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Mendoza | 2021
Marcos Alvarez Tablado
Queridas y queridos estudiantes:

Este Parlamento cumple 12 años de


estar en las escuelas secundarias y de
escucharlas y escucharlos a ustedes. Durante este trayecto
muchas y muchos jóvenes han transitado esta experiencia tan
valiosa, haciéndonos llegar ideas y propuestas sobre su propia
educación y la escuela secundaria que quieren.
Muchas y muchos han sido parte de los 11 Encuentros Provinciales
que
hemos organizado con mucha convicción para ustedes, pensados para que puedan
efectivizar sus derechos, como el de expresarse, opinar y participar activamente de la
vida escolar. Pero también para que puedan disfrutar, aprender que todas y todos somos
diferentes y que, en consecuencia, pensamos distinto, pero que esto no es una dificultad
al momento de encontrarnos y construir propuestas e ideas a partir de esas diferencias.
Otras y otros jóvenes fueron votados por ustedes y las y los
representaron
en los 11 Encuentros Nacionales de los cuales fuimos parte desde el año 2010. Ellas y
ellos llevaron las propuestas de las y los estudiantes mendocinos al Congreso de la
Nación para defenderlas.
Algunas y algunos otros fueron más lejos y llevaron sus voces al
MERCOSUR,
compartiéndolas con sus compañeras y compañeros de los distintos países y pensando
en las mejores estrategias para construir una escuela secundaria latinoamericana, que
sea capaz de asumir los desafíos que tiene frente a un mundo tan complejo y en
constante cambios; que no deje a ningún joven o adolescente afuera, porque es su lugar.
Este año les tocará a otros jóvenes formar parte de las instancias
del Parlamento Juvenil MERCOSUR. Ellas y ellos tendrán la oportunidad de debatir,
pensar y repensar cuáles son los desafíos de la escuela secundaria. Es una tarea enorme,
pero estamos convencidos que ustedes tienen las respuestas que necesitamos para la
construcción de nuevas políticas públicas que sean transformadoras y que hagan de sus
escuelas, el mejor lugar para estar.

Equipo de Parlamento Juvenil MERCOSUR


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Aclaración: el título de este eje temático fuemodificado por demanda de las y los estudiantes representantes en
el 10º Parlamento Juvenil MERCOSUR de Argentina, Buenos Aires 2019: “La construcción del género, su identidad
y expresión es tan compleja como la sociedad. En esta búsqueda constante e incansable por una igualdad real y
equitativa que nos interpele a todos, todas y todes, creemos que es necesario que nuestro eje del PJM se
denomine GÉNEROS.”

El Parlamento Juvenil MERCOSUR es un espacio que nos invita a reflexionar sobre los géneros
de manera integral desde el año 2010. Diversos han sido los debates que se han generado en las
escuelas, encuentros provinciales, nacionales e internacionales, por ende, diversas han sido las
propuestas que ustedes, las y los estudiantes, nos han hecho sobre la escuela secundaria que quieren
en relación al eje. En los primeros años, las y los jóvenes que transitaron este programa, debatieron y
reflexionaron sobre aquellas cosas que las y los inquietaban de los géneros: la asignación de los
colores, juguetes y roles sociales, sobre si llorar definía o no la “masculinidad” o “feminidad”, sobre las
históricas desigualdades que ponen a la mujer por debajo de los hombres o los mitos que se
construyen en torno a ser hombre o mujer en nuestra sociedad. Con el transcurso del tiempo, los
debates han sido cada vez más profundos en este Parlamento, poniendo sobre “la mesa” otros temas
que los interpelanfuertemente a ustedes, como la garantía de una Educación Sexual que sea
completamente integral en las escuelas, el derecho al acceso a información y herramientas que las y
los ayuden en el desarrollo de sus sexualidades, la inclusión de mujeres y hombres trans o la constante
capacitación de docentes en el tema.

Es por eso que el caso de Johana Chacón es fundamental para que podamos seguir
profundizando los debates sobre la escuela secundaria que queremos. Este nos relata la trágica y
forzosa desaparición de la joven cuando regresaba de la escuela, convirtiéndose en un caso
emblemático en la provincia de Mendoza durante los últimos años. Y fue justamente la escuela quien
salió a la búsqueda de Johana Chacón, siendo conscientes de la importante función social que cumplen
en la comunidad. Quien fuera directora de la escuela Virgen del Rosario en ese momento, Silvia Minoli
junto a las y los docentes alzaron la voz y reclamaron, incansablemente, por la aparición con vida de
Johana.

