Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
29
Intro ucción El problema del hombre
xc 11\1I ven bajo una existencia que no se plantea problemas. Ni davía no sé, pero que quiero saberlo y por ello pregunto. Int 'nogal'
si [uícra el animal, que percibe su entorno, es capaz de preguntar. sólo es posible en un horizonte explorado de antemano que tras-
1> .rrnanece ligado al dato concreto de un determinado fenómeno ~fnde el conocimiento concreto ya existente y que suscita el mo-
sin poder alzarse sobre el mismo ni preguntarse por sus razones vimiento de la pregunta.
ocultas. Lo que se le muestra es para él algó absoluto. El animal ~, El hombre pregunta por su propio ser. Lo cual sólo es posible
ueda por debajo de la posibilidad de interrogar. Sólo el hombre se ]?orqu;.:ysiempre tiene un conoci~ien~o de sí mismo. -: porq~e el
encuentra inmerso en la posibilidad y necesidad d~ preguntar. E~ el [íombre se caracteriza por la conctencia y _!3..!o'!!P~e.!}~~o'-Lrj.!.
si pro-
distintivo peculiar de su forma de ser. Pero ¿qué clase de ser es pío. Gracias a ello se eleva por encima de la vinculación ciega a la
ese que se diferencia de todos los otros por su capacidad y necesi- ~uraleza, propia de los seres infrahumanos. Sólo porque el hom-
dad de tener que preguntar? ¿Qué ser es ese que al formularse su bre sabe de sí mismo y se comprende es comprensible que pueda
interrogante se convierte en problema para sí mismo y que ha de también, preguntarse. Sin embargo se trata de un saber que no
preguntarse por su propia esencia? ¿Qué es el hombre? elimina la pregunta, sino que la hace posible. Sólo porque el hom-
Preguntar por su propia esencia sólo el hombre puede hacerlo. bre no se comprende de un modo total, porque sigue siendo para
Aquí es válida justamente la afirmación de que ninguna otra cosa, sí mismo un enigma y un misterio, porque su saberse es a la vez
ningún otro ser vivo del mundo es capaz de hacerlo. Todos los un no saber y su auto-comprensión una incomprensión - un sabio
demás seres tienen una existencia o presencia inconsciente y, por no saber o una docta ignorancia -, sólo por eso puede y debe
ende, ajena a cualquier problematicidad. preguntarse acerca de su ser propio y específico.
No pueden preguntarse por su propia esencia. De esta forma el hombre se encuentra en una extraña penum-
El interrogador en exclusiva es el hombre que pregunta a todo bra. Se sabe como un ser que se posee espiritualmente, que se com-
y hasta a sí mismo por su propia esencia; con lo cual transciende prende a sí mismo. Pero está ligado y trabado en la oscuridad de
la inmediatez de la realidad dada buscando su fundamento. la realidad y acontecimientos materiales que le impiden la plena
Cada pregunta tiene, sin embargo, unas condiciones de posibi- comprensión de sí mismo. Esta dualidad condiciona el ser del hom-
lidad. Sólo puedo preguntar cuando todavía desconozco aquello por bre. Y a ella responden la posibilidad y necesidad de preguntarse.
lo que pregunto. De otro modo, la pregunta queda superada por Tal preguntarse del hombre comporta ya una primera respues-
el conocimiento, y deja de ser posible. Y, pese a todo, sólo puedo ta. Es verdad que se trata de una respuesta provisional y necesitada
preguntar cuando ya conozco aquello sobre lo que interrogo; de de un desarrollo subsiguiente, mas 1!0 por ello deja de señalar la
lo contrario, la pregunta no tendría objeto ni sentido, sería una dirección a nuestro interrogatorio y búsqueda ulteriores acerca del
pregunta imposible de momento. Supone un cierto pre-conocimiento ser del hombre. Lo que el hombre sabe ya acerca de sí mismo- de
de lo que sé pregunta. Un preconocimiento todavía vacío, todavía un modo originario e inmediato, pero que todavía no ha logrado
indeterminado. Es un saber por el que «sé que no sé», corno ya una expresión" reflexiva, tiene que sacado a la luz y expresarlo de
decía Sócrates; es decir, un saber que no lo sé todo y que no sé forma explícita. Aquella autocomprensión originaria, que siempre
nada de un modo acabado. Es un conocer los límites del cono- posibilita, aquí y ahora, acompaña, determina y penetra todos nues-
cimiento, un sabio no saber, la docta ignoran tia, de que hablan tros conocimientos, lenguaje y actuaciones de carácter explícito,
AGusTÍN y NICOLÁS DE CUSA. y por lo general objetivo, debe exponerse, iluminarse y explicarse
Ahora bien, conocer las limitaciones del conocimiento signifi- temáticamente mediante una reflexión de lo que nosotros mismos
ca ya un sobrepasar las limitaciones de lo inmediatamente dado y somos y de lo que experimentamos y entendemos continuamente.
de lo que ya se conocía, en una anticipación hacia aquello que to- Esto parece muy simple. Se trata aquí en realidad de lo más
\
\
30 31
\
Introd ucción El problema del hombre
conocido y evidente. Pero sacarlo a luz de forma adecuada y expli- J).a dejado de ser exclusivo del quehacer filosófico. Mas, como todas'
carlo de un modo temático resulta más difícil que el logro de un ':ia5 ciencias particulares están limitadas en su contenido y método,
conocimiento empírico-objetivo, el cual está en la dirección de ':'aunque ciertamente que pueden' aportar aspectos parciales muy
nuestra postura natural y espontánea frente al mundo y que siem- J,pteresantes del hombre, hay que integrarlas en la totalidad para
pre puede remitirse a ~nos datos visibles ,y palpables. Aquí, por. el . que puedan resultar fecundas de cara a la comprensión general del
contrario, se requieren un rodeo y un análisis en los que fácilmente -hombre. Por lo mismo, no pueden suplir a una antropología filo-
influyen los puntos de· vista retorcidos, alicortos o errados que sófica, cuya tarea es la de abarcar y analizar la totalidad del ser
conducen a interpretaciones unilaterales y deficientes del ser hu- humano. Pero ¿cómo?
mano. Además, y aunque formulada por el ~amino adecuado - es ¿Consiste esa tarea en integrar los resultados de la investigación
decir, con la vista puesta en la totalidad de la existencia humana _, .científica para construir la síntesis de una «imagen del hombre»?
la pregunta que reclama una respuesta nunca alcanza la meta de- En tal caso seguiría abierto el interrogante de si en la hora pre-
finitiva. El ser del hombre muestra constantemente nuevas profun- sente, habida cuenta de la amplitud casi incalculable de la investi-
didades y misterios que provocan a su vez nuevas preguntas. De gación antropológica, es científicamente seria y ni siquiera pcsible
ahí que las preguntas de la humanidad jamás queden reducidas a] semejante síntesis; de si no estará condenada de antemano a con-
silencio. El interrogatorio no puede cesar en tanto exista el pen- vertirse en una selección arbitraria de unos conocimientos cientí-
samiento humano que de continuo pregunta e investiga. Y aun- ficos particulares. La sin tesis así forjada sería de un valor proble-
que a lo largo de la historia se hayan dado respuestas diversas ~' mático. Y más grave aún resulta este otro interrogante: ¿De dónde
hasta - aparentemente o realmente - contradictorias, tales res- toma su principio unincanre y ordenador una síntesis de ele-
puestas no dejan de apuntar a fenómenos o problemas válidos, que mentos heterogéneos? La posterior unión de una pluralidad de
una exposición filosófica de la existencia humana ha de tener en elementos aislados supone como conditio sine qua nOI1 la unidad
cuenta. precedente del todo. Tarea filosófica es desarrollar sistemáticamente
esa' supuesta totalidad. Una simple colección de resultados científi-
2.
