Paul Leduc; y
el segundo sobre la etapa mexicana de Luis Buñuel. En el cine Reforma se exhibió
«Las actas de Marusia» de Miguel Littin, entre otros clásicos latinoamericanos.

También se redactó e imprimieron filmografías de directores mundiales (Akira


Kurosawa, Glauber Rocha, etc.), se organizaron charlas sobre cine para
universidades privadas, se acompañó el rodaje de películas extranjeras, empezando
con El sueño de los diablos, de Mary Ellen Davis, y se dieron los primeros pasos
para crear una ley nacional de cinematografía, que 30 años después sigue
pendiente de aprobación legislativa…

A lo largo de sus cinco años de vida formal, en sus actividades de docencia directa
participaron cuando menos 50 personas, entre ellas Alfonso Porres, Daniel
Hernández, Elías Jiménez, Luis González Palma, Genaro Cotón, Ana Inés Carpio,
Francisco De León, Walter Cruz, Rolando Herrera, Gladys Tobar, Patricia Orantes,
Gustavo Castellanos, Elsa Asturias, etc.

COROLARIO

Después del taller pasaron muchas cosas en el ámbito del cine guatemalteco:
surgió una infinidad de nuevos proyectos de producción y enseñanza y mucha
gente salió a estudiar y empezó a crear desde ángulos muy diversos, cumpliendo
con las promesas del cine en una sociedad lastimada que no cesa de buscarse en
las pantallas. Cada una de estas etapas, estas personas, estas escuelas, merece
una página en la historiografía del cine guatemalteco, una tarea necesariamente
colectiva igual que su objeto de estudio.
i
Pese a su extensa y meritoria filmografía de largometrajes tributarios del cine industrial mexicano
de la época, la película más significativa de Lanuza en términos de estética audiovisual es «Los
Ángeles de Chinautla», un cortometraje documental y experimental que produjo en colaboración con
Manuel José Arce y Joaquín Orellana

ii
Disponibles en 16 mm.

Nota publicada en Diario La Hora el 24 de marzo de 2017.

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