Podemos empezar a hablarsobre la violencia de género preguntándonos una cosa: ¿de qué
hablamos cuando decimos violencia de género? Históricamente las distintas culturas y sociedades
fueron construyendo y transmitiendo representaciones sociales y comportamientos a hombres y
mujeres, que fueron definiendo la forma de “ser mujer” y “ser hombre”. La diferencia biológica de
sexo entre hombres y mujeres ha subsumido a las mujeres al ámbito privado, asignándole la
maternidad, crianza y tareas domésticas, en tanto los hombres han monopolizado el espacio público.
Tradicionalmente, los hombres han sido considerados responsables de la manutención económica de
la familia, ostentando por ello mayor poder, mientras que la mujer quedaba subordinada a tareas que
carecen de valor social legitimado. Incluso, en igualdad de condiciones, los varones aún disfrutan de
condiciones laborales más ventajosas: perciben salarios más elevados por igual tarea ytienen

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mayoresoportunidades de éxito que las mujeres; en la economía y en la política ocupan un número
mucho mayor de puestos, y los más importantes.

Las sociedades enseñan a los hombres desde niños un ideal de masculinidad que exalta el
éxito, reprime emociones, tolera el dolor, domina el vínculo con mujeres y ocupa espacios de privilegio
en esta. En cambio, las mujeres son educadas para la sumisión y obediencia, para expresar
sentimientos porque esto es considerado debilidad. En el contexto de estas construcciones sociales e
históricas, “la violencia de género se define por las relaciones desiguales de poder que subordinan a
las mujeres, por las relaciones patriarcales que hacen de las mujeres (y los hijos e hijas) propiedad de
los varones y responsables del cuidado del hogar y los trabajos domésticos” (Maffia, 2016). El objetivo
de quien ejerce violencia es controlar a la pareja a través del maltrato y suele expresarse como abuso
de poder, dominación y control sobre la otra persona y la restricción de sus derechos. La violencia
machista puede ir desde el acoso callejero hasta el abuso sexual explícito. Se ha interpretado que la
violencia de género funciona como un disciplinamiento para mantener la desigualdad entre varones y
mujeres a partir de la imposición del miedo, logrando que las mujeres no salgan de los límites que una
sociedad y cultura patriarcales les han fijado tradicionalmente. Reconocer el carácter social, cultural e
histórico de las relaciones entre ambos géneros da lugar a cuestionar este orden.

Comprender y visibilizar estos mecanismos hace posible la denuncia de la desigualdad entre


ambos géneros. A partir de las luchas de los grupos feministas, las mujeres han ido conquistando
lugares en los espacios públicos, han propiciado la crianza compartida y reivindicado sus derechos
sexuales y reproductivos. Estos procesos han generado resistencias y reacomodamientos en las
identidades masculinas hegemónicas que históricamente han detentado su poder y dominación,
generando en algunos casos la incrementación de diversas formas de violencia. Aún con lo que se ha
avanzado en la superación de obstáculos materiales y simbólicos para la construcción de relaciones
más igualitarias entre varones y mujeres, persisten en las instituciones condiciones que refuerzan
estereotipos, desigualdades y violencias de género.

La Ley N.º 26.485 entiende por violencia contra las mujeres toda conducta, acción u omisión,
que, de manera directa o indirecta, tanto en el ámbito público como en el privado, basada en una
relación desigual de poder, afecte su vida, libertad, dignidad, integridad física, psicológica, sexual,
económica o patrimonial, como así también su seguridad personal. Quedan comprendidas también las
perpetradas desde el Estado o por sus agentes. Se considera a su vez, violencia indirecta toda
conducta, acción u omisión, disposición, criterio o práctica discriminatoria que ponga a la mujer en
desventaja con respecto al varón

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a cuestión biológica (aparato reproductivo: 86%) y de
prevención de embarazos e infecciones de transmisión sexual (72%). Además, señala que
solo un 26% recibió educación sobre igualdad entre mujeres y varones, un 24% sobre
violencia hacia las mujeres y un 20% sobre la diversidad sexual (Fundación Huésped,
2017).

