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DESCRIPCIÓN VOCACIONAL

CENTRO DE FORMACIÓN Y SERVICIOS LA CAPILLA

Está ubicado en el departamento de Cundinamarca en la provincia del Tequendama, hace parte del
municipio de Zipacón en la vereda La Capilla. El centro de formación cuenta con tres fincas: La Capilla,
Pax Christi y San Jorge, además de un cuarto espacio llamado Santa Cecilia.

Todos los bienes que tiene la central en lo que denominamos “La Capilla” y repartido en los diferentes
sectores, comienza con un deseo de Pafer de que hubiese un sitio campestre para el servicio de la
juventud. Siempre tuvo la preocupación de que los jóvenes se “corrompían” en la ciudad, y que lo más
importante era sacarlos de la ciudad para llevarlos a un sitio donde pudieran respirar aire puro, jugar,
trabajar y encontrarse con Dios. Es así como la primera propiedad en adquirirse fue la que hoy
conocemos como San Jorge.

- San Jorge -

Algunos metros hacia el occidente de La Capilla, bajando una suave colina se encuentra la finca San
Jorge, que debe su nombre a la afinidad del Padre Fernández con el movimiento Scout, pues San Jorge es
el santo patrono de dicha organización.

La finca tiene unas construcciones de mediados del siglo XX, que en origen fueron pensadas para
funcionar como centro vacacional. Son siete casitas, estilo cabaña con capacidad de alojamiento para
grupos desde 6 hasta 10 personas. La capacidad total de alojamiento en las cabañas es de hasta 63
personas. La edificación principal de San Jorge, se denomina el club, en dicha estancia hay 6
habitaciones de acomodación múltiple con una capacidad total de alojamiento de hasta 60 personas.

La finca cuenta también con una Capilla, con una capacidad para cerca de 100 personas; dos salones, uno
con capacidad para 70 personas aproximadamente y el otro con una capacidad para 20 personas; amplias
zonas verdes, cancha de baloncesto, baños públicos y un comedor.

Historia

En ese momento (fijar año) la Central no contaba con dinero y se vivía muy pobremente. Pafer conoció a
un Ingeniero de los ferrocarriles que era dueño de una finca que se llama “Pontevedra” ubicada en la
vereda del Ocaso, Cundinamarca; él le arrendó la finca y la Central estuvo allá por uno o dos años. Allá
los jóvenes oraban, se divertían, paseaban, jugaban, compartían y estudiaban; Pafer estaba siempre al
frente de todas las actividades que se realizaban. Este señor era dueño de un terreno que él llamaba “El
molino”. Era un lote de terreno lleno de chusque, no tenía casi ni árboles sino hierba que se crecía;
entonces le propuso al padre vendérselo. Al padre Fernández le gustó mucho ese lugar porque le
recordaba sus tiempos de seminarista, donde en el Ocaso bajaban a pasear las distintas personas del
seminario, le llamó la atención y le propuso entonces comprarlo. El costo de ese momento eran 20.000
(veinte mil pesos) de esa época. Los veinte mil pesos, Pafer no los tenía, logró a través de un préstamo del
banco de los Andes conseguir 10.000 pesos y los otros 10.000 pesos los puso un señor llamado Rubén
Vásquez Téllez, dueño del Nuevo Liceo donde Pafer era profesor de filosofía y de religión, así se compró
el terreno.
Se comenzó entonces a construir al mismo tiempo que se hacían campamentos en ese lugar. Es así como
los jóvenes que acompañaban al padre en esa época iban cada fin de semana, dormían en carpa y
trabajaban siquiera cuatro o cinco horas al día, subiendo piedra para los cimientos desde la quebrada hasta
lo que es hoy el club. En ese momento, al consejo directivo de la Central pertenecía un doctor que se
llamaba Federico “Kico” Ruiz que era gerente de Talleres Centrales. “Kico” estaba dedicándose a
construir casas prefabricadas en lámina y en acero, así que a partir de un préstamo que él mismo gestionó
se dio continuidad a la construcción en el terreno. Lo primero que se hizo fueron las casitas donde iban a
pasar vacaciones las familias. Ellas pagaban, se les suministraba una estufa de petróleo, losa, colchones,
cobijas, camas y pasaban allí su fin de semana; la Central de Juventudes fue pionera en ofrecer este tipo
de espacios para las familias.

