Está en la página 1de 12

FACULTAD DE CIENCIAS EMPRESARIALES Y NEGOCIOS

ESCUELA PROFESIONAL DE CONTABILIDAD Y TRIBUTACION

CURSO:
DERECHO LABORAL

TEMA:
ÁMBITO DE APLICACIÓN DEL DERECHO DEL TRABAJO

ESTUDIANTE:
LEON SANCHEZ NERSY OLGA

DOCENTE:
MG. PASCUAL ROSALES

CICLO:
XI

Jaén - Perú, 2022


ÁMBITO DE APLICACIÓN DEL DERECHO DEL TRABAJO

El Derecho del Trabajo es aquella disciplina jurídica que surgió como


consecuencia de la evidente desigualdad económica entre las dos partes de la
relación laboral:

 El trabajador, quien pone a disposición su fuerza de trabajo y su mano


de obra;
 y el empleador, quien se beneficia de las tareas realizadas por el
trabajador. Este desequilibrio siempre ha conducido a que la posición del
empleador sea la que consiga imponerse al trabajador, generando con
ello que éste se vea sumido en condiciones precarias e indignas para
realizar sus labores.

Frente a tal situación, el Derecho del Trabajo se erigió como una rama necesaria
a fin de equiparar condiciones entre trabajador y empleador, y de esa forma
restablecer el desequilibrio contractual derivado de la desigualdad económica
entre las partes, mediante la regulación de condiciones mínimas en beneficio del
trabajador.

Una vez establecido y reconocido, el Derecho del Trabajo inició un proceso de


constitucionalización que llevó a la más alta consagración de los derechos
laborales. A partir de ahí, el Derecho al Trabajo se erigió como un derecho
fundamental del hombre, cuyo ejercicio le permite lograr una existencia digna y
cuyo cumplimiento debe el Estado vigilar, proteger, fomentar e implementar por
los medios correspondientes, cerciorándose de que en todos los organismos
oficiales o privados, no se apliquen políticas de empleo discriminatorias a la hora
de contratar, formar, ascender o conservar a una persona en el empleo, pues
todo trabajador tiene el derecho de acceder en condiciones de igualdad a las
funciones y cargos públicos, si cumple con los requisitos razonables impuestos
por ley.

Bajo esa línea, los principios del Derecho del Trabajo, como lo señala Alonso
García, “son aquellas directrices o postulados que inspiran el sentido de las
normas laborales y configuran la regulación de las relaciones de trabajo con
arreglo a criterios distintos de los que pueden darse en otras ramas del Derecho”,
en palabras de Dworkin, “los principios del Derecho del Trabajo son estándares
que han de ser observados, no porque favorezcan ventajas económicas, políticas
o sociales, sino porque son una exigencia de la justicia, la equidad o alguna otra
dimensión de la moralidad.

En efecto, siendo el Derecho del Trabajo la disciplina encargada de procurar


establecer un equilibrio entre los sujetos de la relación laboral, habida cuenta de
la evidente desigualdad entre ambas partes, los principios del Derecho del
Trabajo configuran aquellos parámetros indispensables que han de inspirar la
elaboración, interpretación y aplicación de las normas de índole laboral, “amén
de servir de fuente de inspiración directa o indirecta en la solución de conflictos,
sea mediante la interpretación, aplicación o integración normativa.

Evolución del derecho del trabajo

A finales del siglo XVIII comenzó en Inglaterra la denominada Revolución industrial,


que posteriormente se fue extendiendo al resto del continente europeo. Esta
revolución se apoyaba en la utilización de nuevas máquinas y en la creación de
grandes fábricas que, poco a poco, fueron desplazando a los pequeños talleres
artesanales, haciendo surgir un proceso de industrialización no conocido hasta
entonces.

El poder de los empresarios frente a los trabajadores y la falta de unión de éstos


provocaba enormes abusos. Todo esto hacía que los trabajadores sufriesen
durísimas condiciones de vida; por ejemplo, se comenzaba a trabajar con seis u
ocho años, las jornadas superaban las quince horas diarias y en las fábricas las
condiciones eran insalubres.

