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com/salud/2020/12/02/el-mito-del-asintomatico-frente-al-covid-19-y-lo-
que-aprendimos-en-la-pandemia/
SALUD
Mientras que los puntos 1 y 2 eran bastante razonables. Luego, los datos y
evidencia acumulados fueron refutando el resto de los puntos.
“De los 35.120 casos que contaron con internación, 7% requirieron cuidados
intensivos (N=2473). De ellos el 55,7% requirió ARM (Asistencia Respiratoria
Mecánica), figura en el boletín epidemiológico de CABA del 30 de octubre.
Sin embargo, a pesar de las bajas cifras de pacientes graves, durante todo el año
se ha transmitido un mensaje apocalíptico que no se correlacionaba con los
datos cuantitativos observados en los ignorados boletines
epidemiológicos. Estos mensajes han logrado convencer a la población de que
vive rodeada de un novedoso y gigantesco peligro que antes no existía.
Aunque las cifras muestran que el riesgo de sufrir una infección respiratoria y
morir ya existía hace muchísimos años y que estas enfermedades venían
aumentando a medida que crece el porcentaje de población mayor en una región.
Por otro lado, la prueba de anticuerpos contra el virus del SARS-CoV-2 fue
IgG (+) positiva en 190 de los 300 casos asintomáticos, lo que indica que el
63,3% de los casos positivos asintomáticos estaban realmente infectados. La
proporción de ellos con IgM (-) e IgG (-) fue del 36,7%, lo que indica la
posibilidad de resultados falsos positivos de la prueba de ácido nucleico (PCR).
En cuanto al grado de letalidad de la enfermedad, nos habían enseñado a
compararla con la Influenza y a concluir que era mayor. Sin embargo, por lo
que se observa en los boletines epidemiológicos, en nuestro país, históricamente
se testeaba a un pequeño porcentaje de casos de infección respiratoria, de los
cuales la mayoría eran graves, se encontraban ya internados y daban negativo
para la influenza.
Asimismo, las curvas de los hemisferios norte y sur del nuevo virus,
respondieron a un patrón estacional, con curvas algo aumentadas y prolongadas
debido a la inédita cantidad de tests que se administraron que además de detectar
falsos positivos y “casos asintomáticos”, hallan casos leves o breves que no
impactan el sistema sanitario. Mientras que la ciencia, tímidamente, va
refutando las frágiles hipótesis en las cuales la OMS y los gobiernos basan
las nuevas normas de conducta, el mundo pareciera hacer oídos sordos a
ella y se continúa con el diseño de reglas que ya nadie cuestiona cómo han sido
originadas.
Desconfianza y sospecha