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La exposición "Futuros abundantes" en el Centro de Creación Contemporánea de Andalucía presenta obras de artistas que exploran conceptos como la abundancia, la colaboración y un futuro optimista para la humanidad. La exposición es parte de una colaboración de tres años entre el centro y la Fundación TBA21. Incluye instalaciones, esculturas, fotografías y obras interactivas que invitan a la reflexión sobre un futuro sostenible para el planeta.
La exposición "Futuros abundantes" en el Centro de Creación Contemporánea de Andalucía presenta obras de artistas que exploran conceptos como la abundancia, la colaboración y un futuro optimista para la humanidad. La exposición es parte de una colaboración de tres años entre el centro y la Fundación TBA21. Incluye instalaciones, esculturas, fotografías y obras interactivas que invitan a la reflexión sobre un futuro sostenible para el planeta.
La exposición "Futuros abundantes" en el Centro de Creación Contemporánea de Andalucía presenta obras de artistas que exploran conceptos como la abundancia, la colaboración y un futuro optimista para la humanidad. La exposición es parte de una colaboración de tres años entre el centro y la Fundación TBA21. Incluye instalaciones, esculturas, fotografías y obras interactivas que invitan a la reflexión sobre un futuro sostenible para el planeta.
EXPOSICIÓN “FUTUROS ABUNDANTES” EN EL CENTRO DE CREACIÓN
CONTEMPORÁNEA DE ANDALUCÍA
El pasado viernes 1 de abril se inauguraba en el Centro de Creación Contemporánea de
Andalucía, con sede en Córdoba, la exposición “Futuros abundantes”, la cual forma parte de un proyecto de colaboración entre el centro y la Fundación TBA21. Así, la fundación dirigida por Francesca Thyssen tendrá una estancia de tres años en la ciudad, período durante el cual se desarrollarán tres grandes exposiciones, siendo “Futuros abundantes” la primera de ellas. Junto a las muestras, también tendrán lugar una serie de performances, talleres formativos y residencias artísticas, entre otras actividades. La Fundación TBA21 mantiene un diálogo entre la esfera local y la vertiente internacional del arte. Trabaja desde una óptica en la que se involucra la investigación a largo plazo. Los proyectos que plantea siempre tienen que ver con el contexto sociocultural de la ciudad en la que se desarrollarán. Así, el período de tres años de colaboración con la ciudad de Córdoba ha sido diseñado en estrecha colaboración con el Ayuntamiento de la ciudad y, por supuesto, con el Centro de Creación Contemporánea de Andalucía, que depende directamente del CAC de Sevilla. Las tres grandes exposiciones que tendrán lugar a lo largo del período de colaboración se financiarán a través de fondos tanto públicos como privados. Las muestras estarán planteadas como un ensayo que cada artista hace sobre una idea central. Cada una de las obras que formen parte de las exposiciones será reflejo de la visión que su creador tiene acerca del concepto central que articula toda la muestra. Cabe destacar que las obras que se expondrán provendrán tanto de la fundación como de la colección particular de Francesca Thyssen. “Futuros abundantes” reflexiona entorno al concepto de plenitud. Tiene su origen en un manifiesto realizado por tres antropólogos, del mismo título. Dichos investigadores reflexionaban acerca del llamado Antropoceno, el período geológico que vive actualmente nuestro planeta, marcado totalmente por la actividad humana y sus consecuencias. Ello, como es conocido, está llevando a la humanidad lentamente hacia su destrucción, debido a procesos como el cambio climático o el calentamiento global. Frente a este porvenir inquietante y oscuro, “Futuros abundantes” pretende que miremos nuestra existencia como un principio a partir del cual emergen otras formas de vida. Los seres vivientes se autoreproducen, se generan unos a partir de otros. Las distintas obras plantean la existencia de diferentes universos, otros mundos, que se retroalimentan unos de otros. Dichas interrelaciones nos llevan a pensar, precisamente, en un futuro de abundancia, en donde la colaboración entre los distintos seres que formamos el universo nos hará permanecer fuertes frente a las adversidades que se avecinan. El hecho de imaginar un futuro alternativo, no movidos por el pesimismo reinante en la sociedad actual, sino desde la óptica de la abundancia, la plenitud, el optimismo, nos dibuja un camino a seguir diferente. Nos