La regulación de las relaciones laborales comenzó a tener una consideración jurídica


especial a partir de la segunda mitad del siglo XIX.

Las primeras leyes se promulgaron por razones de orden público, políticas o de


justicia social (el trabajo infantil, los accidentes laborales, etcétera), que sacudían la
conciencia y la sensibilidad social. A la vez, se desarrollaron los sindicatos, que
presionaban para mejorar las condiciones de trabajo. En España, entre los años
1919 y 1931 se dictó una legislación obrera importante y se promulgaron los
primeros códigos de Derecho del trabajo, que fue considerado a partir de entonces
como una disciplina autónoma.
Evolución del derecho del trabajo en Europa

La historia del trabajo es la historia de la humanidad. La vida de la


humanidad está íntimamente vinculada al trabajo y constituye el ver-
dadero fundamento de su existencia:

La fuente de toda riqueza es el trabajo, afirman los economistas, lo es


junto con la naturaleza, proveedora de los materiales que el hombre
convierte en riqueza. Pero es muchísimo más que eso. Es la condición
fundamental de toda vida humana, a tal grado que, hasta cierto punto,
debemos decir que el trabajo ha creado al propio hombre.

Tradicionalmente, se han distinguido cuatro grandes etapas en la evolución histórica


de la humanidad, etapas que seguiremos para abocarnos adecuadamente al estudio
del nacimiento y desarrollo que dentro de esa evolución ha seguido el derecho del
trabajo.

Edad antigua

Aun sin dejar de reconocer el importante papel que el trabajo jugaba,


se le restó valor en la Antigüedad; fue objeto de desprecio por los estudiosos de ese
entonces. Los grandes filósofos, fiel reflejo del pensamiento dominante, lo
consideraron como una actividad impropia para los individuos, por lo que su
desempeño quedó a cargo de los esclavos, que eran considerados como cosas y no
como personas; los personajes dedicados al cultivo de las ideas asumieron como
tareas a la filosofía, la política y la guerra.

En esta forma tan peculiar de distribuir las cargas de trabajo en las


sociedades antiguas se ha tratado de encontrar la causa del nacimiento
de grandes ciudades, como Atenas, Esparta y Roma, y el porqué del
florecimiento de las ciencias y de las artes. Aquellas estructuras sociales
estaban respaldas por personalidades como Aristóteles, Platón, Tales
de Mileto, Sócrates y otros tantos más.

Es precisamente la ciudad de Roma la que representa mayor importancia para


nuestra materia; ahí se encontraban, aunque de forma muy superficial y abstracta,
disposiciones que regulaban el trabajo, al cual se le encuadró dentro del derecho
civil bajo las figuras del arrendamiento y de la compraventa; su objeto eran los
esclavos, las bestias y demás instrumentos de trabajo.
Posteriormente, ante el aumento de la población y al no poder allegar más esclavos,
los hombres libres se vieron en la necesidad de ofrecer
sus servicios en arrendamiento, a fin de que sus arrendatarios pudieran utilizar su
energía de trabajo. Así, surgieron nuevas instituciones contractuales: locatio
conductio operis y locatio conductio operarum; la primera tenía por objeto la
realización de una determinada obra, y la segunda, la prestación de un servicio. El
denominador común de estos contratos era proporcionar objetos o energía humana
de manera temporal a cambio de una remuneración.

Sin embargo, ya desde entonces se empezaba a vislumbrar la dispersión de estos


contratos que con anterioridad —junto con otras dos figuras semejantes: locatio
conductio rerum y la aparcería— conformaban una unidad; “en la actualidad, la
independencia de estos contratos es absoluta... las normas para el contrato de obra
a precio alzado no se refieren para nada a la reglamentación del arrendamiento, y el
contrato de trabajo no corresponde ya al Código Civil, sino que reclama para sí sola
la extensa Ley Federal del Trabajo”

Edad media

En esta época cobra gran auge el artesanado y aparecen los gremios, los
cuales eran agrupaciones de individuos dedicados a un mismo oficio,
que entre sus funciones estaba la de determinar las condiciones conforme a las
cuales habrían de prestar los servicios sus agremiados, así como la recíproca ayuda
económica entre ellos. Los gremios estaban formados por maestros, oficiales y
compañeros. Los primeros, dueños de los medios de producción, en el concepto
actual serían los patrones; los oficiales y los compañeros serían los trabajadores.

