No cabe duda que el comercio es la actividad humana por
excelencia. Este tiene por objetivo esencial poner al alcance del consumidor los satisfactores hechos mercancía. En los albores de la humanidad el hombre, para satisfacer sus necesidades, tomaba directa mente de la naturaleza sus satisfactores o producía éstos y entablaba contacto con otros de su especie para intercambiar tales bienes, es decir, mediante el trueque. Cuando el hombre solamente intercambia bienes o cosas que le sobran por otras que posee diversa persona y que él necesita, hasta ahí es simplemente el trueque, La actividad comercial da origen a las primeras civilizaciones y a la fundación de pueblos, ciudades e incluso naciones. La búsqueda de mercados da lugar a grandes descubrimientos, tanto en el campo meramente territorial y político como en el tecnológico y científico. Los fenicios, como inventores del vidrio transparente y conocedores de la técnica de soplar dicho vidrio para hacer vasos, puede decirse que conquistaron el mundo conocido con los vasos y frascos transparentes fabricados en Sidón. Dichos productos fueron famosos en el mundo entero. El poder comercial de los fenicios radicaba no sólo en el hecho de comerciar con sus productos, sino también de producirlos. Los fenicios fueron factótum en el desarrollo del Mediterráneo, gracias a su gran capacidad de comercialización y a su capacidad de producir para vender. La echazón, institución jurídica por medio de la cual se protege a los dueños de las mercancías que en un momento de peligro se hayan echado al mar para seguridad del navío. Es decir, los dueños de las mercancías que se salvaron van a pagar proporcionalmente el valor de las mercancías que se lanzaron al mar. Con la caída del Imperio Romano de Occidente y dadas las frecuentes incursiones de los bárbaros a territorios de dicho Imperio, se agravaron las condiciones de inseguridad social y por esa razón se produjo la más completa decadencia de las actividades comerciales; pero luego el comercio resurgió a consecuencia de las Cruzadas (siglos XI al XIII), que no sólo abrieron vías de comunicación con el Cercano Oriente, sino que provocaron un intercambio de productos de los distintos países europeos. En la Edad Media influyen mucho para la creación del Derecho Mercantil las ferias, principalmente las de Francia, instaladas en Lión y Champaña. Estas ferias provocaban la concentración de comerciantes de muy diversas y lejanas regiones. En ellas se originaron por ejemplo los bancos y la letra de cambio. Puede decirse que en el Derecho Mercantil Medieval se encuentra el origen de muchas instituciones mercantiles contemporáneas, como el Registro de Comercio y las Sociedades Mercantiles.