A su vez, avanzaba la construcción de la sede de la escuela de líderes: los cuatro salones que había arriba
y los otros salones se construyeron posteriormente; esos también con estructura metálica y Eternit.
Cuando ya se había construido y cubierto, entonces se entregó la casa donde estaban en arriendo y los
jóvenes subieron a dormir ahí. Pafer dormía en donde hoy se maneja la intendencia y los muchachos
dormían en los cuartos. No había en ese momento cocina, se hacía en unos de los cuartos una cocina de
tres piedras para cocinar el desayuno, el almuerzo y la comida, sobre tierra porque no se había
embaldosado. Baños no había sino afuera cuatro duchas y un sanitario en el cual todos se bañaban en
pantalón de baño, incluido Pafer. Inicialmente no había línea eléctrica, después se consiguió que la
electrificadora la suministrase al mismo tiempo que se iba embaldosando las habitaciones.

Lo primero que se construyó fueron las dos piscinas: una para los hombres y otra para las mujeres (una
arriba, detrás de la capilla y la otra abajo entre las casitas 5 y 6). Después se fue construyendo el “Club”
(el Junior Club lo llamaban) y se comenzaron a realizar convivencias de muchachos de colegios de
Bogotá y de otras partes, que las atendían sacerdotes que estaban vinculados a la Central, entre ellos el
padre Adalberto Gómez, el padre Gonzalo Medina y Pafer. Los muchachos iban normalmente de Bogotá
a convivencias, unas de un día y otras de dos días o fin de semana; se viajaba por ferrocarril y se llegaba
por la estación del Ocaso que era la más cercana a la finca. Lo último que se construyó -de San Jorge- fue
la capilla, también en estructura metálica. A partir del año de 1961 se le dio un vuelco al uso del espacio,
se dejaron de alquilar las casitas para las familias y se comenzaron a realizar las actividades de las
escuelas de líderes.

Luego de las piscinas, se continuó con la construcción de la cancha de San Jorge, para que los
muchachos tuvieran donde jugar, porque a ellos no se les dejaba subir a la capilla, entonces se quería que
ellos tuvieran en un sólo lugar todos los espacios necesarios para su recreación. Es que la capilla era
“sagrada”, a la capilla nadie pasaba. Saliendo de Pax Christi, arriba donde está la virgen, había una puerta
y esa puerta se mantenía cerrada, y por debajo en la quebrada se había puesto un alambre de púas para
que no pudiera pasar la gente por ahí; la capilla no era para muchachos, en otras palabras. La capilla era
para retiros, para los de seguros Tequendama o personas, señoras, muchachos de último año de
bachillerato, ejercitaciones por un mundo mejor, en fin, esa parte estaba dispuesta para el uso de personas
o grupos externos, pero no para las experiencias con los muchachos.

- La Capilla -

La Capilla recibe su nombre gracias a su historia más reciente, pues la casa, que hoy es centro de
formación, fue un prestigioso hotel en sus inicios cuyo nombre era: La Capilla. La casa tiene un estilo con
influencia colonial. No ha sufrido modificaciones significativas, salvo por el cambio de función de
algunas de sus estancias y la construcción de una Capilla para el culto divino que difiere de su tradicional
estilo. Dicha Capilla fue construida con motivo de las bodas de plata sacerdotales del Padre Luis María
Fernández, quien es el artífice de la obra Central de Juventudes.

Los espacios disponibles con los que cuenta La Capilla son: Capilla: con una capacidad para 120
personas aproximadamente, oratorio: con una capacidad para 20 personas, dos salones, uno con
capacidad para 70 personas y otro para 20 personas. La finca posee amplios espacios verdes, cancha de
baloncesto, una mesa de billar, comedor y baños públicos. Para el alojamiento, cuenta con 12
habitaciones de acomodación múltiple desde 2 hasta 7 personas. La capacidad total de alojamiento es de
hasta 61 personas.