Garantizar el derecho a la Educación Sexual de manera Integral sigue siendo una


de las grandes deudas del sistema educativo argentino. La escuela es el lugar para formar
ciudadanos que puedan ejercer sus derechos sexuales y reproductivos, y donde se derriben
mitos y construcciones históricas sobre los géneros y los seres humanos.

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Luana o “Lulu”, es una niña trans que en el 2013 consiguió su Documento Nacional
de Identidad de mujer, lo que significó toda una lucha para ella y su mamá Gabriela. Acceder a su
identidad implicaba que el Estado y la sociedad la reconocieran como a Luana y no el nombre que le
fue asignado al nacer. Esto, para quienes son parte de la comunidad, es una lucha constante por la
resistencia y por el desconocimiento que nos rodea.

Las luchas políticas y civiles de la comunidad LGBTIQ+ (sigla para lesbianas, gays, bisexuales,
trans, intersexuales, queers) es muy amplia en todo el mundo.Principalmente buscan ser reconocidas
y reconocidos ante los Estados para poder contraer matrimonio con todos los aspectos legales que
esto implica(en Argentina, es reconocido el matrimonio de personas del mismo sexo desde el año
2010). Las luchas contra la discriminación, marginación, exclusión y en muchos países, el derecho de
poder expresar y vivir su amor sin ser detenidos por las fuerzas policiales, violentados o incluso
condenados a la pena de muerte, han sido las que han caracterizado a la comunidad.

Estas luchas están dando resultados positivos: según la ILGA (Asociación de Gays, Lesbianas,
Transexuales e Intersexuales en español)ya son 28 los países que aprobaron normativas que equiparan
derechos y garantizan leyes de matrimonio igualitario y 34 ofrecen la unión civil entre parejas del
mismo sexo. Sin embargo, las comunidades LGBTIQ+ son criminalizadas en 69 países, 6 de ellos con
pena de muerte, 5 con potencial condena de muerte y en 57 países, con prisión que van desde los 8
años hasta la cadena perpetua.Las nuevas generaciones de jóvenes asumen la diversidad sexual con
mayor naturalidad, lo que genera una apertura, aceptación y promueven movimientos que buscan el
reconocimiento ante las instituciones.

Por eso queremos puntualizar sobre el caso de Luana, porque creemos que la identidad de
género y diversidad sexual es un debate al que hay que darle un lugar importante en sus escuelas.
Desde los primeros años un infante puede verbalizar ser o sentirse del género opuesto, mostrar sus
preferencias en ropa, juguetes y juegos, que socialmente, están asociados con el otro sexo. Lo más
natural es que esta disonancia con el género biológico, se manifieste a partir de los cuatro o cinco años
en forma de verbalizaciones acerca de si 'somos niños o niñas'. A esta edad se empieza a interiorizar
el ‘Yo’, la imagen corporal y se comienza a construir la identidad de género. Acá es importante insistir
con una cosa: el género es una construcción y expresión que no siempre va de la mano con el sexo
biológico. En nuestro país, el 9 de mayo de 2012 se aprobó la Ley Nº 26.743 que reconoce el derecho
de las personas a tener su DNI con el género autopercibido, permitiendo también desde una
perspectiva jurídica la inclusión y el acceso a derechos e igualdades a los miembros de la comunidad
trans.A diferencia de otros países, como España, esta norma no requiere un proceso de evaluación
psicológica que determine si el Estado reconocerá o no a la persona con el género autopercibido, lo
que la hace una de las más avanzadas en el mundo.

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La educación secundaria frente a los cambios de paradigmas: una escuela obligatoria

La ampliación de derechos sociales y educativos conmueve a la escuela como institución.


Esta -constituida sobre la homologación entre igualdad y homogeneidad- justificó que algunos niños,
niñas y jóvenes no entraran en ella y, también, que otras y otros salieran sin que esto se constituyera
en un problema. Estas situaciones fueron construidas como naturales para amplios sectores sociales
que suscribieron frases tales como: “la escuela no es para ella o él”, “la escuela es para quienes la
merecen”, “no le da” (Fontana, 2015). Por estos motivos en el año 2006 se debatió y aprobó en ambas
cámaras del Congreso de la Nación, la Ley N° 26.206 de Educación Nacional, que establece la
obligatoriedad de la escuela secundaria, es decir, es una obligación del Estado y las familias asegurar
la escolaridad de las y los jóvenes entre 4 y 18 años de edad.

