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Criterios de interpretación que emplea la CIJ en la aplicación de un tratado internacional.

Los Tratados internacionales, han sido los instrumentos por excelencia, en que los diferentes
Estados se han puesto de acuerdo a temas de carácter internacional, permitiendo de esta forma,
una relación directa los mismos, estableciendo una normatividad común respecto a diversos
temas, como delimitación de fronteras, los derechos humanos, el libre comercio, la adopción
internacional, legalización de documento, entre otros.

De esta forma, y debido a la diversidad de país que pueden suscribir un tratado, con
ordenamientos jurídicos diferentes, es necesario que se fijen unos criterios de interpretación de
estos tratados, especialmente, cuando existan controversias o disputas en cuanto a su aplicación y
contenido. Frente a esto, la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados de 1969
estableció unas reglas de interpretación de los tratados, en su Sección Tercera. Así, el artículo 31,
establece diferentes criterios de interpretación, entre los cuales se destacan el sentido ordinario y
natural; el contexto; el objeto y fin del tratado; la conducta ulterior de las partes; las normas de
derecho internacional aplicables y el efecto útil, este último, que será abordado con mayor
detenimiento en la presente monografía.

De acuerdo con Novak Talavera (2013, 74), el anterior artículo establece un pluralismo de
criterios para la interpretación de un tratado internacional, donde prima la interpretación textual,
lo cual, no quiere decir que se consagre “una jerarquía o prevalencia de una regla (la textal) sobre
las otras al momento de efectuar la operación de interpretación”, toda vez que el proceso de
interpretación parte del contenido mismo del tratado, por lo cual, si hay claridad y certeza, no
habría lugar a indagar más.

a) El sentido ordinario y natural de los términos.

El artículo 31 de la Convención de Viena, establece que “un tratado deberá interpretarse de buena
fe conforme al sentido corriente que haya de atribuirse a los términos del tratado”, lo cual, para
Novak Talavera (2013, 75), las palabras o términos utilizados en un tratado deban ser
interpretados conforme a su sentido ordinario y natural, es decir, al sentido regular, normal o
acostumbrado de los términos y conceptos que constan en el tratado, y es de esta manera, que los
tribunales, al momento de interpretar un tratado, recurren a “consultar diccionarios ordinarios y
no especializados”.
De esta forma, Pantoja Murillo (2016, 170), indica que ha sido necesario fijar un límite a la
interpretación cuando el sentido natural y ordinario de los términos es claro, toda vez que, en
primer lugar, un tribunal debe interpretar y aplicar el contenido de un tratado en el contexto en el
que se produce, por lo cual, si los términos, tienen sentido en su contexto, se debe dar por
terminada la indagación. Sin embargo, cuando los términos, interpretados en su sentido normal y
ordinario, no son claros o son ambiguos, es deber del respectivo tribunal recurrir a otros métodos
de interpretación, a fin de determinar el verdadero sentido de estos términos.

b) El contexto

Además de interpretar los tratados de acuerdo al sentido natural y ordinario de sus términos, el
artículo 31 de la Convención de Viena establece que estos se deben interpretar en su contexto,
que, para Gómez Robledo (2016, 143-144), las disposiciones de un tratado no pueden ser
interpretadas de manera aislada, ya que debe hacerse en armonía con su contexto y con el
contenido integral del tratado, incluyendo su preámbulo, sus disposiciones finales y sus anexos,
junto con los demás acuerdos que las partes hayan celebrado y que hayan ampliado o modificado
el tratado original. Por tanto, este criterio de interpretación busca confirmar la interpretación del
sentido ordinario y natural de los términos, del mismo modo, que este primer criterio, no puede
ser aplicado de forma abstracta, ya que debe hacerse de acuerdo al contexto en el que debe ser
interpretado, siendo entonces, dos criterios de interpretación estrechamente relacionados.

