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Theo Jansen.

Asombrosas criaturas
El ingeniero, científico y artista construye grandes criaturas capaces de caminar usando la
fuerza del viento. Fusión de arte e ingeniería, sus esculturas cinéticas cobran vida a través de
complejas estructuras compuestas de tubos y botellas de plástico.
Theo Jansen (1948, Scheveningen) publicó esta reflexión en 1990, en una columna del periódico
holandés Volkskrant. Desde entonces, el ingeniero, científico y artista holandés no ha parado de
imaginar criaturas capaces de moverse y sobrevivir en las playas de los Países Bajos: las
Strandbeest o Bestias de Playa. Las criaturas nacen, caminan por la playa, evolucionan y se
extinguen. Su vida dura apenas un año y la mayoría acaban convertidos en fósiles.

El Espacio Fundación Telefónica será el hogar de criaturas vivas y fósiles entre el 23 de octubre
de 2015 y el 17 de enero de 2016. Ordis, Currens Vaporis, Currens Ventosa, Rhinoceros Tabulae
o Percipiere Primus ocuparán la 3ª planta del Espacio. Algunos incluso caminarán por las salas
de la exposición ‘Theo Jansen. Asombrosas criaturas’ .

Creando una nueva fauna

Theo Jansen decía en aquella columna del Volkskrant que había inventado unos animales que al igual
que los castores en el parque natural de Biesbosch, podrán ayudar a «mejorar el equilibrio ecológico»
de la costa. Los creó «a partir de tubo rígido de canalización eléctrica y cinta adhesiva» y obtenían la
energía «del viento, de modo que no tienen que comer». Con el paso de los años, Theo Jansen ha
aparcado la idea de usar sus Strandbeest para frenar los efectos del cambio climático. Su trabajo ahora
se centra en crear formas de vida autosuficientes, capaces de sobrevivir y perpetuarse en su hábitat.

Todos las bestias de playa comparten un secreto matemático, los trece «números sagrados» que Theo
Jansen calculó hace 25 años con un ordenador Atari. Los números sagrados indican la longitud de los
tubos que componen las patas y definen la peculiar forma de caminar de los animales de playa. El artista
usó un programa informático que generaba, seleccionaba y mejoraba cientos piernas diferentes. El
proceso se repitió sin descanso durante meses hasta que Jansen obtuvo las medidas ideales para las
patas. Darwinismo acelerado por ordenador.

Theo Jansen nació en 1948 en los Países Bajos, en un pequeño pueblo costero junto a La Haya. Mientras
estudiaba Física en la Universidad de Tecnología de Delft, descubrió su vocación artística y realizó sus
primeras obras. En 1986, tras leer el libro El relojero ciego del zoólogo británico Richard Dawkins, quedó
fascinado por la teoría de la evolución y la selección natural de las especies, y en 1990 decidió centrar su
trabajo en la creación de seres artificiales. La aparición en 2007 de una de sus criaturas en la televisión,
dentro una campaña publicitaria, dio fama internacional a la obra de Jansen que desde entonces ha sido
expuesta en museos de todo el mundo.
Jansen parte del estudio de la evolución biológica para desarrollar sucesivas generaciones de criaturas
cada vez más complejas. Para dar vida a esas criaturas utiliza materiales simples de la era industrial. Los
tubos o las mangueras de plástico aislante de las instalaciones eléctricas, resistentes y ligeros, se
convertirán en la base de sus criaturas, que poco a poco van adquiriendo la forma de esqueletos de
animales o de insectos gigantes. El objetivo de Jansen es desarrollar organismos vivos capaces de
caminar y sobrevivir de forma autosuficiente. Las playas ventosas de Holanda, cerca del estudio del
artista, son el hábitat natural de estas criaturas tan rudimentarias como fascinantes que aprovechan la
fuerza del viento para moverse.

La idea de la evolución está muy presente en la obra de Theo Jansen. El artista holandés inventa
constantemente nuevos mecanismos para sus criaturas. Los que resultan útiles sobreviven y saltan a las
siguientes generaciones. Los que no funcionan bien, acaban extinguidos y enterrados. Las bestias de
playa han desarrollado cerebros, trompas, estómagos y extremidades para anclarse al suelo. La mayoría
de esos órganos se han perdido por el camino porque no ayudaban al animal a sobrevivir en su entorno.

Otro elemento común de todos Strandbeest es el tubo de plástico. En su libro The Great Pretender,
Theo Jansen reconoce que la verdadera inspiración para sus bestias fueron los tubos de cableado
eléctrico de color amarillento, que son típicos de los Países Bajos. Estos conductos con aspecto de hueso
son el material principal de los animales de playa. Jansen compró en su día 50 kilómetros de tubo de
plástico y evita cualquier material que no sea ese, aunque utilizó palés de madera durante una etapa
muy breve.

Un artista con formación de científico

Theo Jansen nació en 1948 en los Países Bajos, en un pequeño pueblo costero junto a La Haya y se
formó como ingeniero y científico en la Universidad Tecnológica de Delft. En 1986, tras leer El relojero
ciego del zoólogo británico Richard Dawkins, quedó fascinado por la teoría de la evolución y la selección
natural de las especies.

En 1990 decidió centrar su trabajo en la creación de seres artificiales y aplicó sus conocimientos de
ingeniería a las bestias de playa. «Las barreras entre el arte y la ingeniería existen sólo en nuestra
mente», asegura. En 2007 una de sus criaturas apareció en una campaña publicitaria, y la obra de Jansen
adquirió fama internacional. Desde entonces se ha expuesto en museos de todo el mundo.

Los Strandbeest rompen el concepto tradicional de escultura y generan una experiencia estética a través
del movimiento. De algún modo, podrían definirse como «esculturas cinéticas», pero el trabajo de Theo
Jansen va más allá. Cuando Jansen explica el funcionamiento de sus criaturas cuesta separar la realidad
de la ficción. Habla de ellas como si realmente estuvieran vivas e interpreta sus mecanismos con
abundantes metáforas. Para Jansen, las bestias de playa piensan, respiran, se alimentan, toman
decisiones y se reproducen.

Cuando Theo Jansen inventa sus animales se aventura en la naturaleza sin un destino fijo, se deja guiar
por el contacto con los materiales. Este proceso creativo también sigue unos tiempos marcados por la
naturaleza. Los animales nacen en octubre y dan sus primeros pasos en un cajón de arena durante el
otoño y el invierno. En primavera salen a la playa y el artista experimenta con ellos durante todo el
verano hasta que se extinguen. El objetivo de estos ciclos evolutivos y estas generaciones de criaturas es
crear criaturas más veloces, más complejas y más autónomas.

Los detalles técnicos de las bestias de Theo Jansen están publicados en internet y en sus libros.
Numerosos ingenieros y artistas ya están utilizando los «números sagrados» para inventar sus propias
bestias. Así es como Strandbeest logran reproducirse. Jansen quiere que las bestias de playa puedan
vivir sin él, que su obra continúe cuando él no esté. De alguna forma, ya lo tiene asegurado.

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