De ahí que se plantee la cuestión de qué es realmente o cos particulares que no alcance la unidad y totalidad precedente, que
qué debe ser una antropología filosófica; cuáles deben ser su irnpos- se supone como condición, no es todavía una antropología (ilosóficl.
tación y desarrollo metodológicos. Es el problema del método que El llevarlo a cabo es algo que supera en principio el campo de
aquí sólo puede recibir una respuesta, a base de indicaciones pri- las posibilidades de una ciencia particular. Pues pertenece a su
meras y esquemáticas; el método tiene que acreditarse y hacerse propia esencia el que sepa una parte de la realidad, perfecta rncn re
valer en el terreno de los hechos 1. delimitada, y L1 estudie bajo un punto de vista asimismo perfecta-
En la actualidad existe un gran número de ciencias particulares mente definido. Ahí se fundamenta la validez v la precisión del
de carácter empírico al servicio de la investigación antropológica, plan rearnicn ro cien tiíico de las cucst iones. Se ci rcunscr ibe a u n de-
tales como la biología y la fisiología, el análisis del des1rrollo v terminado aspecto y desarrolla los métodos congruentes; pero pres-
de la conducta, la psicología y sociología empíricas, la etnología, la cinde de otros aspectos y conexiones que no pertenecen al campo
ciencia de la cultura y de la religión. Se habla de una antropología de su objeto y que escapan a los métodos que le son propios. La
médica, psicológica y sociológica, de una antropología cultural y ciencia particular es esencialmente abstracta; jumas alcanza el rodo
religiosa. El nombre de «antropología» hace ya mucho tiempo que concreto. Aunque son muchas las ciencias particulares que se ocupan
1. Para cuanto sigue, véase E. CORETH, 1,\70s ist pbilosopbiscbe A.rylhropologie?, en Zk: T'b
del hombre, cada una de ellas se orienta hacia un aspecto bien deli-
91 (1969) 252-273.
mitado de la realidad humana. Ninguna puede alcanzar a todo t:1
32 33
Introducción El problema del hombre
hombr ; ninguna es capaz de afirmar algo sobre su esencia, y 111 época antiquísima. Desde el punto de vista histórico-cultural pue-
I.lllui .ra preguntar por ella. den ser de suma importancia. Mas no lo son porque afirmen por sí
Además, como la ciencia particular es una ciencia experimental mismos algo acerca del hombre, sino únicamente porque sobre el tras-
'1\ el sentido de ciencia empírico-objetiva, no penetra en lo que fondo de un preconocimiento del hombre, de su actividad y con-
's propiamente humano, en aquello que convierte al hombre en hom- ducta, pueden entenderse como obras humanas e insertarse en la
bre. Toda ciencia empírica se ordena a un determinado objeto o historia de la cultura.
ampo de objetos, que' ha de tomarse objetivamente. Su trabajo Pero esto vale incluso para las ciencias que se ocupan directa-
versa sobre cuanto se puede hallar e investigar como objeto. El mente del hombre. El médico no espera de su ciencia una respues-
ujeto conocedor se enfrenta al objeto como frente a su otro. Cuando ta a la pregunta de ¿qué es el hombre?; es por saberlo de antes
la investigación científica se aplica al hombre - o mejor, a un as- y por saberse obligado al hombre por lo que estudia y busca todos
pecto parcial del hombre -, le convierte en el «objeto» que, se los remedios posibles para ayudar al paciente. También el psicólogo
establece, observa y analiza desde fuera. La ciencia particular obje- en su investigación empírica y concreta se guía por un conocimiento
tiviza, cosifica. No puede hacer otra cosa, porque eso pertenece preliminar del hombre, y es ese conocimiento el que despierta su
a su misma esencia. Pero al propio tiempo constituye su limitación. interés por los procesos psíquicos y el que crea la posibilidad de
No puede alcanzar lo específicamente humano, que por principio integrar los datos concretos del saber científico en su compren-
escapa a la esfera de la objetividad. Aquellas dimensiones que carac- sión del hombre. El sociólogo, por su parte, supone asimismo un
terizan al hombre como tal, que definen su autocomprensión y que conocimiento del hombre, cuya conducta social intenta escudriñar.
confieren un sentido total a la existencia humana, esas dimensiones
no aparecen en el campo visual de una ciencia empírico-objetiva ni Estos ejemplos presentan una nota en común: un objeto de co-
pueden captarse jamás con sus métodos objetivantes. Una antropo- nocimiento empírico-científico particular no tiene importancia an-
logía científica de carácter empírico y particularista, no puede re- tropológica porque exprese lo que es el hombre; ocurre más bien
coger - ni aun en su despliegue más amplio - la totalidad origi- que los conocimientos empíricos alcanzan un significado antropoló-
naria del hombre, aunque la presupone necesariamente. gico por el hecho de que nosotros sabemos de antemano - experi-
¿Por qué esto? Si un conocimiento empírico-científico pretende mentándonos y comprendiéndonos a nosotros mismos como hom-
tener algún relieve amropológico, ha de partir de una pre-com pren- bres - lo que significa ser hombre.
sión de lo que significa el ser hombre. Cuando un biólogo, por ejem- De donde se sigue que los conocimientos científicos particulares
plo, obtiene un conocimiento que es también importante para el no ofrecen a la antropología ningún auténtico punto de partida filo-
proceso vital humano, ese su conocimiento no le dice sin más lo sófico. Siempre suponen establecido aquello cuya formulación sis-
que es el hombre. Tiene que saberlo con anterioridad para conocer temática es tarea específica de una reflexión filosófica sobre el hom-
41;
el alcance antropológico de sus puntos de vista. Cuando el estudioso bre. Esto vale, por ejemplo, para la historia de la evolución. Sus in-
de la evolución tropieza con un fósil en el que reconoce o sospecha vestigaciones pueden ser sumamente ilustrativas; pero filosófica-
la presencia de un cráneo humano - tal vez se trata de un des- mente sería ingenuo tomarlas como base de una antropología. El
cubrimiento sumamente importante -, ese hueso no le dice nada problema acerca de la esencia del hombre no es equivalente al pro-
acerca de lo que es el hombre. Deberá saberlo de antemano para blema de su desarrollo; ni se resuelve con datos O teorías sobre el
valorar' el hallazgo concreto en toda su dimensión antropológica. proceso evolucionista 2. Aunque el hombre derive genéticamente de
Lo mismo cabe decir del historiador o del arqueólogo que descubren
2. M. LANnMANN, De, Menscb als Euolutionsglied oder Eigentypus, en G. HEBERER,
restos de instrumentos o de construcciones pertenecientes a una Menscblicbe Abstarnmungslebre, Sruttgart 1965, 426·443; G. HEBERER, De, Ursprung des
35
Introducción El problema del hombre
unas formas de vida animales, no se sigue por ello que sea un sacar consecuencias transcendentales de cara a la explicación y
animal, que sea, por ejemplo, un simio superdesarrollado o infrade- valoración de la conducta ética humana s.