Del mismo modo, indica Rodríguez Díaz (2017, 400) que la Convención de Viena, en su artículo
31.2, exige que se tenga en cuenta como parte del contexto, “todo instrumento formulado por una
o más partes con motivo de la celebración del tratado y aceptado por las demás como instrumento
referente al tratad”, es decir, que se hace referencia a las reservar y las declaraciones
interpretativas que se hayan formulado por los Estados partes, y hayan sido aceptados por los
demás.

c) Objeto y fin del tratado

Siguiendo con la lectura del numeral 1° del artículo 31 de la Convención de Viena, se indica que,
en la interpretación de los tratados, se debe tener en cuenta, además, su objeto y fin. De acuerdo
con Novak Talavera (2013, 79), este criterio busca identificar el objeto y fin que las partes
pretendieron alcanzar cuando celebraron el acuerdo, es decir, la razón (ratio legis) que tuvieron
en mente cuando redactaron el texto, por lo tanto, este principio de interpretación es de particular
importancia, pues puede modificar el resultado obtenido de la mera aplicación de la regla del
sentido ordinario y natural de los términos, donde esta última regla se aplica precisamente a la luz
del objeto y fin del tratado.

La Corte Internacional de Justicia, en el Caso Relativo a la Controversia Territorial entre Libia y


Chad, del 3 de febrero de 1994, indicó que, de conformidad con las normas del derecho
internacional general, reflejadas en el artículo 31 de la Convención de Viena, un tratado deberá
interpretarse de buena fe conforme al sentido corriente que haya de atribuirse a los términos del
tratado en el contexto de éstos y teniendo en cuenta su objeto y fin. La interpretación deberá
basarse ante todo en el texto del tratado. Como medida complementaria, podrá recurrirse a
medios de interpretación tales como los trabajos preparatorios del tratado y las circunstancias de
su celebración.

d) Conducta ulterior.

Otro de los criterios de interpretación que trae consigo el artículo 31 de la Convención de Viena,
es la conducta ulterior, entendido como “todo acuerdo ulterior entre las partes acerca de la
interpretación del tratado o de la aplicación de sus disposiciones (..) toda práctica ulteriormente
seguida en la aplicación del tratado por la cual conste el acuerdo de las partes acerca de la
interpretación del tratado”.

Frente a este criterio, Novak Talavera (2013, 80), indica que establece que las disposiciones de
un tratado deben ser interpretadas de conformidad con la interpretación acordada por todas las
partes de manera expresa (interpretación auténtica expresa) o con la aplicación práctica del
tratado realizada en común por los Estados Partes (interpretación auténtica tácita). Por tal razón,
no sólo el acuerdo expreso sino también la práctica ulterior seguida en la aplicación del tratado se
entenderá como una prueba objetiva sobre el acuerdo existente entre las partes respecto de su
verdadero sentido y alcance. Incluso, la doctrina entiende que las partes de un tratado a través de
esta regla pueden no sólo buscar establecer su verdadero significado, sentido y alcance, sino
también pueden darle una significación especial a sus términos, e incluso enmendarlo, ampliarlo
o reducirlo en sus alcances y efectos.

e) Normas de derecho internacional aplicables


El literal c), del numeral 3° del artículo 31 de la Convención de Viena, establece que, dentro de
los criterios de interpretación, debe tenerse en cuenta “toda forma pertinente de derecho
internacional aplicable en las relaciones entre las partes”.

De acuerdo con Linderfalk (2007, 177) incluye todas las reglas que surgen de cualquiera de las
fuentes formales del derecho internacional, es decir, de los acuerdos internacionales, del derecho
internacional consuetudinario o de “los principios generales del derecho reconocidos por las
naciones civilizadas”. Por lo tanto, cuando los tribunales usan las “formas pertinentes del derecho
internacional”, siempre basan su acción en un supuesto comunicativo muy específico. Según esta
suposición, las partes en el tratado interpretado se han expresado de tal manera que el tratado no
contradice lógicamente ninguna de las "formas pertinentes del derecho internacional aplicables
en las relaciones entre las partes". El punto es que los tribunales, enfrentados con dos significados
convencionales en conflicto, podrán descartar el que sea lógicamente incompatible con las
normas de derecho internacional aplicables.