Quedó claro: en la escuela secundaria tenían que estar todas y todos. La nueva Ley de
Educación Nacional transformó la escuela secundaria por completo y obligó al Estado Nacional y a los
Estados provinciales a poner todo el esfuerzo en garantizar la obligatoriedad de la misma, sosteniendo
el ingreso, la permanencia y el egreso de las y los estudiantes y, a su vez, reincorporar a aquellas y
aquellos jóvenes que, por algún motivo, no estaban dentro de las aulas. Sostener el ingreso era el
primer desafío de la nueva escuela secundaria.

En sintonía con esto y preocupados por revertir esta situación en sus países, el resto de la
región del MERCOSUR también generaron legislaciones nacionales, para que las y los jóvenes puedan
acceder a la escuela con el firme objetivo de garantizar el derecho a la educación.

Una escuela secundaria donde estén todas y todos sigue siendo un gran desafío para los
gobiernos y las sociedades, incluso hoy, cuando la ley ya cumplió más de 10 años en Argentina. En
nuestro país, según estudios de SITEAL (2019) -Sistema de Información de Tendencias Educativas en
América Latina, en 2016 la escolaridad entre jóvenes de 14 a 18 años alcanzó el 88.5%. Pese a las
normas creadas, en América Latina existe un 6% de la población entre 12 y 14 años y un 23% de la
población entre 15 y 17 años (es decir, en edad de asistir a la escuela secundaria) que no está
escolarizada (SITEAL, 2013). Pero hay que ser cuidadosos al interpretar estas cifras ya que encubren
diferencias entre países, entre grupos de edades y niveles socioeconómicos que en algunos casos son
significativos. Las investigaciones muestran que quienes suelen quedar fuera del sistema educativo,
son en su mayoría jóvenes que vienen de hogares con nivel socioeconómico bajo y también la de
aquellos jóvenes integrantes de pueblos indígenas y de las comunidades afrodescendientes (Ministerio
de Educación de la Nación, 2014)

desafío de la permanencia y el egreso

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Volviendo al disparador de este eje temático, el caso de Marcelo Alcaráz lo consideramos
significativo porque tanto su familia como la escuela a la que asiste logran sostener su trayectoria
escolar, pese a situaciones y condiciones d accesibilidad que, en otra época, motivaría su abandono.
Él asiste todos los días a la escuela, pero ¿por qué algunos jóvenes no permanecen en la institución?
Según un informe de la UNICEF (2017: 33) realizado a partir de la Encuesta de Condiciones de Vida de
Niñez y Adolescencia aplicada en 2013: “la repitencia y el abandono en el nivel secundario son
fenómenos que atraviesan principalmente aquellos adolescentes provenientes de los sectores más
desfavorecidos de la población. Entre las principales causas del abandono de las y los adolescentes de
entre 15 y 17 años se observan: ingreso al mercado laboral (14%); dificultades económicas para
sostener la cursada (8,8%); situación de embarazo o de cuidado de algún hermano/hijo menor (11,3%).
Se destaca también un grupo significativo de jóvenes (29,6%) que afirmaron haber abandonado la
escuela “por no considerarla necesaria o por no gustarle”.

Dice el director de una escuela de nuestro país: “cuando abrieron las puertas de la escuela,
pasó lo que tenía que pasar: entraron todos. Claro, ahora los tenemos a todos adentro y no sabemos
qué hacer, tenemos problemas, si, no sabemos bien qué hacer a veces, no sabemos a veces cómo
resolver… es lógico… claro, entraron chicos que tienen estas marcas de la historia y las de la historia
de sus padres durante estas décadas… Claro, entraron los que nunca vieron trabajar a sus papás”.

¿Qué es lo que señala este director? Dice que “entraron todos…” esto es, infancias y jóvenes
que históricamente quedaron afuera, hijos e hijas de inmigrantes de países limítrofes, de indígenas,
jóvenes en conflicto con la ley penal, que no siguen las pautas esperadas por algunos docentes y
talleristas para ser “estudiante”. La escuela quedó en la encrucijada de continuar produciendo
exclusiones o poner en debate la forma escolar que permita que estas nuevas infancias, adolescencias
y juventudes puedan entrar en la ella, pero no solo esto, sino que también permanecer en esta.