sarrollado, cosa que también. se ha afirmado. .. Lo mismo cabe decir de los esfuerzos llevados a cabo para aplicar
Sucede más bien que los datos sobre el proceso evolutivo sólo . fa conducta y los logros culturales de los pueblos primitivos a la
pueden entenderse 'y explicarse antropológicamente sobre la pre- explicación del ser humano 6, sin caer en la cuenta de que nosotros
misa de un conocimiento anterior acerca del hombre. Antes debe, sólo podemos entender y explicar las manifestaciones y modos de
mos saber lo que es el hombre para poder formular con sentido conducta del hombre «primitivo» desde nosotros mismos dentro
la pregunta de cómo ha llegado a serlo 3.
del horizonte de nue~tra autocomprensión. Antes es preci;o aden-
Igualmente problemático resulta partir de la diferencia en tre tramos en un mundo extraño, para apartamos después de él y
hombre y animal y, por consiguiente, querer definir el ser del hom- comprenderle desde sí mismo. En todo ese proceso late un proble-
bre separándolo de la vida y conducta animales, aportando para ello ma hermenéutica de capital importancia. Una antropología que pre-
materiales tomados de la biología, de la psicología animal y del tenda ser filosófica no debe pasado por alto, sino que ha de reflexio-
análisis comparativo de los respectivos comportamientos 4. Sin duda nar sobre el asunto. En cualquier caso se supone una autocompren-
alguna que esos conocimientos pueden ser de gran importancia sión humana. Para su exposición sistemática es posible establecer
antropológica, pero sólo bajo el presupuesto del precedente autoco- unas relaciones y prescindir de otras; pero jamás será lícito sus ti-
nacimiento humano, desde el cual pretendemos conocer la conducta . tuirlas por otras ni dejadas al margen.
animal de forma analógica, con una analogía que por lo demás
resulta muy problemática. Para entender al hombre partiendo del 3. La pregunta acerca de la esencia del hombre exige la acep-
animal es necesario haber comprendido al animal a partir del tacion de la hipótesis de que se ha de afrontar y exponer temáti-
hombre. camente el conocimiento y comprensión originarios que el hombre
y ahí está el problema. Inconscientemente se pasa por alto tiene de sí mismo. Sin embargo, tal conocimiento es un «pre-cono-
cuando de un modo simplista se hacen afirmaciones antropomorfas cimiento», y esa comprensión una «pre-cornprensión». Con ello quie-
acerca del animal y se habla de su conducta inteligente, de su co- re decirse que con anterioridad a cualquier conocimiento y com-
nocimiento y voluntad, de su amor y de su odio. El hombre em- prensión explícitos y determinados existen unos datos concretos ,
pieza por ponerse en la piel del animal para intentar después enten- que constituyen un todo al que lo particular está preordenado. Se
derse a sí mismo desde el animal, y tal vez incluso para pretender trata de una visión panorámica que abarca los contenidos aislados
y los comprende en el sentido total de su conjunto. Es por ende
Menscben. Unser gegenwiirtiger Wi55ens/and, Stuttgart 1968; id., Die Evo/u/ion der Orga·
nismen, 3 vols., Stuttgart 3196755; H. HOFER - G. ALTNER, Die Sonderst ellung des Menschell, en cuanto a su esencia una magnitud atemática que constituye el
Stuttgart 1972; G.H.R. VON KOENIGSWALD, Die Gescbicbte des Menschen, Berlín '1968;-
fundamento que da sentido a los conocimientos sistemáticos par-
I. SCHWIDETZKY, Das Menschenbild der Biologie, Stuttgart '1971.
3,.A. Hus, Das st ammesgescbicbtlicbe Werden der Orgonismen und des Menschen. 1. Deu- ticulares. No viene dado como un objeto, ni puede por lo mismo
tung und Bedeutung der Abstammungslebren, Friburgo de Brisgovia 1959; P. OVERHAGE,
entenderse objetivamente, es decir, como un objeto empírico sin-
Um das Erscbeinungsbild der ersten Menschen (.Quaestiones dísputatac» 7), Friburgo de
Brisgovia 1959; id., Das Problem der Humanisation (<<Quaest. disput.» 12·13), Friburgo
de Brisgovia 1961; id., Die Evo/u/ion des Lebendigen (<<Quaest. disput.» 20-21), Friburgo de
5. K. LoRENZ, Das sogenannte Bose. Zur Nat urgescbicbte der Aggression, Viena "'1966,
Brisgovia 1964.
y las precisiones críticas en W. CZAPIE-WSKI· G. SCHEREH., Der Aggress ionstr ieb und das
4. A. Al.I.AND, Euolution und menscblicbes Verhalten, Stuttgart 1970; H.G. GADAMER- P. VOG·
LER y otros autores, Neue Antbropologie. Biologiscbe Antbropologie, 2 vols., Sruttgarr 1972;
Bose, Essen '1970; R. DENKER, Auikl árun g über Aggrcssion, Stuttgart '1971; J. RATTNER,
Aggression und menscblicbe Natur, Friburgo de Brisgovia 1970; H. SELG y otros autores,
A. GEHLEN, Antbropologiscbe
Forscbungen, Reinbek 1971; F. KElTER y otros autores,
Zur Aggression uerdammt Z, Stuttgart 1971.
Verbaltensjorscbung im Rabmen der Wissenschaft uom Menschen, Gotinga 1969; véase a este
. 6. A. GEHLEN, Urmenscb und Spátkuttur, Philosopbiscbe Ergebnisse und Aussagen, Franc-
respecto la nota 3: Der Mensch in der Wdt; H. SELG y otros autores, Die Stellung des
fort 21964.
Menscben im Kosmos (Darmstadt 1928), Berna '1966.
36 37
Introducción El problema del hombre
gular. Afecta, sin embargo, a toda nuestra conducta y lenguaje con- SItuaciones límite», siguiendo a ]ASPERS, o bien la angustia y an-
dicionándolos y' determinándolos; y afecta por igual tanto al co- siedad existenciales, el estar arrojado' y caído, el «ser-para-la-rnucr-
nocimiento y comprensión teóricos como a la voluntad y actuación te»; como hace HEIDEGGER. También cabe escoger como punto de
prácticas. Esa visión de conjunto constituye el horizonte general en arranque la relación yo-tú, según prefiere M. BUBER, o la comuni-
el que, entendiendo, nos realizamos a nosotros mismos. cación y participación interpersonal con G. MARCEL.