Adjunto a La Capilla hay un espacio adicional, con cierta independencia, llamado Tabor, el cual cuenta
con: un oratorio, con capacidad para 20 personas; un salón para 25 personas aproximadamente, baños
públicos y habitaciones de acomodación múltiple desde 4 hasta 12 personas. En total se pueden alojar allí
hasta 28 personas.

Historia

Como sabemos, lo primero en ser construido en el terreno de San Jorge fueron las piscinas, sólo que se
pasó por alto un detalle: no había agua para llenarlas. Fue por esto que Pafer decidió dirigirse a hablar con
Pierre Daguet, un francés dueño del reconocido hotel “La Capilla”, ubicado al lado del terreno adquirido,
ya que sabía que en dicho hotel había una planta hidráulica. Pafer le solicitó a Pierre que el agua usada en
la plata pudiese ser dirigida por medio de tubería hasta las pisicina, en lugar de ser arrojada a la quebrada,
a lo que el francés respondió que sí, y desde ese momento por medio de tubería de gres se abastecieron de
agua las piscinas, pasándolas desde la casita uno hasta su destino final.

Había un amigo muy querido del padre que se llamaba Luis Morales Gómez que era ministro de hacienda
del gobierno de Rojas Pinilla. Rojas Pinilla hacía los consejos de ministros en Melgar, donde hoy es la
fortaleza del ejército. Pafer lo invitó a ver la capilla, y él le dijo que le alistara un terreno donde pudiera
aterrizar su helicóptero y que con gusto él iba. Entonces detrás de lo que hoy es San Jorge, arriba hacia la
carrilera y a mano izquierda de la cancha de basketball, se quitaron los árboles que había, se aplanó y se
marcó como un helipuerto; ahí llegó Luis Morales Gómez. Con Pafer y algunos de los jóvenes que
estaban presentes en ese momento fueron a conocer la Capilla y todo lo que había. Luis le dijo a Pafer
que valía la pena realizar ese negocio y que él le ayudaría de alguna forma. Esa ayuda ofrecida no era
económica, sino de gestión para conseguir préstamos. Entonces a través de Luis Morales Gómez con el
banco Central Hipotecario se consiguió el dinero que se estaba pidiendo que era aproximadamente
300.000 mil pesos de esa época, -entre 1952 y 1953- y se hizo a través de cédulas de capitalización que se
producían y se vendían a compradores.

Durante dicho diálogo, el señor Daguet le comunicó a Pafer que la propiedad del hotel estaba en venta, y
le sugirió comprarla. Pafer se entusiasmó mucho con la idea, ya que solía ver por la puerta de entrada de
la estación del ferrocarril, los jardines del hotel y le parecía un lugar hermoso, pero no contaba con el
dinero para hacerlo, ya que aún se debía en gran parte el terreno recién comprado de San Jorge, sumado a
las construcciones que allí se estaban realizando. Sin embargo, como fervoroso creyente del Sagrado
Corazón de Jesús, le prometió que si le daba ese terreno él le pondría una placa de reconocimiento y
dedicaría el lugar a esa sagrada devoción.

El negocio se realizó de esta manera y se pagó durante 25 o 30 años mensualmente. La entrega del predio
no fue de inmediato, debido a que el hotel tenía reservas por un año.
Al recibir La capilla al año siguiente, ya se utilizó toda la casa, en el balcón en el segundo piso se hizo
una capilla, se cerró la vista con madera, unas cruces que había y con vidrios. El padre ocupó el cuarto
que era reservado para la gente ilustre, que eran los presidentes que se hospedaban allá o personas muy
importantes del gobierno. Dónde está el comedor hoy en día, era el bar del hotel y detrás del mesón se
ubicaba el barman ; además funcionaba también allí el depósito de víveres y de licores. Donde es hoy el
salón Guadalupe, era la cocina. La cocina tenía dos pisos, y en el segundo piso vivían las muchachas del
servicio y abajo quedaba la cocina donde se cocinaba con carbón, después con ACPM y al final con gas.
Lo demás fueron arreglos que se vinieron haciendo con el tiempo, ahí funcionó la carpintería, luego en
una parte que estaba dividida que era la despensa funcionó un comedor familiar donde comía Pafer
quienes estuvieran con él , espacio al que curiosamente el padre le llamó “la novena” porque ahí “se pedía
lo que se quería alcanzar”, es decir, la comida, el desayuno, la cena.

