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NARRATIVA Y NEOCOLONIALISMO

EN AMERICA LATINA
-JAIME MEJIA DUQUE

NARRATIVA
\ y
NEOCOLONIALISMO
EN
AMERICA LATINA

Notas abstractas para una teoría concreta

EDITORIAL LA OVEJA NEGRA


1Ú:i:>EtLIN: 'APARTADO AEREÓ 51022 TEL. 45 16 48
BOGOTA: APARTADO .AEREO 23940 TEL. 8135 95
CALI: - ·. APARTADO AEREO · 3368 TEL. 71 10 65
B/QUILLA: APARTADO AEREO. 745
PRIMERA EDICION

FEBRERO DE 1972

Puesto que las cosas son así, no deben seguir


Carátula: Fernando Granda C.
siéndolo.
Corrección: Walter. Correa Cadavid (B. Brecht).
Todo camino aconseja una ascensión.

(Gaston Bachelard).

Todos los derechos reservados


EDITORIAL LA OVEJA NEGRA

Impreso y hecho en Colombia


Printed and ·made in Colombia
PRESENTACION

Correlativamente a la ·crisis del neocolonialismo,


cuyo posible -la alternativa socialista-- maduró para
estos pueblos con el vuelco de Cuba, las aspiraciones
universalistas_ de la literatura latinoamericana, y en
particular ele su novelística,. van al fin encarnando
en formas que esbozan una novedad, algo que ya
no es más una suma de imitaciones deliberadas, sino
la concreción de una narrativa distinta, en cuyo cua.-
dro general los aciertos son mucho más significativos
que los fracasos. Esos logros, que podrían ejempli-
jicarse con obras salidas después de la segunda gue-
rra, pero sobre todo a partir de 1950 (de Carpentier y
Ruljo, a García Márquez ,Y los otros), tienden a crear
un corpus, un mundo imaginario y esti'lísítico dijeren-
ciado desde la periferia de la literatura europea -que

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fue .la "/iteratura univérsal"- , única medida del valor, logo al de esa misma actitud en el terreno religioso:
hasta la irrupción de la generación ·norteamedcana la imagen de la Potencia odiada se potenciaba más aún
de 1920. 1 €
¡¡ tA171'il.:9.s<r t"c;/c¡(;\. en la neurosis del blasfemo, y así su diotado, que an-
Afirmamos que la "universidad"; general en el tes era artículo de fe, fraguaba en im destino de fraca-
impulso .ascendente y ecwnenizador del capitalismo y so individual.
elaborada en su noción por el humanismo cerntro-ew·o- Era así como el circuito del coloniaje se repro-
peo, se ha descentralizado: a ·la par del proceso de ducía lo misnio con cualquiera de los dos rumbos an-
la libertad, aquélla va quedando hoy al alcance de tagónicos que el proyecto literario solía tomar aquí:
todos los pueblos. No por un empeño voluntario dés- el localismo, incluída la variante indigenista; y el
de luego -pues la "voluntad" de ser universales co- esnobismo en sus diversas modalidades.
rrespondió a· los tiempos de las compensaciones ficti-
cias-, sino porque ahora la His.to!ia blinda las con- Si, al decir de Barthes, "la modernidad comienza
diciones reales aunque dramáticas de ·la totalización. con la búsqueda._de uria literatura posible", nuestro
·.:;-·: planteo vendría a· significar sin mengua lo que nues-
La idea central así diseñada fttnda la visión que rtra intencionalidad teórica había depositado en él
nos permite situar la narrativa latinoamericana en una desde el principio, o sea la certeza de que la madw·a-
perspectiva teólica fecunda. Así mismo considera- ción de las condiciones del cambio histórico está
.mos que, tomada globalmente por sus logros mayores marcando el advenimiento de una literatura latinoa-
que son los que definen su· tendencia a nivel histórico, mericana. En el sentido del valor, ya la Literatura es
esta narrativa evoluciona en vertiginoso despliegue y
posib·le aquí. Y esta forma determinada de Novela
' se distancia de ·los "modelos" que sólo un incuestiona-
que denominamos "latinoamericana", constituye la
do coloniaje cultural --compleja emanación del eco-
presencia !textual de ese posible histórico-literario. Lo
nómico- había congelado, fetichizándolos. Es decir~ ·
de modelos vivos -metodológicos-, llegaron a en- que viene será desarrollo, afirmación problemática,
durecerse como arquetipos inalcanzables. Se implantó despliegue puro.
un comparativismo mecánico que devino algo así co- Entonces la idea de "realismo" en sentido ·Zukasia-:-
mo el superyó de los escritores del hemisferio, con- . no deberá ser también discutida según las líneas de cre-
tra cuyo despotismo se rebelaban a vecesl- algunos cimiento de esta nueva literatura qué insurge ahora en
acentuando el "tipismo", el resentimiento de '~lo nues- Latinoamérica. Proponemos esa revisión como · uno
tro", y entonces los rasgos de la dependencia y él de los desan·ollos de nuestra tesis dominante. En conse-
subdesarrollo, careciendo ya de su ingenuidad primi- cueizcia nos -hemos interrogado: ¿tiene algún sentido
genia, se tornaban. más crasos. Tales amagos blas- juzgar la escritura y el método .de ."Cien Años de So-
fematorios producían en 'lo literario un resultado aná- ledad" o los de "Pedro Páramo",'.o los de "El Siglo
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de las Luces", etc., con base en los criterios axiológicos
inspirados en las escrituras y los métodos de Balzac,
F1aubert, Mann, etc.? Y, habiéndose entendido esta im-
- posibilidad normativa ,Y comparativa, ¿quedan acaso
por ello privados de validez de generalidad artístico,.
literaria estos libros latinoamericanos?
Se muestra lo inocultable del hecho de que la re-
lievancia actual d~ una 'literatura latinoamericana de
creciente recibo entre públicos cada vez más amplios
y heterogéneos ha llegado a ser incompatible con los
esquemas valorativos forjados en la experiencia lite- I
raria burguesa-europea, imagen arquetípica. y . hasta
ayer unívoca de la univásalidad.
Lógicamenlte de estos postulados no podía resultar
sino un .ensayo de esclarecimiento de las condiciones
del coloniaje cultural y la afirmación de algunas .pre- Como irreversible proceso de ruptura, la revolu-
misas que creemos indispensables para comprender .la ción de-América Latina está en marcha. Sus dificulta-
literatura nueva en Américp Latina y precisar sus al- des mayores se refieren hoy sustancialmente a proble-
ternativas. mas de organización -que demandan una teoría-..
Sin embargo n~ seríamos tan ingenuos nj tan fa- También en el orden cultural todo proyecto re~ultaiá
tuos como para pensar que nue.sltro'·írabajo de investi- ilusorio si no se tiende en esa perspectiva.
gación y de teorización nos va a despejar de mo{lo Ahí está la savia de un nuevo optimismo, que no
saJtisfactorio cada ·una de las cuestiones enunciadas en viene a ser sino el acuerdo de la esperanza de cambio
él, Hemos diseñado urÍ amplio esquema de interpreta- -un deseo- con el movimiento cierto de la Historiá.
ción. Indicamos una vía que creemos fecunda. Lo de- Mucho más que una cuestión de "coyuntura". Algo
más corresponde al lector y se confía al porvenir de que surge del pozo, dé la trampa colosal en que se ha
una cultura cuyo comienzo sería insensato menospre- convertido el sistema capitalista. ·
ciar.
El proceso de violenCia que alumbró con la colo-
J. M. D. nización española -fase de la acumulación primitiva
y forma inicial del colonialismo en América- no se
· ha interrumpido. Llega hoy a su clímax con las luchas
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de liberación que habrán de fundar el socialismo, única Incierta y mimética hasta no hace más de unos
alternativ~ posible para salir del círculo infernal en que años, inconsciente del colonialismo cultural del que
nos debatimos. Los esfuerzos teóricos y prácticos de venía siendo tributaria, la literatura en Latinoamérica
los desarrollistas para "sanear" el sistema han sellado nació y fue creciendo y tanteando a ciegas sobre el
su fracaso con el reforzamiento, a su vez contradicto- trasfondo de esa violencia perpetua (institucionaliza-
rio e inseguro, de esa dependencia que se cumple en da). Hasta la bucólica del criollismo o costumbrismo,
el marco del neocolonialismo. Todo ello está claro. que expresaba las relaciones humanas y las formas idep-
lógicas propias de la dependencia preindustrial expÓr-
La confusión desgarrante existe sólo entre las .._
tadora de materias primas e importadora de manufac-
fuerzas revolucionarias, actuales o potenciales, que no
turas, subsistió precariamente como fenómeno fugaz,
logran aún superar la dispersión ni elaborar programas
ínsula nostálgica en medio de las conmociones de las
lo· suficientemente coherentes. En tales cuestiones vi-
guerras civiles y de las primeras crisis agrarias. Idea-
vimos pues el momento de la negatividad. Pero aún
lizó sin duda el aislamientq y el atraso -como,7n
así la revolución se amplía y se ahonda gracias a la
Colombia, ciertas formas de canción popular, el bam-
espontánea inconformidad rural y urbana. Asimila ex-
buco y el pasillo, idealizan el minifundio-, si bien
periencias propias, a veces·. bajo apariencias repetiti-
¡wortó lo suyo con el descubrimiento del habla y las
vas, reinterp.reta la realidad latinoamericana como sec-
e<ostumbres populares. Destacó y reportó con ojo fo-
tor ~e una to~alidad dinámica -el imperialismo- y
- tográfico las particularidades' de la sociedad campe-
o

cuestiona al fin los yertos esquemas de los partidos


sina. Pero careció de perspectiva crítica sobre la reali-
comunistas tradicionales, stalinizados hasta .la médula.
Lo ha tevisado casi todo. Y entre tanto ha vívido~ - dad q~roducía.
a gran costo las crisis de las concepciones foquistas Ni en sus momentos más elusivos y estetizantes
que, como dijera Theotonio dos Santos contradecían la literatura aquí dejó de ser polémica, política, tes-
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en_ el plano táctico los justos planteamientos estraté- timonial en algún grado y con diverso valor. Una lite-
gicos del Che sobre la revolución continental <Il *. Hoy ratura de intelectuales y militantes. El escritor y -el
· vuelve a enunciarse la necesidad de la guerra popu~ · poeta latinoamericanos rara vez pudieron o quisiéron
1~ que combinaría las formas urbanas y rurales de
elúdir la participación banderiza. De entre los mejo-
la insurrección. res muchos intervinieron en guerras, golpes, conspi-
Esa ardua historia de violencias -masacres de la raciones, parlamentos y magistraturas. El político .y
Conquista y la Colonia, guerras civiles, actuales gue- el literato coincidieron a menudo en. la misma persona
rras de liberación- es nuestra historia, la única his- y en cada país abundaron los casos en que el personaje
toria que conocemos y que, en particular desde el político ahogó y d~gradó al talento literario. Pero la ac-
triunfo cubano, hemos aprendido a asumir realmente. tividad política de los intelectuales ha sido también en
* Las notas van a final de capítulo.

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estos países obra de la presión de las ciÍcunstancias eco- nía a colmar ambas aspiraciones complementarias se-
nómicas en no menor medida que del modelo del "pres- gún los modelos de la escasez: otorgaban "prestigio"
tigio" social por excelencia: ·el caudillaje. En todo y enriquecían. Entonces sí se llegaba a ser "alguien".
caso nuestros escritores vivieron de los puestos públi- Es decir, deparaban por partida doble el reconoci-
cos dentro de esas amorfas y elásticas burocracias miento público y la satisfacción material. Esta analo-
que caracterizan el cuadro de lá dependencia y el sub- gía formal pero eficaz entre ambas carreras, la intelec-
desarrollo, en donde por motivos de estructura el tual y la política, está en la base de los frecuentes des-
Estado es el principal empleador. <2J La suerte de lizamientos (no sólo en los países pobres) de los
aquéllos ha dependido del éxito o el fracaso de sus literatos hacia la profesión política -en sentido bur-
respectivos bandos en la rebatiña del poder. El des- gués. La actividad política parasitaria y formalista,
tino \de los intelectuales reflejaba así la debilidad de sufrida como evento en la lucha por subsistir, impo~
la cultura, que no brindaba posibilidades profesionales nía de ese modo al ejercicio literario toda una gama
a sus agentes en las condiciones del atraso. Como pro- de restricciones, deformidades y ambigüedades esó-
pias de esa misma debilidad estatutaria de· la cultu- picas --en el mejor de los casos. <3l La cual era
ra ·en tiempos de acumulación, es preciso ver la ines- tanto más dramático cuanto que entre nosotros no po-
tabilidad y la ingravidez de la vocación literaria -pa- día darse tampoco, debido a fas mismas condiciones,
ra valemos del término tradicional y místico. No po- el mecenazgo que en Europa mal que bien estimuló
dían mantenerse los objetivos creadores, pues el preca- (aún con la servidumbre cortesana de los creadores)
rio desarrollo social impedía comprender las "bellas ·~'!~·,.· . el florecimiento artístico y literario hasta la revolución
letras" como actividad productiva, un trabaja· no me.:. industrial. Libros decisivos en su día dentro de nues-
nos serio que los otros, aunque los libros circularan tras culturas incipientes fueron escritos como traba-
como las restantes mercancías. La literatura era en- jos marginales a las campañas bélicas, electorales o fo-
tonces una excentricidad a la que por convención se renses y quedaron marcados de algún modo por tales
acataba en calidad de adorno del mundo, pero a la preocupaciones extraliterarias de sus autores. Hoy po-
que de hecho en la vída diaria del país se relegaba. demos apreciar cómo todo el romanticismo latinoa- ·
La penuria del literato no era vergonzosa porque his- mericano resonó en un discurso político ininterrumpÍ"
tóricamente formaba parte del destino de las letras do, <4J lo cuál no se opone tanto como parecería al
en socedades campesinas en donde en todo caso más hecho de que, según ha observado Carpentier, las me-
de la mitad de la pÓblación permanecía analfabeta. jores novelas latinoamericanas del siglo pasado hubie-
Era esá una penuria sagrada, como la epilepsia entre sen nacido con nombres femeninos: Amalia, María,
los antiguos. Había que "ganarse la vida" alternando Cecilia V aldez.. . . (5)
en ocupaciones "serias" y "útiles". La política partí-
. darla -de los partidos tradicionales o canónicos- ve- En América Latina el discurso literario nació po-

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litizado, a princtptos del siglo XIX. Ello se debió a cierto. Resulta algo así como una grosería que, como
que la prosa literaria surgió condicionada doblemen- tal, siempre llama la atención" (La Cartuja de Parma,
te por la quiebra del régimen colonial español y por cap. XXIII). También es ~ierto que esta opinión
la ~ntroversia ideológica, que en Europa cobró nue- surgía varias décadas después de consumada la obra
vo impulso con los amagos de restauración· de las literaria y política de los enciclopedistas, y que po-
monarquías después de la revolución francesa. Según . lemizaba contra los románticos cuyo populismo senti-
acontece cada vez que se pone en juego la superviven- mental de fondo reaccionario repugnaba a hombres
cia de todo un sistema de vida de las clases y las na- como el autor de La Cartuja y Enrique Heine.
ciones, las ideas cobraron máxima importancia. Pos- Hoy la literatura en Latinoamérica se independiza
tuladas por los hombres, concebidas en procesos aisla- de la política en sus formulaciones inmediatas y espe-,
dos de pensamiento individual, en esos momentos ellas cíficas, como forma distinta, no intercambiable, de
parecen convertirse en fuerzas autónomas que mani- conocimiento y recreación. El escritor asume su fun-
'pulan ·a los hombres, a clases enteras, a pueblos en- ción sin remordimientos agitacionales y corre el riesgo
teros. Por ello no faltan quienes las divinizan. Es en- de su propio campo de posibilidades aunque comparta
. tonces cuando "las armas de la crítica" pasan a ser "la cada vez más el destino de la revolución. Más cen-
crítica de las armas". trado en la literatura que los "estetas" criollos de
El Periquillo Sarniento, del mexicano Lizardi, pu- ayer, ni siquiera necesita debatir el sueño aislacionista
blicada en 1816, o sea en el centro de la coyuntura . de aquéllos.
de las guerras de independencia, es medularmente po- Independizarse de la política no significa, desde
lítica. Es la época en que menudean las sátiras tea- luego, que la literatu!a se desentienda de la praxis
trales y los ~pigramas, muchos de ellos anónimos, ins- social, pues a este nivel de los hechos tal indiferencia
pirados por las "sociedades democráticas" o emana-· es imposible; sino que se asume como arte, gana con-
dos de ellas (similar a lo que ocurría en Rusia en el ciencia de sus medios, ·de su lenguaje, que no puede
mismo período a raíz de la propagación de las ideas ser el de las luchas sociales y sin embargo, gracias a
liberales entre la juventud aristocrática: de ahí el los elementos suscitadores de conciencia que pone en
drama de los decembristas y las vidas y obras de un juego, participa de ellas implícitamente como expec-
. Pushkin y un Lermontov). tativa que subyace al proyecto mismo de escritura, que
Nos hallamos pues lejos, en la literatura latinoa- da la tonalidad afectiva del estilo y hasta condiciona
mericana desde los tiempos del Perlquillo Sarniento, la gama de planteas prob_ables en cuanto a la solución
del criterio profesionalista de Stendhal: "Escribir de de problemas estéticos (las llamadas "figuras", los tro-
política en una.obra literaria produce el mismo efec- pos y recursos técnicqs del escritor derivan de esa
to que un pistoletazo en medio de un sublime con- actitud esencial devenida situación generatriz de esti-