f) Efecto útil

Como lo indica Novak Talavera (2013, 81), este criterio de interpretación es consagrado
tácitamente en la Convención de Viena dentro del principio de la buena fe, por lo cual, se refiere
a que cuando se analizan las disposiciones de un tratado, se debe escoger aquella interpretación
que le brinda un sentido, efectos prácticos o utilidad a las mismas; por el contrario, se deben
descartar aquellas interpretaciones que conviertan el acuerdo en inejecutable o inútil. Las
disposiciones de un tratado, por tanto, deben cumplir una función práctica.

El concepto del efecto útil como criterio de interpretación a la luz del derecho internacional
público.

Tal como se vio en al final del capítulo anterior, el efecto útil es uno de los criterios de
interpretación de los tratados, a la luz de la Convención de Viena de 1969, y el cual, aunque no
está implícito en la redacción del artículo 31, autores como Novak Talavera (2013, 81), indican
que se encuentra tácitamente contenido dentro del principio de buena fe, por lo cual, desde la
Corte Internacional de Justicia, se ha ido aplicando como un criterio de aplicación, haciendo
referencia que “sería contrario a las reglas de interpretación generalmente reconocidas el
considerar que una disposición, insertada en un compromiso, sea una disposición sin sentido ni
efecto”.

Como lo señala García Corona (2013, 175), el efecto útil ha sido reconocido por la Corte
Internacional de Justicia como el principio de efectividad de la norma, el cual, juega un papel
muy importante en el derecho de los tratados, ya que como lo estableció la Corte en el caso
Eureka vs. Polonia “es regla fundamental de la interpretación de los tratados que toda y cada
cláusula del tratado deba ser interpretada como significativa más que insignificante”.

De esta forma, la Corte Internacional de Justicia, en el caso República de Guinea vs. La


República Democrática del Congo, en el fallo del 30 de noviembre de 2010 dispuso que, si bien
en el derecho internacional tradicional ha habido una marcada tendencia a aplicar una
interpretación más bien restrictiva, en el derecho internacional de los derechos humanos, de
manera bastante distintiva, se ha hecho un claro y especial hincapié en el elemento del objeto y el
fin del tratado, de modo de asegurar una protección efectiva (efecto útil) de los derechos
garantizados, sin menoscabo de la regla general del artículo 31 de las dos convenciones de Viena
sobre el derecho de los tratados (1969 y 1986).

Del mismo modo, en el caso Georgia vs. Rusia, respecto a la aplicación de la Convención
Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial, fallo del 1 de
abril de 211 (p. 230), la Corte indicó como fundamento de la regla general de interpretación de
los tratados está el mencionado principio ut res magis valeat quam pereat (el llamado efecto útil),
según el cual los Estados partes en los tratados de derechos humanos deben asegurar que las
disposiciones convencionales tengan los efectos apropiados a nivel de sus respectivos órdenes
jurídicos internos. Por lo tanto, este principio se aplica, en opinión de la Corte, no solo en
relación con las normas sustantivas de dichos tratados, sino también en relación con las normas
procesales, tales como la atinente a la aceptación de la competencia obligatoria en asuntos
contenciosos de los órganos judiciales internacionales de protección

Por otro lado, la Organización Mundial del Comercio (2001), en el caso India vs. Turquía
respecto a las restricciones aplicadas a las importaciones de productos textiles y prendas de vestir,
señaló que, el principio de interpretación efectiva, o principio del efecto útil, enunciado en la
máxima latina ut res magis valeat quam pereat, refleja la norma general de interpretación con
arreglo a la cual un tratado debe interpretarse en forma que dé sentido y eficacia a todos los
términos del tratado. Por ejemplo, no debe interpretarse una disposición de modo que anule el
efecto de otra disposición del mismo tratado.

