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Resumen:
El presente trabajo se encuentra realizado en el marco de la realización de la tesis de
licenciatura de Trabajo Social que parte de la importancia de los movimientos sociales
en los procesos de ampliación de ciudadanía, dando el lugar de protagonistas a las
masas populares o subalternas. Se sitúa el surgimiento del movimiento trans como
sujeto colectivo dentro del movimiento feminista en la segunda mitad del siglo XX,
desplegando una agenda política que denuncia las desigualdades de género, la
violencia machista y el disciplinamiento del cuerpo.
A partir de esto, los interrogantes que guían este trabajo son: ¿Cuáles son las
estrategias que utiliza el movimiento de personas trans de Tucumán para garantizar su
acceso a los derechos humanos y a la ciudadanía? y ¿Cómo se puede intervenir
desde Trabajo social con personas trans?
Los conceptos utilizados a partir de la teoría queer, permiten reflexionar sobre el
quehacer profesional del Trabajo Social, generando aportes para la intervención
profesional.
Palabras claves: Movimiento trans – Identidad de género – Identidad colectiva.
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La Ley 26.743 promueve la descriminalización y la despatologización de las identidades trans. El
reconocimiento de la Identidad de genero como derecho humano incluye el acceso a la salud integral y
también es un derecho de niños, niñas y adolescentes. El Código Civil y Comercial (2015) menciona que
el cambio de nombre de la persona humana es justa causa cuando se trata de identidad de género por
lo cual la solicitud no debe ser judicializada.
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En el año 2021, mediante el Decreto 476/21 se amplia el alcance la Ley 26.743 reconociendo las
identidades no binarias.
formal a personas trans les permitiría mejorar la calidad de vida, ya que significa
acceder a obras sociales, aportes jubilatorios, etc.
- Proyecto de Ley Integral para Personas Trans: presentado por organizaciones como
ATTTA y FALGBT, propone “asegurar a las personas trans el ejercicio pleno y en
condiciones de igualdad de sus derechos y libertades, promoviendo el respeto de su
dignidad, buscando lograr la integración social a nivel cultural, económico laboral, en el
ámbito de la salud y la educación, así como en cualesquiera otros ámbitos de la vida
ciudadana”. (ATTTA; 2020). Esta propuesta avanza más allá del derecho al trabajo y
sus beneficios, busca la inclusión de personas trans en otros sectores sociales: salud,
educación, trabajo digno (fomenta la empleabilidad en el sector privado además de
cupos en la Administración Pública), vivienda, subsidios. También se observan como
ejes centrales, políticas antidiscriminatorias y de visibilidad de la población trans.
Como respuesta el Estado, en 2020 pone en debate el proyecto de cupo laboral trans,
busca crear políticas de discriminación positiva para garantizar la igualdad real de
oportunidades. Sin embargo, gran parte del movimiento trans considera que es “una
ley de mínima”, hecha sólo para la población trans económicamente activa. Por otra
parte, el proyecto de Ley Integral para personas trans refleja una agenda política que
busca la inclusión de las tres generaciones de personas trans que coexisten en la
actualidad:
- primera generación: personas trans mayores de 40 años, consideradas
sobrevivientes, ya que la expectativa de vida de personas trans en Argentina es de 35
años. Este conjunto, en muchos casos sobrevivieron a la violencia institucional de la
última dictadura argentina o del Estado democrático.
- segunda generación: se ubica al conjunto de personas trans que, nacidas en
contexto de democracia, vivieron la transición del paradigma de la criminalización y
patologización de las identidades trans a uno de reconocimiento de derechos humanos
para esta población.
- tercera generación: ubicamos a las personas trans nacidas en el mencionado cambio
de paradigma. En este conjunto, se ubican las infancias y adolescencias trans de hoy.
Para cada una de las personas de estos grupos generacionales se busca la inclusión o
mantenerlos incluidos (si es que lo están).
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Los paradigmas son definidos como los “marcos teórico-metodológicos utilizados por el investigador
para interpretar los fenómenos sociales en el contexto de una determinada sociedad” (Vasilachis, 1992).
heterosexual, binaria, promoviendo intervenciones desde la lógica cisexista, lo que
genera que toda persona trans que llega a estos establecimientos, interpela los modos
de hacer y de leer la realidad social institucionalizados, volviéndose un “sujeto
inesperado”.
Aquí es donde les trabajadores sociales deben realizar una reflexión epistemológica a
partir del desarrollo teórico y de la práctica científica “al plantearse interrogantes
acerca de las características del objeto o de los fenómenos que analiza, acerca de los
métodos con que accederá a aquéllos, acerca de las teorías que los comprenden o de
las que será necesario crear para dar cuenta de determinados aspectos de la realidad
que parecen rebelarse ante cualquier interpretación posible otorgada por las teorías
existentes.” (Vasilachis; 1992)
Como plantea esta autora, esta reflexión es la que llevará a rupturas epistemológicas,
superando “las epistemologías que suponen que la naturaleza ontológica de lo
conocido determina la existencia de una sola forma legítima de conocer” (Vasilachis;
1992). Entonces la ruptura epistemológica para el conocer la realidad de las personas
trans, permitirá descubrir nuevos conocimientos como así también derribar aquellas
creencias y discursos como preconcepciones.
