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IE 7710 Nuestra Señora del Carmen

Área: educación religiosa


Grado y sección: 6to grado B
Tema: La sexualidad humana en el plan de Dios
Recursos para la actividad: proyector, internet, cuaderno de religión, biblia,
resaltadores, colores, lápiz, ficha de trabajo, pegamento en barra, tijera.
Fecha: lunes 22/08/2022

Sesión de aprendizaje

La sexualidad humana en el plan de Dios

Meta: a través de este tema queremos valorar la sexualidad como un elemento básico
de la personalidad; un modo propio de ser, de manifestarse, de comunicarse con los
otros, de sentir, expresar y vivir el amor humano.

La sexualidad humana es la manifestación


concreta del designio divino, a la realización
completa como hombre o como mujer. Es un
elemento básico de la personalidad ya que
tiene un modo propio de ser, de manifestarse,
de comunicarse con los demás, de expresarse
y vivir el amor humano. Es nuestra manera de
ser humanos y de insertarnos en la sociedad,
para relacionarnos con los otros. En definitiva, es una manera de realizarnos como
personas. La sexualidad bien orientada, elevada e integrada por el amor, llega a tener
una verdadera calidad humana.

La sexualidad hay que considerarla como algo santo porque es un don de Dios, es una
fuerza creadora, de tal poder que nos hace
estremecer, ya que la sexualidad abre a los
hombres horizontes insospechados de
fecundidad, donación, ternura, belleza, entrega al
otro. Sin embargo, cuando se le reduce a un juego
irresponsable y egoísta, puede conducirnos a
abismos de maldad y brutalidad.
El amor es un encuentro con el otro, y todo encuentro, para que sea verdadero, pide un
ajuste y una sintonía de los que se encuentran. Esto no es tan fácil, pues cada persona
es única y lleva, además, su vida y su historia, debiendo superar la diferencia ante el
otro, la cosificación del otro, la autocomplacencia, la domesticación.

Nuestro cuerpo es nuestra manera de estar presentes en el mundo. Aunque sabemos


que no lo es todo, nos identificamos con él. No
tenemos otra manera de imaginarnos a
nosotros mismos si no es a través de nuestro
cuerpo. Nosotros somos nuestro cuerpo. Pero,
sobre todo, nuestro cuerpo es un signo. Por
medio de él hablamos sin palabras.
Expresamos alegría o tristeza, tranquilidad o
angustia. Nuestro cuerpo es un vehículo de
comunicación y expresión de lo que somos.

Cristianamente hablando, nuestro cuerpo es también morada del Espíritu. Dios habita
en nuestro cuerpo. Por eso, el uso de nuestro cuerpo no es indiferente; le debemos
respeto. Cualquier cosa que hagamos con nuestro cuerpo implica toda nuestra persona,
nos afecta positiva o negativamente, nos eleva o rebaja.

El plan de Dios ha establecido la diferenciación de los sexos (Gen 1,27) Los hombres y
mujeres somos diferentes y complementarios, ya en la sola observación de nuestros
cuerpos descubrimos que estamos hechos el uno para el otro, poseemos una riqueza
que hay que conocer para dar.

La diferenciación de los sexos no incluye diferenciación en dignidad. Hombre y mujer


gozan en el plan divino de una común dignidad (Gen 2,20-23).

“Y creó Dios al hombre a su imagen. A imagen de Dios lo creó. Hombre y mujer los creó.
Dios los bendijo, diciéndoles: “Sean fecundos y multiplíquense” (Gen 1, 27-28)

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