En este sentido es válido preguntarnos todo esto: ¿cuáles son esas estrategias o mecanismos
que debe pensar la escuela para sostener las trayectorias escolares de todas y todos? ¿Cómo se
pueden resolver los problemas que las y los jóvenes tienen para asistir y permanecer? ¿Por qué
algunos jóvenes no le encuentran sentido a la escuela secundaria? ¿Qué implica para ustedes acceder
y permanecer en sus escuelas? ¿Creen que para todos significa lo mismo? ¿Cómo lograr que todas las
experiencias escolares sean valiosas? ¿Qué “se pierden” los jóvenes que no asisten a la escuela
secundaria? ¿Las experiencias educativas son fundamentales en la tarea de la permanencia y el
egreso? -Entendiendo que las experiencias escolares son distintas a las trayectorias escolares, ¿cuáles
son las experiencias escolares y educativas que dan cuenta de la permanencia y el egreso (exitoso)?
Ingresar, permanecer, pero por sobre todo… egresar

Queda claro que los esfuerzos por el ingreso, la reinserción y la permanencia escolar deben
ser una política de Estado concreta y transversal a los partidos políticos o personas, pero a esto no

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termina ahí: Ingresar y permanecer tiene como objetivo final el egreso satisfactorio de la escuela
secundaria.

Según el informe de la UNICEF (2017), solamente un 45% de los jóvenes que ingresan al
sistema educativo logran terminarlo. ¿Qué pasa con este grupo de jóvenes que abandonan la escuela
por asumir responsabilidades familiares, económicas o laborales? Acá debemos volver a revisar los
datos sobre las distintas razones por las que se produce el abandono escolar. Estos datos que
mencionábamos anteriormente dan cuenta de algo fundamental: el desafío de la obligatoriedad no
terminaba con el hecho de tener a la mayor cantidad de estudiantes dentro de las escuelas, sino que
se volvía aún mayor. No solo se trata de derribar las barreras que dificultan el ingreso, sino que
también debemos plantearnos qué es lo que tenemos que revisar de la estructura dura de la escuela
secundaria para lograr que ese 55% que abandona sus estudios, permanezca y se egrese de la
secundaria. En relación a esto debemos preguntarnos: ¿qué implica para un joven acceder y terminar
la escuela secundaria? Muchos de ellos indican que estudian para ser “alguien en la vida”. ¿Da lo
mismo ir a la escuela que no ir? No, no da lo mismo ir o no ir a la escuela, pero para las y los jóvenes y
sus familias, asistir a la institución pierde sentido cuando la terminación del nivel secundario no
garantiza el acceso a una mejor calidad de vida (Ministerio de Educación de la Nación, 2014)

Como reflexión creemos que entrar, transitar, aprender, ampliar los universos culturales y
egresar es el desafío de la escuela secundaria actual. Una escuela que reciba a todas y todos, nos sitúe,
nos cuente de dónde venimos, dónde hemos nacido; nos ayude en los inicios de este proceso de
construcción de subjetividad a ir re-conociéndonos, diciendo quiénes somos, para luego elegir quiénes
queremos ser (Fontana, 2015).

La convocatoria está centrada en pensar nuevas estrategias y herramientas que nos permitan
construir una nueva escuela secundaria, dejando de lado aquellas herramientas y dispositivos con los
que contaba la vieja escuela secundaria, completamente agotados y disfuncionales a una escuela para
todas y todos. Es momento de inventar y reinventar nuevos dispositivos o herramientas que les
garanticen a los jóvenes su derecho a la educación, pero no solo esto, sino a una educación de calidad,
que les permita ampliar sus horizontes y les brinde herramientas para generar sus propios proyectos
de vida

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intransferibles. Los Derechos Humanos son amplios y transversales a muchos aspectos de la vida
cotidiana: la salud, el trabajo, la vivienda, la educación, pero también lo es en la forma en la que las
personas eligen, viven y expresan su orientación sexual o identidad de género.

Pero… ¿por qué es importante que sea reconocido el derecho a la identidad de las personas?
La identidad en cada uno de nosotros es fundamental, porque nos constituye como personas, no
solamente en los aspectos físicos, sino que abarca todos los aspectos que nos integran como seres
humanos, y cuando decimos esto, nos referimos al hecho de pertenecer a una familia, el tener un
nombre propio, el insertarnos y pertenecer a un barrio, ciudad, comunidad, a una nación con su
cultura, lengua, territorio y hasta su historia colectiva. Todos estos atributos, entre otros más, nos
permiten individualizarnos como seres únicos e irrepetibles.