Las corporaciones de oficios nacen, probablemente, con un propósito de


emancipación; el siervo y el artesano rompen con el señor feudal y se refugian en
las ciudades, en donde se dedicarían a una determinada actividad: engrosar las filas
de los gremios, que con el tiempo se erigieron en verdaderas empresas
monopolistas; no se limitaron a cumplir los fines antes mencionados, sino que
también determinaron la producción y la venta de sus mercancías, para evitar los
perniciosos efectos de la competencia y del acaparamiento de las materias primas;
asimismo, vigilaban las técnicas de producción para conservar o elevar su calidad.

Debido a las contradicciones que se dieron en el seno de los gremios, como las
diferencias de clase, con el tiempo, éstos se fueron extinguiendo. Este proceso
culminó con el Edicto de Turgot, del 12 de marzo de 1776, que fue una simple
constancia de un hecho consumado. Más tarde, en junio de 1791 se confirmó lo
anterior con la publicación de la Ley Chapellier, la cual fue el primer instrumento
legal de la burguesía en el poder para detener el nacimiento de la fuerza organizada
del proletariado.

Edad moderna

En ese tiempo regían los principios de la doctrina liberal-individualista, una


concepción filosófica de la sociedad y del hombre. Se fundamenta en la teoría del
derecho natural y los derechos del ser humano como corolario de las ideas de los
enciclopedistas franceses.

Con las declaraciones francesa (1789) y mexicana (Apatzingán, 1814) se elevó la


doctrina liberal a la categoría de derechos universales del individuo.

Esta corriente, esencialmente, pugnaba por que se dejara al hombre el campo


totalmente libre, sin trabas ni sujeciones, en el desempeño de sus actividades, pues
el hombre es, a decir de sus pensadores, un ser libre por naturaleza; quedaba a
cargo del Estado, como facultad exclusiva, garantizar el ejercicio de aquella libertad.

Así, el pensamiento de Adam Smith, sistematizador de la escuela fisiocrática,


precursora de la escuela liberal, sostenía que no había sido necesario ningún género
de voluntad colectiva para organizar el mundo económico —obviamente en
referencia al Estado—; el Estado marchaba por su propio impulso; no había sido
necesaria ninguna previsión razonada o convenio previo entre los hombres en esta
organización, por lo cual nada debía interponerse en su marcha, lo que el autor
denominó “la espontaneidad de las instituciones.

Edad contemporánea

El derecho del trabajo nace en el siglo XX como consecuencia de los siguientes


factores:
1) La profunda división que entre los hombres produjo el sistema económico liberal,
agrupándolos esencialmente en dos sectores irreconciliables entre sí: por un lado,
los dueños del capital, y por el otro, quienes subsistían mediante el alquiler de su
fuerza de trabajo (siglos XVIII y XIX).
En el inicio del siglo xIx, el triunfo del liberalismo era total; el Estado permanecía
ajeno a la vida económica y particularmente respecto de las relaciones obrero -
patronales, salvo que se tratare de reprimir la coalición sindical y los movimientos de
la huelga.

La libertad se imponía en las relaciones obrero-patronales y solamente resultaba


real y efectiva para los patrones, quienes se veían favorecidos en sus particulares
intereses. Paralelo al éxito del capitalismo industrial, empezaron a aparecer en las
ciudades suburbios de obreros de las fábricas que vivían una existencia miserable y
las crisis de sobreproducción o, mejor dicho, de subconsumo.

Las fuentes del derecho del trabajo

Las fuentes del Derecho son el origen de las normas jurídicas e indican cuál de
estas ha de aplicarse en cada caso concreto. Estas fuentes son múltiples y son de
origen interno (nacional) y externo (internacional).