Como lo indica Mayr (2012), el concepto de efecto útil ha desempeñado un papel importante,
toda vez que, en el derecho internacional, se considera como uno de los principios fundamentales
de interpretación de los tratados. Sin embargo, las consideraciones de efectividad a veces se ven
contrarrestadas por otra regla interpretativa (in dubio mitius), que prescribe la interpretación
restrictiva de las obligaciones del tratado en deferencia a la soberanía de los estados.

Por su parte, Arévalo Narváez y Patarroyo Ramírez (2016), expresan que en el análisis de la
Corte Interamericana de Derechos Humanos, se ha incluido el principio de buena fe consagrado
en el artículo 31 y el significado ordinario del texto, indicando además que "la protección efectiva
de los derechos humanos constituye el objeto y el propósito de la Convención Americana, por lo
que al interpretarla la Corte lo hará en el sentido de que el régimen de protección de los derechos
humanos tiene todos sus efectos apropiados, refiriéndose entonces, al efecto útil. De esta forma,
la protección del debido proceso ha sido el derecho principal en el que el efecto útil se ha
considerado un principio rector para la interpretación de la convención en cada caso particular.
La consideración del paso del tiempo con el fin de aplicar el tratado ha incluido cuestiones como
la diferencia entre el tiempo y el tiempo humanos para el acceso a la justicia y los retrasos en la
búsqueda de la verdad que involucran crímenes masivos que han cuestionado la efectividad de la
ley.

Además, Sadl (2015) señala que el efecto útil es un término familiar en el derecho nacional e
internacional. Se ha convertido en central en la jurisprudencia europea: un elemento básico en la
jurisprudencia del Tribunal de Justicia Europeo durante cinco décadas consecutivas y una
presencia sólida y constante en volúmenes de estudios jurídicos. Indica el efecto útil se asocia
con la interpretación legal liberal, ya sea como una subcategoría de interpretación dinámica ("el
criterio funcional más habitual") o como un criterio independiente método. Así definido, el efecto
útil se le otorga un papel distintivo para el proceso de construcción de las doctrinas centrales del
derecho de la UE, tales como efecto directo, efecto indirecto, supremacía y responsabilidad del
Estado miembro en daños. En este marco de comprensión, se considera que el efecto útil tiene
amplios efectos estructurales en el espacio legal europeo.
Análisis de laudos arbitrales del CIADI sobre el concepto del efecto útil.

En la práctica arbitral del Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones,


ha sido común encontrar reclamaciones respecto al criterio del efecto útil de un determinado
Tratado Bilateral de Inversión, lo cual, como lo señala García Corona (2013), dicho criterio
consiste en la interpretación teleológica, toda vez, que se busca determinar la efectividad del
mencionado tratado, por lo cual, “la interpretación se debe concentrar en la búsqueda de
soluciones que hagan posible producir los efectos que los autores de la norma o tratado quisieron
que se produjeran”.

En el caso CIADI No. ARB/08/15, Cemex Caracas Investments vs. Venezuela, los demandantes
sostenían que la Ley de Inversiones de Venezuela fue promulgada en octubre de 1999, cuando
este país ya era parte del CIADI, por lo cual, no serviría propósito alguno promulgar una ley que
disponga que las controversias ‘serán’ sometidas al arbitraje CIADI, salvo que la intención fuese
que estas palabras indiquen una oferta vinculante de arbitraje”, bajo el criterio del efecto útil, el
Artículo 22 de la Ley de Inversiones debería ser interpretado como una oferta vinculante por
parte de Venezuela al arbitraje CIADI.

El Tribunal recuerda que, como lo reconoció la Corte Internacional de Justicia, el criterio de


efecto útil, cumple una función importante en el derecho de los tratados. Como lo estableció el
tribunal en el caso Eureko vs. Polonia, “es una regla fundamental de la interpretación de los
tratados que todas y cada una de las cláusulas de un tratado sean interpretadas como significativas
y no sin sentido”. La Corte Internacional de Justicia y los Tribunales del CIADI han aplicado ese
principio en varios casos relativos a tratados.