Después donde era el bar se hizo el comedor y después del comedor se hizo el salón de conferencias y
luego nuevamente el comedor. El comedor del hotel estaba en el salón que hay arriba en la entrada (San
Francisco o la “pecera”), y los meseros llevaban la comida hasta allá por la pérgola en un carrito. Después
para nosotros seguía siendo el comedor, pero después lo convertimos en un salón de conferencias; ha
habido muchos cambios de acuerdo con las necesidades del momento. Incluso ese comedor abarcaba
parte de lo que hoy conocemos como el cuarto cero.

Dónde está la cocina hoy, el padre hizo una capilla y se quitó del balcón y el balcón funcionaba como
salón de conferencias muchas veces. Luego ya se arregló tabor y se hizo ahí el oratorio donde es hoy la
sacristía y donde está el oratorio era un comedor; luego se le hizo el segundo piso donde ahora es un foro
encima de lo que ahora es la sacristía. El tabor se utilizaba inicialmente para lo que eran grupos de
universitarios, no estamos hablando de escuelas de líderes.

Tabor era el lugar donde quedaba el cuarto de las muchachas, al principio las chicas dormían en el
segundo piso encima de la cocina y ahí era para universitarios; el tabor quiere decir la transfiguración
donde Jesús se presenta, entonces el nombre se le dio con la intención de que Jesús se les apareciera a los
universitarios.

La Capilla grande hacía parte del jardín privado. Allí había una sala, un balcón -donde después hizo el
padre la oficina-, y al salir al jardín, se veía una fuente de un niño -aún existente- y continuaba hasta el
borde cercado con el acero. Ahí se hospedaban presidentes, como en su momento lo hizo Olaya Herrera.
Después cuando ya pasó a ser de la Central, el padre invitó al Cardenal Luque, entonces se convirtió en el
cuarto para personalidades como él. Posteriormente, el padre lo tomó como su cuarto personal.

Para sus bodas de plata, el padre Fernández dijo que no quería que le dieran ningún regalo, que lo que
quería era dinero para construir ahí una capilla en homenaje a su sacerdocio; entonces ahí se comenzó a
construir con las cerchas -que son las mismas que tiene la casa en Bogotá- en madera, y se construyó con
el vitral al fondo. En el año 64 más o menos, se estaba desarrollando el Concilio Vaticano II y el padre
quería que el altar se construyera contra la pared como era costumbre, pero entonces, tras una visita del
obispo de Girardot, un gran amigo del padre, éste le dijo que no cometiera ese error, porque ahora con el
concilio se iba a permitir que los altares dieran la cara al pueblo.

Las piedras que se encuentran en la edificación se encontraron todas mientras se hicieron las
excavaciones de la obra. Para la celebración, se invitaron muchas personas, sacerdotes y obispos y como
en ese tiempo no existía la concelebración, entonces Pafer mandó a hacer unas mesas altas para que los
sacerdotes pudieran usarlas como altar y celebrar cada uno la eucaristía ubicados en distintas partes de la
capilla. Aún no se había acabado la construcción, por lo que el piso de la capilla era de tierra. Como tras
las excavaciones quedó un hueco debajo de la capilla, ahí se hizo la sacristía.