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lo y que es el modo de hacerse el individuo escritor: literatura latinoamericana ha llegado a la edad de la
una retórica recubre -y _denuncia- una toma de posi- razón, es responsable de sus pretensiones de univer-
ción, como forma de asumir la vida y que por eso salidad y de sus opciones de procedimiento. Como.di-
es algo mucho más radical y complejo que la mera jera Octavio Paz, por primera vez sonios contemporá-
consecuencia de un "principio", aunque va de suyo que neos de todos los hombres.
también contiene una ética). De ahí el que la noción
de "reflejo" se nos revele mecánica e inadecuada para
la crítica y la teoría del objeto literario. Pues lo que
se denomina mediaciones en la plasmación literaria res- NOTAS
pecto de la situaéión histórica o biográfica originaria,
no viene a ser sino la acción que los fines de toda ( 1) Cf. Theotonio dos Santos Lucha de clases y dependen-
escritura literaria (imaginario que individualiza una cia en América Latina. Edit. La Oveja Negra, Medellín,
cosmovisión) ejercen desde dentro en ella a medida 1970. ( .... ) "el objetivo socialista inmediato entraba
que se da a través de las infinitas alternativas de la en contradicción ·con el caráctér elitista de la concep-
ción del foco, basado en un- grupo de militantes ac-
Palabra, a medida que cristaliza en texto. (6) · túando independientemente de las masas para desper-
tarlas; la dimensión continental entraba en contradicción
Esta literatura se aligera de la anécdo.ta política con la estrechez de su base de operación (particular-
-la reelabora fabulándola- y reivindica su espe- mente con la insistencia . en irse para las regiones des-
cificidad lingüística, se afirma -se vive- a través · pobladas); y su carácter a largo plazo entraba en con-
de una forma de comup..icar que es cualitativamente tradicción con el sentido· limitado de su organización,
diversa de la del discurso político. La dialéctica inter- que Ía hacía incapaz de desarrollar una táctica .de lucha
a largo plazo" (ídem., págs. 263-64). ·
na que en ella ha generado la autonomía formal res-
pecto de los "compromisos" inmediatos, la impulsa (2) Análoga, si bien infinitamente más creadora por otras
.también a superar su tradicional pasividad frente a los · circunstancias, fue la situación de los escritores alema-
nes en la época de Schilfer y Goethe, corno lo anota
modelos europeos y norteamericanos, puesto que aquel Georg Lukacs: "-La pobreza y la estrechez de las
proceso· de determinación "formal" es, a todos los ni- condidones alemanas hacen en extremo difícil la exis~ ·
veles de1 ser de lo literario,· un proc(}So de indivi.:. tencia de escritores independientes. Son los empleos
duación. subalternos de la burocracia los que, en esta época, ase-
guran en gran parte la existencia material de los es-
A costa de la experiencia de varias generaciones critores alemanes, así como· también la de la pequeña
de escritores hemos arribado a una certidumbre que se burguesía intelectual en general. En la mayoría de los
casos resulta de ello no sólo la dependencia econó-
enriquece con cada nuevo acierto. Por eso lo que mica sino además la limitación de horizontes". (Bréve
antes era amenazada excepción (un Machado de Assis, Histoire' de la litérature allemande du xVIIIe. siécle
un Quiroga, un Rivera), ahora es lícita exigencia. La a nos jours. Editions Nagel, París, 1949, pág. 37),

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(3) Serían éstas buenas bases de estudio para una patolo-
gía de la historia literaria en el marco de nuestra cul-
tura.
( 4) "El romanticismo criollo fue más una actividad civilj-
zadora que una escuela de bellas letras. Las armas,
por literarias que parecieran, eran para usarlas fuera
de la literatura, en la guerra entre tradición y pro-
greso, hispanismo y europeísmo, masas y minorías''
(E. Anderson Imbert, Hist. de la Lit. Hispanoamerica-
na, tomo I, quinta edición, Fondo de Cult Ec., Mé-
xico, 1965).
(5) Cf. Entrevista de Carpentier con Joaquín Santana, en
Cuba Internacional, diciembre de 1970. El mismo Car-
pentier recuerda en sus Tientos y- Diferencias: "To-
TI
dos eran hombres -políticos. Y hubiera bastado que uno
de ellos hubiese tenido una flaqueza en lo político;
hubiese tenido una duda, una- vacilación, en cuanto al
discernimiento maniqueísta del bien y del mal -de la
barbarie o de la civilización, del progreso o de la reac-
ción- para que sus semejantes en espíritu le volviesen Entre lo acontecido en el género narrativo y la evo-
las espaldas, después de haberlo condenado". lucic?n de la actitud anticolonial en la cultura, la eco-
(6) No obstante haber formulado en Materialismo y Empi- nomía y la política, se acusa la unjdad, del contexto.
riocriticismo la teoría del reflejo que a tantas simple- Hay pues notoria correspondencia, en Latinoamérica,
zas se ha prestado en la polémica del "realismo socia- entre los siguientes fenómenos (configurados a partir
lista" (en medio de la cual a nuestro juicio Lukacs de 1950):
recayó a menudo en el esquema positivista), Lenin
también ha dicho que, "el arte no exige el reconoci-
-El cambio de Cuba y su activa presencia polí-
miento de sus obras como realismo". Es así como él
supo comprender la naturaleza del procedimiento, la tica,· cUltural y moral en el mundo.
finalidad y el resultado de la praxis artística.
-Ascenso de las luchas de liberación con objetivo
socialista y su contrapartida en el comportamiento de
los poderes represivos locales respaldados por Estados
Unidos. ~

-Desarrollo de la hostilidad contra la coloniza-


ción cultural en las universidades latinoamericanas y
la vinculación estudiantil a la lucha arm~da.

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-Crisis de la iglesia católica latinoamericana e lizaría el pensamiento liberal. <I) Formulación segunda:
iniciativa revolucionaria de sectores clericales cada vez la novela como ficción "realista" (contrapuesta a los
más inco~trolables por parte de las respectivas jerar-:- romances caballerescos), es la forma literaria del auto-
quías. Casos de Brasil y Colombia .. Emergencia y ex- descubrimiento de la conciencia que encara su liber-
_pansión del Camilismo. La "nueva iglesia" en Chile. tad en el proceso erosivo de los vínculos con una tras-
Los curas guerrilleros. . cendencia sólidamente cristalizada en instituciones mi-
-Maduración de un pensamiento sociológico y lenarias. Por eso es un arte que conjuga de entrada
político latinoamericano de base marxista, cuyos pre- algunos elementos o rasgos esencialmente críticos:
cursores, en la etapa del paso al industrialismo bajo las a) secuiarización de la postura ante la vida individual y
condiciones del auge monopólico, habían sido Ponce colectiva; b) desmistificación de la vida pri~rda;
y Mariátegui. e) humor, que va desde la caricatura, la sátira y e~ue­
go obsceno, hasta la ironía más alusiva; d) libertad de
_:_Afirmación, diversificación, enriquecimiento for- expresión, estallido de la retórica fundada en los uni-
_mal y éxito internacional de la narrativa latinoame- versales y en el razonamiento silogístico de la Edad
ricana. Media.
Estos son algunos de los aspectos del amplio pro- Todo ello hace de la Novela el instrumento cul-
ceso continental, apenas los más espectaculares según tural propio del distanciamiento. Es además una tota-
la óptica de nuestro enfoque, puntos en los que ad- lización tendenciosa de la experiencia humana, la sum-
quiere relieve significativo, cultural y político a la vez, ma del hombre en su momento, la enciclopedia de
el movimiento histórico de fondo. las vivencias que el narrador articula en una estruc-
O sea que en América Latina se cumple una vez tura significante destinada al consumo masivo (es tal
más lo que parece haber sido hasta hoy la ley del su virtualidad corrosiva y agitacional, que a su hora
desenvolvimiento de las formas novelescas en su acep- los gobiernos más confesionales prohibieron su crea-
ción moderna, es decir desde Bocaccio y Cervantes. ción y su divulgación) .
Ella tendría en nuestro orden de ideas, dos formula- El "personaje" .es el soporte de la vida en su va-
ciones complementarias, la primera de las cuales la riedad en el seno de esas amplias imágenes dinámicas
propondríamos así, palabra de más o de menos: la que son las situaciones novelescas encadenadas en el
novela, a diferencia de la épica __;<Je la cual se supone "argumento". Cada episodio es como un parpadeo de
que desciende por línea directa-, nace tan sólo una aquella mirada especular e indiscreta que el narrador
vez -que la sociedad jerarquizada, piramidal o estamen- · propone a la complicidad de sus lectores. Hasta no
taria se descompone y alumbra el individualismo. tal hace mucho tiempo los novelistas apelaban sin eufe-
como después lo precisaría, teorizaría e instituciona- mismos a esa intimidad con los lectores: "nuestro lec-

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tor recordará", "verás, amigo lector, lo que esta his- Los historiadores del género enlllD:eran lo que ellos
toria ... ", etc. consideran las causas de esa esterilidad continental
en la prosa de ficción durante la Colonia: rígida cen-
Multiplicada por el avance de la imprenta, la No- sura de las autoridades españolas sobre lo que con .
vela le da el golpe de gracia al viejo humanismo en desdén inquisitorial denominaban "historias fingidas"; ·
la medida en que, siendo vital para su forma el asu- suspicaz vigilancia sobre las imprentas establecidas en
mir la lengua vulgar, el habla del pueblo, socava final- el Nuevo Mundo; la propia mentalidad confesional y
mente los misterios de la erudición hablada, pensada soñolienta de nuestras gentes de entonces. Y recono-
y escrita en lenguas muertas transmitidas. de una mi- cen que en España no era mejor la situación, ya que
noría a la siguiente. La narrativa así reconocida en después de la edad dorada de la Picaresca la penín-
su función, viene a ser el género democrático por exce- su1a había recaído en el clima de intolerancia me-
lencia. Antes de ella la literatura fue sierva de la teo- dieval. Tales descripciones de los hechos son suficien-
logía, prolongación de la escolástica, como la filoso- tes sin embargo para demostrar que la sociedad espa-
fía antes de Descartes. ñola, con su prolongación burocrática en América, no
había llegado aún al necesario grado de descomposi-
¿En qué momento se produce en América Latina ción institucional, a pesar de la miseria que la fuga
aquella fisura propicia a la novela en sentido mo- del oro americano allende sus fronteras hacía inocul-
derno? La verdad es que antes del Periquillo Sar- table. Primero el largo período de lucha contra los
niento, del mexicano José Joaquín Femández de Li-
moros (la Reconquista) y luego la Contrarreforma,
zardi (1776-1827), publicada a partir de 1816, no habían entumecido, bajo la tutela de una iglesia re-
hubo más que las crónicas de la Conquista y las bur-
celosa y casuística, la vida española y la habían es-
das alegorías de contenido religioso. Hay quienes con,.
tancado en relación con el resto de Europa. La inva-
sideran verdaderos novelistas a los cronistas del Des-
sión napoleónica, pese a su derrota final, sería sufi-
cubrimiento, y destacan a Bemal Díaz del Castillo,
ciente para estimu1ar hasta el punto de ruptura las
a cuya Verídica Historia de la Conquista de la Nueva
España se ha llegado a exaltar como "la primera no-
contradicciones entre la autoridad soberana del im-
vela de caballería real de todos los tiempos'' (Car- perio. y las nuevas oligarquías criollas que, como la
pentier) . Semejante clasificación es a nuestro juicio neogranadina, sólo pedían al comienzo cuota de re-
una metáfora barroca. Esa obra es, si acaso, proto- presentación en las Cortes metropolitanas.
novela, algo limítrefe del relato de gesta. Cuando ha- Sólo entonCes se concreta y se extiende la crisis
blamos de novela nos referimos a obras consciente- del sistema. La densa . superestructura teocrática -la
mente producidas como tales, con noción del género misma que Felipe II había revitalizado-- se resque-
y con objetivos que la alcanzan. braja al impacto de los cambios irradiados por la Re-

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volución Francesa en todo el Occidente. "Cuanto se de las verdades sociales que sus ingenuos episodios se-
diga es· poco sobre la situación de España en 1700, ñalan. Alterna el realismo narrativo con las amonesta-
y frente a ella nada o casi nada representa media do-
ciones morales y los planteamientos reformistas. En sus
cena de espíritus selectos que alentaban acá y allá" páginas se pretende mucho más que el arte pues Lizar-
di era ante todo un intelectual, un disidente, un crítico
-ha escrito Américo Castro, refiriéndose al siglo
XVlli español. <2l Es esa situación, en la que la His-
sagaz de los valores y los poderes tradicionales--igle- ·
toria parecía congelada, la que se rompe hasta producir sia, costu!llbres, personajes conocidos. Un literato que
el estallido en cadena de las revoluciones americanas. había tomado posición. Llegó a la noveJa por la crí-
. tica de lo consagrado (en el sentido etimológico de
En América las ideas del iluminismo triunfaban en toda
-la palabra). Nacido en 1776, se formó al relente de
la línea con su programa de los Derechos del Hombre
la crisis de la Colonia y bajo la seducción de la liber-
y del Ciudadano, el Contrato Social de Rousseau y la
tad. Era de algún modo un volteriano. El salto a la
doctrina de Montesquieu sobre la separación de po-
imaginación literaria en el Nuevo Mundo que su caso
. deres. Los líderes de la Independencia, nutridos en
representa va pues parejo con el que en el devenir
aquellas ideas, eran la extrema izquierda de la época
de su sociedad se producía. Lo imaginario surgía en-
(los documentos oficiales llamaban bandido a Bolívar, tonces como negación de lo real -para volver sobre
"enemigo de Dios", y facinerosos a sus compañeros; esa realidad, totalizándola-, y por eso no- se trataba
y ya _sabemos lo ocurrido cuando, ·siguiendo la lógica ahí en modo alguno de una correspondencia mecá-
de la revolución, el héroe declaró la guerra a muerte). nica, sino de todo un acontecimiento histórico-cultural
Con la ruptura del orden español y el inicio de las cuya complejidad interna habría que explorar. No fue
nuevas naciones, advino una literatura propiamente di- un escritor precoz. Hasta su retraso productivo pare-
cha, aunque ingenua y esquemática. El espíritu de se- cería aquí la consecuencia de la difícil búsqueda per-
riedad y el formalismo teológico, al carecer del poder sonal en un tiempo de transición: imaginar exigía com-
político que' los sostenía mediante los artificios inqui- prender, por primera vez en la sociedad americana.
sitoriales inclusive, dan paso .a la críti~a y al humor. Tampoco era nítido el trazo de su relato .. El didac-
Proliferan las narraciones técnicamente inspiradas en tismo y la imaginación narrativa permanecían con-
la Picaresca peninsular, entre las que destaca El Pe- \\Y<-funidos en su obra, como en los orígenes de la Li-
riquillo Sarniento del mexicano Lizardi. Es sigumca- r-.i/ teratura misma. Por lo cual resultaría de gran impor-
tivo que esta obra, que justamente ha merecido ser ~''\ tanci~ .t~órica, en la perspectiva del presente estudio,
considerada la primera novela latinoamericana, sea el análisis de la obra toda de Lizardi,- no sólo de su
una denuncia de la faz. oculta, dei rostro lump(m de ficción sino además de sus arÍículos y folletines polé-
_la sociedad colonial. Su tono y su atmósfera son los de micos. Era tan consciente de su cometido literario
la Picaresca, pero la acuídad última de la obra emana e ideológico en su medio y su ép()ca, que dos meses

28 29
·· áhtés de morir increpaba a sus enemigos en un folleto un mundo completamente desacralizado, completam_en,
te humano (no en sentido ético, no en el sentido de un
que con el título Testamento y Despedida publicó en
mundo que ha superado los antagonismos inhumanos,
1827: "¿No advertís que aunque yo muera, jamás fal- etc.). ·
tarán escritores instruídos y resueltos que continuarán
(2) Citado por Medardo Vitier en Del Ensayo Americano.
combatiendo los abusos?". <3) México, FCE, 1945.