En la siguiente tabla se puede observar de forma esquematizada las fuentes


internas e internacionales del Derecho del trabajo:

Fuentes internas

En el artículo 3 del Texto Refundido del Estatuto de los Trabajadores, en adelante


TRLET, se señala que «los derechos y obligaciones concernientes a la relación
laboral se regulan:»
a) Por las disposiciones legales y reglamentarias del Estado.
b) Por los convenios colectivos.
c) Por la voluntad de las partes manifestada en el contrato de trabajo.
d) Por los usos y costumbres locales y profesionales.

Las fuentes del Derecho del trabajo presentan unas características especiales
respecto al resto del ordenamiento jurídico. Por una parte, tiene unas fuentes
comunes con el resto de las ramas del derecho y, por otra, unas fuentes especiales
exclusivas del Derecho del trabajo, que son: los convenios colectivos, fruto del
reconocimiento del derecho a la negociación colectiva, los contratos de trabajo y los
usos y costumbres locales y profesionales.

Principios para la aplicación de las normas laborales

Las normas jurídicas se aplican e interpretan de acuerdo con el principio de


jerarquía, que establece que «las normas de rango inferior no pueden contradecir las
de rango superior».

A la hora de aplicar e interpretar correctamente las normas de carácter laboral se


han de tener en cuenta unos principios específicos propios del Derecho del trabajo:
principio de norma mínima, principio de norma más favorable, principio de
irrenunciabilidad de derechos, principio de condición más beneficiosa y principio in
dubio pro operario.

El principio de jerarquía se concreta en el Derecho del trabajo a través del principio


de norma mínima y el principio de norma más favorable, es decir, el principio
de jerarquía no se vulnera si se aplica una norma de rango inferior siempre que
establezca condiciones más favorables para el trabajador que la norma de rango
superior.
Principio de primacía de la realidad

El principio de primacía de la realidad determina que en caso de existir discrepancia


o divergencia entre los hechos y lo declarado en los documentos o en las
formalidades, se preferirá siempre lo que haya ocurrido en la realidad.

Este principio tiene como sustrato el principio protector del Derecho Laboral y opera
en cualquier situación en la que se produzca una discordancia entre lo que los
sujetos dicen que ocurre y lo que efectivamente sucede, para preferir esto sobre
aquello. No significa que la declaración efectuada por las partes no tenga
importancia. El ordenamiento presume su conformidad con la voluntad real de ellas,
pero permite desvirtuar dicha presunción si constata la discrepancia entre una y otra.

Y es que, en muchos casos, las reales condiciones de trabajo no constan en los


documentos, o constando no se condicen con lo que verdaderamente sucede en la
realidad, por lo que resulta necesario que los jueces deban verificar directamente los
hechos mismos. Así, por ejemplo, este principio es utilizado con frecuencia por la
jurisprudencia para descartar la apariencia de un contrato civil de locación de
servicios ante la realidad de una relación laboral. También opera para determinar la
duración indefinida del vínculo, cuando la declaración de temporalidad del mismo no
corresponde con la naturaleza de las labores desempeñadas.

Principio de Indubio pro operario

En virtud del principio in dubio pro operario el juez laboral que se encuentre en la
disyuntiva de aplicar dos o más normas distintas para resolver un mismo conflicto
jurídico deberá preferir la interpretación que le sea más favorable al trabajador,
favorabilidad de que debe atender a buscar un beneficio en el tiempo y no uno
mediato o inmediato, evidentemente ello a la luz de cada caso en concreto.

Este principio también tiene como sustrato el principio protector del Derecho Laboral
y debe utilizarse si culminados los esfuerzos razonables de obtener, por vía del
empleo de los criterios clásicos de interpretación, un significado convincente de una
norma, éste no se lograra.

Lamentablemente, el desarrollo jurisprudencial de este principio ha sido muy escaso,


y solo podemos encontrar algunos bosquejos expresados por el Tribunal
Constitucional acerca de la regla indubio pro operario.

Principio de igualdad de trato y no discriminación


El principio de igualdad de trato y no discriminación hace referencia a la regla de no
discriminación en materia laboral, el cual específicamente se constituye a partir del
derecho fundamental a la igualdad ante la ley. Este principio asegura, en lo relativo a
los derechos laborales, la igualdad de oportunidades se acceso al empleo y de
tratamiento durante el empleo.