Luego del fallecimiento de Pafer con el padre Ismael Rueda, hoy monseñor arzobispo de Bucaramanga,
se acordó realizar un oratorio para tener el Santísimo reservado, ya que se comenzó a utilizar la parte de
arriba como salón de conferencias por su ventilación y gran tamaño. Entonces se bajó el Santísimo, que
estaba a mano izquierda en la pared, y se arregló eso en madera. Están el cuadro de la dolorosa, que era el
de la oficina del padre y cosas de él de ese momento. El vitral que está ahí lo hizo Monseñor Rueda con
sus manos, y al fondo hay como una cercha pequeña para dar la misma impresión del diseño de la capilla
grande. El viacrucis del jardín lo trajo Pafer de Medellín. En unos de sus viajes compró esas figuras y se
ubicaron ahí.

La entrada por ferrocarril a La Capilla era al pie de la estación, esa quedaba abajo donde está la cancha de
basketball de San Jorge, pero habían hecho carretera por donde también se podía entrar, y se hizo ahí el
parqueadero en piedra por la entrada que conocemos nosotros. Ahí se habían hecho unos baños para
mujeres y hombres, con lavamanos e incluso con duchas para los que llegaran y se quisieran bañar. Sólo
hizo falta el final que era poner el baldosín.

La casita que hay entrando a la finca, donde Jaimito Rojas se hospeda, tiene una historia. El padre
conocía a una señora que se llamaba Dorothy Seperry, inglesa, su esposo había fallecido y ella había
quedado viuda. El padre la conoció por medio de un miembro del consejo directivo que se llamaba
William Villa Uribe, un abogado. El padre a todas las personas que conocía las invitaba a La Capilla,
entonces la invitó a que fuera y como estaba sola, ella llegaba en su carro con su chofer y luego lo
despedía y se quedaba ahí. El padre mandó a arreglar el cuarto uno, le mandó a poner alfombra y a
organizarlo para que ella se quedará ahí. Pero ella se sentía aburrida, la señora iba, pero el padre no
dejaba de hacer lo que tenía que hacer; lo único que hacían diferente era a las 4:00 de la tarde todos los
días, donde jugaban juntos canasta o naipes.

Después el padre le cedió la casita uno, porque la señora le manifestó sentirse sola y aburrida arriba.
Entonces el chofer bajaba, la dejaba ahí y dejaba el carro, y el padre bajaba todos los días a las cuatro de
la tarde a tomar onces o tomar el té con ella -como buena inglesa que era-, y se quedaba hasta las seis de
la tarde y subía nuevamente a la capilla; la señora como ya era de avanzada edad, no le gustaba mucho
subir. Luego Dorothy le dijo al padre que no iba a volver porque le quedaba muy lejos el lugar, entonces
el padre le dijo que buscara un lugar en La Capilla que le gustara y que construyera una casa, entonces
ella la construyó cerca a la cancha de basket de arriba, donde podía ver jugar al padre -a la que llaman en
ocasiones la casita diez-. La casa quedó sola después de un tiempo, y como no era bueno tener la casa
vacía por todos los muchachos que había, Jaime Rojas, quien era el administrador de la capilla en ese
entonces, le consultó al equipo polivalente que si podía utilizarla como administración, ya que él vivía en
uno de los cuarticos de Pax Christi, y le parecía más adecuado atender a las personas que llegaban a
consultar por los cursos en ese lugar, a lo que el EPOL accedió.

La casita no era como está ahora, Jaimito le realizó varias reformas, como el baño, el vitral, los vidrios.
Le puso estufa, cocina, e hizo el cuarto de la biblioteca donde están todos sus libros y de la cual refiere
Jaimito: “cuando yo me muera la utilizará quién el director de la Central decida.”
Frente a esta casita se encontraba una cancha de tenis y al padre le fascinaba jugar ahí, él tenía sus propias
raquetas y pelotas, y muchos de sus amigos, entre ellos el señor de Santa Cecilia (Nuñez) iban a jugar con
él. Hasta que un día Jaime Rojas aún sabiendo lo mucho que al padre le gustaba el tenis, decidió
proponerle reformar la cancha, suceso que él mismo narra:

Un día, yo resolví arriesgarme y dije “el padre me va a pegar un regaño terrible, pero
no importa” y le dije “padre, el juego del tenis es muy bonito pero máximo juegan cuatro, y
tienen que tener raqueta y las raquetas son costosas y la gente no tiene muchas veces el dinero
para tener raquetas y bolas para jugar; ¿por qué no hacemos ahí unas canchas de basketball?”,
¡santo Dios! Eso fue como si sonaran truenos: (Pafer) “como se te ocurre cambiar la cancha de
tenis por una cancha de basketball, que no se qué que si se cuando”, y yo le dije “bueno, era una
propuesta, nunca es malo hacer propuestas, puede que la acepte, puede que no”, pero el padre
siempre se quedaba pensando, y luego de ocho o diez días: “tienes razón Jaime, haz la cancha
de basketball, porque ahí podrían jugar ocho o diez personas”, entonces los tableros y todo eso
los teníamos en el junior club porque ahí teníamos una cancha entonces no fue sino
transportarla y ahí hicimos la cancha de basketball.

- Pax Christi -

La casa toma su nombre del latín y quiere decir “Paz de Cristo”, la casa de estilo rústico cuenta con tres
habitaciones y una Capilla, que tiene una capacidad para 30 personas aproximadamente.

Anexo a la casa hay un salón de construcción posterior con una capacidad para 40 personas, tiene amplias
zonas verdes, una piscina artesanal que es surtida por las aguas de una quebrada aledaña, cancha de
voleibol, comedor y baños públicos. Cuenta con 6 habitaciones de acomodación múltiple para una
capacidad total de alojamiento de hasta 36 personas.

Historia

Fue el primer espacio en ser entregado a la Central, una vez hecho el contrato de compra de las
instalaciones del hotel La Capilla. Lo que hoy se llama “Pax Christi”, y que en las escrituras figura como
el Molino, funcionaba anteriormente como un molino de trigo: el ferrocarril traía en los vagones de carga
el trigo y después recogía la harina que se producía. Este lugar comenzó a adecuarse, especialmente el
segundo piso que pasó a ser habitado por el padre Fernández y los jóvenes que lo acompañaban -entre
ellos Jaime Rojas-. Pierre Daguet era pintor y tenía su estudio en este lugar en el espacio donde
actualmente se encuentra la capillita. Con un grupo de señoras que ayudaban a conseguir recursos, se
arreglaron los cuartos de abajo y estos comenzaron a ser utilizados para experiencias con jóvenes y
especialmente con niños. Cuando se hizo la primera escuela femenina ahí se estuvieron alojando las
niñas, de manera que quedaran en un espacio independiente de lo que era San Jorge.

Pafer tenía cuatro hermanas, una de ellas se fue para España y se enamoró de un señor que se llamaba
Juanito, con quién volvió a Colombia y se casaron en la capilla. Pero el señor, quien era de la región
vasca de España, no tenía un oficio definido por lo que Pafer le propuso poner un gallinero en la planita
donde hoy está la cancha de voleibol, para tener algo con lo que subsistir, y ahí lo tuvieron por unos años.
Después el señor ya se vino para Bogotá, con su esposa y la hermana soltera también y empezó a trabajar
en la industria del cuero en Villapinzón, entonces quedó libre el espacio donde se ubicaba el gallinero,
por lo que por iniciativa de Jaime Rojas se construyó la cancha de voleibol, teniendo en cuenta que ya
habían canchas de baloncesto, y que además podía servir para que las experiencias que se realizaran en
Pax Christi tuvieran ahí su patio de banderas, para la formación patriótica.

Pax Christi se usaba para obreros, y donde ahora está el foro había dos canchas de tejo porque era lo que
le gustaba jugar a los obreros. Allí también se hicieron colonias de vacaciones que eran de ocho días, y
allí se llevaban niños pobres para que tuvieran una semana de recreación y como decía Pafer, a veces era
la primera vez que dormían en una cama. Las colonias eran financiadas por medio de unos bonos que los
scouts vendían a las familias, y con eso se cubrían la comida y los transportes de los niños. En Pax Christi
incluso se llevó una vez un grupo de niños de San Andrés; el padre consiguió que la FAC (Fuerza aérea
Colombiana) los llevaran y fue en un avión de la FAC y traer a unos niños para que estuvieran ahí en una
colonia de vacaciones, y después los llevaron de nuevo.

