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La Sección Tercera del Consejo de Estado - Sección Tercera, Sentencia

13001233100020030168101 (40353), Jun. 21/18. C. P. María Adriana Marín.

Recordó que los principios y las reglas de interpretación de los contratos adquieren
relevancia cuando las disposiciones en ellos contenidas no son lo suficientemente claras y
precisas para fijar su alcance y contenido.

De hecho, no en vano se ha afirmado que “la hermenéutica contractual fija el contenido y


reconstruye el sentido de las declaraciones y comportamientos asumidos por las partes”.

Por eso, hizo ver que del contenido de los artículos 1618 a 1624 del Código Civil emergen
los principios y reglas aplicables en materia de interpretación de los contratos.

Precisamente, explicó que, según la doctrina especializada, son dos los principios rectores
que se desprenden de tales disposiciones:

i. La búsqueda de la común intención de las partes (communis intentio  o  voluntas


spectanda). 
ii. La buena fe contractual.

Las reglas, por su parte, son seis:

1. La especificidad.
2. La interpretación efectiva, útil o conservatoria.
3. La interpretación naturalista o fundada en la naturaleza del contrato, y de la
interpretación usual.
4. La interpretación contextual, extensiva y auténtica.
5. La interpretación incluyente o explicativa.
6. La interpretación de cláusulas ambiguas en favor del deudor y en contra del
estipulante o predisponente.
Ahora bien, la tarea de encontrar la verdadera intención de los contratantes es la
tradicionalmente conocida como criterio subjetivo de interpretación, en contraste con el
criterio objetivo, que más bien busca privilegiar la voluntad externa o declarada de las
partes del contrato.

La doctrina (local y foránea) y la jurisprudencia nacional reconocen que existe jerarquía


entre los criterios de interpretación del contrato y, en esa medida, han señalado que el
subjetivo prevalece sobre el objetivo, a partir de la idea de que el principio de la búsqueda
de la real voluntad de los contratantes es fundamental dentro de la labor hermenéutica y
que los demás principios y reglas son subsidiarios.

Con todo, la búsqueda de la común intención de las partes se erige como punto de partida
de la labor interpretativa de los contratos. (Lea: Estas son las tres actividades relacionadas
pero autónomas frente a la interpretación de contratos).

De ahí que un adecuado ejercicio hermenéutico contractual deba empezar siempre por
determinar cuál era la communis intentio, a la que alude el artículo 1618 del Código
Civil, y solo en caso de que esa labor resulte infructuosa es posible aplicar las pautas
objetivas de interpretación antes reseñadas, como las previstas en los artículos 1619, 1620,
1621, 1623 y 1624 de esa misma codificación.

Por eso, no importa el nombre que las partes le hayan otorgado a un acuerdo de voluntades,
pues prevalece la intención de los extremos contractuales.

Estas son las tres actividades relacionadas pero autónomas frente a la interpretación
de contratos
En relación a la interpretación de los contratos, en sentido amplio, tanto la jurisprudencia de
la Corte Suprema de Justicia como la doctrina han distinguido tres actividades
relacionadas entre sí, pero en buena parte autónomas. Así lo explicó la Sala Civil de este
alto tribunal.

Las tres actividades son:

i. La interpretación propiamente dicha, la cual constituye una labor de hecho que


busca establecer el significado efectivo o de fijación del contenido del negocio
jurídico teniendo en cuenta los intereses de los contratantes,
ii. La calificación jurídica, que es la etapa dirigida a determinar su real naturaleza
jurídica y sus efectos normativos y, finalmente,
iii. La integración del contenido contractual con la normativa aplicable, que es
aquel momento del proceso que se orienta a establecer el contenido contractual
en toda su amplitud, partiendo de lo convenido por las partes pero
enriqueciéndolo con lo que dispone la ley imperativa o supletiva o lo que la
buena fe ha de incorporar.

Acorde con lo anterior, la Corte explicó en el fallo, que cuando se busca establecer la
naturaleza jurídica de un contrato el juez, en primer lugar, debe definir el genuino
sentido y alcance de su contenido objetivo, labor que comporta el examen de la prueba
del convenio (forma externa de la manifestación de voluntad de las partes) y concretar,
con ese estudio, lo realmente acordado por ellos.

Hecho ello, debe proseguirse a la adecuación jurídica, esto es, a ubicar dicho contenido en
la ley o, exactamente, en las diversas tipologías negociales contempladas por el legislador.
En caso contrario, esto es, cuando no hay coincidencia, habrá de colegirse que se trata de
un contrato atípico y, aquí, la actividad del juez deberá encaminarse a establecer el grado de
proximidad del contenido contractual a uno o a varios de los prototipos legales de contrato,
con miras de definir el régimen jurídico aplicable.- Corte Suprema de Justicia, Sala
Civil, Sentencia SC-148062017 (08001310301020100025401), Sep. 20/17 . M. P. Álvaro
Fernando García Restrepo.-

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