(3) Nos hemos servido de la antología que bajo el título


Don Catrín de la Faclzanda .y Fragmentos de otras
Obras, publicó la Editorial Cultura. México D. F. 1944.
NOTAS
Introducción, selección y notas de Jefferson Rea Spell.

(1) Es ilustrativo que en una obra ·latinoamericana de la


cual desde el principio se venía diciendo que era épi-
ca, igualmente se demuestre la no viabilidad de la épi-
ca en sentido clásico, una vez que la individualización
a la que nos referimos se ha definido. Hablamos del
Martín Fierro, de José Hernández, publicada en Bue-
nos Aires en 1872. Aunque escrita en verso, la obra .
es más novelesca que poemática (como el Eugenio
Onieguin; de Pushkin). En su ensayo acerca de la poe-
sía gauchesca, recogido en Discusión, Jorge Luis Bor-
ges sostuvo "la índole novelística del Martín Fierro,
hasta en sus pormenores" -son sus palabras. Y sub-
raya: "Novela, novela de organización instintiva o pre-
meditada, es el Martín Fierro: única definición que pue-
de transmitir puntualmente la clase de placer que nos
da y que condice sin escándalo con su fecha; Esta,
quién no lo sabe, es la del siglo novelístico por anto-
nomasia ..." En la obra gauchesca Fierro es todo un
protagonista, es él quien narra acerca de su vida ·y el
mundo que allí aparece se nos- da sólo por la volimtad
y la palabra del narrador. Finalmente, la conciencia
que éste tiene de su vida es sin duda ese tipo de con-
ciencia moderna, novelesca e individualista, que no
se apoya en los dioses (lo colectivo mitificado) pa-
ra existir y saber que existe. Martín Fierro, a dife-
rencia del héroe épico, dirige su destino, de algún mo-
do se lo atribuye a su propia elección. Tal es el héroe
novelesco, en última instancia: el hombre actuando en

30 31
III

Paradojalmente, la política neocolonial, apoteo-


sis del movimiento totalizador o universalizador de_
la economía competitiva, retiene a los países por ella
sojuzgados en situación de provincias, marginados de
la historia universal,· como sus puros objetos. Es de-
cir ·que el imperialismo, flagrante ecumenidad del
sistema, provincianiza -deformándolas en su propia
historicidad- a las naciones cuyas economías ~1 ha
convertido en complementarias de la suya. Fija en
ellas las aberraciones del atraso, distorsiona y congela
su temporalidad matando en sus estructuras la menor
iniciativa de autonomía. Al sustraerles la iniciativa, con-
dena sus hábitos políticos a la grandilocuencia, al ges-
to pomposo: les confier~ una retórica, la inconfundible
retórica de la dependencia y el subdesarrollo. Enturbia-
do el punto de partida, velado el origen por la abiga-
rrada secuencia de actos de subordinación, el vasa-

33
llaje conforma una "idiosincrasia" que revela su faz para contener el desarrollo de las fuerzas productivas.
simbólica en perversiones netas: las mil formas del Esto es lo que vino a ocurrir aquí a partir del dece-
odio sado-masoquista, los más repelentes modos de nio de 1930. Al industrialismo, que para nosotros ero- _
la alienación del dominado, que afloran orgiástica- pieza entonces, se debe la creciente radicalización po-
mente en el momento en que el dominio se cuestiona lítica del continente. Como lo anotan Dos Santos y
en los diversos puntos del organismo social. :Esa vio- otros Investigadores, las luchas políticas se toman ma-
lencia enloquecida de la que Frantz Franon destiló su s~v~s y ~e~~san los marcos nacionales (aunque al prin- .
metafísica revolucionaria. c1p1o as1stieramos al auge de las tendencias naciona-
La subordinación que se les impone a esos pueblos listas y populistas), para cubrir al fin toda el área en un
a través de los canales del dominio se refleja en el movimiento antimperialista generalizado. Ol Al mismo
letargo de las respectivas naciones, cuya fisonomía tiempo, en tanto la industrialización prosigue y puesto
"típica" viene a ser· ese anacronismo que, en las ca- que en el curso de ella el capital norteamericano in-
pitales en donde tienen su sede las subsidiarias de terviene de manera creciente, las clases dominantes
los trusts metropolitanos, se disfraza de modernidad latinoamericanas reniegan de sus iniciales políticas na-
con la máscara del esnobismo entre -las capas "cultas". cionalistas. Así, -"se rompe progresivamente el do-
Durante cierto período éstas llegan a jugar un papel minio ideológico y político que ellas ostentaban sobre
como divulgadoras o agitadoras culturales que va más · los movimientos populares, bajo la forma de movi-
allá de su propia ambigüedad. mientos y gobiernos "populistas". <2l

Apenas los pueblos comienzan a reaccionar como La mera expectativa de esa ruptura, la exacerba-
resultado de la crisis inocultable del sistema -impacto ción de los antagonismos que inauguran lo que llama-
de la industrialización tardía sobre la vieja sociedad á- remos la segunda fase del período, brinda la coyuntura
portadora de materias primas-, que es lo que empezó en la que los intelectuales vivirán una situación sicoló-
a vivirse en América Latina durante la segunda guerra, gica y socialmente propicia a la crítica de lo recibido
se recupera, agudizada y potenciada por esa larga acu- y a la elaboración de instrumentos teóricos adecuados
mulación de frustraciones cuyo sentido se precisa a a la comprensión de la realidad, cuyo esclarecimiento
la luz de los últimos hechos, la posibilidad humana se postula ·como la tarea más urgente en las nuevas
que parecía haberse reabsorbido en la modorra de circunstw.cias. Desde la segunda guerra mundial, pero
una explotación sin sobresaltos. Las superestructuras sobre todo desde 1950 (en donde situamos la segunda
que se habían endurecido y canonizado, y que se cre- fase), o sea cuando quedó claro para las bu~guesías
yeron infalibles, principian igu¡1lmente a cuartearse y locales que la industrialización en el sector liviano
removerse. En el sentido literal de la fórmula de Márx, (permitido dentro de las relaciones de intercambio)
dichas superestructuras son ya demasiado mezquinas no sería ya portadora de ninguna autonomía sino que

34 35
muy al contrario reforzaba la coyunda de los mono-
polios en el área, la radicalización política se acel€i:a
· y esas minorías se reconocen definitivamente como
socios menores del neocolonialismo. Reconocimiento
instintivo, casi reflejo, que evoluciona hasta la iden-
tificación corporativa ante la amenaza que para el
sistema en conjunto dentro de cada páfs, no menos
·que en el ámbito hemisférico, representa la inconfor-
Iilidad popular en espiral con sus' secuelas huelguísti-
cas, tenoristas y guerrilleras. Es en este mismo mo-
mento cuando el proceso tiende a convertírseles en N
destino, a reducir las alternativas, pues la mayor par-
ticipación del capital monopólico en las industrias
latinoamericanas estimula en ellas la concentración
económica -que sigue distorsionando las estructuras
dependientes y profundizando los antagonismos. Y
. entonces los menores dramas cotidianos van haciendo Allí en donde se la rechaza
1
brotar a cada paso el sentido opresivo de la hi~oria la histo;ia actúa njás claram~nte.
1
como lfotalidad. Aún sin organizaciones idóneas que · (R. Barthes}
1
la encaucen, la subversión se toma ahí probable a
cada instante. Es virtualidad pura. En el vasto con-
texto mentiroso la verdad -cualquiera sea el ángulo Según se vió con el caso de Lizardi, la narrativa
desde donde se le vislumbre y formule_:_ será sub- en ~atinoamérica nace con las guerras de indel2en-
dencta o poco después. Prácticamente nos interesa
versiva por las eventualidades de acción que conlleva.
pues el proceso que se abre con el romanticismo.
NOTAS Anderson Imbert, en su esquema didáctico, divide
el romanticismo latinoamericano en dos generaciones.
( 1) Cf. Dos Santos, obra citada. Una sería la que produjo su obra antes de 1850 (en
(2) En el que juegan su papel de reactivos los militares
la cual incluye a Sarmiento con Facundo) y la se-·
nacionalistas, que nunca fueron más allá de ese dis-
creto desarrollismo que no excluye una que otra ex- gunda sería la posterior a ese año (Mármol con Ama-
propiación con indemnización de por medio. Se dibuja lia, Isaacs con María, etc.) ..
entonces la perspectiva de un capitalismo de estado, ·al
que la propaganda oficial suele bautizar de "socialismo". A simple vista la primera generación parece polí-
Etc. ticamente más activa que la segunda, y lo es pero

36 37
1
,:-
' sólo en cuanto que a ella le_ correspondió consolidar junto alcanzó el romanticismo, a partir de 1830 con Es-
la era republicana y eliminar los residuos ideológicos, · teban Echeverría, Juan Bautista Alberdi, ~Domingo F.
económicos y sociales del inmediato pasado colonial. Sarmiento, José Mármol, Vicente Fidel López y el
Sus ideas fueron ·casi siempre liberales, las de las "so- historiador Mitre, además de otros menores.
ciedades democráticas" -algunos ingresaron en la
Con los románticos se dan los primeros intentos
masonería-, quedando entendido que a diferencia de
de exaltación-lírico-descriptiva de los paisajes que de-
lo que ocurría en Europa, en .donde los liberales en-
cenios más tarde, en pleno siglo veinte, nuestros neo-
carnaban ya la reacción, en América el liberalismo del
naturalistas promoverían a primer plano con plasti-
siglo XIX, ideología de unas burguesías en mantillas,
cidad impresionista -como sucede paladinamente en
era progresista. O)
La Vorágine. La diferencia entre ambos tratamientos
La relación de las fuerzas sociales fue aquí dis- del objeto, que ·los románticos, hermanos espirituales
tinta, como diferentes eran sus ritmos de evolución. del viejo pintor Frenhofer de La Obra Maestrá Des-
. En 'Latinoamérica el-librecambismo dominaba la pro- conocida balzaciana, a veces llamaban Naturaleza
blemática económica de cada país, · mientras Europa conmayúscula, estriba en el hecho de que para éstos
era recorrida, según la expresión de Marx, por "el el "paisaje" era un marco idealizado, penetrado de
fantasma del comunismo".· Unicamente algunos nú- los sueños de lánguida felicidad o la melancolía . de
cleos artesanales profesaban las ideas del socialismo ·los personajes. Estos aparecían también "positivos"
proudhoniano, mientras que entre los literatos radi- y enterizos según los cánones en boga, reducidos poco
cales arraigaban las tesis populistas de Víctor Hugo menos que a sus esquemáticos amores, como acontece
y las más lacrimógenas de Eugenio Sué. Grosso modo, en María mucho más sin duda que en Amalia -pues
los sectores avanzados de nuestras burguesías urbanas en la segunda novela, lo mismo que en El Matadero,
comulgaban en el positivismo de Compte, Spencer y de Echeverría, la política está en la anécdota y la ac-
Mili, en tanto. sus sectores latifundistas se afirmaban ción no menos que en la atmósfera violenta de la dic-
y regodeaban en el "hispanismo a ultranza. tadura de Rosas, cruzada por la sombra siniestra de
los mazorqueros, como la memoria de los colombianos
Bastante han insistido los historiadores sobre el
evoca la violencia posterior al 9 de abril de 1948, es-
esclarecido papel que tuvo el romanticismo en las
tremecida por el sadismo de los pájaros,
luchas de independencia y en la formación polj:tica
y cultural de las jóvenes naciones latinoamericanas. · Política y polémica en alto grado· es también, con-
Eñ esta corriente comenzó influyendo ·la tendencia tra el régimen del general Vives, Cecilia V aldés, del
francesa, y luego ésta dejó prevalecer a la española que cubano Cirilo Villaverde (1812-1894), cuyo primer
proliferó sobre todo en la poesía. En general, fue en · volumen apareció en 1839. Interrumpida su redacción
Argentina en donde mayor coher~ncia y altura de con- por la accidentada vida política y periodística del au-

38 39
tor, éste al fin pudo publicarla completa en Nueva to deberá confirmarlo o discutirlo el propio lector al
York cuarenta años después, en 1879. Esta novela revisar en extenso aquellas novelas y muchas otras
era considerada subversiva en su orientación funda- que, careciendo· de representatividad según lo propues- ·
mental por los gobiernos cubanos inmediatamente an- to aquí, quedan fuera de nuestra documentación in-
teriores a la emergencia del Movimiento "26 de Julio". mediata.
En 1950 Ia Cía. Habana Films rodó una película
De Amalia, que en comparación con otras novelas
basada en el libro y bajo su mismo título, pero la
combativa novela de Villaverde quedó reducida a una de su período escasea en tales descrip~nes en la me-
inocua historia de amor entre la high lite habanera, dida en que abunda· en "acción" folletinesca, entresa-
fue purgada diligentemente de su virulencia histórico- camos:
política. Ese mismo año de 1950 se editó en La Ha- "Todo cuanto sobre el aire y la tierra puede
bana el libreto, y en el prólogo respectivo creyeron reunir la naturaleza tropical de gracias, de lujo
oportuno advertir que debía tenerse en cuenta que "aún y de poesía se encuentra confundido allí, como
el gran ·público no tiene el paladar acostumbrado al
si la provincia de Tucumán fuese la mansión es-
plato fuerte de las grandes y aplastantes realidades
cogida de los· genios de esa desierta y salvaje
sociales". <2l
tierra que se extiende desde el estrecho hasta
·Como estos análisis dan por supuesto en el lector Bolivia, y desde los Andes al Uruguay. Suave,
el trato con las obras más populares del romanticismo . perfumada, fértil y rebosando gracias y opulen-
latinoamericano, juzgamos innecesario recargar la ex- cias de luz, de pájaros y flores, la naturaleza ar-
-- posición con citas y ejemplos. Sin embargó, conviene moniza allí el espíritu de las criaturas con las
hacer un rápido muestreo de textos alusivos al paisaje impresiones y perspectivas poéticas en que se
' y la naturaleza en algunas de esas ohras. Tales trozos,
despierta y desenvuelve su vida". (Tomo I, se-
desglosados del contexto vivo de la obra en cada caso_,
gunda parte).
obviamente no nos entregan sino simples relieves des-
criptivos. Pero conservan una cierta entonación, una Más que una descripción, esto es una exaltación
. determinada coloración afectiva que, más allá de lo de la naturaleza, pues en realidad los románticos, con
que corresponde al estilo personal del autor, remite su subjetivismo típico, la cantan mientras pretenden
en todo caso a la generalidad de un sistema dé escri- mostrarla. En algunos se tiene la impresión de un
tura, o sea a la mirada sobre la naturaleza propia de fondo panteístico que se expresa en imágenes cuyo
nuestro romanticismo, históricamente determinada. Ten- sentido· apunta al deseo romántico de fundir el "alma"
dremos pues como indicativos dichos textos, aunque en la naturaleza, etc. En suma, ahí la idealización es
no los creamos suficientemente probatorios. El res- constante, sistemática.