Indica el Tribunal que está de acuerdo con esas decisiones de la Corte Internacional de Justicia.
Por lo tanto, a fin de interpretar el Artículo 22 de la Ley de Inversiones, se debe tener en cuenta
su contexto, su finalidad y las circunstancias de su preparación para procurar determinar cuál era
la intención de Venezuela al aprobar el mencionado artículo. Sin embargo, agrega que, aunque el
principio de criterio útil fuera aplicable a declaraciones unilaterales, ello no ayudaría para la
interpretación de este artículo.

En una reclamación similar, el caso CIADI No. ARB/10/5, Tidewater y otros vs. Venezuela, se
indicó que en la medida en que el principio de efecto útil requiere que el Tribunal adopte una
interpretación que dé sentido a las disposiciones del Tratado Bilateral de Inversión, sin embargo,
el país demandado, sostuvo que el propósito del artículo 22 de la Ley de Inversiones, era
reconocer los compromisos internacionales existentes y, de ese modo, evitar la tergiversación,
propósito que cumplen otros artículos del mismo estatuto.

De tal forma, señala el Tribunal, que la interpretación de Venezuela priva de efecto útil al
artículo, en violación del mencionado criterio. El Convenio del CIADI no contiene una
obligación de someterse al arbitraje sin un instrumento de consentimiento por separado, por lo
que no existe en dicho documento cualquier obligación que pueda invocarse. En cualquier caso,
limitarse a invocar y confirmar obligaciones existentes no constituye un efecto útil, debido a que
el principio de effet utile requiere un efecto jurídico. Por último, el planteamiento de Venezuela
equivale a imponer una carga de la prueba que no es compatible con un planteamiento neutral en
la interpretación de dichas cláusulas. Las Demandantes sugieren que los ‘legisladores racionales’
presuntamente no esperaban tener un resultado contraproducente y que la presunción de buena fe
‘excluye una interpretación que torne ineficaz la disposición legal y dé a los destinatarios de la
disposición la ilusión de que ésta les otorga un derecho o beneficio’.

De esta forma, el Tribunal coincide que al interpretar un instrumento de consentimiento a efectos


del artículo 25(1) del Convenio del CIADI, y al aplicar el principio de buena fe y de efecto útil,
debe esforzarse en evitar una interpretación que (i) dé lugar a una imposibilidad o un absurdo o
(ii) vacíe la disposición del efecto jurídico previsto por el Estado.

Siguiendo con la línea de demandas respecto a la interpretación del artículo 22 de la Ley de


Inversiones de Venezuela, el caso CIADI No. ARB/10/14, Opic Karimun Corporation vs.
Venezuela, la demandante señaló que la interpretación dada por la demandada al mencionado
artículo, era contrario al criterio de efecto útil.

La Demandada afirma que el objetivo y el efecto del Artículo 22, al considerarse conforme a su
interpretación del texto, no hace más que confirmar la intención de Venezuela de respetar sus
obligaciones existentes en virtud de sus Tratados Bilaterales de Inversión, el Convenio del
Organismo Multilateral de Garantía de Inversiones y el Convenio del CIADI. En opinión de la
Demandada, el Artículo 22 no crea nuevas obligaciones ni agrega nada a las obligaciones
internacionales existentes de Venezuela, tal como sugiere la Demandante. La Demandada remite
al Tribunal a la decisión en el caso Cemex y a los escritos de diversos juristas en respaldo de su
afirmación de que el principio de efecto útil “no otorga licencia para dar efecto a cualquier
posible concepción de eficacia que un intérprete pueda considerar adecuada en relación a la
disposición bajo interpretación” sino que en realidad excluye “resultados totalmente ineficaces”.
La Demandada sostuvo que, por ende, el principio de efecto útil no es aplicable al Artículo 22
dado que ya cuenta con un objetivo reconocido.

Así las cosas, el Tribunal señaló que el texto del Artículo 22 de la Ley de Inversiones es
ambiguo. Como existe más de una interpretación posible del Artículo 22, el principio de efecto
útil no puede en sí modificar esta conclusión o brindar una visión más clara en un sentido o en el
otro.

REFERENCIAS

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