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Los sumos sacerdotes que han promovido la guerra y la supervivencia del más apto a
lo largo de la historia bajo registro siempre fueron maltusianos (incluso antes de
que existiera Malthus), pues los imperios siempre se han centrado más en
monopolizar los recursos finitos de una época, en vez de fomentar los
descubrimientos creativos y las nuevas invenciones que harían surgir nuevos
recursos para superar los “límites de crecimiento” de la naturaleza (un
desequilibrio que según ellos no debe tolerarse). Haya o no creído Malthus en lo
que profesaba, el sistema que lleva su nombre y la propia conciencia de los
“superhombres” de la aristocracia británica sobre la necesidad de exterminar a los
“no aptos”, precedió al darwinismo social. El propio Malthus pidió con frialdad que
se fomentara la plaga y otras “formas naturales de destrucción” para eliminar la
manada de los “no aptos”. Por lo que cualquier analogía con la situación sanitaria
global actual, podría no ser necesariamente una desaventurada coincidencia, sino
parte de la filosofía maltusiana aplicada.
Creo que cualquier ser humano cuerdo puede estar de acuerdo en que, si bien la
guerra nunca fue una buena idea, la guerra en el siglo XXI es absolutamente
intolerable. El problema al que nos enfrentamos actualmente es que muchas de las
fuerzas que impulsan los acontecimientos mundiales hacia una guerra total de
“Aniquilación Mutua Asegurada” son todo menos cuerdas.
Para volver a decir lo que quiero decir: Este grupo no cree necesariamente en el
grupo ideológico que maneja, de la misma manera que un padre tampoco cree en el
ratoncito Pérez que promueve para lograr ciertos patrones de comportamiento en sus
hijos.
babilonia
Los creadores de ideología modernos desempeñan el mismo papel que los antiguos
sumos sacerdotes de Babilonia, Persia y Roma, que dirigían los numerosos cultos y
las innumerables religiones paganas misteriosas registradas a lo largo de la
historia. Está bien documentado que cualquier culto podía existir cómodamente bajo
el control de Roma, siempre y cuando dicho culto negara cualquier pretensión de
veracidad objetiva -haciendo que el surgimiento de los credos monoteístas
abrahámicos fuera más que un poco antagónico al imperio.
Por supuesto.
¿Por qué?
Porque un Imperio, como todo en el mundo, existe como un todo con partes… pero como
niegan cualquier principio de ley natural (justicia, amor, bondad, etc), los
imperios son una mera suma de partes y sus reglas de organización no pueden ser más
que suma cero (1). Cada grupo sectario puede coexistir como una cámara de eco junto
a otros grupos que sacrifican a cualquier deidad que deseen sin juzgar el bien o el
mal moral, limitados sólo por una fe ciega común en las creencias de su grupo, pero
no se permite nada universal sobre la justicia, la razón creativa o la naturaleza
humana. Aquí la “paz” a-moral del “equilibrio” puede ser alcanzada por una
oligarquía que desea señorear a los esclavos. Ya se trate de César Augusto, del
Congreso de Viena de Lord Metternich, de Aldous Huxley, de Sir Henry Kissinger o de
Leo Strauss (padre del neoconservadurismo moderno), la “paz” nunca puede ser más
que un “equilibrio de partes” matemático.
Ahora es un buen momento para preguntarse: ¿Qué aspecto tiene este fenómeno en
nuestra época moderna?
La crisis actual se debe al choque entre dos fuerzas políticas que representan dos
corrientes opuestas de la ciencia y que luchan por moldear el mundo
Pero, ¿qué hay de Thomas Huxley (también conocido como “el Bulldog de Darwin”),
cuyos esfuerzos por destruir todas las teorías competidoras que incluían el
“propósito”, el “significado” o el “diseño” fueron aplastadas y ridiculizadas hasta
la oscuridad? El propio Huxley declaró que no creía en el sistema de Darwin.
Entonces, ¿por qué su teoría fue promovida a la fuerza mientras que incluso el Club
X de Huxley reconocía sus muchos defectos? En su autobiografía, Darwin escribió lo
siguiente sobre su descubrimiento:
Un poco más tarde, Malthus incluso abogó por el exterminio temprano de los bebés
pobres que tenían poco valor para la sociedad cuando dijo:
“Propondría que se hiciera una regulación, declarando que ningún niño nacido de
cualquier matrimonio que tenga lugar después de la expiración de un año desde la
fecha de la ley, y ningún niño ilegítimo nacido dos años desde la misma fecha,
debería tener derecho a la asistencia parroquial… El bebé es, comparativamente
hablando, de poco valor para la sociedad, ya que otros suplirán inmediatamente su
lugar.”
Muere el príncipe que deseó ‘volver a la Tierra reencarnado como un virus mortífero
para reducir la población’
maltusianismo
Hoy en día, el paradigma positivo por el que Lincoln murió para defender está
representado de forma más clara por los líderes de naciones como Rusia y China, que
han atacado repetidamente el orden neoliberal de la posverdad y también la
filosofía de ganar-perder de la geopolítica hobbesiana (3).
Aunque líderes como Putin y Xi entienden esto, los ciudadanos de Occidente seguirán
estando lamentablemente mal equipados para dar sentido a estos sistemas caóticos de
creencias, extraerlos de sus propios corazones si están tan contaminados o
resistirse a ellos con eficacia, sin entender que quienes fabricaron y gestionan
estas estructuras de creencias nunca creyeron realmente en ellas.
Los padres fundadores de los neoconservadores como Leo Strauss y Sir Bernard Lewis
nunca creyeron en absoluto en las ideologías a las que sus gólems cultistas como
Bolton, Cheney o Kristol se han adherido tan religiosamente. Su creencia era sólo
que la suma de partes llamada humanidad debe ser gobernada en última instancia por
un Leviatán Hobbesiano (también conocido como: un nuevo Imperio Romano
globalizado), y que el Leviatán sólo podría ser creado en respuesta a un período
intolerablemente doloroso de caos que sus retorcidas hadas de los dientes
introducirían en este mundo.
Notas al pie
(1) Desde este punto de vista, merece la pena revisar el personaje de Calicles en
el diálogo Gorgias de Platón o el de Trasímaco en el libro primero de la República
-ambos ejemplifican la visión oligárquica del mundo al negar la existencia de los
principios morales- relegándolos a meras herramientas útiles con las que los
“sabios” pueden señorear a los “esclavos” nacidos en clases inferiores. Los padres
fundadores neoconservadores como Leo Strauss o Alan Bloom que se autodenominan
“neoplatónicos” se limitan a hacer una lectura literal de selecciones escogidas de
la República y luego afirman sin pruebas que Platón realmente creía en la visión
del mundo de Trasímaco y Calicles.
(2) Para aquellos interesados en profundizar un poco más en este tema, el autor
pronunció una conferencia en 2010 titulada El asunto sobre la mente perdida de
Darwin.
(3) A lo largo de los años posteriores a JFK, el representante más claro de esta
tradición antioligárquica en Estados Unidos se encontró sistemáticamente en los
esfuerzos del difunto economista y candidato presidencial Lyndon LaRouche, una
selección de cuyas obras puede revisarse aquí.