Con todo no nos referimos a un puro apriori - o al menos no Existe aquí una multitud de posibilidades. Y todas están jus-
a eso solo - que vendría dado simplemente con el ser del hom- tificadas mientras la totalidad humana no se reduzca a un deter-
bre. Se trata más bien de un apriori concreto, derivado de la expe- minado fenómeno particular, con lo que quedaría mermada, sino
riencia común que sacamos de nosotros mismos al realizamos en que es preciso entenderla como una unidad de sentido y como
nuestro mundo. Es el resultado de una autoexperiencia inteligente. una totalidad estructural a partir de un fenómeno antropológico de
El hecho de que esa experiencia se desarrolle constantemente en capital importancia.
nuevos contenidos es causa de que también la autocomprensión se Semejante procedimiento no deja sin embargo de plantear sus
prolongue, amplíe y ahonde, se complete y se justifique. Esto ocurre problemas metodológicos. Un fenómeno particular sólo puede con-
con las nuevas experiencias y decisiones particulares, que entran siderarse «privilegiado» y constituir e! arranque decisivo, justamen-
sin embargo en la totalidad de la autocomprensión. Todo esto es te porque se piensa que en tal fenómeno puede mostrarse la tota-
lo que constituye la comprensión preliminar desde la que abarcamos lidad de! ser humano. Por consiguiente, en él late ya una decisión
los contenidos particulares de la experiencia. Y, al revés: la tota- preliminar, que a su vez se fundamenta en una precomprensión de
lidad del propio conocimiento personal se constituye y modifica la misma totalidad; se convierte así en norma valorativa y en criterio
mediante los contenidos particulares. de selección. Se supone, pues, una precomprensión orientadora, pero
Pero cuando se trata de exponer sistemáticamente ese autocono- que no se fundamenta ni justifica en su validez normativa. ASÍ,
cimiento personal, no basta - por una parte - con recoger y expo- pues, cuanto mayor es la pretensión de querer entender la totali-
ner los fenómenos particulares sin proyectarlos sobre su funda- dad del hombre desde un fenómeno particular - por privilegiado
mento, corregirlos críticamente e integrarlos en el todo. Por otra que éste sea -, tante mayor es el peligro de una visión caprichosa
parte, sin embargo, tampoco se puede aferrar en sí mismo ni expli- y unilateral que falsee e! fenómeno general.
citar directamente ese todo, sino que una vez más ese todo se Para solucionar este problema se requiere entresacar y valorar
abre y se hace accesible desde los fenómenos particulares de los una pluralidad de fenómenos de experiencia humana personal. No
que es condición y fundamento. Existe una dialéctica entre cual- existe ningún punto de partida concreto absolutamente válido, nin-
quier fenómeno particular temático y su preexistente fundamento gún fenómeno que goce de un privilegio exclusivo. Ser hombre sig-
atemático, desde cuya totalidad nosotros entendemos y explicita- nifica una pluralidad esencial de dimensiones, en las que no sólo
mas lo particular. ¿Cómo puede afrentarse metodológicamente esa experimentamos el mundo, sino que nos experimentamos a nos-
relación dialéctica? He ahí e! verdadero problema. otros mismos. Así y todo, el hombre es una totalidad concreta que
Como acceso metodológico se presenta la posibilidad de arrancar fundamenta la pluralidad en una unidad estructural que contribuye
de un fenómeno privilegiado que se caracteriza por el hecho de que a su comprensión. Pero el problema no se resuelve por completo
en él se abren unas concepciones fundamentales de la existencia con esta exposición.
humana. Se puede arrancar de los fenómenos de la búsqueda y del También la pluralidad de fenómenos particulares revela el todo
conocimiento humanos, de la experiencia de la conciencia, de la sólo en cuanto que ya antes ha sido entendida desde el mismo todo,
libertad o del amor. Se pueden tomar como punto de partida «las y ha sido expuesta desde e! contexto general de la totalidad estruc-
38 39
. Introducción El problema del hombre
fica; un elemento de tipo fenomenológico al tiempo que trascenden- Sólo por este camino será posible averiguar la constitución on-
tal. Tal antropología tiene que partir de los fenómenos de la auto- tológica de la esencia del hombre. Por no venir nunca dada de un
realización humana, en los que nos experimentamos Y entendemos modo inmediato en sí misma, sino que preyace a la autorrealización
a nosotros mismos. Con ello se echa de ver claramente que jamás consciente como su fundamento originario, sólo puede lograrse en
puede darse una fenomenología pura en el sentido de una visión cuanto que se remite transcendentalmente la autorrealización a las
y descripción totalmente libre de condicionamientos de los «datos»
o «manifestaciones». Pues, el fenómeno, en cuanto que es aquello 7. cr. E. CoRETH, Metaphysik, Innsbruck 21964. especialmente S 3. 89·93.
\
40 41 \
Intr u ción
en una constante salida hacia el ser. Cualquier contenido de su gida por una concepción originaria, aunque atemática, del ser que,
experiencia mundana la vive como un ente en la totalidad del. ser. sin embargo, debe ser sisternatizada y expresada lingüísticamente
El hombre entiende la totalidad de su mundo como una realidad corno una reflexión transcendental. En consecuencia, una concep-
mundana, en la que se revela el carácter absoluto del ser. De ahí ción filosófica del hombre que pretenda alcanzar el fundamento
la pretensión absoluta de verdad a la, que está sujeta cualquier de su ser, sólo es posible cuando apunta de forma ontológica y explí-
afirmación como afirmación del ser. De ahí también la pretensión cita al horizonte general en que el hombre como tal se realiza
de valor absoluto que toda decisión y actuación libre experimenta y entiende. La aurocomprensión del hombre es - en unidad dia-
como un deber obligatorio. De ahí asimismo el carácter absoluto léctica - no sólo una comprensión del mundo, sino que transcen-
del valor personal que nos habla en cada semejante y que demanda diéndola y dándole un fundamento, es también una inteligencia
reconocimiento, respeto Y veneración absolutos. De ahí, finalmente, del ser.
la pregunta sobre el sentido último y absoluto de la totalidad de Una comprensión plena de lo que significa el ser humano exige,
nuestro mundo v de la existencia humana en el mundo. Por-que por lo mismo, que el horizonte del ser de la autor realización hu-
el hombre se re;liza en el horizonte del ser, es por lo que se expe- mana se desarrolle sistemáticamente. Antropologfse y ontología.
rimenta bajo la aspiración de 10 absoluto. En definitiva, sólo puede entendidas en su esencia metafísica, son por lo mismo dos aspectos
ruenderse a sí mismo desde la relación transcendental con el ser de un mismo propósito filosófico: entender al hombre desde el
absoluto e infinito, dicho de modo más concreto, en su relación fundamento de su ser y en la totalidad del ser.
rcl igiosa con el fundamento absoluto, personal y divino del ser. Antes de intentar exponerlo paso a paso queremos echar una
Una antropología filosófica es, por consiguiente y de necesidad, mirada rápida a la historia del pensamiento filosófico, por cuanto
una antr pología metafísica, si no quiere recortar precipitadamente que en ella se realiza una autoexposición del hombre. Sobre ese
hs dimensiones del ser humano, sino más bien desplegadas y abrir- trasfondo veremos después el desarrollo objetivo de la cuesti6n
42 43
Introducción El hombre en el pensamiento griego
sobre el fenómeno general del hombre en su mundo (1). En un paso pieza a tratarlo cuando resulta problemático. Es así que el hombre,
ulterior deberemos reflexionar sobre las formas fundamentales de la por lo general, no se convierte en tema explícito de la filosofía, al
autorrealización del hombre, de su conocimiento, su voluntad y menos' no en su tema central. Hasta la edad contemporánea no exis-
actuación (rr). Luego se plantea el problema acerca del ser habi- tió una antropología filosófica tal como se cul ti va al presen te. Es
tual del hombre que se manifiesta como una unidad de cuerpo y verdad que la especulación filosófica reflexiona desde antiguo sobre
espíritu (m). La totalidad personal del hombre comporta su des- el pensamiento humano (lógica) y sobre la actuación moral del
pliegue en unas dimensiones específicamente humanas (IV), pudien- hombre (ética), así como sobre su posición en la naturaleza (física)
do señalarse' como las más importantes aquellas que condicionan y en la totalidad del ser (metafísica). Surgen así de continuo plan-
toda la existencia humana, como relación personal, comunidad e his- teamientos y puntos de vistaauténticamente antropológicos que,
toria, transcendencia y religión. aunque apenas alcanzaron su pleno desarrollo metodológico y te-
mático, revelan ya una interpretación y valoración de la existencia
humana.