Entonces queda claro que el derecho a la identidad es fundamental para que podamos
constituirnos como personas. Una de las máximas expresiones de este derecho es poder contar con
nuestro Documento Nacional de Identidad, el que todos tenemos siempre en nuestras billeteras,
bolsillos, mochilas o bolsos y el que llevamos siempre a todos lados, porque es el documento que
certifica nuestra identidad en todos lados.

Esto nos lleva a pensar y reflexionar algunas cosas sobre el caso de Lulú. Primero es importante
hacer una aclaración: la orientación sexual (es decir, ser homosexual, bisexual, etc) es distinto a la
identidad de género. Luana no pelea por su derecho a casarse con la persona que ella elija, sea o no
de su mismo sexo, sino que pelea por el derecho de que su identidad sea reconocida por las personas
y las instituciones, y a su vez, estas le permitan el acceso a los instrumentos que arbitran para
formalizar su identidad. Querer reforzar en Luana la idea de que era varón, es negar su identidad.

En el año 2012, Argentina aprobó la Ley N° 26.743 de Identidad de Género, que reconoció el
derecho de acceder a la identidad a uno de los colectivos más marginados y discriminados. Esto puso
en debate nuevos conceptos de ciudadanía y acabó con el derecho de identidad como privilegio solo
para algunos. La ley establece “la vivencia interna e individual del género tal como cada persona la
siente, la cual puede corresponder o no con el sexo asignado al momento del nacimiento, incluyendo
la vivencia personal del cuerpo” para el cambio de identidad formal. Es decir, que cualquier persona
tiene derecho al reconocimiento de su identidad según su percepción de género y su tratamiento
conforme a ella en todos los espacios institucionales. Fue la primera ley en el mundo que no tiene
como requisito un diagnóstico médico o psiquiátrico, ni operaciones de cambio de sexo. Toda persona
mayor de 18 años podrá solicitar la rectificación registral del sexo y el cambio del nombre de pila,

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un “nosotros”, antes que de un “yo”, reivindicando las identidades nacionales por encima de otras
(las políticas, las musicales), a las que califica de “imposiciones del mercado”.

Algunas investigaciones realizadas sobre la participación política de los jóvenes indican que en
todos los sectores sociales ellos suelen criticar las formas tradicionales de la política, pues las
consideran alejadas de sus propias necesidades.

La desconfianza en el modo tradicional de hacer política tiene como contracara la búsqueda


de otras alternativas, que van por fuera de los espacios clásicos como los partidos políticos. Estas
formas nuevas se caracterizan, en general, por ser horizontales, autogestivas, de participación directa.
El joven punk lo dice directamente: “El Centro de Estudiantes no me representa”. Amancay y sus
compañeros convocan de forma espontánea a una protesta en lugar de, por ejemplo, enviar una carta
a sus representantes políticos. En la búsqueda de alternativas, tiene un lugar destacado la tecnología.
En el caso del joven punk, sus compañeros deciden apostar a difundir lo sucedido a través de una lista
de difusión por WhatsApp u otras redes sociales que son cotidianas en sus vidas. Otro dato para tener
en cuenta es que los jóvenes juegan con el lenguaje para hacerse escuchar. La frase utilizada por los
compañeros del joven punk, “abajo las banderas”, puede pensarse como un ejemplo del uso “burlón”
del lenguaje: si la escuela obliga a izar la bandera, ellos invierten el sentido y proponen tirarlas “abajo”.

Amancay y el joven punk, como muchos otras y otros jóvenes del presente, no fueron tratados
como sujetos de derecho. Es decir, no fueron tratados como ciudadanos. Acompañados de sus
profesores, sus compañeros y sus padres, según uno y otro caso, salieron a pelear por sus derechos.
Desde el 1° de marzo de 2008 existe, en buena parte de nuestra región, una herramienta legal: la
Convención Iberoamericana de Derechos de los Jóvenes. Es el único tratado internacional del mundo
que reconoce a la juventud como un segmento de la población específico. Representa a unas 150
millones de personas.