40 41
De Mm1a, de Isaacs: del río turbaban aquella calma y silencio impo-
"Descendí a las anchas vegas del río, donde nentes. Sobre los ropajes turquíes de las mon-
acercándose a las llanuras es menos impetuoso: tañas blanqueaban algunas nubes · desgarradas,
formando majestuosas curvas, pasa al principio como chales de gasa nívea que el viento hiciese
por en medio, de colinas pulcramente alfombra- ondear sobre la falda azul de una odalisca; y la
das, de las que ruedan a unírsele torrentes espu- bóveda diáfana del cielo se arqueaba sobre aque-
mosos, y sigue luego acariciando los follajes de llas cumbres sin nombre, semejante a una urna
los carboneros y guayabales de la orilla; se oculta convexa de cristal azulado incrustado de diaman-
después bajo las últimas cintas montañosas, don- tes". (Cap. XXXIX).
de parece darle en murmullos sus últimos adioses· No es este, desde luego, un gran estilo. Pero por
a la soledad, y al fin piérdese a lo lejos, muy le- sobre su confusión, un tanto barroca a veces, los ele-
. jos en la pampa azul, donde en aquel momento el mentos de esa ética del romanticismo se distinguen
sol al esconderse tornasolaba de lila y oro su · perfectamente. Lo del "silbid() siniestro" del bujío
raudal. Cuando regresé ascendiendo por los tor- en el bosque, es sin duda un elemento decorativo y
tuosos senderos de la ribera, la noche estaba en- rítmico que en modo alguno ~terfiere la visión idílica,
galanada ya con todos los esplendores del estío. no desgarrante, de la naturaleza, como aquellos fondos
Las albas espumosas del río pasaban resplande- de ensueño con rocas y árboles esquemáticos que los
cientes,. y las ondas mecían los cañaverales-como . grandes pintores del Renacimiento colocaban detrás
diciendo secretos ·a las auras que veníán a pei- . de las figuras capitales de sus cuadros.
narles los. plumajes. Los no sombreados remansos
reflejaban en su fondo temblorosas las estrellas; Eri sentido estÍicto, la naturaleza nQ llega a ser
postÚlada aún en los textos románticos transcritos.
y donde los ramajes de la selva de una y otra
Ella es presentada .como a través de un vidrio opaco.
orilla se e:illazaqan formando pabellones miste-
La subjetividad de la escritura romántica, en cuyas
riosos, brillaba la luz fosfóricá de las luciérnagas
premisas el "alma'J -un mito, una estética y un valor
errantes. Sólo el grillar de los insectos :nocturnos
conjuntamente- cuenta demasiado, es un sistema de
turbaba aquel silencio de los bosques, pero de
percepción tan coherente como cualquier otro. Desde
tiempo en tiempo elbujío, guardián de las negras
su praxis tan opuesta, los Conquistadores españoles
espesuras, revoloteaba a mi alrededor haciéndome
que ho!Iaron la selva, cruzaron caudalosos. ríos,. tra-
oír su silbido siniestro". (Cap. XXXVIII). "La
montaron cordilleras, descubrieron y arrasaron civi-
noche contimútba serena: los rosales estaban in-
lizaciones, tienen de común con estos románticos el
móviles; en las copas de los árboles cercanos no
hecho de que tampocó ellos postulm·on la naturaleza.
se percibía un S!JSurro; y solamente los sollozos
Se comportaron con ella como ante un enemigo to:.
42
43
zuda y neutro a quien había que vencer con la ayuda conservó fa perspectiva· de su congénere europea. En
de Dios y del que sólo podía rescatarse un botín sus- ambos lados el amor transcurre por lo común entre
ceptible de atesoramiento infinito: oro y gemas. Ella parejas que por nacimiento o por adopción pertene-
estaba ahí, simplemente, había que avanzar a través cen a las clases altas, a familias privilegiadas here-
de ella en busca de Eldorado y regresar a España con deras de haciendas, casas suntuosas y amplias servi-
riquezas y méritos dignos de reconocimiento regio. dumbres. O sea que respecto del amor, en esa nove-
Por causas distintas, y aún contrapuestas, románticos lística se sigue la concepción burguesa tradicional cuya
del siglo Xrx y Conquistadores del XVI pusieron regla de oro es que el amor requiere un medio mate-
, entre paréntesis la naturaleza americana. Material ni rial y cultural eminente: el de la clase propietaria con
culturalmente podían incorporársela. .su ocio, sus objetos finos, sus elementos de cultura
(música, libros, etc.), sus relaciones y ceremonias y,
Cosa bien distinta ocurre entre los modernos, a en todo caso, ese egocentrismo que hace de cada amor
quienes dicha naturaleza se les da problemáticamente. el acontecimiento único, central del universo. Una his-
No es que la asimilen en el sentido en que podría ha- toria privada., que aniquilaría gustosamente la Histo-
blarse hoy entre nosotros, moradores de una civiliza- ria. Este tipo de amante da por supuesta la suma de
ción ·que va tupiendo su. cordón mecánico en torno c;_omodidades sobre cuya base social, no cuestionada
de Ja selva y parcelando las pampas. Pero ya existe casi nunca, el Amor-de-E17Ella se mece como una flor
ahí una relación concreta en la que el hombre va mu- delicada, un drama lujoso cuyas penas sutiles quedan
cho más allá de la distraída y cuantificadora cruzada fuera del alcance de las gentes comunes. El llanto, las.
del Conquistador o de la idealidad romántica. El hom- lágrimas, reflejo corporal y mito del contexto román-
bre a quien aluden Rivera, Quiroga y Gallegos es el . tico, forma parte de los valores de uso de aquella
que maldice la selva. y acaba siendo dévorado, tanto escritura. La primera señal de rebeldía contra el com-
como por ella, según dice Rivera, por sus pasim1es P.Ortamiento romántico suele ser el rechazo de las
hechas de una amalgama de odios, ambiciones y nos- lágrimas, el repudio del melodrama. Ya Stendhal, en
talgias. Para este espécimen humano la naturaleza eerpetuo debate contra el espíritu romántico, había
cuenta como potencia tan viva que a sus ojos ostenta clicbo gue un hombre que escribía en aquella forma
virtudes y fallas,· ambas en una medida desproporcio- inflacionaria no podía ser una buena persona. Julián ·
nada a las del hombre mismo. La percepción que éste Sorel, enamorado de Madame de Renal en Rojo y
tiene de ella es una auténtica vivencia y por tanto Negro, no llora, y sí lo ha hecho el lector lo ha olvi-
capaz de ·generar lo que se dice una experiencia, algo da.do, pues su dureza, su rencor seco y su resentida
en lo que uno se transforma. pasión constituyen el anti-romanticismo, más allá de
En cuanto al tratamiento del amor-pasión, en tér- ciertos rasgos secundariamente románticos de su per-
minos generales la novela romántica latinoamericana sonalidad.

44 45
¿Para quién era escrita la novela romántica? Es Leemos en La Vorágine:
indudable que, siendo contemporáneos escritores y
"La laguneta de aguas amarillosas estaba
lectores, los elementos o circunstancias de época que ·
cubierta de hojarascas. Por entre ellas nadaban
determinaban la perspectiva de los primeros definían
. unas tortuguillas llamadas galápagos, asomando
la sensibilidad y la mitología erótica y literaria de los
la cabeza rojiza; y aquí y allí los caimanejos nom-
segundos. Más aún: a menudo el autor repetía el llanto
brados cachirres exhibían sobre la nata del pozo
de sus lectores cuando repasaba su obra publicada. En
los ojos sin párpados. Garzas meditabundas, sos-
el producto de 'su propio trabajo de novelista la sen-
sibilidad romántica ·volvía a imponérsele como una tenidas en un pie, con picotazos repentinos arru-
gaban la charca tristísima, cuyas evaporaciones
suscitación irresistible. Así se explica la declaración·
maléficas flotaban bajo los árboles como velo
de Isaacs como lector de su María: "¡Páginas queri-
mortuorio ... " (Primera parte). "¡Déjame huir,
das, demasiado queridas quiiás! Mis ojos han vuelto
oh selva, de tus enfermizas penumbras, formadas
·a llorar sobre ellas. Las altas horas de la noche me
éon el hálito de los seres que agonizaron en el
han sorprendido muchas veces con la frente apoyada
sobre estas últimas, desalentado, para trazar algunos abandono de tu majestad. Tú misma pareces un
renglones más". cementerio enorme donde te pudres y resucitas!
¡Quiero volver a las regiones donde el secreto
Después de esto se entenderá mejor la actitud de- no aterra a nadie, donde es imposible la escla-
miúrgica de Flaubert, quien pretendía permanecer ab- vitud, donde la vista no tiene obstáculos y se
solutamente fuera y por encima de su obra (aunque encumbra el espíritu en la luz libre! ¡Quiero el
en fecha memorable supuestamente hubiese afirmado calor de los arenales, el espejo de las canículas,
que M adame Bovary era él mismo). la vibración de las pampas abiertas ... " (Se-
gunda párte). "¡Nada de ruiseñores enamorados,
Retomando ahora el tema de la naturaleza y el nada de jardín versallesco, nada de panoramas
paisaje en su significación histórico.;literaria, veamos sentimentales! Aquí, los responsos de sapos hi-
su tratamiento, decenios después de los románticos, drópicos, las malezas de cerros misántropos, los
por los neo-naturalistas-impresionistas como Rivera, rebalses de caños podridos. Aquí, la parásita
Gallegos y los otros. En ellos el paisaje será una fuer:.. afrodisíaca que llena. el suelo de abejas muertas;
za del Destino en sentido trágico, devorador de hom- la diversidad de flores inmundas que se contraen
bres, el :'infierno verde" o la desamparada vastedad con sexuales palpitaciones y su olor ·pegajoso
de la llanura. Un poder envolvente que desafía con emborracha como una droga: la liana maligna
su insidia malévola aquellos ensueños personales que cuya pelusa enceguece los animales; la pringa-
los románticos ubicaban en primer término. moza· que inflama la piel, la pepa del curujú

46 47
que parece irisado globo y sólo contiene ceni- Alicia en una casa risueña, que levantaría con
za cáustica, la uva purgante, el carozo amargo. mis propias manos a la orilla de un caño de aguas
Aquí, de noche, voces desconocidas, luces fan- opacas, en cualquiera de esas colinas minúsculas
tasmagóricas, silencios fúnebres. Es la muerte, y verdes donde hay un poro glauco al lado de
que pasa dando la vida. Oyese el golpe de la una palmera ... " (Primera parte).
fruta, que al abatirse hace la promesa de su se- Sin embargo, el hecho de que en la novela esta
milla; el caer de la hoja, que llena el monte con meditación del personaje aparezca justamente como
vago suspiro, ofreciéndose como abono para las
proyecto irrealizable, subraya la diferencia radical del
raíces del árbol paterno; el chasquido de la man-
enfoque de la naturaleza en el conjunto estilístico y
díbula, que devora con temor de ser _devorada;
argumental de la obra, respecto de lo que- se ha ob·
el silbido de alerta, los ayes agónicos, el rumor
del regüeldo. Y cuando el alba riega sobre los servado en los pasajes románticos citados anterior-
montes su glÓria trágica, se inicia el clamoreo mente.
sobreviviente: el zumbido de la ·pava chillona, Leemos. en Canaima, de Gallegos:
los retumbos del puerco salvaje, las risas del
mono ridículo. ¡To-do por el júbilo breve de "¡Arboles, árboles árboles! Una sola bó-
vivir unas horas más!" (Tercera parte). veda verde sobre miríadas de columnas afelpa-
das de musgos, tiñosas de líquenes, cubiertas de
Aquí la visión de la naturaleza como selva es trá- parásitos y trepadoras, trenzadas y estrangula-
gica. El hombre, por fin, se ha internado en ella, la - das por bejucos tan gruesos como troncos de
$onta y recibe su castigo. Aquí la naturaleza es árboles. ¡Barrera de árboles, murallas de árbo-
postulada mediante una relación concreta, atenta, dra- les, macizos de árboles! Siglos perennes desde
mática del hombre con su realidad resistente. Se tiéne la raíz hasta los copos, fuerzas descomunales en
la impresión de lo abismal. la absoluta inmovilidad aparente, torrent,e de sa-
via corriendo en silencio. Verdes abismos ca-
Sólo cuando, al comienzo de la novela, sueña en
llados. . . Bejucos, marañas. . . ¡Arboles! ¡Ar-
su felicidad con Alicia, más imposible que posible;
boles! He aquí la selva fascinante de cuyo in-
el héroe mira y ve el paisaje como los románticos, o flujo ya más no se libraría Marcos Vargas. El
sea idílicamente. Como suele decirse, se confunde co11 mundo abismal doride reposan las claves mile-
fa naturaleza, cuando en realidad la sobrevuela idea- narias. La selva antihumana. Quienes trasponen
- lizándola. Y el héroe piensa: sus lindes ya empiezan a ser algo más o algo
"Hasta tuve deseos de confinarme para s~em­ menos que hombres. ( ... ) El enigma de la
pre en esas llanuras fascinadoras, viviendo con selva milenaria en las terramaras funerales que

48 49
se elevan a orillas de los ríos caudalosos, cemen- ciales. Las guerras civiles, los altibajos del monocul-
terios de pueblos desaparecidos donde son ahora . tivo en el mercado mundial, la introducción de los fe-
bosques desiertos y en los "timeríes" monumen- rrocarriles, el telégrafo, las primeras crisis monetarias,
tales grabados en las rocas graníticas de las gran- las migraciones colonizadoras hacia el interior de cada
des cataratas, simbólicas inscripciones de ignotas país. . . La sociedad se había complicado, el hombre
razas en el alba de una civilización frustrada. se había descubierto y afirmado en el mismo proceso
( ... ) El infierno verde por donde los extraviados productivo y en el intenso mestizaje. Se sabía inerme
de_scriben los círculos de la desesperación siguien- frente. a la natw·aleza no sometida aún, que lo reba-
do sus propias huellas una y otra y otra vez, saba en un co!ltinente nuevo todavía. Así se marcarán
escoltados pcir las larvas del temor ancestral, sin luego las diferencias .@n cuanto a la tematización de 1!.'
atreverse a mirarse unos a otros, hasta _que de naturaleza entre la época de Rivera-Gallegos y la de.
. pronto resuena en el espantoso silencio, sÍJ;l que Carpentier-Vargas Llosa. Quiroga representa quizá e!
ninguno la haya pronUnciado, la palabra tremen- punto de máxima tensión -trágico,-fatalista, pánico-
da que desencadena la locura: _¡Perdidos!" en que el conflicto hombre-naturaleza está sin embar-
(Canaima, capítulo XII). go próximo a resolverse a favor de lo humano. Extra-
El título mismo de esta novela de Rómulo Galle- viados en los peligros y los mitos de la selva, los hom-
gos es indicativo, conlleva una concepción de ese mun- bres de Quiroga -son a la· vez la ·función de una forma
do primitivo que constituye su materia. La voz indí- de existencia que penetra cada día más hondo en la
gena canaima es el nombr:e selvático del Mal, de lo primitiva espesura americana. Inclusive cuando sus
Demoníaco omnipresente en esta naturaleza brutal, animales hablan lo hacen en el sentido humano, pues
vivida desde dentro, padecida en su interior. Ya no su "sicología" y su "cosmovisión" vienen a ser deri-
es posible idealizarla. Se trata de perecer devorados vaciones contrapuntísticas de las que el propio escri-
por tella, como Arturo Cova y sus compañeros, o de tor comparte con sus coetáneos. Es lo que pasa con
dominarla en el procesQ del desarrollo económico de los fabulistas, desde Esopo. <3)
· las naciones. Dentro· del "sistema" de escritura<4> que plasmó
Los fragmentos copiados muestran algo decisivo obras como La Vorágine y Doña Bárbara, por ejemplo
en cuanto a los cambios producidos desde Amalia (pues otra vertiente sería la del Don Segundo Sombra
hasta La Vorágine, a varios niveles: la cosmovisión de Güiraldes), en las que el paisaje gana relieve es-
del escritor, el estilo, las técnicas descriptivas, los acen- tructurante y por ello mismo deja en cierto modo de
tos morales de la escritura entera. ser tal "paisaje" puesto que suprime la distancia idea-
Entre ambos momentos del desarrollo literario el lizadora que determinaba la mirada romántica (como
tiempo histórico había generado acontecimientos cru- inspirará luego, en diverso contexto mundial, la mi-