empuja a luchar por ese futuro luminoso, haciéndonos cambiar nuestras conductas dañinas, animándonos a unirnos a otros y a caminar juntos hacia ese otro mañana, que es posible si podemos imaginarlo. La exposición arranca con dos obras de exterior, que reflexionan sobre el concepto tradicional de fuente. Catarata invertida (1998), del danés Olafur Eliasson es una instalación que presenta cuatro chorros de agua, pero que circulan hacia arriba, en lugar de hacia abajo, como marcan las leyes naturales. Mediante el sistema de bombeo utilizado, el agua sube por cuatro escalones, si bien su cauce no está controlado, por lo que cae también alrededor de la instalación. El artista pretende reflexionar acerca de la relación entre el mundo interior (subjetivo) y el exterior (objetivo). La segunda de las obras exteriores es Granja de camarones, de la ya fallecida Helen Mayer Harrison. La artista trabajó en colaboración de científicos, buscando crear obras de “arte ecológico”, basadas en el desarrollo de pequeños ecosistemas. La obra consiste, como su título indica, de una pequeña piscina, dotada de agua salada y una serie de componentes naturales, que harán posible la cría de camarones. Además, debido a las características de dichos elementos naturales, el agua irá cambiando de color con el paso del tiempo. Esta obra es una muestra del interés de la Fundación TBA21 por los proyectos a largo plazo, que implican una evolución y una investigación sobre el proceso que conduce al resultado final. Ya en el interior del centro, encontramos el espacio Poeticus saloon. Consiste en una pequeña sala destinada a ser un centro de sociabilidad. Responde al concepto de la estética relacional, que construye espacios pensados para que pueda darse una relación social. En este espacio tendrán lugar una serie de talleres y charlas. El recorrido de la exposición nos lleva a continuación al primer gran espacio expositivo. Presenta una fuerte tensión vertical (la mayoría de las piezas tienen esta orientación) y una serie de obras de pared. Algunas de las piezas de esta sala representan las fricciones que se han producido entre la idea original del proyecto “Futuros abundantes” y las obras que realizan finalmente los artistas. Percepción, de Ana María Jansen, utiliza una serie de piezas de metacrilato que cambian de color en función de dónde se sitúe el espectador. Puede recordar a un atardecer por la tonalidad que surge en base al movimiento del observador. La artista reflexiona sobre el aspecto más físico de la mirada. Esplendores arrojados a la tierra (2018), de Matthew Lutz-Kinoy, es una pintura de enormes dimensiones, la cual contiene un poema acerca del futuro, Atlantis, del estadounidense Robert Duncan. Transmite sensaciones de nostalgia, planteando una visión del tiempo como algo cíclico. Destaca por la utilización de una técnica pictórica que mezcla motivos orgánicos con huellas, con lo que se crea una especie de paisajes. Esta primera sala está presidida por Luz que viaja (2007), de Ai Weiwei. Se trata de una gran lámpara de pie de color ámbar. Dicha lámpara está construida utilizando una columna de la dinastía Ming de casi cinco metros de altura. La base es móvil y 5000 cuentas de cristal cuelgan de la parte superior, las cuales crean una atmósfera especial en la que dominan los destellos producidos al contacto con la luz de la sala. Continuando con el recorrido planteado por “Futuros abundantes”, el espectador llega al segundo gran espacio de la muestra, en el que el elemento determinante es una construcción biomórfica. Se trata de Esqueleto glóbulos (2001), del escultor brasileño Ernesto Neto. La enorme escultura está realizada con tejido de poliamida, espuma de poliestireno y arena. La obra intenta reflejar la estructura de las células y los tejidos vivos del cuerpo. Esqueleto glóbulos es una más de las muestras de “esculturas de la experiencia”, como las denomina su autor. Son obras en las que el espectador puede circular por su interior, imbricándose con esta gran instalación orgánica y dándole nuevas perspectivas. Precisamente la participación activa del público es una herramienta utilizada por otras dos obras que conforman el segundo espacio de “Futuros abundantes”. Mujer para llevar (2005), de Mathilde ter Heijne, trae una serie de expositores repletos de postales con las fotografías en blanco y negro de mujeres datadas entre 1839 y 1920. El visitante puede llevarse las postales que desee. La artista ha recopilado todas estas