Esta ruptura epistemológica se dio con el aflore de los estudios de mujeres y géneros
a partir de la década del 60’ y ’70. Y, a comienzos de la década del 90’ es que surgen
la teoría queer con la obra de Butler (1999) que explica que la diferencia sexual entre
lo que se define como varones y mujeres, ha sido construida a partir de una matriz
heterosexual, y que las prácticas sexuales no normativas -léase no heterosexuales-
cuestionan la estabilidad del género como categoría de análisis. Con esta afirmación,
la autora plantea que el género se encuentra en crisis en los contextos queer, ya que
no es algo que se consolida a través de la sexualidad normativa, ya que “varias formas
nuevas de pensar un género que han surgido a la luz del transgénero y la
transexualidad, la paternidad y la maternidad lésbicas y gays, y las nuevas identidades
lésbicas masculina y femenina” (Butler; 1999).
Por lo tanto, desde donde se defina al sujeto trans y su realidad y cómo se valore su
testimonio, brindará determinadas posibilidades de acción delimitando horizontes de
intervención distintos: Intervenciones que reproduzcan el orden social vigente basado
en la matriz heterosexual o Intervenciones que deconstruyan las prácticas discursivas
de la heterosexualidad normativa.
Lo “instrumental” como elemento constitutivo de la intervención profesional, también
deben someterse a cuestionamiento cuando se interviene con personas trans, por ello
es que se propone una caja de herramienta para “buenas prácticas”, es decir,
prácticas respetuosas de las identidades trans4, ya que “como categoría y recurso
metodológico, el instrumento muda de piel, o de sentido, de acuerdo a los fines y
propósitos políticos, sociales, institucionales y cognitivos de la acción social” (Vélez
Restrepo; 2003).
La perspectiva de género debe ser transversal en el proceso metodológico por lo cual,
en la construcción de nuestro objeto de intervención en Trabajo Social que según
Rozas Pagaza (2001) da cuenta de las manifestaciones de la cuestión social en la vida
cotidiana de las poblaciones, debe considerarse que “la clase no agota la esfera de las
contradicciones e injusticias sociales” (Guerrero; 2018). Otras formas de opresión
aparecen en la vida social que se manifiestan en la vida cotidiana, y tiene que ver con
la discriminación y las violencias de género ejercidas por varones hacia mujeres cis y
otras identidades disidentes de la heterosexualidad normativa.
Desde esta perspectiva, a decir de Amenábar (2018) es importante que revisemos las
evaluaciones de situaciones familiares, diagnósticos e intervenciones muchas veces
desde prejuicios sexistas, estereotipos, sobre la presunta normalidad o no de los
sujetos y las familias se corre el riesgo de reforzar los patrones de opresión,
sometimiento y subordinación.
En la elaboración diagnóstica, siempre realizamos actos declarativos, nombrando a los
sujetos desde determinadas categorías teóricas. Las palabras definen a los sujetos,
les da ciertas posibilidades y ciertas limitaciones de acción. Esta reflexión permite
problematizar cómo nombramos a las personas trans y a su realidad. La Ley de
Identidad de Género nos brinda algunas posibilidades con respecto del “Trato Digno” 5.
Los problemas que atraviesa la población trans no radican en haber nacido en un
“cuerpo equivocado”, sino que reside en situaciones de violencias (en sus diferentes
modalidades y en diferentes ámbitos), acceso insuficiente a derechos humanos
básicos como la identidad, por ejemplo, entre otros. Por ello se considera necesario
que desde Trabajo Social se construyan nuevos lenguajes para nombrar la realidad
trans sin dejar de lado el carácter integral que tienen como seres humanos y que sean
respetuosos de su dignidad humana.
En la construcción de instrumentos para la actuación profesional se recalca la
importancia del “Trato Digno” como fundamental en la relación interpersonal del
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Lo instrumental de la intervención profesional es una construcción constante que combina técnicas,
competencias, conocimientos, habilidades, etc. Esta construcción, por lo tanto, requiere de un Trabajo
Social crítico que cuestione las prácticas, instituciones, 1111realice una introspección de la práctica
propia y preguntándose desde qué marcos teóricos-metodológicos y éticos actúa.
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Por otra parte, la Ley de Salud Mental declara que no se puede realizar diagnósticos en relación a la
identidad de género de la persona, los diagnósticos en base a “Trastorno de la Identidad Sexual” o
“Disforia de Género” en Argentina ya dejaron de utilizarse como lenguaje para nombrar las realidades
trans.
profesional con la persona trans, por lo cual no se debe suponer el género de una
persona por su expresión de género, tampoco suponer que es heterosexual, ya que de
esta forma se refuerzan los estereotipos de género. Por lo tanto, ¿de qué forma se
puede preguntar por la identidad de género de una persona? A partir de las
experiencias prácticas es conveniente presentarse a sí con su nombre y pronombre/s
que utiliza y preguntar al sujeto por los suyos, por ejemplo: “Mi nombre es XXXX y mis
pronombres son Elle/Ella. ¿Cómo te llamas y cuáles son tus pronombres?”.
