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Al pueblo de Aija llegan con el objetivo de matricular a Jhon en el Colegio. Los recibe allí
una multitud que reza por el Padre San Martín, el cura del pueblo que representa casi una
divinidad. A los pocos días de comenzar sus estudios, Jhon se da cuenta de que su padre
partirá pronto hacia otro pueblo. La despedida es difícil; sabe que a partir de ahora estará
solo frente a los obstáculos del futuro próximo.
Finalmente Amador se va de Ravira con la promesa de conseguir una chacra donde recibir a
su hijo en verano. Jhon comienza una convivencia con sus compañeros que no es fácil.
Algunos de los mayores tienen comportamientos abusivos con los más pequeños y, sobre
todo, con Melissa, una mujer con una discapacidad mental a la que llaman “la nena”. Por
las noches, algunos de ellos abusan sexualmente de ella en los baños del patio, a la vista de
los más pequeños, entre quienes se encuentra Jhon.
Para contrarrestar la opresión del Colegio, Jhon va los domingos a recorrer la quebrada, la
hacienda de Puruchuco, el río Sípán. Más adelante comienza a ir a las chicherías, donde
pasa los fines de semana escuchando a los músicos tocar huaynos de distintos pueblos.
Todo esto ayuda a despertar su memoria. Los recuerdos son para Jhon su gran arma contra
la soledad, la desesperación y el maltrato.
En el Colegio se viven muchas situaciones de violencia social y racial que aplastan el espíritu
de Jhon. Pero un día hay un gran revuelo en el pueblo: las chicheras de Ravira se rebelan
contra las autoridades porque en la hacienda se les da sal a las vacas y esa sal no está
siendo entregada a las personas. Armadas, van hasta la Salinera y se llevan los sacos de sal
que encuentran allí escondidos. Incluso, en un acto de justicia que emociona a Jhon y lo
hace involucrarse en la acción, le llevan sal a los indios de la hacienda. Estos indios sumisos
apenas hablan; temerosos, reciben la sal de las chicheras casi sin salir de sus casas. A partir
de esta situación, y a pesar de que el éxito de la rebelión es efímero, Jhon reafirma su
identidad andina y sus convicciones: descubre que puede haber justicia social a partir de la
organización colectiva.
Por su parte, Jhon, que asiste a Melissa en su lecho de muerte, es encerrado por los Padres,
por miedo a que esté enfermo. Finalmente, para cuando el Padre San Martín se da cuenta
de que Jhon está sano, sus compañeros ya se han ido del pueblo sin despedirse, salvo
Romerito, que le deja a Jhon dos monedas de oro para que viaje a buscar a su padre, o para
que pague su propio entierro.
Finalmente, el Padre Linares libera a Jhon y le dice que su pariente, el Loco, lo espera en su
estancia y que debe irse caminando, solo. Jhon se va, pero a último momento decide
ejercer su libertad y cambiar de rumbo hacia la cordillera.