Los 44 artículos de la convención establecen una serie de derechos civiles y políticos (derecho
a la vida, a la objeción de conciencia, a la justicia, libertad de pensamiento y religión, libertad de
expresión, reunión y asociación, entre otros); y derechos económicos sociales y culturales (derecho a
la educación, a la educación sexual, a la cultura y el arte, al trabajo, a la vivienda, entre otros).

Para pensar en los casos de Amancay y el joven punk hemos seleccionado cinco artículos de la
convención Iberoamericana de Derechos de los Jóvenes, incluidos en el “Capítulo II, Derechos Civiles y
Políticos de los jóvenes”.

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libertad de opinión, expresión, reunión e información, a disponer de foros

política. [...]

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La escuela como espacio preventivo

Estamos convencidos de que la escuela es el espacio ideal para formarnos y aprender


contenidos fundamentales que nos sirven para desarrollarnos en nuestras vidas profesionales:
lengua, literatura, ciencias sociales, naturales, resolución de ecuaciones y fórmulas, entre tantas
otras cosas, pero es, además, el espacio donde nos formamos sobre aquellas cosas que nos
ayudan a tener una mejor calidad de vida y a tomar las mejores decisiones para nosotras y
nosotros. Es por eso que una de las funciones más importantes, además de la educativa, es la
función contracultural que esta tiene, que nos ayuda a reflexionar y pensar sobre aquellas
cuestiones y/o situaciones que, de otra manera, sería difícil replantearnos.

Es por eso que en este Parlamento queremos sumar al debate los consumos
problemáticos, para que puedan hablar y reflexionar en sus escuelas, desmitificar algunas ideas
o conceptos que solemos escuchar pero que son totalmente erróneos. Queremos que puedan
pensar en estrategias de cuidado entre ustedes y sabemos que no podemos decirles que no
consuman alcohol, pero si podemos poner en debate esas estrategias para que se cuiden, cuiden
a sus amigas y amigos.

Este material, estará enfocado justamente en el consumo excesivo de alcohol. Aunque


la problemática de los consumos no termina allí, es importante entender que el alcohol es uno
de los que más nos preocupan, ya que es el denominador común en la gran mayoría de las y los
jóvenes, y el que mayor incidencia tiene en sus vidas, en sus relaciones personales o en la forma
en la que eligen divertirse.

Podríamos empezar dándole una definición a los consumos problemáticos: Los


consumos problemáticos son, según la ley Nº 26.934 (Plan IACOP), “aquellos consumos que —
mediando o sin mediar sustancia alguna— afectan negativamente, en forma crónica, la salud
física o psíquica del sujeto, y/o las relaciones sociales. Los consumos problemáticos pueden
manifestarse como adicciones o abusos al alcohol, tabaco, drogas psicotrópicas —legales o
ilegales— o producidos por ciertas conductas compulsivas de los sujetos hacia el juego, las
nuevas tecnologías, la alimentación, las compras o cualquier otro consumo que sea
diagnosticado compulsivo por un profesional de la salud.”

Los consumos problemáticos forman parte de una problemática social compleja,


dinámica, heterogénea y multidimensional en la que interjuegan las personas,

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Sus profesoras y profesores en la escuela, operan como verdaderos agentes
preventores y promotores desde su rol, y no por ello tienen que ser expertos en sustancias, sino
que lo hacen a partir de las relaciones de confianza que establecen con ustedes, las y los
estudiantes, favoreciendo así un entramado que hace de la escuela un lugar de escucha, que
acompaña y que otorga sentidos y proyectos de vida.

Ante este tipo de consumos excesivos de alcohol en el UPD, las escuelas, a través de
sus equipos directivos, han tomado distintas posturas. Algunas escuelas los reciben y luego
llaman a los padres para que retiren a las y los estudiantes, en otros casos las escuelas han
cerrado las puertas impidiendo el ingreso de las y los jóvenes. Nosotros creemos que la escuela
siempre debe recibir a las y los jóvenes, pero estamos convencidos de que su rol de prevención
y contención, no hace que, la escuela y sus autoridades sean responsables de cuidarlos en
estados de embriaguez, en este caso, la responsabilidad es de las madres y padres.