En este contexto, la discriminación laboral se produce cada vez que se escoge o


rechaza a un trabajador por razón de su origen, sexo, raza, color, orientación sexual,
religión, opinión, condición económica, social, idioma o de cualquier otra índole, sin
tomar en consideración los méritos ni las calificaciones necesarias para el puesto de
trabajo que se trate.

Principio de irrenunciabilidad de derechos

El principio de irrenunciabilidad de derechos tiene por objetivo proscribir que el


trabajador renuncie a sus derechos laborales reconocidos por la Constitución y
leyes vigentes en su propio perjuicio, en aras de resguardar sus intereses en la
relación laboral.

Este principio busca proteger al trabajador, al cual se le considera la ‘parte débil’


de la relación laboral, en la medida que declara la nulidad de todo acto del
trabajador que disponga de un derecho reconocido en una norma imperativa.
Principio de legalidad

El principio de legalidad, como contenido del Derecho al Debido Proceso,


constituye un límite a la facultad sancionadora del empleador Por el principio de
legalidad, las faltas y prohibiciones deberán estar debidamente tipificadas,
prohibiéndose de este modo la aplicación por analogía de conductas
reprochables.
A tal efecto, es preciso tener presente, como ha puesto de manifiesto el Tribunal
Constitucional a partir de la STC Exp. Nº 0010-2002-AI/TC, que el principio de
legalidad exige que las conductas prohibidas estén claramente delimitadas por la
ley, prohibiéndose tanto la aplicación por analogía, como también el uso de
cláusulas generales e indeterminadas en la tipificación de las prohibiciones.

Principio de inmediatez

El Principio de Inmediatez, como contenido del Derecho al Debido Proceso,


constituye un límite a la facultad sancionadora del empleador y se sustenta en el
Principio de Seguridad Jurídica. En virtud de este principio debe haber siempre
un plazo inmediato y razonable entre el momento en que el empleador conoce la
existencia de la falta cometida por el trabajador y el momento en que se inicia el
procedimiento y se le impone la sanción disciplinaria. En tal sentido, en el
presente informe, analizaremos los distintos aspectos doctrinarios y
jurisprudenciales que fundamentan la aplicación de este principio.

Principio de razonabilidad y proporcionalidad

Los principios de razonabilidad y proporcionalidad son mecanismos de control o


interdicción de la arbitrariedad en el uso de las facultades discrecionales del
empleador a fin de evitar conductas abusivas del derecho, para lo cual se exige
que las decisiones que se tomen en ese contexto respondan a criterios de
racionalidad, proporcionalidad y que no sean arbitrarias.

Si bien la doctrina suele hacer distinciones entre el principio de proporcionalidad


y el principio de razonabilidad, como estrategias para resolver conflictos de
principios constitucionales y orientar al juzgador hacia una decisión que no sea
arbitraria sino justa; puede establecerse, prima facie, una similitud entre ambos
principios, en la medida que una decisión que se adopta en el marco de
convergencia de dos principios constitucionales, cuando no respeta el principio
de proporcionalidad, no será razonable.

Principio de continuidad

El principio de continuidad establece que si el trabajador continúa laborando por


un plazo mayor al periodo máximo de contratación laboral que establece la Ley
(05 años), este alcanza la protección contra el despido laboral y no puede ser
despedido sino por causas establecidas por Ley.

Conclusiones:

El Derecho del Trabajo es la disciplina encargada de procurar establecer un


equilibrio entre los sujetos de la relación laboral, habida cuenta de la evidente
desigualdad entre ambas partes, los principios del Derecho del Trabajo
configuran aquellos parámetros indispensables que han de inspirar la
elaboración, interpretación y aplicación de las normas de índole laboral.

Estos Principios, son la concreción de valores universales de dignidad,


seguridad, justicia e igualdad, que responden a la esencia del sistema normativo,
que lo orientan y ayudan a su interpretación, alumbrando los casos dudosos o de
vacío legal, constituyéndose así en fuentes del Derecho del Trabajo, amén de
servir de fuente de inspiración directa o indirecta en la producción de normas y
solución de conflictos.

También podría gustarte