2. EL TRASFONDO HISTÓRICO.
44 45
Introducción El hombre en el pensamiento griego
( acerca del hombre). Y el título se convierte en la expreslOn los hombres se muestran en su mayor parte sordos frente al l~gos 11;
clave que refleja la imagen del hombre; o, más exactamente, la pero, gracias al pensamiento (<prOVE!:v), que es la prerrogatlva .su-
d ctrina del alma según la antigüedady la tradición subsiguiente. prema del hombre 12, poseen la facultad ~e entender el sentido
Primordialmente se trata del alma, no del hombre todo; se trata de los acontecimientos mundanos que consisten en la lucha cons-
de una psicología y no de una antropología. tan te 'd e contrarios
. 13
. . ,
A la filosofía heraclitiana del ser en devenir opone PARMENh
1. No obstante, en el primitivo pensamiento griego se encuen- DES una filosofía de ser en reposo. Sin embargo, también para él \
tran auténticos elementos antropo1ógicos. En los orígenes de la se caracteriza el hombre por la f!!9lltad de_pensar (VOE!:V) 14. Esa'
filosofía preyace un trasfondo mítico-religioso, en cuyo mundo facultad le capacita para penetrar la mera apariencia del mundo
representativo se realiza una auto~~p~ del hombre. Intenta cambiante y adentrarse hasta la vJE.-dad del ser. Aquí asoma ya
comprender el sentido ~~~zi~cia, tanto poteIÜtigen divino, un punto de vista que, a través de Anaxágoras y más tarde de Plal\,
...........
,- .....
'-"'1-------
de donéIe procede el alma - que está. encadenada al cuerpo y ha tón y de Aristóteles, alcanzará su pleno desarrollo y se convertrrn :
sido desterrada al mundo material- como por la meta transmun- en el elemento central de la explicación griega acerca del hombr~e'l
dana que el alma debe alcanzar algún día, tras un proceso de puri- Se entiende al hombre primordialmente como un s..er. racio.QPl, con
ficación con sucesivos nacimientos. En consecuencia se considera lo que supera a los demás seres y acontecimientos del mundo,. El :
al alma como una realid~(L.su'perior, por encima del mundo y del "!óro; o '10::;:; pasan a ser los conceptos fundamentales de la Idea
acontecer mund~;-¡;;o en Jáa realidad está la verdadera esen- '-qu</lel h6tnble tiene de sí.
cia del hombre. El primitivo pensamiento griego preseñG-ya una Mientras hasta ahora el hombre parecía encontrarse tranqui-
dualidad fundamental del alma espiritual y cuerpo material. Al lamente en un orden mundano objetivo, con la sofistica se llega
hombre le incumbe asimismo una responsabilidad por su conduc- a la primera reflexión crítico-escéptica: ¿ Somos nosotro~ I:i siquie-
ta; existe lo justo y lo injusto, la culpa y la expiación, a través de ra capaces de conocer la verdad? ¿ Existen normas. obJetlvament~
las cuales debe alcanzar su perfección definitiva. vinculantes de nuestra conducta? ¿No es todo sujetivo y relativo
Cuando sobre este trasfondo se proyecta el pensamiento pro- ¿No es acaso el propio hombre «la medida de todas las cosas»?
piamente filosófico, parece quedar en un segundo plano la pre- (PROTÁCORAS)15.
gunta acerca del hombre. Entre los filósofos jónicos de la naturaleza, Se llega así a una reflexión directa sobre el hombre que SÓCH.ATLS
ya desde TALES DE MILETO (hacia el 600 a.Ci), se trata del prin- hace suya, aunque al mismo tiempo se supera su rasgo escéptico-relu-
cipio primero (&px·~) del que derivan todos los seres y los cam- tivista de cara sobre todo a los valores y normas morales,
bios. Pero esa pregunta se plantea desde el hombre, para descu- Es' Sócrates el primero en descubrir la voz divina de la CUIl-
brir en todas las mutaciones el verdadero sentido de su existencia. ciencia, El hombre, entendido como ser racional - aunque aqu:
Así aparece ya en ANAXIMANDRO,que entiende cualquier muta- con un neto predominio del aspecto práctico \' ético -, eSLl
ción y tránsito como «culpa y expiación según el orden del tiempo» 9, l;gado a la verdad eterna e inmutable y siemprc vincularuc. por
dándole por consiguiente una explicación antropomóríica. encima de todos los cambios del mundo sensible.
En HERACLITO de Éfeso aparece un pensamiento antropológico
aún más claro. Según él, el hombre se caracteriza por la percepción
11. Her acl iro, DIELS·KRA~Z B 1
lid lagos; es decir, del sentido y ley del mundo 10. Es verdad que J2. Hcracl.to, DIELS·KRANZ B 112s.
13. Heraclito, DIELS·KRANZ b 51; cf. 53 cte.
Annxirnnndro, DlELS·KRANZ B l. H. Parrnénides, DIELS·KRANZ B 3: el. 6, 8. cte.
lO. Hcrnclito, DrELS·KRANZ b 115.
J5. Protá¡;oras, DIELS-KRANZ B l.
46 \ 47
\
Introducción El hombre en el pensamiento griego
2. Estas ideas hallan un ulterior desarrollo en la metajlsica teria convirtiéndola en un cuerpo humano vivo. Pero la materia
clásica. Según PLATÓN'I el hombre está ordenado por su espíritu es e! medio potencial que,' de una parte, recibe la determinación
1 al mundo inteligible (XpcrfLO'; voY)'t'6.;). Ese mundo es la verdadera por la forma 'esencial, mientras que, de otra parte, .le confiere la
realidad ((ív't'(ú'; ov) frente al mundo aparente y mudable de las individuación. para constituir un ser individual y único, deterrni-
cosas que se perciben por los sentidos. Por ello, el alma del hombre na80 en el espacio y en el tiempo,
es esencialmente inmortal, pertenece al mundo inmutable de las Con ello establece ya ARISTÓTELES la doctrina básica del horn-
ideas y está fundamentalmente por encima del mundo cambiante. bré que, en las afirmaciones clásicas acerca de! anima forma corporis
Platón es el primero que intenta demostrar filosóficamente la in- y de la unio subst antialis entre alma y cuerpo, influirá profunda-
mortalidad del alma 16. mente en e! pensamiento cristiano, sobre todo a través de la esco-
El descubrimiento del espíritu, de una realidad espiritual' acce- lástica aristotélica de la edad media, También Aristóteles concibe
sible sólo al espíritu de! hombre, es sin duda alguna e! gran logro al hombre en el sistema general de! orden ontológico como el centro
de importancia duradera que ha conseguido e! pensamiento griego. que une todos los grados del ser; elemento éste que a su vez se
Pero a la luz de esta consideración, lo espiritual aparece.corno el dejará sentir de forma decisiva en el pensamiento ordenador de la
único verdadero ser. La esencia y dignidad del hombre se sitúan edad media,
única~enté'··~~ lo espiritual; por el contrario, lo material y corpó- Sin embargo tampoco ARISTÓTELES ha superado por completo
reo no pueden entenderse de un modo positivo. Aparece así en la visión platónica del hombre. También en él - como en todo el
Platón un dualismo entre espíritu y materia, entre e! alma espiri- pensamiento griego - el ser espiritual del hombre se define princi-
tual y el cuerpo material del hombre; cuerpo que se presenta como palmente por el elemento cognoscitivo. El espíritu es razón, la
la cárcel y cadena del alma. El alma debe liberarse de los lazos facultad de! conocimiento intelectual. Queda en - segundo plano la
y trabas que la ligan al mundo material para retornar así a su exis- facultad de la libertad, de la decisión y responsabilidad, del amor
tencia específica que es la puramente espiritual. La perfección del y ~omunión personales. Cierto que no se niegan esos elementos,
hombre consiste por lo tanto en la mayor desmaterialización y pero quedan muy por detrás de la razón, de modo que el predomi-
espiritualización posible de la vida. Sólo que el espíritu -lo que nio de un cierto intelectualismo es patente. El espíritu está orde-
a su vez constituye un rasgo fundamental del pensamiento griego- nado a lo general y necesario, a la idea eterna de Platón, cuya esencia
se entiende sobre todo corno conocimiento intelectual. El espíritu se mantiene también en la doctrina aristotélica de la forma, aunque
es razón (voiic ), de tal forma que aquí el espiritualismo va ligado ésta ya no es una idea transcendente sino un principio esencial
al intelectualismo de la imagen del hombre. inmanente. El ser intrarnundano, sujeto a nacimiento v muerte,
También para ARISTÓTELES el hombre está por encima de todas experimenta una cierta desvalorización. No es objeto auténtico del
las demás cosas por su razón ('100:;). . conocimiento, no constituye un objeto digno de la ciencia.