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rada turística y el exotismo, ya que en última instan- son ya de hecho este deseq,uflibrio en acto, esta pre-
cia la mirada viene de lo social). Dentro del nombrado- sencia dadora de forma. Ningún esquema clásico, D.in- ·
'"sistema", la fábula o argumento suele quedar como guna lección de armonía, ningún arte de escribir po-
soporte del movimiento lingüístico encaminado a pos- dían superponerse como arquetipos a estos verdaderos
tular la naturaleza en sus inéditas violencias. La reac- "datos primeros" de nuestra realidad. El idioma pudo
tivación de remanentes animistas encubiertos tras la sobrevivir sólo a condición de legalizar voces nativas,
noción de "fuerzas destructoras" (creencia de ese es- deformar su sintaxis, diversificar su fonética. Seguía
critor latinoamericano que busca y se busca en su situa- siendo el horizonte para muchos lenguajes posibles.
ción peculiar e irrepetible) ; dicha reactivación aparece Debido a tales circunstancias vale decir que ese verbo
en esta narrativa al nivel de la imagen y los tropos, y esa visión del mundo, que en nuestro escritor son la
en la evaluación inmanente de la anécdota, en el tono presencia misma del desequilibrio de nuestra historia
fatalista del relato. En esta literatura, sin paralelo en profunda, son también su "metafísica". <SJ
otras culturas, la naturaleza en sus formas de selva, De ahí lo que se denomina el barroquismo latino-
pampa, cordillera, desierto, río, sol, tormenta, viento, americano, idea tan manida pero tan pobremente ra-
lluvia, juega un rol mágico. Erosiona y frustra al hom- zonada hasta el momento. La sensibilidad y la cultura
bre, burla sus leyes, desvía sus pasos --extraviándo- de este escritm, o sea su conciencia de sí y sus apti-
lo-, jnvierte su justicia, pervierte sus deseos, humilla tudes de plasmación verbal, se forjan en el centro de
sus dioses universales con la bárbara pluralidad de los esa tensión propiamente histórica (social-estructural).
fetiches, pudre su dinero (en Canaima la selva es ca-. Entre naturaleza, mundo dado (o si se prefiere, no-
lificada de antihumana, satánica, y el Arturo Cova dé mundo aún) y sociedad (relaciones y fuerzas de pro-
La Vorágine la nombra "selva enemiga"). Intruso en ducción en actividad constante), se establece en aquel
su seno enmarañado, el hombre -antítesis del "salva- período el campo de posibilidades que determinará la
je" para el caso- exacerba su sentido de la derrota estructura de la imaginación literaria. Pero además,
y de la il?-utilidad última de lo que dejó en las ciudades. para que este drama específicamente latinoamericano
Históricamente dicha función estructurante de la natu- se hubiese dado así, era preciso que mientras el cre-
raleza-tema y de la naturaleza-alegoría en la narrativa cimiento industrial revelaba la naturaleza como pe-
del período, viene dictada por el desarrollo de las riferia hostil, la sociedad viviera en el desgarramiento
fuerzas productivas respe~to de las virtualidades de ese aquella misma naturaleza como perspectiva de riqueza
inmenso "campo vital" de nuestra sociedad dependien- y dominio. Como futuro abstracto. Capturado en ella,
te (objeto al que ya se le ha fijado su papel en la di- ese hombre transitorio vislumbraba a la vez por entre
visión internacional del trabajo). El escritor crece así su trama Eldorado siempre posible. De ahí también la
íntimamente condicionado por la vivencia de este des- peculiar forma de la impotencia latinoamericana. <6)
equilibrio objetivo. Su verbo, su visión del mundo, Los Conquistadores habían abordado ya esta rea-
52 53
lidad sin pre~edentes, imagen alucinante de las extra- rói:J. en _la- sociedad paternalista, cuyas normas ope-
ran bajo las condiciones culturales del subdesarrollo.
poblaciones del Nuevo Mundo: ciudades-estado~ ci~i­
lizaciones enteras, ocultas como gemas en el corazon Existe pues una estructura de sentido histórica-
de la manigua, como caídas del cielo, entre míticos mente generada, que aglutina los d!ver~os elementos
ríos e inaccesibles cordilleras. del ser social latinoamericano. Con esta certeza es po-
sible pasar al fin de la entelequia de un supuesto "es-
En el contexto latinoamericano la aventura de píritu latinoamericano", a las determinaciones concre-
Robinson Crusoe, aperado de los elementos de la civi- tas del hombre en este continente. Si rastreamos éstas
lización que le arrimaban a su isla los nal}fragios Y en la literatura, comprobaremos cómo en esencia aquel
de los que él mismo poseía como nociones dadas por machismo no ha variado apenas desde Martín Fierro,
su mundo originario, era impracticable. Mas no por Don Segundo Sombra, Arturo Cava y Marcos Vargas,
las razones que sirvieron a Marx contra el mito bur- hasta El Jaguar de La Ciudad y los Perros y Aureliano
gués de Defoe, alegoría optimista del progreso, sino Buendía de Cien. Años de Soledad. Ni aún en Bqrges,
porque el mundo de acá planteaba otros esquemas tan intelectualizador y refinado, desaparece dicho ras-
de eficacia constituídos de antemano, frente a los cua- go. Pero se adelgaza y empieza a disolverse en su obra,
les era necesario maniobrár y a los que había que y en los personajes de Cortázar, en quienes las cate-
adecuar~e. El correlativo proceso implicaba la rotura gorías urbanas de la sociedad de consumo prevale-
del milenario equilibrio de ambos lados. -- cen. <7) Hasta en su versión del C]le Guevara, en el
cuento Reunión, se esfuma el inconfundible sustrato
Por eso en vez del robinsonismo europeo del si- machista del héroe real. <8l Oliveira, en Rayuela, tam-
glo XVIII,' en Latinoamérica surgiría lo· que consti- poco es ya el __:'macho" latinoamericano y así mismo
tuye uno de los rasgos de lo que en el lenguaje de carece de motivaciones voluntaristas. Es un cuestiona-
algunos sociólogos anglosajones llamarían nuestra "per- dar sin justificaciones, como ·la era tal vez el propio
sonalidad bás!ca''. 1'fos referirnos al machismo, mítica Cortázar al crearlo.
expresión del voluntarismo, que es la otra cara de lo
que hemos denominado impotencia latinoamericana -y Si el hidalgo, personaje de la feudalidad hispánica,
cuyo círculo vicioso se romperá tan sólo revoluciona- fue un hombre de honor, el macho latinoamericano em-
riamente. Así como en una organización política el pezó siendo el individuo autosuficiente en medio de las
voluntarismo es la faz disciplinaria del dogma -sín- arduas condiciones de supervivencia en la sociedad
toma a su vez de incertidumbre respecto de la dialéc:.. rural del Nuevo Mundo. El hombre se hallaba solo
tica inicial-, en el comportamiento común el ma- ante la naturaleza, puesto que la sociedad como tal
chismo es la coraza de que el voluntarismo se recubre no estaba lo suficientemente articulada ni equipada
y con la que distrae la edipkna insegu~dad del v~- para asumir el reto de lo telúrico (según luego se di-

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54
ría) a los varios niveles de existencia. Circundada lino y, de cierta manera, reivindica la primigenia ini-
de naturaleza indómita, aquella sociedad de hecho ciativa del Matriarcado. Esa excepción a la ley del
crecía en circunstancias análogas a las de las comu- machismo, que como tal excepción lo confirma ha-
nidades fronterizas. Su rusticidad, P<?r ello mismo, tam- . ciéndolo flagrante, escandaloso en la figura tensa y
poco era bucólica: se parecía demasiado a un asedio. trágica de la Mujer-Hombre, la hembra fálica, es la
. Así lo veía Sarmiento cuando escribía el Facundo, del Doña Bárbara de Gallegos, es la Marquesa de Yo-
que dejamos citado: "el mal que afecta a la Repú- lombó, de Tomás Carrasquilla. Ellas son la estirpe
blica Argentina es la extensión; el desierto la rodea escandalosa de la bisexualidad moral, la negación
por todas partes ... ". El desierto, es decir, el des- caracterológica del "eterno femenino'' ( conceptualiza-
poblado; la naturaleza como imponderable. Un país ción y poetización goethiana del prejuicio universal,
era un ralo mosaico de núcleos de población aislados después de milenios de esClavitud femenina).
i
entre sí, vinculados en abstracto por Estados amor-·
fos, autoridades atrincheradas en la capital y consti-
tuciones inestables. NOTAS
El macho es el individuo que decidió. instalarse (1) Una ideología como tal no es necesariamente retró~
en esa inseguridad total y que, al desarrollar la du- grada. El hecho de que sus agentes o sostenedores sean
reza y la crueldad indispensables en uú mundo así inconscientes del alcance último y el origen real de
conformado, tofua conciencia de que lo masculino es ellas no invalida el posible papel históricamente positi-
vo de de.terminadas ideologías. Como visión de la vida
el riesgo aceptado y es la agresión sin tregua -física, social, simplemente ellas son parciales. Sólo en este sen-
moral, económica, política, sexual-, y lo femenino tido hay que tomar la definición de Engels: "Una
es la espera resignada, la gestación abnegada, el miedo ideología es un conjunto de ideas que viven una vida
a lo desconocido y la ifl:certidumbre constánte. En su- · independiente y únicamente sometida a sus propias le-
yes". Si estudiamos esas "leyes" aludidas por En-
ma: valores negativos. En el ámbito no cuestionado gels, · veremos que la "independencia" de la vida de la
del paternalismo -nutrido con la interpretación or- _ ideología es relativa, operativa pudiera decidirse. Relati-
todoxa de los Evangelios, en donde la feminidad ·se va, porque nace y se desenvuelve en la urdimbre del con-
valora según la tradición patriarcal judía-, esa dife- texto social. Operativa, porque de ella derivan progra-
. mas de acción política, ~conómica y militar, por ejem-
rencia cristaliza en destino social; como divergencia plo. Dentro de esa totalidad socioeconómica de nues-
insuperable. A esta situación corresponderá la doblez tras naciones en aquella época, nuestros liberales eran
de la conducta viril ante la mujer en todos los planos: progresistas.. Expresaban la totalidad nacional, como con-
el lenguaje, el saber, la sexualidad, la política. . . Pe- ciencia posible, según las necesidades del desarrollo his-
tórico en ese período concreto. Nuestra temporalidad,
ro este universo machista engendra su excepción: la
anacrónica o "excéntrica'' respecto de la europea, de-
mujer hombruna, la hembra que viola el tabú mascu- terminaba el que así ocurriera.

56 57
(2) Cf. Versión fílmica de Cecilia Valdés. Imp. P. Femán- sidad por- todas partes; inmensa la llanura, inmensos los
dez. La Habana. 1950. .bosques, inmensos los ríos, el horizonte siempre in-
(3) Sucede lo propio en El Cangrejo Volador, relato del cierto, siempre confundiéndose con la tierra entre cela-
cubano Onelio Jorge Cardoso. Aquí la moraleja es, en jes y vapores tenues que no dejan en la lejana perspec-
cambio, optimista. Símbolo del espíritu prometeico li- tiva señalar el punto en que el mundo acaba y principia
berado por la Revolución, o que a ella conduce. Bajo el cielo ( ... )". Hemos subrayado la expresión, "se le
- el reto de la paloma torcaza, y contra el escepticismo insinila en las entrañas", para destacar la intuición de
ambiente, el cangrejito supera el estancamiento de su Sarmiento en cuanto a la influencia de todo ello -me- ',
especie y heroicamente construye su nido en la copa del diante la aprehensión social de dicha realidad- en la
árbol más alto del bosque. Y una noche le nacen ver- formación de una cierta actitud humana respecto de la
daderas alas y a la siguiente mañana inicia su vida aérea, naturaleza. Y en el capítulo segundo es aún más ex-
su cambio de estado. plícito: "Ahora, yo pregunto: ¿qué impresiones ha de
dejar en el habitante de la República Argentina el sim-
( 4) Siempre que surge en el presente estudio el vocablo ple acto de clavar los ojos en el horizonte, y ver.... no
"escritura", se usa en su acepción distinta de "estilo" y ver nada? Porque cuanto más hunde los ojos en aquel
de "lengua", según -las precisiones de Barthes, o sea horizonte incierto, vaporoso, indefinido, más se aleja,
la escritura como "acto de solidaridad histórica", o el más lo fascina, lo confunde y lo sume en la contem-
lenguaje literario "transformado por su . destino social, plación y la .duda. ¿Dónde termina aquel mundo que
la forma captada en su intención humana y unida así quiere en vano penetrar? ¡No lo sabe! ¿Qué hay más
a las grandes crisis de la· Historia". (El grado cero de allá de lo que ve? La soledad, el peligro, el salvaje,
la escritura). la muerte. He aquí ya la poesía. El hombre que se
mueve en estas escenas se siente asaltado de temores
(5) llustremos el punto con el testimonio histórico -de Sar- e incertidumbres fantásticas, de sueños que lo preocu-
miento, en el capítulo primero de su Facundo. Lo que pan despierto". Sarmiento deduce: ;'He aquí ya la poe-
en él se refiere a la pampa, servirá lo mismo para las sía", y es cierto que la aprehensión --o el conjuro--
demás formas del paisaje como vastedad del "espacio verbal de la naturaleza ilimite antecede a su asimila-
vital" opresor,.desorientador del hombre en ta fase a que ·, ción productiva. Pero aquella verbalización intencional-
aludimos. En la medida en que él no es tan integral- mente poética no es la misma en las diversas etapas del
mente romántico como los demás escritores latinoame- desarrollo del dominio humano objetivo-social sobre la na-
ricanos representativos del romanticismo, Sarmiento per- turaleza. Los románticos la velan, la idealizan, la dejan
. cibe la negatividad de _la naturaleza virgen y anticipa de trasfondo casi onírico, y esa poesía que de ahí ve
así aquella vivencia trágica de la naturaleza que es me- brotar Sarmiento espontánea como las aguas termales, es
nos propia del espíritu romántico que del que prevalece sin duda la poesía romántica. Toda la descripción del au-
en la etapa ulterior, a la que nos venimos refirien- tor de Facundo es premonitoria del terror .con que un
do. Leemos en Facundo: "El mal que aqueja a la Marcos Vargas, en Canaima, o un Arturo Cova, en La
República Argentina es la extensión; el desierto la ro- Vorágine, testimonian la naturaleza en sí misma o en
dea por todas partes, se le insinúa en las entrañas [sub- sus efectos sobre las existencias de quienes se internan
'rayado nuestro]; la soledad, el despoblado sin una ha- en ella con los precarios medios de una civilización que
bitación humana, son por lo general los límites incues- comienza. Los naturalistas y neo-naturalistas descubrirán
tionables entre unas y otras provincias. Allí, la inmen- en ella la potencia trágica antihumana. Así la muestra

58 59
(7) Este aserto no es, desde luego, ningún JUICIO de valor
Rivera fascinado todavía, en su novela. Pero. en sus so-
netos parnasianos de Tierra de Promisión -promisorio sobre la literatura cortaziana, sino un enunciado clasifi-
catorio. .
se veía ya, pese a todo, el "infierno verde" con los ojos
de la era tecnológica-, en sus sonetos el mismo Rivera (8) Se recuerda una anécdota del Che cuando asistía a la
_muestra, por- los animales que le sirven de modelos, có- conferencia de Punta del Este. Ante un auditorio estudiantil
mo esos poderes suelen también adoptar formas en las y obrero en Montevideo, desde la entrada del colmado
que el poeta puede simbolizar la energía, el valor, la ab- salón un espectador le preguntó, no se sabe si con áni-
negación, la euforia pura del músculo. mo provocativo: "¿Y cómo se hace. entonces la revo-
(6) En la· novela panfletaria de los indigenistas la versión lución; Comandante Guevara?". Y el Che le habría res·
de esa impotencia es aún más cmda, tanto más brutal y pondido con un grito: "¡Con cojones!!".
sub-literaria o ultraliteraria cuanta mayor es la intencio-
nalidad militante del escritor en favor del indio super-
explotado y cautivo en las supersticiones ancestrales. Pe-
ro es que la "novela social" también ·llegó a ser una
superstición y, como tal, motivó demasiadas ilusiones so-
bre su eficacia en el terreno político. El populismo de
esos escritores cuya visión política no les álcanzaba para
rel~cionar de modo concreto el proble~a del ·indio en
países como Ecuador, Perú, Bolivia o México, con la
totalidad social del subdesarrollo y el neocoloriiaje, man-
tuvo sus planteamientos sicológiCos y argumentales en
la oposición mecánica del indio como minoría racial y
cultural, contra los blancos (mestizos) opresores y racis-
tas. El propio escritor era un resentido con vergonzantes
aspiraciones demagógicas, en no pocos casos. Tales nove-
listas no llegaron a comprender que la contradicción
es dialéctica, o sea interna, en el seno de cada nación
como conjunto él mismo dependiente y discriminado. En
esas obras también la naturaleza se carga de ·malos
augurios contra el indio. Su función ya no es, como en
Gallegos o Rivera -y aún en Quiroga~ inhumana "en
general", sino que aparece parcializada conspirando con
el mundo de los Amos en perjuicio del pobre indio. Así
la vemos actuar casi como los dioses homéricos a fa-
vor de uno de los bandos -el de los Amos- en Hua- - 1

sipungo de Icaza (en Raza de Bronce, del boliviano Alci-


des Arguedas, el interés ·está centrado en· los persona-
jes de la intriga y la naturaleza sigue siendo un fondo
moralmente neutro: como en la frase de Epicuro, ahí
"los dioses están lejos'').