- Santa Cecilia -

Historia

Uno de los miembros del consejo directivo, Rafael Núñez el cual ya había sido nombrado, era muy amigo
del padre y compañero de juego en el tenis, le gustó el predio donde estaba construida la capilla y compró
una casa ahí y la llamó “Santa Cecilia” porque la esposa se llamaba Cecilia. El padre Fernández solía
visitarlo en las tardes para compartir un café y Rafael pasaba a la finca a jugar, e incluso Jaime Rojas
llegó a visitar Santa Cecilia para darle clases de matemáticas a los hijos de Rafael. Una vez falleció Pafer,
la familia estuvo yendo a la casa por un tiempo, pero luego ya dejaron de hacerlo. Raúl Abril estuvo muy
vinculado a la familia Núñez debido a que trabajaban juntos y eran socios en algunas de las compañías
del doctor Abril. Luego de que fallecen los esposos Núñez y una de sus hijas llamada María Teresa, la
familia determina donar el predio a la Central de Juventudes, aunque nunca se formalizó en escritura. En
este momento, Santa Cecilia se encuentra en poder de la obra, y aunque hace aproximados cinco años se
sostuvo diálogos con Raúl Abril quien era el director de la obra para formalizar el traspaso, no se logró
debido a que no se podían recibir donaciones a título personal, por lo que se determinó esperar un tiempo
más para que la Central pudiese escriturar el predio bajo la figura de posesión.
El centro de formación cuenta con amplificación de sonido para cualquiera de los espacios y video beam,
no están instalados directamente en los salones, sino que se instalan para los momentos que se requiera.
Hay tableros acrílicos portátiles, uno por salón, también cada salón cuenta por lo menos con una mesa. Si
se requieren materiales no contemplados en la descripción puede consultar si se pueden tener disponibles
o conseguir para sus actividades.

El Centro de Formación y Servicios La Capilla, permite tener un contacto constante con la naturaleza, sus
amplios jardines y ambiente sosegado ofrecen un entorno de calma y tranquilidad que la hacen: un
espacio favorable para el desarrollo de actividades de estudio, reflexión y sano esparcimiento.
Anexo

¿Cómo se pagaron los terrenos?

Todos se adquirieron con deuda al banco, y se fueron pagando durante treinta años a través de ahorros,
con dineros que entraban a la central como donaciones, algunas personas se comprometieron por ejemplo
a pagar las cuotas durante un año y se les entregaba su recibo, o donaban ciertos pesos (mil, cinco mil) y
también porque las casas comenzaron a producir, en San Jorge por ejemplo iban convivencias de colegios
y de lo que se cobraba siempre quedaba platica, y bien manejada la plata produce, igual pasaba con la
capilla y producía.

Personalidades importantes en la historia

Información brindada por Jaime Rojas.

A todos los miembros del consejo directivo, pero en especial a tres personas: El doctor William Villa
Uribe, un gran abogado un gran amigo de Pafer, un gran caballero y Carlos Jaramillo de Latorre, quien
fue durante mucho tiempo el presidente del consejo, abogado y consultor de la obra y Roberto García
Paredes,quien donó unos terrenos en Bogotá, los cuales en una recesión fuerte que tuvo la obra se
vendieron para salir de apuros. Otras personalidades como el general “Oser”, un doctor Samper Ortega,
(del cual no se tiene el nombre).