Con codo, Arisróteles intenta superar el dualismo ~ latónico De ahí que la dimensión de lo his'tórico no haya alcanzado
entre cuerpo y alma así corno entender la unidad esencial del hom- aún su valoración plena en su significado para el hombre. Esto
bre. De acuerdo con su doctrina de materia (uh¡) y forma (fLOPCP~) sólo se logrará en el marco cristiano en e! que al hombre se le
corno principios internos y esenciales de las cosas, ARISTÓTELES capta en su historia, aunque entendida ésta como una historia de
en tiende e! alma corno forma del cuerpo 17; es decir, como el prin- salvación, como el lugar del diálogo histórico entre Dios y el hom-
cipio esencial y constitutivo que configura internamente a la ma- bre, como el marco de la acción salvífica divina sobre la humanidad.
Es así como la historia alcanza por vez primera un significado de
16. PLATÓN, Fedón 72c·84b y l02a·107b; República 608·610.
17. ARISTÓTELES, De Anima n, 1 Y 2, 412a·414b. salvación eterna.
48 49
\ Coreth, Hombre 4
l ntroduc iéu HI hombre '11 el Ill'n IlIlll'll!ll 1\,11'1-'11
L Aparece, pues, aquí una oposición entre el pensamiento como «el eterno retorno de lo mismo» IV, Cun (,lItI I1 ¡"/-lId l!'id ul
,t!//('f!.U y el pensamiento cristiano por lo que hace a la valoración .~el acontecimiento histórico se sacrif 11 ni ('Itlno ptOl(' u .irru
\Il' la historia. Esa oposición, sin embargo, no se interpreta hoy lar, y la libertad de la decisión q I ,101' 1 111'1 II IlId'l IH11
histórica
I m nudo de un modo concreto. No es exacto decir que la anti- la rígida necesidad del acontecer Pcr que ~sl I 1"(,, (, 111universal.
gl'ie lad griega en general no poseía una conciencia histórica. Mucho concepción del tiempo y de la historia común a lo' P 'I1SIdol (',
linces de iniciarse la historiografía propiamente dicha se encuentran griegos, es algo que ha entrado definitivamente en el tcrrcn 1
interpretaciones históricas de carácter mitológico con las que el la leyenda, Lo común a todos ellos no es el círculo cerrado de un
hombre intenta descubrir su origen, Ya en los escritos teogónicos eterno retorno, sino una sucesión progresiva y a manera de espiral,
y cosmogónicos de la primera época el hombre se entiende a sí cuyo ritmo no elimina el curso del tiempo sino que más bien
mismo desde los comienzos como inmerso en un proceso histórico. lo supone,
Lo mismo cabe decir de las doctrinas salvíficas órficas y pitagóricas Para el pensamiento griego - y aquí sí que en contraste con el
que postulan una expiación de la culpa primitiva y una purificación cristianismo - es mucho más decisiva la rígida creencia en el des-
del alma a través de reencarnaciones sucesivas para que sea posible tino según la cual todo está regido por la necesidad ((há:yxr¡)
alcanzar la salvación definitiva, Aquí no nos interesa saber cómo del destino (¡;.oZpo:) predeterminante. Esa creencia en el destino
hay que valorar tales doctrinas desde los puntos de- vista filosófico inexorable, al que están sujetos los hombres y los dioses. aflora
y teológico. ya en la filosofía griega primitiva con TALES 20 Y ANAXIMANDRO21;
Lo que sí es seguro es que no se trata de una interpretación constituye el motivo fundamental de la tragedia griega y está tam-
crítica y reflexiva de la historia. Continúa siendo una exposición bién al fondo de la metafísica helénica de lo universal y necesario.
mítica, pero que revela - y esto es aquí lo decisivo - cómo el La necesidad constituye el horizonte último que todo lo abarca y
hombre se sabe ligado a su historia, que para él tiene una impor- desde el cual el hombre se entiende a sí mismo y a los aconteci-
tancia salvífica existencial. mientos mundanos. La idea de encontrar ese horizonte último de
Tampoco es exacto atribuir al pensamiento griego en general 'la necesidad con el pensamiento es el propósi to determinan te de la
una concepción cíclica del tiempo y de la historia, en contrapo- filosofía griega, que se nos aparece tanto en la doctrina bcraclitiana
sición a la imagen lineal del cristianismo. La doctrina de la repe- del lagos, como en la doctrina del ser de PARMÉNlDES y en la teoría
tición circular del acontecer aparece ciertamente en HERACLITO 18, platonica de las ideas. En este sentido los acontecimientos intra-
para reaparecer con los pitagóricos, con EMPÉDOCLES y también con mundanos e históricos carecen de verdadera importancia, al venir
PLA.TÓN. todo predeterminado de un modo necesario. El hombre se sabe
Bajo la impresión de la alternancia regular del día y la noche, bajo un destino absoluto, ciego e impersonal; y no frente a un
del verano y el invierno, de la vida y la muerte, se ha pensado "Dios vivo y personal que, según el cristianismo, se revela en la
en un retorno rítmico de Iossmismos procesos, mas no en la fatal historia C0l110 Dios del amor y de la salvación. Aquí es donde
repetición de los mismos acontecimientos. En la migración de radica la oposición más profunda entre las concepciones griega
las almas se realiza ciertamente el retorno rítmico de la vida y cristiana relativas al hombre.
y de la muerte; pero ese proceso conduce a la liberación definitiva
que rompe el acontecer circular. 19 .. '\ILTZSClIE, 1"1, 2\1" ;1-1". 33-1, -169; VIII. 212; XII, 369, -1U.J. -105. -1m, crc.: til.IIII'"
las Nict zscbes \I/",kclI ((;'OJf·Oklau·J!urgtlbc), edil. por el :\ictz,che·Archi\'. 1~ \'01>.,
NIETZSCHE fue el primero en presentar el pensamiento antiguo Leipzig 189-1·1912.