60 61
V

Asimilada la naturaleza -no sólo instrumental


o industrialmente-- por una civilización que ha visto
predominar la vida urbana, se modifican los términos
en la-relación hombre-mundo, en general. Para noso-
tros no se trata más, como en la época de Sarmiento
y aún en la de Rivera y Gallegos, de la antinomia
civilización-barbarie en sentido lato. El hombre lati-
noamericano de la segurida postguerra ocupa el primer
plano en un ambiente cada vez más ·determinado por
la producción y el mercado, trepidante, férreamente
ceñido en la red de los organismos monopólicos. En
las relaciones de la pareja se desprestigia la concep-
ción del amor servil, tan vital para el machismo, cu-
ya ambivalencia se pone al servicio de la empresa que
a la vez conlleva su superación: la guerrilla ... Aun-
que, desconfiando de la organización y de la teoría,
fatalista y egocéntrico, suele también hacerla saltar
en acciones insti.J).tivas. El Macho es fiero atacante,
pero inseguro revolucionario.

. 63
Todo ello se inscribe en el salto que ahora se Insistamos aún en lo que llamaríamos el valor
Jl'aliza en la literatura del continente. Ella se va libe- o peso estructural de lo histórico en el interior de esa
rando del universo-naturaleza y entra, por su temá- novelística. El problema se tomará más claro si vol-
tica y por sus intereses formales, en el universo-his- vemos al caso tan trillado de La Vorágine y lo que
toria. O sea que, como escribiera un crítico francés en ·relación con ella se ha venido llamando --con
p;;;; otras circunstancias, pasa "de la representación justeza, desde luego- papel protagónico de la Selva.
Sí, ésta .se impone a la memoria del lector de la no-
a la recreación del mundo". <11 >
La primera manifestación orgánica, consecuente vela de Rivera. La Selva parece vivir por sí sola y
y no fortuita de este salto que hoy par~ce claro como eclipsar las figuras humanas del libro, sin excluir a
fase de la literatura narrativa nuestra -por encima Arturo Cova. Pero si releemos La Vorágine compro-
de las desigualdades propiamente artísticas que pueda baremos sin dificultad alguna que, cuantitativamente,
haber padecido-, lo constituye el conjunto de nove- o sea en número de páginas, las descripciones de la
las y cuentos inspirados en la revolución mexicana. selva cubren poco espacio en el libro. Empero, su
Obras como Los de Abajo y otras de Azuela, El Agui- intensidad emotiva y estilística es muy particular. ~
·za y la Serpiente y La Sombra del Caudillo, de Martín embargo. esto no hubiera bastado, puesto que una
Luis Guzmán, y las que con varia suerte publicaron novela no es· un centón de descripciones o de "cua-
tantos· otros noveladores de aquellos episodios, mucho dros" más o menos brillantes, sino una estructura sig-
antes de llegar a La Muerte de Artemio Cruz, de Wficruite, un imaginario completo y autosuficiente.
Fuentes, se nutren ya plenamente de lo histórico. Son Entonces, "lo que ocurre en la obra de Rivera con el
pura, aunque imperfecta, explicitación de fuerzas, in- .elemento "selva" es. que, gracias a la perspectiva que
tereses y caracteres históricos. Para nuestro objeto no. preside la concepción de la novela, dicho elemento
importa que en tales libros la narración: se nos revele adquiere un peso estructural que prevalece. Dentro
empobrecedora, abstracta o balbuciente si la compa- de ese imaginario orgánico que es la obra objetiva-
ramos con las del clásico del género, Walter Scott. mente considerada, la imagen de la selva, a través
Ni siquiera nos interesa el que sus temas, mal o bien - de la cual en última instancia el escritor propone la
aprovechados, surjan de una historia nacional deter- dramaticidad de la naturaleza, usurpa al hombre mis-
minada -la mexicana en este caso-. Lo que de- mo el primer plano de la realidad. Lo "real" es ahí
seamos relievar es que en la materia de esas obras la selva maléfica, abismal, antropófaga.
ya nada esencial a su- estructura procede de la "na-
Contrariamente, lo que se observa en la narra-
turalezd'. De modo que ninguna discusión acerca de
tiva de la revolución es que el elemento "naturaleza"
sus métodos narrativos o de sus estilos eclipsaría esta
cede el paso al elemento "historia". El que estos na-
evidencia significativa. Habrá que partir de ella, sim-
rradores no siempre alcancen a desplegar la anéc-
plemente.
65
64
dota -en donde a menudo se concentra el sentido
de una tendenci~, de una ideología, de una existen- destinados a captarla. Eran medios ajenos y por lo
. cía-, constituye otro problema. Un mal escritor, un tanto se seguía careciendo de medios verdaderos. Des-
inexperto o un presuroso carente de imaginación lite- de nuestra miseria social y cultural, sin una tradición
raria, desperdicia su material, pasa de largo ante una concordante~ sin siquiera una sincronía temporal en-
anécdota sin sospechar en ella el punto en que lo tre ambos mundos, sus "obras maestras" no nos ser-
fabuloso y lo histórico se iluminarían mutuamente vían sino de solitaria distracción o, como en el caso
para generar la Forma. Pero el hecho es que, en la de los modernistas, de sombras virgilianas en las que
narrativa de la revolución, ni siquiera esta clase de nuestros torturados literatos y poetas se confiaban pa-
fracasos desvirtúan el fenómeno de fondo a que nos ra burlar el cerco del marginamiento cultural y geo-
referimos. gráfico y postular su ficticia universalidad. Aquellas
obras inimitables eran olímpico alimento de un yo
La revolución, una revolución cualquiera, no es que podía "disfrutarlas", pero que en lo inmediato
ya ningún fenómeno natural. No es un paisaje ni de su historia nativa no tenía el cómo ni el dónde
tampoco un acto simple. Los hombres que se produ- ni el para qué realizar por sí mismo la univerSalidad
cen produciéndola, tampoco son creaturas de un solo del valor. No era viable entonces que se nos con-
virtieran en auténtica experiencia desde la cual pu-
perfil. Si acaso hubiese un escritor que la mostrara
diéramos acceder a nuestra propia escritura. Sólo po-
como paisaje, en el mejor de los casos el resultado
dían ser recordadas -acto mecánico-, pero no asi-
· literario sería tal vez un absurdo, una imposibilidad
miladas -acto orgánico de incorporación viva-. Ima-
cuajada en objeto. Porque lo característico de lo histó-
ginemos a uno de ·nuestros escritores cultos y talento-
rico requiere la mirada que lo capte, una cierta mirada
sos del siglo XIX, José Mármol por ejemplo, imagi-
-como la que la sociedad europea se había creado némoslo leyendo -pues sin duda lo hizo- al señor
cuando Newton "vio'' caer la manzana que durante . Baaac o al· señor Dickens. Sin embargo, dentro del
milenios la gente · había cultivado, cosechado y co- campo concreto de posibilidades de comprensión y
mido, pero a la que nadie hasta entonces había "visto" plasmación que su propia historia y, en el torrente
caer, ni siquiera cuando el viento o los pájaros la de ella, su intransferible biografía le brindaban, el ro-
tumbaban. Una mirada que sea tal· como para que manticismo y el realismo en insoluble disputa de su
ella misma sea capaz de ofrecer ·a la vez la imagen arte y su vida dieron por óptimo resultado su Amalia.
de aquel movimiento · que ha sabido descubrir en la La política del tirano Rosas, que también condicionó
realidad objetiva. Y para esto· el escritor ha de ser a Sarmiento; el amor según se vivía y se soñaba y
otro hombre, un hombre que logre reducir la distan- se auto-enajenaba en una sociedad en donde aquella
cia que la. inmadurez de otros tiempos soportaba en- · , singular dictadura era viable; una cierta demanda
tre la realidad y los medios culturales supuestamente social de la liter~tura como instrull1ento agitacional,

66 67
etc. Tales er~ las formas inmediatas de esa "reali- tas no podían sobrepasar la suya, como tampoco es-
dad", infinitamente más poderosas que aquellas lec- taba a su alcance sustituir su lenguaje aldeano y rural
turas europeas en la conciencia literaria del escritor por .el que se habla en las fábricas y en las tabernas
argentino, imposibles de escamotear o s~sti~ por- de las grandes ciudades. Era pues imposible que las
que eran el tiempo histórico de esa conciencia, por- presunciones naturalistas de algunos escritores de nues-
que eran mucho más que lo "expresado" por la pa- tro costumbrismo se cumplieran a cabalidad. Inclu-
labra del escritor: eran lo vivido de ella. sive el determinismo naturalista significaba para ellos
Sólo en nuestros días podemos decir que tenemos un proyecto demasiado abstruso. A veces en sus des- -
la experiencia de la cultura europea. Pero ella no cripciones de exteriores emulaban con la fotografía
comienza a revelársenos como ·tal experiencia sino -mejor dicho, COI} el viejo daguerrotipo. En la obra
cuando la historia profunda de América Latina, o sea · unitaria del máximo exponente de aquella tendencia en
su condición dependiente y distorsionada, adquiere Colombia y quizá en el continente, Tomás Carras-
un sentido para nosotros; y más aún: cuando ese sen- quilla (185 8-1940), esos rasgos son típicos y convin-
tido es una necesidad consciente de rehacer la His- centes.
toria. y quizá por eso ya no sea tan fatuo ni prema- El "color local" era la aspiración estética costum-
turo afirmar con Borges que ''nuestra tradición es brista y para obtenerlo sus autores no ahorraron es-
toda la cultura occidental". fuerzos .. Gracias a su aplicación en tales labores, su
No hace aún mucho tiempo los críticos, profe- · legado literario es material informativo de primera
sores y comentaristas latinoamericanos hablaban de mano para los sociólogos actuales. ·En otra parte he-
"novela urbana". Así definían la más reciente nove- mos dicho que: "con el costumbrismo la literatura da
lística, centrada en las ciudaqes. El campo y la aldea, la medida de la conciencia posible en una economía
que fueron dominio del costumbrismo, qu~daban in- campesina y aislada aún del gran tráfico mercantil
ventariados por esa literatura ingenua ·autenor a nues- -como no sea en calidad de fuente inexhausta de
tra industrialización, una literatura que de modo pe- materias primas-, con ciudades incipientes. A dicha
culiar conjugaba el humor y la guasa de la Picaresca etapa corresponden unas relaciones interpersonales e
con los métodos de observación del naturalismo (mé- interregionales sin complicaciones, artesanales, y el
todos que el grupo de Médan había ideado para com- hombre aparece en ella integrado a las instituciones
petir con la ciencia_ experime~tal e~ el período del religiosas y políticas: Iglesia, Fanrilia, Estado, Par-
desenvolvinüento de la gran mdustna). Pero natu- tido vertical y policlasista. Rara vez se mostrará autó-
ralismo, en su acepción zolaniana, sólo podía hacerse nomo y crítico y no podrá tamp9co existir ni proyec-
con la mirada positivista de los intelectuales de gran tarse idealmente como "personaje" en el sentido lite-
ciudad industrial. Y nuestros costumbristas y criollis- rario del término. Su vida depen~e aún demasiado

68 69
directamente de las instituciones y es todavía un des- o contrastes- con lo universal. Por ello, esa es la ta-
tino según el antiguo· significado cósmico-religioso· de rea que se impone ahora al novelista latinoamericano.
la palabra. En el plano de las conductas económicas, Por haberlo entendido así es que sus novelas empie-
la servidumbre y las diversas formas de dependencia zan a circular por el mundo, en tanto que la novela
patemalista corresponden a dicho mo:nento .. La~ divi- nativista nuestra, tenida por clásica en los liceos mu-
nidades (es decir, los poderes colectivos cnstahzados nicipales, ni convence ya a las generaciones jóvenes
y venerados en las instituciones) conducen y juzgan ni tiene lectores en el lugar de origen -cuando los
cada existencia conforme con los derechos inelucta- tiene en el lugar de origen. Mera cosa de andar por
bles de la T.radición, cuya voz habla en la Costumbre. casa". <3l
Es la época durante la cual, hablando sin eufemismos,
Dios está en todas partes, pues el hombre, como ser En el pasaje citado subrayamos las expresiones
autodeterminante, no se halla en ninguna". <2J que simplifican, a nuestro juicio, los diversos aspectos
de la cuestión. En efecto, no es que "por lo difícil
El apelativo "urbana", aplicado a un tipo de lite- de -la tarea" los narradores de antes "prefirieron" ha-
ratura, venía en todo ~aso a reconocer, si bien de modo cer lo que hicieron. Lo único que podían "preferir"
.convencional y meramente clasificatorio, la situación (elegir) era convertirse en escritores, si acaso. Una
de la que -ella había surgido: el desarrollo urbano, el vez puestos en su tarea de escribir, la historia en la
rol preponderante que las ciudades empezaban a jugar que cir~~l~?an determinaba sps palabras y las estruc-:-
en América Latina a consecuencia de la explosiva com- turas significantes que con ella debían construir, Sus
binación del crecimiento económico dependiente y la . temas, como determinaciones inmediatas, eran sus per-
crisis estructural (que comprende la irrazonada dis- sonales vivencias y, como determinaciones lejanas o
tribución demográfica) . mediad:;~.s, no podían en todo caso ir más allá de las
La llamada novela urbana no se hacía por capri- vivencias de sus contemporáneos. En sus imágenes
cho, ni por un simple desplazamiento "estilístico", ni novelescas concretas no podían -aunque hubiesen
porque el tema resultara más "interesante" que el del "preferido"- situarse por encima y adelante de su ho-
criollismo. También ella venía a ser un hecho histó- rizonte histórico. En sociedades predm.Dinantemente
rico. Por esto nos ·parece tan formalista Carpentier campesinas (en sentido material y en sentido cultu-
cuando, razonando sobre la novelística anterior a la ral), sin desarrollo industrial y sin la complejidad ge-
de la fase urbana (industrial), escribe: "Acaso, por nuinamente urbana que éste conlleva, nadie tenía por
lo difícil de la tarea, prefirieron nuestros novelistas, qué ni cómo anticiparse a novelar· con los supuestos
durante años, pintar montañas y llanos. Pero pintar temáticos y vitales que sólo las sociedades en proceso
montañas y llanos es más fácil que revelar una ciudad industrial han de suministrarnos. En este sentido es
y establecer sus relaciones posibles -por afinidades elocuente la confesión que el costumbrista colombiano