“Esa es una cosa que me gustaría antes de morir hacer: una recopilación de las
personas que fueron del consejo directivo y que nunca los hemos tenido en cuenta ni los
mencionamos. Hoy en el consejo directivo hay personas extrañas: yo he sido miembro del
consejo directivo mucho tiempo, no sé, tal vez desde el año 70 y lo era Raúl Abril también, de los
jóvenes de esa época. Después unos se fueron muriendo y otros por algunos motivos se fueron
retirando. Hay una mujer muy querida que se llama Maruja Ángel de Durán, que nos ayudó en
todo momento, muy querida. Últimamente diría yo que no tenemos a nadie, porque nos hemos
cerrado, porque no hemos vendido la obra, porque nos hemos vuelto grupo cerrado, pero yo
creo que habría que ampliar algunas cosas, bueno que llegaran algunas personas. Por ejemplo
el padre fue muy amigo del papá de Luis Carlos Galán, no alcanzó a ser miembro del consejo
pero muy muy amigo del padre. Cuando al padre lo estábamos velando que fue en el salitre, vino
el papá de Luis Carlos Galán que trabajaba en Ecopetrol, a acompañar el cuerpo del padre. Y
así muchas personas, una cantidad de personas que ayudaron a construir la obra y como ha
habido también una cantidad de personas que han recibido beneficios.

No sería raro decir que por haber pasado por aquí han sido sacerdotes unas 1500 o 2000
personas, y han llegado algunos a ser obispos como el de Cartagena del Chairá, el de San
Vicente, Ismael Rueda llegó aquí siendo un muchacho y después fue obispo y así muchos otros,
Hector Salá, su hermano Jorge, muchos, tal vez Juan Guillermo se acuerde de más, pero esos
que le nombré son muy importantes para el desarrollo de la obra y yo creo que estamos en mora
de hacer una placa conmemorativa así como la tenemos allá del Sagrado Corazón de Jesús, no
sentaría mal tener una aquí o allá de agradecimiento; con eso nadie se enriquece ni nadie va a
recibir nada -ya están muertos la mayoría de las personas- que hemos hechos cosas sin esperar
nada.”

Hechos históricos
● Antes de ser de la central en la capilla se reunió el general Vásquez Cobo y Olaya Herrera, para
en 1935 fue la invasión de el Perú a Colombia, por Leticia y entonces ahí se reunieron para
preparar la defensa.
● La presencia del Padre Lombardi, quien fue el constructor de Un mundo mejor, un Jesuita. La
segunda guerra mundial terminó en el 45/46 y Europa y Japón quedaron destruidos y hubo
muchos muertos. El padre Lombardi Italiano, lanzó el movimiento por un mundo mejor cuya
teoría era “Hay que reconstruir el mundo desde sus cimientos, de pagano a humano y de humano
a cristiano según el corazón de Dios”. Muy amigo del Papa Pio XII, entonces él estuvo en la
capilla en una reunión con los dirigentes políticos de esa época, Alfonso López Michelsen,
Álvaro Gómez Hurtado y no recuerdo qué otras personalidades del momento, ya siendo de la
central la capilla. Hay fotografías de ese momento en el cual estuvo Pafer claramente como dueño
de casa.
● Estuvo Monseñor Crisanto Luque que se hospedaba en el cuarto del padre, y una silla grande en
cuero que tiene el sello episcopal porque fue el primer cardenal, nació en Tabio Cundinamarca.
● Camilo Torres tal vez estuvo también allá, antes de meterse a la política. Yo creo que él fue un
cura incomprendido, no lo entendió la cardenal Concha y entonces por eso él se lanzó, era de
izquierda, pero con cosas razonables. Hay unos papeles que nosotros sacamos sobre las cosas que
proponía Camilo Torres y sobre los errores que cometía también. El último error que cometió fue
irse con la guerrilla al campo y lo mataron en el primer enfrentamiento, no sabía usar siquiera un
fusil.
● Hubo una reunión del CELAM, llegaron los obispos de Latinoamérica, debe haber fotografías
también. Cuando comenzó la pastoral juvenil el primer encuentro se hizo en la capilla sin
cobrarle un solo centavo a la conferencia ni a las personas ni nada, porque apenas estaba
comenzando, pero después consiguieron ya dinero y en lugar de volver a la capilla resolvieron
hacerlo en otro sitio y el padre le envió una carta al obispo que decía “Cuando no tenías nada, la
central te dio la mano para que realizaras los encuentros de pastoral juvenil y ahora que tienes te
vas a otro lugar, eso es ser desagradecido”..

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