20. CL en los apotegmas que se atribuyen a Tales y que nos ha trnnsrnít ido Diúgcncs
Laercio: lcr/.uptrra"rov ciV:l''(XT,' y.p:X7&1 yap rt'::l:\l7W'/: Tales, Dn I S K I{¡\:'\Z Al, 71, J 25.
18. Heraclito, DIELS·KRANZ B 90. 21. CL Anaxirnandro , Dm.5·KRANZ B 1.
50 51
\
Introducción El hombre en 1 p nsarniento cristiano
.ntre el mundo material. y sensible del cuerpo y el mundo espiritual penetra en el pensamiento de la primitiva dad ID xlin y iún n-
y suprasensible.· Constituye el escalón más alto del mundo. cor- cuentra un defensor en Buenaventura. Con la edad 111 h':l'I11 TI
póreo, comparte las leyes de la materia y las fuerzas vitales de la doctrina v~lverá a readmitirse y Descartes la llevará aún m¡~ 1 j s
planta y del animal. Pero simultáneamente pertenece ya al orden influyendo notablemente en los pensadores de la época.
de lo espiritual a través de su espíritu (voiic) que, en cuanto alma ToMÁS DE AQUINO, por el contrario, adopta la doctrina ari l
tj;UX~), es el principio vital del cuerpo. El alma no se concibe como télica, según la cual el alma espiritual es al propio tiempo el prin-
preexistente al modo de la concepción platónica, sino que ha sido cipio interno que conforma al cuerpo (anima forma corporis); alma
creada libre por Dios. Es imagen y semejanza de Dios, el lugar y cuerpo no son por lo mismo dos substancias separ.adas, sino d~s
de la transcendencia hacia Dios y está llamada a la vida inmortal. principios internos constitutivos que, unidos s~stanclalment~ ~unto
Tampoco se la entiende ya como pura razón, sino que al mismo substantialis), dan como resultado la substancia total del uruco y
tiempo es voluntad y facultad de libertad y de amor. mismo hombre completo. Con ello se supera el dualismo por
En este punto se distinguen dos concepciones dentro del marco cuanto la dualidad de elementos se funde en la unidad esencial
cristiano. De un lado AGUSTÍN ve la facultad suprema en el libre' del hombre.
albedrío que se perfecciona en e! amor; mientras que el conoci- Por encima de estas diferencias, en el marco general del pen-
miento sólo tiene una función de mediación o de servicio. Esta samiento medieval cristiano se mantiene la posición particularísima
toncepción domina a través de la tradición agustiniana en toda la del hombre.
alta edad media y experimenta una renovación importante durante Él es el centro de! cosmos en el que se reúnen todos los grados
e! apogeo de la escolástica, gracias a BUENAV¡;:NTURA(t 1274) y a la del ser. Por la apertura universal de su espíritu al ser, el hombre
escuela franciscana que sigue sus pasos. De otro lado, TOMÁS DE es «quodamrnodo ornnia» (= en cierto modo lo es todo), como
AQUINO (t 1274) y la. escuela dominicana adoptan los contenidos dice TOMÁS' DE AQUINO comentando a Aristóteles. Es un «rnicro-
esenciales de! pensamiento aristotélico y, con ellos, la doctrina de cosmos», como afirma a finales de la edad media NICOLÁS CUSANO,
que la facultad suprema del hombre, lo que le caracteriza de modo haciendo suya una vieja idea; un microcosmos en e! que está pre-
específico es la inteligencia (intellectus), en tanto que la libertad y sente y «contraído) el universo todo. El hombre tiene una posición
el amor no son más que sus secuencias naturales. metafísica inequívoca en la totalidad del ser; está inserto en un
Más profunda es aún otra oposición en las concepciones doc- orden objetivo y universal que se fundamenta en Dios, el Ser
trinales. Verdad es que en el marco cristiano en general queda su- absoluto e infinito.
perado el dualismo platónico por el hecho de que la materia ya
no es un principio eterno e increado y, por ende, opuesto a Dios,
sino que procede de la creación divina. Eso es algo que viene dado e) El hombre en el pensamiento de la edad moderna
con la doctrina creacionista del cristianisn o. Mas en lo que con-
cierne a las relaciones entre alma y cuerpo existen dos posturas Desde los comienzos de! pensamiento moderno la filosofía expe-
e ntrapuestas. rimenta una orientación hacia el sujeto. .
AGUSTÍN, cuyo pensamiento filosófico está hondamente influido Mientras que en la antigüedad y a lo largo de la edad media
por Platón y e! neoplatonismo, ve en el alma y en el cuerpo dos había prevalecido un pensamiento objetivo, con el que el hombre
realidades o sustancias separadas, que no constituyen una unidad tenía conciencia clara de su posición absoluta y de su seguridad
sustancial, sino que simplemente están unidas por la acción recíproca. en e! conjunto del ser, ahora se impone una mentalidad subjetiva
E la ncepción, en la que el dualismo se percibe claramente, que pretende lograr y establecer un conocimiento seguro partiendo
54 55
Introducción El hombre en el pensami nto de la edad moderna
únicamente de la inmanencia de la subjetividad. Lo cual comporta pológico irrumpe en la historia siempre que el hombre pierde el
desde luego un cambio radical en la imagen del hombre. .- clima familiar y la seguridad que hasta ese momento había disfru-
Tal cambio está en estrecha conexión con la quiebra general tado, cuando el mundo y su propia posición en el mundo le resultan
que se observa en el paso de la edad media a la edad moderna. Con problemáticos 21. Es entonces cuando se ve empujado a plantearse
el nominalismo de los últimos tiempos medievales el pensamiento la pregunta acerca de sí mismo, de su ser personal y del sentido
metafísico-sistemático de la escolástica entra en crisis y se hace de su existencia. Esto acontece sobre todo en la crisis y ruptura
problemático; a este fenómeno responde la tendencia hacia una que Occidente experimenta a comienzos de la edad moderna.
concepción crítico-empírica. El humanismo alumbra un nuevo sen- A pesar de todo lo cual, el hombre moderno no llega a configurar
timiento vital, que se vuelve hacia el hombre situado en este una antropología filosófica. Es verdad que el humanismo comporta
mundo, confiere una nueva vida a la antigüedad clásica y la con- un «viraje hacia el hombre» que ahora ocupa el punto central.