70 71
Carrasquilla les hizo alguna vez a sus íntimos: que la problemática del "roto" como cuestionamiento de
había intentado una narración de ciudad y que tuvo la sociedad al nivel del desempleo urbano y el intento
que abandonar el esfuerzo porque era inútil, porque ·-gravado aún del esquematismo .naturalista- de su-
nada le salía. La ciudad no era aún lo suficientemente . perar las descripciones exteriormente anecdóticas y
determinante en la sensibilidad y la experiencia del el lenguaje vernacular de sus predecesores; y en Ar-
escritor. Pues a las ciudades no las hacen solamente gentina, El Juguete Rabioso y Aguafuertes Porteñas,
las casas, las calles, los templos y los bares. Para de Roberto Arlt, con su original esfuerzo por novelar
que la ciudad exista como contexto, es necesario que lo mezquino del mundo cotidiano de la pequeña clase
toda la trama socioeconómica del país al que perte- media porteña con su "euforia y desgarramiento", como
nece haya salidq de la fase de la simple producción dijera David Viñas. <4l
de materias primas. Y esto ocurría en América Latina
sólo cuando Carpentier redactaba el ensayo que ve- Es así como en esta área de la cultura occidental·
nimos comentando. · -mosaico de subculturas en cierta forma- se avanza
por saltos hacia la creación de una Uteratura moderna,
Sólo entonces ha nacido el "personaje". Es posible es decir, legible internacionalmente. Al. menos en lo
ya lina "sicología", y las vivencias y perspectivas de - que respecta al idioma español, aquí no conocemos
ciudad sustituyen como materia del relato a las sen- el fenómeno que para Francia ha denunciado Roland
cillas experiendas de la sociedad campesina. En Méxi- Barthes como impracticabilidad de "una obra maestra
co, Argentina y Chile se manifiesta inicialmente el fe- moderna'\ ni aquel cinturón venerable que él deno-
nómeno con lineamientos preciso¡;. Es posible igual- mina "lengua espléndida y muerta". A fin de preci-
mente comprobar en cada uno de estos países la emer- sar nuestra cuestión, veamos el sugestivo texto de
gencia de obras de genuino valor literario que esti- Barthes:
lística, temática e ideológicamente reflejan la transi-
ción del criollisrri.o hacia la literatura propiamente mo- " ( ... ) Por ello vemos que una obra maes-
tra moderna es imposible, ya que el escritor, por
derna --en el sentido del desarrollo cultural capita-
su escritura, está colocado en una contradicción
lista-, es decir a la apertura de una cierta universa-
insoluble: o el objeto de la obra concuerda inge-
lidad estética. Obras significativas de esa transición
nuamente con ias convenciones de la forma, y la
serían: en México, Pedro Páramo, con la c~celación
literatura permanece sorda a nuestra Historia pre-
de la temática rural mediante un complejo juego mi-
sente, el mito literario no es superado; o el es-
tificante de la crisis de lo tradicional, el machismo
critor reconoce la amplia frescura del mundo
inclusive, bajo el impacto tardío de la revolución agra-
presente, aunque para dar cuenta de ella sólo
ria; en Chile, Lanchas en la Bahía, de Manuel Rojas, disponga de una _lengua espléndida y muerta;
muy anterior a la obra de Rulfo, con el replanteo de frente a la página en blanco, en el momento de
72 73
elegir las palabras que deben señalar fl;_ancamente _ que emerge la obra cervantina como ·verdadero mo-
su lugar en la Historia y testimoniar que asume numento, algo objetivo que ya no puede ser ni siquiera
sus implicaciones, observa una trágica dispari- un modelopuesto que hasta la sintaxis del idioma cam-
dad entre lo que hace y lo que ve; bajo sus ojos, bió desde entonces. Al escritor latinoamericano de
el mundo civil forma ahora una verdadera Na- hoy ninguna literatura --como imagen de un absolu-
·turaleza, y esa Naturaleza habla, elabora len- to- le dicta ritual a~guno, pues existe un hiato · de
guajes vivientes de los que el escritor está ex- siglos entre la escritura de Cervantes, culminación de
cluído: por el contrario, la Historia coloca entre una prosa literaria y fundación de un género, y l.os.
sus dedos un instrumento decorativo y compro- primeros tanteos conscientes de los latinoamericanos
metedor, una escritura heredada de una Historia para interpretar su propio mundo. Ahora este mundo
anterior y diferente, de la que no es responsable es la historia de un continente, original como toda
y que sin embargo es la única que puede utilizar. historia. Y aún ella está demasiado visible tras la frase
Nace así una tragicidad de la escritura, ya que literaria.
el escritor consciente debe en adelante luchar De suerte que el lenguaje literario no existe aquí
contra los signos ancestrales y todopoderosos que, como ese poder opresivo denunciado por el autor fran-
desde el fundo de un pasado~ extraño, le impone cés. Ni hay tampoco entonces aquella "tragicidad de
la Literatura como un ritual y :r;to como una re- la escritura". Ni el actual escritor latinoamericano ha
conciliación". <5) de luchar contra esos- "signos ancestrales y todopode-
En· América Latina las obras maestras son toda- rosos" que estarían ~poniéndole la Literatura "como
vía posibles. E inclusive necesarias. En realidad se un ritual y no como una reconciliación'', etc.
están urdiendo apenas los estilos y escrituras adecua- Aquí la realidad es aún más potente que la letra
dos a la riqueza de nuestra Historia presente. Detrás gue aspira a interpretarla. Por eso es por lo que tam-
de Borges, Mallea, Carpentier, Rulfu, no descubrimos bién cada escritor "abre en sí el proceso de la lite-
ni rastro de una "esplendidez" equivalente a la que ratura", pero no en el sentido judicial de la palabra
Barthes reconoce en la cultura francesa -sin nece- únicamente, sino sobre todo en cuanto movimiento
sidad de aducir ejemplos, pues la lite:atura francesa de autogénesis. En términos estrictos, el actual escri-
es patrimonio universal. Para nosotros, por el con- tor latinoamericano carece de modelos. A duras penas
trario, se trata apenas de crear una lengua literaria. ha de respetar una gramática, y ni siquiera esto se
Hul:?o un· "siglo de oro", pero eso fue en España y. le exige de modo incondicional. Se reconoce en fin
un largo anacronismo y un silencio no menos prolon- · de manera casi unánime que nos encontr-amos al prin-
gado nos separan de aquella etapa que es hoy para _cipio de La Literatura y no, como se sentirían los
los escritores latinoamericanos un mundo arcaico del franceses de acuerdo con Barthes, al final de ella.

74 75
desintegrarse el orden medieval, desintegración que crea
Lo que no quiere decir que la ciisis mundial de la al individuo moderno. En nuestras sociedades ese gé-
·sociedad competitiva, matriz de las literaturas moder- nero se hace viable sólo a medida que las condiciones
nas, no incida igualmente en las relaciones del escritor coloniales de vida y de pensamiento entran· en crisis y
maduran para la conformación de la modernidad-( .... )
con su lengua en América Latina. Por el contra.i:io,
-si bien el costumbrismo es tan anterior a la verdadera
lo hemos visto con plena evidencia. Mas suc.ede pre- novelística - y en general a la literatura crítica- como
cisamente, de acuerdo con nuestra hipótesis, que aquí la sociedad a la cual comunica y refleja lo es a la mo-
la literatura a nivel universal sólo se toma posible dernidad, en cambio sí constituye el fruto "normal"
cuando el Sistema, padecido por nosotros en su ver- de la mencionada situación histórica'' (p. 112). En Co-
lombia, sobre todo, los costumbristas representaron ní-
sión colonial o neocolonial y que desconocemos en· su tidamente un momento del desarrollo cultural-literario y
desarrollo clásico, entra en descomposición. Viendo las del desarrollo económico-político del país. Eugenio Díaz,
cosas de cerca, tenemos que el despliegue de la lite- con Manuela; Efe Gómez, con· su cuentística; Francisco
ratura latinomericana está produciéndose en el hori- de Paula Rendón, con Sol, Lenguas y Corazones; y, más
zonte del cambio histórico-universal. Su contempora- representativo que ellos, Tomás Carrasquilla, con La
Marquesa de Yolombó, Frutos de mi tierra y demás li-
neidad, en lo que ésta pudiera tener de plenitud, . ya bros de una obra bastante armónica y madura dentro del
no será la del capitalismo. Es sólo una expectativa, género y el momento.
un futuro abierto, apenas presentido. De ella tenemos
(3) Cf. Alejo Carpentier, Tientos y Difere1lcias. El ensayo
,_gue decir gue empieza a hacerse, en el preciso ins- "Problemática de la actual novela latinoamericana"
tante en que reconocemos que nuestra verdadera so-
(4) Cf. David Viñas, Prólogo a la Antología de Roberto Arlt
ciedad está por nacer. La apertura de la segunda
en Colección Literatura Latinoamericana, Casa de Las
-nuestra "historia universal"- prepara a la prime.;. Américas, La Habana, 1967.
ra como su determinación última. Cuando el escri-
(5) Cf. R. Barthes, El Grado Cero de la Escritura: EdiÍ.
tor latinoamericano toma la pluma no se siente clau- Jorge Alvarez S. A., Bs. Aires, 1967, págs. 74-75.
surando ni decorando una Historia, sino inaugurán-

-dola.

NOTAS

(1) Cf. Pierre de Boisdeffre, Metamorfosis de la Literatura.


Tomo ill, Ediciones Guadarrama, S. A., Madrid, 1969.
(2) Cf. Jaime Mejía Duque, Literatura y Realidad. Medellín,
Edit. La Oveja Negra, 1969, pág. 111. Además: "-En
las sociedades occidentales clásicas la novela surge al
77
76
VI

"¿Pero qué es la historia de América toda,


sino una crónica de lo real maravilloso?"
· (A. Carpentier)

Mientras los bizantinos de la historiografía y la


crítica formalistas <1> siguen conjeturando sobre si exis-
te o no una literatura latinoamericana, ésta se desa-
rrolla sin césar, se corrige, enriquece sus posibilidades
latentes, se-reorienta, descubre nuevos proyectos de es-
critura en la efervescencia social del continente. Así
mismo se afirma de modo menos tíniido desde la pe-
riferia de la europea, única "literatura universal" hasta
cuando la misma universalidad empezó a descentra-
Iizarse al variar la imagen que de ella había acuñado
el humanismo elitista de la dorada edad burguesa. A
esta imagen específicamente estructurada recurren to-
davía nuestros colonialistas culturales, quienes quisie-
ran duplicarla desde el propio terreno valorativo, pro-
cedimental y aún estilístico en que ella se formó y
fue creciendo orgánicamente. Ligada a la occidental

79
por la paternidad lingüística y, a mayor hondura, por aquí como verdadera situación ortgmaria. Al igual
la común herencia del lagos que viene desde los Jo- ·que todas las demás expresiones de la vida latinoame-
nios (2J; y después de haberla imitado, degradado, ter- ricana, nuestra literatur_a · tenía que venir -ahí sí-
giversado y al fin expulsado en jirones epiteliales ro- :rp.arcada en su ser y en su trayectoria por esa misma
mánticos, naturalistas, pamasianos, impresionistas, su- situación.
rrealistas, joyceanos y demás, la literatura latinoame-
¿Qué es para nosotros el "realismo"? ¿Cuál es,
rican'a quizá esté abocada dentro del devenir de la
como tema literario, nuestra "realidad" en Latinoamé-
cultura a prolongar en otras direcciones las virtuali-
rica? Ya que tenemos la ocurrenCia de preguntarlo,
dades expresivas, a crear diversas estructuras estéti-
respondamos también sin temor a la aparente oscu-
cas. Ninguna "ley de bronce"·· de la Historia tiende
ridad de nuestra fórmula: de la misma manera que
a predeterminar fatalmente que la literatura que hoy
nueJUra Historia '--COndenada al anacronismo por la
nace en América Latina -y en otras partes- deba
presencia opresiva del colonialismo- no es lineal
repetir paso a paso, midiendo sus pies en viejas huellas,
(simultaneidad de varias etapas económicas en un
el esquema evolutivo de la europea o la norteameri-
mismo tiempo y en un mismo país, etc.), de la misma
cana,· aunque sea tan ostensible y explicable el hecho
forma lo real como objeto de nuestra escritura es una
de haber surgido de su seno, de ser esqueje de su tron-
excentricidad irreductible, una irrealidad objetiva, pa-
cp. Al contrario, ya tenemos a la vista algo qu~ per-.
ra la egocéntrica mirada metropolitana.
mite entrever radicales variaciones. Tenemos lo ocu-
rrido hasta el momento en la narrativa latinoameri-. Nuestros "realistas" bien pueden ser el Carpentier
cana con el llamado realismo crítico, que en Europa de El Siglo de las Luces, el Rulfo de Pedro Páramo,
fuera el· logro supremo de la novela burguesa. Cer- etc. Y, desde luego, el García Márquez de Cien Años
vantes, Walter Scott, Goethe, Balzac, Stendhal, los de Soledad, en donde tantos y tales prodigios tienen
grandes clásicos rusos, Thomas Mann, etc. Por mo- cabida. O sea, obras en las cuales la imaginación se
tivos que en otra parte hemos esbozado (3J, cuando comporta de un modo completamente aberrante si
estuvimos -por nuestra relativa madurez histórica- se juzga en la perspectiva "responsable" de la gran
en condiciones de asimilar la influencia de la gran novela europea. De obras tan barrocas, con frecuen-
novela europea, ésta declinaba ya genialmente; y mien- cia alucinantes, decididamente no cartesianas, cabe
tras escribían un Goethe, un Balzac y los otros nom- siíl embargo decir que son significativas po:J; sí y en
brados, nuestras sociedades sumidas en la fase pre- sí como objetos. culturales, porque remiten a otros
capitalista nada podían ·aportar a la cultura occiden- muchos significantes (históricos, sociales, estéti~os en
tal en pleno vuelo. Lo que denominamos nuestro ana- sentido amplio) y causan un goce nuevo y nada simple.
cronismo -esta temporalidad distorsionada en el in- Desde este ángulo · vale afirmar que tales libros están
terior de la macroestructura colonial-, es lo dado fundando su propia medida en el interior de una cul-

80 81
tura que se define mejor cada día, en forma similar a mos pues ahora reivindicar la subjetividad como nivel
como en el marco del desarrollo clásico burgués aque-' de lo real sobre el horizonte móvil y potencialmente
lla literatura nacida con Cervantes y Shakespeare se- infinito de la Historia. Por esto tampoco podemos
gregó sus propios arquetipos, la medida de su univer- pensar en ese realismo rectilíneo --o sea el definido
salidad que en esencia era la que como sistema de por abstracción de la narrativa europea clásica-bur-
relaciones el capitalismo portaba en ·sus entrañas. Toda guesa- que Lukacs sitúa como el non plus ultra de
la teoría de Lukacs sobre el realismo, tan laboriosa, la literatura. Queremos decir, pensarlo como progra-
naturalmente se funda en aquella relación histórico- ma que !!O podría modificarse~ Ello sería tan iluso de
objetiva (como la medicina acupuntística china se nuestra, parte como querer repetir paso a paso el des-
funda en realidades tan ajenas a las que generaron la arrollo capitalista hoy en los países dependientes del
medicina occidental). La situación de la que parte "tercer mundo". En ambos planos, el literario y el so-
Lukacs en su análisis y postulados es la de la lite- cio-económico, se requiere y se posibilita el salto a
ratura universal burguesa-europea en su madurez, con "otra cosa".
la sociedad capitalista en ascenso y despliegue, en
la gloria de la libre competencia, en la excelsa po- Porque- nosotros llegamos precisamente después.
- sesión del mundo. - Esta postergación no ha sido sólo cronológica, como
por ejemplo la de Brecht respecto de Goethe, la de
(Da Vinci, Goethe y Picasso serían así mismo a Proust respecto de Bálzac. En nuestro caso haber ve-
nuestro juicio las .individualidades armónicas repre- nido "después" significa sobre todo llegar como na-
sentativas de esa universalidad en tres momentos ceni- ciones a las posibilipades efectivas, prácticamente fe~
tales de su proceso: Vinci, o el comienzo de su des- chadas en el viraje del mundo, de plenitud humana
pliegue; Goethe, o su autosuficiente plenitud; Picasso, -y por ende cultural-, cuando se· agota la última
o su cuestionamiento radical. Mientras que, sobre fase de aquella historia clásica o privilegiada, la del
idéntico plano de universalidad, Shakespeare y Cer- señorío por predestinación, la del señorío y el genio
vantes, en sus obras complementarias y simétricas, . como "destino manifiesto" en algún sentido. Cuando
plasmarían la imagen crítica del auto-descubrimiento el colonialismo hace crisis· para dar paso a una socie-
de _la Conciencia burguesa). dad basada en una visión de la vida que es totalmente
Lo subjetivo, aún en el desgarramiento de la es- otra, una ruptura y no- meramente una continuación.
quizofrenia, sigue siendo hecho humano~ puesto que Una sociedad para la cual, a diferencia de las ante-
la subjetividad genera historia y viene de ella, pero riores, no habrá un dentro que se oponga a un
como interiorización, o sea como historia que ya -se juera (explotadores y explotados; colonizadores y
ha hecho, que es pasado. Contra las eventuales sim- colonizados; superespecialistas que ignoran el resto
plificaciones de 1a polémica sobre el realismo, debe- del saber; blancos por exclusión de negros; sabios por

82 83
· destinación e ignorantes por residuo; mercaricía con-
tra humanidad, etc.). De manera que nuestro "des-
pués", cuya fisonomía está dada como la de la socie-
dad anacrónica, dependiente y subdesarrollada, es al
mismo tiempo expectativa de una historia cuyo diseño
ya no repetirá lo que por "progreso" y "posteridad"
entendieron y esperaron los creadores de la gran cul-
tura fáustica. VII
Todos los lugares y pueblos del planeta virtualmen-
te podrán ser focos de la universalidad del hombre
total cuyo centro, como el del universo, esté en todas
partes y en ninguna. O como en el socialismo desbu-
rocratizado la propiedad de los bienes productivos po- "Tan dilatado y tan incalculable
drá ser de tocios porque ya no será de nadie., es el arte, rtan secreto su juego".
(Borges)