fotografías buscando entre los fondos de numerosos museos alrededor del mundo. Todas estas imágenes tienen en común el anonimato de sus protagonistas, ya que se tomaron como registro etnográfico, y no como un retrato personal. La parte de atrás de cada postal contiene la interesante biografía de mujeres de la misma época, que realizaron grandes progresos para la igualdad de derechos entre hombres y mujeres. Por tanto, la mujer de la fotografía y la mujer de la que se habla en el reverso de la postal no son la misma persona. La artista pretende traer al recuerdo la labor de todas estas valientes mujeres que fueron olvidadas por la historia y la época en la que les tocó vivir. La segunda de estas obras “interactivas” es Deseo tu deseo (2003), de Rivane Neuenschwander. En una pared, multitud de pequeñas cintas de colores vivos cuelgan con mensajes impresos. Esos mensajes son deseos, que se presentan en tres idiomas: español, inglés y portugués. Esta obra es, quizá, la sorpresa de la exposición. El público se siente atraído por las cintas y sus mensajes, pero al principio no se atreven a cogerlos. Poco a poco se descubre la mecánica de esta obra. Entre las cintas encontramos huecos con pequeños trozos de papel enrollados en su interior. El espectador escribe en un trozo de papel un deseo, y lo coloca en el hueco que deja la cinta que él se lleva. La obra, por tanto, se retroalimenta de los deseos de los espectadores. Cada cierto tiempo, las cintas se renuevan y contienen nuevos mensajes. Se contribuye por tanto a la idea central de la exposición, ya que los deseos del pasado, los del presente y los del futuro se interconectan en esta interesantísima propuesta artística, que está en constante renovación. Llegamos a la última gran sala de la exposición. En este último espacio la temática central es el universo, las estrellas y el espacio exterior. 04h 20m/-70º (1992), del alemán Thomas Ruff nos ofrece una hermosa fotografía del cielo estrellado. Se trata de una fotografía tomada en el desierto de Atacama (Chile) por el Observatorio del Sur de Europa. El título de la obra hace referencia a las coordenadas del cielo fotografiado, dadas precisamente por la institución científica. El trabajo realizado por el artista ha consistido en el cambio de formato de la fotografía original, transformándolo del cuadrado a un formato rectangular y mucho más grande, que confiere a la imagen un carácter monumental, que envuelve al espectador con su simple pero extraordinaria belleza. Frente a la obra de Thomas Ruff, se encuentran cuatro impresiones de la serie Cartografías minerales (2018-2019), de la artista peruana Elena Damiani. La artista ha realizado una serie de collages en los que combina imágenes de archivo y diferentes mapas, para representar a nuestro planeta desde su aspecto geológico, y las conexiones que existen entre la composición mineral de la tierra y su dimensión biológica. Esta serie de impresiones muestra el papel del viento en la erosión del terreno y la circulación de materiales geológicos por todo el planeta. Ello se vincula de nuevo con la temática central de la exposición, ya que el planeta, como gran organismo vivo, también realiza una serie de procesos que se interconectan y dan lugar a nuevas realidades. Así llegamos al final de “Futuros abundantes”, una muestra que sin duda no dejará indiferente al espectador. Mediante el recorrido por la inmensa cantidad de obras de las que se puede disfrutar, el visitante va interiorizando y comprendiendo la temática y la idea central de la muestra, que al comienzo puede parecer un tanto difusa. Al final, se reflexiona sobre algo simple, aunque a la vez absolutamente complejo: la vida. Bajo el mismo cielo convivimos multitud de organismos, de especies animales, plantas y, por supuesto, la especie humana. Dentro de nuestros cuerpos, existe otro ecosistema, en el que nuestros órganos, células, huesos, también se interrelacionan. Todo nuestro universo es resultado de un enorme y constante intercambio, en el que cada uno cumple su función. Es imposible caminar solos, ya que todos dependemos de todos. Desde el hongo o la célula, hasta una secuoya o un lince. Por extraño que pueda parecer, todos los seres del planeta nos necesitamos y ejercemos una influencia enorme los unos sobre los otros. Es por ello que debemos ser responsables con nuestras acciones y cuidar nuestros actos, para que el futuro pueda ser abundante y no oscuro, como todos los pronósticos parecen apuntar.