Por otro lado, cuando es necesario registrar el género de la persona, este campo debe
estar abierto, ya que existen distintas formas en la cual las personas definen su
género. No se recomienda categorizar en este tipo de instrumentos a las identidades
trans bajo categorías como “otro”, ya que sigue colocando a esta población como una
otredad distinta de mí, como lo periférico, lo abyecto. Tampoco la denominación “tercer
género” u “X” (como la que ha utilizado el Estado Argentino recientemente para la
identificación legal de personas que se autoperciben fuera del binomio masculino-
femenino) ya que tampoco es representativa de la diversidad de géneros existentes,
por el contrario, siguen reproduciendo la invisibilidad de tales identidades. Por último,
la utilización de “autopercibido” como categoría en diferentes registros para nombrar a
las personas trans, pierde su validez por la definición propia del término, ya que todas
las identidades (tanto las Cis como Trans) son autopercibidas.
Reflexiones finales:
La intervención profesional se construye en el encuentro del sujeto con su necesidad,
a partir de la demanda de intervención. Les trabajadores sociales debemos orientar
hacia la transformación de la vida cotidiana de los sujetos a partir de la construcción
de una estrategia de intervención apropiada para la situación.
Intervenir con personas trans implica tener en cuenta la historia del movimiento trans
que permita comprender procesos de transformación a partir de las demandas y
acciones que realizan como sujeto colectivo, además que se debe considerar que el
libre ejercicio de la sexualidad y la soberanía sobre el cuerpo propio son derechos
humanos personalísimos, por lo tanto, ni el Estado, ni la sociedad debe contradecir las
necesidades sentidas por la población trans, ni imponer censura o penas6.
La reflexión epistemológica nos va a permitir identificar a qué personas se les está
negando como sujetos epistémicos: “lo trans” ha sido considerado mucho tiempo como
el punto ciego de la ciencia, y cuando surgieron los primeros marcos interpretativos,
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Martínez (2019) afirma que intervenir en lo social es tarea compleja y requiere no solo de habilidades
profesionales, sino también y fundamentalmente de un compromiso social, cultural y ético-político con
la temática con la cual se trabaja.
estos se vieron impregnados de los valores de una sociedad patriarcal y
heteronormativa.
Repensar lo instrumental, permite generar prácticas respetuosas de las identidades
trans que permitan analizar sus realidades desde una lectura de género, replantear la
forma en que preguntamos sobre el género, cómo nombramos a las personas trans y
a sus situaciones problemas.
Como desafíos para el Trabajo Social considero necesario:
- que se desarrollen “Estudios Trans” situados en la realidad latinoamericana, ya que
las “Teorías Queer” si bien aportaron mucho a la interpretación de las sexualidades no
normativas, no dejan de ser una lectura eurocéntrica de la realidad.
- que se forme y capacite a profesionales de Trabajo Social en Genero y Diversidad.
- escribir las prácticas que se desarrollan con la población trans, para comprender las
experiencias y poder mejorarlas, intercambiar experiencias con otros profesionales,
contribuir a la reflexión teórica e incidir en el diseño de políticas sociales.
Bibliografía:
ATTTA. “Proyecto de Ley integral para personas trans”. http://attta.org.ar/ 2020.
Amenábar, L. “Perspectiva de género para la intervención en lo social”. Cátedra
de Trabajo Social y Salud Pública. Facultad de Filosofía y Letras. UNT. 2017
Butler, J. “El género en disputa: El feminismo y la subversión de la identidad”.
Ed. Paidós. Buenos Aires. 1991.
FAUATS. “La Especificidad del Trabajo Social y la Formación Profesional”.
Espacio Editorial; Temperley – Argentina. 1996.
Guerrero Mc Manus, S. & Muñoz Contreras, L. “Epistemologías transfeministas
e identidad de género en la infancia: del esencialismo al sujeto del saber”.
Estudios de Género de El Colegio de México.
http://dx.doi.org/10.24201/eg.v4i0.168 2018.
Larrain, J. “El concepto de identidad”. Ed. Lom. Chile. 2001.
Ley 26.657. “Salud Mental”. 2010.
Ley 26.743. “Identidad de género”. 2012
Martínez, S. “Trabajo social y diversidad sexual: la construcción del cuerpo
trans y estrategias de intervención profesional en materia de diversidad
sexual”. Ed. Espacio. 1° Edición. CABA. 2019.
Rozas Pagaza, M. “La Intervención Profesional en relación con la Cuestión
Social”. Espacio Editorial; Bs. As. Argentina. 2001.
Vasilachis de Gialdino, I. “Métodos cualitativos I. Los problemas teórico-
epistemológicos”. Centro Editor de América Latina. Buenos Aires. 1991.
Vélez Restrepo, O. “Reconfigurando el Trabajo Social. Perspectivas y
tendencias contemporáneas”. Ed. Espacio. 1° Ed. Buenos Aires. 2003