NOTAS De modo similar a como el embrión hrimano re-


corre en nueve meses el ciclo evolutivo de la especie,
(1) No en sentido fenomenológico, ya que esto sería fecundo. en América La#na la literatura esbozó raudamente
en noventa años . mal contados el desarrollo de, las
(2) Aún citando a Borges: "Nuestro patrimonio es el univer- principales formas literarias europeas conocidas desde
so". (Discusión).
el Renacimiento. A partir de Asturias, Gallegos y
(3) Cf. Jaime Mejía Duque, Mito y realidad en Gabriel Carpentier, más o menos, la ficción está pasando 1aquí
García Márquez. Ed. La Oveja Negra, 1970. la fase de deslumbrada pasividad.
La crisis histórica abre hoy mayores perspectivas
creadoras ya que permite comprender, junto con las
claves del mecanismo colonial, las condiciones de
. realización del ser de cada pueblo. Al fin y al cabo
· la literatura es la palabra auto-realizadora de las na-
ciones y los escritores son las voces potenciales que
la modulan, que lá fijan en testimonio y enseñanza.
Por eso .no es casual que, justamente cuando estos

84 85
países encaran el sentido de su existencia al hacerse lación de las complejidades y opacidades de la vida
insoportables e injustificables las contradicciones de en este continente. Y así también el escritor se va
la dominación, hablemos de una literatura latinoame- profesionalizando. Su trabajo exige la totalidad del
ricana. Relativamente. pocos nombres, escasos buenos individuo, de este .hombre con determinadas faculta-
libros aún. Con obras que, siendo ya decisivas frente . des puestas al servicio -y al yunque- de la misma
a las limitaciones de las precedentes, postulan una sig- pasión de contar y de pensar que las hizo nacer. Tal
nificación estética estructurada de otra manera. Re- es uno de los signos premonitorios de la madurez de
sultará siempre incomparable El Siglo de las Luces una literatura. Lo cual guarda relaciones de causa-
con La Montaña Mágica; Pedro Páramo, incompara- lidad con el desarrollo material de los países, aún
ble con Papá Goriot; Cien Años de Soledad, incom- bajo las condiciones de dependencia, y con el incre-
parable -e incompatible dentro de un horizonte cul- mento ·de lectores en los centros urbanos. Esta última
tural y existencial- con Los Hermanos Kar.amázov. circunstancia impulsa a su vez la industria editorial y
El panorama de esta narrativa sugiere la idea de estimula el mercado del libro latinoamericano, con
1
un recomienzo de la Literatura. De hecho es ya ob- creciente intensidad según se ve ahora.
servable en ella un retorno reivindicativo del MitO Ser narrador es ya todo un oficio, un trabajo con
-lo telúrico, que decían los regionalistas, era ape- demanda, una profesión. Esto incide lógicamente no
nas la intuición provinciana de este advenimiento uni; sólo de modo subjetivo, o sea en la evolución de la
versal-, y retorno también a lo que a propósito de conciencia artística del escritor, sino además objeti-
la obra de García Márquez denominábamos "impu- vamente en la función de la "realidad" como centro
dor imaginario" de la imaginación, una nueva ecua- motivador y conformador de esa escritura. Por ello
ción de fábula y praxis. Porque se encuentra en fun- es por lo que hay una literatura que comienza a re-
ciones otra especie de rigor en el ejercicio de la ficción solver con éxito la vieja antinomia abstracta entre
entre nosotros. Volvemos al "impudor", no en sen- tema local y concepción universal. La universalidad
tido erótico sino en cuanto a la libertad combinatoria se torna posible al fin como generalizador despliegue
de lo objetivo y lo subjetivo en el reláto, como a su de la experiencia a partir de lo particular o inme-
manera lo practicaron ·los autores de la novela de diato. <2) Cuando tal resultado principia a configurarse,
caballería y, luego, en general los narradores ante-
la literatura como insurgencia y comunicación se tor-
riores al iluminismo. <ll
na actual. Las novelas latinoamericanas que han ga-
Si antaño el problema de muchos escritores lati- nado audiencia en los últimos años entre públicos de
noamericanos fue el cómo· ubicarse respecto de algu- otros idiomas -y tradiciones, aseguran el resultado. La
nos modelos reconocidos, hoy la cuestión es cómo ficción, y en general las demás concreciones literarias
proseguir con eficacia el descubrimiento y la formu- de América Latina, rompieron la crisálida del loca-

86 87
lismo, y este es un fenómeno interrelacionado con el raria ha cambiádo, obviamente dentro del proceso en-
ascenso político del continente, sobre todo desde la tero de los cambios sociales. Si autores como Carpen-
Revolución Cubana. tier y Asturias, formados antes de 1930 y en quienes
La estructura de la imaginación ha venido trans- se da el primer paso visible de la novela latinoame-
formándose como parte de la realidad en el seno de ricana hacia la universalidad, bebieron en movimien-
la historia latinoamericana, como un todo en roo-· tos primordia.ln;lente vanguardistas --en su caso el
vimiento. En los últimos treinta años ei ritmo de esa surrealismo y en Borges el ultraísmo, más o menos
historia se ha acelerado considerablemente. Libros co- reflejo y paralelo de aquél-, ~para los de la genera-
mo Paradiso, Rayuela o La Casa Verde, que suelen c~ón subsiguiente, formados entre 1935 y 1950 y na-
ser citados para ilustrar especulaciones virtuosas so- cidos poco antes o poco después de 1930, contarían
bre las técnicas y los experimentos o "taiieres" en el en pnmer lugar las experiencias de lo inmediato en
ámbito puramente verbal (fetichista), revelan harto las crisis de sus respectivos países. Con todo y sus
más que tales juegos, aunque también involucran sutilezas técnico-formales, Vargas Llosa debe más a
el juego fetichista de las palabras, como elemento in- su vivencia social latinoamericana que a los vanguar-
tencional. Aún desde un punto de vista instrumen- dismos de laboratorio. En este sentido puede afirmarse
tal dichos juegos o cabrilleas, simples adherencias que, en términos amplios, la nueva narrativa latino-
americ~a es autosuficiente. Pese a la inicial influen-
mecánicas al cuerpo de la verdadera escritura del libro,
resultan menos banales sin embargo· que los del "ob- cia, tan positiva, de Faulkner -mediada por Rulfo-
. jetalismo" francés. El vacío neumático de éste, bur- G.arcía Márquez constituye por sus procedimientós y
buja sin aire, nos parece el reflejo invertido de 1~ su atmósfera el típico ejemplo de esa autosuficiencia.
improductividad de amplios sectores intelectuales cau- Históricamente no menos que desde el punto de
tivos en el seudo-refinamiento de la sociedad de con- vista estético, ya es racional hablar de una "novelís-
sumo. EIIos parecen prolongar hasta la auto-destruc- tica latinoamericana". Si en algunos países del con-
ción algunos principios del análisis fenomenológico. tinente no existe una novelística nacional, en la acep-
La palabra ha sido ahí limpiada y recocida y extendida ción que Carpentier ha asignado al término, sino sólo
luego como aséptico celofán sobre cosas -armarios, algunas novelas más o menos respetables, en cambio,
sillas, lámparas, plumeros- que son los cascarones mirando panorámicamente la narrativa de los varios
· de una cotidianidad fosilizada. <3l · . países, veremos que avanza un fenómeno literario de
Ni siquiera eón los últimos esnobismos de Fuentes vastas proporciones y con rasgos específicós. Son ya
sus caracteres, propios:
ha llegado a ese punto de enrarecimiento el· lenguaje
entre los latinoamericanos. a)- Concepción diferente del "realismo" . ./
..b) Retomo al mito. '1" /
Decimos que la estructura de la imaginación lite:.. · e) Cambios semánticos :fuás o menos apreciables. v
88 89
Y en cuanto a las nuevas estructuras de la imagi- y luego con el flamígero de la guerra- nuestro reloj
nación operantes entre los escritores latinoamericanos de colonias para acordar en lo conveniente nuestro
(que no sólo han de ser los del "boom" naturalmente, horario con el suyo. En pocas palabras, nos hicimos
pues un Viñas, un Conti, un Droguett, un Donoso, "modernos".
un Ibargüengoitia y tantos otros, revelan idéntica situa-
ción más allá de sus individualidades tan diversas); De suerte que la Modernidad nos tomó de sorpresa.
en todos ellos el fenómeno se debe a causas histórico- Se instaló entre nosotros como un marciano, y el resul-
biográficas que se resumirían en la unidad compleja tado está a la vista: esa Modernidad tecnológica y cul-
de lo subyacente. Esto es, el desplazamiento continuo tural no digiere todavía nuestro secular anacronismo
de nuestra conciencia, durante los últimos treintf! años, de colonias, lo lleva como un quiste o como una ami-
entre los grandes hechos que cuestionaban al siste- ba enorme, y entonces nuestra temporalidad al fin y
ma en los centros de las metrópolis coloniales, y los al cabo continúa distorsionada. El dolor que esta situa-
que simultáneamente denunciaban en nuestros paises ción ocasiona lo sufrimos ambas partes, aquí en el
otros aspectos de la misma crisis, con otros resultados eslabón más débil de la Historia Universal, ya que
particulares. ese dolor es al mismo tiempo el del alumbramiento
Para los venidos después de 1930 lo más signifi- · de otra sociedad con otros proyectos y "valores", otra
cativo, lo que hasta entonces se llamaba ante nuestros vida. Lo mejor del resultado está pues también a la
ojos y nuestros oídos vírgenes "la historia universal", vista: habiéndose desplazado sin cesar nuestra con-
empez6 también a sucedemos aquí. Guerra "mundial" ciencia imaginante y reflexiva entre el "allá" y el "acá",
allá. Violencia aquí con la quiebra de las arcaicas es- y puesto que la súbita descongelación de nuestra his-
tructuras agrarias bajo el impacto de la industrializa- toria neis ha hecho ambiciosos de nuestra condición
ción retrasada. Fascismo allá, y aquí dictaduras re- humana, tenemos que nuestra realidad h(! cobrado
presivas con las que se enfrentaban los campesinos un sentido que trasciende las apariencias de su in-
sin tierra y los obreros en sus incipientes acciones sin- mediatez, el sentido de nuestra diferencia dentro de
dicales. la unidad más vasta y dinámica posible el mundo en
tránsito de un Orden hacia otro.
Antes, aquí "no ·pasaba nada". Eramos la pro-
vincia vacacionaria de la Historia Universal. Y ahora Lo imaginario se ha modificado entre nosotros
de pronto el mismo torbellino rompe el letargo de porque es también un modo de la realidad. Una de las
nuestra sociedad subalterna y nos arroja de la peri- formas significantes, creadoras de significado, de lo
feria al centro, nos compromete. Por fin, y aunque imaginario que es el reino del hombre, es la. Litera-
fuese al nivel de la catástrofe y al borde de su agonía, tura. Por eso ella es un poder sobre la tierra. Y· por
aquella venerable historia sobrepoblada de genios ade- eso, habiendo empezado a modificarse en América
lantaba -primero con el dedo metálico de Wall Street, Latina los demás aspectos de la vida en una auto-

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afirmación cada vez mayor que a los ojos colonialistas (2) El fenómeno, anotado por otros anteriormente, es des-
crito por Luis Harss .en sus implicaciones positivas: ·
se parece sospechosamente al caos, ella, la Literatura, "De lo que no hay duda es que ha evolucionado enor-
deviene otra aquí. memente la ficción latinoamericana desde hace unos
años en materia de oficio y profesionalismo. La minu-
Tal es la coyuntura que explica la vertiginosa ciosa exactitud de un Cortázar, la pericia técnica. de un
transformación actual de la vida cultural y política· del Vargas Llosa, eran casi inconcebibles una generación
continente. De ella nace la nueva actitud, nuestra mi- atrás. Claro que quien ha evolucionado realmente es
rada, lo imaginario latinoamericano. Y es- ella, antes nuestro escritor. Se entrega más en su obra porque se
que el simple deseo de innovación de nuestros escri- conoce mejor. Sus pércepciones son más agudas que an-
tes Y es más precisa su captación. A medida que va
tores, quien explica también el cómo y el por qué de acortando las distancias que lo separan de su material,
esta universalidad en expansión de nuestra literatura. se van desvaneciendo muchos de los problemas y las
Ahora nos corresponde teorizarla en forma adecuada, distinciones que preocupaban tanto a las generaciones
para llevar adelante esa creación hasta involucrarla anteriores. Se hace cada vez más difícil y absurdo,
como genuino aporte a la otra cultura de la que sin por ejemplo, ·tratar de diferenciar lo regional de lo
urbano. El localismo ya no contradice la · universali-
duda nos hemos alimentado, pero cuyo dominio un dad". (Cf. Los Nuestros, Prólogo. Bs. Aires, Surame-
poco automático tendemos también a cuestionar con ricana, 1969).
ánimo fecundo.
Porque, aún siendo tan eminente en su naturaleza, (3)- .Quizá el impulso inicial del objetivismo venga de lo
tan esclarecida en su espíritu .y en el de quienes la que J. Bloch Michel plantea: " ( .... ) de las· decepcio-
forjaron, ha sido utilizada -para pudrir la libertad que nes de la liberación a las falsas grandezas del gaullis-
mo, pasando por las guerras coloniales y todo lo de-
por principio ella debía reproducir en nuestra vida y más -sin hablar para nada del estalinismo y la deses-
en nuestro pensamiento, - talinización-, los franceses han vivido en la impostura.
Se les ha mentido y se les ha hecho mentir, a veces
Bogotá, 1971. con su propio consentimiento. Victoria falsa, falsa re-
volución, falsa grandez;a y falsa misión: esto es lo que
se les ha ofrecido, revistiendo de palabras solemnes
que .no querían decir nada 'una realidad que ellos mis-
NOTAS mos se negaban) a conocer en toda su verdad. Ante
semejante situación, para la que eran· quizá más sen~
(1) El salto lo dan Didérot con El sobrino de Ramedu y el sibles que· conscientes, los escritores han buscado posi-
joven Goethe con Werther. En Inglaterra, sin embargo, el ciones ·de repliegue. Han tenido ante todo la impresión
realismo despuntó más temprano. Así mismo conservó -y .no se han equivocado-- de que se había abusado -
más duramente los añadidos moralizantes al estilo de El terriblemente de las palabras y de que, usadas para
Vicario de Wakefield, de Golsmith, y el Tristán Shandy, ·sórdidas maniobras, sallan de ellas en mal estado y co-
de Lorenzo Stern.. mo sucias ( .... ). Y decidieron limpiar el lenguaje. Es-

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ta limpieza consistía en desconfiar no sólo de las pa-
labras mismas, sino también de Sl,Js. significaciones, de
lo que quieren decir además de lo que dicen. Se hacía
necesario devolver a la palabra sus puntos de apoyo
\
originales, despojarla de significaciones adventicias; re-· PROXIMOS TITULOS DE EDITORIAL.
chazar toda escapatoria hacia una mixtificación a la
cual la palabra había ampliamente contribuído. De don- LA OVEJA NEGRA
de el deseo de objetividad aparente, el ascetismo en la
descripción, la repulsa del mundo significativo y del
mundo de lo absurdo que hacen que Robbe-Grillet, por
ejemplo, sólo quiera confiarse a lo que es o, mejor aún, Kad Marx, El Capital, tomo I de la serie de VIII.
a lo que él mismo descubre ....". (J. Bloch-Michel, La
"Nueva Novela". Edit. Guadarrama, Madrid, 1967, págs. An:dré Gunder Frank, Rodolfo Puiggrós, Ernesto La:clau,
171-72). América Latina: ¿Feudalismo o Capitalismo? (Cua-
d·erno NC? 4) .

Jaime Mejía Duque, Mito y realidad en Gabriel García


Márquez. (Segunda: edición).

Chen Po-ta, Lucha de cl~ses en el campo chino.

NkCLA, Documentos sobre penetración Norteamericana


·en América Latina. (Cuaderno N'? 5). ·

Rossanda, Massi y otros, Sobre el pensamiento de Mao


Tse-Tung. (Cuaderno NC? 6).

José Stalin, Acerca de la cuestión nacional.

Chen Po-ta, La doctrina de Mao Ts.e-tung sobre la apli-


cación del marxismo-leninismo a la revolución china.

Truong Chinh, Historia d~ la resistencia vietnamita.

Gabriel Kolko, La política exterior del· Imperialismo Nor-


teamericano.

Ho Chi Minh, Escritos varios.


Carlos Kautsky, El pensamiento económico de Carlos
Marx.

94
ESTA: OBRA SE .TERMINO DE IM-
PRIMIR EL .. 25 DE FEBRERO•.
DE 1972 EN. LOS TALLERES DE

EDITORIAL PRISMA LTDA.


MEDELLIN,. . COI.OMBIA

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