vierte en norma ideal de la vida humana y de la formación espi- También es cierto que la palabra «antropología» - al igual que
ritual. Esto provoca en múltiples puntos un viraje de la sobre- la voz «psicología» - arranca del siglo XVI; pero no es más que
naturaleza a la naturaleza, y de la transcendencia a la inmanencia. el título vacío de una exigencia que tardará mucho tiempo en
Con la reforma se rompe, además, la unidad de la fe. Hasta ahora realizarse. En el pensamiento filosófico de la época, el «viraje hacia
el hombre occidental se había sentido seguro en la fe única de la el hombre» se estrecha hasta convertirse en un «viraje hacia el
única Iglesia. A través de las graves crisis que la Iglesia ha sufrido sujeto». El hombre pasa a ocupar el centro, pero como simple sujeto,
a finales de la edad media se llega ahora al romoimiento de la y no como centro de un orden objetivo de! ser, sino cual centro
unidad y a una violenta sacudida de la seguridad que hasta este de un mundo de conocimientos subjetivos, que encuentra en DES-
momento había acompañado a la fe de la Iglesia. CARTES (1596-1650) su más seguro punto de partida con la pura
Se une a esto el derrumbamiento de la imagen general del autocerteza de la conciencia (ego cogitans). Ese yo, que cobra con-
mundo ante la acometida de la «revolución copernicana», que afecta ciencia y está seguro de sí mismo antes que de todas las demás
al hombre directamente y a su posición en el universo. Hasta cosas, no significa el hombre concreto sino únicamente la razón
ahora el hombre se había sabido en el epicentro de un mundo pura (rat io), que se posee a sí misma de forma autónoma; y desde
perfectamente ordenado y claro. Su tierra, en torno a la cual giran sí misma, es decir, desde «unas ideas innatas», puede alcanzar
el sol y las estrellas, era el centro del universo, que se completa toda la verdad. Aquí está el punto de partida del exacerbado dua-
en el hombre. Pero ahora, cuando la tierra ha dejado de ser el lismo cartesiano entre cuerpo y alma; dualismo que va mucho más
epicentro del mundo universo para convertirse en uno de los pla- lejos que el de Plárón y de Agustín. Espíritu y materia, conciencia
netas que giran alrededor del sol, el hombre se siente como arrojado pensantes (res cogit ans) y mundo corporal extenso (res extensa)
a un universo sin fronteras que ya no logra entender y en el que constituyen unas realidades radicalmente distintas, que nada tienen
ha perdido toda orientación y seguridad. El hombre ya no tiene un de común entre sí. Con ello no sólo desaparece una unidad subs-
lugar asegurado en el cosmos. La realidad objetiva ha dejado de tancial, sino que en e! fondo hasta se elimina la posibilidad de una
garantizarle el sentido y posición de su existencia: Eso hace que acción mutua entre el alma y el cuerpo. Si a pesar de todo DESCARTES
se retraiga cada vez más sobre sí mismo, como sobre el único admite la existencia de una acción recíproca, ello no es más que
punto seguro que le es dado; lo cual le obliga también a reflexionar una concesión a la experiencia, pero en contradicción con sus pro-
sobre sí mismo suscitando así la cuestión acerca del ser del hombre pios principios, como ya se reconoció en su tiempo.
y del sentido de su vida.
M. BUBER se ha referido al hecho de que el problema antro- 22. M. BUBER. Das Problem des Menschen, Heidelberg '1962.
56 57
Introducción El hombre en el pensamiento de la 'l"d J1Il1d(' I 1111
La separacion tajante entre res; cogitans y res extensa en DES- será fundaméntal en toda la ,filosofía posterior. 1 r -110 \1 pl,"
CARTES suprime además la posibilidad de una antropología; que teamiento tiene úna impqrtancia extraordinaria. Pero tarn] IO/lIH
estuviera en condiciones de comprender la unidad y totalidad viva ,.. t r una imagen filo~ófica 'del hombre que pueda abarcnr In
mon al' .
del hombre. Pretende más bien montar una psicología pura, como 'dad y totalidad del ser humano. Los contrastes entre íntulci n
uní I • • '.'
aparece lógicamente en CHR. WOLFF, al lado de la cosmología y sensible y pensamiento 'conceptual, entre conocnniento teorice :
de la teología natural, como una parte acotada de la metafísica actuación práctica, entre Ciencia y fe, no consiguen formar una UJ1l-
especial. Así nos la encontraremos incluso en KANT, que bajo el dad. Cuando Kant toma del racionalismo escolástico de CHR. WOLFF
título de 'alma nos presenta la idea de la razón pura al lado del los tres sectores de la metaphysica specialis 'y ent~ende el. mundo,
mundo y de Dios. el alma y Dios como ideas de la razón pura, esta entendiendo al
Pero con la ruptura entre alma y cuerpo, entre espirrtu y hombre únicamente bajo el título de «alma». En ese esquema no
materia se desencadena una tensión que recorre todo el pensa- hay lugar para el hombre total y concreto. Lo cual. difícilmen~e. se
miento filosófico de la edad moderna. Por una parte el racionalismo, iustiíica con la' obra kantiana Antropología en sentido pragmatzco.
subordinado sólo a lo espiritual, reduce el ser del hombre al sujeto ~ientras que una antropología fisiológica se pregunt,a. «qué hace
pensante, que se entiende como «razón autónoma», y que más la naturaleza con el hombre», la antropología pragmática se plan-
" 23
tarde, con el idealismo, se erigirá en la «razón absoluta». Toda tea la cuestión de «qué hace el hombre de SI mismo» .
la realidad viene interpretada como un acontecer espiritual. Por Cierto que aquí Kan! reflexiona sobre la autoexperiencia prác-
otra parte, el empirismo inglés, subordinado a la realidad empírico- tica del hombre, pero su antropología tiene escasa importancla.:n
material, se impone, bajo la impresión de las ciencias de la natu- parangón con sus grandes obras críticas; apenas mantiene conexión
raleza, como la única realidad objetiva científicamente demostrable, I alguna con ellas ni objetiva ni metodológica, Y ocupa frente a las
en las obras de JOHN LOCKE (1632-1704) y de DAVID HUME (1711- mismas un puesto de segundo orden; se trata, según M. LANDMAN!\
1776), que se apoyan exclusivamente
Semejante empirismo reduce el conocimiento
en la experiencia
humano a las percep-
sensible. I
I
de «una piscina infantil para los que no saben nad~r»
Antropológicamente es más importante la conocida
24.
referencia
.
ciones de los sentidos, preparando así el camino a un materialismo al tema que KA!\T hace en la introducción a su lógica, y c.n la que
que aparece por primera vez con la ilustración francesa. Cuando formula las preguntas fUndamentales de una «Filosofía de mtencion
LAMETTRIE reduce al hombre a una simple máquina (L'homme cosmopolita», Son éstas: «¿Qué puedo yo saber? ¿Qué debo hacer"
macbine, 1748), el principio mecanicista - que desde Descartes ¿Qué puedo esperar) ¿Qué es el hombre?» y agrega Kant: «A h
regía para la realidad material (res extensa) y después también para primera pregunta responde la metafísica, a la segunda la moral. J
toda la vida orgánica (la de las plantas, de los animales y la la tercera la religión y a la cuarta la antropología, ya que las tre,
del cuerpo humano) - se aplica y extiende ya a todo el hombre. , ' lacion: d
prrmeras preguntas estan re aciona as con a u 1 'Itima» 2S
" Por COi!-
.
Se echan así las bases de la explicación materialista y mecanicista, "
slgUlente,
I~"
cuestión acerca del hombre es el fundamcr1l.0 ultlJllu
e •
que continuará dejándose sentir durante el siglo XIX y hasta nuestros de toda la filosofía, aun cuando Kant personalmente no consiga
días. De ese modo, la ruptura de la unidad del hombre en Descartes trazar una antropología en este sentido, Así y todo, ya ha apare-
inicia también el desgarrón de la edad moderna entre un pensa- cido la expresión clave: ¿Qué es el hombre?
miento espiritual e idealístico y otro material y mecanicista.
KANT (1724-1804) intenta superar la oposición entre raciona- 23. K'><T WW (Obras completas) Vll, 119.
;11 Ccscbicbt c
24. M.· PhiloJOphiJche Anlbropologie. Memchlichc SelbJldctllllllg
lismo y empirismo. Su reflexión transcendental sobre la razón pura LANDMANN,
58 59
\
Introducción Materialismo y evolucionismo
\ 61
60
\