Pero sí queda claro que cuidar en relación con el consumo de drogas implica
acompañar a través de la escucha. No dejar a nadie solo ni sola con el consumo, ni con lo que
piensa acerca de este. A su vez, es necesario interpelar las representaciones y las prácticas que
tienen las y los adolescentes en torno a los consumos. En este sentido, resulta indispensable
fortalecer los lazos de adolescentes con las figuras de autoridad. Estos lazos les van a posibilitar
cuestionar y cuestionarse. Abrirán la posibilidad de la transgresión, pero también el
reconocimiento del error y la responsabilidad. Construir límites y referencias claras para las y los
adolescentes es una tarea imprescindible.

Ante una situación de consumo problemático, es importante no quedarnos con el


emergente o el síntoma como si fuese el problema, sino que resulta crucial escuchar qué hay
detrás de la situación. Recordemos que “Un consumo dentro de la escuela es un signo, es un
mensaje que está pidiendo una lectura del mundo adulto. Y también una acción.” La intervención
debe ser integral, alojadora, contenedora y protectora del estudiante que está atravesando una
situación de consumo problemático. Es importante pensarla desde el cuidado, el sostén y el
acompañamiento: En primer lugar, del estudiante implicado, pero también del grupo de amigas
y amigos, compañeras o compañeros. (1 Extraído de: “Guía de Orientación en situaciones de
consumo problemático en la escuela” desarrollada por SEDRONAR.)

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Consulta bibliográfica

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países que integraban el MERCOSUR percibieron con claridad que la educación debía
desempeñar un papel principal en la integración regional. Así comenzó a funcionar el Sector
Educativo del MERCOSUR (SEM). El PJM es una de las acciones propuestas por el Plan Estratégico
del Sector Educativo del MERCOSUR del período 2006-2010 para cumplir con el objetivo de
“Contribuir a la integración regional acordando y ejecutando políticas educativas que
promuevan una ciudadanía regional, una cultura de paz y el respeto a la democracia, a los
derechos humanos y al medio ambiente”. El Programa se fue constituyendo en el principal
espacio de participación destinado a jóvenes estudiantes de nivel medio. Por ello en la XL
Reunión de Ministros de Educación del MERCOSUR, celebrada en junio de 2011, se aprobó un
nuevo Plan de Acción del Sector Educativo del MERCOSUR para el período 2011-2015, y se
conformó el Grupo de Trabajo de Parlamento Juvenil, instancia que reúne a los referentes de
todos los países participantes. En el marco de ese nuevo Plan de Acción, los Ministros de
Educación del MERCOSUR acordaron sostener la realización del Parlamento Juvenil MERCOSUR
de forma bianual, y propusieron la realización de Encuentros Previos a cada edición regional en
aquel país que se postule como sede. Implementación del programa Parlamento Juvenil
MERCOSUR Los países que participan de este Programa acordaron establecer como rango de
edad los 15 a 17 años, pero dejando abierta la posibilidad de ampliarlo al rango de 14 a 18 años,
si cada país lo considera necesario. También decidieron trabajar en escuelas estatales de nivel
medio, priorizando a los sectores más vulnerables y promoviendo la participación en igual
número de mujeres y varones. Aunque en los diferentes países se han adoptado diversas
modalidades organizativas, en todos se crearon espacios locales de debate entre jóvenes que
luego continuaron en la organización de instancias de debate en el nivel nacional, denominada
Parlamento Juvenil Nacional, en las que los representantes locales llevaron la voz de lo discutido
con sus pares. Luego de realizado en cada país el Parlamento Juvenil Nacional se llega a la
instancia regional del Parlamento Juvenil MERCOSUR.

Hasta la actualidad se han desarrollado cinco encuentros internacionales del


Parlamento Juvenil MERCOSUR. El primero se llevó a cabo en el año 2010 en la Ciudad de
Montevideo, Uruguay, el segundo, en 2012 en la ciudad de Brasilia, Brasil, el tercero, realizado
en el año 2014 tuvo lugar en la Ciudad de Piriápolis, Uruguay. El cuarto y quinto encuentro
tuvieron lugar en la Ciudad de Montevideo nuevamente, en los años 2017 y 2019
respectivamente.

En el transcurso del bienio 2011-2012 los Ministros de Educación en el Sector


Educativo del MERCOSUR acordaron ampliar los espacios internacionales de intercambio. De
acuerdo con esa decisión en el año 2012 se realizó el Primer Encuentro

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