Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Sesión de aprendizaje
Meta: a través de este tema queremos valorar la sexualidad como un elemento básico
de la personalidad; un modo propio de ser, de manifestarse, de comunicarse con los
otros, de sentir, expresar y vivir el amor humano.
La sexualidad hay que considerarla como algo santo porque es un don de Dios, es una
fuerza creadora, de tal poder que nos hace
estremecer, ya que la sexualidad abre a los
hombres horizontes insospechados de
fecundidad, donación, ternura, belleza, entrega al
otro. Sin embargo, cuando se le reduce a un juego
irresponsable y egoísta, puede conducirnos a
abismos de maldad y brutalidad.
El amor es un encuentro con el otro, y todo encuentro, para que sea verdadero, pide un
ajuste y una sintonía de los que se encuentran. Esto no es tan fácil, pues cada persona
es única y lleva, además, su vida y su historia, debiendo superar la diferencia ante el
otro, la cosificación del otro, la autocomplacencia, la domesticación.
Cristianamente hablando, nuestro cuerpo es también morada del Espíritu. Dios habita
en nuestro cuerpo. Por eso, el uso de nuestro cuerpo no es indiferente; le debemos
respeto. Cualquier cosa que hagamos con nuestro cuerpo implica toda nuestra persona,
nos afecta positiva o negativamente, nos eleva o rebaja.
El plan de Dios ha establecido la diferenciación de los sexos (Gen 1,27) Los hombres y
mujeres somos diferentes y complementarios, ya en la sola observación de nuestros
cuerpos descubrimos que estamos hechos el uno para el otro, poseemos una riqueza
que hay que conocer para dar.
“Y creó Dios al hombre a su imagen. A imagen de Dios lo creó. Hombre y mujer los creó.
Dios los bendijo, diciéndoles: “Sean fecundos y multiplíquense” (Gen 1, 27-28)